lunes, 11 de abril de 2016

La gestión de las emociones negativas y las técnicas del cambio de centro. (Anexo de los diversos tipos de personalidad)

“Nosotros tenemos que erradicar de nuestro corazón las emociones de tipo negativo, que son verdaderamente perjudiciales, en todo sentido”. (Cátedras II. Cap. 30)
Las técnicas del cambio de centro en el ámbito emocional[1].
Consideraciones generales.
Los problemas de tipo psicológico se presentan a raíz de un mal-uso y abuso de los centros tal como se instruye en el estudio anterior de las diversas funciones. El estudiante que anhela un equilibrio de la personalidad precisa recurrir a la técnica del cambio de centros. Este método implica dos acciones indispensables para alcanzar su propósito. Una es acabar con el abuso, la otra consiste en adquirir un uso consciente de las mismas.
La función emocional goza de unas características peculiares. Muchas de las emociones

que se originan en el plexo solar son intensas, persistentes y se propagan con rapidez a los demás centros. Popularmente, uno dice que esto o aquello le pone muy nervioso. Si el individuo se identifica con este tipo de emociones no es sencillo para quien no adquirió experiencia cambiar de centro. Incluso, el separarse de una de ellas resulta complejo para quien disfruta de cierta práctica. Este término de “emociones negativas[2] define que estas siempre dejan una huella en el plexo solar de carácter dañino y acarrean una pérdida del equilibrio mental y emocional[3]. Todas ellas comparten su naturaleza hipnótica y son propias del primer estado de conciencia.
Básicamente, los tipos de emoción negativa son: Breve, persistente y patológica.
Las primeras son aquellas que uno siente durante un breve periodo de tiempo y se disipan con facilidad. Pequeños arrebatos, nervios, contrariedad, incomodidad,… del momento. Se caracterizan por carecer de vigor y se disuelven cuando el estímulo que las provoca desaparece.
Las patológicas son emociones o sentimientos[4] profundos que alcanzan un grado severo de perturbación y el individuo es incapaz de gestionarlas por sí mismo. Estas arrastran un trastorno continuado de la personalidad, minan la salud de la persona y precisan ser tratadas por un facultativo profesional acreditado. Por ejemplo: Depresiones, crisis de ansiedad, fobias, traumas severos, etc.
Finalmente, este estudio se dedica a las emociones fuertes o persistentes porque son aquellas que están al origen de muchos errores y sufrimientos del ser humano. Estas pueden ser controladas, trabajadas y comprendidas por la conciencia restableciendo el orden psicológico. No obstante, para estabilizar esta función y restablecer la serenidad es indispensable trasladar la psiquis o atención hacia otro centro de gravedad, dispersar esa tensión o nervios. Para el control y disipación de una emoción negativa intensa se disponen de dos métodos:
1.    El control de este centro a través de los otros dos cerebros: el intelectual e instintivo-motor-sexual.
2.       Recurrir a actividades que le conecten a uno con los centros superiores.
Ninguna de estas dos modalidades es eficaz sin la oportuna práctica de la meditación. En cuando uno recobre cierta quietud se precisa profundizar en las causas que provocan este tipo de emociones y eliminarlas de la psiquis.
La continua reiteración de emociones inferiores daña todos los centros, principalmente, el sistema nervioso del plexo solar y del corazón. Esto no solo acarrea trastornos de tipo psicológico[5] sino también problemas de salud a nivel orgánico tal como se indica en el estudio de los centros. Sin duda, las emociones negativas son un ejemplo claro de mal-uso y abuso del centro emocional.
Importancia del anhelo y de la incuestionable idea de librarse de estas emociones.
“El centro emocional es muy interesante, pero nosotros tenemos que adueñarnos de las emociones inferiores, controlarlas y someterlas, y eso es posible de acuerdo con nuestra didáctica”. (Psicología del trabajo interior II. Cap. El trabajo sobre el centro emocional)
El éxito en el ejercicio de estas técnicas se fundamenta sobre una idea clara y un anhelo real de liberarse de estas emociones inferiores lo antes posible. Si un estudiante, las justifica por cualquier concepto, entonces este se esclavizará a esta dinámica emocional perniciosa y tendrá que sufrirlas durante toda su vida. Es indispensable, aprehender por sí mismo que las emociones negativas son un hábito, una pauta, de este centro. La responsabilidad ética de un individuo no se define por sus respuestas automáticas y circunstanciales sino, más bien, por la integridad y dignidad de las mismas. Por ejemplo, un ser querido le decepciona o hiere; desde una de estas tres personalidades[6] uno justifica la emoción negativa que le provoca su conducta y la  rechaza. Sin embargo, desde la perspectiva del auto-conocimiento y de la misma conciencia esta excusa no es oportuna porque las emociones inferiores son una reacción irreflexiva. Hay que mantenerse en estado de presencia y no dejarse llevar por argumentaciones falaces. Este tipo de pensamientos forman parte de las argucias del subconsciente para evitar un auténtico cambio interior. Hay que “estar vigilante” a esta realidad, aunque uno piense ahora que es normal sentir estas emociones negativas ante tales desengaños, traiciones, incertidumbres,… Esta forma de pensar no ayudará en absoluto a recuperar la serenidad ni la lucidez cuando uno esté sometido a ellas.
