miércoles, 31 de agosto de 2016

La resolución de problemas y la toma de decisiones. (El trabajo sobre las preocupaciones)

“En la serenidad del pensamiento nace en nosotros una nueva facultad, el nombre de dicha facultad es intuición. Sólo la intuición puede resolver problemas”. (La revolución de la dialéctica. Cap. Los problemas humanos)
Introducción.
Este tema trata sobre la resolución de problemas y la toma de decisiones. Ambas áreas de la existencia se hallan relacionadas entre sí. En muchas ocasiones, uno precisa actuar o desenredar una cuestión que, por su naturaleza compleja, abre varias alternativas. En estos casos, la solución al problema planteado no se presenta de modo evidente y uno requiere decidirse por una vía de acción que consiga su propósito.
La palabra “problema” es de origen latino que a su vez proviene del griego y significa “lanzar hacia delante”, en el sentido de sobrepasar. La Real Academia Española la define como: un conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin; plantea una cuestión que requiere aclararse o una solución; evento adverso que obstaculiza el correcto desempeño de un proceso o  una situación.
Por su parte, la toma de decisiones es un proceso por el cual se elige una “vía de acción” como solución a un problema específico.
Los problemas son propios de la existencia. El individuo que pretende vivir en un mundo sin que estos aparezcan, será incapaz de relacionarse correctamente tanto con la vida como consigo mismo. El existir se convertirá para él en un sufrimiento continuo y él mismo será un problema para sí y las personas que le rodean.
Tipos de problemas.
Existen diferentes tipos de problemas: los sencillos cuya resolución es evidente; aquellos cuyo remedio es complejo y, finalmente, los que no tienen solución[1], los cuales solo queda aprender a adaptarse.
Asimismo, estos son de carácter objetivo o subjetivo. Un problema es asumido de modo objetivo, si uno se concentra en los hechos, en la realidad física de los acontecimientos. Para ello, la persona precisa permanecer presente a los eventos en el tercer estado de conciencia. Cuando uno se identifica con la situación, dificultad, etc. esta se convierte en una preocupación. Entonces, esta última se alza en la mente del individuo de modo subjetivo.
“Ciertamente jamás resulta tarea fácil eliminar las emociones negativas; perder toda identificación con nuestro propio tren de vida; problemas de toda índole, negocios, deudas, pago de letras, hipotecas, teléfono, agua, luz, etc.” (Psicología revolucionaria. Cap. La rebeldía psicológica)
En la existencia de cualquier sujeto concurren una infinidad de problemas y adversidades que precisan ser resueltos. Estos se extienden en todos los ámbitos de la vida: personal, social, familiar, laboral, de salud, relación, comunicación, etc.
¿Qué es un problema? Ante todo, este es un “evento físico” que se encuadra en un aquí y un ahora. Toda dificultad emana por unas causas y acarrea unas consecuencias. Por ejemplo: Estar en paro; no cubrir las necesidades básicas; estar bajo control judicial; alguien nos falta el respeto; un robo; la rotura de un objeto que se utiliza o valioso; la avería del vehículo; una enfermedad; etc. Un problema transcurre siempre en la magnitud tiempo y sucede en un lugar determinado. En la mayoría de los casos, un hecho en el plano material deriva en problema debido a causas psicológicas atribuidas a la misma persona que lo sufre. Por ejemplo: un obrero puede quedarse sin empleo porque es incapaz de asumir sus responsabilidades, llega tarde, es incompetente; conflictivo, etc. Cada uno de estos eventos es el reflejo de sus carencias en el ámbito psíquico. Igualmente, un sujeto puede hallarse ante un problema sin que él mismo sea responsable. Por ejemplo, el director de la empresa evadió impuestos y la justicia intervino y la cerró. Uno se halla desempleado por elementos psicológicos ajenos a sí mismo, en este caso, debido a la falta de honradez del administrador del negocio. También, estas causas internas pueden englobar problemas colectivos debido a factores generales de carácter político, social, económico, cultural, histórico, religioso, etc. Tal como ocurre en un conflicto armado, un “crack económico”, una pandemia, una revuelta social, etc. Finalmente, existen situaciones que no tienen una causa psicológica, sino que son propias de la naturaleza, como ocurre cuando llueve, hace calor, se produce una riada, un huracán, un temblor de tierra, etc.
Toda situación precisa de su respuesta inteligente o consciente, sea esta asumida como un problema o no, aunque esta recurra al silencio o a la inacción.
Los problemas son inherentes a la vida.
La vida acarrea sus propias características. Todo es impermanente, transitorio y se transforma. La existencia es un viaje hacia lo desconocido, lo que implica incertidumbre. Seguramente, mañana será como hoy pero lo cierto es que uno no lo sabe. Por lo tanto, la vida por sí misma origina infinitas cuestiones inesperadas, nuevas, por lo que uno ignora, hasta ese momento, la acción a emprender.
Desde la perspectiva del auto-conocimiento, los problemas son una excelente oportunidad para observar dentro de sí mismo qué ocurre en el ámbito psicológico. La dificultad es una prueba de madurez en diversos sentidos. Los problemas en la vida califican a la persona, al alma, el trabajo interior, qué valores disfruta uno, qué carencias surgen, qué grado de autonomía disfruta la conciencia, etc. Ante cualquier problema, adversidad, desgracia,… es necesario y útil observar detenidamente dentro de sí mismo. ¿Qué tipo de reacción se deriva del hecho? ¿Qué factor psicológico la provoca[2]? ¿Por qué causa? ¿Hay identificación? En el ámbito psicológico, existen una infinidad de elementos internos que no forman parte de la solución y, por lo tanto, se suman al problema y lo hacen más complicado. Estos últimos son estados de preocupación, angustia, conflictos internos, contradicciones, etc. Asimismo, elementos subjetivos cómo el miedo, apego, egoísmo, los celos, el amor propio,… oscurecen o enredan la búsqueda de soluciones. Uno de los más graves obstáculos que se presenta en la psiquis del ser humano para la resolución de problemas es la confusión existente entre el problema o hecho y la “preocupación”. En este sentido es necesario estudiar y reflexionar sobre este concepto y el estado interior que provoca. Hoy en día, las preocupaciones son un hábito o modelo de reacción muy popular entre la gente cuando se enfrentan a un problema o dificultad.
La preocupación.
