“Cuando
se tienen muchas cosas en uno mismo que no se conocen ni se aceptan, entonces
tales cosas nos complican la vida espantosamente y provocan en verdad toda
suerte de situaciones que podrían ser evitadas mediante el conocimiento de sí”. (La gran rebelión. Cap. El
difícil camino)
Introducción
El autoconocimiento es una enseñanza práctica que el individuo
precisa en la vida diaria para desarrollar el principio inteligente y los
valores humanos que le son propios. Por ejemplo: la lucidez, la humildad, la
serenidad, la paciencia, el amor, la diligencia, la tolerancia, etc. En la
existencia de cada persona surgen todo tipo de problemas, dificultades,
adversidades,… donde esta requiere el uso adecuado de estos recursos anímicos
para comprender y responder rectamente a las circunstancias. ¿Qué es conocerse
a sí mismo? Un individuo se conoce a sí mismo cuando aprehende por
experimentación directa su propia naturaleza interior; capta qué provoca en su
espacio psicológico un evento cualquiera; advierte el porqué reacciona de un
modo determinado; percibe qué causa sus pensamientos, sentimientos y acciones;
es capaz de resolver los problemas que surgen de la existencia con sensatez;
disfruta de una vida equilibrada; evita hacer sufrir con sus actitudes a sus
seres queridos y a los demás; es feliz; etc.
La finalidad del
autoconocimiento es el bienestar integral. Este se define como un estado de
equilibrio y armonía en los diversos ámbitos de la existencia y en la relación
que uno establece consigo mismo en distintos planos: el cuerpo físico, psicológico
y principio de trascendencia. El bienestar integral se fundamenta en la
dignidad y coherencia que despliega la persona en su vida. Existen escasas
posibilidades de alcanzarlo sin un profundo y verdadero conocimiento de sí
mismo.
Las dos realidades: física y psicológica
En la vida práctica uno observa la coexistencia de dos realidades: el
plano físico y el plano psicológico. Ambos son interdependientes y
absolutamente necesarios en el proceso de realización o madurez personal.
El primero se percibe claramente como el mundo material, tangible, compuesto
por todo aquello que rodea a la persona, el cual se advierte a través de los
sentidos. Este se considera exterior y aparente, sin embargo, ejerce sobre el
individuo una influencia primordial. Este plano físico es el lugar donde uno
tiene existencia, manifiesta sus anhelos, deseos, etc., asimismo, donde surgen
las necesidades en el orden material. Esta dimensión sensible es objeto de
estudio por las diferentes disciplinas científicas. Estas descubren sus principios
y establecen sus leyes; es el mundo de lo observable, del aprendizaje, de los
conocimientos adquiridos, de las experiencias, etc.
El segundo es el plano
interno, psicológico, de cada sujeto. Una psiquis[1]
singular con sus características propias. Es el mundo de los sentimientos,
pensamientos, miedos, las angustias, alegrías, motivaciones,… Estas expresiones
íntimas son tan reales como la casa en donde uno habita, el autobús que le traslada
a uno de un punto a otro o los mangos que se comen… Todo ser humano posee una
naturaleza psicológica, anímica, y su actividad se origina dentro de sí. Esta última
es solo perceptible por uno mismo. El plano interior es el mundo de lo
auto-observable. Por esta causa, este universo íntimo se vincula al
autoconocimiento[2]
el cual deriva de dirigir la atención sobre sí mismo. Esto supone un esfuerzo
real, constante y decidido por contemplar de modo objetivo, sin interferencias de
la mente, lo que ocurre en él. Este conocimiento de sí solo adquiere sentido si
uno evidencia o experimenta directamente los factores que forman la psiquis y
el modo de cómo estos se despliegan. Por lo tanto, auto-conocimiento es la
consecuencia inmediata al hecho de observarse a sí mismo, auto-observarse,
enfocar la atención sobre su propia persona.
Características del autoconocimiento
Este tipo de conocimiento interior conlleva aparejado unas propiedades
que lo diferencian de cualquier enseñanza académica. Aunque este se transmite a
través de una didáctica racional se acompaña de una imprescindible práctica en
dos ámbitos distintos: a través de la disciplina de la meditación y en la vida
cotidiana.
En ambos escenarios, el
aprendizaje trata de excluir la especulación intelectual y se enfoca en la
capacidad de interiorización que el alumno es capaz de desplegar. Cualquier
persona puede iniciarse en estos estudios con la condición de albergar un “anhelo real de conocerse”. Por lo
tanto, su práctica no depende del nivel académico, preparación profesional,
condición social, etc. que la persona haya adquirido en su periplo vital. El
elemento base de la información de esta disciplina no es oral ni escrita sino
directamente proporcional a la calidad de la atención ejercida sobre sí mismo.
Las orientaciones en conferencias y temas escritos sirven al estudiante para
centrar el objetivo de investigación y resulte posible advertirlo por sí mismo.
