sábado, 29 de noviembre de 2014

Los centros superiores del ser humano.
(Intelectual y emocional)
Introducción.
Estos centros superiores albergan: El principio inteligente, espiritual, la imaginación creadora, inspiración e intuición del ser humano. El conocimiento y manejo de éstos se alcanza desde la perspectiva de los atributos de humanidad o de la Esencia[1] de la persona. Uno disfruta de estas facultades en la medida que posee conciencia de ellas y advierte su expresión dentro de sí mismo. Esto es posible cuando el individuo alcanza un grado suficiente de auto-conocimiento. Es decir, aprehende de forma directa lo que uno es en realidad como “alma humana”. Toda persona que anhela conectar con estos centros superiores precisa recobrar cierto estado de equilibrio, serenidad y armonía interior. Estas características de la psiquis son indispensables para que estas funciones obren con autonomía y la propia inteligencia práctica y discernimiento se emancipen de los prejuicios que uno acarrea en la mente.
Estas funciones participan de la trascendencia del sujeto y están desvinculadas directamente de los sentidos físicos y demás centros inferiores del organismo.
Por ejemplo: Una persona puede razonar sobre un tema durante horas, incluso, días pero esto no significa que será inspirado a través de este cavilar. Más bien, la imaginación creadora, inspiración e intuición surgen en un estado mental receptivo. Es decir, cuando los centros inferiores no se hallan activos y permitan la manifestación espontánea de su principio inteligente[2] a través de estos centros superiores.
En consecuencia, estas funciones son independientes y no una sección ni una división de las demás funciones: Intelectual, emocional, instintivo, motor y sexual. El centro emocional superior ubica su foco de acción desde el corazón y el centro de gravedad de la función intelectual superior se localiza en la glándula pineal. Estos centros están desarrollados, son inherentes o innatos, y la naturaleza humana sólo otorga a la conciencia del Hombre su uso y expresión. Estas funciones superiores son inaccesibles a cualquier actividad sujetiva, relativa o circunstancial que se genere por algún elemento psicológico en el subconsciente de la persona.
La personalidad sólo accede a estas facultades de la imaginación, inspiración e intuición de modo fortuito a causa del desconocimiento de su propia realidad íntima. Los centros inferiores, normalmente, absorben toda la atención y espacio psicológico del individuo debido al dominio que impera sobre él las necesidades de la acción en la existencia.
Definiciones de imaginación creadora, inspiración e intuición.
El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender” . (Plutarco)
Estas tres expresiones propias de los centros superiores son impulsadas por un elemento integrador de la psiquis: La “conciencia de Ser[3].
Intuición.
La intuición es un vocablo que proviene del latín “intueri, significaba mirar hacia dentro o contemplar” y el diccionario de la real academia española lo define como:
Ø    Facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento.
Ø    Percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien la tiene.
Ø    Presentimiento.
También se pueden añadir los términos: Palpito, corazonada, presagio, premonición, idea feliz,... como popularmente se reconoce como intuición. Aunque algunas de sus acepciones induzcan a confusión o son utilizada con un sentido distinto o peyorativo.
La intuición se desmarca de los conocimientos adquiridos para trascenderlos, aporta una experiencia genuina, complementaria y más clara del objeto aprehendido.
Contrariamente, las partes superficiales de los objetos o eventos que los sentidos captan no requieren de una percepción intuitiva. Uno no precisa intuición para advertir el color rojo de un coche, la marca, si está limpio o no. Esta es una actividad del centro intelectual inferior.
La experiencia interna intuitiva no se despliega con un interés pragmático ni obedece a las estructuras intelectuales o emocionales que se hallan condicionadas por algún proceso egocéntrico. Por esta causa siempre sorprenden a quien la experimenta como algo singular y, a la vez, extraordinario.
Inspiración.
La palabra inspiración proviene del latín “inspiratio", recibir el aliento. Designaba la acción de introducir aire a los pulmones. También, hacía referencia a la necesidad de iluminación espiritual[4] previa a cualquier creación humana. En meditación es la capacidad de comprender lo imaginado: Imagen representada en la mente surgida de la conciencia; Aprehender de forma inmediata el significado de una obra de arte, evento intrínseco de la naturaleza o de la vida humana.
Imaginación.
La imaginación creadora diferenciada de la fantasía se halla definida en el texto de la meditación. Recordar que imaginar es ver la realidad tal como es y se presenta en los diferentes planos de la naturaleza. Por ejemplo: Un arquitecto antes de iniciar la obra de un edificio, puente,… se imagina el proyecto fruto del estudio previo del lugar donde se ubicará. 
La imaginación, inspiración e intuición[5] son expresiones que surgen del mismo origen y tienden a un objetivo común: La realidad. Aunque difieren en cierto modo en el grado de intensidad y naturaleza. Por ejemplo: Se dice de un artista que estuvo inspirado en una obra y que un científico descubrió un principio físico por intuición, tal como sucedió a Isaac Newton con la Ley de la gravitación universal[6]. En todos los casos, estas son una manifestación creadora que proviene de la conciencia del Hombre y se expresa a través de los centros superiores.
Cualidades que lo son propias.
Todos estos rasgos son intrínsecos a cualquier vía de conocimiento trascendente, científico o creación artística original:
Ø   Revelador, no conocido anteriormente, inédito.
Ø   Lacónico, conciso, breve.
Ø   Sutil, liviano, no persistente.
Ø   Directo, sin intermediarios.
Ø   Inmediato, rápido.
Ø   Evidente, cierto, axiomático.
Ø   Objetivo, justo, recto para quien experimenta lo que es, la verdad, realidad o causa de un fenómeno.
