domingo, 29 de enero de 2017

La correcta transformación de las impresiones

 “Todas las aventuras de la vida, todas las emociones y pasiones, todo lo que nos rodea, llega a nosotros en forma de impresiones”. (Samael Aun Weor. Cátedra I. Cap. 16).

Introducción

Esta exposición se centra en el proceso psicológico de cómo la información que procede del exterior a través de los sentidos llega a la mente y cómo se opera con ella. Los diferentes tipos de estímulos provenientes del entorno precisan ser recibidos en los centros con un estado de conciencia adecuado. Un estímulo es una energía que llega al sentido físico[1]: la luz que alcanza los ojos, el sonido que llega a los oídos, el aroma que capta la nariz, etc. El centro instintivo por medio de los sentidos distingue estos diferentes tipos de energías. Los órganos sensoriales realizan complejas transformaciones fisiológicas que las convierten, finalmente, en información o sensación visual, auditiva, táctil, olfativa y gustativa, cambios de temperatura, presión, etc. Estas sensaciones se perciben en la mente como impresiones: imágenes, sonidos, olores, sabores y contacto. Todas ellas llegan al cerebro de modo síncrono[2] tal como los sentidos las captan. El proceso sensorial es multi-dimensional. El impulso emitido por el sentido inicia su recorrido de modo autónomo y paralelo a los demás sentidos hasta que se imprime[3] en algún centro del organismo. Esto se produce a través del sistema nervioso y del cerebro.
Este complejo proceso fisiológico de la función instintiva es automático, se despliega por sí solo, de la misma manera que uno respira, digiere, la sangre circula, etc. Sin la percepción de estas impresiones, el ser humano quedaría completamente aislado del mundo que le rodea, sin la posibilidad de relación con el medio[4]. Se puede aprehender esta carencia en las personas que se hallan discapacitadas de un sentido básico como es la vista o el oído y de las dificultades que esto acarrea. No obstante, la gente, en general, no se ocupa de las condiciones psicológicas en el momento de advertir las impresiones en la mente ni reflexiona sobre su estado interior. El auto-conocimiento atrae la atención del estudiante sobre este punto. Toda respuesta que uno elabora en las diversas facetas de la vida está definida por la información que capta con los sentidos. Durante toda la existencia, la mente ha recolectado conocimientos, referencias, experiencias,… del exterior que según la lucidez del sujeto manejó en los distintos centros. Estas vivencias se depositan en sus diferentes memorias. Cada persona elaboró una psicología particular dependiendo de esta información. La personalidad es fruto de la influencia del medio: el lugar y la época en que se crea y desarrolla.
De alguna manera, uno es lo que ha vivido y estas experiencias se vinculan a las impresiones procedentes del plano físico. Asimismo, la cultura, educación adquirida, los afectos y cuidados recibidos, la relación con los demás, las alegrías, los sufrimientos, las decepciones,… Cualquier acción, situación, que uno vive se supedita al mundo material. La realidad tridimensional es una evidencia para el ser humano gracias a los estímulos que llegan a los sentidos y de cómo las sensaciones se perciben en el ámbito psicológico. El estudiante precisa comprender el cómo y el porqué es importante una correcta y consciente “transformación de las impresiones” en la psiquis. La existencia son impresiones, si alguien anhela un verdadero cambio interior es necesario prestar atención cabal a cómo estas últimas son percibidas y transformadas. Los centros convierten las impresiones de una escena de la vida en: juicios, conceptos, ideas, sentimientos, emociones, apetitos, deseos, anhelos, angustia, dolor, etc. Existe una estrecha y directa relación entre:

Ø       Las impresiones.
Ø     Todas las operaciones mentales posibles para interpretarlas.
Ø     La respuesta que uno realiza para hacer frente al escenario.

Esto indica que una acción es el resultado de un proceso mental y este depende de la información impresa en la psiquis proveniente de los sentidos. Si las impresiones llegan a la psiquis y uno no está aquí y ahora, los centros manipulan, interpretan, esta información de modo subjetivo, sin discernimiento entre lo real y lo aparente. La ausencia de presencia en la recepción de impresiones provoca la identificación, fascinación y el sueño de la conciencia.
Las características de las impresiones
“Impresión es existir, es vivir. La alegría, la tristeza, lo que nos trae preocupaciones, lo que nos trae anhelos, lo que nos trae esperanza, lo que nos trae desesperación; todo eso es impresión”. (Samael Aun Weor. Cátedra II. Cap. 32).

Las impresiones poseen unas características que precisan ser consideradas en el momento de relacionarse con la existencia. Hoy en día, existe diversidad de opiniones con respecto a las impresiones que entran en la mente. Ciertos individuos dudan de ellas de modo sistemático mientras que otros las asumen como una realidad incuestionable. Los primeros se convierten en adeptos del pensamiento escéptico. Los segundos confunden, en muchos casos, la realidad por su apariencia. Esto significa que es necesario un estudio de las impresiones y de sus propiedades.
La cuestión es que uno observa una mesa, pero lo que realmente ve es la imagen de una mesa, una reproducción del objeto en sí. Asimismo, en plena oscuridad uno palpa con sus manos la forma de un elemento pero si este es voluminoso no puede representárselo con un solo gesto. La persona precisa recorrer el objeto con las manos, discernir varias y distintas impresiones procedentes del tacto para reconocerlo. Esto muestra que el objeto es advertido por los sentidos, estos crean diversas impresiones y la mente conceptúa. Este reconocimiento es posible porque el sujeto tuvo una experiencia anterior con él y recupera el nombre que lo identifica en su memoria. Cuando alguien describe a otra persona un objeto desconocido, esta halla dificultad en reproducirlo con la mente, a pesar de unas definiciones concretas. Esto es debido a que toda información del exterior se produce a través de impresiones y estas no son un medio perfecto de transmisión del conocimiento de la realidad. El proceso cognitivo se complementa con la incorporación del lenguaje. Cuando uno percibe una impresión sobre un objeto aprende a denominarlo y según adquiere un dominio del lenguaje abstrae conceptos. Por ejemplo, cuando un niño observa diferentes tipos de casas se forma en su mente unos parámetros generales de lo que compone una casa. Esta operación racional permite al infante reconocer por sus elementos fundamentales cualquier casa aunque lo la haya visto anteriormente. Esto es producto del aprendizaje del centro intelectual y es necesario en la existencia. Sin embargo, esta capacidad conlleva igualmente cierta tendencia a sobrevalorar el centro racional de modo que confunde el concepto con la realidad. La causa es que uno se olvida que existe entre ambos factores, las impresiones. Se expone un caso, bastante común que prueba este hecho.
Hay gente que tienen fobias a ciertos animales, por ejemplo, a las serpientes. Por cualquier causa, estas son incapaces de ver, tocar, ni oír comentarios sobre ellas. De hecho, si ocurre, se ponen nerviosas, se incomodan, gritan, sufren, etc. No obstante, el estar compartiendo el mismo espacio físicamente con una serpiente no sucede casi nunca, ni la perciben con sus sentidos directamente. Pero cuando la ven por la televisión, en una película o se nombra reaccionan como si esta estuviera junto a ellos. El individuo actúa inconscientemente ante una impresión en este caso, artificial; racionalmente es evidente que la imagen de una serpiente no le va a producir ningún daño físico. No obstante, el miedo o la repulsión instintiva, irracional, ante el concepto “serpiente” son asumidos como una realidad. Esto ocurre porque la persona es incapaz de transformar correctamente la impresión. La mente reconoce la imagen de la serpiente y atrae todo un proceso psíquico establecido en el subconsciente sobre una impresión vacía, basada en una ficción. Este tema será profundizado en el estudio de la mente.
Existen otros aspectos que conlleva esta misma confusión como: las enfermedades propias de los sentidos o los trastornos mentales que falsean la percepción de la realidad. Por ejemplo, las alucinaciones que se producen en cualquier modalidad sensorial.
