“No
sigas discutiendo ya acerca de qué tipo de cualidades debe reunir el Hombre
bueno, sino trata de serlo”. (Marco Aurelio. Meditaciones. Libro X. 16)
Introducción.
El auto-conocimiento
es una enseñanza que se fundamenta en el estudio del Hombre. El objetivo de su
práctica se concentra tanto en el descubrimiento de la auténtica realidad
interior como del desarrollo de lo que es “esencial”
a toda persona. En la Esencia libre se ubica el principio inteligente y la
voluntad para que cada individuo despliegue su naturaleza anímica. Un “ser humano”, en un sentido ético y
trascendente, se caracteriza cabalmente por el ejercicio de su humanidad. El
individuo es el máximo responsable de su estructura psicológica, de lo qué es y
de cómo emplea sus facultades. Básicamente, todos los “valores humanos” se edifican sobre alguno de estos cinco pilares:
verdad, libre albedrío, amor, inteligencia y voluntad. Por ejemplo: la
paciencia, la ternura, la bondad, la sencillez, la diligencia, la serenidad, la
humildad, el valor, etc. Estos atributos son intrínsecos a todo sujeto, su
concreción en la existencia dependen directamente del porcentaje de Esencia
libre que cada uno acarrea y de su voluntad de emancipación.
Este tema profundiza
sobre lo qué es el Hombre como Ser y del crecimiento de sus infinitas
posibilidades internas. Esta disciplina asocia el término “Ser” a lo que uno es verdaderamente y lo define como el
conocimiento cabal de sí mismo y el justo uso de sus facultades humanas. Esta
realización del Ser es posible en la medida que el estudiante despierta su
conciencia. Esta última abarca el principio inteligente e integra en armonía
todas estas cualidades anímicas. En consecuencia, cuanto mayor es el porcentaje
de “conciencia despierta” de la
persona, mayores son el conocimiento que acarrea de sí mismo y la capacidad de
desplegar sus virtudes. Inversamente, cuanto menor es el porcentaje libre de
conciencia, menores son su sentido de humanidad y conocimiento de sí. Estas dos
últimas afirmaciones corresponden a la definición del “nivel de Ser”. Asimismo, otra forma de describirlo es a través del
porcentaje de ego o Esencia embotellada. Para seguir el paralelismo, cuanta
menos proporción de agregados psicológicos carga uno en la psiquis mayor es su
nivel de Ser. Cuanta más proporción de egos arrastra uno en el alma, menor es
su nivel de Ser. Del mismo modo que existen distintos niveles sociales,
económicos, éticos, etc. entre los individuos, igualmente, existen diferentes
niveles de Ser.
Esta cuestión del nivel de Ser proporciona una serie de
reflexiones y alternativas que son vinculantes a la personalidad, a la Esencia
y trasciende a la vida particular. El alumno precisa aprehender con todo su
realismo qué importancia tiene establecerse en un determinado grado de
conciencia y las consecuencias que esto acarrea. En este texto se ahonda en
estos conocimientos y anima a la práctica de modo que uno evidencie por sí
mismo su validez y le ayude en su inquietud de progresar íntimamente.
“…Luego,
con los ojos fijos en tu tarea, indágala bien y teniendo presente que tu deber
es ser hombre de bien, y lo que exige la naturaleza del hombre, cúmplelo sin
desviarte y del modo que te parezca más justo: sólo con benevolencia, modestia
y sin hipocresía.”
(Marco Aurelio. Meditaciones. Libro VIII. 4)
Un joven disfruta de una posición económica estable a través de su
empleo lo que le permite vivir holgadamente. Sin embargo, su familia pasa por
una situación compleja debido a que el padre se halla en paro por diversas
causas. Ante este hecho a la persona se le abran dos alternativas:
1) Ayudar
económicamente a su familia.
2) Aludir
que ahorra para casarse y no puede contribuir en la manera que su familia lo
necesita.
En el primer caso,
cualquiera observa que el joven muestra unos valores humanos y una renuncia a
ciertos intereses o planes de la personalidad. Con hechos, este denota una
conciencia de la situación que puede ser más o menos profunda. Esta decisión no
conlleva necesariamente incumplir con sus anhelos de boda. Lo importante no es
el dinero que se invierta en esta, sino el amor de la pareja. Desde el
auto-conocimiento, este proceso implica un esfuerzo porque a pesar de su
comprensión, puede que parte del subconsciente se rebele a esa decisión.
Incluso, podría ser presionado de alguna manera por su novia.
En el caso de la segunda opción, la persona coloca en prioridad
los proyectos de su personalidad y su rasgo egocéntrico. También, esta
reacciona de este modo a su miedo de no tener suficientes medios económicos
para contraer matrimonio o no desea problemas con su novia, etc. En este caso,
no se refuerzan ante la situación valores humanos porque él no es causa de
alivio a las necesidades de su familia. Tampoco, el individuo se enfrenta a sus
propios miedos y se deja llevar por sus planes predeterminados. Esto conlleva
que el joven relega el instante presente y no disfruta de una conciencia cabal
de cuales son las auténticas prioridades del desarrollo interior.
En este sencillo y concreto ejemplo[1], la elección de la primera
alternativa indica un nivel de Ser superior que en el caso de la segunda. La
causa se halla en que la primera opción infiere un sentido de humanidad y un
estado de conciencia que se carece en la segunda. De esta condición psicológica
se derivan diversas realidades que a continuación se enumeran:
Ø Todo
ser humano es el vehiculo en el ámbito psicológico de unos valores positivos y
negativos.
Ø Cualquier
componente del género humano posee un determinado nivel de Ser porque todo
individuo es acreedor de un porcentaje definido de conciencia libre. Aunque
este sea nulo. Descrito de otra manera, cualquier persona acarrea un porcentaje
de Esencia embotellada o ego.
Ø La
suma o el conjunto de todos los posibles niveles de Ser constituyen de modo
simbólico una escalera[2].
Ø Esto
implica que el nivel de Ser de cualquier persona se refleja en esta escala.
Esta escalera alberga desde el nivel de Ser de la persona más alejada de su
propia realidad hasta el nivel que integra su auténtica naturaleza en su grado
máximo.
Ø Esto
significa que existe una relación entre todos los seres humanos desde la
perspectiva de la conciencia.
Cada uno ocupa un lugar preciso en esta escala. Esto explica el efecto de las
afinidades psicológicas.
Ø Toda
persona en los diferentes avatares de la existencia se halla siempre ante dos
alternativas. Una que ahonda o baja su nivel de Ser debido a que la conciencia
se halla ausente, se identifica y las decisiones la adopta la personalidad o el
ego. La otra elección, opuesta al anterior, considera la expresión de la
conciencia y el despliegue de los valores humanos.
Ø La
existencia de cada sujeto se relaciona íntimamente por su estado anímico o
nivel de Ser. Cuando hay identificación, la acción se basa en lo conocido, lo
que uno acarrea a través de su experiencia subjetiva. El modo de pensar y
sentir es condicionado por una carencia de conciencia y valores. Esto implica
que el nivel de Ser baja considerablemente, comete errores y provoca
sufrimientos. En el auto-conocimiento, a este proceso psicológico se denomina
vivir en la línea horizontal de la existencia. Esta definición concuerda con un
desarrollo interior plano, nulo. La Esencia no retira de esta acción ningún
aprendizaje. Contrariamente, si la conciencia está presente en la escena y el
individuo reacciona con valores humanos, entonces este transita por la vía
vertical. Esta descripción corresponde a un crecimiento interior y, por lo
tanto, un aumento del nivel de Ser.
Ø Finalmente,
los estados interiores definidos en esta escala son los responsables de atraer
las circunstancias de la existencia. Por ejemplo, cuando una persona se
convierte en alcohólico, este elemento psicólogico le atrae una gran cantidad
de problemas tanto a su persona como a su familia.
Antes de desarrollar estos puntos se explica el sentido de
humanidad y su relación con la integridad del Hombre verdadero que corresponde
a un nivel de Ser. Esto conlleva que el término Hombre indica ciertas
características anímicas que no todos los individuos acarrean internamente. La
concreción de este nivel de Ser es la aspiración legítima de toda alma y de
todo estudiante que anhela conocerse a sí mismo.
El “ser humano”
requiere de un proceso de perfeccionamiento.
“Mas
yo le replicaría con esta justa razón: Te equivocas, amigo, si piensas que un
hombre debe calcular el riesgo de vivir o morir, incluso siendo insignificante
su valía, y, en cambio, piensas que no debe examinar, cuando actúa, si son
justas o no sus acciones y propias de un hombre bueno o malo”. (Marco Aurelio. Meditaciones.
