domingo, 10 de marzo de 2024

El principio de Causa y Efecto o de Causalidad

   “En toda acción hecha por cualquiera, acostúmbrate, en la medida de tus posibilidades, a preguntarte: ¿Con qué fin promueve ese esta acción? Empieza por ti mismo y a ti mismo en primer término examínate.” (Marco Aurelio. “Meditaciones”. Libro X. Cita 37).

    Introducción

   Este tema[1] trata elementos básicos del principio de Causa y Consecuencia, el cual rige todo lo existente. Esta Ley del Karma, como la denominan los hinduistas, está íntimamente ligada a los principios de Retorno y Recurrencia, anteriormente explicada, y de Evolución e Involución, que se estudiará en un próximo capítulo. Esta ley de Causalidad posee una importancia capital en el conocimiento de sí mismo, debido a que gobierna la creación, la naturaleza y el factor Esencia. Asimismo, es el fundamento de la ciencia y la base de la investigación objetiva. De este modo, esta ley se halla presente en la vida del ser humano, su “modus operandi” afecta a las relaciones que el individuo instaura con su entorno y sus semejantes. Este principio es inherente a la Esencia, tanto libre como embotellada, a la conducta del sujeto, a las organizaciones que crea, y a las consecuencias que se derivan de sus acciones.
   El texto es una introducción a esta ley, la cual tiene varios grados de profundidad. En sí mismo, este principio es complejo porque muchas de sus propiedades, y parte de su actividad, es invisible, intangible e inmaterial. Antes de plasmarse en la realidad o el plano físico, sus operadores más trascendentes se revelan en el ámbito causal, anímico o espiritual. El estudiante deberá aprehender cómo le afecta su funcionamiento por experiencia directa en la propia existencia, y renunciar a la especulación racional. Cualquier intento de examen intelectual sin la debida vivencia objetiva sobre este Principio, conduce al alumno a conclusiones erróneas o incompletas. La comprensión cabal de la verdad de esta ley proviene de la actividad de la conciencia, sea por vía directa en la vida cotidiana o por medio de la meditación.
   Este principio de Causalidad se procesa en el instante, recoge todos los elementos físicos, psicológicos y ontológicos que se vinculan a un hecho determinado o lo influencian. Así mismo, este se halla presente en todo lazo o toda unión de sucesos o de una transformación. Esta ley se observa en el diario vivir personal, subordina y constriñe todo efecto a su causa. Todo esto se opera por medio de unos modelos matemáticos complejos que concretan la relación causa-efecto, y solo dentro de sus márgenes puede actuar la voluntad humana. Por ejemplo, sobre este planeta ninguna persona salta y vuela, como se aprecia en las películas de género de las artes marciales.
   Estas leyes[2] son de orden físico, biológico, psicológico y ontológico.

“Si es verdad que un efecto es consecuencia de una sola causa primaria, y que entre la causa y el efecto hay un nexo firme y constante, debe concluirse, necesariamente, que donde se perciba una alteración firme y constante en el efecto, habrá una alteración firme y constante en la causa”. (Galileo Galilei. Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: ley científica).

Por ejemplo, la acción del ser humano sobre la naturaleza genera unas consecuencias que se conocen como cambio climático. La actividad humana origina un aumento considerable de los gases de invernadero; hay una mayor deforestación de las selvas tropicales, explotación ganadera y agrícola; crece la quema de combustibles fósiles; se incrementa la contaminación en todos los ámbitos; etc. El efecto de todas estas acciones humanas es un calentamiento global de la temperatura media de la Tierra. Esto altera los patrones climáticos. Esta última consecuencia se convierte en causa de muchos otros fenómenos como son: los deshielos de los polos y glaciares; aumento del nivel del mar, sequías, huracanes, tornados, inundaciones, pérdida de hábitat naturales y ecosistemas, etc. Estos efectos, igualmente, se transforman en otras causas, y así sucesivamente. Con el paso del tiempo, la naturaleza demuestra con datos objetivos que la acción humana es la raíz de este desequilibrio. Los hechos indican cómo la conducta irresponsable de la humanidad revierte sobre ella, y le perjudica. En líneas generales, esta realidad enseña los fundamentos de la ley del Karma a corto y largo plazo.

“¿Qué es una ley? Es un vínculo constante entre un antecedente y un consecuente, entre el estado actual del mundo y su estado inmediatamente posterior”. (Henry Poincaré. Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: ley científica).

Descripción básica de esta ley de Causa y Efecto

    El esquema muestra cómo se encadenan, en una sucesión de instantes, los hechos unos a otros a través de una relación basada en la ley de Causa y Consecuencia. 
Un momento inicial t0, define un estado o suceso S0, este será la causa de otro, llamado S1 en un instante posterior t1, de modo que S1 es la consecuencia de S0. En el siguiente momento t2, surgirá el suceso S2, el cual es consecuencia de S1, y así sucesivamente. Este enlazamiento de eventos es posible debido a leyes, patrones matemáticos, modelos estocásticos[3]…, que propician el vínculo entre ellos. Considerando esto último, el nacimiento, S0, de un niño constituye t0, durante toda su vida encadenaría, año tras año, todo tipo de eventos y acciones con sus consecuencias, S1, 2, 3, 4…, que asumirá hasta, finalmente, el fallecimiento Sn en el momento tn. 

  Existen ejemplos claros[4] en el plano físico del lazo causa-efecto como son: el agua se congela a cero grados centígrados de temperatura y hierve a los cien; la fuerza de gravedad terrestre atrae los objetos hacia su centro; el Sol genera el efecto de la fotosíntesis en las plantas; la fricción de dos cuerpos produce calor; en dosis importantes, la radioactividad produce graves enfermedades; etc.
Infinidad de casos pertenecientes al campo del conocimiento científico de la materia muestran básicamente la verdad de este principio. Igualmente, esta ley se extiende en la vida cotidiana y en el plano psicológico.
   Se expone una cuestión donde cualquier sujeto que practica el conocimiento de sí evidencia por él mismo: “la identificación diluye el estado de presencia, e incrementa la distracción de quien la padece”. Si se usa un lenguaje más formal, en el terreno de la conciencia, se asevera como verdad la siguiente proposición: “si existe cierto grado de identificación en el sujeto, entonces, este tendrá una pérdida progresiva de atención y dominio de sí”.
   

  Por ejemplo, los hechos revelan que cuando una persona atiende su móvil mientras conduce, la probabilidad de sufrir un accidente aumenta considerablemente. Esta relación -causa: “ocuparse del teléfono cuando se conduce”, efecto: “sufrir un accidente”- no se cumple en todos los casos, afortunadamente. No obstante, la legislación de la mayoría de los países europeos la sancionan con multas económicas de consideración y pérdida de puntos[5]. La cadencia -conducir más uso del móvil con resultado de accidente-, demuestra que este encadenamiento de sucesos son el efecto de un estado psicológico de déficit de atención, cuya causa es la identificación.
    Todo alumno vinculado a la práctica del autoconocimiento advierte directamente la fuerza de la hipnosis, cómo se olvida de sí mismo y desatiende el “aquí y ahora”. Esto revela que el estado de conciencia, identificarse o no, es causa interna que evoca consecuencias tras la acción. El individuo, al pasar del estado de Pistis a Eikasia[6], piensa, siente y obra de modo erróneo, subjetivo, irreflexivo…, lo cual determina actos con efectos desafortunados. Este desequilibrio de la psiquis produce malestar, desaciertos, olvidos, malentendidos, imprecisiones, accidentes, etc. Más adelante, cada una de estas consecuencias se transforma a sí misma en causa, cuyo efecto acarrea sufrimiento[7]. Inversamente, el aumento del estado de conciencia causa unos efectos opuestos. Si la persona pasa del estado de Pistis a Dianoia[8], su modo de pensar, sentir y actuar se hace más objetivo, se excluye la identificación, y la respuesta al escenario será recta. Obrar justamente implica, o es causa, de consecuencias beneficiosas. En el ejemplo del móvil, sería no usarlo cuando se conduce el vehículo.
    En la vida cotidiana, existen multitud de situaciones que prueban cómo la ley de Karma, se relaciona con la causa de la identificación y sus efectos desastrosos. Contrariamente, los estados superiores de conciencia originan consecuencias que favorecen a la persona. Una psiquis asediada por emociones y pensamientos negativos, está identificada, sea porqué discutió con su esposa, novia, hijo… Este estado interior acrecienta la subjetividad y la distracción, la cual conlleva riesgos a quien la sufre, de protagonizar dramas o tragedias.
    Esto indica que estados psicológicos negativos, crean acciones erróneas, y estas acarrean consecuencias, asimismo, negativas. En sentido opuesto, estados de conciencia elevados conciben un uso de la inteligencia práctica y el respeto de los valores humanos, los cuales instauran efectos positivos.
  Esta faceta del principio de Causalidad interactúa entre la realidad física y los estados psicológicos. Ambos están presentes en la medida que pensar y sentir son los fundamentos de la acción, la cual genera consecuencias obvias en el mundo material; señala la importancia de observar y comprender esta ley de Karma en la existencia del ser humano. El desconocimiento de sus propiedades y axiomas solo perjudica al individuo. Detrás de este principio se oculta un sentido didáctico. El alumno se halla ante el pilar fundamental que le propicia aprender de sus propios actos, de percibir, reflexionar y meditar sobre el efecto de cada una de sus obras.
   El autoconocimiento estudia esta ley del Karma desde una perspectiva objetiva y práctica por medio de la conciencia. En el sentido que no se trata de analizar ni descubrir leyes de la física, ni axiomas de ninguna otra disciplina académica. Este estudio anima al sujeto a aprehender cómo una circunstancia de la vida le afecta en el ámbito psicológico; cómo un estado interior inadecuado se refleja en su conducta, cómo un prejuicio encamina al sujeto a una percepción errónea de la realidad, etc.
   Detrás de esta ley de Causa y Consecuencia existe una gran cantidad de características que se comentan a continuación.

Propiedades que se derivan de la conexión Causa-Efecto de sucesos

1. Los sucesos causa-efecto anudados, S0 à S1 à S2 à Sn, se conectan en tiempos y cadencias distintas: t0, t1, t2…, tn. Dos o más eventos simultáneos, S00 + S01 + S02 +…+ S0n pertenecientes a t0, pueden ser causa de uno o varios efectos, S10 + S11 + S12 +…+ S1n en el siguiente instante t1. Si el suceso S0 causa el efecto S1 en el instante t0, se comprueba que:
● t1 es el presente, el instante vigente; S1 corresponde al hecho, el “aquí y ahora”, la realidad. Esto revela la importancia del momento actual en relación a lo que es la vida, y de ser consciente de la que uno disfruta. Toda actividad intelectual con respecto a lo cotidiano que obvie el instante, es sustraerse de la verdad de los hechos, y la secuela será concluir de modo equivocado.
   Esta realidad advierte al alumno que ser consciente y comprender un hecho cabalmente en todas sus dimensiones significa: “aprehender el hecho en sí, su causa y sus consecuencias”. 
   Así mismo, todo “libre albedrío” se restringe a las condiciones establecidas por el presente, y los factores que conforman al suceso S1, el cual se desenvuelve en un tiempo, t1 y lugar determinado, e1. Esto significa que una persona no podrá estar dentro de diez minutos en Alicante, S2-t2-e2; si se halla en este preciso momento en Madrid, S1-t1-e1. La causa es que no existe, hoy en día al alcance del ciudadano, ningún medio de transporte que pueda recorrer en diez minutos cerca de 500 Km. Por tanto, cada eslabón de la cadena de sucesos es condicionado o subordinado por el anterior, más las leyes, Ln, que los transforman o asocian.
   S0 + Ley (L) à S1+ (L) à S2 + (L) à … à Sn.
 t0 es el pasado, la causa del presente, la cual no puede alterarse, es definitiva y no posee realidad. En muchas ocasiones, la gente no considera suficientemente el hecho actual, y queda atrapada en especulaciones sobre si la causa, “esto o lo otro”. Se preocupa por algo que ya no tiene remedio, y se olvida de ocuparse del instante vigente, el cual todavía tiene solución. Esta actitud psicológica evoca una percepción errónea de la realidad S1, que atrae consecuencias negativas.
 En esta condición, t2 sería el futuro suceso S2, pero este, en el momento t1, no existe. Desde la perspectiva del autoconocimiento, el individuo precisa ocuparse del instante presente t1, y de todos los elementos que conforman el suceso S1. Esta actitud es la opción más consciente e inteligente de afrontar la incertidumbre que supone S2, sean cual sean, sus retos. La mente tiende a proyectar con desvelo, temor, ansia…, lo que ciertamente ignora. Una actividad típica de egos vinculados al miedo.
2. Los sucesos causa-efecto siempre se hallan ligados a un espacio determinado. La ley de Karma se procesa en un momento, tn y lugar, en las magnitudes tiempo y espacio implican que, tanto la causa como el efecto, sean circunscritos en el plano tridimensional. Esto significa que este principio se activa con hechos tangibles. Por ejemplo, una persona piensa y siente un anhelo profundo de viajar a un país, pero no lo hace. El uso de las facultades intelectuales y emociones son una causa psicológica, pero sin obras no generan consecuencias en el mundo material.
   No obstante, un individuo que piensa y siente continua y negativamente, puede originar una estructura mental que atrae, por ejemplo, el efecto anímico de ser infeliz. En estos casos, el estado interior entra en un flujo circular, -piensa y siente con frustración S0, lo que conlleva forjar una personalidad desgraciada S1, y esta última acarrea más frustración y así, sucesivamente-, t0-S0 à t1-S1 à t2-S0 à t3-S1 à tn-1-S0 à tn-S1.
   

