“La luz de la conciencia, dándonos verdadero equilibrio
psicológico, viene a establecer cada cosa en su lugar, y lo que antes entraba
en conflicto íntimo con nosotros, de hecho, queda en su sitio adecuado”.
(Samael Aun Weor. La gran rebelión. Cap. Las tinieblas).
Introducción
En esta exposición se define el equilibrio[1]
dentro del ser humano, su importancia, las características que le son propias,
y el cómo alcanzarlo a nivel psicológico. Así mismo, este estado íntimo conlleva
una “dimensión humana” que todo
individuo precisa concretar en su emancipación anímica.
El autoconocimiento entiende el equilibrio interior[2]
como un estado de conciencia o anímico, el cual se instala en un sujeto si
permanece sereno, con la mente en reposo o estable, y una personalidad pasiva. Este
tema profundiza en el ámbito práctico, aporta claves y reflexiones sobre la
necesidad de fomentar una personalidad equilibrada.
La psiquis del individuo se halla bajo la influencia de distintas
fuerzas, tanto internas como externas, tales como estímulos, impresiones,
recuerdos, etc. El estudiante vive diversos escenarios durante el día, por
ejemplo, comentarios, opiniones…, que uno considera desafortunados, ofensivos,
engañosos, etc.; noticias agradables o tristes; impuntualidad, acciones
indignas, ser victima de una injusticia…, de los demás; objetos que dejan de
funcionar, o se rompen… Igualmente, es asaltado por recuerdos, proyecciones o
representaciones mentales, etc. Todos estos eventos y estados psicológicos conllevan
una acción del subconsciente de la persona. Muchas escenas de la vida acarrean
modos de pensar, sentir, y obrar con nerviosismo, preocupación, temor, recelo,
asombro, incredulidad…, estados que alteran el ánimo. Estas respuestas son
propias de la identificación; impresiones no transformadas correctamente que
atraen nervios, irritación, alteración…, desequilibrio. Una persona equilibrada
posee la facultad de permanecer serena y lucida, responde ante cualquier
situación con valores humanos. Su capacidad de percepción y cognición mantiene
un dominio de las funciones ante cualquier perturbación que surja de su
subconsciente.
El fundamento del equilibrio psicológico precisa:
Ø
No identificación.
Ø
Transformación correcta de impresiones.
Ø
Estado de presencia activo.
Una definición más académica de equilibrio es cuando la
resultante de la suma de todas las fuerzas que inciden en un punto o sistema es
nula. En este caso, el punto es la psiquis. Una persona piensa, siente, actúa,
recibe impresiones a través de los sentidos..., a la par que su subconsciente
se halla activo. La estabilidad interior se asienta en el momento que la suma
de todas estas influencias se anula, y la persona mantiene su autonomía, y su
centro de gravedad psicológico se halla en reposo. Uno disfruta de equilibrio
interior si las bases de su psiquis son estables, descansan sobre una
superficie fija, sólida y firme. Esta firmeza y fundamento psicológico se
edifica sobre el esfuerzo consciente, y la emancipación de la Esencia debido a
que esta última es su única y auténtica realidad. La conciencia y la mente
interior son el sostén y el pilar, respectivamente, de toda estructura
psicológica objetiva y verdadera.
Un sujeto equilibrado es capaz, ante
cualquier evento, de preservar el tercer estado de conciencia, ser sereno y
lucido, lo cual le permite actuar con prudencia, inteligencia práctica, y
manejar situaciones difíciles y problemáticas.
Inversamente, el perder la estabilidad interior es caer en el
despropósito, el error y el sufrimiento. En esta circunstancia, la persona no
disfruta de una base cimentada por la conciencia, y su estado mental carece de temperancia.
La falta de orden, equilibrio, y armonía psicológica entorpece revolver
favorablemente los diferentes obstáculos de la existencia. Uno pierde el
equilibrio en el momento que se identifica, y su atención queda atrapada en el
subconsciente. En estas condiciones, este último se apodera de la psiquis, y el
sujeto es manejado por hilos invisibles, los cuales lo conducen al error. En
muchos casos, esta pérdida de dominio de sí, hace padecer a las personas que le
rodean y a uno mismo.
El equilibrio interior es sinónimo de la paz del corazón que
hablan todos los grandes sabios de épocas remotas, la cual es accesible a todos
los seres humanos por ser vehículo de una Esencia. La paz interior nace si el
individuo aprende a organizarse en el plano psicológico, y despliega su
dimensión humana consciente y voluntariamente.
El
equilibrio es una constante indispensable en la creación
El universo se distingue por el orden, existe un equilibrio
entre las grandes masas planetarias, las cuales se mueven en armonía por el
vasto espacio que conforman las galaxias. Este orden cósmico es un arquetipo
que se reproduce en todos los ámbitos de la creación. Es sorprendente como el
firmamento se muestra a nuestros ojos, donde cientos de miles de millones de
estrellas centellean en la Vía Láctea. No obstante, estos astros con volúmenes,
pesos, y velocidades astronómicas danzan bajo la cadencia de una melodía que
marca equilibrio y concordia entre todos ellos.
En la naturaleza, los ecosistemas, las plantas, los animales,
el propio cuerpo físico, sobreviven gracias a la justa proporción, y a la
armonía que reina entre los elementos dispares que integran el conjunto. Por
ejemplo, las componentes del organismo se hallan compensadas, y sus funciones
se coordinan para preservar la salud. Asimismo, un ecosistema integrado por
depredadores, herbívoros y el bosque que los acoge, prevalece debido a que la pirámide
alimenticia está equilibrada. En el momento que la cadena trófica se rompe, por
la acción humana[3],
y un eslabón se pierde, este ecosistema se merma o desaparece.
