“En
la serenidad del pensamiento nace en nosotros una nueva facultad, el nombre de
dicha facultad es intuición. Sólo la intuición puede resolver problemas”. (La revolución de la dialéctica. Cap. Los
problemas humanos)
Introducción.
Este tema trata sobre la
resolución de problemas y la toma de decisiones. Ambas áreas de la existencia
se hallan relacionadas entre sí. En muchas ocasiones, uno precisa actuar o desenredar
una cuestión que, por su naturaleza compleja, abre varias alternativas. En
estos casos, la solución al problema planteado no se presenta de modo evidente
y uno requiere decidirse por una vía de acción que consiga su propósito.
La palabra “problema” es de origen latino que a su
vez proviene del griego y significa “lanzar
hacia delante”, en el sentido de sobrepasar. La Real Academia Española la define como: un conjunto
de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin; plantea
una cuestión que requiere aclararse o una solución; evento adverso que
obstaculiza el correcto desempeño de un proceso o una situación.
Por su parte, la toma de decisiones es un proceso por el
cual se elige una “vía de acción”
como solución a un problema específico.
Los problemas son propios de la existencia. El individuo que pretende
vivir en un mundo sin que estos aparezcan, será incapaz de relacionarse correctamente
tanto con la vida como consigo mismo. El existir se convertirá para él en un
sufrimiento continuo y él mismo será un problema para sí y las personas que le
rodean.
Tipos de problemas.
Existen diferentes tipos de problemas: los
sencillos cuya resolución es evidente; aquellos cuyo remedio es complejo y,
finalmente, los que no tienen solución[1], los cuales solo queda aprender a
adaptarse.
Asimismo, estos son de carácter objetivo o subjetivo. Un
problema es asumido de modo objetivo, si uno se concentra en los hechos, en la
realidad física de los acontecimientos. Para ello, la persona precisa
permanecer presente a los eventos en el tercer estado de conciencia. Cuando uno
se identifica con la situación, dificultad, etc. esta se convierte en una
preocupación. Entonces, esta última se alza en la mente del individuo de modo
subjetivo.
“Ciertamente
jamás resulta tarea fácil eliminar las emociones negativas; perder toda
identificación con nuestro propio tren de vida; problemas de toda índole,
negocios, deudas, pago de letras, hipotecas, teléfono, agua, luz, etc.” (Psicología revolucionaria. Cap.
La rebeldía psicológica)
En la existencia de cualquier sujeto concurren una infinidad
de problemas y adversidades que precisan ser resueltos. Estos se extienden en
todos los ámbitos de la vida: personal, social, familiar, laboral, de salud, relación,
comunicación, etc.
¿Qué es un problema? Ante todo, este es un
“evento físico” que se encuadra en un
aquí y un ahora. Toda dificultad emana por unas causas y acarrea unas
consecuencias. Por ejemplo: Estar en paro; no cubrir las necesidades básicas;
estar bajo control judicial; alguien nos falta el respeto; un robo; la rotura
de un objeto que se utiliza o valioso; la avería del vehículo; una enfermedad;
etc. Un problema transcurre siempre en la magnitud tiempo y sucede en un lugar
determinado. En la mayoría de los casos, un hecho en el plano material deriva
en problema debido a causas psicológicas atribuidas a la misma persona que lo
sufre. Por ejemplo: un obrero puede quedarse sin empleo porque es incapaz de
asumir sus responsabilidades, llega tarde, es incompetente; conflictivo, etc.
Cada uno de estos eventos es el reflejo de sus carencias en el ámbito psíquico.
Igualmente, un sujeto puede hallarse ante un problema sin que él mismo sea
responsable. Por ejemplo, el director de la empresa evadió impuestos y la
justicia intervino y la cerró. Uno se halla desempleado por elementos
psicológicos ajenos a sí mismo, en este caso, debido a la falta de honradez del
administrador del negocio. También, estas causas internas pueden englobar
problemas colectivos debido a factores generales de carácter político, social,
económico, cultural, histórico, religioso, etc. Tal como ocurre en un conflicto
armado, un “crack económico”, una
pandemia, una revuelta social, etc. Finalmente, existen situaciones que no
tienen una causa psicológica, sino que son propias de la naturaleza, como
ocurre cuando llueve, hace calor, se produce una riada, un huracán, un temblor
de tierra, etc.
Toda situación precisa de su respuesta inteligente o
consciente, sea esta asumida como un problema o no, aunque esta recurra al silencio
o a la inacción.
Los problemas son inherentes
a la vida.
La vida acarrea sus propias
características. Todo es impermanente, transitorio y se transforma. La
existencia es un viaje hacia lo desconocido, lo que implica incertidumbre. Seguramente,
mañana será como hoy pero lo cierto es que uno no lo sabe. Por lo tanto, la
vida por sí misma origina infinitas cuestiones inesperadas, nuevas, por lo que
uno ignora, hasta ese momento, la acción a emprender.
Desde la perspectiva del auto-conocimiento, los problemas son
una excelente oportunidad para observar dentro de sí mismo qué ocurre en el
ámbito psicológico. La dificultad es una prueba de madurez en diversos
sentidos. Los problemas en la vida califican a la persona, al alma, el trabajo
interior, qué valores disfruta uno, qué carencias surgen, qué grado de
autonomía disfruta la conciencia, etc. Ante cualquier problema, adversidad,
desgracia,… es necesario y útil observar detenidamente dentro de sí mismo. ¿Qué
tipo de reacción se deriva del hecho? ¿Qué factor psicológico la provoca[2]? ¿Por qué causa? ¿Hay identificación? En
el ámbito psicológico, existen una infinidad de elementos internos que no forman
parte de la solución y, por lo tanto, se suman al problema y lo hacen más
complicado. Estos últimos son estados de preocupación, angustia, conflictos
internos, contradicciones, etc. Asimismo, elementos subjetivos cómo el miedo, apego,
egoísmo, los celos, el amor propio,… oscurecen o enredan la búsqueda de
soluciones. Uno de los más graves obstáculos que se presenta en la psiquis del
ser humano para la resolución de problemas es la confusión existente entre el
problema o hecho y la “preocupación”.
En este sentido es necesario estudiar y reflexionar sobre este concepto y el estado
interior que provoca. Hoy en día, las preocupaciones son un hábito o modelo de
reacción muy popular entre la gente cuando se enfrentan a un problema o
dificultad.
La preocupación.
La preocupación[3] nace asociada al problema, impedimento, etc.
en el momento de la búsqueda de actuaciones o toma de decisiones para su
resolución. Esto ocurre si esta última no se halla con facilidad o es difícil
llevarla a la práctica, de este modo, se instala dentro de la psiquis con normalidad.