La experiencia personal y objetiva facilita la comprensión de la enseñanza
teórica sostenida por los hechos que a partir de ese instante se convierte en
auto-conocimiento.
La meditación
proporciona el escenario propicio para interiorizarse desde una perspectiva imparcial.
Esta ciencia se caracteriza por su accesibilidad y el beneficio, ampliamente
reconocido en el ámbito de la salud, que aporta a quien la cultiva asiduamente.
Esta disciplina es indispensable para advertir los diversos factores que
componen la psiquis y las causas que provocan los procesos racionales,
emocionales y la acción. La práctica de la meditación se requiere para alcanzar
a través de la relajación física y mental: serenidad y armonía interior. Más
adelante, según se profundiza en su ejercicio, provee el descubriendo de facultades
íntimas que nos acercan a lo mejor de uno mismo; valores humanos que se hallan
en estado latente u olvidados, en muchos casos, en lo más profundo de la
psiquis. Como son la voluntad, paciencia, tolerancia, perseverancia, el amor,
la libertad, paz, felicidad, etc. Cualidades y estados del alma que allanan las
dificultades de la existencia de todo individuo. A través de la meditación, en
el silencio del pensamiento, muchos son los que hallan respuestas a sus
reflexiones o inquietudes de la vida. En muchas ocasiones, uno se confronta a
circunstancias desagradables. El sujeto precisa tomar decisiones donde por su
complejidad, extensión o desconocimiento de causa no goza de suficiente lucidez,
ni valor para definirse. En esos momentos, la psiquis levanta preocupaciones y
ansiedades que conllevan un desgaste emocional, mental y físico considerable. Muchas
personas sufren por esta situación, padecen de falta de iluminación interior.
En la existencia concurren instantes donde estos atributos humanos se ponen a
prueba. La meditación y el conocimiento de sí permiten reforzar estos valores
para afrontar las dificultades de la vida con dignidad, integridad y no sufrir
de sus carencias.
“Poder hacer frente a la
existencia con un espíritu positivo y bien equilibrado es una gran ventaja.
Cuando uno se entrena para el salto de longitud, el resultado depende del
cuerpo. El cuerpo está sujeto a las limitaciones de la materia y esta impone
ciertos límites a la elasticidad. El espíritu, sin embargo, es toda claridad y
conocimiento. No solo no conoce este tipo de limitaciones, sino que con
entrenamiento progresivo, todas las cualidades que condicionan su equilibrio no
piden más que abrirse. Una corta meditación diaria puede enriquecernos mucho.
Nuestro espíritu irá perdiendo la costumbre de dispersarse”. (El
Dalai lama. Samsara. Cap. Fe, ciencia y religión. ¿Para qué meditar?)
Con el ejercicio de esta
disciplina, el estudiante puede alcanzar un estado de bienestar integral y aumentar
sensiblemente su calidad de vida. Si en una sala de meditación, el alumno experimenta
una cualidad, comprende un proceso psicológico o un problema, es para llevarlo
a la vida práctica. Por ejemplo, un individuo medita y logra un estado de
serenidad y silencio en la mente. Cuando este se halle inmerso en sus
ocupaciones diarias precisará trasladar este estado interior a ese escenario.
La serenidad es útil cuando uno la necesita, del mismo modo que todos los
recursos anímicos. Si uno vive un estado psicológico superior en una práctica
de meditación pero en la situación que lo requiere es incapaz de atraerlo, su
aprendizaje sería incompleto. Incluso frustrante porque experimenta esta
cualidad pero no puede aplicarla cuando más le apremia. Es importante, por
parte de la persona que anhela conocerse a sí misma aprehender que la lucidez,
paciencia, paz interior, etc. son valores exclusivamente humanos. Todos ellos
se hallan de modo latente dentro de ella y es una cuestión de un esfuerzo
voluntario y consciente obtener su desarrollo y adiestramiento diario en la vida.
De esta manera, el alumno concreta lo que siempre ha cargado en su interior
pero no ha conseguido desplegar por sí mismo debido a una carencia de
conocimiento y orientación. El auto-conocimiento permite trasladar lo que uno
experimenta a través de la ciencia de la meditación a la vida cotidiana. Esto
será posible en la medida que uno aprenda a manejar y concentrar la atención de
modo voluntario y consciente.
La atención y la conciencia
La facultad de la atención, la capacidad de concentración y lucidez
están vinculadas directamente al principio inteligente o la conciencia[3].
El autoconocimiento define este atributo como la “capacidad de aprehender la realidad” y será un tema ampliamente
desarrollado en el curso. ¿Cómo es posible que alguien se conozca de modo
objetivo si no atrae plena atención sobre sí? ¿Cómo alguien puede estar
plenamente consciente si no está presente a lo que piensa, siente, habla o hace
en ese momento?
Ser consciente de todo aquello que sucede dentro y fuera de uno se
convierte en realidad si está presente, la atención está activa, vigilante a lo
que ocurre en el “aquí y ahora”. Cuando
existe un esfuerzo por observar cabalmente tanto el plano psicológico como
exterior entonces se está consciente de sí mismo y uno adquiere conocimiento
real de la vida. En toda observación de sí, existe auto-descubrimiento y este
implica revelación.