Un modo que ayuda a comprender racionalmente la intuición es experimentarla. Por ejemplo: Aprehender en esencia que es la velocidad. Este concepto de la física forma parte de la vida ordinaria de un individuo, un niño lo percibe antes de recibir clases de Física. ¿Qué es la velocidad? Imaginar que dos amigos hacen ejercicio alrededor de un estadio. Deciden competir, se colocan a la misma altura y corren hasta llegar al punto de partida. Juan llega antes que Pepe. ¿Cuál es el hecho? Contemplar la escena: “Juan recorrió la misma distancia en menos tiempo que Pepe”. ¿Qué significa? Si uno se concentra en el evento sin racionalizar, capta espontáneamente que esto que se llama velocidad depende del tiempo y del espacio. ¿En qué relación? La intuición es: “Aprehender que sobre una misma distancia, menos tiempo para recorrerla significa más velocidad”. Así de sencillo y revelador es establecer la correspondiente relación o causa entre magnitudes según el hecho. Velocidad (v) es igual al espacio recorrido (e) dividido por el tiempo empleado (t): Ahora cuando uno ve la formula, v = e/t, aprehende intuitivamente lo que simboliza.
Todo esto es intuitivo porque uno no ve ni percibe las dimensiones que determinan la velocidad sólo capta el movimiento. La intuición advierte que existe una relación entre estas dos magnitudes a partir de contemplar la escena. Una persona quizás no sabe definir que es la velocidad pero capta que cuando se desplaza a un lugar si anda lento llega más tarde que si se traslada rápidamente. Es evidente que uno puede racionalizar este hecho tal como se acaba de hacer. La intuición o inteligencia práctica es aprehenderlo de modo inmediato, claro y preciso.
La conciencia y su percepción intuitiva en los centros superiores son una facultad dinámica para aprehender la realidad de un hecho, sea este interno o externo. Cada acción intuitiva es única, simple y directa. Su movimiento conecta del modo que lo permite la naturaleza de la conciencia con la parte interna del objeto y sus propiedades, las cuales lo hacen único y original. Por esta causa, la intuición es instantánea, inexpresable y no discursiva. Aunque el entendimiento racional lo conceptúa según los datos adquiridos anteriormente registrados en la memoria.
Estos centros superiores fueron estudiados por las tradiciones orientales. Estas últimas describen como el ser humano posee la capacidad de desarrollar una mente iluminada o alcanzar la iluminación. Por otra parte, existe una confusión entre estas funciones con los sentidos internos del Hombre o chacras como los denominan en su origen la religión hinduista. Por ejemplo: Todo sujeto es capaz de percibir sus propios pensamientos y, sin embargo, no lo hace con sus oídos. Estos se perciben con el oído interno. Asimismo, uno es capaz de visualizar escenarios u objetos a través de la imaginación con los ojos cerrados, del mismo modo que cuando uno duerme, sueña. Esto es posible porque existe el sentido interno de la vista. Estas facultades extra-sensoriales no corresponden a los centros superiores aunque tengan un vínculo con ellos de igual manera que los sentidos físicos se relacionan con los tres cerebros[7]. Los chacras serán examinados más adelante a lo largo del curso.
El estudiante requiere profundizar en este concepto de la intuición que define una realidad esquiva, incomprendida y desconocida que se manifiesta en él. Esta última es propia del alma, la expresión de su conciencia de Ser en los distintos ámbitos de su existencia. La labor de los centros superiores es informar a los centros inferiores sobre aquello que está oculto o pasa desapercibido a los sentidos físicos. Estas funciones aportan la dimensión humana, anímica o causal de la realidad material o física. La coordinación de todos los centros tanto superiores como inferiores por la conciencia proporciona una percepción completa e integral del objeto experimentado. En el auto-conocimiento se denomina “Comprensión creadora”.
La intuición, inspiración e imaginación creadora en la ciencia y el arte.
Cuando Pitágoras llegó a Crotona, su primer consejo a sus pobladores fue construir un altar a las Musas en el centro de la ciudad para impulsar la armonía cívica y el aprendizaje”. (Wikipedia. La enciclopedia libre. Clave. Musas)
La actividad de los centros superiores y de la misma intuición es poco conocida por el ser humano, de hecho pocos saben dirigirla o usarla voluntariamente. Sin embargo, su presencia en la historia de la humanidad es un hecho incontestable por todos.
Muchos de los inventos, descubrimientos y obras artísticas: Pinturas, música, esculturas, arquitectura, literatura, etc. de orden universal provienen de la llama de la intuición. Al ejemplo de Isaac Newton se suman un sinnúmero de individuos que se beneficiaron de esta facultad. Una persona, investigador, artista o escritor, puede estar un tiempo relativamente largo volcado sobre un tema, no hallar respuesta y, en un instante, ésta aparece repentinamente.
Personajes como Arquímedes que aprehendió el peso especifico de los cuerpos mientras se introducía en la bañera. Platón, Aristóteles, Heráclito, Jenofonte, Marco Aurelio,… están al origen de la definición de la palabra intuición por percibirla por ellos mismos dentro de sí.
Quien no espera lo inesperado jamás lo percibirá”. (Jenofonte. Siglo V. a. C.)
Asimismo, Francis Bacon, Emmanuel Kant, Leonardo Da Vinci,… reconocen en sus obras la participación de la intuición en sus investigaciones y postulados. Estos entendían ésta como un hecho divino no susceptible a ser explicado de modo racional. Rene Descartes escribió acerca de la intuición, de su importancia para alcanzar el conocimiento de la Verdad y de la diferencia con el sistema deductivo. Este filósofo consideró a la intuición una facultad superior al uso discursivo de la razón. Henri Bergson la puso en el centro de su filosofía.
