viernes, 10 de septiembre de 2021

Unidad e individualidad en contraste con la pluralidad psicológica

 

“Quien siempre se cree uno, nunca será capaz de separarse de sus propios elementos indeseables. Considerará a cada pensamiento, sentimiento, deseo, emoción, pasión, afecto, etc., como funcionalismos diferentes, inmodificables, de su propia naturaleza, y hasta se justificará ante los demás diciendo que tales o cuales defectos personales son de carácter hereditario”. (Samael Aun Weor. “Psicología revolucionaria”. Cap. Observador y observado).

Introducción

En este texto se realiza un contraste entre la pluralidad y la unidad psicológica. Ambos términos describen realidades antagónicas del alma que el estudiante precisa observar dentro de sí mismo, advertir sus manifestaciones en la vida diaria, sus causas y consecuencias. El tema define ambos términos, y plantea una reflexión sobre los perjuicios que acarrea esta fragmentación de la psiquis en múltiples agregados psicológicos que la debilitan y alteran su naturaleza íntima.

Con la experiencia directa de la meditación, el estudiante advierte cómo sin intencionalidad ni control, surgen del subconsciente multitud de pensamientos que llegan a la pantalla mental. Muchos de ellos son incoherentes, o se relacionan con el pasado, una preocupación, un deseo…, cada ego tendrá una causa para emitir sus propios pensamientos, sentimientos, apetitos, etc. Este es un ejemplo vivo de la realidad de la pluralidad psicológica.

Esta pluralidad se define en el diccionario de la RAE como: “multitud, número grande de algunas cosas, o el mayor número de ellas; múltiple, que se presenta en más de un aspecto”. Esto significa que pluralidad se refiere, tanto a lo cuantitativo como a lo cualitativo.

La pluralidad en sí misma no comporta necesariamente un aspecto negativo. Por ejemplo, en democracia la pluralidad y la diversidad de opinión enriquece el debate político, social, etc. De hecho, la acción humana es plural en diversos campos como: la cultura, el arte, las creencias religiosas, la economía, etc. La misma naturaleza es diversa, múltiple en su expresión. En contraposición, la pluralidad no se halla en el ámbito de lo singular, la unidad, la integración, la concreción, etc. La cuestión es que la realidad es singular, se procesa en el instante; los hechos son únicos y soberanos.

“El principio de unicidad explica que cada suceso, cada evento tiene la característica de su singularidad, de su particularidad”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: unicidad).

Esto significa que su aprehensión es igualmente singular, inmediata, y original. La realidad o la verdad de toda situación es siempre una. Esto invita a la reflexión, pues múltiples versiones sobre un evento, indica que este no se comprende íntegramente. Por ejemplo, esto ocurre cuando surge un problema, y se despliegan varias alternativas, pero ninguna se intuye como la solución óptima. Uno no debe olvidar que la conciencia aprehende la realidad, en cambio, el intelecto piensa, emite, conceptos sobre los hechos. Cada opinión definirá con más o menos acierto la verdad de un acontecimiento. No obstante, la realidad es una experiencia directa, la cual se vive con la conciencia, la vida es un descubrir, un despertar a su verdad intrínseca. Por esta causa, el sujeto precisa preservar su objetividad, su conciencia libre, en cada momento.

“Cada situación se diferencia por su unicidad y en todo momento no hay más que una única respuesta correcta al problema que la situación plantea”. (Viktor Frank. “El hombre en busca de sentido”. Cap. La pregunta por el sentido de la vida).

Por otro lado, el ser humano disfruta de un organismo, lo que le atribuye una unidad física, la cual se traslada, igualmente, al ámbito psicológico. Sin embargo, esto no se corrobora en los hechos. En el plano interno, la persona no goza de unidad psicológica ni de una individualidad integral. Cualquier persona puede observar en sí mismo y en los demás, múltiples facetas psicológicas que entran en conflicto dentro de su espacio interno. El individuo desea algo y su contrario en un mismo instante. Por ejemplo, quiere salir con sus amigos, pero también quedarse cómodamente jugando con su videoconsola; desea comer lo que le apetece, pero no engordar; ansia tener pareja, pero disfrutar de la misma libertad que cuando estaba solo; actúa de modo inconsciente, imprudente, e inconsecuente, sin embargo, desea que los demás lo perciban como alguien responsable; anhela un empleo, pero no lo busca; quiere una licenciatura, aunque no estudia, etc. Existen infinitos ejemplos de actitudes contradictorias en un ser humano, las cuales son causadas por la fragmentación de su psiquis en múltiples intereses, deseos, voluntades, miedos… El caso es que esta complejidad, lucha íntima, lo hace sufrir y cometer errores, muchas veces con consecuencias graves.

Entonces, ¿de dónde nace esta percepción de que el sujeto es una unidad psicológica? Esta sensación que se arraiga como una firme idea en la mente de cada uno, se fundamenta en la evidencia del organismo y la personalidad. Este vehículo de expresión, aunque también se halla dividido en distintos roles, canaliza las manifestaciones del subconsciente y todas las influencias recibidas del exterior. La personalidad define el segundo estado de conciencia, corresponde a un falso centro de gravedad psicológico, por la cual se instaura una identificación crónica. En consecuencia, este factor es manipulado por la inconsciencia, y solo en la Esencia libre es donde reside la singularidad, y germen de la auténtica individualidad del ser humano.

“…la personalidad, el “yo”, da la impresión de ser una entidad unificada, pero si hacemos que sus actividades se detengan percibiremos que no se trata de una entidad unificada sino de algo formado por deseos y búsquedas antagónicos y separados. Estos deseos, esperanzas, miedos, y alegrías separados es lo que conforma la personalidad”. (J. Krishnamurti. “Dichos de Krishnamurti”. Cap. Personalidad).

Así mismo, no confundir la pluralidad con la diversidad. Gozar de “diversidad de acción justa” es disponer de recursos de inteligencia, y una variedad de herramientas psicológicas adecuadas para resolver adecuadamente una situación dada. La diversidad de acción recta aparece exclusivamente, si el sujeto atrae un estado de conciencia superior, y depende del evento y sus propiedades. Como cada circunstancia es única, precisa de una respuesta única, autónoma, inédita, y objetiva basada en la realidad causal y contextual. En cambio, la pluralidad psicológica, nace desde la identificación, repite actitudes ante las dificultades a través de una conducta estereotipada. El ego crea recurrencia, hábito, por lo que afronta los escenarios desde lo aprendido, de modo mecánico, sin reflexión cabal sobre los hechos en el instante que se procesan.

Desde la perspectiva del autoconocimiento en el ámbito psíquico, el sujeto es un ser pluralizado, cuyo origen se debe al embotellamiento de la Esencia. La división de la Esencia y su encarcelamiento en distintas estructuras mentales, son las que erigen el factor ego. La característica principal del ego, mí mismo, yo, es que concreta la pluralidad en la psiquis de la persona. El agregado o el elemento subjetivo es una entidad psicológica autónoma y múltiple en su constitución. Esta realidad interna causa un enorme perjuicio al ser humano debido a que, en muchas ocasiones, este actúa sin coherencia; es contradictorio; no asume la responsabilidad de sus errores; no sabe exactamente porque procede de un modo, y no de otro; etc. La pluralidad psicológica es la causa de la falta de sensatez, continuidad de propósitos, perseverancia, atención…, del individuo; genera una voluntad débil, frágil, y dividida; comporta complejos conflictos internos entre los centros… Todos son efecto de cargar en el subconsciente múltiples egos que personifican nuestros defectos y carencias de tipo psicológico. En el siguiente punto se profundiza en la expresión de esta pluralidad íntima en la existencia.

La pluralidad psicológica en la vida cotidiana

El subconsciente es el asiento psicológico del ego, y en su parte más externa se halla la personalidad, ambos gozan de una estrecha relación. Así mismo, la identificación es una energía que emana de esta zona desconocida de la psiquis. El “yo” la impulsa de forma intensa hacia las capas exteriores de las funciones del organismo; la personalidad lo hace de modo crónico, más leve y continuado, en consecuencia, imperceptible para quien se inicia en estos estudios. Ambos determinan el primer y el segundo estados de conciencia respectivamente, la hipnosis y el sueño. La pluralidad psicológica se expresa a través de la personalidad del individuo. Por esta razón, el alumno es capaz de observarla directamente, y, en muchos casos, también es visible por los demás. El descubrimiento de esta multiplicidad debe ser objeto de meditación para ahondar en sus causas, y la comprensión nos libere de sus consecuencias. Estas actitudes que se comentan a continuación son ejemplos orientativos de la pluralidad psicológica, los cuales pueden ayudar al estudiante en su trabajo para percibir cómo se exterioriza.

La preocupación: esta reacción típica que surge cuando uno ignora, duda o recela, la solución a un problema o una dificultad, se levanta en la mente del sujeto debido a un conflicto interno. La situación física no se aprehende suficientemente, entonces, se piensan diferentes opciones, pero en realidad, ninguna es determinante. Si alguna lo fuera y la persona la adoptaría, la llevaría a la acción, y daría respuesta al problema. En este caso no habría preocupación, en cualquier otro, la mente produce una ronda de disyuntivas que van sucediéndose con sus pros y contras. La psiquis del individuo se convierte en un campo de batalla, debido a que las opciones encadenan pensamientos recurrentes, densos, y antagónicos. A su vez, la función emocional se crispa. Esta división de la psiquis en varias alternativas, produce una lucha dentro del espacio psicológico del individuo, impide la toma de decisiones, y la daña íntimamente. La pluralidad psicológica proviene del hecho de que cada opción es sostenida por un ego o rol de la personalidad. Cada elemento subjetivo posee su forma particular de enfrentarse al problema, sus propios intereses, deseos…, visión de la situación. Cada “yo” atrae su voluntad para conseguir la supremacía sobre los demás, de modo que la personalidad actúe según sus criterios.

En cambio, si el individuo goza de una individualidad integral meditaría sobre el evento físico o problema. Solo si uno disfruta de silencio mental y concentración, la solución es intuida con la conciencia por los hechos en sí mismos. La unidad psicológica recupera los valores de inteligencia para dar respuesta a las situaciones de la existencia. Otro método a seguir en la resolución de problemas es, concentrarse sobre cada una de las alternativas; observar en silencio quién o qué ego, la causa; e intuir sus efectos de modo que pueda ser descartada o adoptarla. En muchas ocasiones, la respuesta a un problema complejo no es la que más uno aprecia[1].

