Los centros superiores del ser humano.
(Intelectual y emocional)
Introducción.
Estos centros
superiores albergan: El principio inteligente, espiritual, la imaginación
creadora, inspiración e intuición del ser humano. El conocimiento y manejo de
éstos se alcanza desde la perspectiva de los atributos de humanidad o de la
Esencia[1]
de la persona. Uno disfruta de estas facultades en la medida que posee
conciencia de ellas y advierte su expresión dentro de sí mismo. Esto es posible
cuando el individuo alcanza un grado suficiente de auto-conocimiento. Es decir,
aprehende de forma directa lo que uno es en realidad como “alma humana”. Toda persona que anhela conectar con estos centros
superiores precisa recobrar cierto estado de equilibrio, serenidad y armonía
interior. Estas características de la psiquis son indispensables para que estas
funciones obren con autonomía y la propia inteligencia práctica y
discernimiento se emancipen de los prejuicios que uno acarrea en la mente.
Estas funciones
participan de la trascendencia del sujeto y están desvinculadas directamente de
los sentidos físicos y demás centros inferiores del organismo.
Por ejemplo: Una
persona puede razonar sobre un tema durante horas, incluso, días pero esto no
significa que será inspirado a través de este cavilar. Más bien, la imaginación
creadora, inspiración e intuición surgen en un estado mental receptivo. Es
decir, cuando los centros inferiores no se hallan activos y permitan la
manifestación espontánea de su principio inteligente[2]
a través de estos centros superiores.
En consecuencia,
estas funciones son independientes y no una sección ni una división de las
demás funciones: Intelectual, emocional, instintivo, motor y sexual. El centro
emocional superior ubica su foco de acción desde el corazón y el centro de
gravedad de la función intelectual superior se localiza en la glándula pineal.
Estos centros están desarrollados, son inherentes o innatos, y la naturaleza
humana sólo otorga a la conciencia del Hombre su uso y expresión. Estas
funciones superiores son inaccesibles a cualquier actividad sujetiva, relativa
o circunstancial que se genere por algún elemento psicológico en el
subconsciente de la persona.
La personalidad sólo accede a estas
facultades de la imaginación, inspiración e intuición de modo fortuito a causa
del desconocimiento de su propia realidad íntima. Los centros inferiores,
normalmente, absorben toda la atención y espacio psicológico del individuo
debido al dominio que impera sobre él las necesidades de la acción en la
existencia.
Definiciones de imaginación creadora,
inspiración e intuición.
“El
cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender” . (Plutarco)
Estas tres expresiones propias de
los centros superiores son impulsadas por un elemento integrador de la psiquis:
La “conciencia de Ser[3]”.
Intuición.
La intuición es un vocablo que
proviene del latín “intueri, significaba mirar hacia
dentro o contemplar” y el diccionario de la real academia española lo
define como:
Ø
Facultad de comprender las cosas
instantáneamente, sin necesidad de razonamiento.
Ø
Percepción íntima e instantánea de una idea o
una verdad que aparece como evidente a quien la tiene.
Ø
Presentimiento.
También se pueden añadir los términos: Palpito,
corazonada, presagio, premonición, idea feliz,... como popularmente se reconoce
como intuición. Aunque algunas de sus acepciones induzcan a confusión o son
utilizada con un sentido distinto o peyorativo.
La intuición se desmarca de los conocimientos
adquiridos para trascenderlos, aporta una experiencia genuina, complementaria y
más clara del objeto aprehendido.
Contrariamente, las partes superficiales de los objetos o eventos que
los sentidos captan no requieren de una percepción intuitiva. Uno no precisa
intuición para advertir el color rojo de un coche, la marca, si está limpio o
no. Esta es una actividad del centro intelectual inferior.
La experiencia interna intuitiva no se despliega con un interés
pragmático ni obedece a las estructuras intelectuales o emocionales que se
hallan condicionadas por algún proceso egocéntrico. Por esta causa siempre
sorprenden a quien la experimenta como algo singular y, a la vez,
extraordinario.
Inspiración.
La palabra inspiración proviene del latín “inspiratio", recibir el aliento.
Designaba la acción de introducir aire a los pulmones. También, hacía
referencia a la necesidad de iluminación espiritual[4]
previa a cualquier creación humana. En meditación es la capacidad de comprender
lo imaginado: Imagen representada en la mente surgida de la conciencia;
Aprehender de forma inmediata el significado de una obra de arte, evento
intrínseco de la naturaleza o de la vida humana.
Imaginación.
La imaginación creadora diferenciada de la fantasía se
halla definida en el texto de la meditación. Recordar que imaginar es ver la
realidad tal como es y se presenta en los diferentes planos de la naturaleza.
Por ejemplo: Un arquitecto antes de iniciar la obra de un edificio, puente,… se
imagina el proyecto fruto del estudio previo del lugar donde se ubicará.
La imaginación, inspiración e intuición[5]
son expresiones que surgen del mismo origen y tienden a un objetivo común: La
realidad. Aunque difieren en cierto modo en el grado de intensidad y
naturaleza. Por ejemplo: Se dice de un artista que estuvo inspirado en una obra
y que un científico descubrió un principio físico por intuición, tal como
sucedió a Isaac Newton con la Ley de la gravitación universal[6].
En todos los casos, estas son una manifestación creadora que proviene de la
conciencia del Hombre y se expresa a través de los centros superiores.
Cualidades que lo son propias.
Todos
estos rasgos son intrínsecos a cualquier vía de conocimiento trascendente,
científico o creación artística original:
Ø
Revelador, no conocido anteriormente, inédito.
Ø
Lacónico, conciso, breve.
Ø
Sutil, liviano, no persistente.
Ø
Directo, sin intermediarios.
Ø
Inmediato, rápido.
Ø
Evidente, cierto, axiomático.
Ø
Objetivo, justo, recto para quien experimenta lo
que es, la verdad, realidad o causa de un fenómeno.