Igualmente sucede en las relaciones humanas, y del modo en el
que la sociedad se organiza. ¿Qué enseña la historia cuando, en una nación,
existen excesivas desigualdades en alguno de sus ámbitos: bienestar social, igualdad,
justicia, libertad, etc.? Si un desequilibrio perdura en el tiempo y se
enquista en un país, engendra descontento, protestas, disturbios, rebeliones...,
entre la población, es decir, el desequilibrio causa problemas, conflictos,
deterioro y caos. Del mismo modo, si un individuo por cualquier vía origina desorden
en su cuerpo, por ejemplo, consumo excesivo de alcohol, comida, tabaco, etc.,
esto le afecta la salud, y su bienestar. Estos hechos muestran que el
equilibrio, es un agente humano muy importante en la existencia, tanto en el
ámbito físico como interno. Esto significa que es necesario cultivar esta facultad
en todas las áreas humanas.
El
equilibrio en el ámbito psicológico
“La
conciencia, el cuerpo y el ambiente exterior debidamente equilibrados, nos
permiten, en realidad de verdad, tener cierta relación maravillosa, e indica,
con precisión exacta, a aquél que jamás se olvida de sí mismo”. (Samael
Aun Weor. Cátedras IX. Cap. 129).
El ser humano se halla en una transición de
valores, hasta ahora, los actores sociales no han considerado oportuno ocuparse
del equilibrio psicológico del sujeto. La personalidad es inconsciente del
alcance que la estabilidad interior proporciona en su forma de ser, vivir y
afrontar las dificultades. Por esta causa, esta cualidad no se enseña en las
escuelas ni las personas se esfuerzan por cultivarla durante su vida cotidiana.
Normalmente, el individuo goza de un habitual
estado psicológico en el que él se reconoce como equilibrado. Este estado es
más o menos evidente, dependiendo de la atención, y el valor que la misma
persona le otorga. No obstante, toda persona observa que cuanto más necesita de
equilibrio ante una situación, es lo primero que se pierde. Esta realidad
debería atraer una reflexión sobre la madurez que uno adquiere a lo largo de las
experiencias de la vida.
No
obstante, la estabilidad psicológica es una disposición propia de la Esencia, si
la persona se halla autoconsciente. De este modo, evita la identificación, la
cual es la energía desconocida que, desde el subconsciente, sabotea el efímero
y frágil equilibrio de la personalidad. Preservar el equilibrio interior es
sinónimo de combatir esta lacra psicológica.
Cuando en una circunstancia problemática, el
alumno es incapaz de atesorar la serenidad, la lucidez e internamente se halla
desequilibrado, también lo será su manera de pensar, sentir y actuar. La
consecuencia de su respuesta será el error, empeorará el hecho, su actuación le
perjudicará todavía más, y sufrirá por ello.
La persona precisa meditar sobre este hecho. ¿Qué
consecuencias acarrea uno cuando, en un momento dado, se pierde la facultad que
más se necesita?
El autoconocimiento define lucidez o
sensatez como inteligencia práctica. Esta incumbe a la facultad de discernir lo
correcto, justo y verdadero, de lo que no lo es. Una aptitud que habilita al
ser humano a abstraer y resolver de modo favorable un problema sobre la base de
su comprensión. La lucidez sobre un asunto se despliega si existe claridad en
las ideas, orden, y no confusión en el análisis de un evento. La conciencia capacita
a la persona para dar una respuesta sensata de modo inmediato, espontáneo y
natural.
La serenidad se describe como la cualidad
que permite resguardar la armonía y el orden psicológico; para disfrutar de
este estado, el estudiante precisa un cambio real, de raíz, en el modo de ser,
pensar y sentir.
Generalmente, una forma de pensar y sentir errónea, es creer
que la estabilidad interior es proporcionada por algún elemento exterior al
individuo. Esta idea equivocada es la causa principal de un falso equilibro en
la persona. En nuestra sociedad, existe el concepto ampliamente extendido que
la fuente del bienestar y la seguridad son: la familia, el dinero, el empleo,
los amigos, el reconocimiento social, etc. Incluso hay quien piensa que todo lo
anterior es el fundamento de la paz interior y la felicidad. Sin embargo, los
hechos demuestran lo contrario. Las fuentes más recurrentes de desequilibrio, se
hallan precisamente en estos elementos.
Por ejemplo, el empleo, la extensión de horarios, su mecánica,
o falta de interés, la carga de la responsabilidad, el desgaste físico o
intelectual, etc.; así mismo, si uno advierte su puesto de trabajo amenazado o
peor se halla desempleado, ¿son fuentes de equilibrio interior? En el caso de
la familia, esta implica compaginar horarios; estar presente a los hijos, a sus
necesidades; hay que añadir, la lidia de las diferentes voluntades, los conflictos
de intereses de cada uno de sus miembros; las incomprensiones y discusiones
entre hermanos; las contradicciones de los adolescentes, su egocentrismo; las
dificultades económicas que puedan surgir por alguna circunstancia; la preocupación
por un miembro enfermo; ¿Son todas estas circunstancias causa de estabilidad
psicológica? Igualmente, en las relaciones entre amigos, las cuales tienen sus
más y sus menos, se enrarecen, se reconcilian, hay enfados, uno se siente
traicionado, el otro incomprendido, etc. En la amistad, siempre hay momentos de
felicidad como períodos de frustración y sufrimiento, que no ayudan a la
estabilidad interior.
Cualquier persona pensará que esto es propio de la existencia,
y no le faltará razón, pero también es cierto que estas experiencias atraen
infelicidad y desencanto. Estas escenas son parte de la vida asumida sin
conciencia, y provocan desequilibrios. Mucha gente se siente cansada de esta
continua identificación con los eventos, las acciones de los demás o las
propias. Esta realidad, que viene y va, en el plano psíquico, se apoya en una
frágil estabilidad, la cual se rompe para caer en el estrés, las emociones
inferiores, el dolor, los malentendidos… Todas estas situaciones pertenecen a
la vía horizontal, plana, desde la perspectiva íntima. Una vida que el ser
humano afronta con un estado psicológico inadecuado. El sujeto busca equilibrio
a través de la seguridad económica, el empleo, la familia…, pero se olvida de lo
esencial: “se olvida de sí mismo”, de
sus valores humanos. Es asombroso lo que aceptan o hacen ciertas personas para
mantenerse o ascender en el ámbito social, empresarial, político, profesional,
etc.