Por otro lado, toda impresión aporta una información “relativa a quien la percibe”, por lo que estas cargan un componente subjetivo[5]. Estas propiedades o limitaciones de los sentidos son significativas aunque para la gente son un detalle. No obstante, el estudiante precisa estar presente a estos rasgos para evitar engaños que acarrean después errores de interpretación. Por ejemplo, uno advierte que el Sol se desplaza en el horizonte y causa la sensación que gira alrededor de la Tierra. Sin embargo, uno sabe que la realidad es opuesta: la Tierra gira entorno al Sol. Lo que uno ve es una realidad aparente. Muchos seres humanos del siglo XXI, en el ámbito psicológico, viven como en la Edad Media. Asumen las impresiones como realidades irrefutables, cuando solo son su reflejo. Este hecho fue descrito en el “Mito de la caverna” por el filósofo Platón[6]. Este sabio griego enseñó a través de esta alegoría que el conocimiento sensible producto de los sentidos y las impresiones, es impreciso. Estas no aportan un conocimiento auténtico de la verdad porque requieren de un agente objetivo en su recepción[7]. El individuo necesita despertar la capacidad de aprehender la realidad que causa o se esconde detrás de las impresiones que percibe con sus sentidos. El vehículo de conocimiento de la verdad es la conciencia, el principio inteligente o “Nous” como escribió Platón.
La comprensión sobre la realidad concreta de un objeto físico acarrea su dificultad aunque no es tan relevante. A efectos prácticos, si uno coloca un vaso de agua sobre la mesa, esta lo sostiene. No obstante, esta es vital en cuanto el escenario se refiere a la toma de decisiones y actuaciones donde se requieren valores humanos como son: la honradez, serenidad, dignidad, el amor, la verdad, justicia, lucidez…
Por ejemplo, el problema se presenta en el hecho que la justicia o rectitud no es un objeto tangible pero si existen las acciones justas, compasivas, verdaderas, dignas,… Del mismo modo, que concurren las conductas injustas, egocéntricas, falsas, indignas,… En las relaciones humanas y sus contenidos éticos, el discernimiento de la realidad a través de las impresiones es más complejo que con los objetos físicos. A la carencia de exactitud y objetividad que acarrea la naturaleza de las impresiones, hay que sumarle la propia interferencia psicológica en la concepción e interpretación del escenario. La atribución de un concepto a una impresión asignado por la experiencia directa anterior es necesaria dentro del proceso de cognición. No obstante, en muchas ocasiones, el sujeto suma al reconocimiento de la impresión vivencias pasadas o esperanzas futuras que la circundan y diluyen de su contexto. Esto conlleva que la impresión y el concepto o emoción que la acompaña apartan psicológicamente al individuo de la realidad física donde el estímulo es aprehendido. Esto significa que la persona percibe una información de su entorno por medio de una impresión pero la deforma, le retira ciertas de sus “propiedades intrínsecas”. En consecuencia, la carga mental infiere errores debido a que uno recurre a las experiencias acaecidas, patrones adquiridos, creencias, deseos, etc. Esto provoca que el entendimiento sobre un evento esté falseado, desenfocado y afecte igualmente a la objetividad en la respuesta o a la idea que uno se forja de él. En muchas ocasiones, el ser humano carga una percepción equivocada de la realidad, de hechos concretos, debido a la ausencia de una correcta transformación de impresiones.
Los rasgos fundamentales de las impresiones son: el tiempo y el espacio
Las características propias de toda impresión es que todas ellas se originan por un estímulo en un tiempo y espacio concretos. Los hechos percibidos por medio de impresiones solo reflejan la realidad de un “instante presente” y “lugar determinado”. De este modo para el individuo, el plano físico es soberano en el momento y lugar donde uno recibe la información. Si la persona se halla “aquí y ahora”, en estado de alerta y presente a las impresiones, este puede captar el hecho con un estado de conciencia adecuado. La mente por sí misma o las diversas funciones del organismo son incapaces de aprehender la realidad de un evento. Los centros pueden pensarlo, sentirlo, emocionarse, compararlo, asociarlo, diferenciarlo, contrastarlo con otros acaecimientos similares, etc. Estas dos magnitudes, el tiempo y el espacio, con respecto a las impresiones son elementos básicos, incuestionables y necesarios del plano físico. Si uno no restringe su modo de percibir las impresiones a estas ni capta su realidad, las operaciones psicológicas concluirán en una respuesta errónea. El ignorar o el pensar y sentir de modo equivocado las impresiones son las causas de una conducta que sigue esta misma naturaleza y atraerá, en consecuencia, sufrimiento.
Un ejemplo con respecto al presente. Unos padres perciben impresiones de sus hijos toda la vida que comparten juntos. Primero, se observa como un bebe; después, como un infante; más tarde, como un adolescente; seguidamente, como un joven y, finalmente, entra en la madurez. Este proceso lógico del crecimiento de un hijo no siempre es advertido por los padres percibiendo la realidad de estas etapas que se derivan del paso del tiempo. En muchas ocasiones, los padres piensan en su hijo de 19 años como si fuera un niño. Esto implica que cuando se marcha a la universidad de una ciudad lejos del lugar de residencia, los padres viven este hecho como un choque psicológico. Algunos como un drama. Esto es debido a que en ese momento, la realidad se hace patente: el hijo ya no es un niño y este inicia un proceso de cierta autonomía. Esto significa que los padres reciben impresiones de cómo su hijo crece en todos los ámbitos durante años y los saben racionalmente pero no captan la verdad de este hecho ni sus consecuencias. Es decir, estos no son conscientes de la realidad que están viviendo.
Otro caso, en una empresa hay un cambio de dirección. El anterior gerente regía de un modo complaciente. Durante años, las tareas y las relaciones personales se establecieron de manera que cada uno halló su bienestar y los empleados se acostumbraron a esa dinámica laboral. El nuevo director es autocrático remodela objetivos, departamentos, tareas,… cambia el trato, es más directo, concreto, intenso,… y exige estas mismas características en las reuniones, etc. Esto implica una realidad muy diferente que llega a la mente de los empleados a través de múltiples impresiones. Cuando los empleados se olvidan de sí mismos, de estar presentes, olvidan el aquí y ahora, tienden a comparar las nuevas impresiones con las que han vivido durante años. En la mayoría de los casos se sienten incomodados. Estos precisan aprender nuevas labores, prestar atención a su expresión para que cumpla con los requisitos del gerente. Las impresiones indican continuamente que la comodidad experimentada anteriormente desapareció, es necesario adaptarse de nuevo, lo que implica un esfuerzo, etc. Si el individuo percibe cada impresión del ahora y atrae el antes y la compara, como mínimo se sentirá con molestia, rechazo, aprensión,… porque para él, lo anterior era mejor. Esta relación que los empleados establecen con las impresiones recibidas en el presente y observarlas a través del espejo del pasado solo acarrea insatisfacción y dolor. En muchos casos reacciones equivocadas que solo les perjudica a ellos directamente y a la empresa. Al perder la referencia del ahora, una característica esencia de la impresión, la persona la piensa y siente de modo inadecuado. Esta forma de percepción del entorno es irreal al ser mezclada con un pasado que por definición es inexistente. Por lo que el empleado se halla en un proceso psicológico que le hace sufrir sin sentido. No obstante, otros empleados pueden percibir la nueva situación como una oportunidad. Por lo tanto, recibir las impresiones con una mente abierta, concentrada en el momento y operando con ellas resolviendo los nuevos retos que se presentan. Los dos tipos de reacciones son muy distintos aunque ambos aprehenden las mismas impresiones. Sin embargo, en el segundo caso, la percepción de los hechos respeta la realidad circundante y la psiquis se restringe a ella. Esta experiencia se percibiría en una octava superior si la persona estuviera presente al instante, de modo que su conciencia estaría activa y podría atraer los valores de su Esencia.
De esta manera, la mente tiende a comparar una época con otra, tal como hacen los abuelos con sus nietos o los padres con sus hijos. Los ascendientes anhelan ser didácticos relatando episodios de su vida donde experimentaron dificultades y escasez o buena fortuna, según convenga. Con estos relatos quieren ilustrar y convencer a sus hijos de lo afortunados que son por algún bien que disfrutan y que no valoran suficientemente o advertirles de alguna desgracia. No obstante, rara vez estos ejemplos tienen un efecto satisfactorio. Esto es debido a que una información racional no es aprehendida como una vivencia personal constituida por una gran cantidad de impresiones que se procesan en el presente.