Hoy en día, esta respuesta psicológica es un patrón de conducta. La preocupación
es un reacción mental[4] ante un problema, inconveniente o una
situación adversa; Expresa un estado interior de inquietud, nerviosismo,
incluso, deriva en ansiedad. Normalmente, una preocupación se crea a raíz de un
evento físico. Sin embargo, si uno no halla la solución, esta se robustece y se
mantiene cada vez más presente en la psiquis de la persona. Poco a poco, la base
física del problema se desliza a un segundo plano y toda su importancia se
traslada y concentra en el mundo psicológico. Por ejemplo, en una empresa se
produce un cambio de dirección. A partir de ese momento, en los diversos
departamentos se rumorea una reducción de plantilla. Los empleados empiezan a
preocuparse. Esto entra dentro de la normalidad de esta época. No obstante, la verdad
de los hechos es que la dirección es nueva. Los rumores no son una realidad
física. Pueden ser parte de una estrategia para avanzar intenciones o basarse
en una especulación. ¿Cómo se soluciona un rumor? Efectivamente, un murmullo no
puede resolverse porque no es un problema en sí mismo. La preocupación provocada
por unos rumores nace de una debilidad o carencia psicológica. Comúnmente, el
miedo. El estudiante precisa distinguir cabalmente entre un hecho y aquello que
no lo es. Asimismo, uno requiere discernir entre un evento y lo que este
produce en la psiquis. Cuando llegue el momento, en el caso de que el servicio
de recursos humanos convoque a empleados y les informe de un cese de actividad,
entonces, esto no serán murmullos sino hechos. Igualmente, en este caso, la
tendencia es preocuparse más, aunque uno no haya sido llamado y el hecho es que
todavía no ha perdido su empleo. Aunque en un próximo futuro, este pierda o no
su puesto de trabajo, su preocupación no tendrá ninguna utilidad. Puesto que
esta es incapaz de influenciar en la toma de decisiones de la dirección. No
obstante, una idea inteligente puesta en práctica si podría recabar en una revisión
de posiciones o enviar curriculum para contactar con otras empresas. De este
modo, uno afrontaría la situación del posible despido con hechos y no con
preocupaciones, lo que es más inteligente y productivo. Independientemente que
la empresa decida de mantenerle en su puesto o no. Uno podría entre tanto
recibir una oferta de empleo mejor renumerada y con una mayor proyección
laboral.
El auto-conocimiento enseña a comprender las preocupaciones y
disolverlas. Esta labor psicológica es un acto de inteligencia práctica debido
a que estas generan todo tipo de estados internos inadecuados, retiran lucidez
mental y bajan el nivel de conciencia. Una preocupación es una respuesta mental
inoportuna, inútil e inconveniente que se sustenta en una carencia o un defecto
de tipo psicológico que uno precisa descubrir. En la mayoría de los casos, la
preocupación es una actitud que se origina por la ignorancia y la duda. Uno se
confronta a los hechos pero desconoce su naturaleza, causa y es incapaz de
tomar una decisión lucida que resuelva el problema que se halla a la raíz de lo
que me aflige.
Las tres etapas de una
preocupación.
Toda preocupación evidencia tres etapas:
nacimiento, persistencia y disolución.
En la vida cotidiana, la mayoría de las personas están
siempre preocupadas. Algunas son de poca importancia, otras adquieren una
relevancia considerable debido a la trascendencia, objetiva o no, que
uno le otorga al hecho que la origina.
1.
El
nacimiento de una preocupación se inicia, tal como se definió anteriormente,
por una causa física[5], una circunstancia o un problema, que uno
rechaza o no logra darle una solución definitiva o inmediata. Cuanta mayor magnitud
concede uno al hecho, antes la mente lo interioriza y las funciones empiezan a
centrarse en él, de este modo, se instaura la preocupación.
2.
El
siguiente paso se establece, principalmente, por la actividad de los centros
emocional y racional. La mente produce un dinamismo recurrente y genera un
estado interior particular[6] de incomodidad, inseguridad, malestar,
etc. y el intelecto insiste continuamente en pensar la cuestión. Este divaga
sobre las posibles alternativas, causas, consecuencias,… sin tomar una decisión
ni alcanzar una solución que le satisfaga. De esta manera, la preocupación se vuelve
persistente[7]. Para muchas personas, esta etapa es
sinónima de sufrimiento. Este estado psicológico empeora con el paso del tiempo.
En muchos casos, la preocupación se torna patológica debido a que altera el
centro instintivo y deriva en angustia o ansiedad. Bajo esta condición, esta afecta
al sueño, la forma natural y espontánea de respirar, los latidos del corazón, la
sudoración de las manos,… produce unos desarreglos orgánicos y mentales.
Paralelamente, detrás de toda preocupación existe uno o
varios condicionantes psicológicos. La formación y persistencia de esta última son
una respuesta interna al evento físico y revela las carencias que uno carga de
tipo anímico. La base de la preocupación es la identificación con la
circunstancia. Esto significa que dentro de la persona existe una fuerza subjetiva
e hipnótica que surge del subconsciente y se adueña de la psiquis. La falta de
coraje, fortaleza, templanza, lucidez, serenidad, sencillez, adaptabilidad,… se
hallan en la raíz de esta reacción mental que no goza de lógica ni de sentido ético.
Nadie es más persona, ni mejor padre, madre, amigo,… porque se preocupa. No cabe
duda de que el estudiante precisa tanto ocuparse de los problemas como de disolver
las preocupaciones. De esta manera, uno comenzará a relacionarse correctamente
con la vida, los demás y consigo mismo. La primera tarea del alumno es
comprender cabalmente que la existencia implica aprendizaje. Esto conlleva
reflexionar y meditar sobre los propios defectos íntimos, la falta de valores
humanos y observar la conducta desplegada ante un obstáculo. Una preocupación
alcanza el grado de persistente a causa de que uno o varios elementos
subjetivos la sustentan. Por ejemplo, el miedo, orgullo, egoísmo, la pereza,
impaciencia, intolerancia, etc. Esta pauta del comportamiento de la
personalidad es un proceso mental fundamentado en el egocentrismo.