El autoconocimiento es
una consecuencia inmediata, no especulativa ni teórica, de la contemplación
directa, plena y dinámica de la propia psiquis. De modo que esta se revela ante
las circunstancias de la existencia. Esta acción de dirigir la oportuna atención
en el momento sobre uno mismo origina el descubrimiento de la naturaleza
interna que se despliega por un suceso determinado. Esta aprehensión simultánea
del instante de lo que acontece en la psiquis con respecto a los eventos
exteriores es lo que engendra el conocimiento interior. Por ejemplo, alguien en
el ámbito laboral se dirige a uno de forma grosera, esto acarrea sentirse
ofendido en su amor propio. Si uno se halla presente capta de modo inmediato la
relación existente entre las palabras y la actitud del interlocutor, por un
lado, y las consecuencias psicológica que estas incitan en mí, por el otro. En
este caso, el estudiante se hace consciente de que está herido y percibe que
tiende a responder a través de un patrón de conducta, es decir, de corresponder
con otro agravio. No obstante, como advierte que desea compensar una ofensa con
un recurso inadecuado; el amor propio u orgullo son una carencia de humildad e
impiden la acción serena y lucida; reflexiona que si reacciona con un lenguaje
similar al interlocutor con falta de respeto; este se coloca a la misma altura
ética que él. Entonces, atrae su atención sobre lo que le han dicho y de modo
educado, le recuerda que no son formas correctas de hablar y le ruega que se
dirija a él con respeto y dignidad.
“Si
uno de verdad quiere llegar a conocerse a sí mismo, debe empezar por observar
su propia conducta, ante los sucesos de cualquier día de la vida”. (Tratado de psicología
revolucionaria. Cap. Creaturas mecánicas)
Este proceso que parece fácil sobre el papel, no lo es tanto en el
terreno práctico. Sin embargo, si el alumno renuncia al estado de presencia, el
cual advierte y descubre que se halla herido, es imposible conocerse. Asimismo,
sin esta cabal atención hacia el plano interno, no aprehende que está dispuesto
a reaccionar por compensación, por lo que su respuesta no sería reflexionada.
Tampoco observaría por sí mismo íntimamente que el amor propio le causa
desequilibrio emocional y le impide pensar con claridad. Igualmente, sería incapaz
de elaborar una respuesta que se concentre en los hechos y trate de solucionar
el problema en sí; ni evitaría juzgar a la persona y enredarse en otras
cuestiones que complican la situación y no las resuelven. Este escenario se
repite en muchas ocasiones de la vida de cualquiera y ciertos individuos de
modo natural y espontáneo están aptos para actuar correctamente. No obstante,
otros muchos adoptan actitudes erróneas y carecen de habilidades sociales para
resolverlas con dignidad e inteligencia. Es difícil que una persona elabore una
respuesta consciente y actúe debidamente sin la práctica de las herramientas
del autoconocimiento.
Un hecho común de la
vida puede arrastrar estados íntimos de preocupación, ansiedad, sufrimiento,
alegría, indiferencia,… En este instante, a través del estado de presencia al
mundo interior se percibe por sí mismo cual es el elemento psicológico que
origina dicha reacción. En plena vigía se revela la naturaleza de cada
pensamiento, sentimiento y acción ante un hecho concreto. Asimismo, se percibe
si surgen factores psicológicos tales como el miedo, egoísmo, los celos, la
ira, el rencor,… del subconsciente. Estos se aprehenden debido a que la
conciencia está activa. Uno práctica la atención consciente en ese preciso
momento de lo que ocurre en su universo particular.
“Esa
repetición o recurrencia de eventos y palabras, merece ser estudiada, nos
conduce al autoconocimiento”. (Tratado de psicología revolucionaria. Cap. El libro de la
vida)
En todo autoconocimiento hay autocomprensión. La “atención consciente” permite
descubrir el origen y la motivación interna de las respuestas psicológicas
emitidas ante los diversos escenarios de la existencia. El hecho de evidenciar
directamente, sin más intermediarios que uno mismo, el cómo la psiquis actúa en
un preciso momento y lugar acarrea la experiencia de la autocomprensión o
comprensión creadora. Esta última es propia de la experimentación directa del
conocimiento de sí y se denomina así porque determina estados psicológicos
nuevos inspirados por la inteligencia práctica. Esto significa que si antes el
estudiante en un escenario cualquiera procedía con un molde del comportamiento
adquirido en el pasado; ahora por medio de la comprensión creadora actúa según
los hechos y por lo que le dictamina la atención consciente.
Esta capacidad de
permanecer presente a su mundo interior y exterior, se halla dentro del ser
humano en un estado latente o incipiente. El alumno que aspira conocerse a sí
mismo precisará imperativamente de un esfuerzo voluntario, intencional y objetivo
sobre sí mismo. Una manejo sostenido de la atención en el tiempo para
desarrollar este sentido práctico de la auto-observación.
