“Se hace urgente comprender la necesidad de aprender a vivir sabiamente. Si queremos un cambio definitivo de las circunstancias de la vida, se hace necesario que tal cambio se verifique primero dentro de nosotros mismos; si internamente no modificamos nada, externamente la vida continuará con sus dificultades”. (Samael Aun Weor. Cátedra II. Cap. 36).
Introducción
La realidad
cabalga en todos los campos del conocimiento, lo que hace comprensible la
enorme dificultad de definirla con un concepto unívoco. Tanto a la idea de
realidad como de verdad, se pueden unir los calificativos de: certero, fiable,
firme, estable, digno, válido, etc. Cuando uno invoca el término realidad se
incide en lo que es verdadero frente a lo aparente, virtual o inexistente.
La palabra realidad proviene del latín “realitas” y este de “res” que significa “cosa”. El concepto abstracto de “realidad” abarca “el conjunto de todo lo que es real”, en este sentido es universal. Sin embargo, su significado concreto hace referencia al individuo u objeto como existente, efectivo y percibido por la experiencia. Estas concepciones racionales de la realidad o de la verdad, han mantenido un largo debate filosófico entre racionalistas y empiristas durante toda la historia de esta disciplina. Desde la perspectiva del autoconocimiento, el estudio de la realidad se centra en el Hombre y en su emancipación interior, tal como lo entendieron los maestros arquitectos de las antiguas catedrales góticas[1].
La realidad o
verdad en sí misma es. Esta es única y se despliega en diferentes planos. Esta
naturaleza multidimensional de la realidad genera una dificultad de comprensión
al individuo. Según el lugar donde el observador se halla con respecto al plano
de manifestación, esta emerge ante él bajo una apariencia. El hecho es que el
mundo material es el lugar donde se plasman las causas de una gran cantidad de
leyes y principios que obran más allá de nuestra percepción. Solo la
investigación científica es capaz de dilucidarlos a través de cálculos matemáticos,
y experiencias de laboratorio.
Por ejemplo,
desde la perspectiva de los sentidos, uno observa cómo se desplaza el Sol en el
firmamento, al verlo, el sujeto concluye que el astro gira alrededor de la
Tierra. No obstante, si este hecho se revisa desde el punto de vista científico
a través de mediciones, datos, y análisis se deduce exactamente lo contrario.
Esta
característica de la realidad atrae una división artificial de esta. La
realidad auténtica, interna, o fundamental es el principio o la causa de la creación;
y todos sus posteriores desdoblamientos, o consecuencias conforman lo que se
conoce como realidad aparente. Estas últimas son distintas expresiones de la
primera. Por esta causa, uno halla cierta dificultad en definirla de forma cabal.
Los constructores de catedrales tuvieron presente este hecho, y elaboraron sus obras arquitectónicas aludiendo a esta propiedad de la verdad o realidad. Estos edificaron el templo de Dios desde la perspectiva del Hombre y su desarrollo hasta alcanzar su “Auténtica realidad o Ser”. La catedral fue un esfuerzo extraordinario del ser humano para erigir, tanto física como simbólicamente un lugar de conocimiento y recogimiento. Un espacio especial donde la Esencia libre se halle consigo misma, reflexione sobre su humanidad, y conecte con su ignota realidad ontológica. La obra del templo compostelano[2] está elaborada a imagen y semejanza del Hombre. Estos dividieron el espacio en tres partes: la cripta que simboliza la parte interna o psicológica; la sección central del templo que alude a la parte material, el cuerpo y realidad física; y, finalmente, la parte superior que se identifica con lo espiritual o cielo del “Hombre verdadero”, compuesta por el triforio y la tribuna. Estas tres realidades, presentes en todo individuo, son las que toda alma humana precisa conocer de sí misma, alinearlas entorno a un mismo eje de referencia por medio del trabajo interior y de la conciencia.