¿Cómo se forma realmente una preocupación
en la mente? La base es una situación problemática o compleja que precisa una solución
y esta última no es sencilla ni inmediata. Entonces, el individuo recurre al
estudio racional del acontecimiento. Normalmente, ante este tipo de problemas se
derivan varias opciones o formas de solucionarlo donde ninguna es óptima ni
apreciada por el sujeto. Todas ellas desarrollan elementos ventajosos y otros
que perjudican. Asimismo, en muchos de los casos se suma la magnitud tiempo. Es
decir, la respuesta no puede esperar de modo indefinido. De hecho, cuanto más se
aplaza, más empeora la situación y mayor dificultad tendrá uno para hallar una solución
sensata y decidir la acción justa a emprender. La mente se concentra en las
diferentes alternativas que finalmente se suelen reagrupar en dos. Cuanto más
se piensan y sienten estas dos opciones más entran en conflicto entre sí. La
preocupación persiste en la mente porque es respaldada por una disyuntiva. Uno
puede observar que una opción es más válida que otra pero no la siente y
viceversa. En este caso, esto constituiría un conflicto entre los centros:
emocional e intelectual. Algunas veces, la división se produce en la misma
función racional, la lucha se ocasiona entre los pros y los contras de una y
otra opción. La preocupación crece ante el dilema de actuar o no, de hacer esto
o lo otro, porque ambas ofrecen elementos positivos y negativos. El asunto es que
esta perdura y penetra cada vez más en el subconsciente pues uno es incapaz de
decidir. El individuo carece de discernimiento, lucidez, ante esta reacción
mental y el problema que la genera. Asimismo, algunas veces uno necesita valentía,
desapego, autonomía y presencia a la realidad de los hechos para elegir qué
camino tomar ante una importante encrucijada. Estas situaciones de la vida
indican a cada persona su grado de madurez psicológico. La mayoría de la gente
permite que sean las circunstancias que decidan por ella.
Uno experimenta todo tipo de preocupaciones persistentes si
se identifica con la existencia. Estas surgen por cuestiones familiares, laborales,
económicas, de amistad, etc. Por ejemplo, uno disfruta de una relación amistosa
con una persona. Sin embargo, en muchas ocasiones, esta última actúa de modo
indigno. Este amigo miente, engaña, no devuelve los objetos que uno le presta,
utiliza la relación según su interés personal, se dirige a uno sin respeto,
etc. Uno es capaz de observar claramente que, en realidad, el comportamiento
del supuesto amigo no le define como tal. Esto le preocupa porque los eventos
muestran que existe un problema en la relación. Entonces, este empieza a pensar
y sentir que si le dice algo, este puede cortar la amistad y quedarse solo. Por
otro lado, le da vueltas a la cabeza al hecho de que es indigno que él consienta
ser tratado de este modo. Por unas razones o por otras, esta preocupación se
hace persistente porque el individuo que lo vive no es capaz de tomar una
decisión en ningún sentido. Este permite que sean elementos circunstanciales
que conduzcan la relación a un estado insostenible y todo termine con un altercado.
Esto mismo ocurre entre las relaciones de pareja, con los hijos; en el seno de
la empresa entre compañeros, con el encargado, el jefe de departamento, etc. La
preocupación persistente genera un par de fuerzas opuestas que provocan un giro
de pensamientos y sentimientos continuos que tensan la mente de la persona que
la sufre. Por esta causa, si el individuo acrecienta este hábito, este derivará
en un comportamiento patológico.
Consecuencias de las preocupaciones persistentes.
Esta incapacidad que muestra el ser humano
de asumir los hechos tal como son, tomar decisiones y aceptar sus consecuencias
le complica la vida enormemente. De hecho, las preocupaciones persistentes u
obsesivas generan siempre un desequilibrio interior. Este trastorno puede ser
leve o débil y pasar desapercibido o, contrariamente, adquirir gravedad para la
persona que lo padece. El estudiante puede observar por sí mismo cómo este tipo
de preocupaciones influyen en su capacidad de concentración en los diversos
ámbitos de la existencia. Un sujeto que se aferra a una preocupación de modo
continuo desatiende ciertas tareas que realiza fácilmente en condiciones
normales; Experimenta dificultad para mantener la atención, por consiguiente,
no atiende ni escucha a los demás con propiedad; Se siente más cansado que de costumbre,
etc. Un individuo que es arrastrado al subconsciente identificado por una
preocupación pierde las dos herramientas más importantes para resolver
problemas: la lucidez y la serenidad.
Por esta causa, si por cualquier circunstancia uno es incapaz
de superar una situación compleja y la preocupación se torna patológica precisa
asistencia profesional. Más allá de la típica preocupación persistente, que se
mantiene durante un tiempo pero que finalmente termina por disolverse, existe el
trastorno de ansiedad generalizado. Si uno sufre de ansiedad cuando se preocupa
por algún escenario de la vida es necesario acudir lo antes posible a un psicoterapeuta
acreditado. Asimismo, si uno conoce a alguien que padece de esta patología, hay
que aconsejar a esa persona visitar a un facultativo competente.
Cuando un individuo se halla bajo una preocupación persistente
derrocha una gran cantidad de energía psíquica. Mantener este estado de
identificación implica una emoción intensa, continua y difícil de controlar
racionalmente. Esto acarrea una tensión nerviosa endémica que le afecta tanto
física como psicológicamente. Este proceso mental es una vía abierta de energía
vital que se encauza hacia el subconsciente y robustece considerablemente a los
agregados psicológicos que la provocan. En contraste con el inicio y
justificación de la formación de la preocupación, pasado el tiempo, la persona
sabe que su estado no conduce a ninguna solución pero no puede impedirlo. Esto
significa que su comportamiento termina siendo involuntario e irracional.
“Incuestionablemente
el dolor desaparece cuando no nos identificamos con el problema que se ha
presentado”. (Psicología
revolucionaria. Cap. Estados equivocados)
La cadencia de los eventos psicológicos se desenvuelve de la
siguiente manera:
Ø El
proceso se inicia con los estímulos de un escenario físico que plantean un
problema que uno precisa solucionar.
Ø Como
uno no halla un remedio inmediato o claro, se identifica, crea en un orden
aleatorio según el individuo, una emoción y empieza a cavilar[8]. Es decir, se preocupa.
Ø Si la
persona no se distrae ni cambia el centro de atención hacia una actividad
cualquiera, entonces el proceso mental ahonda, se hace más intenso y se
enquista. Por lo que uno entra en el terreno de la preocupación persistente.
Ø Esta
última, una vez instalada en la psiquis no le queda otra alternativa que
permanecer presente o diluirse. La pluralidad de la psiquis, el paso del
tiempo, los acontecimientos, el esfuerzo personal por salir de este estado, la
acción de los demás,… permiten que esta se desvanezca o se transforme en una rutina
en el subconsciente.
Ø Si se
origina un hábito, significará que cuando uno se halle en la misma situación,
la psiquis responderá recurrentemente. Esta conducta instintiva se vuelve
predeterminada y, con el paso del tiempo, se agrava y declara, en muchos casos,
un trastorno de ansiedad[9]. La preocupación persistente produce un
agotamiento energético considerable en todos los centros. Esta debilita y
desequilibra toda la estructura psicológica y se refleja en el organismo de la
persona por lo que se convierte en una patología a tratar por un psicólogo.
3.