“Vernos directamente tal cual
somos es lo interesante; sólo así podremos llegar al conocimiento verdadero de
sí mismos”. (La gran rebelión. Cap. El yo psicológico)
El sentido del autoconocimiento
¿Cuál es la necesidad,
conveniencia y utilidad de conocerse a sí mismo? ¿Por qué el ser humano precisa
dedicarle tiempo y energía al autoconocimiento? Desde la perspectiva externa,
una persona puede afrontar su existencia sin ocuparse de su universo
psicológico. De hecho, la inmensa mayoría de la gente vive sin un conocimiento
de su psicología particular. El ser humano no sabe lo que es la conciencia, ni
que esta transita por diferentes estados. De este modo, cada individuo se
enfrenta a satisfacer sus necesidades primarias, de seguridad, de relación y de
realización desde unos patrones establecidos en el plano externo. La
personalidad de cada sujeto asume esa responsabilidad. No obstante, esta última
es un vehículo moldeado por los diferentes estamentos instituidos por la
sociedad. Un niño nace en el seno de una familia, unos patrones culturales,
sociales, una influencia religiosa, política, histórica, etc. Todos estos
factores son volátiles, las costumbres cambian con el paso de los
acontecimientos, el orden de las prioridades de la existencia varía con las
nuevas generaciones. Esto significa que las estructuras y los fundamentos psicológicos
edificados desde niño son relativos. Normalmente, el ser humano busca fundar
unas bases sólidas donde anclar su comportamiento, sus ideas, creencias, etc.
El hombre y la mujer de todos los tiempos anhelan convicciones, algo real sobre
lo que aferrarse para posicionarse en la vida, en sus relaciones humanas y
propósitos. No obstante, estas convicciones se convierten en arenas movedizas,
se desplazan con el paso del tiempo; cuando estas se mantienen, tal como ocurre
con muchas personas mayores, uno queda desfasado. El sujeto desea referencias
reconocidas, aceptadas, seguras, valores,… una imagen que le proporcione una
identidad. De esta manera, esta última se busca en el plano exterior, en lo que
ve, oye, lee y en función de lo que vive se construye a sí mismo desde que
tiene uso de razón. Este proceso de emancipación del individuo se halla
encerrado en el subconsciente. En él se hallan muchas situaciones
experimentadas por uno desde pequeño como son: la frustración, incomprensión,
las alegrías, los sufrimientos, miedos, complejos, las debilidades, etc. Estas
vivencias quedaron atrapadas y se transformaron en modos de pensar, sentir y
obrar determinados. A pesar de haber olvidado muchas de las luchas y las
huellas que estas dejaron en la psiquis, la mayoría de la gente cree firmemente
que se conoce a sí misma. No obstante, en muchas ocasiones, se desentiende de las
causas de sus errores, de sus preocupaciones, de las emociones que le afligen; desconoce
su falta de apreciación objetiva de la realidad; el porqué de su fragilidad,
susceptibilidad, etc. Asimismo, desdeña la raíz de su insatisfacción, de su
carencia de coherencia; no remedia su incapacidad por adaptarse a los hechos
consumados,… Es decir, uno no se interesa por todo aquello que se vincula a su
mundo interior, al plano anímico, el de los valores humanos y de su conciencia
de Ser. Por otro lado, la experiencia enseña que el ignorar las causas de los
errores, sufrimientos, contradicciones,… liga inexorablemente al sujeto a sus
efectos. El omitir la atención a la fuente interna del error conlleva que uno
lo repita y la situación, que supuestamente se anhela resolver, se agrave cada
vez más. El auto-conocimiento enseña que el origen de las equivocaciones, la
frustración y una interminable lista de aflicciones se hallan dentro de él. Difícilmente
la gente vivirá serena, adquirirá paz interior, mientras dentro de sí existan factores
psicológicos que provoquen la intranquilidad, ansiedad y el conflicto. El
individuo acarrea carencias anímicas como la falta de coraje, fortaleza,
humildad, tolerancia, paciencia, serenidad, etc. Esta ausencia de valores
humanos debida a una pérdida de conciencia es la que convierte al sujeto en un
cúmulo de intereses propios que lo dividen internamente. El ser humano carga
dentro de sí una gran cantidad de defectos y limitaciones psicológicas que
desconoce. Esta inconsciencia lo debilita ante las adversidades de la existencia.