Libro VII. 44)
En general, el ser
humano precisa aumentar su nivel de Ser, alcanzar un grado de conciencia y
rasgos psicológicos que caracterizan a un “Hombre
auténtico”. En un sentido trascendente, un Hombre real es una persona que
posee suficiente conciencia de sí misma y es capaz de desarrollar en su vida
las cualidades que le son propias. Uno requiere cuestionarse si acarrea
suficiente amor y sabiduría en la existencia. Esta reflexión se expone en orden
a los principios anímicos, a la conciencia y frente a los diferentes niveles de
Ser. La pregunta que uno necesita responderse con sinceridad es si uno posee
suficientes valores humanos. ¿Disfruta uno de suficiente valor para enfrentarse
a las dificultades? ¿Fortaleza, serenidad, lucidez,…? ¿Es capaz uno de ponerse
en el lugar de los demás? ¿Es comprensivo, amable? ¿Se abstiene de juzgarlos?
¿Controla la palabra, renuncia a la crítica cuando alguien hace o dice algo
impropio? ¿Es suficientemente humilde, sencillo, tolerante, paciente,…? ¿Posee
la voluntad justa para llevar a buen término sus anhelos? ¿Es perseverante,
diligente, responsable,…? ¿Disfruta uno de equilibrio y armonía interior? Etc.
Si la respuesta del estudiante a todos estos interrogantes es que todo se puede
mejorar, significa que este admite que precisa perfeccionarse. Mejorar en el
ámbito humano implica aumentar el porcentaje libre de su conciencia y, por lo
tanto, el nivel de Ser. ¿Qué indica perfeccionarse internamente? Todo ser
humano posee una psiquis que carga con unos valores que en la medida que
corresponden con su humanidad se consideran “positivos”,
como son: virtudes, facultades,… Contrariamente, todo individuo acarrea una
deficiencia o carencia de estos mismos valores de humanidad y que se consideran
“negativos”, es decir, son defectos.
Por ejemplo, la carencia de coraje indica miedo; la falta de humildad se
convierte en orgullo; la carencia de paciencia se manifiesta como impaciencia;
etc. Esta falta de humanidad en la persona se traduce en ego o alma embotellada.
En consecuencia, todo sujeto es, en el ámbito psicológico, un punto matemático
donde convergen unos valores positivos y negativos, atributos y sus carencias.
Perfeccionarse o crecer anímicamente es descubrir, comprender y
eliminar en los hechos esta carencia de valores o egos. Este esfuerzo
constituye un auténtico beneficio para el estudiante debido a que todo defecto
establece en la mente un modo de percibir, pensar, sentir y actuar erróneo. La
aplicación de las claves y enseñanzas del auto-conocimiento es una tarea
indispensable en el proceso de emancipación de la conciencia. A través del
trabajo interior se derriban estas trabas y agregados psicológicos que impiden
que estas facultades se desplieguen de modo natural cuando se requieren. En el
sentido que uno elimina defectos, se purifica psicológicamente. El aumento del
nivel de Ser es un logro en adquirir inteligencia práctica, equilibrio interior
y humanidad y, a este respecto, se perfecciona. Esta realidad íntima es
imposible sin un anhelo sincero y una real participación responsable de la
persona. Por lo tanto, el alumno se halla en todo instante de la existencia
ante dos alternativas:
- El no ocuparse de su desarrollo interior, olvidarse de sí mismo y vivir identificado al ritmo que marca su personalidad y las limitaciones de sus carencias. Esta opción se denomina vía “horizontal” debida a que no acarrea una emancipación de la Esencia y sí refuerza la personalidad y transita en lo conocido.
- El estar presente a lo que ocurre tanto física como psicológicamente, practicar y conocerse a sí mismo. Esto implica una observación cabal de sí mismo y abandonar la identificación que procede de diferentes fuentes. Esta alternativa se conoce como vía “vertical” a causa que transita hacia el ascenso en el nivel de Ser.
A continuación se ahonda en las características de estas dos
sendas.
La línea o vía
horizontal de la existencia.
“La
personalidad se desarrolla y desenvuelve en la línea horizontal de la vida”. (Tratado de psicología
revolucionaria. Cap. La escalera maravillosa)
Cuando un individuo
ingresa en estos estudios transita la vía horizontal. Comúnmente, este es
responsable de los compromisos que adquiere; Cumple con las tareas que le
asignan en su empleo; Es amable con las personas que le rodean, servicial con
sus compañeros; Ama a los miembros de su familia y, según las circunstancias,
se sacrifica por colmar sus necesidades y esperanzas; Asimismo, es moderado en
sus aficiones; En el ámbito psicológico busca el equilibrio, orden y la armonía
con lo que es, le gusta, desea o le hace feliz; Trata de limar asperezas;
Intenta rectificar su comportamiento cuando detecta que no es idóneo; Etc.
Quizás alguna persona piense que no alcanzó todavía este nivel de Ser. Sin
embargo, aunque esta descripción corresponda a la realidad, no indica que uno
recorre la línea vertical. Cualquier sujeto se halla en un nivel de Ser, más
alto o más bajo, según su porcentaje de conciencia libre. No obstante, la vía
vertical se distingue por una acción voluntaria y consciente dirigida a la
emancipación de la Esencia. Si uno no se esfuerza por conocerse a sí mismo y su
centro de gravedad psicológico se ubica en la personalidad, su existencia fluye
de modo uniforme. En estas condiciones, el ser humano se sitúa en un mismo
peldaño de esta escalera desplazándose de modo mecánico, inconsciente y
horizontal. Esta vía plana de la vida se recorre cuando el individuo focaliza
su centro de gravedad psicológico en la personalidad o en el ego. En ella, este
realiza todas las actividades que son propias de la existencia sin una atención
particular.
Un niño nace, crece,
influenciado por su entorno y ciertas características de su Esencia tanto libre
como embotellada. Cuando este alcanza la pubertad, lucha por su autonomía y en
la juventud requiere hacerse digno de ella. Esto implica que durante todo el
proceso hasta la madurez, el individuo originó una forma de percibir la
existencia dependiente de su experiencia subjetiva. Asimismo, uno creó un
talante en su relación con los demás; estableció unas ambiciones; adquirió unos
conocimientos, un modo de pensar, sentir, una educación, profesión, etc. Sin
embargo, en todo este proceso es necesario preguntarse si la persona se ocupó,
igualmente, de prosperar anímicamente. Si esta disfruta de conciencia de sí
misma; si aprende de sus propios errores; si reflexiona sobre su condición
humana: sus miedos, dudas, complejos, manías, etc. los comprende y supera; si,
con el paso de los años, consigue domino y conocimiento de sí; deja de sufrir.
En suma, el infante
experimenta un crecimiento en todos los ámbitos: racional, emocional, motriz,
instintivo y sexual. Pero su conciencia no progresa en la adquisición de
discernimiento, lucidez, serenidad, fortaleza,… ante la realidad. La
personalidad es una respuesta psicológica automática e inconsciente vinculada
al crecimiento de las funciones y de un particular entorno. En el ámbito
psicológico, durante todas las etapas de la existencia: infancia, adolescencia,
juventud y madurez, este aprende estrategias, actitudes, patrones,… pero no
libera conciencia. No obstante, la identificación con el ritmo de vida, las
preocupaciones, los proyectos, deseos, las frustraciones,… es mayor. Con el
paso del tiempo, la identificación, fascinación y el sueño se acrecientan.
Desde la conciencia, la evolución del niño durante la formación de su
personalidad se percibe como un detrimento de su Esencia libre. Todo este
proceso se realiza de modo horizontal y uniforme desde la escala de los
distintos niveles de Ser porque no existe una auténtica participación de su
conciencia. El ser humano en el transcurso de su aprendizaje se halla cada vez
más identificado consigo mismo, con los demás, sus actividades y sus deseos.
Normalmente, un niño se incorpora a la existencia con un porcentaje de +
3% de conciencia libre y cuando alcanza la madurez continúa con este mismo
grado. Si al sujeto no le ocurre algo en su existencia y se origina un
cuestionamiento sobre su propia vida que le provoque un anhelo de
trascendencia, este permanecerá en este estado. Por esta causa, la existencia
aprehendida y vivida desde la personalidad no suministra un progreso anímico.
La línea horizontal
es la vida de toda mujer y todo hombre que desempeña una gran cantidad de
responsabilidades, acumula experiencias, información, cultura, saberes,… No
obstante, todo se procesa de modo recurrente y subjetivo, uno advierte como
desfilan los años y no está suficientemente presente a lo esencial. En esta
vía, el ser humano nace, se desarrolla como persona, contrae matrimonio, disfruta
de los hijos, envejece y deja este mundo, sin despertar a su auténtica realidad
interior. Esta senda uniforme, desde la perspectiva del nivel de Ser, es
aquella que recorrieron los abuelos, padres y las generaciones anteriores.