Igualmente, muchas parejas se unen para encontrar equilibrio
a través del compartir. El amor, la ternura, la voluntad de afrontar juntos las
dificultades, proyectos de vida..., no cabe duda que es una empresa digna y
elevada. No obstante, en la práctica, muchos de sus integrantes se olvidan de
lo primordial, de quiénes son, de su dignidad, de construirse como persona.
Entonces, en numerosos casos, el sujeto cae en la dependencia psicológica. Es
habitual que la gente se aferre a la escala social, lo externo, la pareja, la
familia, el empleo, los amigos, la renta. Esta condición humana genera apegos,
miedos, ambiciones, envidias, celos…, el individuo edifica fantasías e
ilusiones que le llevan a huir de la realidad. Existen muchos mecanismos
psicológicos que conducen a la falta de equilibrio, y a crear relaciones
incorrectas con aquello que a uno le rodea. Pero todos convergen en un mismo punto:
“la identificación psicológica”.
Esta situación que la personalidad crea por falta de
autoconocimiento, ocurre fundamentalmente porque el ser humano busca fuera lo
que está dentro de él desde siempre. Esta forma equivocada de pensar y sentir acarrea
un modo errado de actuar, lo que le complica su existencia en grado sumo. Según
trascurre el tiempo, la gente se llena de frustraciones, decepciones,
complejidades, preocupaciones..., estados anímicos anómalos a la naturaleza de
la Esencia, los cuales se acumulan en el subconsciente.
“Esto no es equilibrio
interior”. Todo individuo precisa cubrir sus necesidades básicas, y asumir
una labor para cubrirlas. Uno, también, puede anhelar en su corazón compartir su
vida con otra, formar una familia, tener amigos…, pero todo esto no otorga el
equilibrio interior. Aunque es cierto que ayuda, pero no necesariamente. La
estabilidad psicológica hay que buscarla en el interior; uno mismo es el
causante de esta carencia. La falta de equilibrio se halla encerrada en el
subconsciente de cada persona. El alumno ignora quién es verdaderamente;
desconoce las raíces que lo encadenan a errar, y perder su serenidad y lucidez,
en definitiva, a identificarse. ¿Quién no anhela ser equilibrado, disponer de
discernimiento, ser feliz? Cierto que muchos sujetos aspiran a todo esto, pero
no hacen el esfuerzo suficiente, ni adecuado para concretarlo, no adquieren
méritos. Otros se afanan con honestidad y es posible que alcancen algún progreso,
sin embargo, no disfrutan de una auténtica paz interior, o la sienten de modo
efímero.
¿Cuál es la causa? La raíz de esta situación es siempre la
misma. El ser humano se resigna a la ignorancia debido a que no despierta la
conciencia a su auténtica realidad física ni psicológica en la existencia. El
origen interno de toda preocupación, ansiedad, impaciencia, intolerancia,
miedo, cólera, etc., nace de factores subjetivos que el sujeto carga en la
psiquis. Estos agregados psíquicos son los responsables del sufrimiento, y
desasosiego que el alumno y su Esencia experimentan en la vida. El ego y la
personalidad se hacen dueños de la psiquis con el gancho de la identificación,
la fascinación y el sueño, ambos son la primera causa de la carencia de
equilibrio psicológico.
El hombre y la mujer contemporánea precisan
un cambio real
En estos tiempos de cierta falta de humanidad,
son muchas las manifestaciones de personas relevantes en el ámbito social, cultural,
artístico y político que apuntan hacia un cambio de dirección de la sociedad[4].
No obstante, la cuestión es que difícilmente
se plantea un cambio en la base. Mientras, la transformación no se efectúe
desde el origen, el error persistirá. De este modo, las propuestas y los
intentos son múltiples, pero las soluciones ante la falta de equilibrio y
sensatez no son satisfactorias.
La renovación que exige el equilibrio interior es individual,
personal y de conciencia. Esta radica en un cambio del modo de pensar y sentir
la existencia y a sí mismo. Por lo tanto, esta transformación es íntima,
psicológica y anímica. Hasta ahora, con los modelos sociales y mentales que el
individuo acarrea, pocos son los que se libran del error y del sufrimiento.
El ser humano ha adquirido un alto nivel de
racionalidad, no obstante, precisa subir un escalón superior en la naturaleza.
Este ser intelectual debe adquirir “Humanidad”.
Toda persona necesita despertar su conciencia, escalar el grado de Hombre
consciente y equilibrado.
Este Hombre verdadero que se distingue por
sus atributos humanos, se halla dentro de toda persona. Esta transformación
interior empieza en el momento que uno presta la atención debida a qué piensa,
siente, a cómo actúa, y por qué causa. Un sujeto consciente es aquel que está
presente al instante, se halla aquí y ahora, y no se olvida de sí mismo. El
cambio interior es posible en el momento que el estudiante lo anhela en su
corazón; este realiza el debido esfuerzo para observar directamente qué origina
la pérdida de equilibrio; vigila dentro de sí qué ocurre en las funciones o los
centros del organismo. La auténtica transformación psicológica, brota en el instante
que el individuo comprende y asume la propia responsabilidad de perder el
equilibrio, es decir, de identificarse. Y, paralelamente, este abandone toda
tentación de atribuir sus errores, y sufrimientos a los demás o las
circunstancias. Entonces, uno iniciará un viaje al interior de un mundo ignoto
por descubrir dentro de sí, el cual se conoce como “autoconocimiento”.