Un estudiante
que ordena correctamente estas realidades dentro de sí, se expresará con
coherencia en todos los ámbitos de la existencia. Este abandonará conflictos
consigo mismo, será inspirado por su conciencia, y experimentará la felicidad.
A lo largo del
texto se desarrollan estos tres aspectos de la realidad, junto a sus
características.
Consideraciones iniciales
Cuando una
persona desconoce su mundo interior considera el plano físico como la única
realidad. Sin embargo, tal como uno experimenta por sí mismo, los sentimientos,
las preocupaciones, el miedo, los defectos..., son tan reales como la casa
donde habita, o su propio organismo. Esta parte interna, psicológica, o mental
es una realidad evidente para todo sujeto que se observe, dirija la atención
sobre sí mismo. Tal como se indicó, esto corresponde a la cripta o el interior
de la tierra. En una octava superior, esta enseña que el Hombre acarrea una realidad
subconsciente, escondida, y que el sujeto ignora. Esta realidad interior oculta
otra, que se experimenta con la conciencia, y se denomina como la realidad
ontológica, espiritual, o esotérica. En los templos, esta representación es
poco conocida porque, normalmente, no se visita. Esta parte superior se
representa por el trifolio, el cual proporciona la luz que ilumina el templo.
Estos ventanales y vidrieras alegorizan, tanto a la conciencia como los atributos
del alma que constituyen los recursos de una conducta recta en la vida. Esta
última es la “razón de
ser y Auténtica Realidad” del Hombre. En Cábala se conoce como Keter, el
cual es la raíz de todo individuo. En su condición actual, el ser humano difícilmente
conoce y se relaciona con esta realidad ontológica, a pesar de que la Esencia
libre del estudiante estaba plenamente presente en su infancia. En la gran mayoría
de los casos, la persona no se interesa por ella, la excluye de su existencia,
o concibe creencias y conceptos sobre esta que no la describen cabalmente.
La realidad y sus características
Aunque, estas
tres realidades se procesan de modo simultáneo y forman parte de una unidad,
poseen diferentes características. Cada una determina diversas disposiciones,
impulsa distintas energías, y atrae todo tipo de circunstancias. Para alcanzar
un equilibrio interior, el alumno precisa:
1. Conocerlas cabalmente.
2. Relacionarse correctamente con ellas.
Descubrir y
comprender sus propiedades conlleva relacionarse debidamente consigo mismo, con
la existencia, y los demás.
¿Qué se define
por realidad? Se puede determinar como “la
manifestación de una energía, un objeto, o un ser concreto según su naturaleza
en algún plano de la existencia en un instante dado”. Esto implica que
cualquier ente manifestado constituye una realidad, y puede experimentarse por
la conciencia. Veamos algún ejemplo de estas tres realidades o naturalezas de
la Verdad:
· Si la naturaleza del objeto que se manifiesta es
material, un individuo la experimentará en el plano físico a través de los
sentidos.
· Si es psicológica se percibirá en el plano mental.
Un sentimiento es algo concreto y la persona lo capta en su plexo solar.
· Finalmente, si es una realidad ontológica, por
ejemplo, un pálpito o intuición. Este impulso se advierte espontáneamente en el
centro emocional superior localizado en el corazón. Esta expresión es de orden ontológico,
y proviene de la conciencia. Algunas veces, la persona no entiende su propio corazón.
Cuando un sujeto
se halla con su conciencia activa, experimenta estas tres realidades en cuanto
estas se manifiestan simultáneamente. Todo individuo disfruta de una vida
física, psicológica, y ontológica, pero difícilmente está presente a ellas. Sin
embargo, el trabajo interior atrae, poco a poco, la atención plena, tanto a la
realidad psicológica como espiritual.