   Este ciclo psicológico redundante es un buen ejemplo de abuso de los centros que deriva, en muchas ocasiones, en desequilibrios graves.
   Otro ejemplo: mucha gente piensa y siente de manera ilusoria, y la consecuencia es que no percibe la realidad tal cómo es, lo que significa que hay autoengaño. A su vez, este último estado origina que la persona siga advirtiendo los hechos equivocadamente. Esta actitud se reitera en el tiempo. Este tándem psicológico, como más de un alumno experimentó en sí mismo, termina con efectos dolorosos, si uno de los sucesos S0 o S1, se diluye por la contundencia de los hechos. Este resultado conlleva despertar de un sueño y acaba con la fantasía que la persona forjó en el subconsciente.
   La ley de Causa y Consecuencia en el ámbito psicológico, procesa una transformación de energías causada por un uso incorrecto de las funciones. Si alguien adopta una posición mental específica, y ahonda en ella con insistencia, es decir, se hipnotiza, esta energía se acumula en el subconsciente y alimenta al ego que la evoca. Este estado anímico no es directamente tangible en el plano físico, pero condiciona la psiquis del sujeto. Esto ocurre en un mundo de ideas fijas, opiniones que se refuerzan continuamente, creencias o ideologías que se practican sin valores humanos ni discernimiento, etc. Ciertamente, en un restringido número de casos, el individuo termina por ejercer aquellas creencias o ideas descabelladas que piensa y siente, y obra de modo irracional. Estas conductas lamentables, las cuáles llenan las crónicas de los diarios, son las que convierten al ser humano en un peligro para sus semejantes y para sí mismo.
3. Tal como se expuso anteriormente, el principio de Causalidad se halla presente en todo proceso de transformación en cualquiera de sus ámbitos[9]. Así mismo, esta ley afecta continuamente la existencia de cualquier ser humano, debido a que “todo cambia y nada permanece fijo” con el paso del tiempo. Esto facilita ciertas observaciones que la conciencia del estudiante precisa advertir, y transferir a su modo de pensar, sentir y ser consecuente con la realidad en el instante de actuar.
 Todo cambio es una secuencia vinculada a causa-efecto, donde S0 es la causa de S1, es decir, estado, energía…, suceso S0 se transforma en S1.
 En este proceso existen elementos de S0 que desaparecen, otros que, si permanecen, no se modifican y, finalmente, algunos nuevos que surgen en S1, propios de la transformación de S0.
La transformación se realiza bajo unos principios, leyes, modelos…, que se hallan presentes en la naturaleza, los cuales “no son arbitrarios y se preservan en el tiempo”. En el universo todo muda, menos los principios que lo causan y lo rigen.
Los conocimientos científicos abarcan todas estas leyes[10], en la medida que son conocidas, y cómo estas actúan en la naturaleza. Los investigadores miden, analizan sucesos y son capaces de prevenir los efectos al dominar las causas que los provocan. Esta capacidad de prever aporta grandes beneficios a la humanidad. Por otra parte, existen propiedades de la ley del Karma ignoradas, muchas de ellas se asocian a aspectos psicológicos y ontológicos.
   La ciencia observa la naturaleza desde una perspectiva determinista; en este sentido es coherente y precisa. Sus estudios y postulados son: sistemáticos, verificables, universales, específicos, prácticos y objetivos. Estos descubrimientos aprehenden los principios que ordenan los procesos de causa y efecto debido a que son recurrentes, es decir, siempre se cumplen. Si hay agua y la temperatura baja de cero grados, esta siempre se convertirá en hielo. Esta recurrencia constituye un estado determinista de la existencia en todo lo que concierne a la materia, la mente y el plano causal de la naturaleza o la voluntad del individuo. Esta ley de Recurrencia corresponde a la parte mecánica de la ley del Karma.
● Por otro lado, existen estructuras ignotas, causas con variables complejas, sutiles, de sensible alteración, sometidas a elementos que convergen en un punto de modo aleatorio…, y crean un alto grado de incertidumbre. Estas consecuencias no son propiamente indeterminadas, sino más bien, imprevisibles y solo son estimadas por la ciencia. Esto ocurre en situaciones cotidianas como, por ejemplo: el clima, los accidentes[11], las disposiciones humanas, los movimientos sociales… Estos fenómenos son posibles dentro de unos modelos de probabilidades, sin embargo, la conciencia posee la facultad de intuirlos de modo certero. Muchos acaecimientos que se procesan, tanto en la existencia del individuo como en la naturaleza, escapan a la comprensión racional. Esta situación es debida tanto a la complejidad de la realidad que se halla en diferentes planos de expresión como a la falta de conciencia del ser humano. Una amplia gama de leyes y cualidades de los elementos es conocida, no obstante, otros muchos, son ignorados por la humanidad y su ciencia.
   Así mismo, tal como se detalló con el ejemplo del uso del móvil, hay que añadir la cuestión de las causas psicológicas, las cuáles se hallan presentes en la toma de decisiones del sujeto. Si alguien piensa y siente cualquier asunto, pero no se convierte en una acción, la ley del Karma no interviene más allá de la esfera psicológica particular de la Esencia. La secuencia interna S1 à S2, de pensamientos, sentimientos o instintos solo afectan a la persona que los emite, estos no se trasladan al plano tridimensional. Desde la perspectiva de este principio, la relevancia más significativa de los procesos psicológicos se alcanza, si estos se plasman en actos, palabras, conductas… Estos últimos inciden en el terreno de la vida práctica, es decir, son causas y, según la calidad humana de la acción, generan consecuencias positivas o negativas, ya sea para sí mismo o para quien influye.
  Esto enseña que la ley de Causalidad se compone de dos aspectos:
● La primera vertiente es inmediata, material, estudiada por la ciencia, corresponde a los sucesos físicos que implican el corto plazo y acarrean la recurrencia. El aspecto mecánico de esta ley instaura un orden y una coherencia en el universo, en el funcionamiento de la vida, en las relaciones entre sus factores y en todo lo que se expresa en ella. Su cadencia, en el ámbito más externo, es observable y tangible por el ser humano o sus investigaciones. Esta primera fase de los enlaces causa-efecto visibles plantea al ser humano un aprendizaje para la propia personalidad, que constituye su vehículo de expresión más exterior. En este ciclo tangible, si un sujeto comete errores lo más factible y observable es que las consecuencias de sus acciones le perjudiquen.
   Ejemplos. Causa: un obrero no cumple con sus obligaciones y responsabilidades, protesta, se encara con sus compañeros; consecuencia: pierde su puesto de trabajo. Causa: una pareja de novios discute continuamente, se faltan al respeto, olvidan lo que les une, etc.; consecuencia: se separan. Causa: un joven se pasea por la universidad, no estudia, ni atiende a clase, se dedica a salir por las noches a divertirse; consecuencia: suspende los exámenes y no obtiene ningún diploma. Esta última se convierte en causa; consecuencia: problemas con los padres que le obligan a emplearse, no accede a un buen empleo, ni le gusta, no asume su realidad, desea seguir la vida de estar presuntamente estudiando, frustración, infelicidad, se vuelve conflictivo, problemático, la novia lo deja, etc.
   Todos estos hechos cotidianos que ocurren en muchas familias, son secuencias de causa-efecto que toda persona observa a su alrededor. Se procesan en el corto plazo, aunque algunas, en parte, están presentes de modo indirecto y se acarrean durante toda la vida. En todos estos hechos de la existencia humana, se hallan insertados, igualmente, causas de tipo psicológico que no se ven, no son tangibles. No obstante, son tan reales como el encadenamiento de los hechos. Los estados anímicos como son: facultades humanas, habilidades sociales, responsabilidad o, por el contrario, defectos, carencias de todo tipo. Estos estados interiores son la causa primera, auténtica, invisible y determinante de los hechos que estas personas protagonizan. Estos procesos psicológicos junto a otros que se desplegarán en el texto, conforman la segunda vertiente o fase de la ley del Karma.
● La segunda vertiente concierne a la causa interna de los fenómenos del mundo material, la cual es imperceptible para los sentidos, inmaterial y se procesa a través del largo plazo. Esta parte solapada por los hechos de la ley del Karma corresponde al plano psicológico y ontológico[12], el cual posee sus propios principios. Este aspecto de la ley es oculto, precisa ser aprehendido con la conciencia por experiencia propia, de modo que uno vislumbre ciertos rasgos básicos de la propia existencia. Este principio de Causalidad se relaciona íntimamente con la Esencia del alumno, puesto que rige su comportamiento en este plano material. El autoconocimiento y la aprehensión cabal de esta ley son complementarios al desarrollo interior. Nadie puede erradicar un defecto psicológico sin comprender la relación causa-efecto entre la Esencia embotellada y cómo esta afecta la vida cotidiana del sujeto.

    La vertiente oculta de la ley del Karma

   Este aspecto interno del principio de Causalidad rige y coordina todas las leyes existentes en cualquier ámbito del universo. Esta vertiente plantea cuestiones controvertidas en el ámbito anímico, psicológico, espiritual y ético; todos ellos junto a esta fase desconocida de la ley poseen una naturaleza común. Este principio regula todas las secuencias que componen la vida y todos los procesos de la naturaleza; igualmente, se halla presente en las cuestiones humanas.
   A pesar de la restricción y el determinismo que impera en la ley del Karma, esta vertiente ampara uno de los atributos más fundamentales del Ser y, por extensión, de la Esencia de toda persona. El universo no tendría sentido, si todo lo que lo abarca estaría en un continuo e infinito movimiento en el espacio, dirigiéndose hacia la nada o el vacío y sin una causa significativa. Una reflexión sobre este asunto es meditar en el sentido de la existencia y de todo lo creado para captar por sí mismo la causa de su realidad.
   El atributo más preciado por la creación es el “libre albedrío[13]”. Sin embargo, esta libertad de la Esencia tiene como contrapartida el ejercicio de sus facultades, el cual consiste en asumir la responsabilidad de sus actos. Este principio ontológico es ignorado por la humanidad. Todo alma dispone de libre albedrío, dentro de los términos anteriormente explicados; y sus actos emanados de esta “facultad de hacer o voluntad” crean un vínculo invisible con las consecuencias que se derivan de estos. Todo hecho que la Esencia (libre o embotellada) origina a través de su personalidad, establece un encadenamiento sucesivo de efectos beneficiosos o perjudiciales que se ligan a ella. Una vez terminada la última secuencia de causa-efecto, la suma de todas las consecuencias, sea esta positiva o negativa, se revierte sobre la Esencia que inició la primera causa. Este proceso de la ley del Karma se denomina el “efecto bumerán”.

   La función del efecto bumerán de este Principio deriva en distintas consideraciones y propiedades intrínsecas.
1. El sentido de atribuir, por medio del efecto bumerán, a la Esencia responsabilidad sobre sus acciones y conductas en la existencia, posee un contenido pedagógico. La personalidad creada por el alma es ajena a esta fase desconocida de la ley de Causa y Consecuencia. Es necesario recordar que este factor psicológico es un vehículo de expresión que depende del tiempo y del espacio. Forjó unos patrones de conducta junto a las experiencias que determinaron su modo de pensar, sentir y obrar. El centro de gravedad psicológico formado por la personalidad es relativo, subjetivo y subconsciente, por lo que es inviable que aprehenda objetivamente las enseñanzas de esta ley. Solo la conciencia posee la facultad de comprender la sutileza de los sucesos que se vinculan con este aspecto ontológico del principio de Causalidad. La faceta didáctica y el aprendizaje son para la Esencia, aunque la conciencia sueñe, tanto en el corto como en el largo plazo, carga con los efectos de sus acciones. Esto no significa que la personalidad del sujeto no sea influenciada por esta ley del Karma, puesto que todo aquello que en vida le ocurre al alma también le afecta a ella y al factor ego.

    El hecho de que la conciencia de la gente se halle entre el primer y el segundo estado, solo es responsabilidad de la Esencia, la cual cayó en su propio embotellamiento. Este rasgo de la Ley convierte la existencia en una gran escuela para el alma. Profesores y libros están en la naturaleza, en sus propiedades, leyes y en cómo toda acción del ser humano repercute en la propia vida. El agente del aprendizaje no es el razonamiento, aunque puede ayudar, sino la conciencia. De modo que la persona sea capaz, a través de su propia inteligencia práctica, de comprender por sus efectos, que sus actos son el reflejo de unas virtudes o de unas carencias psicológicas.

   “Contempla las causas desnudas de sus cortezas; la finalidad de las acciones; qué es la fatiga, qué el placer, qué la muerte, qué la fama; quién no es el culpable de su propia actividad; cómo nadie es obstaculizado por otro; que todas las cosas son opinión”. (Marco Aurelio. “Meditaciones”. Libro XII. Cita 8).