De modo natural y espontáneo, el estudiante capta con su atención
plena carencias, defectos, deficiencias…, de orden psicológico. Aprehenderá que
estas debilidades del alma, son la causa real de la falta de estabilidad,
firmeza, y fundamento de la psiquis. Por ejemplo, uno está presente en un
escenario, y surge el miedo, el cual lo desestabiliza, entonces lo descubrirá,
y se hará consciente de la realidad de este ego. Si esta carencia es demasiado
intensa y profunda, y la persona es incapaz de discernir o separarse del
proceso de identificación, lo estudiará más tarde en la meditación. Esta
disciplina permite a todo sujeto profundizar, y comprender la naturaleza
egocéntrica de todo defecto alojado en el subconsciente.
El miedo es una carencia de valentía. Esta
última es una virtud intrínseca al Hombre equilibrado y auténtico. El cambio
real que muchos seres humanos buscan en su corazón, se cimienta en un
aprendizaje. Este consiste en emanciparse del miedo, y, paralelamente,
desarrollar las facultades humanas. Si uno aspira a una transformación,
cultivará la valentía, la invocará con todas sus fuerzas, y se separará del
miedo. La técnica es sencilla de entender, aunque más difícil de practicar. La
base de este esfuerzo consciente y voluntario, es prestar atención plena al
miedo, comprenderlo y eliminarlo de la psiquis. ¿Cómo? Cuando surge el miedo en
un escenario, uno permanece sereno con el estado de presencia, no se identifica,
se separa de las emanaciones que nacen del subconsciente, observa los centros. Así
mismo, hay que confiar en la conciencia, y desplegar la cualidad de la Esencia que
le es propia, actuar con equilibrio y valentía.
Inversamente, si se permanece aferrado al miedo, lo único que
ahondará en uno será esa misma carencia. En este sentido, no hay
transformación, ya sea por ignorancia, pereza, torpeza, desinterés…, el
resultado es la identificación, el sueño de la conciencia y el desequilibrio.
El error y sus dañinas consecuencias, persistirán en la existencia de uno.
La revolución que el ser humano, tanto anhela
en su corazón sin saberlo, es interior. Consiste en aprender a relacionarse con
la existencia, y todos sus componentes de modo consciente y equilibrado. Esto
significa que la persona con su presencia atrae su conciencia, y toda su
humanidad. En lugar de olvidarse de su lucidez, serenidad, humildad…, la ejerce
con autonomía, libertad. De modo opuesto a cómo sucede ahora por su falta de inquietud,
trabajo interior y madurez psicológica.
El
cambio que la humanidad necesita con urgencia, es abandonar todo tipo de miedo,
intolerancia, resentimiento, aversión, insensibilidad, celos, codicia, orgullo…,
un sin fin de carencias íntimas, las cuales son la fuente de la ignorancia y
del sufrimiento humano. Cuando una persona se expresa con odio, se halla en una
pérdida de humanidad, porqué este atrae mucha miseria y amargura para él y los
demás. Si un sujeto actúa con codicia[5],
y acumula una gran cantidad de bienes, este se halla en una falta de humanidad,
porque esto implica que otras personas carezcan de ellos en otros lugares.
“En
la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no
tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”. (Mahatma Gandhi).
Cuando
un individuo envidia, este muestra una carencia de amor por el prójimo, y esto
le resta humanidad. El hombre o la mujer que despierta a esta realidad
comprende que hay que realizar un trabajo sobre sí mismo, aquí y ahora. Este
esfuerzo se encamina hacia una realización interior, una auténtica
transformación de raíz que empieza por uno mismo.
“Solo
la luz de la conciencia dirigida no desde los ángulos sino en forma plena,
central, sobre nosotros mismos, puede acabar con los contrastes, con las
contradicciones psicológicas y establecer en nosotros el verdadero equilibrio
interior”. (Samael Aun Weor. La gran rebelión. Cap. Las tinieblas).
Toda persona racional sabe perfectamente
que un Hombre es más que su empleo. Sin embargo, por falta de conciencia se
esclaviza toda una vida a él. Este se habitúa a una rutina durante años y si lo
despiden, se siente frustrado y maltratado. Algunas veces ni siquiera la labor
le hace feliz, pero cuando la pierde todavía es más desgraciado; se olvida de
sí mismo. Pasa por alto que goza de salud, tiene una familia y, sobre todo, que
posee un principio inteligente que le asiste, si conservará la serenidad y
lucidez suficiente para recurrir a él. Todos los seres humanos nacen con
inteligencia práctica, pero no todos la usan convenientemente.
Cualquier persona sabe que un hombre es más que los bienes
materiales: la renta, una casa, etc., aunque, en muchas ocasiones, se olvida. La
gente sufre cuando desaparece algo a lo que está aferrado. No se recuerdan a sí
mismos, hacen locuras, se llenan de frustración, rencores, se agrian por
dentro. El pasado les pesa, y se deterioran sus valores humanos como son: el
entusiasmo, la alegría, la esperanza, etc. Esto les sucede en escenarios que,
incluso, no revisten trascendencia: se estropea el coche, gran disgusto; el niño
es respondón, una discusión; alguien llega tarde, enfado; qué si me ha dicho
esto, incomodidad. Miles de ejemplos que uno experimenta en su vida diaria, y
que son el reflejo de cómo uno escasea de verdadera estabilidad psicológica,
porque no hay suficiente conciencia ni virtudes en la persona.
Disfrutar
de una personalidad equilibrada es una transformación que los hombres y las
mujeres de buena voluntad anhelan en su conciencia. Una legítima aspiración de
cualquier sujeto medianamente juicioso: el ocuparse de ser un “Hombre verdadero y equilibrado” y
actuar como tal. Esto implica realizar un esfuerzo por ser una persona digna, y
aprender a comportarse con sensibilidad. Despertar la conciencia es un proceso
que conlleva desprenderse de todos los elementos subjetivos que uno carga en su
interior, y le impiden responder como Esencia libre ante una dificultad. El
Hombre auténtico que mora dentro de uno, se relaciona con Humanidad con todo lo
que le rodea: el prójimo, los animales, la naturaleza y la existencia.