Es común sentirse, herido, triste, sorprendido,… ante unos hechos. No obstante, esta supuesta normalidad y, en suma, lo que todo el mundo pueda sentir no disculpa la perdida de la sensatez ni serenidad por causa de una emoción inferior. Esta reacción del centro emocional que invade todos los centros no es objetiva ni fruto de la inteligencia. Es necesario insistir, las emociones negativas son un error, un patrón psicológico, controlado por un defecto o ego que se halla en el subconsciente.
Uno argumenta que es incapaz de evitarlas y desconoce como librarse de ellas, pero esta ignorancia no les otorga ninguna virtud o coartada. Uno percibe fácilmente que estas emociones negativas impiden relacionarse correctamente con el evento. Esto significa que este estado interior lo aleja de la realidad, de los hechos, porque esta emoción es confusión y carga esta misma naturaleza a los demás centros. Asimismo, estas atraen, en muchos casos, diversos desequilibrios que impiden una respuesta justa a la circunstancia. En esta condición, uno es parte del problema en lugar de formar parte de la solución. Es decir, estas reacciones emocionales perjudican. Sin esta comprensión, la labor sobre estos sentimientos negativos no disfruta de un soporte racional definido. En la práctica de estas técnicas, la conciencia “a priori[7] requiere gozar de una completa colaboración del centro intelectual. Esta comprensión une la virtud de la firmeza y el intelecto para que ambas apunten en la misma dirección que la conciencia. El esfuerzo se ejerce desde el estado de presencia con la contribución de la voluntad y una idea clara de lo que uno hace y del porqué. Esta coordinación permite operar sobre el centro emocional de modo efectivo[8].
“Debemos hacernos conscientes de todas las actividades del centro emocional; es lamentable cómo las gentes se mueven bajo el impulso de las emociones en forma completamente mecanicista, sin control ninguno; nosotros debemos hacernos auto-conscientes de todas las emociones”. (Cátedras VII. Cap. 105)
Desde estas condiciones, la primera técnica consiste en controlar al centro emocional con la acción del centro intelectual y el cerebro instintivo-motor-sexual. Existen dos alternativas que responden a dos situaciones distintas: En la actividad cotidiana y la meditación.
La técnica del control de la función emocional a través de los otros dos cerebros.
Se expone una descripción de los hechos como ejemplo: En el diario vivir, una circunstancia dada impacta el centro emocional y este queda impresionado. Si uno interpreta este evento como perjudicial, hiriente, injusto, etc., la huella que queda, normalmente, es una emoción negativa. Esta última impregna tanto el centro intelectual y el centro motor, instintivo y sexual. Este proceso interno es más complejo, muy veloz y hasta que uno no aumente su conciencia no lo percibe en todos sus detalles. Este ejemplo simplifica el proceso para facilitar su comprensión.
La función emocional es incontrolable directamente debido a que se comporta como una fiera enloquecida. Esta técnica consiste en revertir esta dinámica interviniendo sobre los otros dos cerebros. De este modo, uno la domine, encajone la emoción inferior en ellos y evite que esta se extienda por toda la psiquis.
Existen muchos ejemplos de esta respuesta emocional en la personalidad cuando el sujeto se identifica.

  • Cuando un individuo cae bajo el peso psicológico de la emoción, su conducta se vuelve cada vez más irracional.
  • Ocurre que por mucho que alguien intente razonar e incluso él le otorgue la razón no puede salir de este estado negativo.
  • Se sufre una fuerte presión en el estomago que le provoca malestar. Siente nerviosismo en todo el organismo.
  • Puede aparecer la sensiblería donde uno llora con facilidad por detalles sin importancia.
  • Puede surgir un trastorno de la atención. Esta se vuelve monotemática, es tenaz y constante, sobre el objeto de la emoción, excluye los demás estímulos y muestra falta de interés por el resto.
  • Otra característica fundamental es la reducción o pérdida de la lucidez y vigilancia al entorno.