¿Cómo
se disuelven las preocupaciones? Si uno deja que esta persista es mucho más
difícil que se olvide o disuelva. Uno constata por sí mismo que muchas veces
está preocupado por algo que en ese momento considera importante. No obstante,
cuando ocurre otro evento más grave que el anterior, uno cambia con facilidad
la primera preocupación por la nueva. Incluso, uno observa cómo esta primera se
olvida, diluye, sin dejar rastro porque la posterior ocupa toda la atención.
Esto cuestiona al estudiante sobre lo volátil y relativo que estas pueden
llegar a ser y su dependencia con los intereses de la personalidad y del ego.
La disolución de la preocupación.
Es necesario
comprender cabalmente, sin un atisbo de duda, que la preocupación no resuelve
problemas ni mejora una situación ni ayuda a sobrepasarla. Si uno actúa siempre
del mismo modo es absurdo pretender obtener un resultado diferente[10].
El individuo precisa aprehender
con su conciencia y mantener la claridad en el ámbito racional que la
preocupación no forma parte de la solución sino del problema. Es decir, esta
añade dificultad y confusión interior cuando, en realidad, uno necesita observar
y comprender objetivamente la situación para facilitar su solución y la toma de
decisiones.
“La preocupación como
afrontamiento de los problemas dentro de la normalidad está asociada a
creencias de que es positivo preocuparse, puesto que colabora en la solución”.
(Dr. José Antonio García Higuera. Miembro del equipo de Psicoterapeutas.com. La
preocupación patológica y su tratamiento)
Esta creencia
popular: “de que preocuparse es positivo
y ético” no describe la realidad. Si una preocupación resolvería algún
problema, entonces este estado atraería liberación, serenidad, lucidez,
equilibrio,… no obstante, lo que uno experimenta es lo opuesto. Por ejemplo, en
la sociedad actual uno se preocupa por sus hijos cuando estos tienen problemas.
Este estado interior es muy común y acarrea la creencia que esta preocupación
ayudará a su hijo. En contraste, el joven lo vive como una interferencia en sus
asuntos. La preocupación no asiste a un hijo ni a nadie pero las acciones sí,
sobretodo cuando estas son rectas y consensuadas.
Ocurre muy a
menudo, que la preocupación desconecta la parte racional de la persona con la
acción requerida debido a que la función emocional está bloqueada. Por esta
causa, un sujeto preocupado piensa mucho sobre un asunto pero no obra para
solucionarlo. En este caso, existe una desconexión entre lo que ocurre en el
intelecto, el cual está activo, contrariamente al centro motor que se halla
apático.
Otro modo de pensar sobre la
preocupación que no corresponde con la realidad es la idea de que esta
influencia la situación sin obrar sobre esta última. Es decir, el problema se resuelve
solo porque me preocupo. Curiosamente, existe en la psiquis, la actitud similar
que consiste en negar racionalmente un problema, evadirse de él, para que este desaparezca
por arte de magia. Estas dos maneras de afrontar los hechos son propias de una conciencia
sumergida en el subconsciente y están íntimamente ligadas al miedo.
“Tratar
de afrontar tus problemas es mucho mejor que ignorar su raíz y tratar de
escapar de ellos”.
(Lama Yeshe. Ego, apego y liberación. Cap. Todos los problemas del mundo
provienen del apego)
Una vez que el estudiante
comprende racionalmente que la preocupación no soluciona el problema, este se
halla en disposición de abrir su mente a otros recursos. El auto-conocimiento
enseña diferentes claves y principios para afrontar las dificultades y evitar
la formación de preocupaciones persistentes. Esto es posible si uno aumenta su
nivel de conciencia y cambia sus patrones de conducta ante ellos. En una
situación delicada, uno precisa aprender a manejar su atención consciente para
centrarse en los hechos. Asimismo, utilizar las herramientas psicológicas
disponibles para disolver la preocupación que nace de la mente. De este modo,
el alumno estará presente a los dos lados de la realidad: el plano físico que
corresponde al problema y a la preocupación que relaciona este último con el
plano psicológico.
“La
vida es una rueda que gira mecánicamente con todas las circunstancias
agradables y desagradables, siempre recurrente. No podemos detener la rueda,
las circunstancias buenas o malas se procesan siempre mecánicamente, únicamente
podemos cambiar nuestra actitud ante los eventos de la vida”. (La gran rebelión. Cap. La
meditación)
Un modo diferente de pensar, sentir y observar la realidad. Claves y
principios.
Todo
principio de la conciencia abre la posibilidad a un modo práctico de pensar,
sentir y obrar que se vincula con la facultad de la inteligencia. Este cambio
de actitud es muy importante y precisa de un esfuerzo personal y voluntario
para conseguirlo; se trata en realidad de estar presentes a que los antiguos
mecanismos mentales no vuelvan a establecer sus estructuras y aplicar el axioma
enunciado, según convenga, en los hechos. Por esta causa, es necesaria una
observación rigurosa para aprehender los agregados psicológicos que la provocan
desde el subconsciente. Cada principio requiere ser meditado y reconocido por
la propia conciencia de una forma pragmática. Asimismo, estos principios y
claves no indican cómo resolver conscientemente un problema. Cada uno de ellos
enseña cómo uno cae irremediablemente en la equivocación al no prestarle la
atención debida.
Para disolver una preocupación es
necesario abordarla desde el primer instante de su nacimiento para que esta
aborte. El aprendizaje para evitar que estas se hagan persistentes consta de cuatro
etapas.
Ø Observar cómo esta se crea, captar el proceso de
su formación dentro de uno mismo a través de la identificación y evitar que se
haga persistente.
Ø Contrastarla con el principio de la conciencia
para prevenir que se concrete en un escenario próximo.
Ø
Eliminar el elemento psicológico que la modela.
Ø
Aplicar lo aprehendido con la conciencia en la
vida cotidiana.
Este estudio
se realiza con una observación plena en el momento de la aparición del problema
junto a la ciencia de la meditación[11].
El contraste es la clave de la
transformación interior. Mediante este ejercicio, uno evidencia que el uso de
los centros se inhibe del principio de la inteligencia práctica y, de este
modo, se separa, observa su error y sus consecuencias. Es más, uno aprehende la
causa de lo que piensa y siente sobre el evento, comprueba que es un patrón,
una mecánica, sin ética ni lógica ni valores anímicos. Todas estas claves se
combinan sabiamente con la técnica del
cambio de centro explicada en el estudio de las emociones negativas.
“Transformar
reacciones mecánicas es posible mediante la confrontación lógica y la
auto-reflexión intima del Ser. Es evidente que las gentes reaccionan
mecánicamente ante las diversas circunstancias de la vida”. (Psicología revolucionaria. Cap.
La rebeldía psicológica)
Es necesario recordar que todos
estos principios y estas claves son para impedir que se instalen preocupaciones
persistentes. En todos los casos y en el momento oportuno, uno precisa “ocuparse del problema” según los
hechos.