Albert
Einstein comenta:"Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo
mismo".
Este
axioma está revertido de sentido común, pero no todo el mundo lo comprende
cabalmente. Muchos individuos, sobre todo jóvenes, se indignan, por el estado
de la situación, tanto material como social, anhelan una revolución de valores.
No obstante, cuando se confrontan a una enseñanza que les ilustra, y motiva
para ser los auténticos artífices de un cambio real en su interior, y, por
extensión, en la sociedad, no sienten la menor inquietud. Las personas se
sienten cansadas de las mismas rutinas, pero su subconsciente no les permite el
cambio de mentalidad, ni tienen la voluntad necesaria para emprender una acción
distinta. El autoconocimiento es una práctica didáctica encaminada al
equilibrio interior, y a crear una dimensión humanista dentro de sí mismo.
El hombre requiere instaurar su dimensión humana
con todo lo que le rodea
"La
verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Qué otro
libro
se puede estudiar mejor que el de la Humanidad?" (Mahatma
Gandhi).
Muchos individuos independientemente de su
nivel cultural, social, o económico observan que, en su conjunto, la humanidad está
desorganizada. Esta realidad es confirmada por millones de personas que sufren
de desnutrición, injusticia, desigualdad, falta de libertad… Cada uno piensa, y
siente que es el mundo que le “toca
vivir”, se adapta desde joven, y trata de alcanzar sus metas en las mejores
condiciones posibles. La gente puede reflexionar sobre este hecho, y verificar
que esta situación es consecuencia de una falta de organización interior de
cada sujeto. Tal como acontece en el caso del equilibrio, solo una persona
disfrutará de una organización psicológica si es capaz de concretarla dentro de
sí mismo. Por extensión, si la gran mayoría de los individuos gozan de una
organización psicológica, es muy probable que la humanidad sea capaz de estructurarse
como una unidad, y afrontar sus problemas de modo global.
De nuevo, el estudiante se preguntará de donde surge esta
organización íntima. La respuesta es la misma que en el caso del equilibrio: “la base de toda organización psicológica es
la conciencia superlativa del Ser”.
El ser humano goza de una dimensión física, anímica o
psicológica, y espiritual. Cuando la psiquis del alumno se halla organizada por
la conciencia, la realidad física es una consecuencia de la acción de la
Esencia y sus atributos. Esto significa que, si uno tiene su centro de gravedad
psicológico en la Esencia o disfruta de una personalidad pasiva y equilibrada,
entonces, la dimensión humana se halla presente en su existencia. Este hecho
facilita a la conciencia comprender la realidad física, y atraer valores
humanos requeridos por ella. Esto allana la convivencia con los demás, la
resolución de problemas, la gestión de emociones inferiores…, la verdadera
naturaleza del alma se revelaría en la vida. En efecto, este estado interior acerca
al individuo a experimentar la realidad ontológica; gozar de bienestar
integral; la Esencia se emancipa hasta alcanzar el estado de Hombre auténtico o
equilibrado. Aunque, esta situación anímica no es la que ostenta la mayoría de
la gente, porque el centro de gravedad psicológico se ubica en la falsa
personalidad. De este modo, la dimensión humana del estudiante se halla, cada
vez más, restringida.
Por ejemplo, las empresas disponen de
empleos para producir, dirigir…, todo se racionaliza bajo la idea de negocio,
rentabilidad, y competitividad. El resultado de estos empleos es que los
sujetos que los ocupan, no hallan el rasgo más característico que los
identifica como ser humano. Estos empleos están despojados de humanidad. La
mayoría de las labores que realizan los trabajadores o los empleados son
rutinarias, nada creativas, vacías de significado, poca o ninguna participación
en las decisiones, etc. En muchas ocasiones, excesivamente duros, extensa
jornada laboral, con turnos, incluso, con riesgos para su salud. Es cierto que
en Occidente existe una legislación al respecto, sin embargo, estos rasgos
describen lo que sucede en la actualidad en la mayoría de los países miembros
de la OCDE[6].
La situación laboral es mucho más compleja en el resto del mundo. En todo caso,
la tónica fundamental de estos empleos desempeñados por personas, es que están
deshumanizados. Muy distinta era la situación de los artesanos de antaño, estos
fabricaban con su maestría objetos únicos, o a medida, no existía la mentalidad
especuladora. Alfareros, caldereros, toneleros, curtidores, herreros, joyeros,
pintores, canteros…, trabajaban para personas conocidas y en un lugar
determinado; se formaban de modo continuo con la experiencia, y eran conocidos
por sus obras. La relación con la misma labor era más humana, en los talleres
se cooperaba, eran objetos creados por la habilidad y la imaginación del artesano.
Esta carencia de humanidad, también preside
la actividad económica y financiera. En los bancos y las entidades monetarias solo
se habla del “bienestar humano” en la
publicidad. En sus despachos, todos se concentran en registrar cifras, se
definen planes económicos, se recomiendan acciones que solo tienen en cuenta
balances o estados que incumben al capital.
En
el ámbito individual acaece lo mismo, todas las personas deberían ejercer su
dimensión humana en sus relaciones: familia, amigos, compañeros, vecinos,
desconocidos. No obstante, la gente difícilmente tiene presente su humanidad, más
bien, se ocupa de su interés, deseo, seguridad, etc. Esto mismo se percibe en
la relación del sujeto con los animales, el abandono de mascotas, las
condiciones de crianza en la ganadería, protección de fauna salvaje..., existe cierta
insensibilidad hacia los seres vivos. Aunque, el alumno no sea consciente de
todo esto en él, si lo aprecia en los demás
Estos efímeros ejemplos son un atisbo del
rasgo distintivo de muchas conductas del hombre, tanto a nivel individual como
colectivo, que destacan por su falta de humanidad. Una consecuencia directa de
la pérdida de contacto con la propia Esencia, la cual es depositaria de las propiedades
internas que caracterizan a la persona como realmente humana, y no solo por su
apariencia física.