  • Se altera el humor, uno está pasivo, sin ganas de participar en lo que antes le hacía feliz. Se siente triste o, contrariamente, salta con intolerancia por cualquier minucia. Este tipo de reacciones son típicas de emociones negativas provocadas por una frustración.
  • Uno se percibe con un brote de apatía, angustia o ansiedad, que según la capacidad de reacción de la conciencia del sujeto es más o menos trascendente.
  •  Se convierten en preocupaciones intensas que impiden dormir y agobian durante el día.
Estos son algunos ejemplos de diversas reacciones ante estas emociones. Estas pueden expresarse externamente de muy diferentes modos, pero en general, según el tipo de personalidad estas se repiten en el tiempo. Es necesario que el estudiante despierte su conciencia a la oportunidad de dirigir su atención sobre ellas y trabajarlas convenientemente tal como se describe en este texto. Muy pronto, si uno practica recogerá los frutos de su dedicación y las gestionará con más facilidad.
¿Cómo se lleva a cabo el control sobre los demás centros? Lo primordial, en la medida de lo posible, es cambiar el foco de atención y trasferirlo a cualquier otro centro que no sea la emoción. ¿Cómo? Se elige una actividad que distraiga. Por ejemplo, motora: Correr, caminar, pasear, practicar un deporte, construir algo con las manos,… Es oportuno estar acompañado de alguien que ocupe el centro intelectual con su presencia, “vigilando con rigor el no hablar de la situación” que está a la raíz de la emoción negativa. El objetivo de estas actividades es distraerse[9]. Es un grave error encerrarse en sí mismo, no ver a nadie y rechazar compañía.
“Es indispensable observarse a sí mismo estando sólo, del mismo modo que al estar en relación con la gente. Cuando uno está sólo, "yoes" muy diferentes, pensamientos muy distintos, emociones negativas, etc., se presentan”. (Tratado de psicología revolucionaria. Cap. La canción psicológica)
Si uno mantiene la actividad y controla el centro intelectual los efectos de la práctica se advierten en un tiempo prudencial[10]. Uno impide a la emoción instalarse en la mente, entonces, percibirá el fruto de su esfuerzo. Cómo se ha descrito anteriormente en varios textos, uno es incapaz de impedir el surgimiento de un pensamiento pero si lo puede dejar marchar. Esta técnica es idéntica a la empleada en la meditación con la particularidad que uno está ocupado en una actividad.
Este cambio de centro no siempre es posible debido a que, en muchas ocasiones, la emoción se genera en un ámbito constringente. No obstante, una vez que uno se halla en un espacio más íntimo y con la capacidad de recogerse puede realizar los siguientes ejercicios que le ayudarán a controlar este centro. Estas acciones remedian, en la medida de lo posible, e invierten el proceso iniciado por la emoción inferior en los demás centros:
1.   Lo primero es recuperar el sentido de la auto-observación. Esta práctica consiste en prestar atención a lo que se hace mientras uno conserva, simultáneamente, el estado de presencia.
“Vivimos en un mundo de emociones inferiores, cualquier cosa nos produce emociones de tipo inferior, y sabemos que las tenemos; pero una cosa es saber que uno se encuentra en un estado negativo, y otra cosa es observar el estado negativo en que se encuentra, que es algo completamente diferente”. (Cátedras IV. Cap. 51)
2.  Tomar un descanso de lo que uno esté haciendo. Volver al aquí y  ahora. Hacerse consciente con todos los sentidos de la expresión de la emoción en los demás centros, principalmente, el efecto de los nervios: Uno siente el corazón latir, la respiración se dificulta, las manos tienden a tiemblan, uno se mueve más de lo habitual,…
3.     Respirar profundamente, oxigenar tal como se hace al inicio de la meditación. Se inspira de modo lento y profundo, se baja el diafragma; se retiene el aire durante unos segundos; después se vacía completamente los pulmones. De este modo se consigue recuperar el control sobre el cerebro instintivo-motor-sexual.
4.    “Al mal tiempo, buena cara”. Este dicho popular hoy en día disfruta de un estudio y soporte científico. La risa y sonrisa es analizada como un método terapéutico y es beneficiosa en todos los sentidos. Aunque, en principio, sea artificial porque a uno no se le ocurre ni le apetece hacer tal acción, es necesario ponerla en práctica. La sonrisa, no una mueca, es disponer todos los músculos faciales de la boca y del rostro hasta los ojos. Esta acción refleja y abre canales nerviosos que influyen en el plexo solar. Estos estimulan emociones de naturaleza positiva que ayudan a estabilizar este centro.