La falta de decisión: esta vivencia se relaciona con la anterior. Aunque, no siempre es por un problema concreto, sino por miedo, recelo…, o desconfianza en sí mismo a actuar, a pesar de advertir la respuesta al hecho, y su ejecución. En esta ocasión, la división fruto de una multiplicidad psicológica, origina una pugna entre hacer lo que se debe, y la parálisis provocada por un ego o un rol. Esta situación crea emociones negativas, confusión racional, malestar general. En muchos casos, se espera demasiado tiempo para obrar, lo que conlleva un error en sí mismo. Esta dicotomía de actuar o no, es una evidencia en sí misma de un dualismo mental provocado por diversos elementos subjetivos que el sujeto precisa descubrir.

La contradicción: desear, decir, hacer…, algo y su contrario en un mismo periodo de tiempo. La incompatibilidad de los deseos, los intereses, las apetencias, las metas…, es una constante en el ser humano. A los ejemplos expuestos en el punto anterior se pueden sumar estos otros. Muchas parejas, amistades se odian y quieren simultáneamente. Un padre corrige a su hijo para que no levante la voz a su madre, pero él lo hace con su mujer, incluso delante del niño. Muchas madres son dichosas que sus hijos ingresen en la universidad, o que estudien en otro país con una beca, pero también se sienten tristes e infelices porque es más autónomo, vive lejos de casa, etc. La gente no tolera las mentiras de los demás, aunque muchos de ellos lo hacen con asiduidad.

“Pero hay contradicción, generada por la estructura psicológica de la sociedad en la que vivimos, dentro de cada uno de nosotros siempre hay conflicto, lucha, consciente o inconsciente, y siento que hasta que toda esa estructura psicológica no se comprenda del todo y se trascienda, no será posible vivir una vida de plenitud, ni comprender aquello que está más allá de la mente”. (J. Krishnamurti. “Reflexiones sobre el ego”. Cap. El orgullo / La ambición).

En las relaciones humanas, también existe contradicción, las personas sostienen sobre un mismo tema, opiniones diferentes dependiendo de con quien hablen. La discordancia de la psiquis se produce normalmente, porque el individuo vive identificado con el último ego que se halla en la mente, estimulado por las impresiones o un escenario. Muchos hijos fueron bien cuidados, queridos, asistidos…, durante toda su vida por sus padres; no obstante, unas cuantas divergencias en la edad adulta en algún asunto hace que el hijo olvide todo lo positivo, solo tenga presente esas vivencias, y se concentre en los reproches. Esto mismo ocurre entre amigos, parejas, hermanos, etc. En muchos ámbitos, la contradicción es un modo de afrontar la realidad. Esto puede evidenciarse en la política, la justicia, las distintas administraciones gubernamentales... Desde hace años, se habla de cambio climático, urgencia en adoptar medidas, firmas de tratados, pero las iniciativas son escasas; hay muchos discursos, sin embargo, pocos medios. Esta carencia de correspondencia en la psiquis del ser humano es asidua, común, infinita en número, y posible debido a su pluralidad psicológica. En este sentido, es conveniente observarla cuidadosamente para aprehenderla en la vida cotidiana. El alumno percibirá que detrás de la contradicción, y los antagonismos se esconden un conjunto de elementos subjetivos que le conducen a la identificación. De modo que este piense, sienta, hable, y obre sin reflexión según las apariencias, la conveniencia del momento, el cambio de parecer circunstancial, etc. Podrá percibir sus propias contracciones, y quien las origina dentro de sí, del mismo modo que las capta en los demás.

La carencia de continuidad de propósitos: este aspecto de la personalidad es uno de los efectos de la multiplicidad de la psiquis. Ocurre cuando un ego o un rol asume de palabra una actividad, propone ayudar a una persona, sostiene una causa, realiza una tarea, asiste a un curso, etc. No obstante, al poco tiempo se olvida de lo dicho, de su deseo, del acuerdo, de la palabra dada, o simplemente ya no le interesa, etc., y no se concreta en la acción. Esto significa que el factor psicológico que se comprometió, desapareció de la personalidad, y se sumergió en el subconsciente, entonces, ya no hay quien cumpla con lo convenido. Esto sucede en muchas ocasiones en nuestra existencia, sea como víctimas o actores de esta falta de continuidad de propósitos. ¿Cuántas veces se inician actividades con la firme intención de acabarlas, y poco a poco, se diluyen, y uno pierde el interés, la voluntad? Esto acaece con asiduidad en el ámbito de la meditación y del autoconocimiento. Al poco tiempo de iniciar un curso, llaman con gran interés, y aportan una gran cantidad de argumentos para que sean admitidos fuera de plazo, necesitan estos conocimientos, imploran, etc. Una vez incorporados raros son los que no lo dejan a las pocas semanas. Las personas se identifican con una actividad, se apuntan a yoga, al gimnasio, aprender un idioma, un grupo de lectura, cuidar una mascota… Sin embargo, la carencia de fortaleza de la voluntad y la pluralidad psicológica hacen mella, y dispersa los propósitos de la falsa personalidad. ¿Qué ocurre con el trabajo interior? Así mismo, ¿Cuántos individuos se proponen dejar de fumar, abandonar un hábito, adquirir un estilo de vida saludable, leer más, realizar ejercicio físico…? Algunos sujetos lo consiguen, aunque otros muchos no son capaces de superar los impedimentos que la pluralidad psicológica interpone desde el subconsciente.

Los roles de la personalidad: toda persona realiza un ejercicio de adaptación al entorno donde se desempeña una labor, adquiere una responsabilidad…, se desarrolla como sujeto en la interrelación con los demás. Estos escenarios, teatros, también llamados en psicología marcos de referencia establecen en la personalidad uno roles para afrontarlos convenientemente. Estas estructuras psicológicas pueden definirse como lógicas; es razonable que, a diferente escenario, diferente comportamiento. Es de sentido común que la actitud en el hogar sea distinta en el empleo, igualmente, otra con los amigos, etc. De esta manera, la personalidad responde según las circunstancias, y las necesidades del entorno. No obstante, la cuestión es que todos los roles de la personalidad de un sujeto poseen valores discordantes en cada caso, no disfrute de un centro coherente, integrador, ni de los mismos principios. Por ejemplo: en casa, un individuo se comporta con ternura, con sus amigos, generoso, pero en la empresa de su propiedad, los empleados sufren su tiranía, la conducta con sus competidores se fundamenta en la desconfianza, el engaño, el espionaje, etc. Así mismo, ocurre en muchos noviazgos, la pareja muestra una cara, actúa desde un rol de amabilidad, enamoramiento, respeto, ternura, dedicación, atenciones, cortesía… Sin embargo, una vez casados, compartiendo el mismo techo todos los días, poco a poco, ambos muestran otro rostro, más real, y que no siempre es igual de agradable. Los roles de la personalidad demuestran como todo individuo es plural en su constitución psicológica, y que cada uno de ellos es una careta distinta que le impide el equilibrio. Este tema se desarrollará más adelante en el curso.

El desequilibrio de los centros: otra consecuencia de la pluralidad psicológica es la conflictividad o la discordia que, en muchos casos, se crea entre los tres cerebros del sujeto. Ocurre que el centro emocional origina sentimientos, estados de ánimo…, que la función racional no acepta y reprime, incapaz de admitir intelectualmente. Por la mañana, el centro racional piensa que hay que levantarse temprano, pero el emocional no obedece, ni tampoco el centro motor, y se queda dormido. En otro momento, la emoción desea declarar sus sentimientos a otra persona, aunque la función racional lo impide al centro motor. Una persona anhela decir la verdad de un hecho, pero, por otra parte, la cabeza lucha consigo misma, quiere y no quiere, porque las consecuencias pueden perjudicarle a él, aunque si no lo hace, el dañado será un inocente. Existen una infinitud de situaciones donde la persona batalla consigo misma, entre hacer lo correcto, o no hacer nada; mentir o decir la verdad, o acomodarla según el interés personal; actuar con falsedad o con hipocresía…, todas estas actitudes provienen de una división de los centros, debido a que cada uno está controlado por egos distintos. Es conocido que, en la bolsa, las inversiones se mueven entre la ambición de ganar, y el miedo a perder. Esto acaece en todos los juegos de azar. Estos escenarios generan emociones negativas que se combaten mutuamente, y la persona sufre, entra, en una guerra consigo misma. En consecuencia, la personalidad se halla en un desequilibrio emocional, padece de estrés, de agotamiento, de cambios de humor según cambian los acontecimientos. Mucha gente que acarrea una adicción se debate entre el consumo y dejarlo, no tienen paz. Cuando consumen se sienten culpables de seguir haciendo lo mismo, algo que por un lado desean, y, por el otro no, quieren huir. Cuando vence la parte que no quiere consumir, entonces, no piensan en otra cosa, sufren igualmente; esta división psicológica es una aflicción sin fin, un verdadero infierno.

Hay sujetos que tienen una vida, pero les gustaría vivir otra, no aprecian lo que disfrutan, tampoco emprenden iniciativas para alcanzar lo que anhelan en su corazón. Estos individuos siempre se quejan de su existencia, de los demás, y de la poca suerte que le acompaña. No obstante, estos no hacen nada por cambiar internamente, esperan que los demás lo hagan; que la vida, así porque sí, se transforme y les aporte un beneficio. Una actitud simplista que denota una carencia de reflexión íntima a causa de un estado de conciencia disminuido por tanta fragmentación de la psiquis.


“Ahora vamos entendiendo el por qué hay tantas contradicciones entre los seres humanos... Si nos pudiésemos ver en un espejo de cuerpo entero tal como somos quedaríamos horrorizados de sí mismos. Nosotros tenemos dentro legión de yoes; no un yo, tenemos muchos yoes. Nosotros somos, dijéramos, marionetas movidas por múltiples entidades desconocidas. (Samael Aun Weor. “Cátedras I”. Cap. 9).

La pluralidad psicológica es un veneno que se infiltra en la sangre por medio de la identificación. Esta realidad interior precisa ser observada cabalmente, y descubrir los auténticos protagonistas de estas vivencias que trastornan la personalidad del individuo, lo fragilizan. Todo ser humano se halla bajo el yugo de esta multiplicidad psíquica, que lo lleva de un lado a otro de la dualidad, tan pronto se halla satisfecho, alegre, por un evento, y al poco tiempo, por una desavenencia con la pareja, se halla enfadado, infeliz, incomprendido. La pluralidad psicológica genera desorden, desequilibrio y discordia en la existencia, las relaciones humanas y consigo mismo. Divide las funciones para depositar sufrimiento, hipnosis y sueño de la conciencia. Todo individuo precisa ser coherente en el modo de pensar, sentir y obrar; establecer una línea o una referencia objetiva e inteligente, que le permita afrontar las incidencias de la vida con la garantía de sobrepasarlas dignamente.