Las organizaciones, la sociedad, los núcleos
familiares y los individuos, todos se olvidan de lo que son en la vida diaria, dejan
de percibirse como almas o Esencias humanas. Esto significa que, para merecer
este calificativo, hay que poner en el centro de la actividad al Hombre, es
decir, al prójimo y a su bienestar, junto a nuestra dimensión anímica. El hecho
es que el motor que organiza el mundo tal como se conoce actualmente, se
fundamenta en el egocentrismo y el hedonismo. Esta actitud es inversa a la
condición humana; produce todo tipo de desequilibrios entre los seres humanos y
en la naturaleza.
Por esta causa cuesta y asombra, tanto encontrar
a alguien que se ocupa de los demás, y despliega humanidad. Estos benefactores
se dedican a los demás porqué sienten esa disposición dentro de sí mismos. Nace
dentro de ellos esa sensibilidad por las condiciones o necesidades del prójimo.
Esto implica que se adhieren a una causa digna para restablecer un orden que
los demás no son capaces de observar ni comprender con su razón ni en su
corazón. Entonces con inteligencia práctica, valores humanos y conciencia,
emprenden una acción que hace reflexionar a los demás, algunos de ellos, lo
hacen hasta sus últimas consecuencias.
Martín Lutero King (1929-1968) junto a muchos otros menos
conocidos, comprendieron que la discriminación es una falta de humanidad,
carencia de amor, y compasión por el prójimo. La segregación es una forma de
pensar y sentir, indigna del ser humano, se fundamenta sobre el egoísmo, el orgullo
y la intolerancia. En cada caso o causa que se comente existen los mismos
modelos: Gandhi, Madre Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, el Abate Pierre[7]…,
con su sacrificio colaboran con los principios eternos que son propios del
universo. Estos nacen como Auténticos Hombres equilibrados y conscientes de lo
que son: almas humanas, los cuales desarrollaron su semilla o Esencia. Esta
última se halla en la psiquis de todos los individuos, y precisa del anhelo de transformación
interior real por parte del estudiante.
Conclusión
Equilibrio interior, organización
psicológica, despertar la conciencia y la propia humanidad, son aspectos vitales,
tanto para el bienestar integral de la persona como útiles en la existencia. Por
lo que sería conveniente prestarles a estos atributos la atención debida, y
cultivarlos en los distintos ámbitos sociales como la educación, la familia, el
laboral, la administración, etc.
Un Hombre con la “personalidad equilibrada”, colabora a construir una sociedad más
justa, digna, libre, pacífica y feliz. Un conjunto de Hombres equilibrados
compone una sociedad con sus mismas características, la cual sería difícil de
manipular con distracciones, o trucos ilusionistas que solo consiguen confundir
a la Esencia misma, y olvidarse de su naturaleza humana.
Todo individuo es el único y último responsable de su estado
interior. Independientemente de los innumerables intereses existentes a nivel
institucional y corporativo, los cuales anteponen la cultura de la hipnosis.
Las claves elementales para concretar la estabilidad interior
son:
Ø “El
equilibrio psicológico solo depende de uno mismo”. El estudiante es el único
dueño de su modo de pensar, sentir y obrar, de manera que es exclusivo a su
voluntad y libertad el preservarlo. No caiga el sujeto en el error de atribuir
la responsabilidad de la identificación a las circunstancias ni a los demás,
aunque le den buenos motivos para ello.
Ø “La raíz
real de todo desequilibrio se origina dentro de la psiquis”. Enunciado de
modo distinto sería: la identificación es siempre un proceso interno, y evoca
que el alumno carece de bases psicológicas estables, firmes y sólidas, es decir,
su conciencia es volátil, inconsistente. Esto indica que la conciencia transita
fácilmente de estados superiores a inferiores[8].
Ambas claves atraen como consecuencia una
buena noticia. Esta consiste en qué la falta de estabilidad psicológica tiene remedio,
y el conseguirlo, se halla en las manos de uno mismo, y de nadie más.
Plasmar
equilibrio en los hechos, gozar de organización interior, usar y desarrollar la
inteligencia práctica es un camino, conlleva una trayectoria, en este caso
ascendente, vertical. Esto es debido a que implica un aprendizaje por etapas.
Todos los aspectos del autoconocimiento se fundamentan en información útil,
métodos y claves prácticas, encaminadas a la experiencia directa. En el
apartado que nos ocupa, consiste en aprender a observar, investigar, advertir,
las causas que acarrean desequilibrio o identificación. Esta siempre se
despliega en las diversas funciones del organismo. Quizás sea, junto a la
inconsciencia, por falta de paciencia, tolerancia, humildad, diligencia, temperancia…,
es decir, por una carencia de valores, equivalente a defectos psicológicos o
egos.
El niño nace como ser racional, y es
llamado e invitado en el transcurso de su vida a convertirse en un “ser consciente”. Este objetivo aporta
sentido a la existencia del ser humano. Mucha gente huye o rechaza el sentido
más profundo de la vida, el cual consiste en: “el aprender de uno mismo, y de todo aquello que le rodea”. Toda
vivencia deja una huella:
Ø Objetiva, si despierta algo en la conciencia, y
aprehende su naturaleza.
Ø Subjetiva, si la conciencia se duerme, es decir,
uno está ausente, y la Esencia nada aprovecha.
Cualquier escena de la vida es una oportunidad para que el
alumno se instruya en el ámbito interno. Toda situación que se presenta, sea
positiva, beneficiosa, favorable…, o negativa, desgraciada, conflictiva…, atrae
un estado de conciencia.