1º Principio: “Incuestionablemente
el dolor desaparece cuando no nos identificamos con el problema que se ha
presentado”. (Psicología revolucionaria. Cap.
Estados equivocados)
La clave maestra para no crear
preocupaciones es la “no identificación”
con el problema. Esta práctica se desarrolla ampliamente en el texto de los
cuatro estados de la conciencia. El esfuerzo del estudiante por conocerse a sí
mismo le enseña que la identificación implica bajar el nivel de conciencia.
Este estado interior es el que propicia que la persona origine la preocupación,
se instale en la mente y llegue a ser persistente. La relación
identificación-preocupación es directamente proporcional. Cuanta más
identificación mayor desasosiego. Todos los problemas que surgen tanto en el
ámbito individual como colectivo podrían afrontarse con mayor facilidad si el
ser humano evitara este estado inferior de la conciencia. Es necesario
contrastar el estado de identificación con el estado de presencia. Aprehender
sus diferencias, cómo este último aporta objetividad, serenidad, lucidez,
sencillez, etc. conecta con los valores humanos y entraña un mayor dominio de
sí mismo. Mientras que la identificación es todo lo contrario. Este tipo de
meditación refuerza la conciencia, la voluntad y el anhelo de cambiar en el
momento que uno se enfrenta a las adversidades de la vida.
2º Principio: “Los eventos exteriores jamás serian tan
importantes, como el modo de reaccionar ante los mismos”. (Psicología revolucionaria. Cap.
Sucesos personales)
La clave
consiste en hacerse consciente de que cualquier dificultad o problema por muy serio
o importante que sea para uno, nunca jamás es más importante que la respuesta
que uno obra ante él. En el instante del surgimiento de una cuestión, si uno se
olvida de sí mismo y de este principio, la acción no gozará de conciencia ni
tendrá la prioridad que le otorga la cadencia de los acontecimientos. Esto
significa que invierte lo primario por lo segundario. El problema grave o importante
que uno anhela resolver es siempre anterior en el tiempo a la reacción que uno
emprende. Una vez percibida la situación, este axioma indica que la respuesta se
circunscribe al instante presente, a lo inmediato. Esto significa que uno
siempre requiere concentrarse en la posible reacción que la situación necesita
y no en otras consideraciones del tipo:
“¿por qué me pasa a mi?, ¿por qué ahora?, ¡y si se hubiera hecho de otra manera!”,
etc. Este modo de responder es lo que espolea la preocupación. De los actos
o de la pasividad del sujeto se desprenderá otras consecuencias vinculadas
directamente con él. Aquí es donde uno elige entre reaccionar con una
preocupación y dejarla hasta hacerse persistente o cambiar por la práctica del
auto-conocimiento. Esta segunda opción es posible si uno atrae el tercer estado
de conciencia. Bajo esta consideración, la respuesta precisa centrase simultáneamente
en los “hechos existentes y los actos a
realizar”. En línea general, si uno obvia uno de estos dos polos de la
realidad, la acción empeorará el problema. Esto conlleva iniciar un ciclo recurrente
del error con sus correspondientes efectos. Esto ocurre debido a la carencia de
conciencia y a la falta de la aplicación práctica de sus principios en la
existencia. En realidad, si uno no le presta la atención debida a su conducta,
actúa como un autómata. Lo normal a continuación es que uno condene o
justifique los resultados aunque no los comprenda cabalmente. Esto acarrea que
la persona no extraerá ninguna enseñanza de su equivocación.
Por ejemplo,
uno se incorpora en un nuevo empleo y con el paso del tiempo constata que tiene
un “problema de relación” con sus
compañeros. Esto podría suponer un impedimento para su posible continuidad o no
en ese puesto. Una opción sería abordar este hecho considerando que el problema
no es suyo sino, más bien, de todos los demás. Aunque esta actitud podría llevarle
a perder el trabajo.
Si
contrariamente, uno observa, reflexiona y medita sobre este asunto, es posible
que descubra que sus colegas no se comporten de modo idóneo pero la práctica de
este principio plantea un auto-cuestionamiento: ¿cuál es mi grado de
responsabilidad personal en la situación? El hecho es importante debido a que
puede conducirme al desempleo pero mi actitud ante este lo es mucho más porque
si existe una posibilidad de remediarlo está en uno mismo.
La
prioridad, por lo tanto, no se halla en cambiar a los demás en su forma de ser,
ya que se comprende que la actitud de los demás es soberana y no depende de uno.
No obstante, en la persona si está la facultad de observar la propia conducta y
rectificarla en la medida que es inadecuada. Esto constituye el fundamento del
conocimiento de sí mismo. El axioma aplicado le confronta a uno ante la
situación. Esto significa que ante el problema de la insuficiente o mala
comunicación, independientemente del comportamiento de los demás, el suyo es el
más importante. A través del esfuerzo por estar presente a su respuesta
aprehende dentro de sí las causas que la motivan. A partir de ese momento,
puede que la relación mejore o no pero uno aprovecha el acontecimiento para
aprender de él, ejercer valores y conocerse a sí mismo. En la práctica, el
observar defectos propios, remediarlos y desplegar facultades humanas acarrean
consecuencias positivas. Asimismo, pueden abrir la posibilidad a un cambio de
actitud de las personas que rodean al individuo.
Asimismo, esta práctica pone en
prioridad la respuesta que uno emprende y deja en segundo plano la preocupación,
la cual precisa ser observada y comprendida. De este modo, uno impide que esta
se torne persistente debido a que uno se concentra en la solución según los
hechos.
3º Principio: “Modificar
ciertos eventos es posible; Alterar resultados, modificar situaciones, etc.,
está ciertamente dentro del número de las posibilidades. Empero existen
situaciones de hecho que de verdad no pueden ser alteradas; en estos últimos
casos deben aceptarse conscientemente, aunque algunas resulten muy peligrosas y
hasta dolorosas”. (Psicología revolucionaria. Cap.
Estados equivocados)
No se pueden cambiar los hechos
consumados. Esta realidad es simple de entender racionalmente. Sin embargo, no
siempre es fácil de aceptar y adaptarse a ella si el evento le ocurre a uno, se
identifica y la atención se sumerge en el subconsciente. La práctica de este
axioma se vincula directamente con el tercer estado de conciencia. La aplicación
del sentido de auto-observación es la clave para aprehender qué agregados
psíquicos están detrás de la “no
aceptación de la realidad”. Este principio de la inteligencia práctica es
efectivo en la medida que no permite que el intelecto se deje llevar por la
emoción. Uno se mantiene presente al hecho, en lugar de negar lo obvio o mirar
para otro lado, aunque esto le pese a la personalidad o al ego. Asimismo, el “estar aquí y ahora” prevalece ante la
reacción mental común de la preocupación que se justifica porque uno se percibe
perjudicado, insatisfecho, incómodo, triste, etc. Un primer paso es no perder
la cabeza ni permitir que la desesperación se instale. Una actitud sensata es
aceptarlo según su naturaleza y después aplicar el segundo principio enumerado
anteriormente para darle la solución oportuna si es posible. Si el evento no
tiene solución, uno se adapta a lo nuevo y trata de pensar, sentir y actuar según
el nuevo contexto, no en uno que ya no existe. El hacerse consciente del aquí y
ahora es una capacidad de la conciencia uno solo puede contar con su lucidez si
uno se esfuerza por atraerla a los escenarios de la existencia.