Una vez entendido la importancia de la relación impresión-ahora, es necesario comprender que las impresiones se hallan sujetas a un espacio definido. Si uno percibe unas impresiones en un determinado escenario, estas quedan restringidas a dicho lugar; si se trasladan a otro sitio para asociarlas, compararlas,… se cae en un error porque el individuo se aparta de la realidad. Estas ocurrencias de la mente suelen ser frecuentes en personas que visitan lugares diferentes, alejados, de su residencia habitual. Emigrantes, viajantes, turistas, trasladados por causa del empleo, salud,… Por ejemplo, uno se familiariza a un sistema de salud de su país y cuando es atendido en otro, compara con facilidad el trato, los medios, los tiempos de atención,… Si el sujeto se percibe favorecido por el sistema lo elogia y es feliz, más si se siente perjudicado, se escandaliza, lo crítica,… A pasar de ser atendido, en algunos casos, lo menosprecia. Estos estados interiores son provocados por una incapacidad de transformar correctamente las impresiones. A causa que la persona olvida que la realidad de un país es distinta a otra. Existen indicadores objetivos del progreso de un país con respecto a otro. No obstante, en el momento que uno precisa ser atendido por enfermedad, el comparar escenarios hospitalarios de un lugar con otro no es útil, ni oportuno. Lo más seguro que se termine por identificarse y padecer más de lo necesario. Este hecho ilustra que el estudiante precisa restringir y observar el uso mecánico de los centros intelectual y emocional al escenario que vive en el momento de percibir las impresiones.
Otro ejemplo, un individuo por cualquier causa ineludible debe permanecer en una ciudad. No obstante, el piensa en su pueblo, estar con sus amigos, novia, familia, en la naturaleza, etc. a pesar de que las impresiones que recibe son propias de una zona urbana. Él se ubica físicamente en un lugar pero se abstrae o evade de este para soñar en otro, solo existente en su psiquis, basado en el recuerdo y la fantasía. Esto implica identificación, ausentarse de su propia vida, caer en una hipnosis donde el subconsciente proyecta una película sin restricción. Esta práctica de no estar presente al aquí retira al sujeto de la realidad. En ciertos casos, esta acarrea sentimientos de frustración, angustia, sufrimiento o incapacidad de asumir correctamente responsabilidades, etc. Muchas fantasías se deben a la falta de presencia de al menos una de estas dos magnitudes, momento y lugar, de la realidad que se perciben a través de las impresiones. Una correcta transformación del entorno conlleva que la conciencia capte esta irregularidad de la mente. El estudiante se apoya en el tiempo y espacio para encuadrar la psiquis a los hechos y dejar de soñar despierto. De este modo, uno se restringe a la realidad que le circunda y disfruta de la vida, elude riesgos, imprudencias, accidentes, etc. provocados por un estado de hipnosis de la conciencia.
Las impresiones son una energía
En la Esencia se halla el atributo de la vida la cual se expresa en el ser humano cuando este tiene existencia. Todo individuo interactúa con la vida, en el momento del nacimiento establece una relación con todo lo que le rodea. El planeta es un espacio donde la vida se desarrolla, palpita, evoluciona; esta se halla en la naturaleza en la cual se produce una continua transformación de energía. La vida es energía en sí misma. El Sol, el viento, los océanos, la tierra, el agua, toda materia orgánica,… son energía.
Asimismo, energía es: la luz que perciben los ojos; el sonido que oye nuestros oídos; el aroma que uno respira; el sabor de los alimentos; finalmente, son los estímulos que el tacto distingue. Todo estímulo genera una sensación y esta, a su vez, una impresión. En condiciones normales, lo captado por un sentido se transforma en diferentes tipos de energía[8] hasta que llega al cerebro. Una impresión es una “energía psicológica” que acarrea pensamientos, emociones, apetitos, deseos, etc. según qué función la recibe o cómo se reaccione ante ella. Por ejemplo, a través de las impresiones las personas: se alegran, entristecen, preocupan, rechazan, generan antipatías, simpatías, aversión,… Estas respuestas son producto de la energía que cada impresión despliega en la psiquis. Esto significa que el proceso de la transformación de energía continúa en la mente.
Muchas escenas de películas se quedan en la retina del espectador debido a la carga dramática, cómica, trágica, imprevista, sorprendente,… que despliegan. Esto se produce a causa de que impresionan la mente. Estas impresiones expresan su potencial energético y, en muchos casos, dañan la psiquis.
En otras ocasiones, el individuo vive situaciones como quedarse encerrado en un lugar donde las impresiones acarrean un trauma que se aloja en el subconsciente. Después esta persona olvida, quizás este evento, pero siente una aversión a los sitios cerrados como son los habitáculos pequeños, ascensores, etc. Asimismo ocurre con situaciones cómicas, graciosas, que uno experimenta, se gravan con buen humor por medio de impresiones en la memoria y con el tiempo uno las rememora. Estas impresiones vuelven a la pantalla de la mente y provocan el mismo estado interior de alegría, nos hacen sonreír, debido a que fue un momento agradable. Todo esto muestra como la impresión es una energía que se registra con la misma intensidad que se vive y, después, se reproduce con un efecto similar a su concepción. Aunque como todo, con el paso del tiempo, pierde cierta fuerza.
Cada impresión acarrea una energía que se constituye como un alimento esencial para la mente. Tal como lo son el oxigeno y los nutrientes que uno ingiere para el mantenimiento del organismo. Todo lo que el cuerpo físico precisa proviene por vía externa y es transformado por los diferentes órganos que componen el centro instintivo. El sistema digestivo adquiere los nutrientes del alimento que uno ingiere, el respiratorio obtiene el oxigeno del aire que uno inhala. Por su parte, el sensorial produce las impresiones provenientes de estímulos captados por los sentidos. Estos tres procesos básicos que recogen energía del exterior y, entre otros, garantizan la vida del cuerpo se realizan de modo automático, sin la presencia de la conciencia. En los dos primeros casos, la absorción de nutrientes y oxigeno, el proceso es instintivo. En el tercer caso, la transformación mecánica de impresiones implica establecer una relación inconsciente con la realidad. El auto-conocimiento enseña que el estudiante precisa advertir la información del modo más objetivo posible. Este requiere evitar interferencias de elementos psicológicos subjetivos como son: la personalidad o el ego. Estos intervienen en el momento de la recepción de la impresión y se apoderan de la información para modificar, diluir, aumentar o incluso falsear la verdad. Esto provoca un auto-engaño que se procesa a través de la identificación. La carencia de conciencia en el instante de percibir las impresiones implica una intervención del subconsciente y una manipulación de los hechos. El resultado es una ausencia de inteligencia práctica que induce muchos errores de apreciación de la realidad.
En consecuencia, las impresiones son uno de los elementos esenciales por las que uno establece la relación con el medio que le rodea y con los demás seres que conoce. Estar presente a este hecho es muy importante. Cuando un niño recibe el afectuoso abrazo de su madre, la psiquis del niño se impregna de una energía que le alimenta en el plano emocional y esto refuerza su relación con su progenitora. Opuestamente, si un niño se halla en un ámbito escolar hostil tal como ocurre cuando es acosado por compañeros. Estas impresiones son canalizadas por este como un alimento emocional y racional de temor, recelo, incomprensión, aversión, etc. hacia los alumnos implicados en esta acción. Asimismo, esta situación se convierte en una relación dolorosa, que pudieran atraer consecuencia de falta de confianza en sí mismo, fragilidad, indecisión, rechazo a los demás, etc.
Esta causa infiere que las impresiones sean transformadas con un estado de conciencia superior a la mecánica de la personalidad. El estudiante asuma la idea y el sentir que la vida requiere ser percibida con una atención plena y este alimento de las impresiones sea digerido adecuadamente. Uno comprenda que necesita de una práctica encaminada a fundar una relación correcta con la existencia y evite que las impresiones entren en la mente mecánicamente. Una acción psicológica que se ejerce de modo independiente a que la existencia sea como uno la planea o surjan escenarios desagradables. Aprehender que existe una posibilidad de cambio con respecto a la existencia que uno experimenta y que esta se halla dentro del ser humano. La vida y, por lo tanto, la información sobre lo que es, llega por medio de las impresiones. El primer eslabón de una transformación interior se inicia en ese momento: Aprender a recibir una información objetiva, veraz y real del mundo que me rodea. De este modo, este alimento nutrirá la Esencia y le capacita a uno a practicar las claves del despertar.
La transformación interior y las impresiones
“Cambiar la vida de uno, no es cambiar las circunstancias meramente externas, es cambiar realmente las propias reacciones. Pero si no vemos que la vida exterior nos llega como meras impresiones que nos obligan, incesantemente, a reaccionar en una forma, dijéramos, más o menos estereotipada, no veremos donde empieza el punto que realmente posibilite el cambio y dónde es posible trabajar”. (Samael Aun Weor. Cátedra II. Cap. 33).