No hay un método lógico de concebir ideas nuevas o de reconstruir lógicamente el proceso creativo”. (Henri Bergson)
Al caso comentado de Isaac Newton se suman una gran cantidad de investigadores que impulsaron con sus estudios e inspiración las ciencias. Faraday intuyó las líneas de fuerza al observar la orientación de las limaduras de hierro al que llamó “Campos de fuerza”. Ampere tuvo la corazonada de que el magnetismo natural resultaba de corrientes circulares diminutas, como si fuesen fluidos eléctricos dentro de los átomos. Esto apuntó la investigación hasta hallar las órbitas de los electrones alrededor del núcleo que modelaron, mucho más tarde, los científicos Niels Bohr y Ernest Rutherford. Paul Langevin intuyó que el momento magnético del átomo o de la molécula tenía un valor fijo. La lista de la participación de la intuición en el mundo de los descubrimientos científicos es interminable. Sin embargo, Albert Einstein fue unos de los hombres de ciencia del siglo XX que más revindicó la importancia de la intuición en la tarea de la investigación.
"Hay un chispazo en la conciencia, llámese intuición o como se quiera, que trae la solución sin que uno sepa cómo o por qué". (Albert Einstein)
Si uno pasea por la Historia en diferentes campos de acción del ser humano halla la presencia de la intuición.
El descubrimiento de las Américas por Cristóbal Colón obedeció a su intuición sobre el hecho que la Tierra es esférica y a la unicidad del Océano aunque pensó llegar a las Indias.
Los compositores W. Amadeus Mozart, Félix Mendelsohn, L. Van Beethoven, J. S. Bach,… los poetas, literatos como Lope de Vega, W. Shakespeare, G. A. Becquer,… y pintores como Rafael, Miguel Ángel, arquitectos, artistas,… de todos los tiempos otorgan a la inspiración el mérito de sus obras.
Fecunda, como el lecho de amor de la miseria, y parecido a estos padres que engendran más hijos de los que pueden alimentar, mi musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza, poblándola de creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad ni todos los años que me restan de vida serían suficientes para dar forma”. (Gustavo Adolfo Becquer. Introducción a la obra: Rimas y Leyendas)
Igualmente, los grades místicos como Catarina de Siena, Yalal ad-Din Muhammad Rumi, San Francisco de Asís, Hildegarda Van Bingen, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila,… testificaron del poder de la intuición en sus ejemplos de vida y escritos.
Hombres con una acción política o social como Simon Bolívar, Wilson Churchill, Mahatma Gandhi, Martín Lutero King, Madre Teresa de Calcuta,… son un ejemplo de personas que siguieron su intuición durante su vida. Junto a sus obras testificaron públicamente de esta realidad. Estos justificaron su conocimiento de lo percibido a una intuición y que fue aprehendida como una verdad o descripción de la realidad.
Los científicos, artistas o místicos no son una clase privilegiada de la humanidad. Todo sujeto ostenta esta capacidad si es capaz de desarrollar la atención plena a la expresión de su conciencia y centros superiores, los cuales son los vehículos que la encausan. Pablo Picasso argumentaba que la inspiración surge de modo inesperado por eso era mejor que te encuentre trabajando. Esta idea también la preconizaba Tomas Alva Edison cuando comentaba que el genio es un uno por ciento de intuición y un noventa y nueve por ciento de transpiración.
Esta cualidad surge a quien se ocupa de ella. En el hecho que uno se esfuerza en alcanzar conocimientos y comprensión racional sobre una materia. Si, en este proceso, la persona anhela trascender lo adquirido, requiere concentración, una mente en silencio y actividad de su conciencia. Asimismo, estas son las etapas de la meditación, disciplina que permite conectar al individuo que la practica con los centros superiores y de la conciencia de Ser con más facilidad.
Muchos individuos adquieren ciertos estados contemplativos: En sus investigaciones, búsqueda espiritual, anhelos artísticos, solución de problemas o tomas de decisiones,… aprehenden por intuición lo que buscaban. Esto es lo que se entiende por conocimiento revelado.
Muchas figuras de la Ilustración buscaron restablecer un culto a las Musas en el siglo XVIII. Una famosa logia masónica en el París prerrevolucionario era llamada “Les Neuf Sœurs” (nueve hermanas, en honor a las nueve Musas), y a ella asistieron: Voltaire, Benjamin Franklin, Danton y otros personajes influyentes de la época”. (Wikipedia. La enciclopedia libre. Clave. Musas)
El centro intelectual superior.
La intuición nos confiere el poder de saber sin necesidad de razonar...” (Samael Aun Weor. Conferencia. En el principio era el verbo)
Este centro opera desde la glándula pineal y su acción se extiende principalmente en el lóbulo derecho del cerebro. Igualmente, posee un vínculo con el corazón y una red nerviosa entre órganos que los hinduistas llaman ruedas magnéticas o chacras. Todos ellos interactúan a través del sistema nervioso de la médula espinal.
El centro intelectual superior elabora la expresión intuitiva que proporciona al sujeto el conocimiento revelado. Esta función superior es la capacidad de comprensión de un hecho, escenario o imagen. Un vehículo del saber de la conciencia del individuo en la medida que está presente, activa y despierta.
La intuición se produce en este centro cuando la conciencia captura dinámicamente la verdad sin aferramiento. Es como observar las aguas de un río y aprehender su fuente sin remontar su curso ni analizarlas en un laboratorio. La conciencia entra en contacto con la realidad[8], inclusive cuando este encuentro es completo, ésta se fusiona con ella. Esta experiencia trascendente se transmite por intuición al individuo a través del centro superior. La causa de un hecho y su inmediato efecto inevitablemente se hallan presentes en él y la conciencia puede captarlo o no dependiendo de su diligencia.