Estos tuvieron que vivir, luchar y sobrepasar una gran cantidad de problemas,
sufrimientos, dificultades,… Sin embargo, su conciencia no supo extraer de
estas experiencias el material didáctico para su emancipación. La existencia
observada desde un mismo nivel de Ser se asienta en el centro de gravedad de la
personalidad. En consecuencia, uno la vive de modo relativo, subjetivo e
iterativo porque estas son sus características.
En esta vía
horizontal, el ego se refuerza en cada identificación; el subconsciente se hace
más presente e interfiere en la vida condicionándolo a uno cada vez más. El
individuo ignora que posee una psicología particular y cuando, cansado de
repetir lo mismo, quiere cambiar sin la conciencia suficiente observa que su
vida se complica. Aunque este es incapaz de percibir las causas reales. Esto es
debido a que la identificación se acrecienta y, normalmente, el nivel de Ser
tiende a bajar. Con el paso del tiempo, la existencia del sujeto se enreda, se
hace pesada, se carga de preocupaciones, se amontonan las incertidumbres,
dudas,… Estos estados interiores en la mayoría de los casos se superan pero
queda siempre un punto de desencanto o frustración que conlleva una
consecuencia psicológica en el subconsciente. Esto es muy evidente con los
problemas de alcoholismo y la drogadicción, pero acontece en muchas facetas de
la existencia. Como por ejemplo, con el cambio de empleo[3]. Muchas personas no están
satisfechas de su vida laboral y cambian su entorno, pero con el tiempo vuelven
a sentirse del mismo modo. Otros cambian asiduamente de relación sentimental
con igual resultado; asimismo, los amigos, el lugar donde viven, etc. Varían la
parte externa de sus vidas pero internamente los estados son los mismos. Esto
acaece porque el nivel de Ser no cambia y a través de él, uno atrae las mismas
circunstancias a su vida. Esto es propio de una línea horizontal. Todo lo que
ocurre sobre la superficie del globo terráqueo está íntimamente inferido por
los mismos estados interiores y estos se asocian a los niveles de Ser. Esto
explica que, por ejemplo, los casos de corrupción política, social,
empresarial, financiera, y en todos los ámbitos se halle generalizada. En
cualquier lugar donde se maneja una considerable cantidad de dinero la
corrupción se halla latente porque el nivel de Ser de las personas se procesa
en una dimensión horizontal. Si la tentación se presenta desde el
subconsciente, el individuo carece de conciencia y valores humanos para
comprender a qué proceso psicológico está sometido. Por lo que uno termina
cayendo identificado arguyendo todo tipo de justificaciones sin apreciar que
acaba de bajar de nivel de Ser.
El estudiante se
halla en la vía horizontal pero esta goza de unas propiedades que facilitan la
ilusión de vivir en un progreso y avance en todos los ámbitos. Normalmente, uno
cree que esta vía es la senda de la prosperidad, de la evolución humana porque
externamente uno disfruta de mayor comodidad, bienes materiales, seguridad,
bienestar, sistemas de producción… Uno asimila está evolución al factor tiempo,
el paso de los años conlleva un florecimiento material, tecnológico,… No
obstante, el tiempo no proporciona, tal como se evidencia a través de los
hechos, un ascenso psicológico ni de la conciencia ni de los valores humanos.
Es decir, el tiempo, por sí mismo, no produce conciencia ni le añade humanidad
al individuo. Este dogma se halla firmemente establecido por la ilusión que
produce el bienestar material. Sin embargo, uno es incapaz de percibir que este
progreso unidireccional dirigido hacia lo exterior provoca cada vez más sueño
en la conciencia del ser humano.
La línea horizontal es la que mantiene vivos los dogmas, las
costumbres, tradiciones, ortodoxias, los apegos,… es una modo uniforme de
entender la vida. Las costumbres se transmiten de padres a hijos y aunque
existe siempre una transformación según la época, estas tradiciones conservan
sus elementos principales. Esto es muy común en las fiestas de los pueblos,
barrios y ciudades; en celebraciones sociales, religiosas, familiares, etc.
Esta vía horizontal genera un sentimiento cíclico que reconforta a muchas
personas como, igualmente, fastidia o aburre a otras. Asimismo, se hace patente
en las personas mayores. Con el paso del tiempo, uno se hace clásico, se
arraiga a su época, a sus experiencias, aquellas que muchas veces de joven
combatió o trató de sobrepasar. Sin embargo, una vez alcanzada la madurez, el
individuo trata de enseñárselas a sus hijos. Estos son síntomas de una realidad
psicológica horizontal, es decir, la conciencia individual no comprende
cabalmente las propiedades de la vida ni de su psiquis. El aprendizaje sobre la
mente del ser humano es incipiente y los hechos afrontados desde la
identificación no atraen una aprehensión profunda de la auténtica realidad
interior. Si uno vive mecánicamente sin un verdadero estado de presencia; si el
estudiante no realiza un esfuerzo por establecer su conciencia en el tercer
estado, este permanecerá en un mismo nivel de Ser, en la línea horizontal de la
vida. La persona será un eminente abogado, un medallista olímpico, un poderoso
empresario, un político reconocido, un padre de familia bien avenida, un
estudiante brillante, una madre que goza del amor de sus hijos, un gran
profesional en cualquier ámbito de la vida laboral,… No obstante, esta no
disfrutará de una conciencia despierta, intuición, paz interior, bienestar
integral, equilibrio, armonía, ni gozará de felicidad, del amor auténtico, ni
aprehenderá la verdad de un evento, etc. El alumno no aumentará su nivel de
humanidad, de Ser, ni hollará la senda vertical.
La línea o vía vertical
de la Esencia.
“La
dicha del hombre consiste en hacer lo que es propio del hombre. Y es propio del
hombre el trato benevolente con sus semejantes, el menosprecio de los
movimientos de los sentidos, el discernir las ideas que inspiran crédito, la
contemplación de la naturaleza del conjunto universal y de las cosas que se
producen de acuerdo con ella”. (Marco Aurelio. Meditaciones. Libro VIII. 26)
En principio, la vía
vertical es desconocida para la gente. De alguna manera, para iniciarse en un
proceso de emancipación interior, es necesario que la persona sea informada de
su existencia y que, además, disponga de cierta inquietud espiritual. Si un
sujeto disfruta de la vida en los términos que la experimenta y no existe por su
parte ningún tipo de cuestionamiento sobre su trascendencia no le interesará la
línea vertical.
Por otra parte, la
vía horizontal concibe inquietudes ya que la falta de conciencia conlleva que
el ser humano cometa errores que atraen todo tipo de sufrimientos. El anhelo de
muchos alumnos se forja en esta vida plana y algunas veces vacía debido a que
cansa y aburre; aunque lo que más desvelos provoca esta alternativa horizontal
es el dolor y la adversidad. Realmente, numerosas personas sienten un indudable
afán por acabar con la ignorancia de tipo psicológico y la fuente de los
padecimientos que acarrea. Pero no siempre esta inquietud halla una mente
abierta y consecuente para emprender una labor encaminada a conocerse a sí
misma verdaderamente y liberar la Esencia.
Una de las cuestiones más importantes de la línea vertical es que
no se enseña en la escuela, nuestros padres la ignoran, la sociedad la
cuestiona y ciertos poderes la acosan. Por esta razón, esta enseñanza es
difícil hallarla suficientemente integra y con sus axiomas fundamentales preservados.
La característica principal de esta vía es que se recorre desde el plano
interno y no muestra signos relevantes en el mundo externo. Esta opción se
apoya sobre el hecho que la vida es un aprendizaje, un medio para el desarrollo
interior. Esta concepción es nueva, diferente y opuesta de la existencia
horizontal que pregona la vida como un fin en sí mismo. En consecuencia, el
aumento del porcentaje de conciencia y del nivel de Ser se erige sobre un
constante esfuerzo orientado a este menester. La atención requiere trasladarse
de la personalidad hacia la Esencia. Por lo tanto, esta observación se divide y
se dirige hacia los dos planos donde se halla la persona: el psicológico y el
físico. Si uno anhela percibir su estado interior necesita estar presente a él.