“-Porque la risa, respondió G., nos libera de una energía superflua que si se queda sin uso podría volverse negativa, es decir, tóxica. Tenemos siempre una fuerte dosis de esta substancia tóxica. La risa es el antídoto.
… Algunos nunca ríen porque están completamente sumergidos en sus emociones negativas, su mezquindad, su miedo, su odio, sus sospechas”. (Pedro Ouspensky. Fragmentos de una enseñanza desconocida. Cap. 11)
5.  Mantenerse presente al centro intelectual. Evitar que la presión emocional acumule los pensamientos en la pantalla mental y se inicien cadenas o asociaciones de estos sobre el tema y se pierda la atención sobre sí mismo. Es vital que la atención consciente los deje marchar[11]. Según el pensamiento surge, en ese mismo instante, uno percibe su naturaleza, densidad, ego que lo causa y con su voluntad lo deja caer de nuevo en el subconsciente. Cada idea, concepto, juicio,… revela una información sobre su propietario, el pensador o agregado psíquico que se esconde detrás en los niveles más bajos de la mente. Esta “toma de conciencia” es la que proporciona el auto-conocimiento, la serenidad mental y, por añadidura, el control natural del centro intelectual. La causa es comprender que dentro de uno existe un estado transitorio, circunstancial y subjetivo de una pequeña parte de sí mismo. Un ego entre tantos que se halla herido, celoso, rencoroso, egoísta, perezoso, iracundo, temeroso,… pero eso pasa. En muchas ocasiones, si uno recurre, más tarde, a la meditación de fondo sobre dicho evento uno evidencia que no era exactamente como uno sintió, pensó, creyó,… Esta disciplina proporciona claridad a todo el análisis y estudio psicológico sobre este tipo de emociones.
El sosiego del centro emocional a través de la ciencia de la meditación.
Esta ciencia Oriental facilita el control de los centros instintivo-motor-sexual y aporta una batería de técnicas para adquirir la serenidad mental. Aunque, si uno está sometido a este tipo de emociones inferiores significa que el subconsciente está perturbado y el silencio mental no adviene con facilidad. En este caso concreto, uno precisa cierta experiencia en la práctica de esta ciencia. Por esta causa, cuando uno es un inexperto, la técnica anterior le ayuda a disminuir la intensidad de la emoción y, más tarde, se puede recoger e interiorizar. Es conveniente la combinación de los dos métodos. Finalmente, el ejercicio de esta disciplina es necesario para comprender la causa y las consecuencias implicadas en este tipo de emociones y del ego que las origina.
Con la práctica de esta ciencia, uno recobra el discernimiento y la objetividad que precisa para percibir la realidad de los hechos. Uno podrá observar directamente el grado de responsabilidad, los errores cometidos y cómo los estímulos exteriores impactan en el centro emocional. La meta de la meditación es adquirir comprensión creadora y, a través de esta, uno equilibre su personalidad. Esto es posible si se aprehende el origen de los desórdenes de todos los centros y sus usos indebidos.
“Hoy sabemos que la mala gestión de las emociones durante la infancia es el germen abonado para la droga y el comportamiento desvariado durante la juventud”. (Blog de Eduard Punset, 26 febrero 2012, Contra la tristeza, auto-estima)
Con la experiencia en el uso de esta técnica uno aprenderá a gestionar sus emociones, adquirirá serenidad y conocimiento de sí. Es necesario que el estudiante persevere, sea paciente y esperanzado. El ejercicio de este método junto a la disciplina de la meditación y su conciencia permitirán rectificar errores y los elementos psicológicos que los provocan, eliminando el sufrimiento.
Reacciones psicológicas comunes a evitar.
Esta técnica no es un ejercicio de represión de las emociones ni de los pensamientos. En el sentido de acumularlos en la mente y enfrentarse a ellos interponiendo argumentos o levantando un muro mental. Esta errónea actitud establece un conflicto entre dos facciones de sí mismo. Estas luchas internas son dolorosas y aumentan el desequilibrio. La mente acomoda de modo irreflexivo otras respuestas equivocadas a la gestión de estas emociones negativas, incluida dejar pasar el tiempo y olvidarlas. Este es un grave error que, normalmente, se comete con bastante asiduidad.