Un modo que
ayuda a comprender racionalmente la intuición es experimentarla. Por ejemplo:
Aprehender en esencia que es la velocidad. Este concepto de la física forma
parte de la vida ordinaria de un individuo, un niño lo percibe antes de recibir
clases de Física. ¿Qué es la velocidad? Imaginar que dos amigos hacen ejercicio
alrededor de un estadio. Deciden competir, se colocan a la misma altura y
corren hasta llegar al punto de partida. Juan llega antes que Pepe. ¿Cuál es el
hecho? Contemplar la escena: “Juan
recorrió la misma distancia en menos tiempo que Pepe”. ¿Qué significa? Si
uno se concentra en el evento sin racionalizar, capta espontáneamente que esto
que se llama velocidad depende del tiempo y del espacio. ¿En qué relación? La
intuición es: “Aprehender que sobre una
misma distancia, menos tiempo para recorrerla significa más velocidad”. Así
de sencillo y revelador es establecer la correspondiente relación o causa entre
magnitudes según el hecho. Velocidad (v) es igual al espacio recorrido (e)
dividido por el tiempo empleado (t): Ahora cuando uno ve la formula, v = e/t, aprehende intuitivamente lo que
simboliza.
Todo esto es
intuitivo porque uno no ve ni percibe las dimensiones que determinan la
velocidad sólo capta el movimiento. La intuición advierte que existe una
relación entre estas dos magnitudes a partir de contemplar la escena. Una
persona quizás no sabe definir que es la velocidad pero capta que cuando se
desplaza a un lugar si anda lento llega más tarde que si se traslada
rápidamente. Es evidente que uno puede racionalizar este hecho tal como se
acaba de hacer. La intuición o inteligencia práctica es aprehenderlo de modo
inmediato, claro y preciso.
La conciencia
y su percepción intuitiva en los centros superiores son una facultad dinámica
para aprehender la realidad de un hecho, sea este interno o externo. Cada acción
intuitiva es única, simple y directa. Su movimiento conecta del modo que lo
permite la naturaleza de la conciencia con la parte interna del objeto y sus
propiedades, las cuales lo hacen único y original. Por esta causa, la intuición
es instantánea, inexpresable y no discursiva. Aunque el entendimiento racional
lo conceptúa según los datos adquiridos anteriormente registrados en la
memoria.
Estos centros
superiores fueron estudiados por las tradiciones orientales. Estas últimas
describen como el ser humano posee la capacidad de desarrollar una mente
iluminada o alcanzar la iluminación. Por otra parte, existe una confusión entre
estas funciones con los sentidos internos del Hombre o chacras como los
denominan en su origen la religión hinduista. Por ejemplo: Todo sujeto es capaz
de percibir sus propios pensamientos y, sin embargo, no lo hace con sus oídos.
Estos se perciben con el oído interno. Asimismo, uno es capaz de visualizar
escenarios u objetos a través de la imaginación con los ojos cerrados, del
mismo modo que cuando uno duerme, sueña. Esto es posible porque existe el
sentido interno de la vista. Estas facultades extra-sensoriales no corresponden
a los centros superiores aunque tengan un vínculo con ellos de igual manera que
los sentidos físicos se relacionan con los tres cerebros[7].
Los chacras serán examinados más adelante a lo largo del curso.
El estudiante requiere profundizar en este concepto de
la intuición que define una realidad esquiva, incomprendida y desconocida que
se manifiesta en él. Esta última es propia del alma, la expresión de su
conciencia de Ser en los distintos ámbitos de su existencia. La labor de los
centros superiores es informar a los centros inferiores sobre aquello que está
oculto o pasa desapercibido a los sentidos físicos. Estas funciones aportan la
dimensión humana, anímica o causal de la realidad material o física. La
coordinación de todos los centros tanto superiores como inferiores por la
conciencia proporciona una percepción completa e integral del objeto experimentado.
En el auto-conocimiento se denomina “Comprensión
creadora”.
La
intuición, inspiración e imaginación creadora en la ciencia y el arte.
“Cuando Pitágoras
llegó a Crotona, su primer consejo a sus pobladores fue construir un altar a
las Musas en el centro de la ciudad para impulsar la armonía cívica y el
aprendizaje”.
(Wikipedia. La enciclopedia libre. Clave. Musas)
La actividad
de los centros superiores y de la misma intuición es poco conocida por el ser
humano, de hecho pocos saben dirigirla o usarla voluntariamente. Sin embargo,
su presencia en la historia de la humanidad es un hecho incontestable por
todos.
Muchos de los inventos, descubrimientos y obras
artísticas: Pinturas, música, esculturas, arquitectura, literatura, etc. de
orden universal provienen de la llama de la intuición. Al ejemplo de Isaac
Newton se suman un sinnúmero de individuos que se beneficiaron de esta
facultad. Una persona, investigador, artista o escritor, puede estar un tiempo
relativamente largo volcado sobre un tema, no hallar respuesta y, en un
instante, ésta aparece repentinamente.
Personajes como Arquímedes que aprehendió el peso
especifico de los cuerpos mientras se introducía en la bañera. Platón,
Aristóteles, Heráclito, Jenofonte, Marco Aurelio,… están al origen de la definición
de la palabra intuición por percibirla por ellos mismos dentro de sí.
“Quien
no espera lo inesperado jamás lo percibirá”. (Jenofonte. Siglo V. a.
C.)
Asimismo, Francis Bacon, Emmanuel Kant, Leonardo Da
Vinci,… reconocen en sus obras la participación de la intuición en sus
investigaciones y postulados. Estos entendían ésta como un hecho divino no
susceptible a ser explicado de modo racional. Rene Descartes escribió acerca de
la intuición, de su importancia para alcanzar el conocimiento de la Verdad y de
la diferencia con el sistema deductivo. Este filósofo consideró a la intuición
una facultad superior al uso discursivo de la razón. Henri Bergson la puso en
el centro de su filosofía.