Asimismo, el estudiante capta con su presencia donde se halla físicamente
porque es de sentido común mirar por donde uno camina, escuchar a quien le
habla, etc. El ser humano se compone de un cuerpo físico y una psicología
particular por lo que es fundamental estar presente a todos los aspectos de lo
que uno es. El conocimiento de sí mismo se nutre de esta singularidad y
realidad. La observación simultánea de lo que uno hace, habla, piensa y siente
junto al lugar donde está. Este es el sentido real de la práctica de estar
presente, el aquí y ahora. En la medida que un alumno se compromete en esta
práctica se inicia en la vía vertical y cuando este se olvida de sí mismo se
halla en la vía horizontal. Lo que significa que en cada instante estas dos
alternativas se presentan ante el estudiante y su inquietud de Ser es la que
decide. Dejarse llevar por las circunstancias es identificarse, recorrer un
tramo horizontal hasta que uno recupera el estado de presencia. Contrariamente,
si el individuo mantiene la atención sobre sí mismo, evita la identificación y
transita sobre la senda vertical, hasta que pierda la guardia.
“El
trabajo al que nos estamos refiriendo es de tipo psicológico; se ocupa de
cierta transformación del momento presente en que nos encontramos”. (Tratado de psicología
revolucionaria. Cap. Rebeldía psicológica)
En consecuencia, la
línea vertical se caracteriza por el trabajo que la persona desempeña en el
ámbito psicológico. Este afán por establecer un estado de conciencia superior
al centro de gravedad de la personalidad evita la identificación y la caída en
los mismos errores de antaño. El anhelo por cambiar el nivel de Ser y su
correspondiente esfuerzo son los que inducen un bienestar y equilibrio íntimo
debido a que uno se aleja del subconsciente y del ego. Con la práctica del
auto-conocimiento es posible que la persona alcance aprehender defectos y
carencias que siempre causaron sufrimiento ajeno y a sí mismo. El
descubrimiento interior es el primer paso hacia la comprensión y erradicación
del ego. Este enfoque convierte un evento cualquiera de la de la vida en un
ascenso real del nivel de Ser y de la emancipación del alma. Esta realidad se
consume a causa que un agregado psicológico es un hábito y una carencia de
virtud en sí mismo alojado en el subconsciente. Por consiguiente, la
eliminación de un defecto restablece esta virtud en la conciencia del Hombre.
En este sentido, la
existencia acarrea sus inevitables dificultades y pruebas. No obstante, estas
son vividas desde una óptica diferente, nueva y productiva de conocimiento, no
se perciben con la personalidad sino desde el desarrollo interior. Esta visión
es proporcionada por el estado de presencia y el afán de despertar. Es
indudable que esta perspectiva es fundamental de la vía vertical y se aleja de
los patrones horizontales. El cambio de enfoque permite advertir que el orden
de ciertas prioridades que uno establece en la existencia precisa ser
reflexionado. Por ejemplo, disponer las actividades diarias para que la
meditación esté presente y sea realizada con una calidad suficiente. El asistir
al curso para revalorizar el conocimiento, aprender las técnicas, claves y
aclarar dudas. Asimismo, en la vida cotidiana, mantenerse presente, enfocar la atención
sobre los eventos de modo que retire un aprendizaje para adquirir conocimiento
de sí mismo. Esta realidad incluye que si el alumno anhela una relación
diferente con su vida y un cambio en su estructura psicológica tendrá que
realizar una acción distinta a lo que acostumbra hacer.
Desde la perspectiva psicológica, la vía vertical es dinámica. El
esfuerzo por mantenerse aquí y ahora implica un trasiego de la psiquis debido a
que la conciencia se desplaza continuamente de piso. Algunas veces, uno está
presente y sube por las escaleras del primer piso hacia la auto-conciencia.
Poco de después, la atención del sujeto es atraída por un estímulo exterior y
su personalidad interviene, por lo que la conciencia baja las escaleras a la
planta baja. Justo en estos instantes, el ego de la impaciencia aparece y de
nuevo la conciencia baja los peldaños hasta el sótano donde permanece durante
un tiempo. Luego, la personalidad vuelve a recuperar la atención y la
conciencia sube de nuevo la escala hacia la planta baja. El individuo se
recuerda a sí mismo, la conciencia sube los escalones del primer piso, y así
sucesivamente. En cada subida y bajada, el nivel de Ser acompaña a la persona.
La cuestión es que cada vez que la conciencia sube hacia el tercer estado comporta
una visión diferente sobre la propia vida y la personalidad del individuo. Esto
produce en él dos tipos de reacciones psicológicas dependiendo de quien
interprete esta nueva experiencia:
Ø
La
Esencia libre se anima al observar y aprehender lo que uno es en los hechos,
reconoce la realidad y objetividad que proporciona la conciencia. Aunque lo que
advierte de sí no sea digno de ella. Este estado interior se traslada a la
persona que no olvida sus inquietudes.
Ø Por
otro lado, la personalidad recibe igualmente la información percibida por la
conciencia desde sus principios. En muchos casos, esta no admite con agrado
esta intrusión en su forma de ser y rechaza la aprehensión de la conciencia
sobre lo que ella es, piensa, siente o hace. Esta respuesta ocurre porque esta
última desea un equilibrio pero lo quiere a su manera y ritmo, en su
concepción, ella se siente amenazada. Si el estudiante se halla presente
comprende esta reacción y la incorpora a su esfuerzo por conocerse. El anhelo
por liberar la Esencia embotellada es lo que mantiene firme, vigente y renovada
la tarea emprendida en la vía vertical. Este no olvida que su meta es el
bienestar integral, la adquisición de humanidad y el despertar de su
inteligencia práctica.
“No
pienses, si algo te resulta difícil y penoso, que eso sea imposible para el Hombre;
antes bien, si algo es posible y connatural al Hombre, piensa que también está
a tu alcance”. (Marco
Aurelio. Meditaciones. Libro VI. 19)
Esta senda se
caracteriza por diversas exigencias: una labor continua, el manejo de la
atención, disposición, reflexión, meditación, etc. lo cual causa, a la postre,
un estorbo y malestar a la personalidad. Esta necesidad de concentración hacen
la vía vertical estrecha, incómoda, impopular y, ciertamente, solo un pequeño número
de personas opta por ella. En cambio, la vía horizontal es percibida con
satisfacción e interés por la mayoría de la gente, la cual no comporta ningún
esfuerzo ni atención en el plano psicológico. No obstante, la fascinación en la
vida horizontal y el sueño de la conciencia encierran sus propias desventajas y
perjuicios. Una existencia uniforme y plana en el ámbito de la Esencia
imposibilita el bienestar integral. Esta última llena de cargas psicológicas al
individuo. La identificación es la vía de la preocupación, del desasosiego, del
binomio satisfacción-frustración, del miedo, del aburrimiento,… finalmente, del
sufrimiento y de la incomprensión. El sueño de la conciencia encamina a la
persona a ser víctima de sus propios errores. Las comedias, tragedias y los
dramas son intrínsecos de la vida horizontal. Esta verdad alimenta los diarios
de la prensa escrita, radio, televisión, etc. Asimismo, gente anónima padece
situaciones físicamente duras[4] sin herramientas psicológicas, ni
una educación versada en progresar anímicamente. Lo que significa vivir sin
ocuparse de prosperar en el ámbito y uso de la inteligencia práctica,
paciencia, humildad, serenidad, el amor, valor, etc. A todo esto se suma la
ignorancia del daño que provoca a la Esencia, auténtica realidad anímica de la
persona. Ciertamente, los esfuerzos psicológicos que uno evita en la vida
vertical, se multiplican en la senda horizontal.
Por esta causa, la línea vertical de la vida implica una
transformación íntima del estudiante si se esfuerza por recorrerla. ¿En qué
consiste esta transformación? El cambiar el hábito de la identificación por la “práctica consciente” del recuerdo de sí
mismo o estado de presencia. Esta clave es el pilar del auto-conocimiento. En
la medida que esta se desarrolla alumbra los rincones oscuros del subconsciente
y de sus agentes: los agregados psicológicos. Esta fase de purificación se
complementa con la edificación de un Hombre nuevo, cimentado sobre la base de
la evidencia, experiencia directa, propia, y de los valores humanos. Este logro
es el resultado de la conquista del alumno de los diversos niveles existentes
en la escala del Hombre verdadero y de Ser, en un proceso de perfeccionamiento.
“Cuando
uno se acuerda de sí mismo, cuando trabaja sobre sí mismo, cuando no se
identifica con todos los problemas y penas de la vida, de hecho va por la senda
vertical”. (Tratado
de psicología revolucionaria. Cap. Rebeldía psicológica)
El necesario cultivo
de ciertas virtudes en el ascenso vertical.