La vida de cada persona es el resultado de las impresiones recibidas y de cómo fueron asumidas en la mente; lo que implica a todas las funciones del organismo y a la Esencia libre y embotellada o ego. Todos los seres humanos son moldeados por la existencia. La vida es un flujo continuo de impresiones que llegan a la psiquis sin prestarle suficiente atención ni someterlas a un proceso de reflexión íntima. En la mayoría de los casos, este recurre a patrones estereotipados para darles respuesta a los diferentes escenarios que aparecen. La consecuencia de este hecho es la formación de la personalidad. Esto significa que la existencia ejerce una influencia sobre el individuo y este interactúa en ella a través de sus acciones. Unos disfrutan de su vida con alegría y buen ánimo, son felices. Otros muchos, no les satisface tanto la existencia que poseen: sin entusiasmo la sufren con filosofía, la toleran sin más, se adaptan, la sobrellevan, la aguantan. Como resultado de esta vivencia, mucha gente anhela un cambio. Casi todo el mundo, alguna vez en su vida, ha pensado en virar de rumbo. Ahora bien, el estudiante precisa una reflexión real, sensata. ¿Cómo renovarse, si uno mantiene intactos los modelos del pensar, sentir y actuar, los cuales condicionan las respuestas? ¿Cómo cambiar, si uno asume las impresiones siempre con el mismo estado de conciencia? La posibilidad real de una transformación de la vida propia se inicia con el anhelo sincero de un cambio interior. La verdadera mudanza es psicológica, parte de una necesidad de despertar aunque uno no lo denomine así. Si existe esta aspiración íntima, entonces igualmente esta se acompaña de una voluntad y un esfuerzo por conseguirlo. Una persona madura se distingue por su coherencia. Si uno quiere cambiar, asume directamente que precisa hacer algo diferente, probar nuevas fórmulas, abrir su mente a una práctica distinta a lo que siempre hizo. Sobre esta base, la transformación de la existencia que uno experimenta es posible. Tal probabilidad se halla en una recepción de impresiones consciente porque estas son el eslabón entre la realidad física y la psiquis. Así el alumno se esfuerza en transformar debidamente las impresiones que ahora se advierten en la mente mecánicamente y aprende a colocar un estado de conciencia superior. Es decir, estar presente, alerta novedad, mantenerse “aquí y ahora”, ante los escenarios de la existencia. Entonces, este comenzará una transformación real, voluntaria y dirigida por la actividad de su propia inteligencia práctica. Este proceso irá copando toda la estructura psicológica y, en consecuencia, afectará a las respuestas en todos los ámbitos de actuación. La existencia de la persona experimentará progresivamente un cambio notable hacia el bienestar integral porque esta transforma de modo adecuado la energía de la vida. Este punto es fundamental para aprender a relacionarse correctamente con ella y consigo mismo. Este bienestar integral proviene en buena medida de una digestión psicológica apropiada. Por esta causa, todo ser humano requiere construir un “estómago mental” que le permita transformar las impresiones en el tercer estado de conciencia. Los seres humanos nacen con un centro instintivo compuesto de un sistema digestivo para los alimentos que ingiere y de un sistema respiratorio para recoger el oxígeno del aire que uno inspira. Pero es él quien, con su propio esfuerzo, debe crear un centro consciente de digestión o de transformación correcta de impresiones.
Las tres clases de transformaciones del ser humano
“El aire se trasforma mediante los pulmones, la comida se trasforma mediante el estómago; y aire y comida se convierten en principios vitales para el organismo. Desgraciadamente, las impresiones no se transforman, quedan en la mente sin digerir”. (Samael Aun Weor. Cátedra I. Cap. 16).
El cuerpo humano es una máquina compleja con unas cualidades físicas, psicológicas y anímicas insospechadas. El organismo humano se compone de materia y energía. Del mismo modo que existen diversos elementos químicos en el cuerpo, asimismo, concurren distintos tipos de energías. Uno observa que cada función dispone de la suya propia debido a que cada una desempeña unas tareas muy específicas, consecuentemente, el organismo despliega las energías:
Ø      Vital en los centros: instintivo (orgánica), motor (cinética) y sexual (reproductora).
Ø      Mental, en las funciones racional y emocional.
Ø      La fuerza de la voluntad.
Ø      La personalidad y el ego (Esencia embotellada)[9].
Ø      Finalmente, en un grado superior, la Esencia libre y la conciencia.
Ø      El principio espiritual o Ser.
Todas estas energías y materias que necesita el cuerpo para mantenerse vivo provienen exclusivamente del mundo externo a través de tres fuentes: el alimento, el aire y las impresiones. Estos elementos son convertidos de modo eficaz por la máquina orgánica en energía y con ella, la persona es capaz de realizar todo tipo de esfuerzos: motor, instintivo, sexual, emocional y racional. Esta energía, proveniente del comer, respirar, dormir y recibir impresiones, se sintetiza en acciones, instintos, apetitos, deseos, pensamientos, emociones, voluntad, etc.
Como se ha indicado, estos tres alimentos se transforman instintivamente en nutrientes, oxigeno y las impresiones se convierten en la información de la mente sensual. De forma alegórica, el estudiante puede imaginar el organismo como un edificio o fábrica de tres plantas donde se realizan estos tres tipos de transformaciones.
La cuestión es que el ser humano recibe toda esta energía o alimento de modo inconsciente. En los dos primeros casos, la conversión de nutrientes y oxígeno se procesa en orden a la naturaleza del sistema instintivo y no requiere de una atención especial. Lo importante es comer alimentos en buenas condiciones y con un contenido apropiado de nutrientes. Asimismo, evitar respirar aire insano. No obstante, la transformación correcta de impresiones requiere de un esfuerzo consciente, específico. Si, en el momento de percibirlas en la mente, uno se halla ausente psicológicamente, la información que uno recibe se procesará de modo automático. Esto es lo que siempre ha ocurrido, el estudiante recolecta datos a través de los sentidos desde la perspectiva de la personalidad o el ego. Esto significa que la transformación de esta energía se efectúa en el sueño de la conciencia, en el primer o segundo estado. El individuo estará identificado con sus procesos racionales o emocionales, apetitos, deseo, proyectos, fantasías, etc. Esto significa que la impresión o información será interpretada desde esa perspectiva. En consecuencia, este renuncia a la posibilidad de advertirla con objetividad. Cuando una persona adopta la información exterior olvidándose de sus rasgos principales y de sí mismo reaccionará subjetiva y erradamente. Solo le queda esperar las consecuencias de su acción para comprender su equivocación. De este modo, muchas veces uno se pregunta a sí mismo porque le sucede esto o aquello y la respuesta a su cuestionamiento es que los responsables son los demás. Esta actitud irreflexiva de culpar al prójimo del sufrimiento propio encadena al sujeto a repetir de modo continuo errores y vivir los mismos padecimientos, decepciones, etc. Es vital que el alumno recapacite y cambie esta manera de pensar y sentir. Esta corrección se fundamenta en la propia comprensión revelada por su experiencia directa e inteligencia práctica. Asumir que precisa de un esfuerzo voluntario, intencional, de dirigir sobre sí mismo la atención en el instante de recibir las impresiones. Evitar de modo imperativo que estas entren por la ventana de los sentidos de forma maquinal e inconsciente. Advertir que uno carga con una responsabilidad con respecto a esta energía que forma parte de su organización psicológica y bienestar interior. En suma, cada impresión se instala en la mente, su casa psicológica, y no es digno que esta se aloje sin control ni filtro y que, finalmente, permanezca en ella sin autorización.
El individuo que se auto-observa progresivamente se dota de cierto dominio sobre las impresiones. Cuando una de ellas es recibida por la conciencia y es inadecuada, debido a que comprende su contenido, la deja marchar e impide que el subconsciente se ampare de ella.
Opuestamente, la identificación implica que la impresión llega mecánicamente, el ego o la personalidad la perciben y asumen el control de los centros. Esta impresión alimenta a estos dos factores y el resultado es una reacción estereotipada. Esto es digerir indebidamente las impresiones porque esta energía se acumula en el subconsciente y según las escenas se repiten, los factores subjetivos se acrecientan. Esto significa un grado de subjetivismo, relativismo,… mayor en la persona. De esta manera, se edifica un desorden psicológico que si sobrepasa ciertos parámetros se convierte en patológico. Esto explica en el ámbito de la salud porque últimamente se constata un aumento de trastornos de ansiedad, depresión, abuso del consumo de substancias psicotrópicas, medicamentos, alcohol, etc. Estos hechos son síntoma de una carencia psicológica del ser humano en el instante de relacionarse con el entorno y, por lo tanto, de una transformación inapropiada de impresiones. Las personas comprenden cada vez menos el mundo que les rodea: sus familiares, compañeros, amigos, las causas de las situaciones que viven, etc. Esta falta de entendimiento es una fuente de conflictos y de malestar en las relaciones humanas. Todo se inicia por una ausencia del estado de alerta, de atención en la recepción de impresiones y continúa por ignorar una técnica y enseñanza objetiva de lo qué hacer con ellas. Uno carece de un “estómago mental” que le permita digerir correctamente la existencia. De modo alegórico, es como si un niño nace con el aparato digestivo defectuoso y es incapaz de asimilar debidamente los nutrientes. En consecuencia, este sufrirá múltiples trastornos ligados a este hecho. Esto mismo ocurre a la mujer y al hombre cuando reciben las impresiones, la psiquis no las transforma adecuadamente y padecen problemas de relación de diversa consideración. No obstante, todo sujeto nace con este órgano psicológico en un estado latente. Este estómago mental es la conciencia. Solo ella es capaz de obrar esta digestión de impresiones de modo eficaz, pero precisa ser empleada, desarrollada, con la práctica de las claves del autoconocimiento.