“El
pensamiento correcto llega con el conocimiento de sí mismo. Si no nos comprendemos
a nosotros mismos, no tenderemos base para el pensamiento, sin el conocimiento
de sí mismos, lo que pensamos no será verdadero”. (J. Krishnamurti. Dichos de
Krishnamurti. Cap. Conocimiento de sí)
Si el origen de los errores se hallara fuera del individuo, la
posibilidad de rectificarlos no dependería de él. Por consiguiente, ni su
inteligencia, ni su voluntad, ni cualquier otra virtud le podrían ayudar en
dicho cometido. Por lo tanto, desde el punto de vista práctico y en honor a la
verdad esta idea es completamente absurda. La realidad es que uno se equivoca
y, por esta razón, es quien puede cambiar su modo de actuar. El
autoconocimiento proporciona esa didáctica empírica que permite al estudiante
una transformación interior a partir de sus propias comprensiones. ¿Por qué el
ser humano precisa dirigir la conciencia, la atención debida hacia sí mismo
para observarse y comprenderse? Porque es, ante todo, un acto de inteligencia
práctica. A medida que una persona descubre su propia psicología particular, se
hace consciente de ella; aprehende qué factores lo conducen a la infelicidad; empieza
a evitar errores, comprender condicionamientos y deseos inapropiados de
diferente índole. Con la experiencia, el sujeto despierta su interés por
eliminar las causas que provocan sus aflicciones y preocupaciones para ponerle
remedio; se ocupa de su equilibrio interior.
El primer beneficio que
proporciona la práctica de esta enseñanza es adquirir de modo natural y
espontáneo un dominio de sí mismo. Poco a poco, el estudiante adquiere la
capacidad de control sobre sus propios procesos psicológicos; aprende a
encauzar el pensamiento y la emoción hacia un obrar consciente y objetivo en
los diversos ámbitos de la vida.
“El bien pensar es el modo de
pensar que permite aprehender en conjunto el texto y el contexto, el ser y su
entorno, lo local y lo global, lo multi-dimensional, en resumen lo complejo, es
decir las condiciones del comportamiento humano. Él nos permite comprender
igualmente las condiciones objetivas y subjetivas”. (Edgar Morin.
Los siete saberes para la educación del futuro. Cap. Enseñar la comprensión. El
bien pensar)
El autoconocimiento provee
el “pensar por sí mismo[4]”. Tal como se apuntó anteriormente,
todo infante es orientado a pensar de una determinada manera; este asume unos
modelos de pensamiento influenciados por el entorno donde se desarrolla y que
se concretan por imitación. Asimismo, la educación formatea los procesos psicológicos:
racionales y emocionales, a través de sus planes que responden a las
características de la sociedad. De este modo, se asume como un patrón válido el
competir, el individualismo, la comparación, el narcisismo[5]
o egocentrismo, el materialismo, etc. Paralelamente, la aparición sobre el
escenario de la existencia de las nuevas tecnologías ha acentuado la ausencia
de atención del individuo tanto al entorno como a sí mismo. Esto le genera un
grave perjuicio a causa que, cada vez más, este se halla vinculado al mundo
virtual y, análogamente, más desconectado de la realidad y de su sentido de
humanidad. Los jóvenes se sienten con más frecuencia atraídos por lo que ocurre
en una pantalla que por lo que ocurre a su alrededor, se abstraen, pierden
interés por lo cotidiano. De esta manera, estos se hallan ausentes de su propia
vida, de las personas que están a su alrededor que, normalmente, son sus seres
queridos, su familia, amigos, etc. Esto implica que muchos chavales viven
alienados por tanta información a la que acceden sin ser capaces de discernirla
ni comprenderla. Estos carecen cada vez más de experiencias y criterios
propios. Las nuevas generaciones se hallan ante una sensible reducción de la
capacidad del ser humano de pensar por sí mismo; de elaborar reflexiones y
juicios propios basados en la experiencia y el contraste con la realidad. Esto
influye en una merma de la libre iniciativa. Se ha perdido el sentido de
investigar las causas de un hecho de nuestra vida; tampoco se analiza la
actitud desplegada por uno en una situación para comprender sus consecuencias.
Las personas no se cuestionan sobre sus acciones, ni su modo de pensar o sentir
con respecto a la realidad. No obstante, si cuestionan a los demás y sus
comportamientos. Lo normal en estos tiempos es cargar la responsabilidad a los
demás de las circunstancias que uno vive sin asumir ni responder de nuestras
obras. Por lo que es muy difícil que el individuo descubra por sí mismo la verdad
de un acontecimiento que le incumbe en su vida diaria. Y, en consecuencia, este
pueda edificar una forma de pensar y sentir basada en la realidad experimentada
directamente por él. El auto-conocimiento es una enseñanza antropocéntrica; atrae
la atención sobre el ser humano y este se vuelva el sujeto y objeto de estudio
ante su propia conciencia. El pensar por sí mismo se basa en la capacidad de
comprender hondamente las causas de la realidad que el ser humano vive en el
aquí y ahora. Esto implica que la persona recupere su autonomía psicológica y
sea capaz de discernir entre la realidad y lo aparente.