Las facultades
humanas son todas necesarias las cuales integradas en la “conciencia” son respuestas inteligentes a los diferentes
escenarios de la existencia. Algunas facultades son útiles en las relaciones
con nuestros semejantes. Por ejemplo: ponerse en el lugar de los demás, ver el
punto de vista ajeno, la tolerancia, la humildad, el respeto, la honestidad, la
sinceridad, etc. Otros atributos son precisos en el momento de emprender una
acción o conseguir uno objetivo. Por ejemplo: la voluntad, la perseverancia, la
diligencia, la responsabilidad, la paciencia, la lucidez, etc. Asimismo, ocurre
ante las dificultades, la contrariedad y los problemas de la vida. Por ejemplo:
La serenidad, la fortaleza, el discernimiento, el adaptarse, el coraje, la
providencia, etc.
Existen igualmente, valores que se vinculan principalmente con la
existencia. Por ejemplo: la temperancia, la justicia, la seriedad, la
autonomía, etc. De este modo, en la línea vertical son requeridas algunas
cualidades que el estudiante posee normalmente en un estado latente. Esto
conlleva que según uno camina por esta senda, recurre a ellas y las desarrolla
según su necesidad. Fundamentalmente, estas son: La inquietud de Ser, la
voluntad, el discernimiento, la autonomía, el entusiasmo, la rebeldía, la
perseverancia, la paciencia. A continuación se despliegan brevemente estos
atributos y su relación con la vía vertical.
Inquietud de Ser: El proceso de la transformación
interior hacia una personalidad equilibrada se cimienta sobre la inquietud de
Ser. Entre varias acepciones, inquietud se define como una “inclinación del ánimo” o una definición. Por ejemplo, si uno tiene
inquietud por la poesía indica que le gusta esta disciplina literaria; si
alguien tiene anhelo por aprender informática se define para apuntarse a un
curso. Esto significa que un estudiante con inquietudes aspira a ser más
consciente y humano. En cambio, si uno no posee este anhelo no realizará ningún
esfuerzo para serlo, como es lógico. Esta realidad plantea que para ascender en
los diferentes niveles de Ser, esta definición requiere estar presente como el
primer impulso de la tarea a efectuar. Esta inquietud se desarrolla con el
mismo esfuerzo que la persona ejecuta en esa dirección y, por obrar según esta
inclinación del alma, los frutos que ella cosecha la fortalecen. Cuando uno
experimenta directamente los resultados de la vía vertical, este anhelo se
evidencia y reafirma según el valor que uno otorga a su vivencia y logro. Por
ejemplo: si el individuo evita una identificación y obtiene paz en su hogar,
esto le animará a esforzarse en más ocasiones de manera que su inquietud por
cambiar se acrecentará.
Voluntad. Esta facultad es necesaria
prácticamente para toda acción. La voluntad desde el auto-conocimiento es la
capacidad de llevar a cabo una práctica, una estrategia y sobrepasar los
impedimentos y resistencias que se oponen. Debido a que el ascenso en los
niveles de Ser se basa en una labor, y esta requiere voluntad, esta cualidad
está presente en todos los ámbitos de la realización del bienestar integral. En
este sentido, voluntad es “poder hacer”.
Un potencial que precisa recuperarse y desarrollarse; comúnmente, este se halla
dividido entre los diferentes egos que el individuo acarrea en su interior.
Esta virtud se vincula a la “fuerza
anímica” que traslada a los hechos la responsabilidad que uno se propone
para su emancipación. El progresivo conocimiento que el sujeto adquiere sobre
sí mismo permite ajustar desde la realidad que prácticas puede uno asumir o no.
La persona al inicio proyecta planes y aspiraciones que no se fundamentan sobre
la experiencia ni la realidad y, por lo tanto, no llegan a buen término.
Discernimiento. Esta facultad de la inteligencia
práctica permite al estudiante distinguir entre lo que pertenece a la línea
vertical de lo que es horizontal. Lo que significa diferenciar entre lo que
proviene de la conciencia y lo que emana de la mente, puesto que cada una goza
de una naturaleza distinta. Este principio de la sensatez extiende su acción en
separar lo que es falso de lo verdadero, lo que es injusto de lo que es justo,
lo que es prioritario de lo que se secundario, lo que es perenne de lo que es
circunstancial, etc. Este atributo es indispensable en la vida práctica en
todos los ámbitos. Por ejemplo, en la toma de decisiones, en la resolución de
problemas, en captar lo que ocurre en un escenario que uno observa, etc.
Asimismo, el discernimiento proporciona la capacidad de separarse, incluso
aislarse del ego y de la personalidad, por lo que “excluye la identificación”. Este proceso es muy importante en el
momento de observar la psiquis con objetividad y facilitar a la conciencia
conservar su autonomía y sus principios. Sin el cultivo de esta virtud es
imposible comprender el ego con profundidad debido a que este se esconde en las
partes más desconocidas y ocultas del subconsciente. El discernimiento muestra
con sencillez y evidencia los rasgos equivocados de la personalidad para que
rectifique su conducta y se equilibre y ascienda por la escala de los niveles
de Ser.
Autonomía. Esta virtud se relaciona con la
facultad de decidir, el libre albedrío o la libertad. Si la conciencia del
sujeto no goza de un pequeño porcentaje de autonomía para elegir la vía que
anhela emprender, este requerirá trabajarla hasta conseguirla. Sin este libre
albedrío, la mente y la personalidad mantienen el control del centro de
gravedad psicológico, conservan y dirigen las riendas del esfuerzo según su
conveniencia. Esto es lo que ocurre cuando uno se inicia en estos estudios
porque ignora lo que es realmente la Esencia. Mas, si esto perdura en el
tiempo, puede constituir un verdadero obstáculo en la toma de decisiones
inteligentes. La causa se halla en que esto impide que la conciencia inspire su
conocimiento y comprensión de la realidad desde sus propios principios. La
independencia es la capacidad que desata al estudiante de un hábito que le
impide el ascenso en los diferentes niveles de Ser. Mucha gente comprende que
requiere cambiar un aspecto de su personalidad, incluso saben cómo hacerlo,
pero están esclavizadas a él y son incapaces de dejarlo.
Entusiasmo.
La definición por una vía hacia el auto-conocimiento es una opción que atrae la
lucidez en la vida de cualquier persona que la recorre. Esta experiencia
implica un estado emocional abierto, libre, receptivo, alegre,… a la realidad
interior. Esto precisa mantenerse a pesar de observar dentro de uno mismo
elementos subjetivos que son desagradables y poco dignos. El entusiasmo es
colocar el centro de gravedad psicológico de la atención en el ámbito de la
Esencia. Por lo tanto, el descubriendo de una faceta psicológica, la
realización de una meditación, la vocalización de un mantra, el recuerdo de sí
mismo,… toda práctica precisa de su estado emocional apropiado. Este término
proviene del griego[5] y se define como inspiración
divina o en presencia de dios. En la época clásica se decía de alguien con
entusiasmo que estaba habitado por un dios. Por ejemplo: los poetas, filósofos,
enamorados,… Esto era objeto de respeto y admiración pues estos alcanzaban
metas elevadas y de difícil consecución. El esfuerzo realizado desde la
personalidad implica una cierta lucha interior, puesto que existen muchos
elementos que se oponen a la vía vertical. En consecuencia, es necesario
anteponer un estado emocional que se centre en el anhelo u objetivo del
esfuerzo y los logros que uno cosecha. El entusiasmo es la energía que proviene
de esta función une: la acción la disposición racional y emocional con la
inquietud de Ser.
Asimismo, el estudiante no tiene que confundir el entusiasmo con
la identificación provocada por la ilusión del ego. El discernimiento es quien
distingue con facilidad uno del otro.
Rebeldía.
Esta virtud es poco conocida y, muchas veces, malinterpretada. El estudiante la
cultiva en la medida que a través de su atención descubre carencias y defectos
que precisan ser eliminados. Desde el conocimiento de sí, la rebeldía es una
acción inteligente que sobrepasa obstáculos sean estos internos o externos. El “mi mismo” y la personalidad instauran
un condicionamiento y unos límites a la acción del alma. La rebeldía
psicológica es esta virtud que con conocimiento de causa derriba estos moldes y
estas cadenas que impiden expresarse libremente a la conciencia. Asimismo, la
rebeldía es la capacidad de oponer resistencia a todos los factores
psicológicos que menoscaban la dignidad personal y el sentido de trascendencia
de la Esencia. Cuando el alumno empieza en esta vía vertical no percibe la
necesidad de rebeldía hasta que aprehende la verdadera naturaleza de sus
agregados psicológicos.