El contraste entre lo que deseo que fuese y lo que es, proporciona
la clave para despertar a la realidad. El pensar y sentir son herramientas
útiles si les sirven a la conciencia para afrontar con dignidad la situación
que cambió. Si uno permite que sus recursos psicológicos[12] se alejen de la realidad y se
mantengan en el pasado en forma de preocupación; Entonces, toda iniciativa estará
falseada, lo llevarán al error y al sufrimiento.
4º Principio: “Aprender
a valorar en su justa medida los bienes que uno goza y no concentrarse en lo
que se carece o pierde”.
Muchas
personas poseen un buen estado de salud y bienestar. Por ejemplo, estas gozan
de una familia, amigos, un trabajo para ganarse el sustento de modo honrado,
viven rodeados de bienes materiales,… No obstante, en su existencia diaria
están llenos de preocupaciones y son desdichados.
Una clave para aprender a
relativizar lo importante de lo que no lo es tanto, es apreciar en su justa
medida los bienes que dispone. Muchos problemas insignificantes consiguen que
el individuo se olvide de sí mismo y de todo lo que disfruta en la existencia. A
raíz de un incidente, uno se identifica y crea una preocupación que obvia todo
aquello que le beneficia y es motivo de felicidad. Este estado atrae excesiva
atención sobre el problema en cuestión y le suma todo lo que uno carece y no
funciona cómo él desea. De este modo, la mente amplifica los hechos y ensancha
la dificultad. Esto es muy típico de agregados psicológicos ligados al amor
propio y a la auto-consideración interna. Existen numerosos casos que apuntan
hacia esta dirección. Infinidad de estados inarmónicos e inadecuados del ánimo
son trascendidos con una sincera reflexión y valoración apropiada de todo
aquello que la vida le concede a través del contraste. Este último verifica que
el problema y la preocupación subyacente no poseen suficiente carga ante la
balanza de los hechos si uno valora justamente todo aquello que disfruta. Si el
individuo se halla pendiente de lo que no goza su atención se instalará en la
frustración. Por ejemplo, es conocido que muchas personas se preocupan y sufren
por una infinidad de problemas pero gozan de buena salud. No obstante, si
contraen una enfermedad grave, entonces todas las preocupaciones anteriores
desaparecen para dejar sitio a esta última. Esto evidencia la relatividad de la
personalidad a la hora de valorar lo que es importante y lo que no lo es tanto.
“Si
eres incapaz de hallar la felicidad donde estás, ¿dónde esperas hallarla?” (Maestro Dogen)
5º Principio: “De
lo que no puedes ocuparte, despreocúpate”. (Sabiduría popular)
Este axioma es útil en el escenario donde el problema no puede
solucionarse en el instante inmediato o que no está en su mano hacerlo. El
estudiante aplica esta clave para no olvidarse de sí mismo en el momento que la
mente tiende a la preocupación. La identificación actúa sobre los centros, sin
ellos esta no ejerce su hipnotismo ni es posible que la preocupación persista.
En este caso, el estado de presencia se refuerza con el auto-cuestionamiento.
¿Qué sentido tiene preocuparse por algo que uno es incapaz de resolver en este
instante? Esta pregunta precisa incorporarse al modo de pensar y sentir porque
describe la realidad. Ceñirse a los hechos, al aquí y ahora, es una muestra de
sensatez. El contraste entre lo que plantea la mente y lo que es, evidencia la
carencia de fruto, y la conveniencia de cambiar de centro para distraerse y
disolver la preocupación naciente. Por ejemplo, es muy común que uno crea algún
tipo de preocupación por la actitud de algún familiar ante un escenario, acontecimiento
que afecta a un amigo, etc. Entonces, en lugar de darle vueltas al asunto, con
buen criterio, uno decide ocuparse y hablar con la persona. En la conversación,
uno aprehende que no puede ser de ayuda debido a que son sus decisiones y su responsabilidad.
De este modo, aunque uno perciba objetivamente que este se equivoca,
igualmente, comprende que por el momento no puede contribuir en su desenlace.
Esto significa que cualquier preocupación que surja por este hecho será
disuelta porque es un patrón mental y detrás existe un ego o la personalidad
que lo sustenta. La auto-observación sobre este proceso aportará información
sobre el subconsciente y sobre sus propias debilidades y defectos. Este
esfuerzo consciente emancipará la propia conciencia.
6º Principio: “Cooperar
con lo inevitable”. (Cátedras
II. Cap. 24)
Este axioma indica que es sensato colaborar con los hechos
ineludibles. Muchos eventos perjudican, plantean dificultad, son problemáticos,
inciertos, inseguros, etc. y no pueden cambiarse. Esta clave es una octava
superior a aceptar los sucesos consumados, porque estos generan consecuencias
que uno requiere asimilar y responder según su naturaleza. Esto significa que
una vez informado de la situación uno piensa en cómo resolverla y abandona la
queja, protesta, el abatimiento, etc.
“Si tu mal tiene remedio, porque te quejas;
si tu mal no tiene remedio porque te quejas”. (Lao-tse)
Esto implica atraer el tercer estado de conciencia y los valores
anímicos. Esta clave contrasta ante el nuevo hecho: la actitud automática y
carente de control de la personalidad que reacciona con rebeldía y una mente
centrada, abierta y receptiva a los acontecimientos. Este estado interior
proporciona una respuesta rigurosa y circunscrita a la situación dada y
disuelve cualquier brote de preocupación. Por ejemplo, uno se cae, se rompe una
pierna y lo ingresan en el hospital. Este evento se puede vivir con paciencia,
tolerancia, etc. o con desesperación, frustración, mal-humor, etc. porque se
pierde un viaje, los días de playa o parte del verano. Existen múltiples
problemas en la existencia que ponen a prueba la sensatez del ser humano.
7º Principio: “Las tremendas
contradicciones que cargamos dentro, nos amargan la vida”. (La revolución de la dialéctica. Cap. Auto-juicio)
Ante un
problema y en la toma de decisiones es necesario meditar para no pretender
alcanza un propósito y, paralelamente, su opuesto. Esto es típico de la mente
enfrascada en la pluralidad interior.