“La mente es como un espejo
que refleja todo sin discriminación. … Tu sabiduría analítica tiene que
distinguir entre los reflejos que son beneficiosos y los que aportan problemas
psicológicos. Finalmente, cuando comprendes la verdadera naturaleza del objeto
y sujeto, se desvanecen todos los problemas”. (Lama Yeshe. Tu mente
es un océano. Cap. Tu mente es tu religión)
La educación fundamental
El modelo de educación
tradicional recogida en los planes de estudios reglados por las distintas
administraciones enseña una gran cantidad de materias. Todas ellas sobradamente
justificadas para un buen desarrollo intelectual, la adquisición de
conocimientos, el aprendizaje de habilidades, hábitos, valores sociales e
individuales del alumno. Cuando un adolescente termina la enseñanza obligatoria
como mínimo sabe leer, escribir, hablar, posee conocimientos básicos de
matemáticas, una cultura general, etc. No obstante, a pesar de los diferentes
modelos o planes de enseñanza, estos no proveen una didáctica para el
desarrollo de valores humanos ni de la atención consciente. Esto implica que
los niños y adolescentes se enfrentan al aprendizaje de una profesión o
estudios de bachillerato con ciertas carencias humanas. La cuestión es que en
los ciclos de educación media o superior tampoco se hallan disciplinas que se ocupan
de estos menesteres. Estas carencias son el reflejo de una sociedad que
arrastra la letra de la ilustración pero que se olvidó de su espíritu. En estos
tiempos, todo se basa en la razón pero esta no es cuestionada sobre sus propios
límites ni de su adecuado uso. Asimismo se ha dejado de lado los principios
humanísticos en pos de los sistemas o planes productivos. En general, el
individuo en sí, como Ser, ha perdido valor frente a la sociedad. En consecuencia,
este reacciona en una afirmación de individualidad y tiende a marcar
diferencias claras con respecto a los demás. Aunque esta diferenciación se
produce dentro de unos modelos conocidos y aceptados por la misma sociedad, de
manera que nadie desea ser rechazado por ella. Este proceso se basa
principalmente en la imitación y fomenta la actitud gregaria. En esta época, existe
una tendencia a dirigir la atención exclusivamente hacia lo exterior, lo
material, y concentrarla en la sensación o satisfacción que estas producen. En
este sentido, las personas se vuelven cada vez más hedonistas. Esto condiciona
al sujeto a otorgar valor preponderante al plano físico y olvidarse o ignorar el
mundo interno. De ahí que todos los actores de la educación: los poderes públicos,
los profesores y los padres se olviden de la importancia que tiene para los
niños y adolescentes el humanismo práctico. La “educación fundamental” es aquella que fomenta las herramientas
psicológicas basadas en el auto-conocimiento. Educar en lo fundamental implica:
el desarrollo de facultades humanas, entre ellas el manejo de la inteligencia
práctica; el aumentar la capacidad de reflexión y de adaptación; la gestión adecuada
del conocimiento adquirido y de las emociones; el formarse con las habilidades
sociales y humanas en las relaciones con los demás, consigo mismo y la propia
existencia; el aprender a pensar por sí mismo y estructurar el pensamiento
lógico; el estimular principios de integración social; el concretar una didáctica
para resolver problemas y toma de decisiones; el afrontar con espíritu
constructivo responsabilidades personales y cívicas; el fomentar la libre
iniciativa, el ánimo emprendedor y la cooperación; el incentivar la imaginación
creadora; el manejar la expresión verbal y que sea inspirada por el buen gusto;
el respeto al medio ambiente; etc. La educación fundamental es un aprendizaje dirigido
hacia la propia realidad íntima del niño que conlleva el respeto e integración
con el prójimo. Esta nace desde el esfuerzo tanto de la persona como de una
sociedad que empieza a comprender la importancia del plano interno,
psicológico. En la mente de todo individuo es donde las experiencias y los
conocimientos adquiridos son estructurados para su uso. Una mente sana, es
decir, equilibrada, coherente y alerta a sí misma se disciplinará a respetar la
realidad tanto física como interna. De esta manera, planes, profesionales y
alumnos se ocuparán de conocerse a sí mismos y de emancipar su conciencia. La
educación fundamental se instalará de modo natural con el mismo interés junto a
todas las materias académicas que se imparten en los colegios, institutos y
universidades. En este sentido, el infante que crece y aprende de los dos
planos: el físico y el psicológico se hallará en mejores condiciones para
afrontar los retos de la existencia.
“Es muy significativo el
hecho de que la educación, que es la que tiende a comunicar los conocimientos,
permanezca ciega ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones, sus
imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias tanto al error como a la
ilusión y no se preocupe en absoluto de enseñar lo que es conocer. … Se trata
de armar de lucidez cada mente en el combate vital”. (Edgar Morin.
Los siete saberes para la educación del futuro. Cap. Prólogo)
El ser humano y su trascendencia
El autoconocimiento es un proceso progresivo de interiorización que
conduce a desvelar la verdadera naturaleza anímica. Su práctica ahonda en la
auténtica dimensión humana de toda persona que lo experimenta y descorre el
velo hipnótico que ejerce la ignorancia sobre la psiquis. Este propone un
despertar y un conectar, a través de la práctica de la meditación y demás
claves que lo componen, con la propia trascendencia y establecer el equilibrio
interior. La paz del corazón tranquilo es indispensable para experimentar los estados
de bienestar y de felicidad.