Las impresiones y su clasificación mental
Las impresiones son el reflejo de la vida. Cada una de ellas aporta su alimento, acarrea un mismo contenido de energía. Una impresión visual se relaciona con la luz que captan los ojos. Por lo tanto, cualquier impresión facilitada por el sentido de la vista aporta un nivel de energía semejante. Asimismo, sucede con los demás sentidos. Normalmente, el ser humano se halla más concentrado en los sentidos de la vista y del oído por una cuestión práctica y cultural. Sin embargo, esto no significa que contengan un dinamismo vital mayor que los demás sentidos. De hecho, el órgano sensorial más importante es la piel, por ser el más extenso y el que recoge más información del exterior. Todas las impresiones en el plano energético son equivalentes[10].
En el plano psicológico, la mente valora las impresiones según su propia experiencia personal, les otorga un contenido e importancia según el entorno familiar, cultural, social, religioso, etc. Esta clasificación de las impresiones es totalmente arbitraria y depende de los gustos, las vivencias, inclinaciones, debilidades, carencias, etc. del sujeto. La personalidad asume las impresiones como:
Ø    Positivas, si las considera agradables. Estas son aceptadas, buscadas, añoradas, deseadas, etc.
Ø  Negativas, si las califica como desagradables. Estas son rechazadas. El individuo trata de alejarse, huir, evadirse,… de todo tipo de impresiones que le desagradan, le resultan incómodas, irritantes, repulsivas, etc.
Ø  Indiferentes, si la persona las recibe de modo neutro. Sin “a priori”, ni especial atención o preferencia, ni una particular reacción en las funciones del organismo.
Es bien conocido que los gustos o disgustos, por las formas de expresión de la vida que uno experimenta a través de las impresiones, son muy variados y particulares. La mayoría de las valoraciones que expresa la mente sobre la información recibida se fundamenta en comparar situaciones pasadas; esto mismo ocurre con las relaciones humanas. La concepción de agradable o no, en referencia a las impresiones, es completamente subjetiva y relativa a la propia vivencia, deseos, miedos, etc. que uno carga en la mente.
Hay gente que disfruta con el dolor, mientras que la mayoría de las personas huyen de él. Hay sujetos que les gusta la caza, otros en cambio, la aborrecen. Unos individuos les encanta el camping libre en plena naturaleza, en contraste a otros solo desean la comodidad del hogar. A algunos les encanta el volumen alto al escuchar la música, otros son incapaces de soportarlo. Unos gozan con las películas románticas, otros no las toleran; igual ocurre con los film de violencia, unos los adoran, otros los deploran. Hay personas que atraen relaciones amorosas tormentosas, cuando otros lo que anhelan es el amor responsable. Existen aficionados a la tauromaquia, y hay gente antitaurina. Sin embargo, a muchas más personas, todos estos temas les tiene sin cuidado. Etc. Todas estas experiencias y aficiones se basan en impresiones y el valor que uno le otorga a cada una de ellas depende exclusivamente de sí mismo. Esta valoración mental de impresiones: positivas, negativas o indiferentes, es producto de una transformación mecánica en la psiquis. Es muy probable que uno niño le guste la caza porque lo aprendió de su padre y le trae ciertas sensaciones, mientras que otros la odien por el mismo motivo. Una persona fue de camping durante unos días y vivió una experiencia extraordinaria y otro fue incapaz de dormir, ni soportó la carencia de higiene, etc. Esta polarización de la mente sobre los hechos, vividos desde las impresiones, es un índice de una carencia de comprensión de la existencia y de sus propiedades.
La persona que aprende a transformar de modo apropiado las impresiones puede percibir la información sin emitir una valoración circunscrita a la personalidad. El estudiante las advierta de modo objetivo y la información recibida reproduzca exactamente la escena tal como es verdaderamente. Por ejemplo, una acampada libre tiene estas características: no hay duchas, el suelo está duro, apenas hay intimidad, etc. De hecho, uno sabe todo esto, pero vivirlo es diferente. Esta distinción es que las impresiones tienen unos rasgos singulares que la información racional no dispone. Cuando uno compara la información mental con la vivida entonces es cuando uno se siente decepcionado o maravillado. No obstante, para la conciencia todo es vida y se disfruta en todos los sentidos, tanto si se duerme como no, porque en esto constituye la existencia; una experiencia y un aprendizaje. Esto no significa que la persona se aficione o no a esta actividad pero comprenda que otras lo sean o no.
En general, la percepción de la realidad no depende solo de la calidad de las impresiones y de la atención prestada sino de la conciencia que uno despliega en el instante de recibirlas. El estado de presencia y la inquietud de transformación interior descartan el juicio de valor subjetivo y relativo que falsea la realidad. En suma, el recuerdo de sí mismo aleja los estados de la identificación que provoca el ego o la personalidad. El sujeto adultera la verdad de la vida cuando la filtra a través de lo que le satisface o no, desea o no,… espera o no de ella. La conciencia aprehende el contenido o auténtico significado en el aquí y ahora de cualquier impresión; capta en qué esta es útil, necesaria y oportuna en lo que uno se halla concentrado en ese instante, al objetivo que se ha propuesto o lo que le toca vivir. Esto le permite disfrutar de la vida en su libre movimiento y comprenderla en su causa.
Las impresiones y la identificación de la personalidad y del ego
“Incuestionablemente, la máquina orgánica es un poco compleja. Las impresiones llegan al cerebro, son remitidas por el ego, a cualquiera de los centros de la máquina. Puede suceder que el yo envíe las impresiones en forma equivocada, a un centro que no le pertenece, y entonces tenemos un error manifiesto en la personalidad”. (Samael Aun Weor. Cátedra X. Cap. 49).
La no transformación correcta de las impresiones es debido a que la mente impide que el tercer estado de conciencia se establezca con naturalidad. El ego o la personalidad se alojan y usan las funciones psicológicas creando una continua actividad de baja intensidad que se evidencia como una “charla interna”. Este parloteo emitido por la personalidad que uno mantiene consigo mismo durante todo el día comenta diversos escenarios actuales, pasados o futuros. A efectos prácticos, cuando se nombra la identificación o sueño de la conciencia se refiere esencialmente a esta tertulia íntima que atrae la atención hacia el subconsciente. Esta actividad mental dificulta al estudiante el conservar el estado de presencia, estar aquí y ahora. Esto último comporta que si llega una impresión a la pantalla de la mente u otro centro es detectada por esta cháchara racional y estado de ánimo maquinal e inconsciente. Normalmente, uno se reconoce en este dinamismo mental y considera lógico asumir la información con este estado psicológico. Esta realidad íntima determina una transformación e interpretación de las impresiones inadecuada. Por ejemplo, ¿cómo influye el estado de ánimo en el momento de recibir una información? ¿Cómo reacciona la mente si se centra sobre un acontecimiento que vivamente desea y, finalmente, no se produce? ¿Cómo interviene la frustración, insatisfacción, el placer, la nostalgia, preocupación, ansiedad, el estrés, desengaño, pasado, la pérdida,… en el instante de llegar una impresión? La charla interna refleja estos estados psicológicos, del ánimo o emocionales. Si uno se halla enojado, el contenido de esta conversación íntima estará centrado en dicha emoción. Asimismo, sucede con todos los estados interiores. Esta cháchara distrae la función racional con su actividad y mantiene vivo el estado emocional que la causa. En estas condiciones, las impresiones no son integradas en la psiquis con una mente abierta, serena y lucida. La información no encuentra un receptáculo adecuado para interpretar la realidad de los hechos. Con una mente activa y sin el estado de “alerta percepción”, la psiquis pierde sensibilidad, perspicacia[11], espontaneidad,… Esto constituye un gran obstáculo para el entendimiento de la información; significa que la capacidad de comprender a los demás, el momento o la situación se malogran. Estas son algunas consecuencias de la transformación mecánica de las impresiones. Si la atención se centra exclusivamente en uno mismo, apenas dispone de vigilancia ni de espacio psicológico para atender a la información más inmediata que provienen del exterior. Esto incluso acontece físicamente, muchos individuos apenas son capaces de escuchar a los demás con unas condiciones dignas. En muchas situaciones, una persona se halla identificada por el miedo, la ira, tristeza,… y su facultad física de observar su entorno disminuye. Esto indica como el estado interior interviene sobre el proceso de recepción de las impresiones. Estos eventos psicológicos son propios del primer estado de conciencia o Eikasia. La hipnosis es producto del ego o de la conciencia embotellada. La no transformación adecuada de impresiones ejercida por la personalidad es una “vía abierta” a la parte más profunda del subconsciente. La práctica de esta clave es indispensable para aislarse del ego, centrarse en el recuerdo de sí mismo o estado de presencia y evitar de este modo la identificación. Sin este ejercicio, la charla interior halla en las impresiones su alimento y un aliado que induce al subconsciente o ego a apoderarse de la psiquis con los efectos descritos anteriormente. En muchas ocasiones, uno se pregunta por qué es incapaz de encajar los hechos con serenidad, lucidez, fortaleza, coraje,… de modo ecuánime. El alumno se responde por sí mismo si atrae la atención debida a los estados de conciencia. De este modo, este capta cómo baja de nivel de conciencia y cómo influye la “tertulia íntima” en el instante de recibir las impresiones. El individuo observará directamente que con una emoción negativa es incapaz de percibir la información con objetividad. Agregados psicológicos como el amor propio, los celos, el rencor, la codicia,… se nutren de escenas de la vida a través de las impresiones porque la conciencia se halla ausente. No hay una transformación consciente de los hechos. Sin el estado de “alerta novedad” lo aparente y engañoso se hace dueño de la psiquis y el error se perpetúa junto al sufrimiento.