Esta clave incide sobre el
sentido de las alternativas en el momento de formarse la preocupación. Ante un
problema, el individuo precisa tomar una decisión entre las opciones que se le
abren según su entendimiento. No obstante, la preocupación se instaura debido a
que este es incapaz de elegir. En algunas ocasiones, esto ocurre porque las
mismas alternativas son contradictorias y uno las mantiene presentes en la
mente. Estos escenarios se causan debido a que uno desea dos elementos opuestos
simultáneamente. Por ejemplo, uno quiere quedarse en un lugar por ciertos
beneficios que halla en él y, al mismo tiempo, desea irse porque está cansado
de realizar las mismas tareas y ver a la misma gente. La incongruencia es una
característica del ser humano. Ser plural en el ámbito psicológico es que una
parte de uno quiere a una persona y la otra parte, la reprueba. Existen
multitudes de contradicciones:
Ø
Anhelar conocerse a sí mismo y rechazar las
dificultades de la existencia.
Ø
Pretender adquirir valores humanos sin realizar
ningún esfuerzo para concretarlos.
Ø
Desear los frutos de una alternativa y, al mismo
tiempo, los de otra opción distinta.
Ø
Afirmar que uno va a efectuar una labor y
después olvidarla.
Ø
Elegir una opción y no ser consecuente con ella.
Ø
Prometer o comprometerse en una dirección y
actuar a la inversa de lo convenido.
Ø
Mantener en la mente a la par dos creencias,
planos, proyectos,… antagónicos.
Ø
Etc.
“La gente se auto-engaña para
no ver sus contradicciones íntimas”. (La revolución de la
dialéctica. Cap. Sobre-individualidad)
Estar contrariado significa que
uno desea un escenario pero la realidad despliega otro totalmente diferente. La
base de muchas preocupaciones se halla en este hecho. Si la persona no es capaz
de cambiar su idea y sentir ante el nuevo contexto, entonces, su actitud
ahondará en el error. Esta conducta es propia de personas que carecen de
coherencia. En muchos sentidos es una falta de madurez y de experiencia de la
existencia, la mente del sujeto no está educada debidamente. Por ejemplo,
alguien está enfermo lo que implica ciertas limitaciones. No obstante, este aspira
a hacer las mismas cosas que cuando no lo está. Otra forma de incoherencia es
negar los hechos, falsearlos, describirlos sin rigor, manipularlos, obviarlos,…
Una gran cantidad de comportamientos que indican que la mente del individuo y
su personalidad es el primer obstáculo para la resolución de un problema. Estas
carencias anímicas son el producto de muchas preocupaciones que derivan en
sufrimiento en el ser humano.
8º Principio: “No os identifiquéis con ningún
acontecimiento; recordad que todo pasa; aprended a ver la vida como una
película y recibiréis los beneficios”.
(Psicología revolucionaria.
Cap. Sucesos personales)
¿Dónde están los problemas de la
infancia, adolescencia, de la juventud,…? Cada época de la existencia acarrea
sus propias dificultades. Cuando uno se halla inmerso en ellas, las asume con
una carga e importancia que es imposible observarlas objetivamente. Este efecto
es debido a la identificación. Para uno, en ese momento, los problemas y las
preocupaciones que generan son, en muchos casos, tremendos e insalvables. No
obstante, el estudiante evidencia que ambos siempre son relativos e
impermanentes. Aplicar esta clave con un estado interior adecuado relativiza
todo evento y lo coloca en una realidad transitoria. Es decir, pasará. La
situación puede ser dolorosa pero no eterna, con el paso del tiempo, se
diluirá. Esto mismo ocurre con las preocupaciones que le son inherentes a los
problemas, tarde o temprano, desaparecen. Mantenerse consciente ante este hecho
contrasta y desmonta la visión extremista de la mente que trata de imponer su
criterio absolutista y egocéntrico de la situación que vive.
Conclusión sobre la disolución de las preocupaciones.
Estos son algunos principios
básicos de la conciencia pero existen muchos más que uno irá descubriendo según
su propio trabajo sobre las preocupaciones. Es necesario no desdeñar que el
olvido o disolución de estas es el primer paso para resolver problemas y tomar
decisiones de modo lucido y objetivo. En consecuencia para la solución o
superación de una adversidad es vital cerciorarse que la mente no interfiere en
la expresión de la conciencia o intuición. La práctica de la meditación es útil
a esta última si la mente se halla en silencio, serena y en equilibrio y esto
no es posible si uno está preocupado. La no identificación sobre un problema es
un paso previo para resolverlos. Solo si uno se fascina con una cuestión
aparece la preocupación. Esto es fundamental a causa que la conciencia y, por
lo tanto, su expresión inspirada e intuitiva es sutil, liviana y lacónica. Esta
naturaleza específica de la Esencia es muy diferente a la percepción que uno
reconoce cuando los sentidos informan a la mente a través de los estímulos que
reciben del exterior. La información del plano físico llega a los centros
inferiores del organismo. Por el contrario, la conciencia enseña a través de
los centros superiores, el estudiante precisa discernir estas dos entidades
diferenciadas. Por esta causa, en la aplicación de estos principios y de sus
claves prácticas es necesario el discernimiento. Esta faculta percibe lo que es
oportuno, verdadero y justo de lo que no lo es. Detrás de cada preocupación
persistente existe un ego y la actividad del subconsciente. Más adelante en el
curso se proporcionará la didáctica de la disolución del agregado psicológico
para que la Esencia se libere de la pauta que la condiciona.
Método para la resolución de problemas o la toma de decisiones.
Primero de todo, antes de entrar en
meditación el estudiante precisa saber cual es el problema. Es decir, tenerlo
bien identificado, definido o encuadrado. Si no es así, la persona requerirá
estar más presente en los escenarios donde este aparece u observar en una
retrospección hasta que uno lo encuadre en el tiempo y el espacio. Es
indispensable que los hechos aparezcan con claridad. La conciencia utiliza un
lenguaje distinto al centro racional. Este último requiere pensar, emitir
pensamientos, ideas, conceptos, etc. encadenarlos con su propia lógica a través
de los mecanismos del centro intelectual estudiados en ese tema. Esto mismo es
lo que uno siempre realizó desde que uno aprendió a utilizarlo. En cambio, la
conciencia se expresa desde los centros superiores, el intelectual y emocional.
Es decir, no piensa ni conceptúa, precisa visualizar los hechos objetivamente,
sin intervención de la mente, su inspiración se fundamenta en la realidad.
La resolución de un problema complejo precisa de la ciencia
de la meditación, aunque la inspiración puede llegar en cualquier momento. Una
vez que se alcanza la fase de concentración, dharana, uno apela a la
imaginación creadora. Esta etapa de la meditación se establece, si y solo si,
la mente se halla serena y en silencio. En este caso, la pantalla de la mente[13] es el espejo o la herramienta que la
conciencia utiliza para observar el asunto que uno anhela solventar.