La carencia de responsabilidad: ¿Cuántas veces nos comprometemos a algo y después de pasado un tiempo perdemos interés por cumplir? La responsabilidad[2] es un atributo relevante en la existencia. Nace de la aprehensión de la realidad, tanto interna como física. Este atributo se vincula con las necesidades propias, el entorno, las relaciones humanas y consigo mismo; es una ética, una actitud ante la vida. Ser responsable es integrar la auténtica realidad de lo que uno es como alma en la existencia. El autoconocimiento enseña que todos los seres humanos requieren emancipar su “centro único de responsabilidad ético”, el cual se relaciona íntimamente con la autoconciencia. Poseer responsabilidad es disfrutar de sensatez, una Esencia madura es responsable de lo que es, y de lo que precisa realizar en la vida. Esta facultad se concreta, poco a poco, con la individualidad integral, cuyo centro gravedad es la conciencia. La carencia de responsabilidad es una falta de comprensión, inteligencia práctica, que proviene de la pluralidad psicológica. Cuando uno da su palabra y no la cumple se aleja de sus propios valores de Ser. Es muy común hablar sin asumir la importancia del verbo, y sus implicaciones. Un ego se compromete, pero después en el momento de respetar lo convenido, desaparece ante otro “yo”, el cual nada tiene que ver con lo dicho. No obstante, todo individuo exige a los demás que sean responsables, aunque él no lo sea. La responsabilidad acarrea respeto a uno mismo, al prójimo, el medio ambiente, los roles que la vida le asigna: ser madre o padre, hijo…, la función que desempeña en la empresa, etc. Sin embargo, la pluralidad psicológica se lo impide, porque el subconsciente no entiende, ni desarrolla este valor humano, y cuando lo práctica, normalmente es a cambio de una compensación. El ego actúa por interés, por un beneficio, una consideración, una necesidad…, el alumno precisa observar sobre qué bases edifica su responsabilidad. El trabajo interior sobre la pluralidad psicológica implica el esfuerzo consciente por iniciarse en adquirir responsabilidad en la existencia. El individuo no precisa recompensas para emancipar este atributo, porque este es parte de su constitución anímica. La Esencia es responsable en todos los ámbitos que le corresponde por naturaleza, y su carencia nace de su encarcelamiento. Despertar a esta realidad es una de las tareas que urge a todo ser humano para liberarse de su propia ignorancia, y complejidad. Cuando uno falta a sus compromisos, no efectúa aquello que le corresponde en dignidad y conciencia, entonces, quedan sin hacer, o los asume otra persona. Esto complica su existencia, y la de nuestros semejantes, familiares, o compañeros. De este modo, decepciona a las personas que le rodean y quiere.

Así mismo, responsable es asumir los errores que uno comete, afrontar con franqueza las consecuencias de sus actos, y no esconderse detrás de la mentira, la simulación, o la falsedad. Esta facultad propia del Alma Humana acarrea la luz de la verdad, y del coraje. La responsabilidad te coloca frente al espejo, y a aceptarse tal como uno es; constituye una toma de conciencia, un despertar; deja caer la máscara que uno lleva puesta, rasga la apariencia que uno desea reflejar ante los ojos del prójimo. Tanto los engaños a sí mismo como a los demás, encubriendo las propias obras y sus consecuencias, son una grave equivocación de la conducta humana. Pretender eximirse de las responsabilidades de sus actos, y del perjuicio causado a otra persona o un colectivo, es ignorancia. Los principios de la ley de Causa y Efecto[3] no pierden la referencia de la realidad de las obras de una Esencia, uno engaña al mundo, pero no a su conciencia, ni a la Ley de Causalidad, aunque él no las perciba. Esforzarse en falsear la verdad, es solo adulterar la naturaleza intrínseca del alma. Esta actitud que uno practica en un momento dado, refleja el dualismo mental y la pluralidad psicológica que la utiliza, atrae lucha interna. En ciertas ocasiones, una parte de la psiquis quiere asumir la acción y sus efectos, mientras que la otra parte, no. Esta división interna hace padecer al individuo, crea preocupación, estados emocionales negativos, tensiones en las relaciones, etc.

El “doble rasero”: es común en el ser humano disponer de una doble vara de medir, la cual se usa según la conveniencia, el interés, la circunstancia, etc. La gente censura las actitudes de los demás que, en muchos casos, ella también práctica; uno observa los defectos y las carencias de las personas que nos rodean, pero no los contempla en sí mismo; el sujeto corrige comportamientos ajenos, aunque él no rectifica sus propios errores; aconseja sobre cómo obrar a alguien, sin embargo, él no sigue sus propias pautas; uno reprocha acciones a los demás que uno mismo ejerce; se enfada por lo que le hace o dice alguien, no obstante, el individuo hace y dice lo mismo al prójimo; muchos alumnos exigen a sus preceptores la perfección, pero ellos no se la reclaman a sí mismo, etc. Este modo de ser, pensar, sentir, y obrar solapa hipocresía y falsedad, una de las características más relevantes de la personalidad. Todo ego censura, observa defectos, corrige, aconseja…, posee una visión unidireccional, solo advierte lo que ocurre fuera de él, es incapaz de verse a sí mismo. La atención que se origina en el subconsciente parte desde dentro hacia fuera, o viceversa, pero nunca simultáneamente en los dos sentidos. Por esta causa, la pluralidad psicológica es siempre subjetiva, solo percibe una parte de la realidad. Esto significa que, unas veces, es la inconsciencia quien conduce al fariseísmo, y otras, esta última es debido a la malevolencia, porque uno actúa presente a su carencia de ecuanimidad. En ambos casos, la falsa personalidad es arbitraria, se mueve entre el sueño y la hipnosis, y complica la existencia, tanto al individuo como a los demás.

La falta de entendimiento entre las personas: la multiplicidad psicológica crea una personalidad compuesta por un sinnúmero de deseos, miedos, voluntades, ilusiones…, cada uno fruto de un “yo”, en consecuencia, no se comprende a sí misma. En general, esta incapacidad de entendimiento consigo mismo, se extiende a todas las áreas de la vida humana. Las personas disfrutan de pocos amigos; hay escasa habilidad para resolver problemas cuando la solución precisa de la acción coordinada de varios sujetos; es difícil respetar la opinión ajena; en las conversaciones, la gente se interrumpe, cuando el interlocutor habla, paralelamente el oyente piensa su respuesta, y no escucha debidamente. Esta actitud es fuente de malentendidos. La mente de las personas está llena de ideas, prejuicios, recuerdos, experiencias, conocimientos… Esto en sí mismo no es negativo, sin embargo, a causa de la multiplicidad de la psiquis acarrea dos efectos:

1.   La mente saturada de consideraciones propias se cierra a lo nuevo, lo diferente, lo inesperado…

“…la acumulación exponencial de información nos inunda progresivamente la certeza de que cada vez es más difícil disponer de una visión equilibrada del conjunto, ni que sea de baja resolución. Como reacción está surgiendo una actitud de renuncia al conocimiento por desmotivación, por rendición, y una tendencia a aceptar de forma tácita la comodidad que nos proporcionan las visiones tópicas prefabricadas. Una falta de capacidad crítica, al fin y al cabo, que no es más que otra cara de nuestra creciente ignorancia”. (Antoni Brey. “La sociedad de la ignorancia”. Apartado. VII).

2.   La conciencia del sujeto no goza de suficiente discernimiento para distinguir lo que es relevante, prioritario, verdadero…, de todo lo que carga en la mente. Esta carencia de discernimiento se extiende a la misma existencia, las relaciones humanas, la lectura, la información que uno recibe de los medios, etc. Esto favorece la manipulación psicológica del individuo.

Esta realidad mental complica las relaciones humanas, y limita su capacidad de compartir sentimientos, ideas, opiniones, acciones…, en los distintos ámbitos de la vida. Un vaso lleno de agua, no puede abarcar una gota de agua más, se desborda, esto mismo le ocurre a la mente. Así mismo, si uno no discierne lo que es relevante, justo, verdadero, prioritario…, de lo que acumula en la psiquis, indica que no hay suficiente comprensión de los conocimientos adquiridos, ni cómo desplegarlos conscientemente. En muchas ocasiones, la gente discute sobre los aspectos secundarios de una situación, y se olvida de lo esencial. Estos dos factores no ayudan al entendimiento entre las personas. Por otra parte, la interpretación de las funciones en las relaciones humanas, también dificultan la comprensión. Uno habla con el corazón, pero el interlocutor recibe sus palabras con la cabeza; ocurre, igualmente, al contrario, se habla de modo racional, aunque el oyente las advierte con el centro emocional; esto mismo ocurre con el cerebro instintivo-motor-sexual; una dependienta es amable con un cliente, y este piensa que tiene plan, etc. Esto significa que los seres humanos se hablan, pero no se entienden. Esto es posible observarlo en nuestro diario vivir, en el terreno, político, social, familiar… El sujeto evidencia una carencia de corazón en las relaciones humanas. Muchos datos e información para llenarse de razones, y permanecer inamovible en sus posiciones mentales, dejando los puntos de conflicto en contiendas personales o colectivas. Pasan los años, y los mismos conflictos siguen sin hallar un punto de encuentro, de solución, valga de ejemplo el conflicto palestino-israelí.

“El griego Aristóteles (384-322 a.C.) le atribuyó al entendimiento la capacidad de leer dentro: cuando afirma que el entendimiento logra penetrar en la interioridad, captar aquello que tiene el Ser por sí mismo, es decir, la sustancia, el sustrato que permanece siempre único e idéntico a sí mismo, prescindiendo de las particularidades exteriores”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: entendimiento).


Conclusión

“Donde hay división debe haber conflicto”. (J. Krishnamurti. “Reflexiones sobre el ego”. Cap. El enojo).

La fragmentación de la psiquis aboca a una pobreza anímica. Cuanta más división se origina, la Esencia libre es cada vez más escuálida, y débil. La conciencia pierde autonomía, y se reducen, más y más, los valores de humanidad. Esta realidad interior reviste gravedad a causa de la miseria y la ignorancia que el sujeto carga en el plano psicológico y ontológico, cuyo efecto se acredita en los ámbitos personal y colectivo.

Una persona sin valores humanos sufre internamente de indigencia, porque es incapaz de ponerse en el lugar de los demás, más bien, practicará el egocentrismo. Entonces, toda su existencia girará en torno a su hedonismo, la busca de seguridad, la imagen que desea aparentar, es esclavo de sus miedos, ambiciones, o indiferencia. Una trayectoria por la vía horizontal llena de incertidumbre, viviendo a expensas del último ego que se halla en la máquina humana; sobre bases relativas de la personalidad que se hunden por su impermanencia, las cuales obligan al individuo a preocuparse de múltiples deseos, que dispersan su atención, y que no siempre son posibles satisfacerlos, lo que provoca frustración; o, inversamente, alegrías efímeras, cuyo recuerdo es el mejor cobijo donde refugiarse en los momentos de decepción y amargura.