Estos egos gozan de cierta protección de una parte de la psiquis,
incluso, de ciertos sectores sociales. Por ejemplo, el orgullo se confunde con
la dignidad. Esto acarrea confusión íntima, aunque la conciencia comprenda un
hábito del orgullo y la persona anhela eliminarlo, esta halla resistencia
dentro de su propio subconsciente. En este sentido, la rebeldía se desarrolla
en la medida que uno despierta a su propia “esclavitud
psicológica”.
Perseverancia. Esta es una cualidad que se deriva
de la voluntad cuando esta madura. Una persona puede realizar una tarea un día,
una semana o un mes, etc. La tenacidad mantiene el esfuerzo, la inquietud y la
práctica durante el tiempo necesario hasta su ejecución o logro. Perseverancia
es “constancia y firmeza” hacia la meta
definida, el ser diligente con el objetivo y no perderlo de vista. Esto implica
sobrepasar los obstáculos que hace tres días no existían o no eran percibidos y
que surgen desde el plano interno o externo. Esta virtud es la continuidad de
propósitos dentro de esta opción vertical que se precisa para obtener que la
personalidad se equilibre y la Esencia despliegue sus facultades humanas. Este
atributo se emancipa progresivamente según se necesita. Normalmente, debido a
que muchos alumnos ignoran su realidad íntima y el desgaste que produce el ego
desde el subconsciente piensan que son perseverantes.
Paciencia. Esta disposición interior de “no identificación” se vincula al
conocimiento de la realidad y es un estado de la conciencia en sí mismo. Esto
difiere en cierto modo con la definición de dicta en el diccionario RAE como
capacidad de sufrir ante la adversidad o la ofensa sin queja ni rebeldía. El
sufrimiento moral es una reacción que nace con la identificación. Desde el
auto-conocimiento, la paciencia es la facultad de sobrellevar el ritmo de los
hechos con un estado de presencia. Esta virtud surge de la aprehensión que todo
proceso acarrea una cadencia, un ritmo, requiere transitar por unas etapas
hasta alcanzar su objetivo. La paciencia es la capacidad de respetar esta
cadencia que precisa la realidad para establecerse firmemente según su
naturaleza. El ser humano olvida que es un paciente de la vida del mismo modo
que el un agente. Es decir, del mismo modo que uno interfiere en la existencia,
esta interfiere en toda persona. La paciencia es el atributo que la conciencia
despliega cuando aprehende y respecta el orden de los hechos, de la vida. Esta
virtud es necesaria en todos los apartados de la existencia y de la vía
vertical. En muchas ocasiones, el alumno desea ir más deprisa en su ascenso que
su propia comprensión del nivel en el que se halla. Este se impacienta, sin
embargo ignora las causas que lo mantienen en un determinado peldaño de la
escala. Esta carencia de paciencia lo conduce a la pérdida de entusiasmo y abre
la psiquis a las dudas y los escepticismos. Opuestamente, la paciencia
proporciona un estado receptivo que facilita la expresión de la conciencia y su
aprehensión de los factores que impiden un progreso.
El nivel de Ser atrae las circunstancias de la
vida.
La
personalidad como vehículo de expresión psicológico plasma el nivel de Ser que
cada sujeto acarrea porque es la consecuencia de lo que es interiormente. Tanto
las cualidades humanas como los defectos afloran en la convivencia cotidiana a
través del comportamiento que uno exterioriza con sus obras. Muchos individuos
se quejan de las circunstancias y de las vivencias que la existencia les
impone. La tendencia general es de pensar que uno no tiene ninguna
responsabilidad sobre los eventos y que estos ocurren sin la mera participación
personal. Esta idea errónea genera un grave perjuicio al ser humano. Esto es debido
a que este no percibe las causas de su modo de pensar, sentir ni de su
conducta. Es decir, si se equivoca, este apenas lo advierte y razona que el
causante de su situación son los demás, le persigue la mala fortuna, etc. En un
porcentaje alto, el estudiante con su modo de ser y comportarse es quien atrae
las situaciones que conforman su vida. A continuación se exponen algunos
ejemplos.
“Todas
las cosas, todas las circunstancias, que se suceden fuera de nosotros, en el
escenario de este mundo, son exclusivamente el reflejo de lo que interiormente
llevamos… Cuando uno cambia interiormente y tal
cambio es radical, lo exterior, las circunstancias, la vida, cambian también”. (Tratado de psicología
revolucionaria. Cap. El nivel de Ser)
Uno
puede observar su entorno, ¿qué ocurre, normalmente, con un sujeto que no
cumple con la tarea asignada en su puesto de trabajo? Trata de escamotearse de
sus obligaciones; no coopera con sus compañeros; ni es cuidadoso en el trato
con los demás; ni con su presencia, etc. ¿Qué ocurrirá si la empresa precisa
reducir plantilla? Seguramente, este empleado será recomendado para sumarse a
las listas del paro. Él pensará que es mala suerte; que la tomaron con su
persona; que esto es un atropello, una injusticia. Desde el
auto-conocimiento, este despido es la consecuencia de unas actitudes provocadas
por ciertos agregados psicológicos que este empleado carga.
Hay
gente que experimenta una gran dificultad en conservar la amistad. Siempre se convencen
que acarrean mala suerte en este ámbito. Sin embargo, cuando estos inician una
relación con una persona, poco a poco, se hacen más posesivos, cuando surge
alguna desavenencia son susceptibles, se enojan con facilidad, se comportan de
modo egocéntrico, las cosas deben girar en la órbita que ellos dictaminan, etc.
Asimismo, ocurre en las relaciones
amorosas, muchos individuos se quejan de que nadie los quiere de verdad. Cuando
estos profundizan en el compromiso, la pareja se desiste o se aleja. Esta nunca
se plantea que no la escucha realmente; ni reflexiona que no se interesa por
ella en lo que es, lo que le gusta; que solo está pendiente de sus amigos, sus
quehaceres, sus aficiones; que se comporta sin tacto sino, más bien, con
brusquedad; tiene celos; etc. Si la pareja le comenta que precisa cambiar ser
más amable, menos impulsivo, más atento con ella, este responde que él es así;
que nadie tiene que cambiarlo; que hay que amarlo como es. En muchos aspectos
es un buen chico pero ninguna joven quiere estar con él.
Se
puede relatar cientos de casos de esta índole. Uno mismo comprueba, si dirige
su atención que su comportamiento es consecuencia de lo que piensa y siente.
Asimismo, el uso de cualquier función psicológica queda determinado por los
valores humanos y la conciencia o carencia de estos últimos. De este modo, si
el sujeto acarrea el ego de los celos y se identifica con ellos, este molestará
a su pareja y generará una gran cantidad de conflictos. Si el adolescente es
negligente y desobediente, dedica su tiempo a los video-juegos y alcanza la
juventud sin instrucción, su existencia será influenciada por esta carencia.
Contrariamente, su perspectiva de futuro cambia, si este se ocupa de educarse
en valores, los practica y adquiere una profesión o titulación académica. Lo
que algunos llaman buena o mala suerte, en la mayoría de los casos, es
consecuencia de una disciplina interna[6].
Esto mismo ocurre en las
relaciones humanas. Por ejemplo, una persona que siempre discute con los demás;
no atiende a razones; quiere salirse con la suya; se enfada si no están de
acuerdo con él; etc. ¿No estará esta actitud motivada por una ausencia de
cualidades humanas? Como son: el ponerse en el lugar de los demás, el saber
escuchar, el ser tolerante con la opinión ajena. ¿No cargará este individuo
unos defectos que lo conducen a esta actitud? Como son: la intolerancia; la
impaciencia; amor por sí mismo, lo que sabe, piensa, se considera, etc. ¿Qué
efectos provoca este comportamiento? Lo más seguro es que los demás sientan
rechazo, les hiera su conducta, traten de evitar la polémica o eludirlo a él.
Esto significa que el nivel de Ser atrae las relaciones, las circunstancias,
las oportunidades y los sufrimientos porque estos últimos se originan en el
mundo interno de la persona.
Muchos individuos se
esfuerzan por mostrar una cara entre las múltiples que poseen, tratan de fingir
valores humanos y conductas educadas, tolerantes, etc. Sin embargo, si estas no
están firmemente establecidas en la psiquis, no es el nivel real de Ser, y
finalizan por desenmascararse. El resultado de tal engaño suele ser doloroso y
decepcionante para todos los componentes del escenario. Con el tiempo o ante
las pruebas de la vida no se puede mantener vivo lo que no es real ni está
adquirido verdaderamente.
Desde el auto-conocimiento es muy importante despertar la conciencia a
este principio de la realidad interior. La gente realiza muchos esfuerzos por
prosperar en el plano material y humano. No obstante, el sujeto no tiene
presente a la Esencia ni su desarrollo, por lo que este no alcanza la raíz de
la psiquis. Un auténtico cambio psicológico destinado al ascenso del nivel de
Ser abre puertas, ofrece oportunidades y facilita la existencia en todos sus
diversos ámbitos.