El trabajo interior sobre las tres realidades
Despertar la
conciencia a las tres realidades conlleva distinguirlas según se manifiestan en
los diferentes planos para preservar la coherencia entre ellas. El trabajo interior empieza por prestarles
la adecuada atención en las vertientes:
· Externa. La existencia se relaciona con todo lo que
se presenta como “hechos”. Las diversas circunstancias conforman la vida misma,
y son el indicador o la referencia más elemental de la realidad en cualquiera
de sus manifestaciones. Los eventos son obstinados, y es un grave error no atenderlos
con lucidez.
En las catedrales corresponde a
la parte central del templo, donde se hallan las tres naves, y se expresan las
enseñanzas que los fieles precisan aprender y practicar.
En este plano físico, la persona precisa
captar cómo los hechos poseen características propias. Por ejemplo, las
situaciones pueden ser: agradables, inciertas, inoportunas, inseguras, curiosas,
convenientes, injustas..., desde una perspectiva tridimensional. La realidad
física se halla íntimamente sujeta al terreno de las impresiones, a los
sentidos, y las acciones que el individuo ejerce con el centro motor.
· Interna. El esfuerzo voluntario se concentra en cómo
“la psiquis” se relaciona con este mundo material: sus interdependencias,
influencias, causas y efectos.
La realidad psicológica implica el estado de los
centros del organismo. El trabajo interior propone observar cómo pienso, siento,
y actúo. Comprender cómo se ejercen las facultades humanas, advertir de qué
modo se expresa la Esencia libre, el ego, y la personalidad, y discernir las
distintas manifestaciones de la conciencia.
Finalmente, dentro de este aspecto interno, en un
grado más profundo se oculta la realidad ontológica. Esta última concierne el
mundo del alma y del Ser, se incluye el origen del ego como “Esencia embotellada”, aunque no su
expresión, que incumbe a la realidad psicológica. Igualmente, los asuntos del Principio
de Causa y Efecto. Por ejemplo, una desventura
o un éxito pueden ocurrir por un proceso íntimo del alma que la persona sufre o
goza sin conocimiento de la “causa original” que la provoca.
Si la persona capta estas tres realidades sobre un
hecho definido, es conveniente ocuparse de ellas. Aprehender la auténtica causa
del evento, generar la acción justa cuya consecuencia restablezca el equilibrio,
tanto dentro de sí como en la vida. Estas tres naturalezas se experimentan y alinean
bajo la referencia de la conciencia, la cual aporta un elemento clave, “la objetividad”. El trabajo interior
impulsa este cometido.
La actividad
de la conciencia
Es necesario recordar la importancia de la faculta
de la “conciencia” en estos estudios.
Esta proporciona el conocimiento interior, es la voz íntima que guía, elabora,
y aplica lo aprehendido a través de la experiencia de la verdad. Esta virtud se
relaciona estrechamente con el manejo de la atención y el desarrollo de sus propiedades.
Su expresión es lacónica, sutil, liviana, y espontánea. Este atributo es
extremadamente útil al alumno; inspira, previene y discierne en todos los
ámbitos y las necesidades de la existencia. La conciencia facilita:
· Realidad física. En la vida diaria, la conciencia
se manifiesta como “inteligencia práctica”. Esta aporta sensatez en la
resolución de problemas; alerta de los peligros; ayuda en la instauración de
prioridades; sugiere la acción recta según los hechos, capta justamente la
naturaleza de los mismos, es comprensión creadora.
· Realidad psicológica. Este principio inteligente establece
“orden
y equilibrio” en la mente. La conciencia es capaz de alumbrar el
subconsciente de la persona, aprehende las causas de la identificación, y advierte
los hábitos que se repiten de modo recurrente. Esta integra e impulsa la acción
de los valores de humanidad que se alojan en la Esencia libre; es el origen y
la causa de una vida coherente, sensata y en acorde a los principios del alma.
· Realidad espiritual. La conciencia es el vehículo
que liga en la existencia la Esencia libre con su “Auténtica realidad o Ser”.
Su expresión y presencia proporciona al individuo “conocer y experimentar por
sí mismo” quien es como alma y su trascendencia espiritual. Este atributo preserva
la objetividad del estudiante.