“No
hay un método lógico de concebir ideas nuevas o de reconstruir lógicamente el
proceso creativo”. (Henri Bergson)
Al caso comentado de Isaac Newton se suman una gran
cantidad de investigadores que impulsaron con sus estudios e inspiración las
ciencias. Faraday intuyó las líneas de fuerza al observar la orientación de las
limaduras de hierro al que llamó “Campos
de fuerza”. Ampere tuvo la corazonada de que el magnetismo natural
resultaba de corrientes circulares diminutas, como si fuesen fluidos eléctricos
dentro de los átomos. Esto apuntó la investigación hasta hallar las órbitas de
los electrones alrededor del núcleo que modelaron, mucho más tarde, los
científicos Niels Bohr y Ernest
Rutherford. Paul Langevin intuyó que el momento magnético del átomo o de
la molécula tenía un valor fijo. La lista de la participación de la intuición
en el mundo de los descubrimientos científicos es interminable. Sin embargo,
Albert Einstein fue unos de los hombres de ciencia del siglo XX que más
revindicó la importancia de la intuición en la tarea de la investigación.
"Hay un chispazo en la conciencia, llámese
intuición o como se quiera, que trae la solución sin que uno sepa cómo o por
qué". (Albert Einstein)
Si uno pasea por la Historia en diferentes campos de acción del ser
humano halla la presencia de la intuición.
El descubrimiento de las Américas por Cristóbal Colón obedeció a su
intuición sobre el hecho que la Tierra es esférica y a la unicidad del Océano
aunque pensó llegar a las Indias.
Los compositores W. Amadeus Mozart, Félix Mendelsohn, L.
Van Beethoven, J. S. Bach,… los poetas, literatos como Lope de Vega, W.
Shakespeare, G. A. Becquer,… y pintores como Rafael, Miguel Ángel, arquitectos,
artistas,… de todos los tiempos otorgan a la inspiración el mérito de sus
obras.
“Fecunda, como el lecho de amor de la
miseria, y parecido a estos padres que engendran más hijos de los que pueden
alimentar, mi musa concibe y pare en el misterioso santuario de la cabeza,
poblándola de creaciones sin número, a las cuales ni mi actividad ni todos los
años que me restan de vida serían suficientes para dar forma”.
(Gustavo Adolfo Becquer. Introducción a la obra: Rimas y Leyendas)
Igualmente, los grades místicos como Catarina de Siena,
Yalal ad-Din Muhammad Rumi, San Francisco de Asís, Hildegarda Van Bingen, San
Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila,… testificaron del poder de la intuición
en sus ejemplos de vida y escritos.
Hombres con una acción política o social como Simon
Bolívar, Wilson Churchill, Mahatma Gandhi, Martín Lutero King, Madre Teresa de
Calcuta,… son un ejemplo de personas que siguieron su intuición durante su
vida. Junto a sus obras testificaron públicamente de esta realidad. Estos
justificaron su conocimiento de lo percibido a una intuición y que fue
aprehendida como una verdad o descripción de la realidad.
Los científicos, artistas o místicos no son una clase privilegiada de
la humanidad. Todo sujeto ostenta esta capacidad si es capaz de desarrollar la
atención plena a la expresión de su conciencia y centros superiores, los cuales
son los vehículos que la encausan. Pablo Picasso argumentaba que la inspiración
surge de modo inesperado por eso era mejor que te encuentre trabajando. Esta
idea también la preconizaba Tomas Alva Edison cuando comentaba que el genio es
un uno por ciento de intuición y un noventa y nueve por ciento de transpiración.
Esta cualidad surge a quien se ocupa de ella. En el hecho que uno se
esfuerza en alcanzar conocimientos y comprensión racional sobre una materia.
Si, en este proceso, la persona anhela trascender lo adquirido, requiere
concentración, una mente en silencio y actividad de su conciencia. Asimismo,
estas son las etapas de la meditación, disciplina que permite conectar al
individuo que la practica con los centros superiores y de la conciencia de Ser
con más facilidad.
Muchos individuos adquieren ciertos estados
contemplativos: En sus investigaciones, búsqueda espiritual, anhelos
artísticos, solución de problemas o tomas de decisiones,… aprehenden por
intuición lo que buscaban. Esto es lo que se entiende por conocimiento
revelado.
“Muchas figuras de
la Ilustración buscaron restablecer un culto a las Musas en el siglo XVIII. Una
famosa logia masónica en el París prerrevolucionario era llamada “Les Neuf
Sœurs” (nueve hermanas, en honor a las nueve Musas), y a ella asistieron:
Voltaire, Benjamin Franklin, Danton y otros personajes influyentes de la
época”. (Wikipedia.
La enciclopedia libre. Clave. Musas)
El
centro intelectual superior.
“La
intuición nos confiere el poder de saber sin necesidad de razonar...”
(Samael Aun Weor. Conferencia. En el principio era el verbo)
Este centro opera desde la glándula
pineal y su acción se extiende principalmente en el lóbulo derecho del cerebro.
Igualmente, posee un vínculo con el corazón y una red nerviosa entre órganos
que los hinduistas llaman ruedas magnéticas o chacras. Todos ellos interactúan
a través del sistema nervioso de la médula espinal.
El centro intelectual superior elabora la expresión intuitiva que
proporciona al sujeto el conocimiento revelado. Esta función superior es la
capacidad de comprensión de un hecho, escenario o imagen. Un vehículo del saber
de la conciencia del individuo en la medida que está presente, activa y
despierta.
La intuición se produce en este centro cuando la conciencia captura
dinámicamente la verdad sin aferramiento. Es como observar las aguas de un río
y aprehender su fuente sin remontar su curso ni analizarlas en un laboratorio.
La conciencia entra en contacto con la realidad[8],
inclusive cuando este encuentro es completo, ésta se fusiona con ella. Esta
experiencia trascendente se transmite por intuición al individuo a través del
centro superior. La causa de un hecho y su inmediato efecto inevitablemente se
hallan presentes en él y la conciencia puede captarlo o no dependiendo de su
diligencia.