¿Cómo nace la intuición?
En un momento determinado, los sentidos informan sobre un hecho que se plasma en el plano físico, mientras tanto la conciencia capta la causa y el efecto del mismo. El centro intelectual recibe la información de los sentidos, los centros superiores del organismo reciben la información de la conciencia. Por lo tanto, el ser humano posee dos canales de cognición distintos para realizar diferentes funciones. Los centros inferiores operan según: imágenes, olores, sabores, sonidos, tactos y crean pensamientos, conceptos, razonamientos,… emociones y apetitos. Los centros superiores elaboran la intuición de la parte causal del evento en cuestión, según el grado de autonomía que dispone su conciencia. La calidad, intensidad y profundidad de la comprensión creadora o conocimiento revelado dependen directamente de la fracción de conciencia despierta y activa que posee la persona en ese instante. Cada aprehensión de la realidad que el individuo experimenta a través de su conciencia se registra en estos centros superiores formando la mente interior[9].
Esta cognición intuitiva se origina fuera de la actividad intelectual. Aunque pueda iniciarla en algún momento de su manifestación, ahogando la expresión de la conciencia hasta que desaparece su devenir. Esto sucede porque el punto de concentración y la presencia del individuo vuelven hacia el intelecto.
En la práctica de la meditación este hecho ocurre con frecuencia. El estudiante se halla concentrado y sobre el espejo de la imaginación creadora surge: Un escenario simbólico o arquetipo, una solución a un problema, respuesta a una pregunta trascendente, necesidad interior,… y cuando se despliega la intuición, el intelecto se sorprende e interviene. Esta reacción de la mente sabotea la experiencia interna del devoto. Asimismo, esto ocurre en la vida cotidiana.
En muchas ocasiones, la intuición advierte de la naturaleza de un acontecimiento, acto, proceso interno, se presenta en la solución de problemas, toma de decisiones, etc. Sin embargo, la persona la ignora debido al desconocimiento de estos centros superiores y su carencia de confianza y familiaridad con sus propiedades. El estado interior de la mente requiere permanecer contemplativo para que los centros superiores desempeñen su actividad sin interferencias subjetivas de la mente. Esta facultad intuitiva se emancipa con el despertar de la naturaleza propia del Hombre cuando uno se instala en un proceso de reflexión íntima.
“¡Oh musas, oh altos genios, ayudadme! ¡Oh memoria que apunta lo que vi, Ahora se verá tu auténtica nobleza!” (Dante, La Divina Comedia, Infierno II)
La idea arquetipo.
En muchas ocasiones la imaginación creadora de la conciencia en el centro intelectual superior se manifiesta a través del símbolo, idea arquetipo o lenguaje alegórico.
Alegoría, viene del término griego “allegorein“, significa hablar figuradamente. El auto-conocimiento no es una enseñanza tangible sino experimentable por sí mismo. Es decir, uno no percibe físicamente con los sentidos: la conciencia, psiquis, paciencia, el amor, discernimiento, una emoción, el subconsciente, etc. Todo esto forma parte del mundo psicológico o anímico de la persona. En este sentido, la conciencia apela a imágenes o modelos de tipo simbólico. A su vez, esta palabra que proviene del latín “Simbolum”; se define como una imagen, figura,… que representa una idea atribuida y reconocida por un colectivo. Por ejemplo, la bandera simboliza el país, la cual es conocida por todos sus ciudadanos. Esta insignia abarca una gran cantidad de realidades del mismo que se abstraen en su representación.
Todas las ciencias o entidades religiosas, culturales, nacionales, etc. gozan de sus propios signos, emblemas y lenguaje singular. De igual manera, existen una gran cantidad de símbolos vinculados al auto-conocimiento que son emitidos por la conciencia a través del centro intelectual superior. Estas ideas arquetipos se reflejan en el espejo de la pantalla mental dando lugar a la imaginación creadora.
Estos modelos se fundamentan en ciertas características generales; Son un elemento de abstracción: directo, simple e intuitivo. El símbolo se basa en una tradición, no es una ocurrencia sino producto de un hilo conductor invisible para la mente pero coherente con la naturaleza del alma. Esto explica que muchos de ellos son asociados al mito, la leyenda, a antiguos ritos religiosos o paganos, etc. Otros son recogidos del libro de la naturaleza, tal como aprehendieron los egipcios, celtas o las civilizaciones precolombinas. Estos observaron detenidamente su entorno y evidenciaron ciertas semejanzas con algunas propiedades de la psiquis. Otros elementos simbólicos son propios a este lenguaje oculto e íntimo de la conciencia que se expresa a través de la experiencia interna desde estas funciones superiores. En este sentido existe una relación entre el arte objetivo y el lenguaje arquetipo percibido en el mundo de los sueños o estados profundos de la meditación.
El centro emocional superior.

Yo puse tu corazón en el interior del cuerpo para ti, para que tú puedas recordar lo que has olvidado". (Textos egipcio inscrito en los Sarcófagos).
Esta función se localiza en el corazón[10]. Su actividad es lo que se llama comúnmente el pálpito, la corazonada, intuición o inspiración[11]. Por un lado, la contribución de este órgano es vital en el diseño y funcionamiento del cuerpo humano. Por el otro, éste ostenta unas propiedades psíquicas que sobrepasan el entendimiento racional y las percepciones de los sentidos. La intuición emocional despliega un poder admirable a la hora de atribuir a una persona el conocimiento de la verdad o experimentarla directamente.