El nivel de Ser oscila entre un máximo y un mínimo.
Todo ser humano posee un nivel de Ser distinto
y este último se halla definido por el porcentaje de conciencia o Esencia
libre, tal como se explicó anteriormente. Este punto o centro de gravedad
psicológico fluctúa entre un máximo y un mínimo. Esto no quiere decir que, en
todo instante, el porcentaje libre de la Esencia aumente o disminuya. Para que
esto suceda, el ego debería disolverse y, justo después, crease en el alma.
Esto sería un despropósito en el sentido que existiría dentro de la persona un
proceso continuo de muerte y nacimiento de agregados psicológicos. Esto en la
práctica no corresponde a la realidad. Cómo se enseñó, lo que sí ocurre es que
los estados de conciencia cambian, suben y bajan, por la estructura de la
psiquis. Un individuo, en un momento dado se halla presente, aquí y ahora,
trata de subir por los escalones del primer piso, hacia la auto-conciencia[7],
adquiere un máximo de atención. No obstante, media hora más tarde, este se
identifica con su vecino, baja al sótano interior, se hipnotiza con una emoción
de orgullo, ira contenida, amor propio herido, etc. La conciencia de esta
persona se halla en el subconsciente en su mínimo, el estado de “Eikasia” o sueño.
En realidad, la conciencia o Esencia libre está
en su máximo cuando esta dispone sin restricción de sus cualidades innatas como
son: la autonomía, la lucidez, la serenidad, la fortaleza, etc. que son
intrínsecos a su porcentaje libre. Esto argumenta el porqué las antiguas
tradiciones filosóficas y
espirituales enseñaran la meditación, la vida retirada y contemplativa. A
través de estas disciplinas y renuncias, la conciencia y el nivel de Ser de
estos ascetas aumentan debido a la baja intensidad de actividad mental y la
pasividad de la personalidad.
Opuestamente,
según la conciencia se identifica con la personalidad o el ego, esta Esencia
abandona sus virtudes[8] y
asume los dictados de los elementos subjetivos que el sujeto carga. De este
modo, la conciencia se diluye en el subconsciente, se halla en un mínimo y uno
está inconsciente o hipnotizado.
“Lo
que internamente somos, espléndidos o mezquinos, generosos o tacaños, violentos
o apacibles, castos o lujuriosos, atrae las diversas circunstancias de la
vida.” (Tratado de
psicología revolucionaria. Cap. El nivel de Ser)
Esto significa que, comúnmente, un individuo
centra su atención según el interés de su personalidad. Uno se reconoce en lo
que aprendió, experimentó, en su propia historia, sus patrones de conducta,
modo de pensar y sentir. Tal como la persona se percibe a sí misma, esta fija
su atención, establece el centro de gravedad psicológico y la conciencia se
restringe a esa órbita. Esto indica que uno adopta modelos que no pertenecen a
la Esencia libre; estos moldes corresponden al ámbito social, religioso,
ético,… de la época y del lugar donde el sujeto es influenciado en su forma de
ser. Esto es lo que define la personalidad y determina el nivel de Ser que el
ser humano desempeña en su vida cotidiana. Por esta causa, para empezar a
utilizar el potencial más alto de la conciencia en estas circunstancias es
necesario del esfuerzo consciente y voluntario. De este modo, el alumno
aumenta, aunque de forma ocasional, el estado de conciencia y su nivel de Ser.
Este cambio de visión le permite a uno contemplarse desde una altura y un
ángulo distinto, más imparcial; Una disposición a la aprehensión de la
realidad de lo que uno es y del mundo que le rodea más simple, directa y verdadera.
Las capacidades de la persona se hallan depositadas en la Esencia libre. Uno
responde a la adversidad desde el libre albedrío con respecto al ego y la
personalidad, posee independencia para pensar, sentir y actuar a través de los
valores humanos; Puede aprovechar sus oportunidades; causar situaciones nuevas
porque no se halla sometido a la mecánica de lo aprendido recurrentemente. Esta
realidad psicológica es posible si el estudiante usa el máximo grado de
conciencia libre que dispone su alma junto con sus atributos. En este estado
psicológico, el ser humano vive en un nivel de Ser superior aunque no sea
permanente.
Cuando el estudiante pierde la guardia y su
atención cae en la identificación, la conciencia se sumerge en el subconsciente
y todo el proceso se invierte. La mente se hace confusa, compleja, desaparece
la claridad de ideas, las emociones nublan la realidad y uno se siente atrapado
en la inconsciencia. Esto provoca el error en la percepción de la realidad, de
las decisiones y de su ejecución. El resultado son estos dramas y estas
tragedias que uno vive y observa en su entorno familiar y conocido. Esto
corresponde a cuando el individuo se halla en un grado mínimo de conciencia y
es lo que atrae ese nivel de Ser.
El nivel
de Ser oscila junto a los estados de la conciencia, tal como se indicó. Sin
embargo, para aumentarlo de modo permanente, el alumno precisa desembotellar la
Esencia atrapada en el ego. Con esta acción, el porcentaje de Esencia libre
aumenta y del “yo” disminuye. Esto
influencia a la personalidad que se hace más receptiva y equilibrada,
igualmente, disminuye de tamaño el subconsciente.
Cada nivel de Ser genera sus propias afinidades con los demás.
Este principio asociado a los niveles de Ser se
percibe con claridad entre las diferentes relaciones y asociaciones humanas.
Por ejemplo, ciertos colectivos se distinguen por compartir patrones sociales,
culturales, religiosos, profesionales, etc. Estos grupos humanos o estas
sociedades asumen ideologías, doctrinas, formas de pensar, sentir, impulsan una
acción o reacción,… que son comunes. En
muchas ocasiones, estas involucran unas consideraciones éticas, morales,
actitudes hacia los demás, en definitiva, un grado de conciencia y unos valores
humanos. En consecuencia, estas corporaciones se ligan a un nivel de Ser o
línea horizontal determinada. La mayoría de veces, las personas que integran
estos colectivos se asocian por afinidades psicológicas debido a que se
identifican con los mismos patrones y comportamientos. Aunque cada
individuo disfrute de un nivel de Ser diferente, estos coinciden en algún
punto. De manera que los participantes de estos grupos
comparten actividades de la personalidad que son el reflejo de ciertos rasgos
psicológicos que asumen como propios. En el ámbito juvenil, esto se aprecia con
facilidad en asociaciones de tipo extremista. Por ejemplo, los “cabezas rapadas”, sobre todo aquellos
que se hallan politizados; las bandas o tribus con características delictivas, grupos
vinculados a idearios religiosos, etc. Asimismo, esto se evidencia en otro tipo
de colectivos de índole religioso, político, sindical, empresarial, culinario,
humanitario. Como son las organizaciones no gubernamentales (ONG): Médicos sin
fronteras, Cruz roja, Ayuda en Acción, etc. Muchos afiliados de estas últimas
corporaciones sacrifican salario, seguridad, comodidad y tiempo ayudando a los
demás en sus necesidades. Estas personas ejercen en los hechos su filantropía y
una conciencia social. Estos valores son propios de un nivel de Ser determinado
en la medida que esta ocupación es sincera.
Asimismo, estas afinidades atraídas por un
nivel de Ser se perciben con claridad entre los adolescentes. En este periodo
de la vida, este busca un amparo o apoyo fuera del hogar familiar puesto que
crece en él un deseo de independencia con respecto a los padres. No obstante,
según el perfil psicológico del púber, este tantea entre sus relaciones
aquellos que le convienen según lo que quiere ser, experimentar, le gusta,
inquieta. A través de estos gustos y búsqueda se refleja el nivel de Ser del
joven, de este modo se asocia y congrega con quien halla afinidades y
simpatías. Esta realidad, la viven muy a menudo los padres con inquietud porque
observan como sus retoños se ligan con otros adolescentes que consideran influencias
poco recomendables. En muchos casos, los chavales se dejan llevar o introducen
a otros en ambientes poco apropiados para su desarrollo personal y anímico. De
esta manera, una gran cantidad de chicos y chicas son iniciados en el mundo del
botellón, de la droga, delincuencia, la carencia de responsabilidades y de
valores. Inversamente, muchos adolescentes que acarrean otro tipo de rasgos
psicológicos se relacionan para otro tipo de labores que son consecuencia de un
nivel de Ser más alto. Por ejemplo, se ayudan y animan para afrontar
responsabilidades como son los estudios, buscar trabajo en verano para afrontar
los gastos personales, participan en la práctica de algún deporte, cooperan con
alguna asociación solidaria, etc.