¿Cómo nace la intuición?
En un momento determinado, los sentidos informan sobre
un hecho que se plasma en el plano físico, mientras tanto la conciencia capta
la causa y el efecto del mismo. El centro intelectual recibe la información de
los sentidos, los centros superiores del organismo reciben la información de la
conciencia. Por lo tanto, el ser humano posee dos canales de cognición
distintos para realizar diferentes funciones. Los centros inferiores operan
según: imágenes, olores, sabores, sonidos, tactos y crean pensamientos,
conceptos, razonamientos,… emociones y apetitos. Los centros superiores
elaboran la intuición de la parte causal del evento en cuestión, según el grado
de autonomía que dispone su conciencia. La calidad, intensidad y profundidad de
la comprensión creadora o conocimiento revelado dependen directamente de la
fracción de conciencia despierta y activa que posee la persona en ese instante.
Cada aprehensión de la realidad que el individuo experimenta a través de su
conciencia se registra en estos centros superiores formando la mente interior[9].
Esta cognición intuitiva se origina fuera de la actividad intelectual.
Aunque pueda iniciarla en algún momento de su manifestación, ahogando la
expresión de la conciencia hasta que desaparece su devenir. Esto sucede porque
el punto de concentración y la presencia del individuo vuelven hacia el
intelecto.
En la práctica de la meditación este hecho ocurre con frecuencia. El
estudiante se halla concentrado y sobre el espejo de la imaginación creadora
surge: Un escenario simbólico o arquetipo, una solución a un problema,
respuesta a una pregunta trascendente, necesidad interior,… y cuando se
despliega la intuición, el intelecto se sorprende e interviene. Esta reacción
de la mente sabotea la experiencia interna del devoto. Asimismo, esto ocurre en
la vida cotidiana.
En muchas ocasiones, la intuición advierte de la
naturaleza de un acontecimiento, acto, proceso interno, se presenta en la
solución de problemas, toma de decisiones, etc. Sin embargo, la persona la
ignora debido al desconocimiento de estos centros superiores y su carencia de
confianza y familiaridad con sus propiedades. El estado interior de la mente
requiere permanecer contemplativo para que los centros superiores desempeñen su
actividad sin interferencias subjetivas de la mente. Esta facultad intuitiva se
emancipa con el despertar de la naturaleza propia del Hombre cuando uno se
instala en un proceso de reflexión íntima.
“¡Oh musas, oh altos genios, ayudadme! ¡Oh
memoria que apunta lo que vi, Ahora se verá tu auténtica nobleza!” (Dante,
La Divina Comedia, Infierno II)
La
idea arquetipo.
En muchas ocasiones la imaginación creadora de la
conciencia en el centro intelectual superior se manifiesta a través del
símbolo, idea arquetipo o lenguaje alegórico.
Alegoría, viene del término griego “allegorein“,
significa hablar figuradamente. El auto-conocimiento no es una enseñanza
tangible sino experimentable por sí mismo. Es decir, uno no percibe físicamente
con los sentidos: la conciencia, psiquis, paciencia, el amor, discernimiento,
una emoción, el subconsciente, etc. Todo esto forma parte del mundo psicológico
o anímico de la persona. En este sentido, la conciencia apela a imágenes o
modelos de tipo simbólico. A su vez, esta
palabra que proviene del latín “Simbolum”;
se define como una imagen, figura,… que representa una idea atribuida y
reconocida por un colectivo. Por ejemplo, la bandera simboliza el país, la cual
es conocida por todos sus ciudadanos. Esta insignia abarca una gran cantidad de
realidades del mismo que se abstraen en su representación.
Todas las ciencias o
entidades religiosas, culturales, nacionales, etc. gozan de sus propios signos,
emblemas y lenguaje singular. De igual manera, existen una gran cantidad de
símbolos vinculados al auto-conocimiento que son emitidos por la conciencia a
través del centro intelectual superior. Estas ideas arquetipos se reflejan en
el espejo de la pantalla mental dando lugar a la imaginación creadora.
Estos
modelos se fundamentan en ciertas características generales; Son un elemento de
abstracción: directo, simple e intuitivo. El símbolo se basa en una tradición, no es una ocurrencia sino
producto de un hilo conductor invisible para la mente pero coherente con la
naturaleza del alma. Esto explica que muchos de ellos son asociados al mito, la
leyenda, a antiguos ritos religiosos o paganos, etc. Otros son recogidos del
libro de la naturaleza, tal como aprehendieron los egipcios, celtas o las
civilizaciones precolombinas. Estos observaron detenidamente su entorno y
evidenciaron ciertas semejanzas con algunas propiedades de la psiquis. Otros
elementos simbólicos son propios a este lenguaje oculto e íntimo de la
conciencia que se expresa a través de la experiencia interna desde estas
funciones superiores. En este sentido existe una relación entre el arte objetivo
y el lenguaje arquetipo percibido en el mundo de los sueños o estados profundos
de la meditación.
El
centro emocional superior.
“Yo puse tu corazón en el interior del cuerpo para ti, para que tú
puedas recordar lo que has olvidado".
(Textos egipcio inscrito en los Sarcófagos).
Esta función se localiza en el corazón[10].
Su actividad es lo que se llama comúnmente el pálpito, la corazonada, intuición
o inspiración[11].
Por un lado, la contribución de este órgano es vital en el diseño y
funcionamiento del cuerpo humano. Por el otro, éste ostenta unas propiedades
psíquicas que sobrepasan el entendimiento racional y las percepciones de los
sentidos. La intuición emocional despliega un poder admirable a la hora de
atribuir a una persona el conocimiento de la verdad o experimentarla
directamente.