Esta didáctica no nace
en una latitud determinada. Es una aspiración que acompaña a todo individuo que
anhela comprender dentro de sí la raíz de sus sufrimientos, la razón de ser de
sus vivencias íntimas y particulares. El ser humano es un misterio para sí
mismo. Todo hombre y toda mujer cargan dentro de sí un auténtico talento y un
abanico de inmensas posibilidades totalmente inexploradas por sí mismo. La
psiquis de todo sujeto es un genio encerrado en una lámpara que precisa ser frotada,
limpiada, para que esta despliegue todo su potencial. Dentro de toda persona existe
un gran Ser, tal como lo fueron Gandhi, Martín Luther King, Teresa de Calcuta,
Vicente Ferrer, Nelson Mandela,… por nombrar algunos. Desde diferentes
realidades, todos se enfrentaron a carencias humanitarias endémicas y
generalizadas en el lugar donde ejercieron su obra. En pleno siglo XX, la acción
de cada uno evidencia al mundo un reflejo de inmadurez e incapacidad de los estamentos
oficiales instituidos para ocuparse de escenarios indignos. Cuestiones como la
liberación sin violencia de un pueblo ocupado; el asistir a personas enfermas,
desahuciadas y sin recursos económicos; el proporcionar medios de emancipación
económica a una clase social discriminada; el instaurar una convivencia social
e institucional interracial. Estos verdaderos Hombres y Mujeres distinguidos
por su actividad “a posteriori”,
ilustran una capacidad de sacrificio personal, lucidez mental, voluntad e
indiscutibles atributos humanos. Todos combatieron con paciencia y respeto a
los demás: la desigualdad, la ignorancia, la injusticia, la indiferencia, etc. Estos
ejemplos entre otros innumerables y desconocidos casos son los que aportan una
reflexión y esperanza sobre la dignidad[6]
que acarrea toda vida humana. Ontológicamente, la dignidad se define por lo que
es propio al ser humano como una
cualidad inherente y consustancial por el simple hecho de serlo y haber nacido bajo
esta condición. Por esta causa, si una persona se aleja de lo que ella es en Esencia
y valores de humanidad se hace indigna para sí misma, traiciona su auténtica
naturaleza de Ser. Aunque este valor se refleja en el plano material es una
característica psicológica, nadie puede arrebatar la dignidad a una persona a
pesar de que otra la trate indignamente[7]. Este atributo es personal, íntimo e
intransferible; se concreta por medio de la propia acción originada libremente por
la conciencia, los valores y el sentido de humanidad que uno acarrea en su
interior. De este modo, el individuo llena de contenido la dignidad con la que
nació y su condición humana adquiere transcendencia.
“El
conocimiento de sí mismo es el comienzo de la sabiduría. Pero conocemos tan
poco de nosotros mismos, no conocemos el inconsciente, ni tampoco nuestras
partes conscientes, desconocemos la totalidad de nuestro Ser”. (J. Krishnamurti. Dichos de
Krishnamurti. Cap. Conocimiento de sí)
Tabla de ilustraciones.
Pág. 4.- “Los amantes”, (1928). Autor: René Magritte. Localización: Colección
privada. En este cuado el autor lo titula los amantes pero sus rostros velados
indican que ambos no se conocen. Se aman pero en el ámbito psicológico o
interno no se conoce el uno al otro.
Pág. 9.- “La dama del armiño”, (1487). Autor: Leonardo Da Vinci.
Localización: Museo nacional de arte de Cracovia, Polonia. En este retrato, el autor, a través de la
heráldica, utiliza la representación del armiño para aludir a la pureza, el
equilibrio y la dignidad de la modelo retratada. Las cualidades otorgadas de
modo simbólico a este animal son confirmadas por el mismo Leonardo en sus
cuadernos con comentarios de un bestiario.
Lectura.
Si
yo no entiendo mis relaciones con un individuo, ciertamente no comprenderé mis
relaciones con el todo, con la sociedad, con los demás. Y si mi relación con
uno se basa en una necesidad, en mi satisfacción, mi relación con la sociedad
será la misma. De ello, por consiguiente, tienen que surgir disputas, con uno y
con los demás. ¿Y es posible vivir con uno o con muchos sin pedir nada? Ese,
por cierto, es el problema, ¿verdad? No sólo entre vosotros y yo, sino entre la
sociedad y yo. Y para comprender este problema, para investigarlo
profundamente, tenéis que ahondar la cuestión del conocimiento propio; porque
es obvio que sin conoceros tal cuales sois, sin saber exactamente lo que es, no
podéis tener las debidas relaciones con los demás. No importa lo que hagáis:
evadiros, rezar, leer, ir al cine, sintonizar la radio; mientras no os
entendáis a vosotros mismos, vuestra convivencia no podrá ser verdadera. De ahí
las disputas, la batalla, el antagonismo, la confusión que hay no sólo en
vosotros sino también fuera de vosotros y entorno nuestro”. (J.