Desde la antigüedad, las diferentes civilizaciones consideraron al corazón como una fuente de conocimiento; Le atribuyeron el centro de gravedad del alma y de las facultades relacionadas con ella. Entre los antiguos egipcios, el corazón representaba la conciencia y era el depositario de las obras del individuo. En los juicios del alma, el cardias del difunto era pesado ante la pluma de la Verdad. En la época clásica varios autores de diferentes influencias filosóficas: Platón, Aristóteles, Marco Aurelio, Séneca,… utilizaron este órgano como asiento de la sabiduría, del amor y de las cualidades del “Hombre Auténtico”. Desde el otro lado del Atlántico, para los aztecas, era el alimento de los dioses y con ese sentido se lo ofrecían en sacrificio.
En el Evangelio, Jesús atrae la atención sobre este órgano como depositario de la Esencia del Hombre. Por ejemplo: Indica el hacer tesoros en el cielo y allí donde se halla el tesoro del Hombre también se encuentra su corazón (Mateo 6). Recuerda amar a Dios con todo el corazón (Mateo 22). Recomienda su purificación (Mateo 5).
En el judaísmo, el Antiguo Testamento enseña que Dios dará al hombre un corazón nuevo y le quitará el corazón de piedra, poniéndole su espíritu para que guarden sus preceptos y los pongan en obra (Ezequiel 36).
En el Islam, los poetas y sabios sufís despliegan en el símbolo del corazón una obra poética de gran belleza y le atribuyen los dones de Dios. Asimismo, el Budismo e Hinduismo realizan la misma incursión en el campo del cardias como base de la mística y de la experiencia espiritual.
Todas estas referencias aluden a la capacidad que existe en todo ser humano de intuir la realidad de un evento. Esta es una actividad del centro emocional superior cuando la conciencia de la persona lo utiliza. La ciencia investiga las propiedades psicológicas del corazón como un vehículo de cognición y empieza a vislumbrar todas estas facultades que los antiguos sabios describieron en sus obras.
Al parecer, actúa independientemente, aprende, recuerda y tiene pautas propias de respuesta a la vida. Lo interesante, además, es que dispone de habilidades hasta ahora intuidas, pero todavía no demostradas científicamente.
Las corazonadas, las fuertes intuiciones que se revelan como realidades ciertas, se generan en el corazón.
Diversos autores que han profundizado en el estudio de este tercer cerebro sostienen que el ingenio, la iniciativa y la intuición nacen de él: este cerebro está más abierto a la vida y busca activamente una comprensión nueva e intuitiva de lo que más le importa a la persona en la vida[12].
Este centro no recibe información directa de los sentidos físicos. Sin embargo, la intuición alerta, guía, instruye,… a la persona en su existencia cuando aprende a escucharlo. El individuo necesita establecer una relación correcta con su corazón. En éste estriba una fuente de conocimiento directo, ilimitado, que incluso puede salvarle la vida. Uno requiere anteponer un “esfuerzo de atención” a su mundo interior para discernir los impulsos del cardias y aprehender el aroma particular de su percepción y expresión.
La mirada del centro emocional superior.
El corazón y su percepción intuitiva vierten una mirada particular sobre el hecho más allá de lo visible, atraen una sensibilidad especial y observan lo esencial en cada momento. Ante una escena cotidiana, si existe un estado de presencia, el centro emocional superior capta el instante, lo vive y siente de modo original. Este último se conmueve ante lo ínfimo como lo infinito. Un día de excursión, uno descubre la naturaleza con sus innumerables detalles; la conciencia se detiene en algún elemento y le inspira a través del corazón; contempla el momento en su totalidad. Por ejemplo: Ante un cielo estrellado intuye la inmensidad de la Creación, su primor y esplendor; Ante un pájaro, capta la gracia del vuelo, de lo liviano, su conexión con el elemento aire; La fortaleza del árbol centenario; La ciencia de la naturaleza que se organiza en la vida de un bosque, etc. El cardias trasciende el hecho físico, uno halla en él los misterios de la vida y palpita con esta última.
El corazón crea a través de su propia inspiración, elabora imágenes, ideas trascendentes, vocaciones, estados interiores de felicidad que necesita compartir con los demás. En el cardias de cada ser humano reside un artista o genio que revela una visión de la vida oculta, mágica y espiritual; Enseña un arte que se enraíza en los principios eternos de la conciencia, belleza, verdad, justicia, del amor, etc. El centro emocional superior es el vehículo que permite al individuo impregnarse de las obras de “arte objetivo” que nace de la conciencia de Ser. El corazón inspirado transmite un conocimiento superior, se conmueve ante la belleza de la obra y de su trascendencia.
Es conveniente que la persona atienda a estos impulsos de la conciencia y el cardias sea el centro y origen de los pensamientos, emociones y acciones. En su vida, el ser humano perciba aquello que lo hace feliz y el lugar que ocupa en ella le haga vibrar de alegría, lo conmueva y alimente íntimamente.
A mi padecer a menudo soy rico, no en dinero sino porque he encontrado mi obra, algo por lo que vivo con todo el corazón y que da inspiración y significado a la vida”. (Vincent Van Gogh, 1883. Educación plástica y visual, 1º ESO)
¿Qué se entiende por: “vibrar, palpitar,” el centro emocional superior? Significa que el corazón se expande, dilata, despierta sus fuegos[13] ante el reconocimiento de la Verdad o el ejemplo de Humanidad. Cada vez que algo le estremezca en el alma se alinee con su realidad y vida interior. En sus relaciones humanas y las circunstancias, la persona sienta más allá del hecho, intuya la parte íntima, aprehenda esa perspectiva genuina que lo conecta con su aspecto espiritual. En estos instantes hay una conexión con el corazón donde emergen sus valores y la persona responde a esa situación de forma inteligente, serena y adecuada. En todo momento, desde el cardias, el evento cobra vida propia y uno percibe su realidad objetiva; La conciencia del Hombre adquiere su aprendizaje, se establece la sabiduría del corazón. El individuo se inicia, según despierta estos fuegos internos, en la comprensión de su propio corazón, aprende su lenguaje particular.