Desde la antigüedad, las diferentes civilizaciones
consideraron al corazón como una fuente de conocimiento; Le atribuyeron el
centro de gravedad del alma y de las facultades relacionadas con ella. Entre
los antiguos egipcios, el corazón representaba la conciencia y era el
depositario de las obras del individuo. En los juicios del alma, el cardias del
difunto era pesado ante la pluma de la Verdad. En la época clásica varios
autores de diferentes influencias filosóficas: Platón, Aristóteles, Marco
Aurelio, Séneca,… utilizaron este órgano como asiento de la sabiduría, del amor
y de las cualidades del “Hombre
Auténtico”. Desde el otro lado del Atlántico, para los aztecas, era el
alimento de los dioses y con ese sentido se lo ofrecían en sacrificio.
En el Evangelio, Jesús atrae la atención sobre este órgano como
depositario de la Esencia del Hombre. Por ejemplo: Indica el hacer tesoros en
el cielo y allí donde se halla el tesoro del Hombre también se encuentra su
corazón (Mateo 6). Recuerda amar a Dios con todo el corazón (Mateo 22).
Recomienda su purificación (Mateo 5).
En el judaísmo, el Antiguo Testamento enseña que Dios dará al hombre
un corazón nuevo y le quitará el corazón de piedra, poniéndole su espíritu para
que guarden sus preceptos y los pongan en obra (Ezequiel 36).
En el Islam, los poetas y sabios sufís despliegan en el
símbolo del corazón una obra poética de gran belleza y le atribuyen los dones
de Dios. Asimismo, el Budismo e Hinduismo realizan la misma incursión en el
campo del cardias como base de la mística y de la experiencia espiritual.
Todas estas referencias aluden a la capacidad que existe
en todo ser humano de intuir la realidad de un evento. Esta es una actividad
del centro emocional superior cuando la conciencia de la persona lo utiliza. La
ciencia investiga las propiedades psicológicas del corazón como un vehículo de
cognición y empieza a vislumbrar todas estas facultades que los antiguos sabios
describieron en sus obras.
“Al parecer, actúa
independientemente, aprende, recuerda y tiene pautas propias de respuesta a la
vida. Lo interesante, además, es que dispone de habilidades hasta ahora
intuidas, pero todavía no demostradas científicamente.
Las corazonadas, las fuertes intuiciones que se revelan como realidades
ciertas, se generan en el corazón.
Diversos autores que han
profundizado en el estudio de este tercer cerebro sostienen que el ingenio, la
iniciativa y la intuición nacen de él: este cerebro está más abierto a la vida
y busca activamente una comprensión nueva e intuitiva de lo que más le importa
a la persona en la vida[12]”.
Este centro no recibe información
directa de los sentidos físicos. Sin embargo, la intuición alerta, guía,
instruye,… a la persona en su existencia cuando aprende a escucharlo. El individuo
necesita establecer una relación correcta con su corazón. En éste estriba una
fuente de conocimiento directo, ilimitado, que incluso puede salvarle la vida.
Uno requiere anteponer un “esfuerzo de
atención” a su mundo interior para discernir los impulsos del cardias y
aprehender el aroma particular de su percepción y expresión.
La
mirada del centro emocional superior.
El corazón y su percepción intuitiva vierten una mirada particular
sobre el hecho más allá de lo visible, atraen una sensibilidad especial y
observan lo esencial en cada momento. Ante una escena cotidiana, si existe un
estado de presencia, el centro emocional superior capta el instante, lo vive y
siente de modo original. Este último se conmueve ante lo ínfimo como lo
infinito. Un día de excursión, uno descubre la naturaleza con sus innumerables
detalles; la conciencia se detiene en algún elemento y le inspira a través del
corazón; contempla el momento en su totalidad. Por ejemplo: Ante un cielo
estrellado intuye la inmensidad de la Creación, su primor y esplendor; Ante un
pájaro, capta la gracia del vuelo, de lo liviano, su conexión con el elemento
aire; La fortaleza del árbol centenario; La ciencia de la naturaleza que se
organiza en la vida de un bosque, etc. El cardias trasciende el hecho físico,
uno halla en él los misterios de la vida y palpita con esta última.
El corazón crea a través de su propia inspiración, elabora imágenes,
ideas trascendentes, vocaciones, estados interiores de felicidad que necesita
compartir con los demás. En el cardias de cada ser humano reside un artista o
genio que revela una visión de la vida oculta, mágica y espiritual; Enseña un
arte que se enraíza en los principios eternos de la conciencia, belleza,
verdad, justicia, del amor, etc. El centro emocional superior es el vehículo
que permite al individuo impregnarse de las obras de “arte objetivo” que nace de la conciencia de Ser. El corazón
inspirado transmite un conocimiento superior, se conmueve ante la belleza de la
obra y de su trascendencia.
Es conveniente que la persona atienda a estos impulsos
de la conciencia y el cardias sea el centro y origen de los pensamientos,
emociones y acciones. En su vida, el ser humano perciba aquello que lo hace
feliz y el lugar que ocupa en ella le haga vibrar de alegría, lo conmueva y
alimente íntimamente.
“A mi
padecer a menudo soy rico, no en dinero sino porque he encontrado mi obra, algo
por lo que vivo con todo el corazón y que da inspiración y significado a la
vida”. (Vincent Van Gogh, 1883. Educación plástica y visual, 1º ESO)
¿Qué se entiende por: “vibrar, palpitar,” el centro emocional superior? Significa que el
corazón se expande, dilata, despierta sus fuegos[13]
ante el reconocimiento de la Verdad o el ejemplo de Humanidad. Cada vez que
algo le estremezca en el alma se alinee con su realidad y vida interior. En sus
relaciones humanas y las circunstancias, la persona sienta más allá del hecho,
intuya la parte íntima, aprehenda esa perspectiva genuina que lo conecta con su
aspecto espiritual. En estos instantes hay una conexión con el corazón donde
emergen sus valores y la persona responde a esa situación de forma inteligente,
serena y adecuada. En todo momento, desde el cardias, el evento cobra vida
propia y uno percibe su realidad objetiva; La conciencia del Hombre adquiere su
aprendizaje, se establece la sabiduría del corazón. El individuo se inicia,
según despierta estos fuegos internos, en la comprensión de su propio corazón,
aprende su lenguaje particular.