A continuación, se examinan con más detalle estas
tres realidades.
El visitante accede a la catedral con el único
esfuerzo de desplazarse hasta ella. Así mismo, todo ser humano posee un cuerpo físico,
el cual su centro instintivo construyó en el seno de su madre, y este le
permite una existencia en este plano material. Esto significa que la persona se
halla sumergida en esta realidad. Desde su más tierna infancia, todo individuo
sensato adquiere conciencia de su cuerpo, y del mundo que le rodea. Cuando alguien
anhela su emancipación con respecto a sus padres, una de sus prioridades y responsabilidad,
es cubrir sus necesidades básicas. Toda persona precisa procurarse alimento, abrigo,
y refugio propios a la dignidad humana. Esta realidad existencial no es trivial,
una gran cantidad de seres humanos soportan grandes dificultades, y penan para
cubrirlas decentemente. Ciertos individuos no valoran o desprecian el gozo de
estos bienes. Opuestamente, otros muchos viven esclavizados a estos requisitos
indispensables de la vida y desatienden las demás realidades.
En la misma medida, se puede argumentar con la
salud. El cuerpo físico exige de unos cuidados para la conservación de su
equilibrio y bienestar. En caso contrario, este enfermará. Con respecto a los
accidentes, es conveniente no ser negligente, y evitarle lesiones al organismo.
Todas estas eventualidades son propias de la realidad física. La existencia se
halla bajo unas leyes o unas condiciones que, cuando se quebrantan, acarrean
consecuencias y complicaciones en la vida humana. De igual manera, estas afectan
a su realidad psicológica.
La pregunta clave a plantearse es, ¿por qué uno se
halla en este mundo, sometido a estos principios e influencias? ¿Por qué el
alma se incorpora a la materia?, ¿cuál es el sentido de la existencia? Respuesta:
la vida humana es un “misterio”
para el mismo Hombre. Un enigma que cada individuo, Esencia, debe descubrir por
sí mismo. En este sentido, la vida material encierra un aprendizaje para el
alma.
Por esta causa, en las catedrales, la información
evangélica más relevante que el constructor anhela compartir con los visitantes,
se halla en las entradas a las naves del templo.
La realidad física es un reflejo del universo
interior de la persona. Una fotografía de su estado íntimo en un momento de su
existencia. Bajo esta perspectiva, la vida es una “escuela o un laboratorio”; cada circunstancia es una
experiencia adoptada desde una de estas dos voluntades o anhelos:
1. Concebir cada evento como una
experiencia subjetiva, asumido solo desde la perspectiva material, y
reflexionarlo bajo la dinámica mental o racional. Esto implica una existencia
mecánica o recurrente, basada en la identificación.
2. Concentrar la atención en las
causas de cada suceso. Vivirlo consciente, objetivamente, con un estado
psicológico superior. Despertar a la propia naturaleza anímica, esta se ejerza,
se desarrolle, y madure en la vida. Los eventos generen un conocimiento propio
en un afán de transformación interior. Este anhelo hace de la realidad física
una fuente de experiencias y aprendizajes indispensable e insustituible para
que el alma aprehenda:
· ¿Quién es?
· ¿Cuál es el sentido real de su existencia?
· ¿Qué carga en su interior?
· ¿Cuáles son sus cualidades y carencias?
· Etc.
Bajo esta definición, la realidad física se abre
como un camino interior. Esta forma de percibir, sentir, pensar, y vivir la
existencia pertenece a la realidad espiritual.
A partir de ese momento, uno promueve un esfuerzo
consciente, y concreta los conocimientos adquiridos racionalmente en los
hechos. La persona plasma en el terreno práctico una acción diferente, observa
sus hábitos, los descubre, está presente a sus ocupaciones: familiares,
laborales, lúdicas… En consecuencia, emprende sus acciones desde una perspectiva
más coordinada, un ángulo más reflexivo, y con un estado psicológico distinto. Uno
define una relación nueva con la vida y consigo mismo. La existencia del alumno
experimenta un gradual cambio, y esta adquiere un sentido trascendente. El
esfuerzo intencional contribuye a este propósito; la atención plena se activa y
revela el mundo interior, empieza el conocimiento de sí, la conciencia inicia
su despertar.