El centro emocional superior posee un lenguaje propio.
El lenguaje de la Biblia, por ejemplo, es parabólico, es el lenguaje del centro emocional superior”. (Samael Aun Weor. Psicología del trabajo interior. Cap. El trabajo sobre el centro emocional).
La expresión intuitiva de esta función disfruta de unos signos propios que se confunde con la misma conciencia. Esta última es quien impulsa la intuición, pone en actividad a los centros superiores según sus características. Estas funciones gozan de su lenguaje. El corazón tiene un código especial que la persona requiere conocer. En esto estriba el auto-conocimiento, el descubrimiento de este lenguaje secreto que cada corazón humano habla desde que nació sin que la persona lo haya aprendido. Una intuición particular sensible a las propiedades del amor, de la inteligencia y la Verdad.
La literatura: mística, parabólica, alegórica, mitológica, etc. forman parte de la expresión de este centro superior y el individuo que accede a él capta y penetra la profundidad de su contenido. Asimismo ocurre con el arte que nace y participa de lo esencial del Hombre.
Los principios de este centro se relacionan íntimamente con los fuegos del amor, de la compasión, ternura, sensibilidad, amabilidad, bondad,… del estar presente al prójimo. El Amor de la conciencia existe en el corazón del Hombre y quien aprehende su lenguaje adquiere la sabiduría de la felicidad. Vicente Ferrer escribe en su obra “Encuentros con la realidad”, que todos los seres humanos tienen escrito un evangelio en su corazón.
El ser humano requiere aprender a leer este evangelio. La conciencia tiene ese privilegio.
El corazón del Hombre, el evangelio original, es más útil que el Evangelio escrito porque acceden a él y lo usan los hombres de todos los pueblos de la Tierra. Así es el Hombre. Tiene un evangelio interno”. Conócete a ti mismo”. (Encuentros con la realidad, Cap. Los dos evangelios)
El centro emocional superior y la intuición se desarrollan junto a la práctica del Amor consciente.
Este centro se desarrolla con la práctica del Amor consciente[14]. Este último es el que “debería ser” en todas las relaciones que el individuo mantiene con los demás, la naturaleza y consigo mismo, pero que en realidad no llega a ser. Uno puede reflexionar sobre su propia conducta en relación con la práctica del amor o la compasión, aunque es más fácil evidenciarlo en los demás. ¿Cómo deberían de ser las relaciones humanas?
Por ejemplo: La concepción de un niño debería ser el fruto del amor por parte de sus progenitores. Su nacimiento tendría que ser esperado con la alegría de recibir el fruto de su amor. El recién nacido debería ser cuidado y atendido con el amor que dignifica a unos padres. El infante, después adolescente y adulto de forma natural tendría que expresar este amor que recibe desde su nacimiento y que le es propio.
Las relaciones familiares: entre cónyuges, hermanos, deberían basarse sobre esta fuerza del amor y sus valores. Las amistades deberían manifestar esta cualidad para que ésta sea honrada, lo mismo se puede asentir con las relaciones con el prójimo, éstas deberían gozar de respeto, amabilidad y cortesía. El trabajo u ocupación para ganarse la existencia debería establecerse en una actividad que se ama, hace feliz, donde hubiera vocación.
Asimismo, La relación con la naturaleza, ¿no tendría que ser en el respeto, esmero y cuidado desde la siembra hasta la recogida del fruto, extendido a los bosques, ríos, mares? ¿No se debería tratar con amor a los animales que acompañan al hombre en el hábitat donde se mora?
Uno constata en este sentido ideal que la gran mayoría de las relaciones se vinculan a la fuerza del amor o compasión. Todas las relaciones humanas que “deberían ser y lamentablemente no son”, es lo que se define como el Amor consciente. Esta fuerza inteligente es la que todo individuo requiere cristalizar en su vida. Este amor perdido, incomprendido y, algunas veces, ignorado es el que transforma al ser humano en un “Hombre auténtico”. Este último es capaz de aprehender y desarrollar esta fuerza universal que mora en su corazón, convirtiéndola en una fuente de inspiración en sus vidas y relaciones humanas. Sin embargo, el amor consciente, éste que se despoja de egoísmos, miedos, apegos, celos, deseos y demás sentimientos que lo corrompen, no es fácil desplegarlo en la vida cotidiana. A pesar que un padre, una madre, se proponga honestamente amar a los hijos, en muchas ocasiones, estos son incapaces de sentirlo verdaderamente cuando un vástago los pone a prueba. De igual modo ocurre a ciertas parejas, las promesas y las buenas intenciones fluyen en los primeros años de noviazgo pero la realidad interior de los protagonistas les impide cumplirlas. Esto significa que la voluntad y buena disposición son necesarias pero insuficientes para ejercer esta fuerza del amor, por lo que la inteligencia práctica es indispensable. El amor se aloja en el corazón de todo individuo pero necesita de la conciencia para que despliegue sus principios. La vivencia del amor precisa desarrollar la imaginación creadora, inspiración y la intuición que emana de los centros superiores. Esta realidad conlleva la idea de un esfuerzo por parte de la persona que anhela ser instruido en los misterios del amor consciente. Este “esfuerzo voluntario” consiste en una atracción de la atención hacia sí mismo, estado de presencia a lo que ocurre en su mundo interior, discernir: ¿Qué surge del subconsciente? ¿Por qué? ¿Qué expresa mi conciencia? ¿Cómo entender el lenguaje de los centros superiores? ¿Cómo se expresa mi inspiración, intuición? ¿La escucho o la dejo de lado porque no la comprendo?