El
centro emocional superior posee un lenguaje propio.
“El lenguaje de la Biblia, por ejemplo, es
parabólico, es el lenguaje del centro emocional superior”. (Samael
Aun Weor. Psicología del trabajo interior. Cap. El trabajo sobre el centro
emocional).
La
expresión intuitiva de esta función disfruta de unos signos propios que se
confunde con la misma conciencia. Esta última es quien impulsa la intuición,
pone en actividad a los centros superiores según sus características. Estas
funciones gozan de su lenguaje. El corazón tiene un código especial que la
persona requiere conocer. En esto estriba el auto-conocimiento, el
descubrimiento de este lenguaje secreto que cada corazón humano habla desde que
nació sin que la persona lo haya aprendido. Una intuición particular sensible a
las propiedades del amor, de la inteligencia y la Verdad.
La
literatura: mística, parabólica, alegórica, mitológica, etc. forman parte de la
expresión de este centro superior y el individuo que accede a él capta y
penetra la profundidad de su contenido. Asimismo ocurre con el arte que nace y
participa de lo esencial del Hombre.
Los
principios de este centro se relacionan íntimamente con los fuegos del amor, de
la compasión, ternura, sensibilidad, amabilidad, bondad,… del estar presente al
prójimo. El Amor de la conciencia existe en el corazón del Hombre y quien
aprehende su lenguaje adquiere la sabiduría de la felicidad. Vicente Ferrer
escribe en su obra “Encuentros con la
realidad”, que todos los seres humanos tienen escrito un evangelio en su
corazón.
El ser humano requiere aprender a leer este evangelio. La
conciencia tiene ese privilegio.
“El corazón del Hombre, el evangelio
original, es más útil que el Evangelio escrito porque acceden a él y lo usan
los hombres de todos los pueblos de la Tierra. Así es el Hombre. Tiene un
evangelio interno”. Conócete a ti mismo”. (Encuentros con la
realidad, Cap. Los dos evangelios)
El
centro emocional superior y la intuición se desarrollan junto a la práctica del
Amor consciente.
Este centro se desarrolla con la práctica del Amor consciente[14].
Este último es el que “debería ser”
en todas las relaciones que el individuo mantiene con los demás, la naturaleza
y consigo mismo, pero que en realidad no llega a ser. Uno puede reflexionar
sobre su propia conducta en relación con la práctica del amor o la compasión,
aunque es más fácil evidenciarlo en los demás. ¿Cómo deberían de ser las
relaciones humanas?
Por ejemplo: La concepción de un niño debería ser el fruto del amor por
parte de sus progenitores. Su nacimiento tendría que ser esperado con la
alegría de recibir el fruto de su amor. El recién nacido debería ser cuidado y
atendido con el amor que dignifica a unos padres. El infante, después
adolescente y adulto de forma natural tendría que expresar este amor que recibe
desde su nacimiento y que le es propio.
Las relaciones familiares: entre
cónyuges, hermanos, deberían basarse sobre esta fuerza del amor y sus valores.
Las amistades deberían manifestar esta cualidad para que ésta sea honrada, lo
mismo se puede asentir con las relaciones con el prójimo, éstas deberían gozar
de respeto, amabilidad y cortesía. El trabajo u ocupación para ganarse la
existencia debería establecerse en una actividad que se ama, hace feliz, donde
hubiera vocación.
Asimismo, La relación con la naturaleza, ¿no tendría que ser en el
respeto, esmero y cuidado desde la siembra hasta la recogida del fruto,
extendido a los bosques, ríos, mares? ¿No se debería tratar con amor a los
animales que acompañan al hombre en el hábitat donde se mora?
Uno constata en este sentido ideal que
la gran mayoría de las relaciones se vinculan a la fuerza del amor o compasión.
Todas las relaciones humanas que “deberían
ser y lamentablemente no son”, es lo que se define como el Amor consciente.
Esta fuerza inteligente es la que todo individuo requiere cristalizar en su
vida. Este amor perdido, incomprendido y, algunas veces, ignorado es el que
transforma al ser humano en un “Hombre
auténtico”. Este último es capaz de aprehender y desarrollar esta fuerza
universal que mora en su corazón, convirtiéndola en una fuente de inspiración en
sus vidas y relaciones humanas. Sin embargo, el amor consciente, éste que se
despoja de egoísmos, miedos, apegos, celos, deseos y demás sentimientos que lo
corrompen, no es fácil desplegarlo en la vida cotidiana. A pesar que un padre,
una madre, se proponga honestamente amar a los hijos, en muchas ocasiones,
estos son incapaces de sentirlo verdaderamente cuando un vástago los pone a
prueba. De igual modo ocurre a ciertas parejas, las promesas y las buenas
intenciones fluyen en los primeros años de noviazgo pero la realidad interior
de los protagonistas les impide cumplirlas. Esto significa que la voluntad y
buena disposición son necesarias pero insuficientes para ejercer esta fuerza
del amor, por lo que la inteligencia práctica es indispensable. El amor se
aloja en el corazón de todo individuo pero necesita de la conciencia para que
despliegue sus principios. La vivencia del amor precisa desarrollar la
imaginación creadora, inspiración y la intuición que emana de los centros
superiores. Esta realidad conlleva la idea de un esfuerzo por parte de la
persona que anhela ser instruido en los misterios del amor consciente. Este “esfuerzo voluntario” consiste en una
atracción de la atención hacia sí mismo, estado de presencia a lo que ocurre en
su mundo interior, discernir: ¿Qué surge del subconsciente? ¿Por qué? ¿Qué
expresa mi conciencia? ¿Cómo entender el lenguaje de los centros superiores?