En el plano colectivo, la humanidad se enfrenta a grandes retos. En este siglo, los desequilibrios en diversos frentes son demasiados importantes como para no verlos, ni tratar de corregirlos. El hambre, la desigualdad entre individuos y pueblos, el cambio climático, la contaminación, el agotamiento de los recursos naturales, la deforestación, la superpoblación, la pérdida de biodiversidad…, cualquier estadística sobre estas realidades es alarmante, tal como propagan amplios sectores de la sociedad. No obstante, los dirigentes de los estados, organizaciones mundiales de prestigio, científicos reconocidos…, se reúnen en múltiples foros, y convenciones. A pesar de las buenas intenciones, del amplio conocimiento adquirido sobre las materias que debaten, y de disponer de los medios para emprender soluciones concretas, no las firman. Estos gobernantes se topan con sus propias carencias, la pluralidad de intereses, la incapacidad de adoptar medidas impopulares, el miedo a perder poder, apoyo de multinacionales, seguidores, votantes… De este modo, los graves problemas siguen, y los jefes de estado, y de gobiernos cambian, pero la realidad psicológica de cada uno de ellos es idéntica. Se proclaman discursos, se prometen soluciones, se alcanzan acuerdos de mínimos que después se olvidan. La humanidad recorre un camino sin rumbo, no goza de una visión periférica ni integral de la situación, de modo que todos caminamos hacia donde nadie quiere ir. Esta realidad es el efecto de la pluralidad psicológica, la cual es la raíz de la irresponsabilidad, la ignorancia y del sueño. La dificultad se halla en hacerle comprender al estudiante que los estados de conciencia se mueven en las esferas más bajas del edificio del alma, porque su conciencia duerme. Cuantos más agregados psicológicos carga uno en la mente, más compleja se torna. La complejidad es sinónima de confusión, desorden, y desequilibrio. Esta condición íntima aumenta la incoherencia entre las funciones del organismo. El ser humano con la conciencia dormida en las múltiples identificaciones de la vida cotidiana, se sumerge en el subconsciente. Un laberinto del cual es difícil salir sin despertar o descubrir la causa real de este conjunto de actitudes que anteriormente se describen. Todas ellas son fácilmente advertidas en los demás, no obstante, pasan desapercibidas para sí debido a la amplia fascinación que acarrea de uno mismo. El sujeto otorga relevancia a lo material, lo artificial, lo inmediato, lo circunstancial…, pero se olvida del instante, y de sí mismo. Por consiguiente, vive la contradicción, el conflicto, la rivalidad, la competición, la comparación, la incoherencia, la arbitrariedad, la duda, el dualismo, la irresponsabilidad, etc. La pobreza espiritual se caracteriza por esta situación íntima, y está presente en la existencia de la persona sin ella percibirla. No aprende de sus errores, ni posee inquietud de enmendarlos; se queja de su vida, de sus carencias, limitaciones, condicionamientos, injusticias... Sin embargo, no aspira a cambiar en el plano interno, lo cual es factible; contrariamente, se empecina a querer cambiar a los demás o la sociedad. A pesar de acarrear una gran cantidad de problemas de relación, no se cuestiona su grado de responsabilidad en estos desencuentros; muchos disfrutan de una enseñanza que les instruye en el área de Ser y Saber, pero no la aprovechan, la contemplan con frialdad; la miseria interior está en que las Esencias no anhelan investigar qué o quiénes son, lo dejan todo en las manos de su falsa personalidad, de los estamentos acreditados por la tradición; etc. En consecuencia, la pobreza anímica conduce al ser humano a una vida infeliz, al error, y al padecimiento, cuya causa es la disgregación interna. La mente del ser humano es una medusa llena de pensamientos-serpientes discordantes que se desplazan de un lado para otro de forma divergente. Estos le impiden observar objetivamente la realidad que les rodea ni la que cargan en su interior. Todos los seres humanos precisan urgentemente cambiar esta situación psicológica. Para aspirar a una individualidad o una unidad psicológica integral, lo primero que el alumno necesita es aprehender esta verdad cabalmente. Después rebelarse inteligentemente a esta identificación continua a la que es sometida su Esencia libre. A partir de estas dos comprensiones asumidas con responsabilidad, se inicia la tarea en dos direcciones básicas.

  •  La aprehensión, y erradicación de la pluralidad psicológica.
  • Asentar el centro de gravedad psicológico en el trabajo interior, hasta fijarlo en la Esencia libre con el progresivo despertar de la conciencia.

Estos dos procesos complementarios son indispensables para disfrutar, poco a poco, de individualidad.

“Mientras no nos autoobservemos, viviremos en la ilusión de que somos uno y, en consecuencia, nuestra vida será equivocada. No es posible relacionamos correctamente con nuestros semejantes, mientras no se realice un cambio interior en el fondo de nuestra psiquis. Cualquier cambio intimo exige la eliminación previa de los yoes que llevamos dentro”. (Samael Aun Weor. “Psicología revolucionaria”. Cap. La individualidad).

Relación entre unidad psicológica y una verdadera individualidad

La unidad psicológica es un todo integral, se instaura en la persona como una individualidad[4], donde rige un centro psicológico único y singular atribuido a la conciencia. Esta unidad interior implica que el sujeto exprese en su vida cotidiana coherencia, autonomía, equilibrio y responsabilidad en los diferentes centros del organismo y su personalidad.

El diccionario de la RAE define unidad como: “la propiedad de todo Ser, en virtud de la cual no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere; singularidad en número o calidad”. El término individualidad se específica como: “cualidad particular de alguien o algo, por la cual se da a conocer o se señala singularmente”.

Estas descripciones encajan con el autoconocimiento, las cuales implican que unidad e individualidad son ambos sinónimos de sencillez, simplicidad, singularidad, no compuesto. En el plano psicológico, la unidad se encuentra en la Esencia; aunque muchos no perciben esta realidad dentro de sí mismos. En consecuencia, el centro de gravedad psicológico se halla en la personalidad. Individualidad es lo que caracteriza al Alma Humana, y todo sujeto precisa descubrirla y desarrollarla dentro de sí mismo. La unidad de la Esencia concreta su auténtica naturaleza, emancipa su Alma Humana, la cual desciende del principio espiritual inherente[5] a ella, este constituye su “Realidad Ontológica”. Al comienzo de los tiempos, la energía que dio a luz al universo era una[6].

“Michio Kaku[7] (1947) ha señalado cierta paradoja en la denominación "Big Bang" (gran explosión): en cierto modo no puede haber sido grande ya que se produjo exactamente antes del surgimiento del espacio-tiempo; habría sido el mismo Big Bang lo que habría generado las dimensiones desde una “singularidad”. Y tampoco es exactamente una explosión en el sentido propio del término, ya que no se propagó fuera de sí mismo”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Big Bang).

Una vez se inició la expansión de esta “energía ignota y singular” comenzó su transformación dentro de sus propios parámetros: tiempo, espacio, y principios o leyes fundamentales, hasta alcanzar el universo conocido. El plano ontológico de cada ser humano es un reflejo de este mismo modelo, pues todos formamos parte de este universo[8]. El Ser como principio espiritual es uno, y el Alma Humana se expresa como una individualidad. Sin embargo, en estos momentos, tanto la individualidad como la unidad, están disgregadas en un alto porcentaje en la mente. Por esta causa, el Alma Humana se halla dividida en Esencia libre y Esencia Embotellada. Esta última origina la pluralidad psicológica, y el subconsciente. No obstante, todos los atributos, los principios, y las facultades presentes en la singularidad o la unidad de Ser, se hallan latentes en la Esencia libre de cada persona. En efecto, todos los valores humanos del sujeto preservan una naturaleza común, y convergen en una unidad múltiple perfecta, integrada en el principio inteligente o conciencia.


Todos los seres humanos son semejantes, no idénticos. Del mismo modo, todas las Almas Humanas son semejantes, pero no iguales, y lo mismo se puede decir de cada Ser. La unidad o la individualidad ontológica precisa incorporarse en el plano psicológico. Si, físicamente, cada ser humano es una unidad, si su realidad espiritual también lo es, entonces, el desorden, la complejidad, y la pluralidad se halla en la realidad psicológica. En esta época, la Esencia o la realidad ontológica es una abstracción[9], es decir, para la mente humana es un concepto. Sin embargo, el alma es una experiencia, la cual es directa, íntima, y personal. Si el ser humano conecta con su Esencia, entonces, la coherencia, la unidad, y la alineación de los tres planos de la realidad se restablece, mientras tanto, su psiquis es inconsistente. La base para edificar la propia individualidad está en la verdad de lo que uno es. La realidad de del alma está más allá de ser pobre, rico, empleado, parado, presidente, alto, bajo, mujer, hombre, adulto, niño, etc. Todo aquello que se refiere al plano físico, es circunstancial, pasajero, impermanente, y solo constituye una parte de la realidad del momento. Así mismo, la realidad humana, tampoco, se halla en ser bueno, malo, listo, insensato, prudente, impaciente, compasivo, intolerante, manso, farsante, santo, cohibido, fanfarrón, etc. Todos estos calificativos corresponden a distintos estados de la psiquis, de conciencia, son transitorios; describen una realidad interior en un instante dado, pero no son toda la realidad de lo que cada uno es. Más allá de lo físico, y de lo anímico, está la verdad primera, única, última, profunda…, pero también desconocida. La realidad espiritual se halla distante del ser humano, porque él está lejos de su Esencia. Esta lejanía o separación se debe a que uno no se conoce a sí mismo.

Esto significa que, si el alumno fija su centro de gravedad psicológico en su Esencia, y adquiere suficiente conciencia, paralelamente, disfrutará de orden, equilibrio, y armonía en todo su Ser; así mismo de una personalidad equilibrada y pasiva. La individualidad consiste en instaurar firmemente en el centro o el núcleo psicológico de la mente, el porcentaje libre (+/- 3%) de Esencia, y aprender a aislarse de todos los “yoes”, que continuamente lo asaltan. Para conseguirlo, el estudiante precisa activar su conciencia[10], despertarla, aprender a usarla, y a colocarla en todos sus hechos, pensamientos, sentimientos… Entonces, se conocerá a sí mismo; aprehenderá que sus dificultades en la existencia, las relaciones humanas, consigo mismo…, se deben exclusivamente a su estado interior, a su multiplicidad psicológica, y al sueño de su conciencia. De esta revelación, proviene el anhelo real del trabajo interior para recuperar la unidad de Ser y su individualidad, crear un centro permanente de conciencia.

La labor sobre la pluralidad psicológica

Anteriormente, se enumeraron dos tareas básicas.