2. El efecto bumerán es un proceso de compensación o retribución. La ley de Causalidad cumple la función de reestablecer el equilibrio universal que la Esencia rompe debido a su ignorancia. El ser humano olvidó su verdadera naturaleza como alma y es incapaz de advertir los efectos que ella se causa, con sus actos, a sí misma, los demás y su entorno. Desde esta perspectiva, se denomina a esta ley del Karma como “ley del Equilibrio”. Toda ley mecánica de la naturaleza preserva en sus múltiples combinaciones y transformaciones la cualidad de la proporción[14].
   Básicamente, si alguien decide fabricar acero precisa mezclar hierro con una pequeña porción de carbono (0,03 -1,075%), lo proporcional regulariza las relaciones en la naturaleza. Por ejemplo, la fuerza de la gravedad terrestre o aceleración es aproximadamente de 9’8 m/s2, la cual es invariable y constante. Así mismo, la velocidad es una proporción inversa entre el espacio recorrido y el tiempo empleado; la masa de un cuerpo es la división de la fuerza que actúa en él mismo y la aceleración que se produce en él. Esta misma proporcionalidad existe en la fase interna del principio de Causalidad.
    Por ejemplo, el ser humano contamina un río o un mar[15] lleno de vida que producía ciertos bienes: peces para alimentarse, aguas para beber, bañarse, un espacio agradable, etc. Esta acción causará proporcionalmente un deterioro de su flora y fauna que conlleva un perjuicio al género humano por perder todos estos beneficios.
   Comúnmente, tanto en el ámbito personal como en el colectivo, el sujeto actúa en aras de la rentabilidad o el beneficio inmediato, sin ser consciente de que sus efectos perjudican a largo plazo. Por ejemplo, al inicio de la Revolución Industrial (1840) y durante más de un siglo, nadie se ocupó de su impacto medioambiental. Durante todo este tiempo, hasta mediados del siglo XX, no aparecieron movimientos ecologistas. Solo surgieron una vez que fue evidente la degradación de la naturaleza a causa del desarrollo económico contemporáneo. No obstante, los pueblos ancestrales de América del Norte siempre respetaron su hábitat y se relacionaron en simbiosis con él.
   

Los efectos reflejan la naturaleza de los hechos o las causas que los provocan, en relación a la existencia de atributos humanos o no. Esto concierne a los estados de conciencia y el nivel de Ser de la persona. Lo cual significa que las consecuencias últimas recogen el fruto que la Esencia sembró con su acción en la causa primera. Los procesos de retribución o compensación de esta vertiente oculta del principio de Causalidad actúan con estas características:
● Si los actos son benéficos para la propia Esencia, los demás y el entorno, es decir, existe una calidad humana, entonces, estos reportan una retribución positiva, favorable. Los hinduistas llaman a estos frutos: “dharma”.
● Si los actos son perjudiciales a la propia Esencia, al prójimo y al entorno, debido a que no hay valores humanos, y lo que se expresa es egocentrismo, entonces, la compensación será negativa. Esta alma se hallará en una situación de desequilibrio en sentido negativo o deuda con este principio de Causalidad. Esta circunstancia atraerá escenarios desfavorables que le complicarán la existencia para que aprenda de ellos y no los ocasione a sus semejantes. Los hinduistas llaman a este proceso: “karma”.
   Frecuentemente, desde el ámbito humano, los efectos beneficiosos o perjudiciales de una acción pueden entreverse en el plano material, aunque no siempre de modo inmediato. No obstante, existen otros muchos donde esta visibilidad desaparece y la razón del ser humano queda desorientada. Esto es debido a distintos factores, principalmente, porque hay una carencia aparente de continuidad y lógica de las secuencias causa-efecto en el “modus operandi” de este efecto bumerán.

   Ejemplos que hacen invisible el efecto bumerán de la ley del Karma

  Se exponen distintos ejemplos reales[16]. Estos casos evidencian la dificultad de comprender un principio de Causalidad que retribuya positiva o negativamente las consecuencias de las acciones de sus protagonistas. Esta contrariedad reside en que las leyes que rigen el universo, también son causas invisibles e intangibles que reflejan apariencias. Testigos o historiadores de estas vidas o de sus obras solo comentan los procesos causales y sus efectos en el terreno material y tangible de la realidad. En todos los casos, falta añadir el efecto bumerán, es decir, la compensación de todas las consecuencias de sus obras, sean estas perjudiciales o beneficiosas en el campo humano. Esta vertiente oculta rige la “condición humanística[17]” de las acciones que despliega la Esencia de cada persona. Esta calidad humana se define como la capacidad del sujeto en responder a las exigencias de la existencia con atributos de humanidad y conciencia íntegra. Esto significa que este aspecto de la Ley solo rige en exclusiva y directamente el alma y no el factor personalidad del individuo. Este efecto bumerán siempre revierte sobre la Esencia en unos tiempos y cadencias incontrolables para la mente, porque son una enseñanza para la conciencia.
Ejemplo 1. Hace unos años, una persona conocida del mundo artístico conducía sin carnet y sin seguro. Mientras probaba el coche, realizaba extravagancias a más del doble de la velocidad permitida, se saltó un semáforo y atropelló a un ciudadano. En lugar de pararse, se dio a la fuga. La persona que sufrió el accidente falleció a las seis horas en el hospital. El conductor urgió distintos planes para evitar ser descubierto: escondió y reparó el coche en un taller a más de doscientos kilómetros; se buscó una coartada, cuando la policía estaba sobre sus pasos; e incitó a su hermano menor a que se confesará autor del hecho. Fue detenido, inculpado y sentenciado a tres años de cárcel, de los que cumplió catorce meses. Hoy en día sigue con sus actividades artísticas.
Ejemplo 2. Manuel García Viejo (1944-2014), religioso perteneciente a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios durante 52 años. Fue médico internista especializado en enfermedades tropicales, y dedicó más de treinta años a curar en el continente africano. No se dedicó a convertir, sino a mejorar las condiciones de vida de los más necesitados. Llegó a Ghana en 1982; allí desempeñó su labor hasta que en 2002 fue destinado como médico director del hospital de esta fundación en Lunsar, Sierra Leona. En el último brote de Ébola, en 2014, curando a infectados, se contagió y no pudo sobrevivir al virus. Después de ser trasladado a Madrid, murió a los 69 años.
Ejemplo 3. Saloth Sar (1925-1998), conocido como Pol Pot. Fue un dictador camboyano y principal líder de los Jemeres Rojos, organización guerrillera camboyana de ideología comunista y nacionalista. Estuvo en el poder como primer ministro entre 1975 y 1979.
   Junto con un círculo reducido de personas de confianza estableció un férreo control militar sobre la población civil, la cual fue sometida en parte a un régimen de trabajos forzados, desarrolló métodos de detención, tortura y asesinatos selectivos y sistemáticos masivos. Perpetraron el llamado “genocidio camboyano”, lo que dio lugar a la constitución del Tribunal Internacional en 2006, para juzgar a los supervivientes.
   En tres años, fue responsable de la desaparición de un cuarto de la población camboyana, alrededor de un millón y medio de personas de todas las edades. Estableció una drástica política de reubicación de los principales núcleos urbanos hacia el campo, con el objeto de implantar un comunismo agrario. De este modo, exterminó a intelectuales, enemigos capitalistas, burgueses y todo practicante religioso, con el objeto de purificar a una sociedad infectada por el capitalismo occidental. De manera exacerbada, aisló al país de toda influencia extranjera. Así mismo, estuvo en guerra en diferentes periodos con Vietnam, lo que hizo que finalmente perdiera el poder. Este continuó escondido en la selva oponiéndose al ejército vietnamita como guerrilla. Según se descubren las atrocidades perpetradas por los Jemeres Rojos y sus dirigentes, pierden apoyo de las naciones interesadas en este conflicto. Se restablece la democracia en Camboya[18] en 1993 y Pol Pot muere siendo prisionero de una de las facciones de los Jemeres Rojos, grupo guerrillero que él mismo formó en los años 60. Fue incinerado en plena selva.
Ejemplo 4. Clair Cameron Patterson (1922-1995), investigador desconocido por el gran público, fue quien descubrió y alertó en l965 que el plomo era un agente contaminante. Este aditivo utilizado en múltiples materiales: cañerías de agua, combustibles como la gasolina, pinturas…, en cierta concentración era tóxico para la salud humana. Este científico tuvo que oponerse a multinacionales e intereses creados alrededor de este elemento hasta obtener, treinta años después, que sus postulados se admitieran universalmente. Gracias a sus esfuerzos impidió a la industria seguir envenenando a la humanidad, con la excusa de proteger sus cuentas económicas.
Ejemplo 5. Stephen Craig Paddock, (1953-2017), estadounidense de 64 años, fue responsable de un tiroteo planificado desde una habitación de un hotel. Este individuo actúo en solitario, disparó sobre una multitud que presenciaba un festival de música country en las Vegas. El saldo de su acción fue de 59 muertes y 851 heridos de diversa consideración. Este hombre era un contable rico retirado de una gran empresa, tras dejarla a los 34 años, amasó una gran fortuna por medio de apuestas con grandes sumas de dinero e inversiones inmobiliarias. Nadie conoce las razones que lo impulsaron a perpetrar este acto, cuando la policía entró en la habitación, este se había suicidado.
Ejemplo 6. Ignaz Philipp Semmelweis (1818-1865), este físico pionero en métodos antisépticos revolucionó la medicina, salvando la vida de millones de personas. Este científico descubrió que lavarse cuidadosamente las manos en soluciones de cal clorada en el parto reducía la mortalidad de las madres. Fue criticado y rechazado por la mayoría de la comunidad médica de su tiempo, los cuales se sintieron ultrajados ante la posibilidad de ser responsables indirectos de dichas muertes. Solo las investigaciones de Pasteur sobre la causa de las enfermedades microbianas, y de Joseph Lister, quien después de la muerte de Semmelweis puso en práctica con gran éxito sus métodos, fueron reconocidos sus esfuerzos.
Ejemplo 7. Caso de la Colza (1981). Este evento ocurrió en España. Unos industriales compraron grandes cantidades de aceite de colza desnaturalizado, y se mezclaba con un colorante, de modo que solo fuera apto para uso industrial. Se prohibía su venta para el consumo alimenticio. Estos empresarios lo importaban de Francia, lo destilaban de forma fraudulenta a altas temperaturas para eliminar el colorante, y lo vendían en mercadillos ambulantes como aceite de oliva para cocinar. En estos puntos de venta no existían controles sanitarios. El resultado fue la creación de un veneno que produjo la enfermedad rara llamada “síndrome del aceite tóxico”, una intoxicación masiva de la población con graves consecuencias. El balance de esta manipulación del aceite fue en los primeros meses, de unas 350 víctimas mortales, en los años siguientes ascendió hasta 700 y, en el día de hoy, se calculan aproximadamente unos 4.000. Hubo más de 25.000 afectados de diversa consideración por esta enfermedad, en muchos casos, con secuelas muy graves.
   Las investigaciones hasta el día de hoy, detectan un compuesto extraño, del cual no se tiene una idea clara de sus mecanismos de toxicidad.
   El Tribunal Supremo de España consideró probada la relación causa-efecto entre el aceite desnaturalizado y la enfermedad. Después de varias apelaciones de los afectados y revisiones de sentencias, 38 industriales se sentaron en el banquillo, de los cuales 13 de ellos fueron condenados a penas entre 6 meses y 20 años de prisión. La sentencia para los dos máximos responsables fue de 38 y 40 años. El fallo dictaminó un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte[19]. Así mismo, el Estado fue condenado como responsable subsidiario junto a dos altos cargos del Ministerio de Sanidad que no ingresaron en la cárcel. La Administración indemnizó a los afectados, puesto que los empresarios condenados se declararon insolventes.
   En 1994, los dos principales condenados de esta trama, obtuvieron el tercer grado, solo iban a dormir a la cárcel, ninguno de ellos cumplió más de seis años de sus condenas.
Ejemplo 8. Stanislav Petrov (1939-2017), fue un oficial de las fuerzas aéreas soviéticas que en 1983 evitó el desencadenamiento de una guerra nuclear entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. En aquellas fechas, las relaciones entre ambos bloques eran extremadamente tensas[20]. Este teniente coronel se encontraba al cargo del centro de detención de misiles Oko. El sistema informó del lanzamiento de un misil intercontinental desde EEUU que se dirigía a la URSS, al poco se detectaron cuatro más. Esto habría puesto en marcha los sistemas de defensa nuclear soviéticos. Petrov conocía bien las peculiaridades de este sistema Oko y creía que este podía equivocarse. Consideró que eran muy pocos misiles para iniciar un holocausto nuclear y decidió esperar. Finalmente se descubrió que era una falsa alarma causada por una conjunción astronómica entre la Tierra y el Sol y la posición específica del satélite Molniya. Este incidente avergonzó a las autoridades militares de URSS y se le reprochó no comunicar el hecho a sus superiores; se le envió a un puesto inferior donde se jubiló. Solo en Occidente recibió reconocimiento a su intuición, a través de la Asociación de Ciudadanos del Mundo; y algún otro homenaje en Australia y Alemania. A este hecho se le conoce con el nombre de: “incidente del equinoccio de otoño”.
Ejemplo 9. Caso Bhopal, (1984), este evento ocurrió en la India. En esta ciudad, se produjo una fuga de “Isocianato de metido” (MIC), compuesto que se usa para la elaboración del pesticida carbaryl. También se liberó en menor medida cianuro y fosgeno. Todos estos agentes químicos son extremadamente tóxicos. La fábrica pertenecía a la compañía Unión Carbide, ahora Dow Chemical, en un 51% y el restante 49% al gobierno indio.
   La nube letal se desplazó por toda la ciudad, en pocas horas mató a miles de habitantes (+/- 4.000), y afectó cerca de 12.000 personas con lesiones permanentes: ceguera, dificultades respiratorias, trastornos neurológicos, alteraciones hormonales… Cerca de 100.000 personas huyeron de sus casas, muchos de ellos murieron al intentar escapar del mortífero gas. Más adelante, con el paso de los años se contabilizó el número de víctimas en unos 25.000[21] individuos. La mayoría de animales, igualmente, pereció con la nube tóxica.
   La producción del pesticida comenzó en 1979, pero debido a algunos problemas de diseño, y a una demanda muy inferior de este producto, la compañía no alcanzó suficiente beneficio económico. Esto llevó a la empresa a descuidar los sistemas de seguridad y de protección de la población. Por ejemplo, los sistemas de refrigeración de los tanques de almacenamiento y el catalizador de gases previo a la salida a la atmósfera se hallaban desactivados. La torre de quemados de gases no estaba operativa. Había un tanque vacío, pero no se traspasó el compuesto a este. La sirena de aviso solo sonó durante un corto periodo de tiempo y una hora y media después de iniciarse la fuga. Los empleados de la planta no recibían una formación adecuada, y el superintendente se ocupaba de varias fábricas. Quedó patente que la seguridad en la planta de Bhopal, no funcionaba cuando se necesitó y muchas de las precauciones fueron ignoradas por negligencia.