Tal
como cada uno puede comprobar en su existencia, toda persona acarrea un nivel
de Ser. Este la emplaza en unos ámbitos psicológicos que se concretan con una
línea horizontal determinada. Las actividades, la forma de entender los
escenarios de la vida, de asumirlos y, finalmente, de ser atrae por afinidad
psicológica a aquellos que uno considera amigos. El círculo de amistades que el
individuo crea está vinculado al grado de conciencia que este disfruta.
Tabla de ilustraciones.
Pág. 2.- “Escalera de Jacob”, (Siglo XII). Localización: Fachada
frontal Oeste, Abadía de San Pedro Bath, UK.
Pág. 4.- “Conócete a ti mismo o la juventud entre el vicio y la virtud”,
(1678). Autor: Jacob Jordaens. Localización: Museo de Bellas Artes Rennes,
Francia. El cuadro compone los siguientes elementos: La inscripción sobre la
joven mujer dicta: “Conócete a ti mismo”. Esta última representa la juventud
que se halla en una actitud pensativa pero con un atuendo y una pose que
revelan vanidad. Dos personajes le muestran cada uno un objeto. En primer
plano, un filósofo sostiene en sus manos un reloj de arena que recuerda que los
placeres de la juventud son efímeros y que requiere aprovechar el tiempo. Justo
detrás se visualiza un bufón risueño que le enseña un espejo para que se mire a
sí misma. En esta obra barroca, el autor expone las dos opciones que se
presentan en la vida de cada persona una vía virtuosa y la otra licenciosa.
Pág. 7.- “La escalera de Jacob”, (1340). Autor: William Blake.
Localización: Museo Británico, Londres.
Pág. 9.- “Pilar central entre pórticos de entrada, Bajo relieve llamado
”Scala philosophorum”, (principios
del siglo XIX). Autor: Viollet Le Duc. Localización: Catedral de Notre Dame de
Paris. Este sello esta rodeado de otros siete que representan las artes liberales.
En la base y el centro del pilar se halla sentada sobre un trono una mujer que
representa la filosofía[9] cuya cabeza alcanza el cielo. Este hecho simboliza
que esta se halla en el grado más alto de esta disciplina expresado como
sabiduría. El trono alude a su solemnidad, majestad y realeza. Sostiene dos
libros: uno alude al conocimiento externo y, el otro, hace referencia al
conocimiento interno, de uno mismo. El cetro significa el poder de la sabiduría
y la escala describe que se llega a ella subiendo los peldaños del conocimiento
de la verdad y la práctica de la virtud según el autor que la inspiró.
Pág. 11.- “La Venus palmira o La belleza del alma”, (1870). Autor:
Gabriel Dante Rossetti. Localización: Galería de arte Lady Lever, Port
Sunlight, UK. Este autor prerrafaelita aparejaba sus obras con una poesía.
La belleza del
alma.
Bajo el arco de la Vida, donde el amor y la
muerte,
El terror y el misterio, guardan su santuario,
Yo vi a la Belleza en un trono,
Y aunque sus ojos son abandono
La dibujé en la simplicidad de mi aliento.
De Ella es la mirada -sobre y debajo-
Del cielo que se curva sobre ti
Por mar o cielo o mujer, solo hay una ley,
Ser el siervo de su palma y su corona.
Esto es lo que la Señora de la Belleza sabe,
En cuya alabanza tu voz y tu mano se agitan,
Larga sabiduría en el vuelo de tu cabello,
El diario palpitar en tu corazón y tus pies,
¡Con qué pasión irremediable, en cuántos vuelos!
¡Cuántas formas y maneras tienen sus días!
Muchas pinturas de Gabriel Rossetti se fundamentan en la obra de Dante
Alighieri: La “Divina comedia”. Este cuadro está inspirado en los dos caminos
que se abren al alma y cual de ellos constituye para ella un logro. La imagen representa
al alma con toda su belleza delante de un pilar y ladeada sobre su lado derecho.
Esta mantiene una palma en la mano diestra que es símbolo de victoria y la mano
izquierda reposa sobre la talla de un pequeño ángel perteneciente al trono
donde está sentada como signo de protección. Detrás de ella, a ambos lados,
aparecen unos elementos alegóricos de estas dos opciones de la vida. A su lado
derecho, se observa a Cupido el dios del amor con los ojos vendados que indica
que este amor precisa ser universal, no debe condicionarse por los sentidos.
Para reforzar esta idea, se aprecia en el pilar un cisne sobre tres cabezas
humanas. Apenas se distingue como este se picotea el pecho como símbolo de
sacrificio. Esta ave igualmente se vincula con el amor. Entre ambos hay un
fuego que indica vida, energía. Detrás del fuego un espejo que refleja la
llama, que muestra esplendor, claridad, lucidez. Sobre el conjunto una corona
de rosas las cuales se relaciona con el amor y la belleza. Todos estos símbolos
son propios del “Logos solar y creador”
de la época clásica. Por el lado izquierdo, sobre la columna, se aprecia una
esfinge que alude al misterio del hombre y del alma. También, se desplazan unas
mariposas que son el signo de una trasformación interior. En el fondo, se
distingue una calavera que alegoriza a la muerte; un fuego apagado y sobre
ellos, un grupo de amapolas que se asocia al “sueño de la vida”. Todos estos elementos aluden a un perjuicio para
el alma y corresponde a la vía horizontal.
Pág. 14.- “Ars Magna de Ramón Llull”, Miniatura del Breviculum ex artibus de Ramón
Llull,
(1321). Autor: Tomas le Myesier. Localización: Biblioteca del estado de Baden,
Karlsruhe. Alemania. Esta lámina muestra la doctrina de este sabio medieval que
preconizaba la importancia de la adquisición de conocimiento y su relación con
la escala de Jacob en el ascenso místico.
“El Libro del ascenso y descenso del entendimiento (Liber de
ascensu et descensu intellectus desarrolla el famoso método "escalar"
del pensamiento luliano: hay "escalas místicas" que determinan
"escalas del conocimiento" por las que se puede subir o bajar como si
se tratase de amplias escalinatas”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Calve:
Ramón Llull)
Lectura.
“…
resta como peculiar del hombre excelente amar y abrazar lo que le sobreviene y
se entrelaza con él. Y el no confundir ni perturbar jamás al Dios que tiene la
morada dentro de su pecho con una multitud de imágenes, antes bien, velar para
conservarse propicio, sumiso, disciplinadamente al Dios, sin mencionar una
palabra contraria a la verdad, sin hacer nada contrario a la justicia. Y si
todos los hombres desconfían de él, de que vive con sencillez, modestia y buen
ánimo, no por ello se molesta con ninguno, ni se desvía del camino trazado que
le lleva al fin de su vida, objetivo hacia el cual debe encaminarse, puro,
tranquilo, liberado, sin violencias y en armonía con su propio destino”. (Marco Aurelio. Meditaciones.
Libro III. 16)
“No
es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros
mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que
preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni
su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran barbaridad, sin comparación
es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino
que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y
porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber
en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas
veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado
conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de
este castillo, que son estos cuerpos”. (Santa Teresa de Jesús de Ávila. Las moradas del castillo interior. Cap.
1. 2)
La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en estos dos tomos de esta obra, ampliados y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se irán colocando en el blog.
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[1]
Pueden existir una gran cantidad de condicionantes en ambos casos. Sin embargo,
no hay que olvidar el espíritu pedagógico del argumento, el cual busca
claridad.
[2] Esta es la famosa escala del sueño
de Jacob del Antiguo Testamento, (Génesis 28. 11-19).
[3] En
este país esto es poco común debido a la escasez de trabajo pero en otros
países de nuestro entorno sucede con bastante asiduidad.
[4]
Enfermedades propias o de familiares, desplazamientos forzosos, discapacidades,
acoso, rechazo generalizado, paro prolongado, ruina, guerra,… Todo tipo de
circunstancias que atraen el desconsuelo y la miseria.
[5] “Enthousiasmos”.
[6] Esta cuestión es más evidente de
apreciar en los países donde la tasa de paro es baja y existe un mercado de
trabajo ágil y dinámico.
[7] “Dianoia”.
[8]
Independencia, paz interior, inteligencia práctica, coraje, paciencia,
tolerancia, etc.
[9] Este bajo relieve esta inspirado del rosetón norte
de la catedral de Laon, construida sobre el año1200.
A su vez este expone la doctrina filosófica de Severino Boecio (480-523).
Este autor influenció notablemente la filosofía medieval con su obra “Consolatio”, donde describe con detalle la figura
representada.