La preocupación[3] nace asociada al problema, impedimento, etc. en el momento de la búsqueda de actuaciones o toma de decisiones para su resolución. Esto ocurre si esta última no se halla con facilidad o es difícil llevarla a la práctica, de este modo, se instala dentro de la psiquis con normalidad. Hoy en día, esta respuesta psicológica es un patrón de conducta. La preocupación es un reacción mental[4] ante un problema, inconveniente o una situación adversa; Expresa un estado interior de inquietud, nerviosismo, incluso, deriva en ansiedad. Normalmente, una preocupación se crea a raíz de un evento físico. Sin embargo, si uno no halla la solución, esta se robustece y se mantiene cada vez más presente en la psiquis de la persona. Poco a poco, la base física del problema se desliza a un segundo plano y toda su importancia se traslada y concentra en el mundo psicológico. Por ejemplo, en una empresa se produce un cambio de dirección. A partir de ese momento, en los diversos departamentos se rumorea una reducción de plantilla. Los empleados empiezan a preocuparse. Esto entra dentro de la normalidad de esta época. No obstante, la verdad de los hechos es que la dirección es nueva. Los rumores no son una realidad física. Pueden ser parte de una estrategia para avanzar intenciones o basarse en una especulación. ¿Cómo se soluciona un rumor? Efectivamente, un murmullo no puede resolverse porque no es un problema en sí mismo. La preocupación provocada por unos rumores nace de una debilidad o carencia psicológica. Comúnmente, el miedo. El estudiante precisa distinguir cabalmente entre un hecho y aquello que no lo es. Asimismo, uno requiere discernir entre un evento y lo que este produce en la psiquis. Cuando llegue el momento, en el caso de que el servicio de recursos humanos convoque a empleados y les informe de un cese de actividad, entonces, esto no serán murmullos sino hechos. Igualmente, en este caso, la tendencia es preocuparse más, aunque uno no haya sido llamado y el hecho es que todavía no ha perdido su empleo. Aunque en un próximo futuro, este pierda o no su puesto de trabajo, su preocupación no tendrá ninguna utilidad. Puesto que esta es incapaz de influenciar en la toma de decisiones de la dirección. No obstante, una idea inteligente puesta en práctica si podría recabar en una revisión de posiciones o enviar curriculum para contactar con otras empresas. De este modo, uno afrontaría la situación del posible despido con hechos y no con preocupaciones, lo que es más inteligente y productivo. Independientemente que la empresa decida de mantenerle en su puesto o no. Uno podría entre tanto recibir una oferta de empleo mejor renumerada y con una mayor proyección laboral.
El auto-conocimiento enseña a comprender las preocupaciones y disolverlas. Esta labor psicológica es un acto de inteligencia práctica debido a que estas generan todo tipo de estados internos inadecuados, retiran lucidez mental y bajan el nivel de conciencia. Una preocupación es una respuesta mental inoportuna, inútil e inconveniente que se sustenta en una carencia o un defecto de tipo psicológico que uno precisa descubrir. En la mayoría de los casos, la preocupación es una actitud que se origina por la ignorancia y la duda. Uno se confronta a los hechos pero desconoce su naturaleza, causa y es incapaz de tomar una decisión lucida que resuelva el problema que se halla a la raíz de lo que me aflige.
Las tres etapas de una preocupación.
Toda preocupación evidencia tres etapas: nacimiento, persistencia y disolución.
En la vida cotidiana, la mayoría de las personas están siempre preocupadas. Algunas son de poca importancia, otras adquieren una relevancia considerable debido a la trascendencia, objetiva o no, que uno le otorga al hecho que la origina.
1.     El nacimiento de una preocupación se inicia, tal como se definió anteriormente, por una causa física[5], una circunstancia o un problema, que uno rechaza o no logra darle una solución definitiva o inmediata. Cuanta mayor magnitud concede uno al hecho, antes la mente lo interioriza y las funciones empiezan a centrarse en él, de este modo, se instaura la preocupación.
2.     El siguiente paso se establece, principalmente, por la actividad de los centros emocional y racional. La mente produce un dinamismo recurrente y genera un estado interior particular[6] de incomodidad, inseguridad, malestar, etc. y el intelecto insiste continuamente en pensar la cuestión. Este divaga sobre las posibles alternativas, causas, consecuencias,… sin tomar una decisión ni alcanzar una solución que le satisfaga. De esta manera, la preocupación se vuelve persistente[7]. Para muchas personas, esta etapa es sinónima de sufrimiento. Este estado psicológico empeora con el paso del tiempo. En muchos casos, la preocupación se torna patológica debido a que altera el centro instintivo y deriva en angustia o ansiedad. Bajo esta condición, esta afecta al sueño, la forma natural y espontánea de respirar, los latidos del corazón, la sudoración de las manos,… produce unos desarreglos orgánicos y mentales.
Paralelamente, detrás de toda preocupación existe uno o varios condicionantes psicológicos. La formación y persistencia de esta última son una respuesta interna al evento físico y revela las carencias que uno carga de tipo anímico. La base de la preocupación es la identificación con la circunstancia. Esto significa que dentro de la persona existe una fuerza subjetiva e hipnótica que surge del subconsciente y se adueña de la psiquis. La falta de coraje, fortaleza, templanza, lucidez, serenidad, sencillez, adaptabilidad,… se hallan en la raíz de esta reacción mental que no goza de lógica ni de sentido ético. Nadie es más persona, ni mejor padre, madre, amigo,… porque se preocupa. No cabe duda de que el estudiante precisa tanto ocuparse de los problemas como de disolver las preocupaciones. De esta manera, uno comenzará a relacionarse correctamente con la vida, los demás y consigo mismo. La primera tarea del alumno es comprender cabalmente que la existencia implica aprendizaje. Esto conlleva reflexionar y meditar sobre los propios defectos íntimos, la falta de valores humanos y observar la conducta desplegada ante un obstáculo. Una preocupación alcanza el grado de persistente a causa de que uno o varios elementos subjetivos la sustentan. Por ejemplo, el miedo, orgullo, egoísmo, la pereza, impaciencia, intolerancia, etc. Esta pauta del comportamiento de la personalidad es un proceso mental fundamentado en el egocentrismo.