1.      La labor sobre la pluralidad psicológica consiste en observar cómo el ego surge del subconsciente en cada una de sus manifestaciones. Las puertas que dan acceso al “yo” a controlar la mente por medio de la identificación, son dos:

  •  Las proyecciones.  
  •  Las impresiones.


Las primeras son internas a la propia mente: los recuerdos, la fantasía, todo aquello que se halla en la memoria de los centros. Las segundas tienen un origen exterior: los estímulos recogidos por los sentidos, los cuales llegan en forma de impresiones a la mente.

Trabajo concreto: el estudio del agregado psicológico se descompone en varios apartados, que se desarrollarán en una monografía particular. Aquí solo se nombran los pasos esenciales:

a)  Centrarse en advertir estas dos puertas, las cuales le permiten salir al “yo” del subconsciente, e invadir las distintas funciones del organismo. En este sentido, la personalidad es una cooperadora necesaria, debido a que el factor Esencia, se halla con la conciencia dormida, en el segundo estado, Pistis.

b)  Esta invasión se realiza por medio de la identificación, la fascinación, y la hipnosis.

c)  Lo que queda a merced del ego son: la Esencia libre que queda hipnotizada, y los centros de la máquina humana.

d)  Una vez que el “yo” se adueña de los centros, entonces, piensa, siente, y actúa. La obra de cualquier elemento subjetivo es equivocada por definición a causa de su naturaleza inconsciente, la cual acarrea consecuencias negativas.

La tarea sobre estos puntos da como resultado la compresión del ego. En la medida que el alumno renuncia a este factor, y lo elimina de la psiquis, la pluralidad, el subconsciente, disminuyen en tamaño y fuerza. Paralelamente, la unidad de la Esencia y de la conciencia aumentan, así como aflora su individualidad verdadera.

2.      No obstante, este trabajo psicológico precisa todo lo que se ha apuntado en distintos temas sobre la conciencia[11], porque es esta facultad quien lo realiza:

  • Aprender a manejar la atención, y dividirla en los dos ámbitos de la realidad. Esto facilita su despertar.
  • Preservar su autonomía. Lo que se vincula a la capacidad de aislamiento interior.
  •  Usarla intencionalmente. Esto precisa anhelo de conocerse a sí mismo.
  • Colocarla en el lugar donde requiere su presencia. Lo cual se fundamenta en la necesidad anímica de comprender.

Cuando la conciencia despierta, aprehende la realidad en algún grado, entonces, esta se ilumina, es decir, se expande, inspira, intuye.

Trabajo general: Por otro lado, trabajar la pluralidad interior significa iniciar la observación de sí mismo en la vida diaria para advertir todos los procesos mentales descritos como son:

La preocupación, la falta de decisión, la contradicción, la carencia de continuidad de propósitos, los roles de la personalidad, el desequilibrio de los centros, la carencia de responsabilidad, el doble rasero, la falta de entendimiento con los demás, etc. Todas estas reacciones o lagunas psicológicas que se procesan en la personalidad, son una oportunidad de descubrimiento para quien anhela conocerse a sí mismo. Todas ellas surgen del subconsciente junto a la identificación, y son el efecto de la actuación de un ego en los centros. ¿En qué consiste la tarea? Respuesta: la atención plena los detecta, si uno la preserva, se separa, o la aísla de la actividad del “yo”, podrá usar la conciencia. Entonces, el sujeto observa sin olvidarse de sí mismo cómo el agregado psicológico piensa, siente, e impulsa la voluntad hacia una acción concreta. Colocar la conciencia en la función racional, es contemplar los razonamientos, sus asociaciones…; fijar la conciencia en el centro emocional, es advertir la naturaleza de las emociones; colocar la conciencia es aprehender cómo el ego, desde atrás, controla todo el proceso hasta impulsar la acción según sus patrones. De este modo, la Esencia conoce su propio mundo interior, de cómo funciona la mente. Por ejemplo, el alumno descubre que, en un momento dado, el ego que se manifiesta es la impaciencia, poco después, la intolerancia, al rato, el rencor, finalmente, el miedo por la reacción del interlocutor. En todas las reacciones estereotipadas de la multiplicidad psicológica, la personalidad es arrastrada por los sucesivos “yoes”. Ocurre que, una vez desvanecido el hipnotismo del escenario, el sujeto se halle confuso, la noción de lo sucedido sea vaga, imprecisa, no recuerde exactamente que dijo, hizo, respondió, etc.

Colocar la conciencia cuando uno la necesita, hacer un uso adecuado de esta facultad aporta comprensión de uno mismo, y de la existencia. Con esta labor, el individuo aprende, y si renuncia a estos elementos subjetivos, atrae equilibrio, sensatez. La autoconciencia es inteligencia práctica, la cual se despierta con su uso. Cuando la mente desea algo, pero no impulsa el esfuerzo que se precisa para conseguirlo, la persona se halla en una contradicción. Si un estudiante quiere cambiar ciertos patrones, actitudes que considera equivocados, y no los observa para comprenderlo, entonces, este experimenta una incongruencia. Un ego quiere cambiar, pero otro “yo” no quiere hacer nada para conseguirlo, es decir, aparece la división, y, por lo tanto, el conflicto interno. Sin la práctica de la autoobservación, esta realidad pasa desapercibida en la creencia de que uno posee individualidad; y que todas estas decisiones son fruto de un mismo factor psicológico, la personalidad. El ser humano se autoengaña tantas veces que considera la contradicción una manera de ser, aunque no sea tan tolerante con las inconsistencias de los demás, si le originan un perjuicio. De todos los procesos mentales subjetivos se pueden extraer las mismas conclusiones. La carencia de responsabilidad disfrazada de olvido; escusas, miedo…; la falta de definición en ciertos ámbitos, o la carencia de continuidad de propósitos; la lucha entre centros, el emocional desea algo, pero la cabeza duda, recela; o, al contrario, el cerebro desea, se hecha para adelante, quiere hablar, hacer, aunque la emoción lo bloquea; y así sucesivamente. La utilización por parte del agregado de los dobles parámetros, es decir, sobre un mismo hecho, proporcionan diferentes versiones según convenga; juzgar el mismo evento de modo distinto dependiendo de la persona o institución que lo efectúa[12]; etc. La dualidad mental es una base firme de la multiplicidad psicológica. Para usar la conciencia es necesario despertarla, y preservar su aislamiento. ¿Cómo se despierta la conciencia? Respuesta: con la división de la atención, desarrollando su aspecto bidimensional[13]La tarea sobre las diferentes expresiones de la pluralidad psicológica es muy extensa, y se analizarán muchas de ellas en diferentes apartados. No obstante, el método aquí expuesto es elemental, necesario, y suficiente para empezar a despertar a esta realidad interior que está presente continuamente en nuestra existencia.

Unidad e individualidad, características

“Para mí, la verdadera expresión de la individualidad es esa inteligencia que se despierta cuando la mente se libera del entorno condicionante del pasado y del presente”. (J. Krishnamurti. “Dichos de Krishnamurti”. Cap. La individualidad).

La individualidad se ejerce desde el núcleo psicológico constituido por la Esencia libre, en ella se expresa, también, la conciencia. Cuanta más alma se libera por medio de la disolución del ego, mayor será el porcentaje libre de Esencia y conciencia que se integra, de modo que se dispondrá de mayor individualidad. En la existencia, esta facultad despliega los valores universales que son propios de toda Alma Humana. Esta actuación depende del ámbito circunstancial donde la persona se desenvuelve. A esta realidad física, el alumno responderá desde la individualidad de Ser en la medida que su centro de atención se ubique en la Esencia libre, y disfrute de un estado de conciencia superior. Esta respuesta será una acción recta, porque se determinará por un modo de pensar, sentir, y voluntad justa. No obstante, si el sujeto está identificado, entonces, la raíz de la reacción será un “yo”, y su naturaleza egocéntrica. ¿Cómo advierte uno su carencia de individualidad? Respuesta: a causa de la naturaleza de la reacción, la cual viene condicionada por la identificación. La verdadera individualidad es producto del aprendizaje que se produce en la Esencia libre en dos ámbitos:

1.  En cómo el alma afronta su realidad existencial, su modo de aprender de ella. Corresponde a la influencia que ejerce el plano externo, y de la conciencia que disfruta para gestionarla con las herramientas que dispone. Cada Esencia expresa en la vida su identidad intrínseca o Ser.

2.  Por otro lado, toda Esencia precisa desarrollarse en el plano interno. En estos tiempos, el ser humano acumula un alto grado de Esencia embotellada. El carácter con el que la Esencia libre afronta esta realidad, y el aprendizaje que acarrea su propia liberación constituyen otra expresión de su identidad verdadera.


Ambos progresos de la Esencia hacia la concepción del Alma Humana, e integración de todos sus atributos descubren la realidad espiritual del ser humano, es decir, su individualidad. Hecho que ocurre escasamente debido a que el núcleo de atención del sujeto es principalmente su personalidad, la cual es una consecuencia de su pluralidad psicológica. La unidad de Ser es indivisible, aunque se expresa en diferentes planos según las características de estos últimos. Estas distintas manifestaciones es lo que se ha definido en Cábala como desdoblamientos, partes, o esferas del Ser, las cuales son distintas cualidades o propiedades de Él mismo. Todas las facultades del Ser no son el Ser, porque la “unidad” es singular, irreductible, y el conjunto no es igual a la suma de sus partes. Cuando alguien siente, piensa, habla o hace algo, no queda dividido, ni física ni psicológicamente. La división no se procesa en el Ser, sino en la pluralidad de pensamientos, sentimientos, y acciones que contrastan en naturaleza. La fragmentación de la psiquis proviene de la mente, la cual recibe una influencia material, aparente; la Esencia se identifica con ella olvidando su origen, el Ser, y surge una voluntad paralela. De este modo, la Esencia se condiciona y se origina el ego. Cómo las constricciones a la “Auténtica realidad” son múltiples, entonces, la Esencia se embotella de modo plural. Cada ego o Esencia atrapada en las estructuras de la mente forman la pluralidad psicológica. Toda esta complejidad psicológica es el subconsciente, el no-Ser, ausencia de Ser, así hay carencia de: valores humanos, conciencia, voluntad, individualidad, etc.