Una actitud típica ante estas emociones es reemplazarlas por otras. Uno busca compensar las primeras por su carácter desagradable por otras que, supuestamente, son positivas y más placenteras. Esto conduce al individuo a irse de compras, a jugar al bingo o cualquier juego, fumar, beber, comer cada vez más,… Es común, el sentir una carencia de felicidad, amor, verdad, justicia,… en un momento dado de la existencia. Incluso, hay quienes arrastran un sentimiento de vacío interior durante mucho tiempo. Estas emociones suelen motivar huidas o búsquedas de alivio a través de este tipo de conductas compensatorias[12]. El sujeto satisface sus deseos, gustos, apetitos,… para suplantarlas. La persona origina un binomio recurrente dolor-placer. Aunque esto no le evite a uno, más tarde, caer de nuevo en el mismo estado que se pretendía desplazar y olvidar. El proceso se torna, primero repetitivo y después automático o compulsivo. Los hechos evidencian que este vacío íntimo no es colmado por elementos materiales o acciones externas. El disfrute del cigarrillo, alcohol, de la droga, comida o cualquier ocupación que sea causada bajo la presión de estas emociones negativas solo las relega por un tiempo.
Las actividades que se emprenden bajo esta condición no resuelven realmente la causa que las provoca. El individuo que sufre la emoción inferior no la comprende, esta queda pendiente, sin resolver y se sumerge en el subconsciente. Esta conducta emocional se vuelve compulsiva y adictiva. Estas alternativas son un refugio a un estado interior que duele y agobia. La reacción característica de las tres primeras personalidades es evadirse y no afrontar las causas que se hallan detrás de este estado psicológico. Estos mecanismos de defensa tratan de restablecer orden a través de la compensación. Al principio proporcionan un alivio pero con el paso del tiempo y la repetición de esta estrategia compensatoria se convierten en otro problema más grave. El binomio dolor-placer se une en una misma estructura psicológica. Esto genera una dificultad en el momento de comprender el origen de muchos comportamientos porque la verdadera causa se olvidó y se halla encerrada en el subconsciente. La psiquis de la persona se torna más compleja y se aleja cada vez más de la sencillez de la Esencia.
Otras reacciones muy comunes ante las emociones negativas de las tres primeras personalidades son las protestas, quejas, etc. por una innumerable cantidad de motivos, los cuales dependen del ego que las asume. Estas respuestas intensifican este tipo de emociones. Otras actitudes son caer en la culpabilidad, irascibilidad, adoptar una visión catastrófica de la vida, recrear estados íntimos perdurables de amargura, tristeza, ilusorios, etc. Estos comportamientos comparten el hecho de desconocer realmente el cómo gestionarlas.
Cuando un evento o una experiencia produce identificación y esta adquiere una dimensión desproporcionada, entonces uno es incapaz de comprenderlo, aceptarlo, adaptarse o asumir sus consecuencias; Esto acarrea una pérdida paulatina del control de los centros, del pensar y sentir con autonomía, hasta que el individuo termina en un trastorno más o menos grave por una carencia de estabilidad psicológica. Esto es un signo evidente que la persona se halla en el primer estado de conciencia, encerrada en el subconsciente, el sótano del edificio psicológico.
“No hay duda que las emociones negativas nos vuelven mentirosos, las emociones negativas nos tornan violentos, las emociones negativas hacen que nos olvidemos de sí mismo”. (Mente y meditación. Cap. Materia y talidad)
Las emociones inferiores pueden llegar a convertirse en emociones destructoras[13]. Estas son aquellas que busca perjudicar o herir a los demás o a sí mismo. Estas emociones son las que inducen al ser humano a desplegar una psiquis indigna. Bajo estos sentimientos, la conciencia de uno sueña, entonces, miente, odia, envidia,… y, si se deja llevar, termina obrando con mezquindad. Estas emociones, asimismo, conducen a las personas a dañarse a sí mismas.
La técnica del control de las emociones negativas a través de los centros superiores.
“Ante todo, necesitamos ser más sinceros con nosotros mismos, a fin de desarrollar el centro emocional superior y liberarnos de las emociones meramente negativas y superficiales”. (Psicología del trabajo interior II. Cap. El trabajo sobre el centro emocional)
Los centros superiores están vinculados directamente a la expresión de la conciencia, al corazón y sus facultades. En este método es indispensable anhelar una conducta justa con cualidades humanas y comprender que bajo la presión de una emoción negativa lo que uno piensa y hace está lejos de ese propósito. Las funciones superiores se relacionan con principios universales[14] como son: La compasión o caridad, justicia, libertad, sabiduría, paz, verdad, belleza, armonía, el amor,… Estos valores trascendentes orbitan alrededor del factor Esencia. Por ejemplo, la auténtica ternura es una expresión del corazón que implica el centro emocional; Asimismo, ocurre con la compasión tal como lo enseñan los budistas; La vivencia de la armonía escuchando una música de los grandes clásicos; Leer una obra clásica de los grandes escritores o filósofos; Ocuparse con la lectura de obras poéticas; Contemplar la belleza de una obra de arte; Vivir una puesta de Sol en contacto con la naturaleza; Etc. Este tipo de actividades se vinculan a la Esencia e impregnan, incluso desarrollan, los centros superiores si uno está presente con su conciencia. Esta técnica contempla el cambio del estado emocional a través de tareas que atraen elementos trascendentes del mundo del arte, de la naturaleza, ciencia y de las humanidades.