¿Cómo se forma realmente una preocupación en la mente? La base es una situación problemática o compleja que precisa una solución y esta última no es sencilla ni inmediata. Entonces, el individuo recurre al estudio racional del acontecimiento. Normalmente, ante este tipo de problemas se derivan varias opciones o formas de solucionarlo donde ninguna es óptima ni apreciada por el sujeto. Todas ellas desarrollan elementos ventajosos y otros que perjudican. Asimismo, en muchos de los casos se suma la magnitud tiempo. Es decir, la respuesta no puede esperar de modo indefinido. De hecho, cuanto más se aplaza, más empeora la situación y mayor dificultad tendrá uno para hallar una solución sensata y decidir la acción justa a emprender. La mente se concentra en las diferentes alternativas que finalmente se suelen reagrupar en dos. Cuanto más se piensan y sienten estas dos opciones más entran en conflicto entre sí. La preocupación persiste en la mente porque es respaldada por una disyuntiva. Uno puede observar que una opción es más válida que otra pero no la siente y viceversa. En este caso, esto constituiría un conflicto entre los centros: emocional e intelectual. Algunas veces, la división se produce en la misma función racional, la lucha se ocasiona entre los pros y los contras de una y otra opción. La preocupación crece ante el dilema de actuar o no, de hacer esto o lo otro, porque ambas ofrecen elementos positivos y negativos. El asunto es que esta perdura y penetra cada vez más en el subconsciente pues uno es incapaz de decidir. El individuo carece de discernimiento, lucidez, ante esta reacción mental y el problema que la genera. Asimismo, algunas veces uno necesita valentía, desapego, autonomía y presencia a la realidad de los hechos para elegir qué camino tomar ante una importante encrucijada. Estas situaciones de la vida indican a cada persona su grado de madurez psicológico. La mayoría de la gente permite que sean las circunstancias que decidan por ella.
Uno experimenta todo tipo de preocupaciones persistentes si se identifica con la existencia. Estas surgen por cuestiones familiares, laborales, económicas, de amistad, etc. Por ejemplo, uno disfruta de una relación amistosa con una persona. Sin embargo, en muchas ocasiones, esta última actúa de modo indigno. Este amigo miente, engaña, no devuelve los objetos que uno le presta, utiliza la relación según su interés personal, se dirige a uno sin respeto, etc. Uno es capaz de observar claramente que, en realidad, el comportamiento del supuesto amigo no le define como tal. Esto le preocupa porque los eventos muestran que existe un problema en la relación. Entonces, este empieza a pensar y sentir que si le dice algo, este puede cortar la amistad y quedarse solo. Por otro lado, le da vueltas a la cabeza al hecho de que es indigno que él consienta ser tratado de este modo. Por unas razones o por otras, esta preocupación se hace persistente porque el individuo que lo vive no es capaz de tomar una decisión en ningún sentido. Este permite que sean elementos circunstanciales que conduzcan la relación a un estado insostenible y todo termine con un altercado. Esto mismo ocurre entre las relaciones de pareja, con los hijos; en el seno de la empresa entre compañeros, con el encargado, el jefe de departamento, etc. La preocupación persistente genera un par de fuerzas opuestas que provocan un giro de pensamientos y sentimientos continuos que tensan la mente de la persona que la sufre. Por esta causa, si el individuo acrecienta este hábito, este derivará en un comportamiento patológico.
Consecuencias de las preocupaciones persistentes.
Esta incapacidad que muestra el ser humano de asumir los hechos tal como son, tomar decisiones y aceptar sus consecuencias le complica la vida enormemente. De hecho, las preocupaciones persistentes u obsesivas generan siempre un desequilibrio interior. Este trastorno puede ser leve o débil y pasar desapercibido o, contrariamente, adquirir gravedad para la persona que lo padece. El estudiante puede observar por sí mismo cómo este tipo de preocupaciones influyen en su capacidad de concentración en los diversos ámbitos de la existencia. Un sujeto que se aferra a una preocupación de modo continuo desatiende ciertas tareas que realiza fácilmente en condiciones normales; Experimenta dificultad para mantener la atención, por consiguiente, no atiende ni escucha a los demás con propiedad; Se siente más cansado que de costumbre, etc. Un individuo que es arrastrado al subconsciente identificado por una preocupación pierde las dos herramientas más importantes para resolver problemas: la lucidez y la serenidad.
Por esta causa, si por cualquier circunstancia uno es incapaz de superar una situación compleja y la preocupación se torna patológica precisa asistencia profesional. Más allá de la típica preocupación persistente, que se mantiene durante un tiempo pero que finalmente termina por disolverse, existe el trastorno de ansiedad generalizado. Si uno sufre de ansiedad cuando se preocupa por algún escenario de la vida es necesario acudir lo antes posible a un psicoterapeuta acreditado. Asimismo, si uno conoce a alguien que padece de esta patología, hay que aconsejar a esa persona visitar a un facultativo competente.
Cuando un individuo se halla bajo una preocupación persistente derrocha una gran cantidad de energía psíquica. Mantener este estado de identificación implica una emoción intensa, continua y difícil de controlar racionalmente. Esto acarrea una tensión nerviosa endémica que le afecta tanto física como psicológicamente. Este proceso mental es una vía abierta de energía vital que se encauza hacia el subconsciente y robustece considerablemente a los agregados psicológicos que la provocan. En contraste con el inicio y justificación de la formación de la preocupación, pasado el tiempo, la persona sabe que su estado no conduce a ninguna solución pero no puede impedirlo. Esto significa que su comportamiento termina siendo involuntario e irracional.
“Incuestionablemente el dolor desaparece cuando no nos identificamos con el problema que se ha presentado”. (Psicología revolucionaria. Cap. Estados equivocados)
La cadencia de los eventos psicológicos se desenvuelve de la siguiente manera:
Ø    El proceso se inicia con los estímulos de un escenario físico que plantean un problema que uno precisa solucionar.
Ø Como uno no halla un remedio inmediato o claro, se identifica, crea en un orden aleatorio según el individuo, una emoción y empieza a cavilar[8]. Es decir, se preocupa.
Ø Si la persona no se distrae ni cambia el centro de atención hacia una actividad cualquiera, entonces el proceso mental ahonda, se hace más intenso y se enquista. Por lo que uno entra en el terreno de la preocupación persistente.
Ø   Esta última, una vez instalada en la psiquis no le queda otra alternativa que permanecer presente o diluirse. La pluralidad de la psiquis, el paso del tiempo, los acontecimientos, el esfuerzo personal por salir de este estado, la acción de los demás,… permiten que esta se desvanezca o se transforme en una rutina en el subconsciente.
Ø Si se origina un hábito, significará que cuando uno se halle en la misma situación, la psiquis responderá recurrentemente. Esta conducta instintiva se vuelve predeterminada y, con el paso del tiempo, se agrava y declara, en muchos casos, un trastorno de ansiedad[9]. La preocupación persistente produce un agotamiento energético considerable en todos los centros. Esta debilita y desequilibra toda la estructura psicológica y se refleja en el organismo de la persona por lo que se convierte en una patología a tratar por un psicólogo.