Cada dificultad posibilita dos
alternativas:
Ø Una es la identificación cuya consecuencia, es
nutrir el ego por las carencias psicológicas que uno mismo concretó en el
pasado.
Ø La otra es aprender de las reacciones psicológicas,
y cómo le afecta el mundo que le rodea. Instruirse de las contrariedades, las
ilusiones, los perjuicios…, lo ventajoso, lo propicio, etc. Evitar la
identificación a través del estado de alerta novedad, y, en el caso de caer,
meditar para comprender su causa.
Esta última alternativa es la que enseña el
autoconocimiento con la práctica del trabajo interior. Una opción voluntaria,
un esfuerzo consciente, por aprehender la realidad de la existencia y de uno
mismo. El trabajo interior es el elemento unificador entre la experiencia y el
aprendizaje de la conciencia, y su emancipación, la cual culmina con la consecución
del equilibrio interior, la lucidez y la organización psicológica. Una persona
organizada internamente conoce, asume con alegría sus prioridades, tiene claro
cuales son sus metas, y en función de ellas dirige su existencia. La madurez de
una Esencia, más allá de su personalidad y todos sus defectos, se fundamenta en
que su definición traspasa lo relativo y lo circunstancial.
Un
alma inmadura se distingue por su confusión, tibieza en el plano psicológico, y
expresa falta de equilibrio e inteligencia. Estas Esencias se enredan en la
existencia sin saber lo que anhelan, lo que les hace felices; emprenden
empresas que al poco tiempo abandonan; ante la incertidumbre se turban; su vida
se caracteriza por la duda, el titubeo; cambian de humor con facilidad, se
sienten heridos con hechos irrelevantes… Esta ausencia de madurez del sujeto, genera
en su personalidad inestabilidad y carencia de reflexión íntima. Todas estas
Esencias tienen la oportunidad de transformarse, formarse e instruirse, pero
esto solo depende de ellas, es una elección singular y particular basada en las
experiencias y las inquietudes de cada persona.
La estabilidad psicológica se implantará en
cada uno según se adquiere una auténtica individualidad, es decir, se eliminen
los agregados que carga en su interior.
Muchos estudiantes saben todo esto, pero todavía no se registró
en la conciencia ni en los centros superiores del organismo, y este es un paso
determinante en el camino interior.
Tabla de ilustraciones
1.- “El pilar Djed o Dyed”.
Localización: Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
Este símbolo perteneciente a la civilización egipcia,
estuvo presente desde el periodo arcaico en la vida cotidiana y en los ritos
funerarios, su significado era recordar la necesidad de estabilidad interior en
todo momento, la cual te protege en toda circunstancia. También, se le asignó a
la columna vertebral del dios Osiris. Esta alude al fundamento de la estructura
psicológica de todo individuo, la cual precisa ser recta, justa y equilibrada,
atributos dignos de este dios.
“Amuleto que representa un pilar "Djed", símbolo de
Osiris, jeroglífico se traduce por estabilidad; tiene cuatro elementos
superpuestos a una columna con líneas incisas en su parte superior y se apoya
en un pilar dorsal perforado por un orificio de suspensión”. (Texto descriptivo del objeto expuesto en el Museo Antropológico
Nacional, Madrid).
2.- “Diagrama sobre el
equilibrio interior”. Confección propia.
3.- “Mandala
budista de la tradición Naropa”, (Siglo XIX). Localización: Museo de Arte Rubín,
Nueva York.
El mandala es un símbolo en
forma de esquema iconográfico con características artísticas que alude a una
realidad interna, psicológica u ontológica. En esta figura, este mandala de la
tradición tibetana alegoriza la conjunción de las fuerzas que provienen del
plano superior o espiritual con las que ascienden desde el plano inferior, la
condición humana y material del individuo. Representa el equilibrio entre estas
fuerzas complementarias de signo opuesto, y esta estabilidad se halla en el
centro de la psiquis cuya referencia es el corazón.
“Un
rito particular de la liturgia tántrica es la construcción del mandala. Esta
palabra significa literalmente "círculo"; las traducciones tibetanas
la traducen, tanto por "centro" como por "lo que rodea". (Mircea Eliade. Yoga, inmortalidad y libertad. Cap.
Mandala).
4.- “Buscando el
equilibrio”, (2013). Autora: María Álvarez. Localización: Colección privada.
5.-
“Jardín Zen -karesansui- en el Templo de Ryoan-Ji, (siglo XV). Autor: Monje
Soami. Localización: Kioto, Japón.
Estos espacios fueron creados
en su principio para el recogimiento y la interiorización, buscan la serenidad
mental de quien los contempla.
6.- “El
amor sabio”, (1524). Autor: Lorenzo Lotto. Localización: Coro de la Basílica de
Santa María la Mayor, Bérgamo, Italia.
Esta taracea perteneciente a
la marquetería del coro, representa al dios cupido en la versión de amor universal
o consciente, el cual se mantiene en equilibrio sobre la balanza que lo
sostiene. Las alas desplegadas significan que se halla en una actitud de
ascenso. Los tres fuegos sobre la cabeza es símbolo de iluminación, y las ramas
de palmeras alegorizan el triunfo. En la parte baja se lee: “nosce te ipsum”. Locución latina que se
traduce por: “conócete a ti mismo”.
“Es imposible mantenerse en equilibrio sin
el conocimiento de uno mismo, lo que equivale a reconocer la propia naturaleza
divina... Amor en la balanza que representa los dos movimientos opuestos al mismo
tiempo: el movimiento ascendente y descendente. Posee este equilibrio, el cual
proviene precisamente de la sabiduría interior, como la felicidad del alma:
quien es feliz posee el dominio de sí mismo, por lo tanto, la sabiduría”. (Fernando Noris. La marquetería de Lorenzo Lotto. Un
itinerario entre la Biblia y la alquimia. Cap. Ala derecha, pedestal de la
entrada central del coro).