Estas preguntas se alojan en el fondo de toda cuestión importante de la vida de un individuo. Sin embargo, pocos son los que se las plantean y muchos dejan de lado este mundo por conocer que es el suyo propio. Entonces, en las encrucijadas de su existencia toman decisiones sin escuchar su corazón ni inspiración y, a fuerza de ignorarla, se olvidaron de su conciencia y de las virtudes que le son propias.
El auto-conocimiento, la meditación y su práctica relevan estos hechos y apuntan que los centros superiores son la fuente de cognición de aguas puras donde uno debe beber. Lo cual es imposible si el individuo se empeña en desconocer: Su realidad como ser humano, cómo funciona su psiquis, sus carencias y defectos, los principios de su conciencia, la relación existente entre el amor y la inteligencia práctica, etc. La ignorancia con respecto a los centros de la máquina humana, tanto inferiores como superiores, y la ausencia de conciencia de cómo se manejan son: “la base del sufrimiento humano”. Los centros superiores, la conciencia y el amor son la luz del Hombre.
Contraste entre centros superiores e inferiores.
Los centros inferiores constituyen la mente del sujeto y su fuente de información son los sentidos físicos. La característica más relevante es que éstos son delimitados por el mundo conocido. Es decir, cualquier dato que la mente procesa proviene de lo que es percibido y archivado en la memoria. Todas las experiencias, conocimientos adquiridos, asociaciones de ideas, sentimientos, acciones se registran en los centros inferiores. Uno los halla en las distintas memorias y el subconsciente.
La intuición, inteligencia práctica o conciencia tienen naturalezas y principios distintos a los contenidos de la memoria. Todas estas facultades íntimas se asocian a los valores propios del Hombre, aquellos que le atribuyen humanidad y se expresan a través de estos centros superiores.  La inteligencia práctica requiere expresarse en todos los centros desde los superiores hasta los centros instintivo, motor y sexual, pasando por el intelectual y emocional. Esto es posible cuando la mente se halla en un estado interior pasivo. Es decir, las funciones intelectual y emocional adquieren una actitud contemplativa, sosegada y abierta. Una actividad de la mente más allá de lo necesario conlleva un estado íntimo inadecuado a la expresión lacónica de la conciencia humana y su posible reconocimiento. La intuición no se origina por una vía racional o sentimental. Si fuera este el caso, todas las personas dispondrían de ellas y las usarían voluntariamente sin dificultad. Del mismo modo que el Hombre crea el pensamiento racional, lógico,… existe la percepción inspirada o intuitiva del objeto. Estas expresiones del centro superior disfrutan de una componente reveladora que no goza el centro intelectual inferior.
El pensamiento racional y discursivo tal como se expuso en el estudio dedicado a este centro: Produce su actividad intelectual a partir de los mecanismos que le son propios y le caracterizan: La comparación, la asociación, la diferenciación o discriminación, valoración, ordenación, clasificación. Sus recursos de información se basan en la memoria y los datos que le proporcionan los sentidos. El pensar puede ser lógico o no, sensato o no y coincidir con la realidad o no. Por esta causa, el centro racional por sí mismo es incapaz de aportar creación, revelación o desvelar algo que sale de su jurisdicción: El mundo sensual. El intelecto recorre la memoria y recompone, une, estructura, las imágenes o conceptos depositados en ella para crear elementos nuevos a partir de lo conocido. Esto se distingue como fantasía cuando lo elaborado se aleja de la naturaleza de lo real. A la actividad lacónica, perspicaz y objetiva de los centros superiores se contrapone la acción redundante e insistente de los centros inferiores, por ejemplo: En el caso de las preocupaciones.
El filósofo Rene Descartes dio una buena clave para comprender de forma intuitiva y directa la diferencia entre “intuición y razonamiento”. Esta es idéntica al contraste entre “mostrar y demostrar”, respectivamente.
Asimismo, la actividad emocional inferior: Sentimientos, emociones, pasiones, alegrías, nostalgias,… no son la corazonada, el presentimiento, la intuición,… El pálpito implica un conocimiento pleno, auténtico y verdadero de un hecho físico o una realidad trascendente, en muchos casos, sin información previa alguna.
La intuición advierte a la mente de un modo directo del movimiento real de la vida.
Sin embargo, esto no significa que los centros inferiores no se beneficien de una percepción intuitiva o inspirada. Aunque el intelecto muestre cierta dificultad en describir este tipo de experiencias debido a su naturaleza desconocida y la limitación que imponen las palabras y conceptos. En la mayoría de los casos, esto explica que el sujeto recurra a la expresión artística para compartir una vivencia íntima reveladora de una realidad trascendente[15].
Tanto el intelecto como el emocional inferior colaboran con estas experiencias intuitivas cuando se hallan en una posición de vela a las expresiones de los centros superiores.
Las diferencias entre centros superiores e inferiores son palpables por quien atrae la atención plena a cómo se rigen las diferentes modalidades de expresión de estos.
  En este sentido, el estudiante requiere suficiente discernimiento para no confundir las distintas manifestaciones de los centros. Todos ellos son herramientas psicológicas que están a disposición del individuo para afrontar la existencia con éxito y “se conozca a sí mismo y su propia realidad trascendente”.
Los centros superiores son dependientes de la conciencia del Hombre.