Un problema consta de hechos. Estos
últimos son sus premisas, las cuales están vinculadas a su resolución. Es
necesario visualizar en la pantalla mental los acontecimientos de modo
retrospectivo, sin añadir ni eliminar nada, o la imagen que retrata la cuestión
que está en estudio. Este proceso es muy importante porque las alternativas que
surgen para su solución son determinadas por estos mismos eventos que componen
el problema. Por lo tanto, observar atentamente el escenario hasta que uno lo
contempla claramente y discierne sus elementos principales, aquellos que son
útiles para la solución.
Algunas veces, la solución aparece en esta
primera fase del análisis de la dificultad.
Si no fuera de este modo cuestionarse: ¿cuales
son los eventos que delimitan las opciones? Estos hechos que componen el
problema son las causas de cada una de las posibles vías de la resolución. Fijar
la atención en esa opción o vía a través de su imagen; atraer el sueño y en
duermevela[14] inspirarse para que la conciencia se
exprese y uno pueda intuir las consecuencias de esa opción. De este modo, uno
constatará si esa alternativa es la línea a seguir hasta su resolución. En el
caso que no lo sea, repetir el proceso con otra vía u opción.
Si uno no capta una solución viable a
través de las opciones, visualizar de nuevo la escena del problema de modo
retrospectivo, atraer el sueño y discernir todo aquello que surge en la
pantalla mental. Recordar que la conciencia se expresa de modo sutil, por lo
que es necesario estar presente a todo lo que uno percibe y no olvidarlo.
Una vez hallada la solución[15] establecer una estrategia a través de la
imaginación creadora en los centros para llevarla a buen término y con la
cadencia justa. Esta requiere orientarse a través del recto pensar, sentir y
obrar y auxiliada por los valores humanos[16]. Es decir, trasladar la solución a los
hechos. En cada acción estar presente a la expresión de la conciencia. Observar
y reflexionar sobre la gestión emprendida, aprehender y sobrepasar las
resistencias y los obstáculos que se presentan ante la solución.
Resumen de la técnica en meditación para hallar una solución.
Ø
Alcanzar
la fase de Dharana, silencio y serenidad mental.
Ø
Retrospección
de la escena del problema. Si uno no halla respuesta, profundiza.
Ø
Discernir
los hechos relevantes que condicionan la solución.
Ø Concentrase
en cada uno de ellos por separado y atraer el sueño para captar la propuesta de
la conciencia. Cada uno de estos hechos encierra una vía posible de solución o
puede contribuir a ella.
Ø
Finalmente,
si todavía no se expresó la conciencia, realizar una nueva retrospección del
problema según la cadencia de los hechos, atraer el sueño y esperar
pacientemente la inspiración.
En el caso que uno termina su meditación y no halló la
respuesta al problema, no desesperar y repetir la meditación al día siguiente.
Durante el día estar presente porque la solución puede llegar en cualquier
momento. La conciencia es soberana y se expresa cuando ella misma lo considera
oportuno o encuentra espacio para hacerlo.
Un error muy común es utilizar las mismas estrategias para
distintos tipos de problemas. Esta forma de afrontar las dificultades conlleva
repetir las mismas actitudes ante situaciones diferentes obviando la realidad y
sus características. Asimismo, esta conducta implica dejar de lado los recursos
de la inteligencia y confrontarse a los eventos a través de patrones mentales.
Normalmente, estos originan errores que pueden evidenciarse a través de las
consecuencias que acarrean.
“Al aplicar una solución
previamente elaborada a un problema nuevo, se desconocen las condiciones
específicas, sus causas, la singularidad de los actores involucrados y la
efectividad de que el problema se resuelva con esta única solución”.
(IIPE Buenos Aires - Unesco. La resolución de problemas. Instituto internacional
de planteamiento de la educación)
Tabla de ilustraciones.
Pág. 3.- “La mujer del sweater rojo”, (1935). Autor: Antonio
Berni. Localización: Fundación Constantini, Buenos Aires.
Pág. 6.- “Angustia”, (1950).
Autor: David Alfonso Siqueros. Localización:
Colección privada.
Pág. 8.- “Retrato del Dr. Paul Gachet”, (1890). Autor:
Vincent Van Gogh. Localización: Colección Privada.
Pág. 14.- “Antíoco y Estratónice”, (1774). Autor: Jacques
Louis David. Localización: Escuela superior de Bellas Artes, París.
Pág. 16.- “Silencio Interior”, (1908). Autor: Carlos
Schwab. Localización: Colección Particular.
La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en estos dos tomos de esta obra, ampliados y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se irán colocando en el blog.
La obra se halla, tanto en versión e-book como en papel en Amazon donde se realizan los pedidos, y se entregarán a la dirección indicada con la garantía que te ofrece esta plataforma. Aquí tienes el enlace.
https://www.amazon.com/gp/product/B08Q8SFNHV?ref_=dbs_p_mng_rwt_ser_shvlr&storeType=ebooks
Para más información, en este mismo blog en la primera entrada del mes de diciembre de 2020, o en las misma página de Amazon.
[1] No
se refiere a aquellos problemas que uno la desconoce sino a hechos como el paso
del tiempo, una catástrofe natural, una acción pasada, etc.
[2]
Ego, personalidad o Esencia.
[3] Se
define como un estado de
inquietud, desasosiego, desvelo, ansiedad, desazón, o temor producido ante una situación difícil, un problema…
[4]
Vinculada a los diversas funciones.
[5]
Existe la posibilidad de que una persona se preocupe por una ficción, un evento
inexistente, etc. pero esto entra dentro del estudio de la fantasía. Asimismo,
hay individuos que se preocupan por acontecimientos que todavía no han ocurrido
o que pueden acontecer, por la incertidumbre,… Esto se vincula con el agregado
psicológico del miedo y se analizará en un tema posterior.
[6]
Depende de la naturaleza del problema.
[7]
Algunos autores las denominan obsesivas. Sin embargo, en este texto no se
refiere a ellas en un sentido patológico, aunque podrían alcanzar ese estado.
[8] La reacción emocional puede surgen inmediatamente después de la información sin saber si tiene fácil solución o no.
[9] Esta enfermedad puede ser causada por innumerables variantes biológicas y psicológicas que en muchos casos se desconocen.
[10] Frase atribuida a Albert Einstein.
[11] Para
mayor detalle de este análisis ir a la sección de prácticas.
[12] Intelectuales, emocionales y
motorices.
[14]
Entrar en la 4ª fase de la meditación, llamada Dhyana.
[16] La segunda etapa para culminar
favorablemente la solución se centra en el “cómo hacer”.