3.     ¿Cómo se disuelven las preocupaciones? Si uno deja que esta persista es mucho más difícil que se olvide o disuelva. Uno constata por sí mismo que muchas veces está preocupado por algo que en ese momento considera importante. No obstante, cuando ocurre otro evento más grave que el anterior, uno cambia con facilidad la primera preocupación por la nueva. Incluso, uno observa cómo esta primera se olvida, diluye, sin dejar rastro porque la posterior ocupa toda la atención. Esto cuestiona al estudiante sobre lo volátil y relativo que estas pueden llegar a ser y su dependencia con los intereses de la personalidad y del ego.
La disolución de la preocupación.
Es necesario comprender cabalmente, sin un atisbo de duda, que la preocupación no resuelve problemas ni mejora una situación ni ayuda a sobrepasarla. Si uno actúa siempre del mismo modo es absurdo pretender obtener un resultado diferente[10].
El individuo precisa aprehender con su conciencia y mantener la claridad en el ámbito racional que la preocupación no forma parte de la solución sino del problema. Es decir, esta añade dificultad y confusión interior cuando, en realidad, uno necesita observar y comprender objetivamente la situación para facilitar su solución y la toma de decisiones.
“La preocupación como afrontamiento de los problemas dentro de la normalidad está asociada a creencias de que es positivo preocuparse, puesto que colabora en la solución”. (Dr. José Antonio García Higuera. Miembro del equipo de Psicoterapeutas.com. La preocupación patológica y su tratamiento)
Esta creencia popular: “de que preocuparse es positivo y ético” no describe la realidad. Si una preocupación resolvería algún problema, entonces este estado atraería liberación, serenidad, lucidez, equilibrio,… no obstante, lo que uno experimenta es lo opuesto. Por ejemplo, en la sociedad actual uno se preocupa por sus hijos cuando estos tienen problemas. Este estado interior es muy común y acarrea la creencia que esta preocupación ayudará a su hijo. En contraste, el joven lo vive como una interferencia en sus asuntos. La preocupación no asiste a un hijo ni a nadie pero las acciones sí, sobretodo cuando estas son rectas y consensuadas.
Ocurre muy a menudo, que la preocupación desconecta la parte racional de la persona con la acción requerida debido a que la función emocional está bloqueada. Por esta causa, un sujeto preocupado piensa mucho sobre un asunto pero no obra para solucionarlo. En este caso, existe una desconexión entre lo que ocurre en el intelecto, el cual está activo, contrariamente al centro motor que se halla apático.
Otro modo de pensar sobre la preocupación que no corresponde con la realidad es la idea de que esta influencia la situación sin obrar sobre esta última. Es decir, el problema se resuelve solo porque me preocupo. Curiosamente, existe en la psiquis, la actitud similar que consiste en negar racionalmente un problema, evadirse de él, para que este desaparezca por arte de magia. Estas dos maneras de afrontar los hechos son propias de una conciencia sumergida en el subconsciente y están íntimamente ligadas al miedo.
“Tratar de afrontar tus problemas es mucho mejor que ignorar su raíz y tratar de escapar de ellos”. (Lama Yeshe. Ego, apego y liberación. Cap. Todos los problemas del mundo provienen del apego)
Una vez que el estudiante comprende racionalmente que la preocupación no soluciona el problema, este se halla en disposición de abrir su mente a otros recursos. El auto-conocimiento enseña diferentes claves y principios para afrontar las dificultades y evitar la formación de preocupaciones persistentes. Esto es posible si uno aumenta su nivel de conciencia y cambia sus patrones de conducta ante ellos. En una situación delicada, uno precisa aprender a manejar su atención consciente para centrarse en los hechos. Asimismo, utilizar las herramientas psicológicas disponibles para disolver la preocupación que nace de la mente. De este modo, el alumno estará presente a los dos lados de la realidad: el plano físico que corresponde al problema y a la preocupación que relaciona este último con el plano psicológico.
“La vida es una rueda que gira mecánicamente con todas las circunstancias agradables y desagradables, siempre recurrente. No podemos detener la rueda, las circunstancias buenas o malas se procesan siempre mecánicamente, únicamente podemos cambiar nuestra actitud ante los eventos de la vida”. (La gran rebelión. Cap. La meditación)
Un modo diferente de pensar, sentir y observar la realidad. Claves y principios.
Todo principio de la conciencia abre la posibilidad a un modo práctico de pensar, sentir y obrar que se vincula con la facultad de la inteligencia. Este cambio de actitud es muy importante y precisa de un esfuerzo personal y voluntario para conseguirlo; se trata en realidad de estar presentes a que los antiguos mecanismos mentales no vuelvan a establecer sus estructuras y aplicar el axioma enunciado, según convenga, en los hechos. Por esta causa, es necesaria una observación rigurosa para aprehender los agregados psicológicos que la provocan desde el subconsciente. Cada principio requiere ser meditado y reconocido por la propia conciencia de una forma pragmática. Asimismo, estos principios y claves no indican cómo resolver conscientemente un problema. Cada uno de ellos enseña cómo uno cae irremediablemente en la equivocación al no prestarle la atención debida.
Para disolver una preocupación es necesario abordarla desde el primer instante de su nacimiento para que esta aborte. El aprendizaje para evitar que estas se hagan persistentes consta de cuatro etapas.
Ø     Observar cómo esta se crea, captar el proceso de su formación dentro de uno mismo a través de la identificación y evitar que se haga persistente.
Ø   Contrastarla con el principio de la conciencia para prevenir que se concrete en un escenario próximo.
Ø      Eliminar el elemento psicológico que la modela.
Ø      Aplicar lo aprehendido con la conciencia en la vida cotidiana.

Este estudio se realiza con una observación plena en el momento de la aparición del problema junto a la ciencia de la meditación[11].
El contraste es la clave de la transformación interior. Mediante este ejercicio, uno evidencia que el uso de los centros se inhibe del principio de la inteligencia práctica y, de este modo, se separa, observa su error y sus consecuencias. Es más, uno aprehende la causa de lo que piensa y siente sobre el evento, comprueba que es un patrón, una mecánica, sin ética ni lógica ni valores anímicos. Todas estas claves se combinan sabiamente con  la técnica del cambio de centro explicada en el estudio de las emociones negativas.