      Estas funciones participan de todas las cualidades esenciales al Hombre y le aportan dignidad. Los centros superiores ganan en percepción y expresividad cuando la mente sencilla y humilde recibe la manifestación espontánea y lacónica de la conciencia. Esto implica un estado anímico en equilibrio y sereno que advierta su expresión y aprenda a discernirla de los impulsos que surgen del subconsciente e impregnan los centros inferiores. La conciencia es inherente a los centros superiores porque se expresa a través de ellos. La primera es el principio integrador, la semilla regeneradora de la constitución humanística del sujeto. Sin conciencia no hay intuición. Cuando este principio inteligente se revela la persona adquiere lucidez. La conciencia transita por diferentes estados que se estudiaran más adelante.
      Conclusión:
     Las funciones superiores están disponibles a todo hombre o mujer. Estas herramientas psicológicas uno las utiliza cuando comprende su lenguaje, actividad y propiedades. En este sentido el estudiante precisa de un esfuerzo por conocerse a sí mismo, conectar con su propia conciencia. Éste sea capaz de distinguir con atención cabal que energías se expresan dentro de él mismo. De este modo podrá evitar ser engañado por sus propios perjuicios, escepticismos y deseos en los momentos importantes de su vida y cargue con las consecuencias que esto implica. Paralelamente, el desarrollo armonioso de estas facultades es una guía objetiva para el individuo que anhela integrarse con su real naturaleza espiritual.
           Tabla de ilustraciones.
Ficha-moneda grabada por François Bernier y acuñada en 1783 por la logia "Nueve Hermanas" en honor de Benjamin Franklin. Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos de América y ex Venerable de la Logia, con motivo de la paz en América.Descripción: Las musas se activan alrededor del templo que se alza sobre una colina rocosa, bajo el lema "De su trabajo nacerá su gloria". El otro lado muestra el retrato de Benjamin Franklin. Esta logia tuvo una influencia notable en la ideas de la revolución francesa y contribuyeron a los principios: Libertad, Igualdad y Fraternidad, junto a la redacción de los derechos humanos.

“Inspiración”, (1769). Autor: Honoré Fragonard. Localización: Museo del Louvre, Paris.
 
“Isaías inspirado por Dios”; Salterio de París, Folio 435 anverso, (975). Autor: Anónimo. Localización: Biblioteca Nacional de Francia, Paris. Esta lámina representa a Isaías inspirado en la redacción de sus textos bíblicos. Junto a él aparece la diosa griega Nix que alude a la noche u oscuridad donde uno está atrapado hasta que goza de la iluminación espiritual. Esto se alegoriza con el velo que la cubre y la antorcha apagada. Por el otro lado, Isaías esta frente a Orfeo o Apolo que ayudan a Isaías a recibir la luz con las manos abiertas a la inspiración divina. Esta actitud hace referencia a la necesaria disposición mental: Abierta, receptiva y con fe para ser iluminada.
 
“Inspiración”, (1874). Autor: Antonio Mancini. Localización: Galería de arte de Italia, Milán. 
 
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[1] Lo que es propio de su naturaleza humana como esencial a sus valores. Atributos en los cuales se reconocen todos los Hombres.
[2] Conciencia de Ser.
[3] Principio inteligente. Capacidad del Hombre de aprehender la Verdad, causa de un hecho o estado interior de forma directa, inmediata, sin recurrir al proceso racional. Este principio creador y motriz es lo que los clásicos llamaban las musas inspiradoras de las artes y ciencias. En el romanticismo se llamó el genuis o “dios interno” del artista. Para los místicos es la unión con Dios, del alma con el esposo o amado. Los estados de conciencia se desarrollarán con profundidad en un tema monográfico posterior.
[4] Rol que cumplían las musas en la época clásica o genio como se le denominaba en el romanticismo.
[5] Aunque distintas, estas tres manifestaciones son propias de los centros superiores. En lo sucesivo, si no se apunta lo contrario, se utilizará el término intuición en lugar de repetir continuamente a estas tres.
[6]"Me dijo que había estado en esta misma situación cuando la noción de la gravedad le asaltó la mente. Fue algo ocasionado por la caída de una manzana mientras estaba sentado en actitud contemplativa. ¿Por qué esa manzana siempre desciende perpendicularmente hasta el suelo?, se pregunto a sí mismo". (Memorias de la vida de sir Isaac Newton. William Stukeley (1752). Editado en 2010 por la Royal Society)
[7] Intelectual, emocional e instintivo-motor-sexual. Para facilitar la lectura, el texto hará referencia a estas funciones como centros inferiores.
[8] La causa del evento.
[9] Este concepto se definirá más adelante. A efectos prácticos de comprensión, la mente del ser humano puede dividirse en tres partes: Sensual, intermedia e interior. Esta última recoge los datos, conocimientos y experiencias que atrae la conciencia y que son procesados por los centros superiores.
[10] El vocablo corazón proviene del latín “cor, cordis”, en consonancia del griego “kardia” sobre la raíz de la lengua indo-europea, “kerd”. Según los lingüistas, esta palabra hacía referencia al corazón, centro o medio. En sanscrito “hrid”, saltar, haciendo referencia a los saltos o palpitos de este.
[11] Estas expresiones de este centro son de distintas intensidad. Sin embargo, para facilitar la lectura, si no se indica lo contrario, se seguirá con la palabra intuición para referirse a las dos.
[12] Publicación 19 Marzo 2006: “El País semanal”, Artículo, “El valor de la ternura”. Alex Rovira Celma. Comentarios sobre la Obra del Doctor Robert K. Cooper, “El otro 90 %”.
[13] Sus principios.
[14] Trascendente, objetivo o universal, el que cualquier persona es capaz de reconocer cuando lo percibe.
[15] Esto es lo que se denomina en el auto-conocimiento como “Arte objetivo o trascendente”.