El método precisa que el cambio de actividad se asuma como una medida concreta dirigida a disipar la emoción inferior. Uno se ocupa de algún tema citado anteriormente que le gusta y encuentra en él cierta inquietud y entusiasmo por profundizar y experimentar. Si uno es capaz de mantenerse firme en su acción y la atención se concentra en los centros superiores, esto causará un cambio emocional.
A continuación se enumeran ciertas ocupaciones que combinadas con el anhelo interior apropiado conectan a la persona con los centros superiores. Se acompaña cada una con diversos autores de modo orientativo para que el estudiante tenga una referencia.
“Se hace necesario desarrollar en nosotros la mente emocional superior con las emociones puras, con el arte digno, con las sinfonías de un Beethoven, de un Mozart, o de un Liszt. Se hace necesario desarrollar la mente superior en nosotros, con la cultura del espíritu”. (Cátedras II. Cap. 28)
Uno puede concentrarse escuchando la música de los grandes compositores clásicos: Antonio Vivaldi, Juan Sebastián Bach, Wolfgang Amadeus Mozart, Tomás Albinoni, Claudio Monteverdi, Henry Purcell, Georg Philip Teleman, Franz Schubert, Ludwig van Beethoven, Joseph Haydn, Georges Bizet, Antonín Dvorak, Franz Liszt, Félix Mendelsohn, Richard Wagner, Federico Chopin, etc.
Ciertas lecturas sobre biografías de hombres notables de la Historia que aportaron un ejemplo de valores de humanidad como son: Vicente Ferrer, Nelson Mandela, Madre Teresa de Calcuta, Helen Keller, Winston Churchill, Mahatma Gandhi, Marie Curie, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Juana de Arco, Confucio, etc.
Asimismo, la poesía de los místicos o de grandes poetas como son: San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Yalal ad-Din Muhammad Rumí, Rabindranath Tagore, Antonio Machado, Khalil Gibran, etc.
La lectura de obras universales de autores clásicos como Platón, Marco Aurelio, Séneca, Homero, Calderón de la Barca, William Shakespeare, Moliere, Johann Wolfgang von Goethe, Hermann Hesse, etc.
La contemplación del arte trascendente vinculado a la expresión de valores e ideas arquetipos expresadas en cuadros de pinturas, frescos, escultura, etc. Principalmente de los periodos artísticos correspondientes a: La Edad Media, el gótico, renacentista, agrupaciones como los prerrafaelita, algunos simbolistas, etc. Autores como: Fra Angélico, Hans Memling, Jan Van Eyck, los Brueghel, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael Sanzio, El Bosco, Sandro Botticelli, Tintoretto, Tiziano, El Greco, Caravaggio, Murillo, Rembrandt, Rubens, Juan De Valdez Leal, Jacques Louis David, William Blake, Francisco Goya, William Adolphe Bouguereau, John William Waterhouse, William Holman Hunt, Edward Burne-Jones, Arthur Hughes, John Stanhope, Evelyn De Morgan, etc.
Otra manera de concentrar la mente y disipar una emoción negativa es a través del disfrute del estudio motivado por la inquietud de aprender los principios naturales. Por ejemplo, la afición por la astronomía, el estudio y descubrimiento del mundo de las matemáticas, de las leyes físicas, de la biología, etc. Uno emplea en estas acciones las facultades de la concentración, imaginación e inspiración. Muchos estudiantes están volcados en el mundo del saber. Si este se halla con un estado emocional inferior y anhela salir lo antes posible de él, esta actividad le ayudará a recuperar la serenidad. Incluso, con la comprensión de algún principio o la resolución de alguna cuestión esta función se revertirá en bienestar.
Asimismo, ocurre cuando uno está en contacto con la naturaleza y es capaz de mantener su conciencia y concentración en una labor. Por ejemplo: La jardinería creativa.
Otra actividad importante que conecta con el corazón es socorrer a los demás en sus necesidades básicas, esta acción consciente hace vibrar los centros superiores. El hecho de estar en presencia de una persona o un colectivo que se enfrenta a serias dificultades en diversos ámbitos de la existencia le beneficia de diferentes maneras. Primero, la acción compasiva de ayudar le vincula con la Esencia porque uno percibe lo semejante como uno mismo. Igualmente, esta acción facilita relativizar los propios estados íntimos. Finalmente, uno se siente digno de su labor y advierte su acción como útil y necesaria.