“Transformar reacciones mecánicas es posible mediante la confrontación lógica y la auto-reflexión intima del Ser. Es evidente que las gentes reaccionan mecánicamente ante las diversas circunstancias de la vida”. (Psicología revolucionaria. Cap. La rebeldía psicológica)
Es necesario recordar que todos estos principios y estas claves son para impedir que se instalen preocupaciones persistentes. En todos los casos y en el momento oportuno, uno precisa “ocuparse del problema” según los hechos.
1º Principio: Incuestionablemente el dolor desaparece cuando no nos identificamos con el problema que se ha presentado”. (Psicología revolucionaria. Cap. Estados equivocados)
La clave maestra para no crear preocupaciones es la “no identificación” con el problema. Esta práctica se desarrolla ampliamente en el texto de los cuatro estados de la conciencia. El esfuerzo del estudiante por conocerse a sí mismo le enseña que la identificación implica bajar el nivel de conciencia. Este estado interior es el que propicia que la persona origine la preocupación, se instale en la mente y llegue a ser persistente. La relación identificación-preocupación es directamente proporcional. Cuanta más identificación mayor desasosiego. Todos los problemas que surgen tanto en el ámbito individual como colectivo podrían afrontarse con mayor facilidad si el ser humano evitara este estado inferior de la conciencia. Es necesario contrastar el estado de identificación con el estado de presencia. Aprehender sus diferencias, cómo este último aporta objetividad, serenidad, lucidez, sencillez, etc. conecta con los valores humanos y entraña un mayor dominio de sí mismo. Mientras que la identificación es todo lo contrario. Este tipo de meditación refuerza la conciencia, la voluntad y el anhelo de cambiar en el momento que uno se enfrenta a las adversidades de la vida.
2º Principio: “Los eventos exteriores jamás serian tan importantes, como el modo de reaccionar ante los mismos”. (Psicología revolucionaria. Cap. Sucesos personales)
La clave consiste en hacerse consciente de que cualquier dificultad o problema por muy serio o importante que sea para uno, nunca jamás es más importante que la respuesta que uno obra ante él. En el instante del surgimiento de una cuestión, si uno se olvida de sí mismo y de este principio, la acción no gozará de conciencia ni tendrá la prioridad que le otorga la cadencia de los acontecimientos. Esto significa que invierte lo primario por lo segundario. El problema grave o importante que uno anhela resolver es siempre anterior en el tiempo a la reacción que uno emprende. Una vez percibida la situación, este axioma indica que la respuesta se circunscribe al instante presente, a lo inmediato. Esto significa que uno siempre requiere concentrarse en la posible reacción que la situación necesita y no en otras consideraciones del tipo: “¿por qué me pasa a mi?, ¿por qué ahora?, ¡y si se hubiera hecho de otra manera!”, etc. Este modo de responder es lo que espolea la preocupación. De los actos o de la pasividad del sujeto se desprenderá otras consecuencias vinculadas directamente con él. Aquí es donde uno elige entre reaccionar con una preocupación y dejarla hasta hacerse persistente o cambiar por la práctica del auto-conocimiento. Esta segunda opción es posible si uno atrae el tercer estado de conciencia. Bajo esta consideración, la respuesta precisa centrase simultáneamente en los “hechos existentes y los actos a realizar”. En línea general, si uno obvia uno de estos dos polos de la realidad, la acción empeorará el problema. Esto conlleva iniciar un ciclo recurrente del error con sus correspondientes efectos. Esto ocurre debido a la carencia de conciencia y a la falta de la aplicación práctica de sus principios en la existencia. En realidad, si uno no le presta la atención debida a su conducta, actúa como un autómata. Lo normal a continuación es que uno condene o justifique los resultados aunque no los comprenda cabalmente. Esto acarrea que la persona no extraerá ninguna enseñanza de su equivocación.
Por ejemplo, uno se incorpora en un nuevo empleo y con el paso del tiempo constata que tiene un “problema de relación” con sus compañeros. Esto podría suponer un impedimento para su posible continuidad o no en ese puesto. Una opción sería abordar este hecho considerando que el problema no es suyo sino, más bien, de todos los demás. Aunque esta actitud podría llevarle a perder el trabajo.
Si contrariamente, uno observa, reflexiona y medita sobre este asunto, es posible que descubra que sus colegas no se comporten de modo idóneo pero la práctica de este principio plantea un auto-cuestionamiento: ¿cuál es mi grado de responsabilidad personal en la situación? El hecho es importante debido a que puede conducirme al desempleo pero mi actitud ante este lo es mucho más porque si existe una posibilidad de remediarlo está en uno mismo.
La prioridad, por lo tanto, no se halla en cambiar a los demás en su forma de ser, ya que se comprende que la actitud de los demás es soberana y no depende de uno. No obstante, en la persona si está la facultad de observar la propia conducta y rectificarla en la medida que es inadecuada. Esto constituye el fundamento del conocimiento de sí mismo. El axioma aplicado le confronta a uno ante la situación. Esto significa que ante el problema de la insuficiente o mala comunicación, independientemente del comportamiento de los demás, el suyo es el más importante. A través del esfuerzo por estar presente a su respuesta aprehende dentro de sí las causas que la motivan. A partir de ese momento, puede que la relación mejore o no pero uno aprovecha el acontecimiento para aprender de él, ejercer valores y conocerse a sí mismo. En la práctica, el observar defectos propios, remediarlos y desplegar facultades humanas acarrean consecuencias positivas. Asimismo, pueden abrir la posibilidad a un cambio de actitud de las personas que rodean al individuo.
Asimismo, esta práctica pone en prioridad la respuesta que uno emprende y deja en segundo plano la preocupación, la cual precisa ser observada y comprendida. De este modo, uno impide que esta se torne persistente debido a que uno se concentra en la solución según los hechos.
3º Principio: “Modificar ciertos eventos es posible; Alterar resultados, modificar situaciones, etc., está ciertamente dentro del número de las posibilidades. Empero existen situaciones de hecho que de verdad no pueden ser alteradas; en estos últimos casos deben aceptarse conscientemente, aunque algunas resulten muy peligrosas y hasta dolorosas”. (Psicología revolucionaria. Cap. Estados equivocados)
No se pueden cambiar los hechos consumados. Esta realidad es simple de entender racionalmente. Sin embargo, no siempre es fácil de aceptar y adaptarse a ella si el evento le ocurre a uno, se identifica y la atención se sumerge en el subconsciente. La práctica de este axioma se vincula directamente con el tercer estado de conciencia. La aplicación del sentido de auto-observación es la clave para aprehender qué agregados psíquicos están detrás de la “no aceptación de la realidad”. Este principio de la inteligencia práctica es efectivo en la medida que no permite que el intelecto se deje llevar por la emoción. Uno se mantiene presente al hecho, en lugar de negar lo obvio o mirar para otro lado, aunque esto le pese a la personalidad o al ego. Asimismo, el “estar aquí y ahora” prevalece ante la reacción mental común de la preocupación que se justifica porque uno se percibe perjudicado, insatisfecho, incómodo, triste, etc. Un primer paso es no perder la cabeza ni permitir que la desesperación se instale. Una actitud sensata es aceptarlo según su naturaleza y después aplicar el segundo principio enumerado anteriormente para darle la solución oportuna si es posible. Si el evento no tiene solución, uno se adapta a lo nuevo y trata de pensar, sentir y actuar según el nuevo contexto, no en uno que ya no existe. El hacerse consciente del aquí y ahora es una capacidad de la conciencia uno solo puede contar con su lucidez si uno se esfuerza por atraerla a los escenarios de la existencia.