¿Cómo se expresa mi inspiración, intuición? ¿La escucho o la dejo de lado
porque no la comprendo?
Estas preguntas se alojan en el fondo de toda cuestión importante de
la vida de un individuo. Sin embargo, pocos son los que se las plantean y
muchos dejan de lado este mundo por conocer que es el suyo propio. Entonces, en
las encrucijadas de su existencia toman decisiones sin escuchar su corazón ni
inspiración y, a fuerza de ignorarla, se olvidaron de su conciencia y de las
virtudes que le son propias.
El auto-conocimiento, la meditación
y su práctica relevan estos hechos y apuntan que los centros superiores son la
fuente de cognición de aguas puras donde uno debe beber. Lo cual es imposible
si el individuo se empeña en desconocer: Su realidad como ser humano, cómo
funciona su psiquis, sus carencias y defectos, los principios de su conciencia,
la relación existente entre el amor y la inteligencia práctica, etc. La
ignorancia con respecto a los centros de la máquina humana, tanto inferiores
como superiores, y la ausencia de conciencia de cómo se manejan son: “la base del sufrimiento humano”. Los
centros superiores, la conciencia y el amor son la luz del Hombre.
Contraste entre centros superiores e
inferiores.
Los centros inferiores constituyen la mente del sujeto y
su fuente de información son los sentidos físicos. La característica más
relevante es que éstos son delimitados por el mundo conocido. Es decir,
cualquier dato que la mente procesa proviene de lo que es percibido y archivado
en la memoria. Todas las experiencias, conocimientos adquiridos, asociaciones
de ideas, sentimientos, acciones se registran en los centros inferiores. Uno
los halla en las distintas memorias y el subconsciente.
La intuición, inteligencia práctica o conciencia tienen naturalezas y
principios distintos a los contenidos de la memoria. Todas estas facultades
íntimas se asocian a los valores propios del Hombre, aquellos que le atribuyen
humanidad y se expresan a través de estos centros superiores. La inteligencia práctica requiere expresarse
en todos los centros desde los superiores hasta los centros instintivo, motor y
sexual, pasando por el intelectual y emocional. Esto es posible cuando la mente
se halla en un estado interior pasivo. Es decir, las funciones intelectual y
emocional adquieren una actitud contemplativa, sosegada y abierta. Una
actividad de la mente más allá de lo necesario conlleva un estado íntimo
inadecuado a la expresión lacónica de la conciencia humana y su posible
reconocimiento. La intuición no se origina por una vía racional o sentimental.
Si fuera este el caso, todas las personas dispondrían de ellas y las usarían
voluntariamente sin dificultad. Del mismo modo que el Hombre crea el
pensamiento racional, lógico,… existe la percepción inspirada o intuitiva del
objeto. Estas expresiones del centro superior disfrutan de una componente
reveladora que no goza el centro intelectual inferior.
El pensamiento racional y discursivo tal como se expuso en el estudio
dedicado a este centro: Produce su actividad intelectual a partir de los
mecanismos que le son propios y le caracterizan: La comparación, la asociación,
la diferenciación o discriminación, valoración, ordenación, clasificación. Sus
recursos de información se basan en la memoria y los datos que le proporcionan
los sentidos. El pensar puede ser lógico o no, sensato o no y coincidir con la
realidad o no. Por esta causa, el centro racional por sí mismo es incapaz de
aportar creación, revelación o desvelar algo que sale de su jurisdicción: El mundo
sensual. El intelecto recorre la memoria y recompone, une, estructura, las
imágenes o conceptos depositados en ella para crear elementos nuevos a partir
de lo conocido. Esto se distingue como fantasía cuando lo elaborado se aleja de
la naturaleza de lo real. A la actividad lacónica, perspicaz y objetiva de los
centros superiores se contrapone la acción redundante e insistente de los
centros inferiores, por ejemplo: En el caso de las preocupaciones.
El filósofo Rene Descartes dio
una buena clave para comprender de forma intuitiva y directa la diferencia
entre “intuición y razonamiento”.
Esta es idéntica al contraste entre “mostrar
y demostrar”, respectivamente.
Asimismo, la actividad emocional
inferior: Sentimientos, emociones, pasiones, alegrías, nostalgias,… no son la
corazonada, el presentimiento, la intuición,… El pálpito implica un
conocimiento pleno, auténtico y verdadero de un hecho físico o una realidad
trascendente, en muchos casos, sin información previa alguna.
La intuición advierte a la mente de
un modo directo del movimiento real de la vida.
Sin embargo, esto no significa que los centros inferiores no se
beneficien de una percepción intuitiva o inspirada. Aunque el intelecto muestre
cierta dificultad en describir este tipo de experiencias debido a su naturaleza
desconocida y la limitación que imponen las palabras y conceptos. En la mayoría
de los casos, esto explica que el sujeto recurra a la expresión artística para
compartir una vivencia íntima reveladora de una realidad trascendente[15].
Tanto el intelecto como el emocional inferior colaboran con estas
experiencias intuitivas cuando se hallan en una posición de vela a las
expresiones de los centros superiores.
Las diferencias entre centros superiores e inferiores son palpables
por quien atrae la atención plena a cómo se rigen las diferentes modalidades de
expresión de estos.
En este sentido, el estudiante requiere suficiente
discernimiento para no confundir las distintas manifestaciones de los centros.
Todos ellos son herramientas psicológicas que están a disposición del individuo
para afrontar la existencia con éxito y “se
conozca a sí mismo y su propia realidad trascendente”.
Los
centros superiores son dependientes de la conciencia del Hombre.