Según la experiencia y situación personal, cada método acarrea su propia dificultad. Estas son oportunas cuando uno disfruta de estas actividades naturalmente y las realiza de modo habitual. Si uno no se interesa por la música clásica, difícilmente le apetecerá escucharla cuando su estado de ánimo sea negativo. Esto ocurre con todas las acciones que se relacionan con los centros superiores de la conciencia.
El estudiante con la práctica de cada una de estas actividades desarrolla la sensibilidad, imaginación, inspiración e intuición, es decir, los centros superiores. Uno no precisa esperar a hallarse en una situación constringente por una emoción inferior para su ejercicio. La meditación, igualmente, es la ciencia del dinamismo de la conciencia y de la serenidad mental. Esta disciplina se combina con otras técnicas como son: El mantra, el yoga, ejercicios de lamasería, la oración interiorizada,…También con alguna de las acciones comentadas anteriormente como son: Imaginar una obra de arte; escuchar conscientemente música clásica; concentrase sobre una cita ilustrada de algún benefactor de la humanidad, etc. Todas ellas permiten acercarse, incluso hacer vibrar estos centros superiores. La dificultad en este caso, la atrae la misma emoción negativa, si uno no domina esta disciplina, esta no le otorga la posibilidad de meditar. Esto es debido a que el inconsciente está demasiado activo. Sin embargo, uno puede relajarse físicamente y convertirse en un espectador de su propio subconsciente. Uno contempla apaciblemente como el ego responsable de la emoción inferior no descansa en su continúa emisión de pensamientos de su misma naturaleza. Este ejercicio es aconsejable cuando el estudiante alcanza cierta separación y desapego de su propia mente.
En conclusión, estos son los métodos que el auto-conocimiento propone para desacelerar y volver al reposo emocional y, por añadidura, de toda la psiquis. Todas estas técnicas encajan dentro del contexto del desarrollo de la Esencia y del bienestar integral. Todos los temas anteriormente desplegados tienen una importancia vital. Si uno ignora en la experiencia elementos básicos de esta enseñanza como son: la meditación, el funcionamiento de los centros, los factores presentes en el ser humano, los estados de conciencia, etc. no dispondrá de conocimientos ni herramientas suficientes para enfrentarse a este tipo de emociones. Estas últimas aparecerán como un huracán y durante su duración uno las vivirá, como hasta ahora, con dolor, oscuridad interior y resignación. Sin embargo, si uno es cuidadoso, responsable y estudia estas reacciones emociones con el esfuerzo las comprenderá, reducirá considerablemente y hasta las prevendrá con el tiempo. Al principio uno hallará todo tipo de dificultades las cuales son propias de quien se inicia en estos estudios. Para gozar de una serenidad y claridad mental en el ámbito psicológico uno precisa de experiencia propia en el manejo de las claves propuestas. Esta última solo adviene con una voluntad intencional hacia el despertar de la conciencia. Asimismo, uno se centra en el uso correcto de los centros y el anhelo de equilibrar la personalidad. Ante todo, el cambio de la forma de pensar y sentir con respecto a las emociones inferiores es indispensable. Tal como se comentó, si uno no comprende en qué son estas emociones negativas e inferiores, incluso destructivas, entonces no percibirá la necesidad de trabajarlas. Esto conlleva un auténtico perjuicio a la hora de enfrentarse a ellas porque las asumirá con relatividad, escaso esfuerzo y convicción en el momento de practicar estas técnicas y conocimientos. Esto redundará en su eficacia y el estudiante quedará decepcionado sin realmente haberlas ejercido correctamente.
“No debemos permitir que la mente emocional nos conduzca por el camino de las emociones negativas”. (Cátedras II. Cap. 28)
Tabla de ilustraciones.
Imagen 1.- “Localización de las funciones mentales según Qusta Ibn Luqa”. Manuscrito iluminado (Siglo XIV). Localización: Biblioteca Universidad Cambridge, ms Gr. 1. 1.
Imagen. 2.- “Ansiedad”, (1896). Autor: Edvard Munch. Localización: Galería nacional de Oslo, Noruega.
Imágenes. 3, 4.- “Serie: Carnaval en acción”, (2012). Autor: Nikolai Blokhin. Localización: Maher Art Gallery, San Petersburgo.
Imagen 5.- “Respuesta de Daniel al Rey”, (1890). Autor: Briton Riviere. Localización: Art Gallery Manchester City. Esta obra refleja la capacidad de reguardar la serenidad a pesar de hallarse en una situación francamente compleja.