El contraste entre lo que deseo que fuese y lo que es, proporciona la clave para despertar a la realidad. El pensar y sentir son herramientas útiles si les sirven a la conciencia para afrontar con dignidad la situación que cambió. Si uno permite que sus recursos psicológicos[12] se alejen de la realidad y se mantengan en el pasado en forma de preocupación; Entonces, toda iniciativa estará falseada, lo llevarán al error y al sufrimiento.
4º Principio: “Aprender a valorar en su justa medida los bienes que uno goza y no concentrarse en lo que se carece o pierde”.
Muchas personas poseen un buen estado de salud y bienestar. Por ejemplo, estas gozan de una familia, amigos, un trabajo para ganarse el sustento de modo honrado, viven rodeados de bienes materiales,… No obstante, en su existencia diaria están llenos de preocupaciones y son desdichados.
Una clave para aprender a relativizar lo importante de lo que no lo es tanto, es apreciar en su justa medida los bienes que dispone. Muchos problemas insignificantes consiguen que el individuo se olvide de sí mismo y de todo lo que disfruta en la existencia. A raíz de un incidente, uno se identifica y crea una preocupación que obvia todo aquello que le beneficia y es motivo de felicidad. Este estado atrae excesiva atención sobre el problema en cuestión y le suma todo lo que uno carece y no funciona cómo él desea. De este modo, la mente amplifica los hechos y ensancha la dificultad. Esto es muy típico de agregados psicológicos ligados al amor propio y a la auto-consideración interna. Existen numerosos casos que apuntan hacia esta dirección. Infinidad de estados inarmónicos e inadecuados del ánimo son trascendidos con una sincera reflexión y valoración apropiada de todo aquello que la vida le concede a través del contraste. Este último verifica que el problema y la preocupación subyacente no poseen suficiente carga ante la balanza de los hechos si uno valora justamente todo aquello que disfruta. Si el individuo se halla pendiente de lo que no goza su atención se instalará en la frustración. Por ejemplo, es conocido que muchas personas se preocupan y sufren por una infinidad de problemas pero gozan de buena salud. No obstante, si contraen una enfermedad grave, entonces todas las preocupaciones anteriores desaparecen para dejar sitio a esta última. Esto evidencia la relatividad de la personalidad a la hora de valorar lo que es importante y lo que no lo es tanto.
“Si eres incapaz de hallar la felicidad donde estás, ¿dónde esperas hallarla?” (Maestro Dogen)
5º Principio: “De lo que no puedes ocuparte, despreocúpate”. (Sabiduría popular)
Este axioma es útil en el escenario donde el problema no puede solucionarse en el instante inmediato o que no está en su mano hacerlo. El estudiante aplica esta clave para no olvidarse de sí mismo en el momento que la mente tiende a la preocupación. La identificación actúa sobre los centros, sin ellos esta no ejerce su hipnotismo ni es posible que la preocupación persista. En este caso, el estado de presencia se refuerza con el auto-cuestionamiento. ¿Qué sentido tiene preocuparse por algo que uno es incapaz de resolver en este instante? Esta pregunta precisa incorporarse al modo de pensar y sentir porque describe la realidad. Ceñirse a los hechos, al aquí y ahora, es una muestra de sensatez. El contraste entre lo que plantea la mente y lo que es, evidencia la carencia de fruto, y la conveniencia de cambiar de centro para distraerse y disolver la preocupación naciente. Por ejemplo, es muy común que uno crea algún tipo de preocupación por la actitud de algún familiar ante un escenario, acontecimiento que afecta a un amigo, etc. Entonces, en lugar de darle vueltas al asunto, con buen criterio, uno decide ocuparse y hablar con la persona. En la conversación, uno aprehende que no puede ser de ayuda debido a que son sus decisiones y su responsabilidad. De este modo, aunque uno perciba objetivamente que este se equivoca, igualmente, comprende que por el momento no puede contribuir en su desenlace. Esto significa que cualquier preocupación que surja por este hecho será disuelta porque es un patrón mental y detrás existe un ego o la personalidad que lo sustenta. La auto-observación sobre este proceso aportará información sobre el subconsciente y sobre sus propias debilidades y defectos. Este esfuerzo consciente emancipará la propia conciencia.
6º Principio: “Cooperar con lo inevitable”. (Cátedras II. Cap. 24)
Este axioma indica que es sensato colaborar con los hechos ineludibles. Muchos eventos perjudican, plantean dificultad, son problemáticos, inciertos, inseguros, etc. y no pueden cambiarse. Esta clave es una octava superior a aceptar los sucesos consumados, porque estos generan consecuencias que uno requiere asimilar y responder según su naturaleza. Esto significa que una vez informado de la situación uno piensa en cómo resolverla y abandona la queja, protesta, el abatimiento, etc.
Si tu mal tiene remedio, porque te quejas; si tu mal no tiene remedio porque te quejas”. (Lao-tse)
Esto implica atraer el tercer estado de conciencia y los valores anímicos. Esta clave contrasta ante el nuevo hecho: la actitud automática y carente de control de la personalidad que reacciona con rebeldía y una mente centrada, abierta y receptiva a los acontecimientos. Este estado interior proporciona una respuesta rigurosa y circunscrita a la situación dada y disuelve cualquier brote de preocupación. Por ejemplo, uno se cae, se rompe una pierna y lo ingresan en el hospital. Este evento se puede vivir con paciencia, tolerancia, etc. o con desesperación, frustración, mal-humor, etc. porque se pierde un viaje, los días de playa o parte del verano. Existen múltiples problemas en la existencia que ponen a prueba la sensatez del ser humano.