Las características de la unidad son los atributos que alberga el ser humano a causa de su naturaleza ontológica, los cuales son universales a toda la Humanidad. Muchos de ellos se manifiestan en el niño de corta edad hasta +/- 5 años como son: la singularidad, la sencillez, la humildad, la belleza, la naturalidad, la espontaneidad. Otros atributos se despiertan juntos a la conciencia, el trabajo interior, y la eliminación de la pluralidad como son: equilibrio, voluntad, coherencia, integridad, entereza, equidad, etc. La unidad es el resultado de un proceso de integración, la cual se halla más allá de toda aceptación, o rechazo de alguna manifestación de la realidad. Integrar es un acto de comprensión de lo que ocurre, de un hecho, una acción humana o un colectivo en un momento dado. En las relaciones con los demás, la naturaleza, o la realidad de la vida, integrar exige una actitud cooperativa. Colaborar con los hechos, y actuar sobre ellos con conciencia y valores de humanidad; implica coherencia con la propia naturaleza anímica y ontológica, lo que significa que obra responsablemente según lo que uno es, y de lo que acontece. La colaboración es uno de los aspectos de la sensatez.

Integrar es: pescar de modo que no se esquilman los bancos de peces, y todas las generaciones puedan disfrutar de este alimento; gestionar la naturaleza con visión de futuro, de modo que siempre se dispongan de estos recursos, sin que escaseen, se deterioren o desaparezcan, extremo que ocurre en esta época. Integrar es ponerse en el lugar de los demás, escuchar sus opiniones, respetarlas, comprenderlas, aunque uno no las comparta. Cooperar en una situación que afecta a varias personas o a distintos colectivos, es reunirse, centrarse en los hechos del problema, sin otras consideraciones; y entre todos reflexionar en la resolución de sus causas, aportar estrategias, conocimientos, comprensiones, esfuerzo, adoptar una mente abierta, compartir decisiones, y responsabilidades. Integrar es aprender a sacrificar todo egocentrismo que divide personas, familias, sociedades, y naciones, y que maltrata a la naturaleza. Integración es unidad de acción. En el caso de un colectivo, aúna esfuerzos en la misma dirección.

“La acción une a los hombres. Las ideologías suelen separarlos. La acción te empuja a coger el arado con los demás, y enseguida haces amigos. En cambio, es imposible que todos los hombres se pongan de acuerdo en el terreno de las ideas. Al hablar de espiritualidad e ideología fácilmente creamos diferencias y controversias”. (Vicente Ferrer. “Encuentros con la realidad”. Cap. La acción buena).


En la cuestión individual, la psiquis precisa la misma receta, centrarse en la conciencia, permitir que guie la voluntad, y las funciones del organismo en el mismo sentido: el desarrollo anímico, y la resolución de dificultades con valores humanos. Individualidad es el hecho de converger, concurrir, en voluntad, pensamiento, sentimiento, y acción de modo coordinado, sobre la base de una organización psíquica. La conciencia, si disfruta de autonomía, proporciona esta disposición interna que aporta coherencia entre centros, y estos últimos con los hechos. Esta independencia de la conciencia, cuando el subconsciente se activa, es referencia de unidad, coordinación, organización, y un centro de gravedad psicológico autoconsciente. Esta labor de separación con respecto a la identificación es nuestra individualidad más factible, precisa ser reforzada, y desarrollada en detrimento de la multiplicidad inconsciente. Cuanta más individualidad, más conciencia de sí y de los demás. Así mismo, más conciencia de todo aquello que los seres humanos comparten como miembros de una misma familia, la cual es la humanidad. Por esta causa, individualidad no es individualismo, sino lo opuesto a esto último, es un afán de compartir, cooperar en lo esencial que conforma la vida humana y de toda aquella que nos rodea. La cooperación es sensata, muestra lucidez, es solar, un atributo de nuestra “Autentica realidad”, de la Esencia. La colaboración indica converger, integrar, construir…, es unidad, lo opuesto es dividir, separar, lo que es propio de la multiplicidad interior.

Contrariamente, la falsa personalidad es incapaz de contribuir en beneficio del conjunto, porque su perspectiva es egocéntrica. Esta se coloca en el centro de la realidad, de modo que todo lo que le sucede converge en ella. Este error es común de la personalidad humana, el sujeto crea este núcleo psicológico artificial donde todo lo demás gira alrededor de él, esto indica que se convierte en la referencia. Esta forma de reaccionar ante el entorno, también es propia del ego, y de la pluralidad psicológica, por esta causa el ser humano sufre de un proceso de disgregación. Cada ego se ocupa de lo suyo, de lo que desea y le importa, y solo coopera con los demás cuando eso también le reporta un beneficio. Esta actitud también se extiende a la personalidad, y a gran parte de la Humanidad. En esto consiste el individualismo. El proceso de integración nace de una conciencia de las tres realidades: física, psicológica, y espiritual. En la meditación, la unidad se expresa a través de la concentración. Esta disciplina proporciona el alineamiento de los centros a través de la relajación. La no actividad mental, es decir, del centro motor, el bienestar emocional, y, finalmente, el silencio interior, propicia el dinamismo de la conciencia, y su lucidez.

La unidad es silenciosa. El silencio es inagotable, reposa, está en paz, en equilibrio consigo mismo, es el estado inicial y final de toda creación, Ser, o realidad. El silencio imagina, se inspira, e intuye. Cuando el silencio se rompe, vibra, se mueve, habla, crea, se transforma. La voz del principio espiritual es silenciosa, no es una charla continua, de una o múltiples voces que agotan el alma. La voz del silencio es autoconciencia se expresa en los centros superiores, como sabemos de modo lacónico, sutil, liviano, no impone, ni insiste, ni se reitera. Tanto el silencio como la unidad, se rigen por el principio de la integración. La unidad de los valores de humanidad en el individuo lo dignifica. Esta unión vibra en un nivel superior de Ser, se alinea en el orden universal, y le aporta una dicha completa. La individualidad vive en el presente, en el momento actual, no carga deudas psicológicas en la mente por lo que le hicieron o no los demás. ¿Quién dentro de uno mismo, guarda celosamente su dolor? Respuesta: el subconsciente. El rencor, la venganza…, son estructuras creadas por el ego. Cada “yo” acarrea sus dolores, e incomprensiones, que salen a la luz cuando el escenario es propicio. El agregado psicológico es memoria, experiencia subjetiva acumulada, y complejidad, lo opuesto a la sencillez, y sensibilidad de la Esencia.

“No eres lo que piensas, pero lo que piensas, eres”. (Helena Blavatsky. “La doctrina secreta”).

La individualidad en el intelecto se manifiesta cómo el pensar por sí mismo y de decidir, tanto en los diferentes ámbitos de la existencia como del desarrollo interior. El aprender a pensar por sí mismo es uno de los objetivos del autoconocimiento, implica la emancipación de la conciencia, y del dominio de la mente. Este aprendizaje se realiza en el terreno de la vida práctica. Uno piensa por sí mismo cuando las ideas, los conceptos elaborados, y enseñanzas recibidas son confrontados a través de la experimentación directa con los hechos.

“El conocimiento surge de la experiencia humana, y es el resultado de contrastar la realidad con los conocimientos previos”. (Jordi López Camps. “Planificar la formación en calidad”. Cap. Momentos del diseño).

Contraste entre individualismo e individualidad

La individualidad es una singularidad, ser genuino, irrepetible, único, no existen dos personas idénticas, tampoco ningún ser vivo es igual a otro. Individualidad es Ser. En el caso, del ser humano, significa ser la condición[14] que le asigna la naturaleza por el hecho de nacer. Unas criaturas son insectos, otros animales como perros, vacas, elefantes, etc. En el momento de nacer, cada uno desarrolla su singularidad, todos son impulsados por el principio inteligente (rector), y anímico (conjunto de propiedades) que los distingue como especie, e individuos. Cada miembro de una especie, a pesar de compartir principio y propiedades, es singular a los demás, y su afán será desarrollarse como sujeto dentro de la condición o naturaleza esencial de lo que es. Un chimpancé desplegará en su vida todas las posibles propiedades que lo caracteriza. Algunos de su especie lo harán en un grado mediocre, y no sobrevivirán a ciertos escenarios. Otros progresarán en un grado sumo, sin embargo, no podrán convertirse en seres humanos por causa de su condición de ser chimpancés. Individualidad, por lo tanto, significa emancipar la singularidad que es propia de cada ser humano, la cual precisa ser descubierta por uno en la medida que la conciencia se despierta a su condición o Alma Humana. Despertar a lo esencial de lo que uno es, significa revelar y ejercer lo humano que hay dentro, o humanismo[15], conectar con el vínculo que nos une con la Humanidad de la que formamos parte, ser Hombre auténtico. Lo opuesto a la individualidad es la pluralidad psicológica. El individualismo[16] es tanto una ética como una doctrina filosófica, el cual determina una conducta basada en un modo de ver, pensar y sentir la realidad, y a uno mismo con respecto a ella y los demás. En la primera de sus acepciones, este comportamiento se inspira en el egocentrismo, el materialismo, y el hedonismo.

“Y aquí, en el portal de mi fortaleza, grabaré en piedra la palabra que ha de ser nuestra antorcha y nuestra bandera. La palabra que nos hablará de nuestra bendición y de nuestro valor. La palabra que no morirá, aunque pereciéremos todos en la lucha. La palabra que no puede morir sobre esta tierra, porque es su corazón, su espíritu y su gloria. La palabra sagrada: YO". (Ayn Rand[17]. “¡Vivir!, o Himno”).


El individualismo es lo que práctica un individualista, el cual se centra en sus propios gustos, proyectos, deseos, intereses…, todo aquello que le incumbe sin considerar los demás. El centro de gravedad psicológico de esta conducta es la personalidad, cuya vida orbita alrededor de sus prioridades, quiere independencia, y autosuficiencia con respeto a sus semejantes. El individualista es poco propenso a deber algo a alguien, ni tampoco a que le deban. Esto en sí mismo no es negativo, el problema o el desorden se inicia, si va en detrimento de la propia dignidad, el olvido de sí mismo, o de nuestro sentido de humanismo; o si esta actitud se adopta por orgullo, miedo, amor propio, etc.

El mundo Occidental tiende a esta vertiente donde el compartir es cada vez más incomprendido, y las relaciones humanas son cada vez más interesadas, y superficiales. De hecho, en esta época, hay muchas más personas que sufren de soledad. El individualismo implica una actitud de “cada uno por sí”, en lugar del principio “uno para todos, y todos para uno”. La revolución tecnológica acentúa esta realidad. Conecta a la gente en la distancia a través de la pantalla, sin embargo, la aleja en la cercanía cuando se hallan en un mismo lugar. Es común aislarse de las personas que te rodean, mientras uno está consultado su dispositivo. Esta ética individualista no es propicia a integrar, sino más bien a concentrar las masas, el dominio, el poder, las ideas afines, tiende al pensamiento único, etc. Tampoco a cooperar, sino a competir, a dividir, y separar lo que es distinto. Desde la conciencia, lo opuesto a este individualismo ético es el humanismo.

“La mayoría de los países del mundo han adaptado un sistema individualista lo que dificulta el surgimiento de otras ideologías alternas”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: individualismo).