“El accidente con MIC en Bhopal no ocurrió por culpa de la fatalidad. Hubo una serie de causas perfectamente identificadas que concurrieron en un desenlace tarde o temprano inevitable. Desde la elección de la tecnología para la operación de la planta, hasta la gestión final del impacto del accidente y el rol del gobierno en todo esto”. (Centro de Investigaciones Toxicológicas, CEITOX. Autor: Gerardo D. Castro. Informe: Bhopal, un alerta al uso de sustancias químicas peligrosas en escala industrial). 

   En el momento de asumir responsabilidades, el máximo directivo de la compañía, Warren Anderson, se presentó ante la corte de justicia india, y después de declarar se marchó a los Estados Unidos. Este hombre murió, recientemente, disfrutando de una jubilación de lujo, protegido por su país y el olvido de las autoridades indias, a pesar de las pruebas criminales irrefutables contra la empresa. Al final, Unión Carbide llegó a un acuerdo con el Estado indio y pagó 470 millones de dólares por los daños causados; la administración india se quedó con la mitad, lo demás se repartió entre los afectados. El montante para las víctimas apena cubrió los gastos médicos de los enfermos.
   La condena de dos años de prisión y el pago de una indemnización de 9.000 €, fue para ocho directivos de la planta.
  Las secuelas del accidente en la zona son patentes, las aguas y las tierras están contaminadas. La población sufre de cánceres y los hijos nacen con malformaciones, incapacidades físicas, mentales, enfermedades raras, etc., debido al envenenamiento causado por la abandonada fábrica de pesticidas.

“Ninguno de estos niños y niñas había nacido en 1984 cuando el gas de la Unión Carbide mató o envenenó a sus parientes. Ninguno de ellos ha escogido nacer en un barrio con aguas tóxicas. Ninguno de ellos sabe porque no puede ser como los otros. Ninguno de ellos entiende porque casi todo el mundo los ignora. Ninguno de ellos es culpable, pero sufre las peores consecuencias, en muchos casos para siempre.” (Artículo en El País del 3 de diciembre de 2014).

    A estos ejemplos se pueden añadir cientos de ellos con características parecidas, y a través de ellos se constata lo siguiente:
1. No se estima ningún tipo de retribución positiva para aquellas personas que contribuyen con su esfuerzo, intuición o nobleza a un beneficio para la humanidad.
2. Asimismo, ocurre en el sentido opuesto. No existe un lazo implícito de compensación negativa entre las acciones que generan un gran perjuicio al prójimo y las consecuencias que se derivan de ellas.
3. El efecto bumerán de la ley del Karma no se procesa en el corto plazo, es decir, no es inmediato.
4. Toda persona hace uso de su libre albedrío, solo restringido por las circunstancias existentes.
    La mayoría de la gente concluye lógicamente, ante esta realidad, que la vertiente oculta del principio de Causalidad no existe, es una creencia.
   En ninguno de los casos expuestos se capta físicamente la existencia de un vínculo retributivo entre la causa-raíz realizada por el protagonista, y la suma de todas las consecuencias que se derivan de ella. Esta verdad es indiscutible.
   Aunque no siempre es así, en muchas ocasiones, no se aprecia una compensación, y mucho menos, una correspondencia o proporcionalidad causal ni de cualquier otro tipo en ninguno de los sentidos. Desde la perspectiva de la personalidad, no hay causalidad, ni equilibrio, ni retribución interna. Nadie observa en el mundo material, una relación entre: acciones que benefician al género humano, las cuales nacen de una calidad humana notable, un conocimiento auténtico de la realidad, intuición…, y compensaciones positivas para el individuo que las provoca. Así mismo, tampoco se percibe retribución negativa para aquellas personas cuya conducta refleja una naturaleza humana corrompida; una calidad humana deteriorada que acarrea en sus hechos un grave perjuicio al prójimo, más allá de los aspectos mecánicos o recurrentes de la ley. Muchos sujetos actúan sin escrúpulos, sacan del subconsciente una falta de humanidad incontestable, solo egocentrismo, sin consideración por los demás ni el entorno. Estas almas no reflexionan sobre sus acciones, ni sobre los efectos severos e irreversibles que infligen a sus semejantes. En muchos casos, estos actos quedan impunes o diluidos por la propia ley o justicia humana debido a la falta de pruebas, testigos, buenos abogados, fiscales, policías, jueces incompetentes o corruptos... Así mismo, existen acciones inhumanas y crueles que sobrepasan toda posibilidad de compensación en el plano material, etc.
   ¿Cuántas veces le pueden arrebatar la vida a una persona? Si una Esencia es la causante de la muerte de dos, tres, veinte, miles…, de individuos, ¿cómo puede el autor reparar estas pérdidas? Todas estas víctimas poseían sus esperanzas, proyectos…, la existencia que el propio Ser y la ley de Causalidad les otorgaron.
   No obstante, a pesar de todas las dudas y los temores que la realidad de esta ley levanta en la psiquis, esta cuestiona sinceramente al estudiante:
● ¿Qué posición mental adoptaría uno, si él mismo o su familia fuera la víctima inocente de todas estas atrocidades que un sujeto les infringe a los demás?
● ¿Cómo se contemplaría que, las acciones y sus consecuencias ejercidas por una Esencia sobre las otras, terminara ella misma experimentándolas, es decir, se revirtieran los papeles?
● ¿Es el libre albedrío una virtud sin límites ni responsabilidades?
● ¿Es legítimo que este principio gratifique a la Esencia por los efectos de sus actos, los cuales restauran orden, equilibrio, armonía y otorgan beneficios a sus semejantes?
● Inversamente, ¿es legítimo que esta ley enseñe al alma a través de la propia vivencia de los efectos de su acción, si la voluntad se desvía de su naturaleza humana?
Si la “conciencia despertara” captaría la trascendencia de toda obra que la Esencia, libre o embotellada, despliega sobre las demás almas; evidenciaría por sí misma, los resultados últimos que acarrean las consecuencias de sus acciones. El alumno descubriría que es más práctico ejercer valores humanos, y trabajar los factores subjetivos o los egos que uno carga en el subconsciente, responsables de actos erróneos. En muchas ocasiones, estas respuestas equivocadas acarrean sufrimiento, tanto al prójimo como a sí mismo, a lo que hay que sumarle una carga retributiva negativa para la Esencia.

“La ley cósmica no puede ser cambiada, y el hombre haría bien en ponerse en armonía con ella”. (Paramahansa Yogananda. “Autobiografía de un yogui”. Cap. 32. Pág. 331).

  Si el ser humano despertara su conciencia a la realidad del principio de Causalidad y su oculto “efecto bumerán”, comprendería que es inoportuno padecer por el daño sufrido por la maldad de los demás. La aprehensión de esta ley le ayudaría a acabar con los resentimientos, los rencores, los odios y la venganza, los cuales solo mantienen vivo el dolor. El sujeto percibiría que ninguna Esencia escapa a su propia acción y sus efectos, es una luz o tiniebla que acarrea sobre sus espaldas. El alumno advertiría que mantener estas emociones negativas solo le perjudica, a él y a su propia Esencia, son inútiles y llenan su mente de frustración.
   Existe un principio enseñado por distintas civilizaciones y benefactores de la humanidad en diferentes épocas, el cual posee un sentido recíproco de gran utilidad para la convivencia. Esta regla de oro dicta: “no hagas a los demás, lo que no quieres que los demás te hagan”. Este axioma fundamental del respeto a sí mismo y los demás permite una relación inteligente, no solo con nuestros semejantes, sino también con este principio de Causa y Efecto.
   La humanidad es reacia a este tipo de reflexión. Cada uno tendrá sus propias motivaciones para rechazarla, sin embargo, es crucial que cada alumno experimente por sí mismo la realidad de este efecto bumerán de la ley de Causalidad. Por su complejidad y particularidad, este conocimiento no está en condiciones de definir “cómo” se procesa el “efecto bumerán”, pero la vivencia interna y directa enseña “el porqué”.
  El efecto bumerán es un proceso inherente a la ley de Causalidad, porque esta vertiente interna posee las propiedades de: proporcionalidad, equilibrio, orden y equidad[22]. Esto se aprecia en el universo, el cual es solo el reflejo de este principio que todo lo rige. Igualmente, este salvaguarda el “libre albedrío” de la Esencia y contrasta sus acciones, producto del uso de su libertad, con sus consecuencias postreras.

“Que nadie se engañe a sí mismo; lo que el hombre sembrare eso cosechará y sus obras lo seguirán". (Samael Aun Weor. “Tarot y cábala”. Cap. 27. Arcano 5).

Las resistencias mentales a la existencia del efecto bumerán

   Ciertamente, el estudiante no podrá concluir razonablemente un modelo determinado de este principio de Causalidad a partir de estos ejemplos relatados. Sin embargo, se percibe claramente que en algunos existen unos valores humanos y, en otros, una gran carencia de ellos. Las consecuencias de los hechos, son la realidad, nada tienen que ver con intenciones, moralidades, ideologías, creencias…, sean estas políticas, religiosas, culturales… De este mismo modo actúa el efecto bumerán, cuando interviene con los sucesos de retribución positiva o negativa, estos solo compensan según las consecuencias, los hechos que acarreó la Esencia o Esencias responsables de la primera causa.
   Humanamente, es imposible explicar los entresijos concretos de este aspecto oculto de la ley, es decir, si una Esencia causa S0, nadie, excepto ella, puede determinar Sn.
   La causa de esto es que entre S0 y Sn hay un número desconocido de enlaces causa-efecto, los cuales afectan a varias Esencias y a sus vidas. Tampoco puede preverse el momento tn, que es cuando se hace efectivo Sn, lo cual indica que es un proceso extremamente complejo y con múltiples variantes. Esta fase desconocida, sigue unas leyes precisas y unas fórmulas concretas que la ciencia atribuye a procesos estocásticos o probabilísticos.
   Los principios ontológicos de la ley y sus asociaciones son imprevisibles para la mente. Con los modelos del razonamiento no se ha logrado aprehender el hilo conductor de los enlaces internos del efecto bumerán, pero sí la conciencia[23]. Ciertos eventos de la existencia personal son consecuencia de una causa que ya se registró en la conciencia del alumno. En estado de meditación, la Esencia puede intuir su caso particular, de allí el sujeto advierte que este efecto oculto existe y posee sus propias características.
   Existen muchos estudios sobre este tema que explican esta ley del Karma, y que resuelven numerosas cuestiones, aunque también levantan otras incógnitas a la mente. Esta ley replantea y trastoca modos de pensar y patrones impuestos desde niños, los cuales se asumen como realidades, sin una experiencia personal. Esta falta de investigación del alumno, le impide aprehender con la conciencia de modo concluyente la realidad de cómo funciona el principio de Causalidad en su existencia. Una vivencia directa o una inspiración de la verdad sobre esta vertiente de la Ley, constituiría un conocimiento propio. Así mismo, este último causaría una especial atención a la conducta particular y sería un aliciente para conocerse a sí mismo. De modo que su experiencia le mostraría la importancia de un comportamiento recto y porqué este es un modo inteligente de relacionarse consigo mismo, los demás y el entorno.
  El efecto bumerán se intuye por medio de realidades tangibles, aunque estas siempre aporten una información sensible incompleta. No obstante, la conciencia inspira al alumno sobre el aspecto interno del evento y colma su comprensión con la disciplina de la meditación.
   Por otro lado, todos los seres humanos observan cómo a las personas con una calidad humana notable les ocurren hechos perjudiciales y desgraciados. Estas situaciones se interpretan cómo “mala suerte o infortunio”. Así mismo, se advierte en la existencia que, a individuos con una calidad humana deplorable, les suceden hechos beneficiosos y propicios, los cuales se perciben como “buena suerte o fortuna”. El vocablo suerte[24] viene a ser una palabra mágica que sustituye todo aquello que se ignora internamente o que la mente rechaza para prescindir del Principio de Causalidad. La mayoría de la gente concibe que esta ley lo rija todo, excepto la fortuna.
  La realidad espiritual de la ley de Causa y Efecto tropieza con ideas preconcebidas o creencias religiosas de sujetos que se hallan con la conciencia atrapada en dogmas. Cuando la mente establece sus propias verdades, difícilmente investiga las causas reales de ciertos eventos que le ocurren, lo cual es propio de la mente sensual o intermedia. Normalmente, si una persona no aprehende un hecho relevante que influye considerablemente en su vida, lo atribuye a la buena o mala suerte. En muchos casos, estas situaciones desgraciadas frustran a quien las sufre.
   Aunque la ley de Accidentes existe, la mayoría de los acontecimientos se rigen por la ley del Karma. Ignorar este Principio en la existencia, es similar a repetir de continuo los mismos errores, estar constreñido a asumir sus consecuencias y considerar que es mala suerte. El perjuicio de permanecer en esta actitud pueril desde la visión de la conciencia, lo cargan tanto la persona como la Esencia.
  El ser humano no alcanza suficiente dominio sobre su mundo interior porque ignora su constitución psicológica. Igualmente, esto acarrea que tampoco posea la facultad de influenciar favorablemente este principio de Causalidad. Sin embargo, si esta actitud íntima se revierte, el alumno prestará atención a las causas de sus acciones y advertirá, asimismo, sus consecuencias. Este se iniciará en el uso práctico de su conciencia, la cual comenzará a revelar ciertas propiedades y axiomas internos junto a los hechos que se hallan en la base de esta ley.