7º Principio: Las tremendas contradicciones que cargamos dentro, nos amargan la vida”. (La revolución de la dialéctica. Cap. Auto-juicio)
Ante un problema y en la toma de decisiones es necesario meditar para no pretender alcanza un propósito y, paralelamente, su opuesto. Esto es típico de la mente enfrascada en la pluralidad interior.
Esta clave incide sobre el sentido de las alternativas en el momento de formarse la preocupación. Ante un problema, el individuo precisa tomar una decisión entre las opciones que se le abren según su entendimiento. No obstante, la preocupación se instaura debido a que este es incapaz de elegir. En algunas ocasiones, esto ocurre porque las mismas alternativas son contradictorias y uno las mantiene presentes en la mente. Estos escenarios se causan debido a que uno desea dos elementos opuestos simultáneamente. Por ejemplo, uno quiere quedarse en un lugar por ciertos beneficios que halla en él y, al mismo tiempo, desea irse porque está cansado de realizar las mismas tareas y ver a la misma gente. La incongruencia es una característica del ser humano. Ser plural en el ámbito psicológico es que una parte de uno quiere a una persona y la otra parte, la reprueba. Existen multitudes de contradicciones:
Ø      Anhelar conocerse a sí mismo y rechazar las dificultades de la existencia.
Ø      Pretender adquirir valores humanos sin realizar ningún esfuerzo para concretarlos.
Ø      Desear los frutos de una alternativa y, al mismo tiempo, los de otra opción distinta.
Ø      Afirmar que uno va a efectuar una labor y después olvidarla.
Ø      Elegir una opción y no ser consecuente con ella.
Ø      Prometer o comprometerse en una dirección y actuar a la inversa de lo convenido.
Ø      Mantener en la mente a la par dos creencias, planos, proyectos,… antagónicos.
Ø      Etc.
“La gente se auto-engaña para no ver sus contradicciones íntimas”. (La revolución de la dialéctica. Cap. Sobre-individualidad)
Estar contrariado significa que uno desea un escenario pero la realidad despliega otro totalmente diferente. La base de muchas preocupaciones se halla en este hecho. Si la persona no es capaz de cambiar su idea y sentir ante el nuevo contexto, entonces, su actitud ahondará en el error. Esta conducta es propia de personas que carecen de coherencia. En muchos sentidos es una falta de madurez y de experiencia de la existencia, la mente del sujeto no está educada debidamente. Por ejemplo, alguien está enfermo lo que implica ciertas limitaciones. No obstante, este aspira a hacer las mismas cosas que cuando no lo está. Otra forma de incoherencia es negar los hechos, falsearlos, describirlos sin rigor, manipularlos, obviarlos,… Una gran cantidad de comportamientos que indican que la mente del individuo y su personalidad es el primer obstáculo para la resolución de un problema. Estas carencias anímicas son el producto de muchas preocupaciones que derivan en sufrimiento en el ser humano.
8º Principio: No os identifiquéis con ningún acontecimiento; recordad que todo pasa; aprended a ver la vida como una película y recibiréis los beneficios”. (Psicología revolucionaria. Cap. Sucesos personales)
¿Dónde están los problemas de la infancia, adolescencia, de la juventud,…? Cada época de la existencia acarrea sus propias dificultades. Cuando uno se halla inmerso en ellas, las asume con una carga e importancia que es imposible observarlas objetivamente. Este efecto es debido a la identificación. Para uno, en ese momento, los problemas y las preocupaciones que generan son, en muchos casos, tremendos e insalvables. No obstante, el estudiante evidencia que ambos siempre son relativos e impermanentes. Aplicar esta clave con un estado interior adecuado relativiza todo evento y lo coloca en una realidad transitoria. Es decir, pasará. La situación puede ser dolorosa pero no eterna, con el paso del tiempo, se diluirá. Esto mismo ocurre con las preocupaciones que le son inherentes a los problemas, tarde o temprano, desaparecen. Mantenerse consciente ante este hecho contrasta y desmonta la visión extremista de la mente que trata de imponer su criterio absolutista y egocéntrico de la situación que vive.
Conclusión sobre la disolución de las preocupaciones.
Estos son algunos principios básicos de la conciencia pero existen muchos más que uno irá descubriendo según su propio trabajo sobre las preocupaciones. Es necesario no desdeñar que el olvido o disolución de estas es el primer paso para resolver problemas y tomar decisiones de modo lucido y objetivo. En consecuencia para la solución o superación de una adversidad es vital cerciorarse que la mente no interfiere en la expresión de la conciencia o intuición. La práctica de la meditación es útil a esta última si la mente se halla en silencio, serena y en equilibrio y esto no es posible si uno está preocupado. La no identificación sobre un problema es un paso previo para resolverlos. Solo si uno se fascina con una cuestión aparece la preocupación. Esto es fundamental a causa que la conciencia y, por lo tanto, su expresión inspirada e intuitiva es sutil, liviana y lacónica. Esta naturaleza específica de la Esencia es muy diferente a la percepción que uno reconoce cuando los sentidos informan a la mente a través de los estímulos que reciben del exterior. La información del plano físico llega a los centros inferiores del organismo. Por el contrario, la conciencia enseña a través de los centros superiores, el estudiante precisa discernir estas dos entidades diferenciadas. Por esta causa, en la aplicación de estos principios y de sus claves prácticas es necesario el discernimiento. Esta faculta percibe lo que es oportuno, verdadero y justo de lo que no lo es. Detrás de cada preocupación persistente existe un ego y la actividad del subconsciente. Más adelante en el curso se proporcionará la didáctica de la disolución del agregado psicológico para que la Esencia se libere de la pauta que la condiciona.
Método para la resolución de problemas o la toma de decisiones.
Primero de todo, antes de entrar en meditación el estudiante precisa saber cual es el problema. Es decir, tenerlo bien identificado, definido o encuadrado. Si no es así, la persona requerirá estar más presente en los escenarios donde este aparece u observar en una retrospección hasta que uno lo encuadre en el tiempo y el espacio. Es indispensable que los hechos aparezcan con claridad. La conciencia utiliza un lenguaje distinto al centro racional. Este último requiere pensar, emitir pensamientos, ideas, conceptos, etc. encadenarlos con su propia lógica a través de los mecanismos del centro intelectual estudiados en ese tema. Esto mismo es lo que uno siempre realizó desde que uno aprendió a utilizarlo. En cambio, la conciencia se expresa desde los centros superiores, el intelectual y emocional. Es decir, no piensa ni conceptúa, precisa visualizar los hechos objetivamente, sin intervención de la mente, su inspiración se fundamenta en la realidad.