Estas funciones participan
de todas las cualidades esenciales al Hombre y le aportan dignidad. Los
centros superiores ganan en percepción y expresividad cuando la mente sencilla
y humilde recibe la manifestación espontánea y lacónica de la conciencia. Esto implica un estado anímico en equilibrio y sereno que
advierta su expresión y aprenda a discernirla de los impulsos que surgen del
subconsciente e impregnan los centros inferiores. La conciencia es inherente a
los centros superiores porque se expresa a través de ellos. La primera es el
principio integrador, la semilla regeneradora de la constitución humanística
del sujeto. Sin conciencia no hay intuición. Cuando este principio inteligente
se revela la persona adquiere lucidez. La conciencia transita por diferentes
estados que se estudiaran más adelante.
Conclusión:
Las funciones superiores
están disponibles a todo hombre o mujer. Estas herramientas psicológicas uno
las utiliza cuando comprende su lenguaje, actividad y propiedades. En este
sentido el estudiante precisa de un esfuerzo por conocerse a sí mismo, conectar
con su propia conciencia. Éste sea capaz de distinguir con atención cabal que
energías se expresan dentro de él mismo. De este modo podrá evitar ser engañado
por sus propios perjuicios, escepticismos y deseos en los momentos importantes
de su vida y cargue con las consecuencias que esto implica. Paralelamente, el
desarrollo armonioso de estas facultades es una guía objetiva para el individuo
que anhela integrarse con su real naturaleza espiritual.
Tabla de ilustraciones.
Ficha-moneda grabada por François Bernier
y acuñada en 1783 por la logia "Nueve Hermanas" en honor de Benjamin Franklin.
Ministro Plenipotenciario de los Estados
Unidos de América y ex Venerable de la Logia, con motivo de la paz en América.Descripción: Las musas se activan alrededor del templo
que se alza sobre una colina rocosa,
bajo el lema "De su trabajo nacerá su
gloria". El otro lado muestra el
retrato de Benjamin Franklin. Esta logia tuvo una influencia notable en la ideas de la
revolución francesa y contribuyeron a los principios: Libertad, Igualdad y
Fraternidad, junto a la redacción de los derechos humanos.
“Inspiración”, (1769). Autor: Honoré Fragonard. Localización: Museo del
Louvre, Paris.
“Isaías
inspirado por Dios”; Salterio de París, Folio 435 anverso, (975). Autor: Anónimo.
Localización: Biblioteca Nacional de Francia, Paris. Esta lámina representa a Isaías inspirado en la
redacción de sus textos bíblicos. Junto a él aparece la diosa griega Nix que
alude a la noche u oscuridad donde uno está atrapado hasta que goza de la iluminación
espiritual. Esto se alegoriza con el velo que la cubre y la antorcha apagada.
Por el otro lado, Isaías esta frente a Orfeo o Apolo que ayudan a Isaías a recibir
la luz con las manos abiertas a la inspiración divina. Esta actitud hace
referencia a la necesaria disposición mental: Abierta, receptiva y con fe para
ser iluminada.
“Inspiración”,
(1874). Autor: Antonio Mancini. Localización: Galería de arte de Italia, Milán.
La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en estos dos tomos de esta obra, ampliados y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se irán colocando en el blog.
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Para más información, en este mismo blog en la primera entrada del mes de diciembre de 2020, o en las misma página de Amazon.
[1] Lo que es
propio de su naturaleza humana como esencial a sus valores. Atributos en los
cuales se reconocen todos los Hombres.
[2] Conciencia
de Ser.
[3] Principio
inteligente. Capacidad del Hombre de aprehender la Verdad, causa de un hecho o
estado interior de forma directa, inmediata, sin recurrir al proceso racional.
Este principio creador y motriz es lo que los clásicos llamaban las musas
inspiradoras de las artes y ciencias. En el romanticismo se llamó el genuis o
“dios interno” del artista. Para los místicos es la unión con Dios, del alma
con el esposo o amado. Los estados de conciencia se desarrollarán con
profundidad en un tema monográfico posterior.
[4] Rol que
cumplían las musas en la época clásica o genio como se le denominaba en el
romanticismo.
[5] Aunque
distintas, estas tres manifestaciones son propias de los centros superiores. En
lo sucesivo, si no se apunta lo contrario, se utilizará el término intuición en
lugar de repetir continuamente a estas tres.
[6]"Me dijo
que había estado en esta misma situación cuando la noción de la gravedad le
asaltó la mente. Fue algo ocasionado por la caída de una manzana mientras
estaba sentado en actitud contemplativa. ¿Por qué esa manzana siempre desciende
perpendicularmente hasta el suelo?, se pregunto a sí mismo". (Memorias de
la vida de sir Isaac Newton. William Stukeley (1752). Editado en 2010 por la
Royal Society)
[7] Intelectual,
emocional e instintivo-motor-sexual. Para facilitar la lectura, el texto hará
referencia a estas funciones como centros inferiores.
[8] La causa
del evento.
[9] Este
concepto se definirá más adelante. A efectos prácticos de comprensión, la mente
del ser humano puede dividirse en tres partes: Sensual, intermedia e interior.
Esta última recoge los datos, conocimientos y experiencias que atrae la
conciencia y que son procesados por los centros superiores.
[10] El vocablo
corazón proviene del latín “cor, cordis”, en consonancia del griego “kardia”
sobre la raíz de la lengua indo-europea, “kerd”. Según los lingüistas, esta
palabra hacía referencia al corazón, centro o medio. En sanscrito “hrid”,
saltar, haciendo referencia a los saltos o palpitos de este.
[11] Estas
expresiones de este centro son de distintas intensidad. Sin embargo, para
facilitar la lectura, si no se indica lo contrario, se seguirá con la palabra
intuición para referirse a las dos.
[12] Publicación 19
Marzo 2006: “El País semanal”, Artículo, “El valor de la ternura”. Alex Rovira
Celma. Comentarios sobre la Obra del Doctor Robert K. Cooper, “El otro 90 %”.
[13] Sus principios.
[14] Trascendente,
objetivo o universal, el que cualquier persona es capaz de reconocer cuando lo
percibe.
[15] Esto es lo que se
denomina en el auto-conocimiento como “Arte objetivo o trascendente”.
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