La íntima relación entre el principio de Causalidad y las facultades humanas

“El día en que, oficiando dentro de nosotros, nuestro conocimiento innato[25] vincule nuestros poderes interiores a la verdad divina, esos poderes conscientes que albergamos serán purificados íntegramente y escaparán de la esclavitud que sufren”. (Rabindranath Tagore. “La morada de la paz”. Cap. La liberación interior).

   Desde el autoconocimiento, existe una íntima relación entre todas las leyes que imperan en la naturaleza y las facultades humanas. Así mismo, este lazo se extiende a la conciencia y al principio de Causalidad. El estudiante advertirá que, si la organización de la creación exige a la Esencia responsabilidades sobre las consecuencias de sus actos, esta precisa una facultad para prevenirlas. Si no fuera de este modo, el alma estaría en una situación anómala, subordinada e injusta con respecto al mundo que le rodea. El individuo se hallaría en un escenario donde requiere aprender de él, pero no dispondría de las herramientas cognitivas para lograrlo. Si así fuera, la humanidad se hallaría en el plano anímico en un contrasentido, ignorante ante el mundo y sin posibilidad de comprenderlo ni de comprenderse en él.
Hecho que no es cierto, porque las evidencias de la inteligencia humana, son patentes en muchos campos del saber, mientras que en otros es innegable su ausencia. Consecuentemente, la naturaleza humana ha creado suficientes facultades, habilidades, posibilidades…, en los distintos ámbitos: físico, psicológico y espiritual, para que el alma aprehenda la realidad, tanto externa como interna.
   El ser humano descubre leyes físicas y se beneficia materialmente de sus conocimientos para generar prosperidad; esto mismo ocurre en el plano íntimo. Cuando el alumno despierta su conciencia a las leyes que rigen su mundo psicológico y ontológico, el conocimiento adquirido de sí mismo le facilita la existencia. Esta relación causa-efecto-retribución es lógica, visible para la Esencia, no depende de una fuerza añadida ni extraña. Simplemente, el autoconocimiento dispensa bienestar integral, porque instaura orden donde antes había desconcierto, luz en lugar de oscuridad, valores humanos donde antes había carencia de ellos. Esta respuesta beneficiosa, tanto para la Esencia como para la personalidad, se fundamenta en la conciencia. Esta facultad crea un vínculo adecuado y justo entre la realidad física y la “Auténtica Realidad Interior”. Si, en el momento de actuar, el sujeto traiciona su “Verdadera naturaleza o Ser”, este quebranta unos principios inherentes a su propia naturaleza humana, lo cual invoca a la ley del Karma.
   La ignorancia de este principio ontológico provoca errores de diversa consideración que le acarrean graves consecuencias internas. La equivocación consiste en que el individuo, en disposición de su libre albedrío, falsea su relación consigo mismo. Por ejemplo, una persona puede ejercer conductas en contra del prójimo o de sí mismo irracionales, despiadadas, violentas…, que muestran claramente una corrupción de su propia naturaleza. Se entiende como acción inhumana o indigna a todo aquel comportamiento que no refleja los valores de humanidad que lo distinguen como Alma Humana.
   La naturaleza Esencial del lobo o de cualquier otro animal no es humana, ni racional, por lo que sus pautas son dictadas según el instinto de su especie. Sería absurdo, juzgar de inhumana su ferocidad. Sin embargo, si un individuo se comporta con la ferocidad de un lobo hacia sus semejantes, entonces, su acción es inhumana e indigna[26]. Esto explica la relación existente entre los valores de humanidad, la conducta y las leyes que conforman el principio de Causalidad.
   Cuando se produce una contradicción entre lo que uno es, en Esencia, y lo que uno hace, hay desequilibrio, el cual se plasma en los dos planos: interno y externo. La acción errónea se concreta por una forma de pensar y sentir que se aleja de la conciencia. Esta evoca un desorden psicológico porque lo que uno hace, precisa ser reflejo directo de lo que el alma es, según su naturaleza, la cual implica su Auténtica Realidad o Ser.
   Si las respuestas de la persona no siguen el itinerario: hechos  à  conciencia  à  facultades humanas, Esencia  à  mente  à  acción, algo impropio ocurre dentro de ella. Esta sucesión psicológica define una ordenación correcta e inteligente en el momento de reaccionar ante una situación. La conciencia es la base de nuestra organización psicológica, objetividad y respeto por nuestra “Auténtica Realidad y sus propiedades”. El error aparece si, en la concepción de la acción, el estudiante se olvida de sí mismo, se identifica y una naturaleza adultera se cuela en la mente desde el subconsciente. Este tipo de respuestas equivocadas inician un encadenamiento de causa-efecto que acarrearán, a la postre, consecuencias dañinas.
   En conclusión, el responsable del error y de que la Esencia acarree efectos perjudiciales, se halla en esta energía psíquica adulterada que se conoce como ego o Esencia embotellada. La Esencia libre como parte de la “Auténtica Realidad” es incompatible con la Esencia embotellada o el ego, debido a que este último no se relaciona correctamente con la realidad interior ni exterior. El ego atrae inestabilidad cada vez que actúa, por ser una carencia de valores y, esta falta de virtud, es lo que genera efectos perjudiciales.
  Es necesario reflexionar por qué esta ausencia de atributos humanos origina consecuencias negativas en la existencia de la persona que los invoca con su acción. Cada situación posee de modo intrínseco unas características. Por ejemplo, si uno padece una enfermedad, estará bajo unas condiciones particulares que depende de ella. Esto implica que la persona precisa de una actitud adecuada que favorezca su recuperación. Esta conducta adecuada se compone de valores. Por ejemplo: conciencia de una pérdida de salud, ir al hospital, seguir las indicaciones del médico. Esto conlleva reposo, ingerir la medicación prescrita, ser paciente, tener confianza, ser valiente si esta enfermedad es grave, etc. Si el enfermo sigue las disposiciones de los facultativos, poco a poco, el paciente recuperará su salud, y después seguirá ocupándose de sus tareas habituales. Este comportamiento le favoreció porque actuó según los principios dictados por aquellos que conocen la situación orgánica del sujeto y la patología de la enfermedad. La cadena causa-efecto: enfermedad à médico à aplicación de valores humanos à seguir protocolo de curación à salud, concluyó con su restablecimiento. No obstante, si la persona enferma no se hace consciente de su gravedad, no acude al hospital; cuando no puede resistir el dolor visita el ambulatorio, no sigue los consejos de los profesionales, no toma la medicación, sigue con su trabajo… El resultado será muy diferente al anterior. ¿Por qué? La consecuencia será debida, principalmente, a su actitud. Esta última se determinó por la ausencia de conciencia o presencia a los efectos de la dolencia, junto a la falta de atributos humanos que impulsan las acciones oportunas para curarse.

“Comprender íntegramente las bases y "modus operandi" de la ley del Karma es indispensable para orientar el navío de nuestra vida de forma positiva y edificante, a través de las diversas escalas de la vida”. (Samael Aun Weor. “Tarot y cábala”. Cap. 27. Arcano 5).

   Este ejemplo indica que cada evento posee sus características. La conciencia los advierte, aplica valores humanos para resolverlo, relacionarse correctamente con él y que su acción no provoque desequilibrios, sino orden. Estas consecuencias son fruto de un organización interior que se inicia en una percepción correcta de la realidad, un pensar, un sentir y una acción justa, a la medida de los valores del alma.
   Cada hecho debe su existencia a unas leyes físicas que lo crearon, a una voluntad humana que lo posibilitó, etc. La gente percibe una apariencia, no las verdaderas causas que evocan un acontecimiento. Este último es un fenómeno regido por un noúmeno[27], origen invisible, propiciado por el principio de Causalidad. En el instante que el alumno incide sobre un suceso, precisa estar presente tanto a la realidad interna como al evento en sí y a sus propiedades. De no ser así, actuaría como un ciego ante las realidades psicológica y física. Esto es justo lo que ocurre, si el sujeto se identifica. Este pierde la referencia de los hechos y de las estructuras que forman los pensamientos, los sentimientos y la respuesta. Esto le induce al error, al desorden, a no respetar su “Auténtica realidad”, ni los rasgos de la realidad circundante, lo que redunda sobre las leyes que rigen el evento. De este modo, se encadena un ciclo de acción-consecuencia que cada vez empeora la situación.
  Por ejemplo, esto se observa en las relaciones familiares cuando en una herencia los hermanos no se ponen de acuerdo sobre su reparto debido a egoísmos, rencores, envidias, celos, etc. Entonces, aparecen reproches, suspicacias, dudas, insultos, riñas… La situación empeora con denuncias, juicios, gastos de abogados…, finalmente, estos hermanos dejan de ser una familia, pierden el contacto y cada uno se aleja cada vez más de los demás. En estos casos, según pasan los acontecimientos, se observa que las leyes que atraen conciben consecuencias más pesadas; la situación es más difícil de resolver; el problema aumenta de dimensión, se expande a más miembros de la familia, conocidos; las críticas son más feroces, etc. Detrás de todo esto se despliegan leyes, tanto físicas como anímicas, que crean una atmósfera psicológica tóxica. Esto muestra la presencia y el resultado de este principio del Karma. 
   Desde la perspectiva del autoconocimiento, ley, principio, axioma…, se define como: “un agente regulador, constante e inalterable, que se cumple en la naturaleza de cualquier ámbito, el cual establece unas relaciones cuantitativas y condiciones precisas sobre los elementos donde este interviene”. Estas leyes poseen características comunes, que son: verdaderas, universales, absolutas, estables, simples y omnipresentes. Por otro lado, los valores humanos disfrutan de propiedades parecidas, entendiendo estas facultades como propias del alma y utilizadas por el principio inteligente o conciencia, las cuales son:
● Universales y objetivas, es decir, son las mismas para toda la humanidad y sirven para afrontar los mismos hechos.
● Verdaderas, pues emanan de nuestra “Auténtica realidad”. Solo tienen sentido en el plano material, puesto que son herramientas psicológicas para afrontar la existencia. Ser es actuar conscientemente con sus atributos en la vida, de modo que la entidad espiritual propia adquiere existencia.
● Simples, innatas e internas. Si el individuo tuviera la conciencia despierta, las desplegaría de modo natural y espontáneo sin necesidad de interminables reflexiones intelectuales.
● Los valores no son positivos ni negativos, su uso depende enteramente de la conciencia; la ausencia de atributo de Ser es un defecto o una carencia psicológica.
● Como las leyes, las facultades son interdependientes. Por ejemplo, la conciencia posee la capacidad de discernimiento.
● Inmutables en el tiempo: el amor, el coraje, la paciencia…, no cambian con los patrones sociales, religiosos, culturales, etc. Si la personalidad intenta acomodarlas a sus deseos, estas pierden su naturaleza objetiva, las cuales dejarán de ser una facultad apropiada para la resolución favorable ante las situaciones. Este uso de valores humanos a la carta de las conveniencias los deteriora, porque se obvia al principio inteligente que las maneja respetando su naturaleza anímica, de ahí que se adulteren. Este desorden interno acarrea una relación incorrecta con el principio de Causalidad, y sus acciones provocarán efectos perjudiciales.
   Por ejemplo, muchos progenitores aman a sus hijos, y hacen todo lo posible para darles lo mejor, pero si permiten que en ese amor se introduzca el apego, este se impregnará de elementos subjetivos que acarrearán consecuencias negativas.