La necesidad de una correcta transformación de las impresiones en el autoconocimiento
“Para recibir las impresiones con la conciencia y no con la mente, sólo se necesita no olvidarnos de sí mismos, en un instante dado”. (Samael Aun Weor. Cátedra I. Cap. 16).
El estudiante puede concluir que si no inicia un esfuerzo por percibir las impresiones con objetividad no será posible conocerse a sí mismo y concretar sus valores humanos. La autoobservación psicológica se denomina el primer choque consciente. Esta mención indica que el sujeto se halla en una actitud y disposición diferentes ante la vida; muestra un anhelo de aprehender las impresiones con un estado íntimo distinto al establecido por su personalidad. Con la práctica, el estudiante aprenderá a separarse del ego que trata de imponer su respuesta condicionada al escenario con la ayuda de la identificación sin conseguirlo. Este estado interior de recibir una impresión y reaccionar a través de un proceso de “reflexión íntima” indica un aumento considerable de la Esencia libre. Esta etapa más acentuada del auto-conocimiento es fruto de la capacidad de autonomía de la conciencia en el modo de pensar, sentir y obrar la información recibida. Esto conlleva en el organismo una real transformación psicológica y energética la cual confecciona este estómago mental que digiere la impresión que llega de los sentidos.
En la medida que se ahonda en la práctica de esta clave, uno advierte cómo el plano físico influencia la psiquis a través de las impresiones. Este primer choque consciente revela las debilidades, carencias, limitaciones,… que el individuo acarrea en el ámbito psicológico. El primer paso del autoconocimiento es el autodescubrimiento. Antes de conocerse a sí mismo es preciso percibir directamente y sin intermediarios qué es lo que uno carga en la psiquis, cuándo y porqué causa se revela en un instante dado. Es necesario responderse según los hechos a la pregunta, ¿Qué es lo que me lleva a la identificación?
La escuela de la vida facilita al sujeto el escenario de modo natural y espontáneo para que experimente cuales son sus valores internos, qué y quién es realmente como alma. Por ejemplo, en los diarios informativos se comentan muchos casos de corrupción. Mucha gente piensa de sí misma que es honrada, que no se apropiaría nunca de lo ajeno, que esto corresponde a los demás. Pero esto solo son ideas que no han sido refrendadas por los hechos. El auténtico conocimiento sobre sí mismo se contrasta con la realidad que proviene siempre a través de impresiones. Solo cuando se presenta la escena ante la persona, esta podrá observar dentro de ella misma, si carga en su interior estos agregados psicológicos, amigo de lo ajeno. La clave de la auto-observación o primer choque consciente percibe de modo inmediato cómo llegan a la mente las impresiones y cómo reacciona uno ante ellas. En unas circunstancias donde el dinero aflora en grandes cantidades por el cargo que el individuo desempeña es más difícil ser honesto. Esto es debido a las impresiones que uno constantemente recibe. Si estas no son transformadas por la conciencia ni uno capta la realidad interior que despierta en el subconsciente; cualquier sujeto, pronto se sentirá tentado por algún ego que justificará y planeará quedarse con una parte del dinero que reparte en el desempeño de su función. Es cuando el ser humano se confronta a la realidad que descubre con sorpresa lo que acarrea en la mente. Por esta causa, es necesario que el estudiante aproveche las distintas escenas de la existencia porque son oportunidades para constatar su naturaleza humana. Cuando se revela un ego en la psiquis, entonces este puede ser observado en los centros del organismo y comprenderlo para eliminarlo. Las impresiones y el factor ego se hallan en una íntima relación debido a que estas son su alimento, su razón de ser. Todo elemento psicológico subjetivo se define por dos características que serán ampliamente estudiadas en otros textos:
1. El ego es una “percepción equivocada de la realidad”, porque capta las impresiones sin objetividad, sino desde la perspectiva de su interés, juicio, deseo, etc.
2. Debido al hecho anterior, es una “respuesta errada”, un modelo de conducta automática y subconsciente, a ese mismo escenario. El factor subjetivo es incapaz de comprender la causa de este ni de relacionarse con él desde los valores humanos.
La apropiada transformación de las impresiones es un despertar tanto a la realidad física como psicológica. Esta técnica sirve para contrastar los eventos físicos, las impresiones, con respecto a lo que uno piensa o siente en un momento determinado. Despertar la conciencia es aprehender la realidad de los hechos, de la vida y evidenciar que el modo en el cual aprendió a pensarla y sentirla no es recta ni sensata. El alumno precisa advertir que no existe una conexión ética, consciente e integral entre la mente y las impresiones que uno recibe del exterior. Por ejemplo, una persona se enamora de otra pero no es correspondida en los hechos y se dice claramente. Sin embargo, no la cree y la acosa, la persigue, trata de convencerla más allá de la rectitud y la dignidad. Despertar a la realidad es descubrir que lo que se piensa, siente y lo que “se cree ver” a través de la interpretación de las impresiones y no se corrobora físicamente no es verídico; es fantasía, ideas sin fundamento. Despertar la conciencia es desvanecer el hipnotismo provocado por el auto-engaño, con total sencillez porque los hechos no lo corroboran. Este despertar psicológico a través de una correcta transformación de impresiones o de la percepción de la realidad que reflejan evita muchos sufrimientos al ser humano. Esto es una evidencia tanto para sí mismo como para todas las personas que están en contacto con uno.
“El trabajo, por ejemplo, sobre las emociones negativas, sobre los estados de ánimo enojosos, la cuestión esta de la identificación, la auto-consideración, los yoes sucesivos, la mentira, la auto-justificación, la disculpa y sobre los estados de inconsciencia en que nos encontramos, se relaciona, en todo, con la transformación de las impresiones y lo que resulta de ello”. (Samael Aun Weor. Cátedra II. Cap. 33).
Transformar correctamente las impresiones comporta que el alumno es capaz de captar que lo que piensa y siente en ese momento es amor propio, lujuria, miedo, egoísmo, etc. Esta toma de conciencia o despertar ante el ego acarrea un efecto en dicha manera de pensar y sentir. Esta se revierte en valores humanos, en una forma justa de obrar, una didáctica constructiva para su desarrollo interior.