En el ámbito filosófico o social, lo opuesto al individualismo es el colectivismo. Ambos sistemas diluyen o anulan la individualidad de la persona debido a que se apoyan en el materialismo. Esto se ha observado ampliamente, tanto en regímenes comunistas como en cualquier versión del capitalismo. En el primero es el Todo, identificado como lo “comunitario”, quien coarta lo singular, la libre iniciativa, el libre albedrio..., y, por lo tanto, la individualidad. En el segundo, es más complejo de apreciar, puesto que incentiva al emprendedor, la propiedad y la iniciativa privada, la libertad…. por lo que es más benigno al desarrollo de la individualidad. No obstante, el capitalismo de facto genera un modelo de pensamiento, orden social, económico y político que refuerza las bases psicológicas del individualismo. En muchos casos, la libertad relega a un segundo plano los atributos de igualdad y fraternidad del sistema democrático; esto impide una versión más humanista de las relaciones en todos los ámbitos de la sociedad. La carencia de conciencia y de humanismo, cuyo centro de gravedad está en la Esencia, es lo que acarrea a este sistema derivas poco recomendables para el bienestar del ser humano y el equilibrio de la naturaleza.

“¿Cómo ha afectado ese nuevo capitalismo a la sociedad? Nos ha llevado a un individualismo extremo, a la insolidaridad social, a la búsqueda de la felicidad inmediata, a un sociedad adictiva y pulsional”. (Manuel Fernández Blanco[18]. “El capitalismo nos ha llevado a un individualismo extremo”. La Voz de Galicia.16/02/2012).

Contraste entre unidad, individualidad, y pluralidad

“Distíngase entre el Ser y el “yo”. Quienes confunden al “yo” con el Ser, ciertamente nunca se han autoobservado seriamente”. (Samael Aun Weor. “Psicología revolucionaria”. Cap. La individualidad).

El contraste entre estos estados de conciencia y anímico son explicados a lo largo del texto. A continuación, se exponen de modo esquemático[19]:

  • La unidad e individualidad es lo opuesto a la pluralidad en el plano anímico.
  • El centro de gravedad psicológico es la Esencia – la personalidad, el subconsciente.
  • Es un proceso de integración del Alma Humana – la psiquis se disgrega.
  • Estado de presencia, autoconciencia – identificación, fascinación, sueño o hipnosis.
  • Inteligencia práctica, sensatez – ignorancia.
  • Humanismo – egocentrismo.
  • Coherencia y organización de los centros – desconexión de los mismos.
  •  Alineamiento de las tres realidades – no cohesión entre ellas.
  •  Percepción correcta de la realidad – no transformación correcta de las impresiones.
  • Centro único de responsabilidad ético – irresponsabilidad, arbitrariedad, inconsecuente con las propias acciones.
  • Orden, equilibrio, y armonía, paz interior – desequilibrio de la psiquis.
  • Singularidad, sencillez – complejidad, confusión psicológica.
  • Autonomía, aislamiento de la conciencia – dependencia, y esclavitud psicológica.
  • Lucidez – oscuridad, ofuscación mental.
  • Acción recta – conducta errónea.
  • Continuidad de propósitos, perseverancia, voluntad – abulia, sin voluntad para el trabajo y crecimiento interior.
  • Entendimiento - contradicción, conflicto, rivalidad. 
  • Capacidad de cooperación, sacrificio – competitividad, individualismo.
  • Concentración – dispersión, distracción mental.
  • Silencio – charla interna.
  • Objetividad, ecuanimidad, imparcialidad – posiciones mentales circunstanciales, subjetividad, relatividad.
  • Pensar por sí mismo – pensar gregario, comparación, preocupación, falta de decisión.
  • Bienestar integral – sufrimiento.
  • Desarrollo de la mente interior – mente sensual e intermedia.
  • Sensibilidad – susceptibilidad.
  • Etc.

Se aprecia que la falta de unidad, y de individualidad acarrea, a su vez, una gran cantidad de carencias de tipo psicológico. A causa de los fragmentos de Esencia que se hallan en el subconsciente, y su naturaleza condicionada en múltiples defectos que constituyen el ego.

Conclusión

El crecimiento anímico se fundamenta en la erradicación del ego, y, por lo tanto, de la pluralidad psicológica. La Esencia libre, la cual se halla dormida en nuestra intimidad, y que se expresó +/- hasta los 5 años, precisa ser despertada, y reconocida por uno mismo. El trabajo interior sobre la Esencia libre consiste en recuperar sus atributos y el estado interior genuino con el que uno nació, el cual alberga la semilla de su individualidad. Todo ego se despliega como una fracción de la psiquis, es una entidad psicológica autónoma. En consecuencia, no es la totalidad de uno mismo, solo una parte. Esta entidad posee la capacidad de engañarnos con el mecanismo de la identificación, nos hace creer, que él es el “todo uno mismo”. No obstante, el ego es pasajero, ocasional, su acción se restringe a su condicionamiento y escena, la cual le favorece su intervención. Sin la complicidad de la personalidad, y con atención plena, el “yo” se convierte en lo que es, una porción de sí mismo, y no sería capaz de hipnotizar la conciencia. Emancipar este principio inteligente, dirigirlo hacia el tercer estado, y asentarse en esta Esencia libre que uno requiere reencontrar, es una tarea ardua, aunque indispensable para la transformación interior. No cuesta comprender que la identificación es una energía manipuladora de la psiquis, un trastorno. Sin embargo, es difícil advertirlo como algo ajeno a uno mismo, cuando este se presenta en alguna función del organismo. Esta contrariedad se elimina si, una vez el agregado vuelve al subconsciente, uno capta la cruda realidad del ego, lo observa con la importancia y responsabilidad de su estudio; y medita sobre lo sucedido en el ámbito físico: las impresiones, acción, y efectos, y en el interno: centros racional, emocional, instintivo-motor-sexual. El análisis introspectivo del proceso de la identificación, atrae conocimiento del mismo, de modo que refuerza la conciencia y el trabajo diario sobre la no identificación.

Esta tarea, y despliegue de la atención en todo instante, nos informará que, en muchas ocasiones, uno vive en el último ego, lo cual acarrea falta de equilibrio. Así mismo, el individuo observará que, igual que uno se identifica y comete errores, también ocurre lo mismo a los demás. Efectivamente, estos se hallan ubicados en el último “yo”, lo cual enseña que, si alguien se halla en el subconsciente, no es el momento más oportuno de razonar con él. Esto uno lo aprende al observarse a sí mismo en estas mismas condiciones. ¿Qué significado tiene todo esto? Respuesta: que la carencia de individualidad se halla, tanto en los demás como en mí. Esto relativiza los juicios al prójimo, reduce las críticas, y facilita el entendimiento. La reflexión contribuye a una llamada de atención a esta realidad, y anima a trabajarla para producir los cambios dentro de sí mismo. La verdadera individualidad se descubre con esta labor en la vida cotidiana, porque se despierta a la multiplicidad psicológica que se manifiesta espontáneamente. Es empezar a observar la existencia desde otro ángulo, es decir, de no dejarse engañar por una parte de sí mismo, y trabajar para aprehenderla. Esto es autoconocimiento práctico, transformase en los hechos, porque interiormente hay luz, por lo tanto, comprensión.

Recordar que todo suceso es uno, aunque exista una pluralidad de opiniones sobre él, ya que cada observador posee la suya. Esto es subjetividad, cada uno advierte un evento como él desea. En oposición, existe la cualidad de la objetividad, la cual se centra en el objeto o el hecho en sí mismo. Por esta causa, la conciencia es imparcial, solo admite lo que le es propio, e independiente a cómo la piensa el sujeto. Por ejemplo, la justicia, en el sentido de la acción justa, la cual produce orden, equilibrio, y armonía, adquiere un criterio unificado para que lo sea objetiva y universal, sin obedecer a circunstancias relativas. La unicidad de todo evento predetermina una acción particular, idónea, y recta que solo la conciencia aprehende y ejecuta. Detrás de todo acto consciente, objetivo, y universal, donde se respeta el rigor y la verdad del suceso, hay un principio inteligente, un guía, es decir, una individualidad expresándose.

“Cada situación se diferencia por su unicidad y en todo momento no hay más que una única respuesta correcta al problema que la situación plantea”. (Viktor Frank. “El hombre en busca de sentido”. Cap. La pregunta por el sentido de la vida).

Tabla de ilustraciones

“Autorretrato con máscaras”, (1899). Autor: James Ensor. Localización: Museo de Arte Menard, Aichi Japón. Este cuadro representa la pluralidad psicológica, un sinnúmero de egos que todos los seres humanos acarrean en el subconsciente.

“Hay de vosotros escribas y fariseos, hipócritas”, (1894). Autor: James Tissot. Localización: Museo de Brooklyn, EEUU.

“Jesús retrata a los fariseos como atentos con lo que es visible, la observancia ritual de minucias, y que los hace parecer justos y virtuosos por fuera, sin preocuparse con lo interior. Y este comportamiento hizo que ellos descuidasen la ayuda a los necesitados”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: críticas a los fariseos).

“Venus discordia”, (1873). Autor: Edward Burne-Jones. Localización: Museo Nacional de Gales. El autor planeaba pintar este cuadro junto a otro titulado “Venus concordia”. En esta pintura inacabada se representa a Venus presidiendo una escena de conflictos protagonizados por los defectos de la ira, la envidia, la sospecha y la disputa.

Hacia la luz”, (1910). Autor: Cipriano Mannucci. Localización: colección privada. El cuadro alude a la necesidad de luz, de guiarse por la conciencia o la lucidez y salir de las tormentosas aguas de la vida. Esto ocurre cuando el ser humano se halla en la oscuridad o tinieblas, las cuales simbolizan en el plano interno a la ignorancia, la confusión, y el sufrimiento.

“Medusa”, (1648). Autor: Gian Lorenzo Bernini. Localización: Museos Capitolinos, Roma. En el mito de Perseo, este ser mitológico representa a la pluralidad psicológica. Cada serpiente simboliza a un ego distinto. Cada cual piensa según sus deseos, miedos, gustos, etc., lo que acarrea un desfile sin fin de emociones, pensamientos, ideas, recuerdos, apetitos…, en la mente del sujeto.

“Detalle del Juicio final”, (1541). Autor: Miguel Ángel Buonarroti. Localización: Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano, Roma. Esta escena del “Juicio final” muestra a la Esencia lamentándose que ser arrastrada por los dos agregados psicológicos hacia el subconsciente. También, en un sentido más general, el autor indica como el alma es atrapada por sus propias carencias hacia la región inferior, infierno, o inframundo de las distintas mitologías.