“¿Basta mi inteligencia para eso o no? Si me basta, me sirvo de ella para esta acción como si fuera un instrumento concedido por la naturaleza del conjunto universal”. (Marco Aurelio. “Meditaciones”. Libro VII. Cita 5).

  En el esquema se visualiza la relación existente entre los valores humanos, los principios que fundan la ley del Karma y el desenlace causa-efecto.
  Sea un hecho cualquiera, por ejemplo, un padre de familia con dos hijos, precisa trabajar diez horas diarias durante seis días a la semana de vigilante en un centro comercial. Desde la infancia y el principio de la adolescencia, este padre está ausente de la educación de los hijos a excepción del domingo, aunque aprovecha para descansar. Sus horarios son de diez de la mañana hasta las diez de la noche; tiene dos horas para comer, pero sin tiempo para ir a casa[28].
   Las oportunidades de empleo en este país, en general, no favorecen la reconciliación con la vida familiar ni personal; además el trabajo escasea. Las condiciones son las que se dan, no otras. El contexto laboral que se establece en un lugar depende de diversos aspectos del principio de Causalidad.
   Ambos aspectos, la situación concreta del padre de familia[29] como de las condiciones laborales del entorno son el noúmeno o la causa primera a la que se enfrenta esta persona.
  La cuestión que se plantea es qué factor psicológico aceptó este empleo con estas circunstancias y condiciones durante más de veinte años: la personalidad, el ego o la Esencia. Según el factor que causa la respuesta, se obtendrán unas consecuencias u otras.
   Habrá muchos más elementos en cuestión, pero se busca con el ejemplo, sencillez.
   Reduciendo el abanico de posibilidades, se supone que, en ese momento, el padre acepta, ya que no hay otra alternativa, las necesidades no esperan y precisan cubrirse con un sueldo. Esto significa que este valora la situación, capta que su vida familiar será perjudicada y no estará presente en el crecimiento de sus hijos de corta edad. No obstante, piensa que no tiene otro remedio y será pasajero hasta que surja algo nuevo.
  Considerando esta decisión, se analiza esta respuesta desde la perspectiva de estos tres factores.
1. La personalidad se inclinará principalmente por la búsqueda de seguridad. Por un lado, pensará que cumple con lo fundamental, aunque echa de menos la presencia con sus hijos, pero son pequeños y no lo estima tan importante. Aunque la idea es cambiar de empleo, no hace realmente nada para conseguirlo. Puede que tenga un sentimiento contradictorio, se siente culpable por no estar más tiempo con sus hijos, pero a la vez, satisfecho de traer un sueldo a casa. En conclusión, como ocurre a muchos individuos, esta situación no cambiará, se amoldará a la rutina.
2. Esta decisión puede estar motivada, igualmente, por algún ego, como es el miedo, que está en el origen de asumir el empleo; también se une la pereza de no buscar activamente otro, pues debería hacerlo a la hora de comer, sacrificar comodidades, etc.
3. Finalmente, la conciencia, que observando los hechos acepta el trabajo, pero con la suficiente comprensión y diligencia de buscar otro empleo por amor a los hijos. Por ejemplo: formarse para acreditar habilidades que le abran el abanico de posibilidades; preparar unas oposiciones; estar pendiente de las ofertas… En conclusión, hacer efectivo su anhelo de estar presente a su familia más allá de las necesidades económicas. En este caso, su acción motivará muchas ocasiones de cambio de empleo, sin embargo, este individuo no las exploró.
   En los dos primeros casos, la personalidad y el ego, el individuo sacrifica compartir las vivencias que se dan en las relaciones entre padres e hijos. Según los estudios realizados, este escenario donde la figura paternal se halla ausente, plantea distintas consecuencias en posteriores relaciones entre ellos y en la formación psicológica de los niños.
   En muchos casos, la ausencia de la figura paternal provoca problemas de relaciones entre ellos; crea lazos superficiales, los hijos no se sienten amados por su padre en los hechos; desequilibrios afectivos por falta de sentimientos mutuos; figura de un padre idealizado; ausencia de experiencia en la convivencia; sensación de abandono, inseguridad, tristeza, desconfianza, plantean problemas de socialización, poca tolerancia, y muchas veces agresividad…, esto afecta a la definición de metas y consecución de objetivos, etc. Esos efectos no se observan en los primeros años, se hacen patentes a partir de la adolescencia. Esta opción de la personalidad es propia de una voluntad sin conciencia, ni valores humanos, puesto que esta rutina se enfocó desde una visión social, por ignorancia de estas consecuencias remitidas por el efecto bumerán. Este último se manifiesta sobre el progenitor y los mismos adolescentes, los cuales asumirán estas carencias o las trabajarán en el plano psicológico para que sean comprendidas y superadas.

“Los papás tienen que dedicar más tiempo para jugar y hacer las tareas con sus hijos, y conversar con ellos para mejorar su relación en el campo afectivo comunicativo. Los hijos buscan la aceptación de sus padres". (Danitsa Alarcón[30]. Andina. Agencia de noticias peruana. 12 de junio 2016.).

   En conclusión, cuando se actúa rectamente, con conciencia y valores humanos, las leyes que se manejan sobre los hechos aportan equilibrio. Como es lógico, con el tiempo favorecen a la persona que los causa y a aquellos que le rodean. Opuestamente, si los factores promotores de la acción son carencias, defectos o tradiciones que se alejan del principio de la inteligencia práctica y de la “Auténtica Realidad Interior”, esta cosecha efectos perjudiciales.
   Esto significa que los responsables de una relación incorrecta con la existencia, las leyes que la propician y el principio de Causalidad, son los propios defectos psicológicos que el sujeto carga en su subconsciente. El estudiante precisa en estas condiciones despertar su conciencia a esta realidad y, aprehender que requiere de una conducta consciente. Esta se traduce en una forma de pensar, sentir y actuar recta, mediante el esfuerzo justo. El autoconocimiento llama a este comportamiento una ética transcendente.

La ética en el autoconocimiento

   En filosofía, el estudio de la ética se relaciona con el comportamiento de la persona, y en qué medida es este correcto o no, centra su atención en las acciones humanas. Esta disciplina interesó a toda civilización y época, donde se reflexiona sobre la conducta moral y cómo debe ser esta tanto en el plano individual como social. La ética elabora juicios de valor que se fundamentan en elementos culturales, religiosos, sociales…, los cuales constituyen costumbres y normas. De este modo se fijan qué acciones morales son las adecuadas, buenas…, y que aquellas que no lo son, se perciban como malas o incorrectas.
  En este sentido, la ética o la moral y su aplicación práctica han ido cambiando según se modificaron las referencias que la constituían. Una conducta moral en la Edad Media, sería inadecuada en la época contemporánea. Por ejemplo: que el señor sea dueño de sus siervos; que los padres concierten las bodas de sus hijos sin su consentimiento; que si alguien se equivoca se le aplique un castigo corporal… La ética no solo cambia con el paso del tiempo, sino también es distinta según el lugar, en cuanto, las reseñas religiosas, culturales y sociales son diferentes. En las sociedades regidas por las leyes islámicas se despliega una ética muy distinta a la de los países occidentales. Esto enseña que la ética estudiada y practicada hasta hoy, está centrada en las características de la personalidad. Toda ética o moral es relativa, subjetiva y dualista; se mueve entre lo bueno y lo malo; y no posee una referencia objetiva que se mantenga a través de la dimensión tiempo. El filósofo I. Kant atribuyó a todas ellas, el calificativo de éticas materiales, para distinguirlas de una ética formal, a la que pertenece la ética propuesta por el autoconocimiento.

Ética o moral material.
No hay que confundir una ética material con una ética materialista. Esta última es aquella que proclama en sus postulados que todo es materia, de ahí establece una moral en función de metas vinculadas a este plano existencial. Por ejemplo, el dinero, el poder, el hedonismo, etc. Lo contrario de una ética materialista es una ética espiritualista. Ambas son una moral material.
   La ética material consiste en establecer un “bien supremo”, puede ser Dios, la gloria, la felicidad, el amor, el éxito, el reconocimiento, la naturaleza, etc. Una vez establecido este objetivo, esta moral compondrá una serie de normas, preceptos…, encaminados para lograrlo. La ética material se caracteriza por dictar lo que se debe hacer para alcanzar ese bien, posee un contenido explícito, es empírica y se compone de: “haz esto y no hagas lo otro”. Esta moral es un recetario normativo de la conducta, donde la libertad y la voluntad del individuo precisan ajustarse a ella. Esta termina por adaptarse a moldes del comportamiento, hábitos, que se imponen desde el exterior a la persona y, por lo tanto, al alma. Esta ética limita la libre iniciativa, la conciencia y su discernimiento; y los valores humanos no despliegan su potencial. Su aprendizaje se realiza a través de la imitación, los hijos la asimilan de los padres, para después revelarse contra lo aprendido, tal como ocurre en la sociedad contemporánea. Esta moral crea una división de la realidad en buena y mala, y estos juicios reducen la conducta humana a estos términos, según se cumplan las reglas establecidas o no. Esta moral por sí sola no es útil al estudiante que anhela relacionarse correctamente con el principio de Causalidad. Su práctica no se fundamenta en el uso del principio de la inteligencia práctica, y sus respuestas se edifican sobre dictados mentales.
La ética formal, superior o trascendente. Esta ética se distingue principalmente porque no establece un contenido, es decir, no indica explícitamente que es lo que uno debe hacer o no. No se instaura a través de fórmulas, normas, preceptos…, de la conducta. Esta ética formal proviene del interior, de la conciencia del sujeto, se rige por la propia naturaleza anímica con un total respeto al libre albedrío y se centra en los hechos. En realidad, la ética superior es un descubrimiento para el estudiante. Un comportamiento que no reincide en automatismos en el modo de pensar, sentir y actuar. Esta ética superior se fundamenta en aprender a pensar por sí mismo y utilizar las herramientas psicológicas o los valores humanos que dispone.

“Mas yo le replicaría con esta justa razón: Te equivocas, amigo, si piensas que un hombre debe calcular el riesgo de vivir o morir, incluso siendo insignificante su valía, y, en cambio, piensas que no debe examinar, cuando actúa, si son justas o no sus acciones y propias de un hombre bueno o malo”. (Marco Aurelio. “Meditaciones”. Libro VII. Cita 44).

   El autoconocimiento propone una ética trascendente basada en el recto pensar, sentir y obrar mediante el justo esfuerzo. Este último dispone una relación correcta y equilibrada consigo mismo y con la ley del Karma. ¿Cuál es el recto esfuerzo? Será aquel que tome en consideración de modo efectivo el desarrollo interior. Por ejemplo: el ejercicio de la “Auténtica Naturaleza Anímica”; el comprender la causa del error, el ego que lo provoca; el despertar, etc. El esfuerzo se vincula con la voluntad y la rectitud con la conciencia. En cualquier situación, si el alumno anhela originar beneficios por medio del ciclo causa-efecto-causa, precisa estar presente al plano interno. De él surge la voluntad de hacer según el factor que lo impulsa.
   ¿Quién es el responsable del karma? Dentro del ser humano existen los defectos y las carencias anímicas que inducen consecuencias perjudiciales. Elementos subjetivos del temor, de la ambición, una personalidad que busca seguridad…, son las causas reales de conductas impropias de la Esencia de lo que uno es.
   ¿Quién ocasiona en el ser humano una conducta indigna, mecánica, recurrente, producto de la división y pluralidad psicológica? El ego y el subconsciente originan la hipnosis, y de él, un comportamiento egocéntrico, hedonista y materialista. Si hay identificación, el ego causará un modo de pensar, sentir y actuar equivocado, lo que acarreará desequilibrio en el plano físico, lo que quebrantará un principio de la ley del Karma. Este trastorno externo será el reflejo de una inestabilidad interior. Si un individuo fuma, bebe alcohol de modo considerable o se droga, solo él será perjudicado. La Organización Mundial de la Salud ya avisa de los riegos que se derivan de esta actitud para el cuerpo físico. No obstante, muchos actos humanos afectan a otras personas, y aunque el efecto bumerán sea invisible como las mismas leyes que lo generan, esto no significa que no exista. La ética superior es una herramienta del alma para sembrar cosechas afortunadas a corto y largo plazo. Esta es indispensable para aprender de la existencia, tener rectitud, cristalizar la cualidad de la justicia, y tener equilibrio en el modo de relacionarse con los demás y el entorno.

¿No es la justicia la virtud propia del hombre? (Platón. “La República”. Tomo I. Pág. 75).