Por ejemplo, alguien le hiere con sus palabras, impresiones, que se consideran desagradables incluso falsas, por lo que son recibidas con el amor propio. “Transformar debidamente las impresiones” entraña que, ante la iniciativa del ego de desquitarse, uno aprehende la naturaleza de dicho pensamiento y sentimiento y prevalecen los valores humanos propios. ¿Cuáles son estos? Serán los que dicte la propia conciencia, pero ante el género humano uno requiere amor, compasión, comprensión, incluso si este no es merecedor de él. No obstante, sí, es signo de nobleza para quien lo práctica. Esto significa que aunque un sujeto no es digno de respeto o amabilidad, el alumno se los otorga porque estos se hallan en él y los ejerce sin relatividad, de modo absoluto. Ahora bien, quizás las palabras precisan de una respuesta inteligente basada en los hechos que revelen la inexactitud de las referencias mencionadas. De esta manera se restablece el orden y equilibrio en el ámbito físico y psicológico. En esto consiste una apropiada transformación de impresiones, una auténtica transformación psicológica. Lo que la persona recibe con odio se transforma en amor, lo que se percibe con orgullo se convierte en humildad; las impresiones que se asumen con miedo, se afrontan con fortaleza, serenidad y coraje. Una verdadera transformación interior fundamentada en la observación, el descubrimiento y la comprensión de la realidad circundante. Esta técnica es el primer eslabón del auto-conocimiento en la vida diaria. Esta se compone de un filtro de la información que proviene del exterior elaborado con la conciencia de ser y revela los defectos que uno carga internamente.
Asimismo, esta capacidad de observar las impresiones con un estado de presencia proporciona una evidente necesidad de educar y aprender a dominar los sentidos. Es preciso instruirse en el manejo de la atención en el momento de mirar, escuchar, percibir los aromas, los gustos y tacto de modo consciente. Esta cualidad es vital tanto en la vida cotidiana como en cualquier ámbito profesional.
“Los objetos nos vienen, pues, dados mediante la sensibilidad y ella es la única que nos suministra intuiciones. Por medio del entendimiento, los objetos son, en cambio, pensados y de él proceden los conceptos”. (Immanuel Kant. La crítica de la razón pura).
El saber contemplar los eventos tal como ocurren facilita la inspiración e intuición de la conciencia a través de los centros superiores y captar más allá de las impresiones. Asimismo, el saber escuchar a los demás es muy útil y muestra educación, saber estar, inteligencia práctica y un cúmulo de valores humanos. El estar presente a la vida es percibir todo su vigor, intensidad y significado. La respuesta a cualquier evento[12] que precisa de una intervención de la lucidez no es posible sin una previa información apropiada del mismo.
La higiene mental. La digestión de impresiones en el día
A lo largo del día llegan a la mente numerosas impresiones que no son transformadas. En muchos casos, estas no acarrean ninguna cuestión particular. De hecho, habitualmente, la mayoría de la energía que carga una impresión se integra en el subconsciente sin más. Si uno se identifica con alguna de ellas, estas constituyen un alimento para el ego en el instante que se ampara de la información. Cuando el alumno entra en el primer estado de conciencia y se hipnotiza implica un derroche mucho mayor de energía. En muchos casos, este proceso puede incluso crear nuevos egos.
“Desafortunadamente no contamos con un órgano capaz de digerir impresiones, motivo este más que suficiente como para que las mismas se conviertan en agregados psíquicos, esto es, en yoes”. (Samael Aun Weor. Cátedra II. Cap. 32)
Por ejemplo, cuanto más se identifica uno con el móvil o alguna de las nuevas tecnologías se crea una dependencia psicológica y esta se convierte en un ego. En realidad, tanto el ego como la personalidad son un cúmulo de impresiones no transformadas adecuadamente que disfrutaron de una fuente de energía mental para concretizarse. En dicho instante, esto provocó la pérdida de un porcentaje de Esencia libre. Por este motivo, es juicioso y recomendable que el sujeto utilice la técnica de la retrospección para transformar debidamente, “a posteriori”, las impresiones que no lo fueron en su momento. Esto es un ejercicio de higiene mental. Del mismo modo que uno cuida su cuerpo con la práctica del aseo diario, se precisa una toma de conciencia para preservar la psiquis limpia de impresiones que le causan un perjuicio. Esta digestión consiste en comprenderlas de modo que desaparezcan del subconsciente. En muchas ocasiones, ciertos hechos vividos o presenciados por la persona hacen daño a la mente porque quedan incrustados en ella. Asimismo, existen impresiones artificiales, en el sentido que son reproducciones ficticias de la realidad. Estas acarrean una carga energética que busca imprimirse en la mente con persistencia. Esta maniobra comercial se realiza a través de la repetición, el contraste, la intensidad,… de las imágenes, conceptos, música, canciones, etc. para que se graven en la psiquis. Las agencias de publicidad, los creadores cinematográficos[13] y demás compañías del ocio utilizan todos los medios a su alcance para atraer la atención a un máximo número de personas. Este objetivo comercial recurre a la manipulación de las impresiones para producir el sueño de la conciencia y vender sus productos. Estos creadores persiguen el impacto, impresionar la psiquis, influenciar al individuo en sus decisiones para que en un instante dado elija su opción entre las demás existentes. Todo el mundo conoce este hecho pero pocas personas observan cómo estas impresiones deliberadas se instalan en el subconsciente y condicionan el libre albedrío. La carencia de conocimiento de sí impide al sujeto aprehender cómo la parte más profundas de las funciones afectan a las capas más superficiales. No se trata de impedir qué tipo de impresiones recibe uno, más bien, es una cuestión de seleccionar y valorar con qué clase de comida psicológica conviene alimentarse; de estar presente a cómo estas energías llegan a la mente y se procesan para no ser absorbidas mecánicamente. Muchas personas, por medio de las impresiones, se atiborran mentalmente de valores inhumanos como son: asesinatos, perversidades, muertos vivientes, fantasías sentimentales, pasionales, odios, venganzas, violencias,… sin la presencia de la conciencia. Todo se engulle y se acumula en el subconsciente. Cada impresión es un alimento psicológico. El estudiante precisa reflexionar seriamente sobre qué tipo de nutrientes recibe su mente y qué consecuencias acarrean.
Por ejemplo, qué dicta el sentido común sobre el hecho de que la psiquis de muchos infantes y adolescentes se alimenten continuamente de estas impresiones[14]. ¿Qué experimentan los padres, educadores,… sobre cómo estas influencian la mente de los niños? En los colegios, los profesores aprecian una tendencia de los escolares de pretender conseguir resultados inmediatos. Estos no respetan la cadencia natural de los tiempos de los eventos. Los alumnos desean aquello que se proponen, ya, ahora. Se interesan por lo novedoso, insólito, lo último, cuando deja de serlo, lo abandonan. La mente de los adolescentes que se forma bajo la influencia de las nuevas tecnologías contempla imágenes que se desencadenan a gran velocidad. La psiquis se habitúa a que en un periodo relativamente corto de tiempo concurren muchas impresiones. Esto implica un aumento de la inatención de su parte y un estado de ánimo de aburrimiento si la situación requiere temperar o tener paciencia. Se observa que disfrutan de una gran cantidad de información pero carecen de discernimiento para priorizar y seleccionar su relevancia; muestran serias dificultades en elaborar criterios propios y apenas disponen de conocimiento extraído de su propia experiencia. No comprueban sus fuentes de información y sus referencias son poco consistentes. En general, desaprovechan los recursos disponibles, carecen de autonomía académica y se hipnotizan con facilidad ante la pantalla de cualquier dispositivo tecnológico. Esto acarrea en los hechos que el nivel académico en las aulas de las generaciones más recientes disminuye y los valores humanos de los niños se empobrecen progresivamente.
“Los jóvenes de hoy, preparados desde el principio para la velocidad, llegan al colegio con problemas en su capacidad de autorregulación y de atención, dos elementos necesarios para aprender, y que al final acaban por ser problemas importantes de control del comportamiento para los profesores en el aula”. (El Huffington post. Autor: Cris Rowan. Articulo: La influencia de la tecnología en el desarrollo del niño. Fecha: 19/12/2013)
Esta conclusión es verificada por muchos profesionales de la enseñanza. Esta plantea una reflexión sobre los efectos de una continua exposición de impresiones por medio de videos sobre una mente todavía no formada como la del niño o adolescente. La influencia de las impresiones y sus características es evidente. Esto explica la necesidad de disponer de una técnica para eliminar de la psiquis toda impresión que la persona considera perjudicial en su desarrollo personal y de su inteligencia práctica.
La higiene mental es un ejercicio diario que se práctica en la medida que uno empieza a comprender profundamente el daño que este alimento ocasiona a la psiquis.