Esta imagen relaciona el amor
consciente bajo el principio del equilibrio con el autoconocimiento.
7.- Peregrino con paisaje (1813) Karl Friedrich Schinkel Nueva Galería
Nacional, Berlín.
Lecturas
“El viaje interior: …Se
puede aprender la tolerancia, sin la cual ninguna vida es soportable, y también
el camino de la paz del espíritu, indispensable para la acción justa. Esa paz
del espíritu es el centro de todas nuestras búsquedas. Ella dirige nuestra
actitud hacia el mundo del que formamos parte, hacia nuestros vecinos y también
hacia nuestros enemigos. La principal técnica para llegar a ella es la
meditación, la cual constituye el núcleo de nuestra práctica y enseñanza. La
meditación nos enseña que, al descender lentamente a nosotros mismos, vemos que
ese sentimiento de paz existe en nosotros. Todos lo deseamos profundamente,
aunque muchas veces este deseo esté escondido, enmascarado, contrariado. Por
eso hay que luchar. Nuestra verdadera naturaleza es pacífica.” (El
Dalai Lama. Samsara. Cap. Fe, ciencia y religión).
“La
base necesaria de todo progreso es la calma y la claridad de pensamiento, la
seguridad en las impresiones y los sentimientos. Y nada hay más contrario a
esto que la atracción por todo lo que es fantástico, por la exaltación, el
nerviosismo, la excitación, el fanatismo. Se debe adquirir un gran equilibrio
frente a todas las situaciones que se puedan presentar en la vida; hay que
saber conducirse con seguridad, y dejar que las cosas influyan y actúen
tranquilamente sobre uno. En todo cuanto esto es necesario, se debe uno esforzar
por depositar la confianza en la vida. Se debe evitar todo cuanto podría ser
exagerado y parcial en los juicios o en los sentimientos. Si no se cumple esta
condición, en lugar de penetrar en los mundos superiores reales, el
investigador correría el riesgo de encontrarse en un universo imaginario,
donde, en lugar de la verdad, lo que reina son las fantasías y los prejuicios”.
(Rudolf Steiner. La iniciación. Cap. Las condiciones del entrenamiento oculto).
Poema
Paz interior
Detrás de mis paredes, feliz a mi manera,
Extraigo del azul la esencia de mi verso
Y escribo entre las nubes ¡añorante quimera!,
Con las letras del alma, un vocablo disperso.
Ignorando el tropel que redobla en la acera,
Extraña a la vorágine que rige el universo,
No turba mi interior el bullicio de afuera
Y así conmigo misma, escribiendo, converso.
Pero en el corazón no puede haber engaño,
Como dentro del alma no cabe la mentira
Que en solitaria paz nos vemos al desnudo,
Sin vanidad ni orgullo, ajenos al cruel daño
De la simulación que hipócrita conspira
Y entonces a los cielos, para
inspirarme, acudo.
Marilina Rébora
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Existe más información sobre esta publicación en este mismo blog en la primera entrada de diciembre de 2020, y en esta misma dirección Web en Amazon.
[1] Los psicólogos la denominan la estabilidad
emocional. Desde la perspectiva del desarrollo interior, esta definición es
incompleta; la estabilidad o el equilibrio considerados sinónimos en este
texto, precisan edificarse en todos los centros: intelectual, emocional, motor,
instintivo y sexual.
[2] No
confundir el equilibrio psicológico con disfrutar de una personalidad
equilibrada. Estos estados son interdependientes. El equilibrio interior es una
acción propia de la conciencia que es capaz de operar en el instante, evita la
identificación, y observa el subconsciente. La personalidad equilibrada se concreta
a través de este esfuerzo, las comprensiones que establecen un cambio en el
modo de pensar y sentir. El individuo hace un uso sensato y temperado de los
centros del organismo. Asimismo, su personalidad permanece “pasiva” y permite
sin dificultad la expresión de la conciencia, y sus cualidades. La práctica del
equilibrio interior acarrea una personalidad equilibrada.
[3]
Tal como ocurre en la actualidad, el hombre esquilma mares, saquea recursos
naturaleza y cambia sin conciencia el medio natural, donde miles de especies
están amenazadas de desaparecer.
“La
acción humana ha alterado el 75% de la superficie terrestre, los ecosistemas
naturales se han visto reducidos a la mitad, y un millón de especies se
encuentran en peligro de extinción. Hasta aquí, el diagnóstico del mayor
estudio científico sobre la pérdida de biodiversidad auspiciado por la ONU, que
advierte que la destrucción ecológica puede poner en peligro a la propia
especie humana por la pérdida del soporte vital de la naturaleza”.
(Carlos Fresneda. Periódico “EL MUNDO”. Ciencia y salud. 6 de mayo 2019).
[4] “Estas
cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la
felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor arriba de la
Tierra, de las relaciones humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos, de
tener lo elemental. Precisamente, porque ese es el tesoro más importante que
tenemos, la felicidad. Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que
recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana”.
(Extracto del discurso pronunciado por José Mújica, presidente de Uruguay, en
la cumbre de Río+20. Junio 2012).
[5]
Por ejemplo, el caso de las preferentes de las cajas de ahorros. Los directivos
de estas entidades después de una gestión desastrosa, y haber engañado a muchos
de sus clientes, se atribuyeron indemnizaciones económicas escandalosas.
[6]
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
[7] Sacerdote
católico francés (1912-2007), declaró la guerra a la pobreza, fundador en 1949 de los traperos de
Emaus, una organización que lucha contra la exclusión y la pobreza. Esta asociación sigue con sus
actividades en la mayor parte del mundo.
[8] Por
ejemplo, del estado de Dianoia (3º) a Pistis (2º), o Eikasia (1º).