Krishnamurti. Conocimiento de sí. Cap. II)
Poesía.
Conócete a ti mismo. Novalis
Una cosa sólo ha buscado el hombre en todo
tiempo,
y lo ha hecho en todas partes, en las cimas
y en las simas del mundo.
Bajo nombres distintos –en vano– se
ocultaba siempre,
y siempre, aun creyéndola cerca, se le iba
de las manos.
Hubo hace tiempo un hombre que en amables
mitos infantiles
revelaba a sus hijos las llaves y el camino
de un castillo escondido.
Pocos lograban conocer la sencilla clave
del enigma,
pero esos pocos se convertían entonces en
maestros del destino.
Discurrió largo tiempo –el error nos aguzó
el ingenio-
y el mito dejó ya de ocultarnos la verdad.
Feliz quien se ha hecho sabio y ha dejado
su obsesión por el mundo,
quien por sí mismo anhela la piedra de la
sabiduría eterna.
El hombre razonable se convierte entonces
en discípulo auténtico,
todo lo transforma en vida y en oro, no
necesita ya los elixires.
Bulle dentro de él el sagrado alambique,
está el rey en él,
y
también Delfos, y al final comprende lo que significa “conócete a ti mismo”.
La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en estos dos tomos de esta obra, ampliados y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se irán colocando en el blog.
La obra se halla, tanto en versión e-book como en papel en Amazon donde se realizan los pedidos, y se entregarán a la dirección indicada con la garantía que te ofrece esta plataforma. Aquí tienes el enlace.
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Para más información, en este mismo blog en la primera entrada del mes de diciembre de 2020, o en las misma página de Amazon.
[1] Etimológicamente,
psicología es el estudio de la psiquis o la ciencia del alma. El
auto-conocimiento recupera el término psiquis de su origen griego, el cual
aludía en un primer momento al soplo, hálito o aliento que exhala al morir el
ser humano, el mismo que se incorporaba en el recién nacido. De este modo, este
es considerado como el principio vital del ser humano. Este vocablo se asociaba
al alma y a la misma conciencia. Los romanos lo tradujeron por ánima. Por esta
razón, en este tratado los nombres: alma y psiquis, son referidos como
sinónimos.
[2]
Esta enseñanza se desvincula de los centros universitarios y de los foros
científicos tal como la psicología y sus diferentes escuelas. Esto es debido a
que esta disciplina trata de conocer la psiquis desde una perspectiva de la
conducta observable (psicología conductiva). Los campos de investigación se examinan
a través del contraste de hipótesis, del estudio y análisis de los datos que
facilita la experiencia que el investigador observa en los demás.
[3]
Definición en el diccionario Anaya de la lengua: Conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia,
de sus estados y de sus actos. Conocimiento detallado, exacto y real de algo. (Wordreference.com)
[4] “La
ilustración es la liberación del hombre de una puerilidad mental de la que él
mismo es culpable. Esta puerilidad significa la imposibilidad de servirse de su
inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa
no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse
por sí mismo de ella sin la tutela de otro”. (Immanuel Kant.
Filosofía de la
Historia. Cap. Qué es la ilustración)
[5] “Todo
individuo que se proponga mejorar y desarrollarse debe avocarse a la tarea de
reconocer su narcisismo y hacer el esfuerzo por superarlo”. (Erich
Fromm. El arte de escuchar, Págs. 194 y 195)
[6] "El
ser humano, considerado como persona, está situado por encima de cualquier
precio, porque, como tal, no puede valorarse solo como medio para fines ajenos,
incluso para sus propios fines, sino como fin en sí mismo; es decir, posee una
dignidad (un valor interno absoluto), gracias a la cual infunde respeto a todos
los demás seres racionales del mundo, puede medirse con cualquier otro de esta
clase y valorarse en pie de igualdad". (Immanuel Kant.
Metafísica de las costumbres)
[7]
Por ejemplo, si una persona injuria en hechos a otra, quien pierde la dignidad
no es el injuriado sino quien la profiere. La injuria es una acción injusta e
irrespetuosa por lo que es perseguida por la ley.
“El ordenamiento jurídico ampara el
respeto que merece toda persona humana por el hecho de serlo”. (Wikipedia, la enciclopedia libre.
Clave: Injuria)
Este texto ayuda mucho, explica con claridad aspectos relacionados con el conocimiento de uno mismo. Aconsejo que se lea detenidamente. Es muy lúcido.
ResponderEliminarMuy recomendable. He leído un par de publicaciones y al estudiarlo con detenimiento, se comienza a aplicar en la vida diaria desde el mismo instante que se aprende y aprehende.
EliminarCada vez que puedo, lo recomiendo a mi entorno.
Saludos!