   El recto pensar, sentir y actuar, es una forma práctica de dar respuesta a los eventos de la vida; de formarse como alma, al captar con la ciencia de la meditación y el uso de la conciencia, las consecuencias positivas o negativas de nuestros actos. Esto significa que el alumno precisa empezar por hacerse responsable de sus hechos y dejar de achacar su situación personal a los demás, al infortunio, etc.
   Los principios de una ética trascendente son universales y tienden a una conducta objetiva, y que, en cualquier época y lugar, esta sea inspirada por la libertad y el conocimiento de sí mismo. También que sea imperativa, en el sentido del rigor y respeto a la “Auténtica Realidad” o Ser, como lo es la regla de oro, comentada en un punto anterior, u otras, por ejemplo:

“Los eventos exteriores jamás serían más importantes que el modo de reaccionar ante los mismos”. (Samael Aun Weor. “Tratado de psicología revolucionaria”. Cap. Sucesos personales).

“El imperativo categórico es, pues, único, y es como sigue: obra solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal”. (I. Kant. “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”. Cap. 2).

  Una ética formal nace de un estado de conciencia y de la aplicación de facultades humanas. La naturaleza, la creación y la auténtica identidad como Ser, depositan en estas habilidades psicológicas, inteligencia práctica para afrontar los hechos de la vida, sin recurrir a formas mentales artificiales como son: prejuicios, preconceptos y actitudes predeterminadas que caracterizan al ego y la personalidad.
  Los contenidos mentales, tal como normas, patrones…, son conceptos que junto a vivencias subjetivas crean automatismos y hábitos que el individuo considera útiles en su vida. No obstante, estas actitudes mentales acarrean el error, el sufrimiento y la incomprensión de sí mismo y de la existencia. Creencias, apegos, fantasía, intereses, deseos, temores..., son los pilares de un modo de pensar, sentir y, finalmente, de actuar, que condicionan la conciencia. ¿Por qué causa? Debido a que todos ellos, no respetan la auténtica realidad interior como almas ni los hechos, es decir, no respetan la realidad interior ni exterior. Esto es el karma. La responsabilidad de los actos que todo alma acarrea por dejarse embotellar la conciencia y sus facultades.

“El karma no es una cadena que dure para siempre; puede romperse en cualquier momento. Lo que fue hecho ayer, puede ser deshecho hoy. No existe ninguna continuación permanente de nada. La continuación puede y debe disiparse mediante la comprensión de su proceso”. (J. Krishnamurti. “Dichos de Krishnamurti”. Cap. Karma).

  El recto pensar, sentir y obrar mediante el justo esfuerzo no dictamina “cómo actuar”. Esto es debido a que, parte de la conducta, viene concretada por los eventos.
  Recto pensar es aquel que se elabora con los datos facilitados por la conciencia, que es capaz de percibir la realidad a través de la práctica de la transformación de las impresiones. No hay recto pensar ni sentir ni actuar cuando la conciencia del sujeto se sumerge en el subconsciente por medio de la identificación.
  Existe justo pensar, sentir y obrar si prevalece la coherencia entre la realidad física, la psicológica y la ontológica. Hay discernimiento entre lo que es verdadero y lo que es fantasía, lo justo y lo injusto, lo importante de lo accesorio, etc. Tiene presente a todos los factores que intervienen en la acción y cómo esta afecta a los demás. El recto sentir coordina el centro intelectual y la acción, pone entusiasmo. La justa acción es aquella que produce orden y equilibrio, es proporcionada, se realiza en el momento oportuno. Igualmente, es necesaria, útil y conveniente.
  El recto esfuerzo es aquel que el estudiante realiza en pos de su progreso anímico: estar presente durante el día para advertir los procesos de la identificación, cortarlos y comprenderlos; transformar correctamente las impresiones; en lugar de preocuparse, ocuparse de los problemas; gestionar conscientemente las emociones negativas; trabajar sobre los propios defectos; meditar sobre los errores y sus causas; aplicar valores humanos en las acciones; etc.
  El recto esfuerzo se fundamenta en el “saber elegir consciente”. En el sentido de hacer uso del libre albedrío depositado en la propia Esencia. Esta elección consciente solo es posible si existe suficiente libertad individual y conocimiento interior, para definirse en los hechos en descubrir la “Auténtica Realidad o Ser”. Es aprender a seleccionar entre varias alternativas, aquellas que benefician el desarrollo del alma, en lugar de reforzar la personalidad y sus actividades. En muchas ocasiones se presentan oportunidades de actuar con valores humanos, pero uno se olvida de sí mismo. Entonces, piensa, siente y obra de modo recurrente como siempre hizo con la personalidad o el ego. Escoger con la conciencia implica voluntad basada en el anhelo de comprender, ser, cambiar, emanciparse…, como alma y darse un tiempo para meditar. En definitiva, ocuparse con acciones concretas de conocerse a sí mismo.
  La práctica de una ética superior, trascendente, es indispensable para lograr un bienestar integral.

Consideraciones importantes sobre la ley de Causalidad

  Existe una gran cantidad de actitudes que se amparan en este principio, que son estrictamente abusivas, erróneas, incluso, malintencionadas. A continuación, se detallan las más relevantes.
1. Esta propiedad interna de la ley, de compensar a las Esencias por los efectos de sus acciones, se fundamenta exclusivamente en los hechos. Se subraya que las intenciones, planes o cualquier tipo de idea o sentimiento, que no se ejecutan en el mundo material, quedan sin efectos físicos. Las retribuciones, positivas o negativas, se elaboran en proporción directa a actos concretos y sus consecuencias tangibles, por medio de procesos objetivos, leyes o fórmulas estrictas. Esto se cumple de modo riguroso, a pesar de las innumerables variables que se generan por las sucesiones causa-efecto. La correspondencia posterior consecuencias-compensación cierra un ciclo que se hallaba abierto por la causa primera.
  El proceso causa-efectos-retribución se rige por los principios del equilibrio, de la proporción y de la reciprocidad. De modo que la acción-causa que promovió como efecto un desequilibrio o restableció un orden, sea en la naturaleza como en el plano anímico u ontológico.
  En el primer caso, un desorden es una alteración perjudicial para la naturaleza, sea física, psicológica o espiritual. Por esta causa, la Esencia que lo provoca atrae una compensación de la misma índole.
  En el segundo caso, restituir la armonía al conjunto del orden universal o a una relación en cualquier ámbito, situación, etc., es una acción beneficiosa, que evoca estos mismos efectos.
 Esto indica que esta vertiente oculta no es un premio ni un castigo atribuido por una autoridad espiritual que dictamina una moral determinada, un Dios todopoderoso que decide y juzga sobre el destino de un individuo. Esta visión proviene de diversas religiones o tradiciones espirituales, las cuales confunden una imagen simbólica con la realidad que representa. La ley del Karma es un principio complejo que rige el orden cósmico, está presente desde antes del principio de los tiempos, en nuestro universo es eterna. Las obras de arte que aluden a esta ley, tal como se presentan en este texto, son versiones sintéticas y figuradas para que el alumno intuya con su conciencia este efecto bumerán. La Esencia solo recibe los frutos de la cosecha según la calidad humana y conciencia de su siembra, es una cuestión de responsabilidad de las acciones.
2. Otra concepción y actitud humana característica de culturas y religiones orientales sobre esta ley del Karma es considerarla inexorable. El efecto bumerán es interno, riguroso y recto en su pedagogía, equitativo en su retribución, pero gobierna a la Esencia, la cual puede cambiar el rumbo de su actitud. Esto significa que, si altera una causa, también se transformará el efecto. Si la conciencia constata una acción desacertada, por ejemplo, producida por un defecto psicológico, y el estudiante la comprende y erradica del subconsciente, cambiará la causa del error. Lo que conlleva que se modifique la relación causa-efecto y, por lo tanto, el efecto bumerán del principio de Causalidad.

“Karma es ley de Compensación, no de venganza. Hay quienes confunden esta ley cósmica con el determinismo y aún con el fatalismo, al creer que todo lo que le ocurre al hombre en la vida está determinado inexorablemente de antemano. Es verdad que los actos del hombre los determina la herencia, la educación y el medio. Pero también es verdad que el hombre tiene libre albedrío y puede modificar sus actos: educar su carácter, formar hábitos superiores, combatir debilidades, fortalecer virtudes, etc.” (Samael Aun Weor. “Tarot y cábala”. Cap. 27. Arcano 5).

  No obstante, el aspecto interno de este principio es inalterable, si la causa de las acciones es siempre la misma. Esto es una cuestión de lógica, “si uno anhela una respuesta distinta, no hagas siempre lo mismo” (A. Einstein). Por esta razón, el autoconocimiento apremia a observar y comprender los modos de pensar y sentir, porque estos determinan las obras. Si el alumno se transforma en el ámbito psicológico, consecuentemente, modifica la acción, su relación con el entorno, los demás, la ley de Causalidad y su efecto bumerán.
 Cuanta más conciencia despierta el individuo, más conocimiento adquiere de estas propiedades internas de la ley, y también de las propias equivocaciones y desequilibrios. Esta experiencia directa lo animará a emprender acciones por voluntad e iniciativa personal, que compensen los efectos de sus errores. Esto restablecerá el equilibrio en la secuencia causa-efectos-causa. Así mismo, existen prácticas especiales vinculadas a la realidad ontológica y a los procesos de retribución del efecto bumerán, que se darán a conocer más adelante.

“No es posible alterar un efecto si antes no se ha modificado radicalmente la causa que lo produjo, pues como ya dijimos no existe efecto sin causa ni causa sin efecto”. (Samael Aun Weor. “Tarot y cábala”. Cap. 27. Arcano 5).

3. Muchos creyentes en esta ley del Karma, que ignoran sus principios más básicos, la utilizan de diversas formas inadecuadas: justificación, condena, rechazo, frustración, negligencia, etc. Estos atribuyen a la desgracia o la fortuna, que alguien o él mismo puedan sufrir este principio. Dicen: “es el destino, el karma o el dharma, etc.” Con esta idea, el sujeto se vuelve indolente con su propia conducta, no la revisa ante los hechos, y concluye que nada puede hacer por aliviarla o trascenderla según sus posibilidades.
  Otros, invierten la posición psicológica y achacan a su incompetencia, carencia de valores o conciencia, a una influencia del efecto bumerán que les atrae el fracaso. Cuando en realidad su situación es fruto directo de sus obras.
  Así mismo, en ciertos contextos religiosos existen actitudes individuales y sociales, que discriminan colectivos valiéndose de la ley de Karma. En la India, la mayoría de la población legitima un sistema de castas que permite y justifica injusticias y condicionamientos de por vida a millones de personas que consideran impuras. Esta organización social protege el privilegio de las castas superiores, y condena a seres humanos a una existencia estigmatizada por creencias y tradiciones espirituales. Estas últimas fundamentan su actitud erróneamente en el efecto bumerán del principio de Causalidad.
  Este mismo comportamiento se halla en diferentes tradiciones, cuando una persona o una familia caen en desgracia y se alude a un castigo de Dios. Esto atrae pensamientos y comentarios de tipo: “algo hicieron para merecerlo”. Estas creencias amparadas, indirecta e indebidamente en esta ley, justifican el rechazo a las personas que las sufren, o una carencia de asistencia a quien la necesita.

Conclusión

Esta introducción, aunque sea extensa, concluye en animar al alumno a experimentar la realidad de este principio de Causalidad en su vida. En ese sentido, toda la información sobre él aquí desplegada será útil, si uno, con su labor, se hace consciente de cómo esta actúa en lo concreto. De este modo, la aprehensión de la naturaleza de esta ley se acompañará, paralelamente, de autoconocimiento. Para conseguirlo, el sujeto solo precisa estar presente a las consecuencias de sus propias acciones y meditar sobre las facultades, o sus ausencias, que provocan sus encadenamientos. Más adelante, una vez que el estudiante haya adquirido, por sí mismo, una comprensión más honda y práctica de esta ley de Karma se enseñará cómo se trabaja sobre sus aspectos más internos y desconocidos.

Tabla de ilustraciones

  “El rol del destino”, (1882). Autor: Walter Crane. Localización: Colección privada. En esta obra, el autor describe el sentido del aprendizaje del alma, la cual se enfrenta a sus propias obras. De modo figurado, este enseña el “efecto bumerán”. El anciano con unas alas negras sentado sobre el trono dentro de un templete es el Dios Saturno o Cronos, en la parte baja-derecha aparecen sus atributos: el reloj de arena y las ramas de laurel, que indican que es dueño del tiempo y del destino del alma. Este Dios representaba en el mundo clásico al Ser o Auténtica Realidad Interior” de cada sujeto. Este sostiene una pluma y despliega un pergamino donde se escriben las acciones de la Esencia y sus efectos. Saturno muestra el destino que tendrá al alma, la cual se halla a sus pies, simbolizada por el joven con alas, arrodillado, suplicando clemencia. La escena denota una relación similar a un padre que habla con su hijo. En el techo del templete se aprecian estrellas, lo que indica que esta escena alegoriza un proceso interno. El mar hace referencia a la existencia.