La retrospección es denominada el segundo choque consciente. Esta otorga al estudiante una segunda oportunidad para una transformación apropiada de las impresiones que se colaron inconscientemente en la psiquis. El proceso es simple, la cuestión es visualizar la impresión que ronda en la mente y detenerse en ella para aprehender cómo la mente reacciona. Si la mente no transforma debidamente una impresión es porque algo ocurre en el espacio psicológico, algún centro reacciona ante ella. Surge una emoción, una crítica, un deseo, un rechazo, una atracción,… Es necesario profundizar sobre este tipo de reacción y preguntarse así mismo qué la causa. ¿Es una faceta de la personalidad, un ego, algo que uno vivió en el pasado, le ocurrió a alguien conocido,…? La higiene mental se asienta cuando uno capta la causa real de la reacción en los centros. Esta comprensión restablece el orden y equilibrio interior, desaparece la persistencia de la impresión y el estado anímico que se aferra a ella. Esta digestión de impresiones por medio del segundo choque consciente ayuda en las cuestiones de las preocupaciones, emociones negativas, apegos, deseos, fantasías,… Estados interiores debidos a una incorrecta transformación de impresiones y una percepción indebida de la realidad que atrae sufrimiento y frustración.
“Luego, si no trabajamos sobre lo interior, vamos por el camino del error, porque no modificaríamos entonces nuestra vida. Si queremos ser distintos, necesitamos transformarnos íntegramente, y si queremos transformarnos, debemos empezar por transformar las impresiones. Ahí está la clave para la transformación radical del individuo”. (Samael Aun Weor. Cátedra II. Cap. 33).
Resumen de la clave de la transformación correcta de las impresiones y su práctica, es necesario:
Ø   Percibir la realidad o información del exterior con objetividad.
Ø   Evitar la identificación o el auto-engaño y no edificar reacciones sobre apariencias.
Ø   Elaborar una respuesta a un evento sobre una información real y objetiva.
Ø   Aprender a digerir las impresiones con la conciencia y alimentarla.
Ø   Crear un estómago mental. Aprender a relacionarte con la vida y los demás.
Ø   Tener una higiene mental. Meditación, retrospección de impresiones no digeridas.
Ø   Trabajar con la conciencia para su despertar y el conocimiento de sí mismo.
Tabla de ilustraciones
“Estatua de Helen Keller”, (2009). Autor: Edward Hlavka. Localización: Sala de esculturas del Capitolio, DC Washington. EEUU. Esta activista estadounidense (1880-1968) a los diecinueve meses de nacer perdió los sentidos de la vista y del oído. Esto le provocó un estado incontrolable en toda su infancia hasta que una institutriz consiguió hacerle comprender la naturaleza y el sentido del lenguaje en este caso a través del tacto. Esta mujer consiguió una licenciatura, se convirtió en una filantrópica destacada y activista por los derechos civiles en EEUU. Escribió varias obras, viajó por todo el mundo dictando conferencias. Esta escultura se erigió en su honor, representa la primera impresión, “agua”, que Helen comprendió y pudo atribuirle la palabra-concepto con siete años gracias al tesón de su institutriz.
“La traición de las imagen” (1929), Autor: René Magritte. Localización: Museo de arte del condado de los Ángeles, LACMA. EEUU. El texto escrito de este cuadro dice: “esto no es una pipa”. El autor indica que la obra es una imagen, una impresión, que representa una pipa. Tal como el mismo René Magritte comentó a sus detractores, esta pipa no puede ser rellenada de tabaco porque no es un objeto.
“La caverna de Platón”, (Mediados siglo XVI). Autor: Michiel Coxcie. Localización: Museo de la Chartreuse, Douai, Francia. Esta obra representa la alegoría del conocimiento sensorial elaborado por Platón en el libro VII de la República. Tal como indica el relato, estos hombres se hallan encerrados y atados en una cueva y solo son capaces de ver el reflejo de los objetos proyectado frente a ellos. El filósofo enseña que el ser humano no puede a través de sus sentidos comprender la realidad que se refleja en el muro de la mente o pantalla mental.
“Si las puertas de la percepción se depurasen,
Todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito.
Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver
Todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna”.
(William Blake. Las bodas del cielo y el infierno)
“Los valores personales”, (1952). Autor: René Magritte. Localización: Museo de Arte moderno San Francisco SFMOMA. EEUU. Esta obra comentada por el mismo autor muestra los objetos desde una perspectiva personal donde pierden su utilidad inmediata y estereotipada o carácter social. El artista desencaja los objetos tanto del lugar habitual donde se hallan como aumenta su tamaño y los convierte en algo más importante para el observador. Magritte infiere al posible valor que uno pueda otorgar a la impresión de cada objeto y cómo se interpreta.
“En mi cuadro, el peine (y las otras cosas también) acaban por perder su "carácter social", no es más que un objeto de lujo inútil, tal como usted dice "desarma" al espectador e incluso le hace sentir incómodo. Esta es una evidencia de la eficacia de esta obra". (René Magritte).
“¡Y aún dicen que el pescado es caro!”, (1894). Autor: Joaquín Sorolla. Localización: Museo del Prado. A mediados del siglo XIX hasta principios del siguiente, se desarrolla el movimiento pictórico del impresionismo. Este artista buscaba a través de su pintura plasmar en una escena, el instante a través de los efectos de la luz y reflejar su naturaleza real. En muchos de los cuadros, este autor utiliza la fuerza de la impresión para realizar una denuncia social tal como ocurre en esta obra.
   
    La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en estos dos tomos de esta obra, ampliados y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se irán colocando en el blog. 
   La obra se halla, tanto en versión e-book como en papel en Amazon donde se realizan los pedidos, y se entregarán a la dirección indicada con la garantía que te ofrece esta plataforma. Aquí tienes el enlace.

https://www.amazon.com/gp/product/B08Q8SFNHV?ref_=dbs_p_mng_rwt_ser_shvlr&storeType=ebooks

    Para más información, en este mismo blog en la primera entrada del mes de diciembre de 2020, o en las misma página de Amazon.


[1] "Cada uno de los sentidos consta de células especializadas que tienen receptores que reaccionan a estímulos específicos. Estas células están conectadas por medio del sistema nervioso al cerebro. Las sensaciones se detectan en forma primitiva en las células y se integran como sensaciones en el sistema nervioso”. (http://www.scientificpsychic.com).
[2] Por ejemplo, un observa un relámpago y poco después escucha el trueno. Uno percibe las impresiones no como ocurre en realidad pero sí con la cadencia temporal que los estímulos llegan a los sentidos.
[3] Una de las acepciones en el DRAE de la definición de “impresión” es: Efecto, huella que las cosas causan en el ánimo”. Por ejemplo, querer causar una buena impresión.
[4] Para hacerse una idea de las dificultades que conlleva a la mente comprender el significado de las impresiones uno puede visualizar la película que relata la vida de Helen Keller. Esta escritora, oradora y activista por los derechos civiles perdió a los diecinueve meses la visión y el sentido del oído.
[5] Por ejemplo, una persona es única. Sin embargo, todos sus conocidos lo ven y piensan de ella, cada uno, de muy diversas formas según la relación o las experiencias que hayan observado y vivido con esta.
[6] Este mito se halla en la obra la República VII contrasta el conocimiento sensible como opinión con el conocimiento superior basado en la experiencia directa.
[7] Esto mismo fue corroborado por el filósofo Immanuel Kant en su doctrina: “La estética trascendental”.
      [8] Por ejemplo, el ojo percibe longitudes de onda específicas de radiación electromagnética que registra como una sensación de luz. Estas ondas después de pasar por el ojo se convierten en impulsos nerviosos. El nervio óptico genera impulsos eléctricos que se dirigen al cerebro. Finalmente, este último los transforma en una percepción visual la cual se imprime en la pantalla mental.
[9] Estas energías son producto de la cristalización de la energía vital, mental y de la voluntad. Ambas usan de modo autónomo la energía de los centros.
[10] En este caso, se descartan las percepciones físicas de dolor. La sensación dolorosa es preventiva y contiene una carga energética considerable para cumplir con el cometido de atraer la atención del individuo de modo inmediato. Por ejemplo, ante una fuente de calor. El objetivo de este mecanismo instintivo es aislarse de la fuente que la provoca o, si el dolor proviene de una enfermedad, aportar un síntoma para hallar el remedio a la causa y recuperar la salud.
      [11] Capacidad del discernimiento para entender las cosas con claridad y rapidez, vinculada con la intuición.
[12] Problema, adversidad, contrariedad en el plano físico, impedimento, desgracia, etc.
[13] Productores, directores, guionistas, ingenieros de sonido, directores de fotografía, compositores de bandas sonoras, realizadores de documentales,…
[14] A través de los video-juegos, películas, videoclip, búsquedas incontroladas en Internet, etc.