La resolución de un problema complejo precisa de la ciencia de la meditación, aunque la inspiración puede llegar en cualquier momento. Una vez que se alcanza la fase de concentración, dharana, uno apela a la imaginación creadora. Esta etapa de la meditación se establece, si y solo si, la mente se halla serena y en silencio. En este caso, la pantalla de la mente[13] es el espejo o la herramienta que la conciencia utiliza para observar el asunto que uno anhela solventar.
Un problema consta de hechos. Estos últimos son sus premisas, las cuales están vinculadas a su resolución. Es necesario visualizar en la pantalla mental los acontecimientos de modo retrospectivo, sin añadir ni eliminar nada, o la imagen que retrata la cuestión que está en estudio. Este proceso es muy importante porque las alternativas que surgen para su solución son determinadas por estos mismos eventos que componen el problema. Por lo tanto, observar atentamente el escenario hasta que uno lo contempla claramente y discierne sus elementos principales, aquellos que son útiles para la solución.
Algunas veces, la solución aparece en esta primera fase del análisis de la dificultad.
Si no fuera de este modo cuestionarse: ¿cuales son los eventos que delimitan las opciones? Estos hechos que componen el problema son las causas de cada una de las posibles vías de la resolución. Fijar la atención en esa opción o vía a través de su imagen; atraer el sueño y en duermevela[14] inspirarse para que la conciencia se exprese y uno pueda intuir las consecuencias de esa opción. De este modo, uno constatará si esa alternativa es la línea a seguir hasta su resolución. En el caso que no lo sea, repetir el proceso con otra vía u opción.
Si uno no capta una solución viable a través de las opciones, visualizar de nuevo la escena del problema de modo retrospectivo, atraer el sueño y discernir todo aquello que surge en la pantalla mental. Recordar que la conciencia se expresa de modo sutil, por lo que es necesario estar presente a todo lo que uno percibe y no olvidarlo.
Una vez hallada la solución[15] establecer una estrategia a través de la imaginación creadora en los centros para llevarla a buen término y con la cadencia justa. Esta requiere orientarse a través del recto pensar, sentir y obrar y auxiliada por los valores humanos[16]. Es decir, trasladar la solución a los hechos. En cada acción estar presente a la expresión de la conciencia. Observar y reflexionar sobre la gestión emprendida, aprehender y sobrepasar las resistencias y los obstáculos que se presentan ante la solución.
Resumen de la técnica en meditación para hallar una solución.
Ø      Alcanzar la fase de Dharana, silencio y serenidad mental.
Ø      Retrospección de la escena del problema. Si uno no halla respuesta, profundiza.
Ø      Discernir los hechos relevantes que condicionan la solución.
Ø   Concentrase en cada uno de ellos por separado y atraer el sueño para captar la propuesta de la conciencia. Cada uno de estos hechos encierra una vía posible de solución o puede contribuir a ella.
Ø      Finalmente, si todavía no se expresó la conciencia, realizar una nueva retrospección del problema según la cadencia de los hechos, atraer el sueño y esperar pacientemente la inspiración.
En el caso que uno termina su meditación y no halló la respuesta al problema, no desesperar y repetir la meditación al día siguiente. Durante el día estar presente porque la solución puede llegar en cualquier momento. La conciencia es soberana y se expresa cuando ella misma lo considera oportuno o encuentra espacio para hacerlo.
Un error muy común es utilizar las mismas estrategias para distintos tipos de problemas. Esta forma de afrontar las dificultades conlleva repetir las mismas actitudes ante situaciones diferentes obviando la realidad y sus características. Asimismo, esta conducta implica dejar de lado los recursos de la inteligencia y confrontarse a los eventos a través de patrones mentales. Normalmente, estos originan errores que pueden evidenciarse a través de las consecuencias que acarrean.
“Al aplicar una solución previamente elaborada a un problema nuevo, se desconocen las condiciones específicas, sus causas, la singularidad de los actores involucrados y la efectividad de que el problema se resuelva con esta única solución”. (IIPE Buenos Aires - Unesco. La resolución de problemas. Instituto internacional de planteamiento de la educación)
Tabla de ilustraciones.
Pág. 3.- “La mujer del sweater rojo”, (1935). Autor: Antonio Berni. Localización: Fundación Constantini, Buenos Aires.
Pág. 6.- “Angustia”, (1950). Autor: David Alfonso Siqueros. Localización: Colección privada.
Pág. 8.- “Retrato del Dr. Paul Gachet”, (1890). Autor: Vincent Van Gogh. Localización: Colección Privada.
Pág. 14.- “Antíoco y Estratónice”, (1774). Autor: Jacques Louis David. Localización: Escuela superior de Bellas Artes, París.
Pág. 16.- “Silencio Interior”, (1908). Autor: Carlos Schwab. Localización: Colección Particular.
 
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[1] No se refiere a aquellos problemas que uno la desconoce sino a hechos como el paso del tiempo, una catástrofe natural, una acción pasada, etc.
[2] Ego, personalidad o Esencia.
[3] Se define como un estado de inquietud, desasosiego, desvelo, ansiedad, desazón, o temor producido ante una situación difícil, un problema…
[4] Vinculada a los diversas funciones.
[5] Existe la posibilidad de que una persona se preocupe por una ficción, un evento inexistente, etc. pero esto entra dentro del estudio de la fantasía. Asimismo, hay individuos que se preocupan por acontecimientos que todavía no han ocurrido o que pueden acontecer, por la incertidumbre,… Esto se vincula con el agregado psicológico del miedo y se analizará en un tema posterior.
[6] Depende de la naturaleza del problema.
[7] Algunos autores las denominan obsesivas. Sin embargo, en este texto no se refiere a ellas en un sentido patológico, aunque podrían alcanzar ese estado.
[8] La reacción emocional puede surgen inmediatamente después de la información sin saber si tiene fácil solución o no.
[9] Esta enfermedad puede ser causada por innumerables variantes biológicas y psicológicas que en muchos casos se desconocen.
[10] Frase atribuida a Albert Einstein.
[11] Para mayor detalle de este análisis ir a la sección de prácticas.
[12] Intelectuales, emocionales y motorices.
[13Esta es el lugar donde se procesa el pensamiento y la capacidad de imaginar lo que vemos con los ojos, pero en este caso, uno visualiza con los ojos cerrados.
[14] Entrar en la 4ª fase de la meditación, llamada Dhyana.
[15] Una solución a un problema implica captar el “qué hacer”.
[16] La segunda etapa para culminar favorablemente la solución se centra en el “cómo hacer”.