 “Némesis”, (1853). Autor: Gheorghe Tattarescu. Localización: Museo Municipal de Bucarest, Rumanía. En esta obra, el autor representa a la diosa arcaica griega Némesis, la cual simboliza a la retribución celeste, también asimilada al equilibrio. Los griegos la equipararon a los procesos de compensación de la ley del Karma, que eran dictados por Zeus. Estos mitos son paralelos a los de los egipcios con la Diosa Matt, Anubis y los pesajes del alma ante Osiris, y las tradiciones espirituales de Oriente, hinduismo y budismo.

  “Esta representa la justicia distributiva y el ritmo del destino”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Francia. Clave: Némesis).
  En el cuadro se muestra a esta diosa con varios atributos: vestida con una túnica blanca, indica pureza; alada, alude a lo espiritual que atañe al alma; en la mano izquierda un reloj de arena, muestra que la retribución transcurre en el tiempo, no es inmediata; con el pie izquierdo pisa una rueda, simboliza que es un proceso vinculado a un ciclo, el cual vuelve sobre el autor de los hechos; en la mano derecha, los rayos de Zeus, en el sentido de que cumple su voluntad y dispone de sus atributos; la diosa se halla entre una nube, expresa que es un proceso interno; una luz resplandece detrás de ella, muestra que se asocia a la lucidez y la inteligencia; finalmente, está coronada con una rama de laurel, que revela su triunfo.
  En la imagen se observa a la derecha de la diosa un hombre asesinado tendido en el suelo despojado de sus bienes. En el lado opuesto, su asesino que corre con el puñal y esconde en la otra mano el fruto de su acción. El autor nos indica que la retribución será perjudicial para esta Esencia que ha cometido un crimen, aunque no haya testigos de su acción. Esto es así, debido a que la diosa agarra los rayos de fuego en su mano.
  “La palabra Némesis, originalmente, significaba: quien dispensa la fortuna, ni buena ni mala, simplemente en proporción debida a cada uno según sus méritos". (Wikipedia, la enciclopedia libre. Francia. Clave: Némesis).

   “Némesis”, (1837). Autor: Alfred Rethel. Localización: Museo del Hermitage, San Petersburgo, Rusia. Esta imagen es idéntica a la obra anterior, cambia los rayos de Júpiter por la espada de la Justicia.

“Maat sentada”, (1270 A.c.). Localización: Tumba de Nefertari, Valle de las Reinas, Egipto.
  “Maat fue considerada una de las diosas más importantes de Egipto, encarnando su nombre el orden cósmico, la verdad y la justicia. Se representaba como una muchacha sentada o de pie, con una pluma de avestruz en la cabeza, pluma que se utilizaba como contrapeso del corazón de los difuntos en el acto del juicio o pesaje de las acciones”. (Federico Lara Peinador. “Libro de los muertos”. Cap. 13).
  En la civilización egipcia, Maat era la referencia ética en relación a la conducta, la cual regía a todos; el Faraón debía cumplir con ella y hacerla cumplir al pueblo. Esta regla o ética no solo se refería a las normas jurídicas que inspiraba, sino que se extendía al ámbito de los valores humanos y espirituales. Más allá de las formas alegóricas, el objetivo primordial de esta observancia en la figura de Maat era que el sujeto consiguiese un corazón puro, de modo que su vida fuera equilibrada y feliz, y un descanso eterno en paz para el alma. Maat era la representación del principio de Casualidad para los antiguos egipcios. Así mismo, Maat, como orden cósmico y equilibrio de la naturaleza, se vinculó a la vida, a la fuerza o el impulso vital que adquiría todo su esplendor cuando se respetaban sus principios. Esto último se indica con la “Cruz ansada o Anj” que constituye uno de los implementos de esta diosa, junto a la pluma y las alas que simbolizan su aspecto interno, ontológico.
  “Cumplid con Maat, os será muy útil. Pasaréis una existencia feliz hasta el eterno descanso en el hermoso Occidente”. (Texto de las pirámides).

   “Transporte del Arca de la Alianza con las Tablas de la Ley”, (1816) Autor: Luigi Ademollo. Localización: Basílica de la Santísima Anunciación. Florencia. Esta obra reproduce la tradición hebrea que mantiene la Ley Mosaica en su aspecto moral. Estas Tablas de la Ley son un ejemplo de una ética material.

  Lectura

“¡En qué forma apacible y afable capta la conciencia, una tras otra, las leyes de la física! ¡Qué nobles emociones dilatan al mortal que entra en los concilios de la creación y siente, gracias a su saber, en qué consiste el privilegio de Ser! Su visión lo purifica; la belleza de la naturaleza resplandece en su propio pecho. Cuando el hombre ve esto se torna más grande, y más pequeño el universo, porque las relaciones del espacio y el tiempo se desvanecen a medida que las leyes son conocidas”. (Ralph Waldo Emerson. “El espíritu de la naturaleza”. Cap. V. Disciplina).


Documental

“El botón rojo o el hombre que salvó el mundo”, (2014). Director: Kevin Costner. Este documental se realizó en honor a Stanislav Petrov.

https://www.youtube.com/watch?v=8TNdihbV5go



Poema



Karma

Quiero una casa edificar
Como el sentido de mi vida,
Quiero en piedra mi alma dejar
rigida.

Quiero labrar mi eremitorio
En medio de un huerto latino,
Latín horaciano y grimorio
Bizantino.

Quiero mi honesta varonía
Transmitir al hijo y al nieto,
Renovar en la vara mía
El respeto.

Mi casa como una pirámide
Ha de ser templo funerario,
El rumor que mueve mi clámide
Es de Terciario.

Quiero hacer mi casa aldeana
Con una solana al oriente,
Y meditar en la solana
Devotamente.

Quiero hacer una casa estoica
Murada en piedra de Barbanza,
La Casa de Séneca, heroica
De templanza.

Y sea labrada de piedra
Mi casa, Karma de mi clan,
Y un día decore la hiedra
Sobre el dolmen de Valle-Inclán.

Ramón del Valle-Inclán

 Nota: La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en estos tres tomos de esta obra, ampliados y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se irán colocando en el blog.
  La obra se halla, tanto en versión e-book como en papel en Amazon donde se realizan los pedidos, y se entregarán a la dirección indicada con la garantía que te ofrece esta plataforma. Aquí tienes el enlace.

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Para más información, en este mismo blog en la primera entrada del mes de diciembre de 2020 y la primera de junio 2022, o en las misma página de Amazon.

Ver qué son las cosas en sí mismas, analizándolas en su materia, en su causa, en su relación”. (Marco Aurelio).



[1] Para entenderlo, es necesario conocer de forma cabal los cuatro estados de conciencia.
[2] Estas son estudiadas por la ciencia en todas sus disciplinas, estableciendo todo tipo de tecnologías, inventos, dominio y prevención de amplios procesos de la naturaleza. No obstante, en el ámbito psicológico los estudios son todavía básicos. En las próximas décadas se avanzará en este campo y se iniciará una mayor comprensión de los principios que rigen la psiquis. Así mismo, ocurre en el ámbito ontológico.
[3] También conocidos como modelos probabilísticos, en los cuales algún elemento no se conoce con anticipación o se ignora su transformación en el tiempo, incorporando así la incertidumbre. Estos son contrarios a los modelos deterministas. Estos últimos son aquellos donde los datos se conocen con certeza, es decir, cuando del modelo analizado se dispone de toda la información necesaria para prever los resultados.
[4] En condiciones estándar.
[5] “Las distracciones causan el 25% de los accidentes y el 31% de los fallecidos en la carretera.
La DGT pone en marcha una campaña para alertar del peligro de utilizar el móvil mientras se conduce”. (Título y Subtitulo del artículo en el diario Información, de fecha 28 noviembre de 2017).
[6] Del segundo estado de conciencia al primero, entra en el subconsciente, en el sótano de la psiquis.
[7] Esta relación causa-efecto consistente en: estado de conciencia o nivel de Ser atrae las circunstancias de la vida, se estudió en el tema del nivel de Ser.
[8] Del segundo estado de conciencia al tercero, se alcanza la autoconciencia, la primera planta del edificio psicológico.
[9] Físicas, materiales, inorgánicas, químicas, orgánicas, genéticas, biológicas, energía…, psicológicas y ontológicas.
[10] “El principio de Causalidad es un principio fundamental de la investigación científica, suponiendo que la mejor forma de entender y explicar es conocer las causas, porque por un lado podemos prevenir y, por otro, controlar los efectos, en definitiva, dominar los sucesos naturales”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Causalidad –filosofía- Principio de Causalidad).
[11] ¿Cómo determinar en qué momento una máquina se estropeará?, ¿en qué instante se pinchará una rueda del vehículo? ¿Cuándo se caerá la manzana del árbol? ¿Quién ganará el festival de Eurovisión dentro de cinco años?, etc.
[12] “Desde un punto de vista descriptivo, la Ley se muestra simplemente como una relación fija, entre ciertos datos fenoménicos. En términos lógicos supone un tipo de proposición, como afirmación que vincula varios conceptos relativos a los fenómenos como verdad.
"En cuanto a la consideración ontológica, la Ley como proposición ha sido interpretada históricamente como representación de la esencia, propiedades o accidentes de una sustancia. Hoy día se entiende que esta situación ontológica se centra en la fijación de las constantes del acontecer natural, en la aprehensión de las regularidades percibidas como fenómeno e incorporadas en una forma de ver y explicar el mundo”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Ciencia. Cap. Ley científica. Ref. Bernard Russell. “El conocimiento humano: su alcance y sus limitaciones”. Pág. 163).
[13] El autoconocimiento define el libre albedrío o la libertad de acción como: la capacidad propia del ser humano de elegir, tomar decisiones, independiente de toda limitación impuesta por causas precedentes o externas a él mismo. Esta facultad otorga al individuo el ejercicio de su voluntad sin condicionamientos, definirse soberanamente por alguna de las opciones que le brinda su entendimiento ante una situación dada. Finalmente, libre albedrío es asumir dicha decisión como una causa en sí misma, y la responsabilidad de las consecuencias que esta acarrea.
[14] Etimológicamente, el término ley proviene del latín, y poseía varias acepciones dependiendo del ámbito al que hacía referencia. En la realización de aleaciones, esta designaba las cantidades de metales de la fórmula; en lo religioso, se refería al procedimiento mágico de los ritos; finalmente, se adoptó el vocablo “ley” en el campo jurídico.
[15] Por ejemplo: el mar de Aral en Kazajstán y Uzbekistán, el río Citarum en Indonesia...
[16] En algunos casos no se nombra a los protagonistas para evitar estigmatizar a personas concretas que disfrutan de existencia.
[17] Actitud vital que concibe de forma integrada los valores humanos.
[18] “Camboya pasó a encabezar la lista del país más pobre del Extremo Oriente y a vivir de la ayuda internacional. Una era de permanente violencia entre 1970 y 1989 diezmó la población, se suspendió durante un largo tiempo el proceso educativo de la población infantil y juvenil, se retrocedió en salud pública poniendo al país como uno de los más vulnerables a enfermedades como el sida y retrasó el desarrollo económico”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Pol Pot).
[19] “Según la sentencia, el aceite de colza, desnaturalizado para uso industrial, fue desviado conscientemente y por -un desmedido afán de lucro-, al consumo humano”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: síndrome aceite tóxico).
[20] “El incidente se produjo en un momento de graves tensiones en las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Sólo tres semanas antes, los militares soviéticos habían derribado un avión de pasajeros surcoreano, el Vuelo 007 de Korean Air, que se había extraviado en el espacio aéreo soviético, matando a las 269 personas a bordo, entre ellas varios estadounidenses”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: incidente del equinoccio de otoño).
[21] “Los muertos fueron 25.000. Los afectados, innumerables... Tres décadas después, las nuevas generaciones siguen sufriendo las consecuencias del desastre químico”. (Titular del periódico El País, del 3 de diciembre de 2014).
[22] Definición en el diccionario RAE: “cualidad que mueve a dar a cada uno lo que merece sin exceder o disminuir. Este aspecto vinculado al concepto de justicia se estudiará más adelante en el curso”.
[23] “Conciencia se refiere al saber de sí mismo, al conocimiento que el humano tiene de su propia existencia, estados o actos”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: conciencia).
[24] Exceptuando a los accidentes que no son propios de esta Ley del Karma.
[25] Depositado en la conciencia.
[26] Es necesario recordar que digno es todo aquello que caracteriza lo que es propio de humanidad, por lo tanto, del alma humana.
[27] Objeto de conocimiento verdadero, causa primera de un fenómeno o cosa en sí. Según el filósofo I. Kant.
[28] “La prolongación de la jornada laboral es un factor de riesgo determinante que, en general, se tiende en este sector, a doblar jornadas para conseguir una remuneración suficiente. Estas largas jornadas de trabajo limitan el tiempo que el trabajador puede pasar con su familia, disminuyen su tiempo libre y dificultan la participación social”. (Vicente Llopis Micó. Perito judicial en investigación de riesgos laborales. Publicación 9 de diciembre 2012. Pág. Web: Prevencionar.com).
[29] Al escenario físico descrito, hay que sumarle los aspectos psicológicos: estudios, habilidades, oficio, cultura, facultades humanas, conciencia, etc.
[30] Representante del Instituto de Investigación de la Escuela de Psicología de la Universidad San Martín de Porres.