 
    La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en estos dos tomos de esta obra, ampliados y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se irán colocando en el blog. 
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[1] Las técnicas se dirigen hacia el restablecimiento del equilibrio perturbado por una emoción negativa no son para olvidarse de la causa que la provocó. Estos métodos se practican para alcanzar el nivel suficiente de serenidad y lucidez y determinar con la conciencia un pensar, sentir y una acción justa. Ante un problema o evento que requiere una solución se apelará a la dialéctica de la resolución de problemas y toma de decisiones una vez que uno esté en la disposición de hacerlo.
[2] Estas igualmente se denominan inferiores debido a que emergen desde la parte inferior o subconsciente de la función emocional.
[3] Estas expresiones emocionales se traducen en actitudes de: Amor propio, celos, pereza, envidia, egoísmo, ira, odio, miedo, aversión, rencor, impaciencia, intolerancia, desconfianza, auto-compasión,… Una lista interminable de reacciones que estarán sujetas a los tipos de personalidad. Todas estas emociones las provoca un ego desde el subconsciente. Todas tienen un punto en común son un componente esencial del sufrimiento humano.
[4] El sentimiento se refiere desde la perspectiva del auto-conocimiento a una emoción uniforme adquirida que se instala en este centro y permanece vinculada a un estímulo, representación mental, actividad, recuerdo, deseo, gusto,… El sentimiento es el producto del sentir, actividad del centro emocional. Del mismo modo, que esta función emocional genera emociones. Su distinción o clasificación es, más bien, racional. En suma, podrían ser sinónimos. En la práctica sentimientos y emociones corrientes no se disciernen con facilidad y su diferenciación nominal no es relevante. Sin embargo, para concretar sobre una realidad, el sentimiento es siempre una emoción, normalmente, “específica y con carácter uniforme”. Este puede ser superficial o profundo, positivo o negativo. Por ejemplo, la simpatía o la antipatía.
[5] Toda persona adulta que acude a una terapia lo hace precisamente a consecuencia de algún trastorno de su capacidad para actuar, según los niveles que le exige la realidad”. (Revista Complutense de Educación. Vol. 13, Núm. 2, 2002. Autor: Ángel Izquierdo Martínez. Temperamento, carácter y personalidad. Una aproximación a su concepto e interacción)
[6] Instintiva-motor-sexual, emocional y intelectual.
[7] Locución adverbial latina que significa: Antes de examinar un asunto concreto.
[8] Si un amigo o familiar está atrapado en un proceso similar a lo aquí descrito, uno con buena intención trata de que comprenda su estado interior. No obstante, lo normal es que sea incapaz de gestionar su estado emocional. En el caso que este persista, lo sensato es aconsejarle que visite a un profesional acreditado. El control y disipación de estas emociones negativas es posible cuando uno adquiere experiencia en la práctica del auto-conocimiento y la meditación. Bajo la presión de estas emociones, la conciencia requiere desplegar su naturaleza autónoma para ser eficaz.
[9] Esto no significa que uno no exponga a alguien de confianza su vivencia pero es necesario hacerlo cuando uno está dispuesto a escuchar, igualmente, a su interlocutor. Es decir, que uno se ubique en el centro intelectual y en “estado de presencia” para que la emoción negativa no resurja y uno vuelva a identificarse con ella. Esto llevaría a revivirla con el mismo estado psicológico, el primer estado de conciencia, y se reforzaría tanto al ego que provoca todo el proceso como la emoción negativa. Esto empeoraría el estado anímico de la persona.
[10] Depende de cada persona y de las características de la emoción negativa.
[11] Esta acción, que no es sencilla para un novato, facilita la separación psicológica y la autonomía de la conciencia. Esto se profundizará en diferentes temas del curso con diferentes prácticas.
[12] La compensación es una estrategia por medio de la cual uno encubre, consciente o inconscientemente, debilidades, frustraciones, deseos, sentimientos inadecuados o incompetencia en un área vital por medio de gratificaciones o (afán de) excelencia en otra área. La compensación puede abarcar deficiencias e inferioridades personales o físicas ya sean estas reales o imaginarias”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Compensación)
[13] “Las emociones destructivas son aquellas que dañan a los demás o a nosotros mismos". (Daniel Goleman-Dalai Lama. Obra. Emociones destructivas. Cap. Prólogo: Un reto para la humanidad. Comentario del Lama Matthieu Ricard)
[14] Existen otras expresiones que se le parecen mucho a estos pero si la raíz no nace en el corazón o de la conciencia entonces tampoco provienen de los centros superiores.