“Psique”, (1806). Autor: Bertel Thorvaldsen. Localización: Nueva Galería de Arte, Berlín. El mito de Psique y Eros viene descrito por Lucio Apuleyo (125-180) en su obra “Metamorfosis o El asno de oro”. Esta escultura representa a Psique con unas alas de mariposa que simboliza su capacidad de transformación, y desarrollo. La urna que tiene entre sus manos, supuestamente contiene un poco de belleza de Perséfone, a quien tuvo que pedírsela en el inframundo como tarea impuesta por Afrodita. Este contenido debía dárselo a Eros, pero quiso coger un poco para ella. El frasco contenía el efecto narcótico del inframundo, y cayó en un profundo sueño y olvido. Este pasaje del mito explica de modo alegórico como la Esencia se identifica por falta de madurez, desear algo externo a su naturaleza, y la conduce al sueño de la conciencia, y su condicionamiento.

“Mamón”, (1884). Autor: George Frederick Watts. Localización: Tate Britain, Londres. Aunque su etimología es confusa, Mamón es una deidad que se relaciona con las riquezas, el dinero, el oro, los bienes…, representa al materialismo. En el cuadro se aprecia a un hombre y una mujer desnudos en un sueño profundo a sus pies. Esto enseña al ser humano que se afana por todo lo que constituye bienes materiales, reconocimientos, éxitos, fama…, de la personalidad, y paralelamente, duerme la conciencia de Ser del individuo.

“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a Mamón”. (Mateo 6, 24).

Lecturas

“El crítico supremo de los errores pasados y presentes, y el único profeta de aquello que debe llegar a suceder, es esa gran naturaleza en la que descansamos como la tierra yace en los suaves brazos de la atmósfera; esa Unidad, esa Súper-Alma dentro de la cual yace el Ser particular de cada hombre y a través de la cual se vuelve uno con todos los demás; el corazón colectivo del cual toda conversación sincera es objeto de adoración, ante la cual toda acción virtuosa es sumisión; esa realidad sobrecogedora que cuestiona nuestros trucos y talentos y obliga a cada uno a ser tal como uno es y a hablar desde su Esencia y no desde su lengua y que tiende siempre cada vez más a volverse nuestro pensamiento y acto y convertirse en sabiduría y virtud, poder y belleza. Vivimos en lo sucesivo, en la división, en partes, en partículas. Mientras tanto, en el interior del hombre está el alma de la totalidad; el silencio sabio; la belleza universal, con la cual cada parte y partícula se relacionan por igual, el eterno Uno. Y este poder profundo en el que existimos, y cuya beatitud está siempre disponible, no sólo es autosuficiente y perfecto cada instante, sino que es el acto de ver y lo que es visto, el observador y el espectáculo, el sujeto y el objeto, son uno. Vemos el mundo fragmento a fragmento, como el sol, la luna, el animal, los tres; pero la totalidad, de la cual estas cosas son luminosas partes, es el alma. Sólo a partir de la visión de esta Sabiduría se puede leer el horóscopo de todas las edades, y al recurrir a nuestros mejores pensamientos, al entregarnos al espíritu de profecía que es innato a todo ser humano, podemos saber lo que dijo…” (Ralph Waldo Emerson. “Súper-Alma”. Ensayos, primera serie).

“El ser humano es un ser razonable e irracional, capaz de mesura y exceso; sujeto de afectividad intensa e inestable, sonríe, ríe, llora, pero también sabe conocer objetivamente; es un ser serio y calculador, pero también ansioso, angustiado, alegre, borracho, extático; es un ser de violencia y ternura, de amor y odio; es un ser invadido por lo imaginario y que puede reconocer la realidad, que conoce la muerte y no puede creer en ella, que oculta mito y magia, pero también ciencia y filosofía; que está poseído por los Dioses y por las Ideas, pero que duda de los Dioses y critica las Ideas; se alimenta de conocimientos verificados, pero también de ilusiones y quimeras. Y cuando, en la ruptura de los controles racionales, culturales y materiales, hay confusión entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo real y lo imaginario, cuando hay hegemonía de ilusiones, exceso desatado, entonces el "homo demens" subyuga al "homo sapiens" y subordina la inteligencia racional al servicio de sus monstruos”. (Edgar Morin. “Los siete saberes necesarios de la educación del futuro”. Cap. 3. Enseñar la condición humana).

“Explícitamente, en el nivel de realidad accesible a nuestra mente ordinaria, somos diferentes. Implícitamente, en nuestra esencia, estamos unidos, somos uno. La Unidad se manifiesta y se celebra como diferencia. La realidad íntima de la diferencia es la Unidad. En el reconocimiento de esta Unidad que late en las diferencias y que es la realidad íntima de las diferencias, radica, según la sabiduría, la culminación del conocimiento y la llave de la liberación. Descubrir esa Totalidad esencial que nos sostiene, superar la ilusión óptica que nos hace creer que nuestra vida es sustancialmente otra que de la de los demás, que el "yo" es esencialmente diferente del "tú", que nuestra inteligencia particular es distinta de la inteligencia que advertimos en la naturaleza, es el comienzo de la verdadera vida y la puerta de la plenitud. Pues descubrir que somos uno con la totalidad de la Vida es sabernos básicamente plenos, totales". (Mónica Cavallé. “La sabiduría recobrada”. Segunda parte: La filosofía perenne, claves para la transformación. Cap. I).

Película


“Crash”, (2004), director Paul Haggis. Este film presenta con realismo la contradicción del ser humano, refleja con arte y sinceridad las consecuencias de la pluralidad psicológica que el individuo carga en su interior. Cada personaje muestra su propia contradicción a través de sus prejuicios, frustraciones, sufrimientos, sentimientos, intereses y acciones. Las circunstancias y las conductas de los protagonistas enseñan, tanto la miseria humana como su nobleza, y plantean una reflexión al espectador sobre la naturaleza desconocida del ser humano.

Poema

El ser uno

Que nada me invada de fuera,
que sólo me escuche yo dentro.
Yo dios
De mi pecho.
(Yo todo: poniente y aurora;
amor, amistad, vida y sueño.
Yo solo
Universo.)
Pasad, no penséis en mi vida,
Dejadme sumido y esbelto.
Yo uno
En mi centro.

Juan Ramón Jiménez



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[1] Para mayor información sobre este tema repasar el tema: “La resolución de problemas y la toma de decisiones”.

[2] Etimología: proviene del vocablo latino “respondere”, cuyo significado es “dar correspondencia a lo prometido, garantizar, jurar, estar obligado a responder o cumplir y reparar”.

“Cabe añadir que este verbo se forma con el prefijo re- (reiteración, vuelta al punto de partida, idea de vuelta atrás) sobre el verbo latino “spondere” (prometer, obligarse, comprometerse a algo) por eso la responsabilidad es la cualidad de aquel que es capaz de responder a sus compromisos”. (Diccionario etimológico de Chile).

[3] Este principio de Causalidad se estudiará más adelante en el curso.

[4] Una persona que goza de individualidad no significa que sea individualista. Esta última forma de ser conlleva una manifestación de egocentrismo. La individualidad es propia de la capacidad del sujeto de pensar, sentir y actuar bajo su propia luz o conciencia. Una lucidez que integra a los demás individuos.

[5] Diccionario RAE: “que por su naturaleza está de tal manera unido a algo, que no se puede separar de ello”.

[6] “Por lo que sabemos, la historia del universo comenzó así: al principio todo estaba concentrado en una singularidad, un punto de densidad infinita”. (ABC ciencia. 2/09/2017. Artículo: Científicos explican cómo se hizo la luz en el universo).

[7] “Es un físico teórico estadounidense, especialista destacado de la teoría de campo de cuerdas, una rama de la teoría de cuerdas”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Michio Kaku).

[8] Este tema se desarrollará más adelante en el capítulo dedicado al estudio de la Cábala.

[9] Diccionario RAE: “separar por medio de una operación intelectual un rasgo o una cualidad de algo para analizarlos aisladamente o considerarlos en su pura esencia o noción”.

[10] En todo caso, varios investigadores de la interioridad del ser humano que han señalado su necesidad (conocimiento de sí), han convergido en sus conclusiones formales, relacionando autoconocimiento con incremento de conciencia, definible como contrapunto del ego -egocentrismo, apego, dependencia, identificación, ausencia de duda, parcialidad-” (Agustín de la Herrán Gascón. “Autoconocimiento y Formación: Más allá de la Educación en Valores”. Cap. Aproximaciones histórico-conceptuales).

[11] “Definición de conciencia: Es el conocimiento simultáneo, en la unidad del tiempo, de sí mismo (sujeto) y del mundo circundante (objeto) y, por lo tanto, es el reflejo de la realidad”. (Manuel Zambrano. “Manual de psiquiatría Humberto Rotondo”. Cap. 5. Semiología psiquiátrica).

[12] “No solo los políticos, también los ciudadanos tienen un doble rasero a la hora de juzgar la gravedad de casos de corrupción: un experimento muestra que somos más tolerantes cuando la corrupción afecta a los políticos del partido con el que simpatizamos”. (Eva Anduiza. “El doble rasero en la tolerancia a la corrupción”. Boletín UABDivulga 01/2014, Universidad Autónoma de Barcelona).

[13] Tal como se explica en el tema: “La atención y su relación con la conciencia”.

[14] Definición del término en el diccionario RAE: “1. f. Índole, naturaleza o propiedad de las cosas; 2. f. Natural, carácter o genio de las personas. 3. f. Estado, situación especial en que se halla alguien o algo”.

[15] Definición del término en el diccionario RAE: “doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos”.

[16] Definición en el diccionario RAE: “1. m. Tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás, o sin sujetarse a normas generales. 2. m. Tendencia filosófica que defiende la autonomía y supremacía de los derechos del individuo frente a los de la sociedad y el Estado”.

[17] (1905-1982) Escritora y filósofa estadounidense de origen ruso, estableció el sistema filosófico llamado “el objetivismo”. Doctrina que profundiza en el racionalismo en su aplicación política y social. Muchos de sus postulados son referentes a la realidad, y a cómo el individuo se relaciona con ella desde la perspectiva liberal. No obstante, confunde, por un lado, conciencia y razón, y, por el otro, “yo” y Ser. Lo cual acarrea una doctrina volcada a combatir el colectivismo, el altruismo, el socialismo…, y a resaltar el individualismo, el capitalismo sin control gubernamental, y el egoísmo racional. Este sistema ideológico se inclina por un lado del dualismo, careciendo de objetividad.

[18] (1959) Psicoanalista. Docente del Instituto del Campo Freudiano y Psicólogo Clínico del Servicio de Psiquiatría del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña.

[19] La primera parte de la oración corresponde a las características de la unidad e individualidad, después del guion, a la pluralidad.







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