“Cuando el
ser humano admite que tiene la conciencia dormida, podéis estar seguros de que
ya comienza a despertar”. (Samael Aun
Weor. “Educación fundamental”. Cap. La conciencia).
A medida que el trabajo interior del sujeto progresa, este despierta a su estado psicológico, que normalmente este se mueve entre el sueño y la hipnosis. Según uno afronta los eventos, estos indican el nivel de Ser de la persona, y reflejan estas dos realidades más íntimas y desconocidas[3]. Por ejemplo, las situaciones calibran la madurez íntima, tanto del sujeto como de su Esencia. Ponen, en muchas ocasiones, a prueba su comprensión de la vida y conciencia de Ser.
En este plano físico, la Esencia encamina su anhelo
a concretar valores humanos e inteligencia práctica, lo cual implica actuar
según los hechos, por ejemplo:
· Ante un problema, actuar sin la distracción de la inherente preocupación o especulación que se levanta en la mente. Estar presente al instante, en el aquí y ahora, al hecho concreto, recurrir a la didáctica de la resolución de problemas[4] y la eliminación de la preocupación.
· Cuando surge una emoción negativa por alguna causa, no permanecer bajo su yugo, y cambiar de centro lo antes posible[5].
· Muchos individuos, ante una misma dificultad o situación, responden de modo similar, repiten las mismas reacciones. No obstante, esperan consecuencias distintas[6]. Esta actitud, bastante común, indica una carencia de aprendizaje, y de observación de sí mismo en los diferentes ámbitos de la vida. En esto consiste la práctica del autoconocimiento, establecer una atención plena para evidenciar las causas de nuestras acciones, y meditar sobre el propio comportamiento.
La realidad física remite continuamente al estudiante
a su realidad psicológica, lo conduce a la reflexión íntima, al autocuestionamiento.
El sujeto precisa recapacitar si anhela sinceramente cambiar ciertas
situaciones personales, porque pasan los años y estas permanecen. Muchos están
cansados, se quejan, protestan o se abandonan, pero su acción persiste, está
anclada en los mismos patrones. En este sentido, la persona precisa revisar su conducta,
y las pautas de su actuación.
El centro motor es el fundamento de la realidad
física. Las situaciones se equilibran o solucionan con la acción. Es indispensable,
la práctica de la autoobservación, una atención cabal de quién utiliza este centro
y en qué estado.
La filosofía del Tao enseña la virtud de la “no
acción”, concepto, muchas veces, incomprendido. La “no acción o no reacción del ego o de la personalidad” implica la
práctica del dejar fluir la vida sin identificarse, integrándose en ella sin
sufrir su relatividad. El taoísmo es el movimiento del camino del alma hacia su
propia virtud. Un despertar de la conciencia a su “naturaleza espiritual o Real Ser”, y aprender a vivir en armonía
con todo lo existente.
“Primero
veía el mundo destrozado por las guerras, la pobreza, la enfermedad. Ahora veo
el alma herida de los hombres. El río de la duda fluye libremente descargando
en el entendimiento la incertidumbre de todas las cosas”.
De nuevo
hay que actuar. El hombre necesita recobrar el equilibrio de su alma. No
queremos vivir de sueños, sino de hechos”. (Vicente Ferrer. “Encuentros con la
realidad”. Cap. Tres momentos decisivos).
La acción inteligente restablece el orden. La
acción egoica genera todo tipo de consecuencias imprevisibles. En este sentido,
todo acto es determinado por la realidad psicológica y sus efectos revelan su naturaleza
en este plano físico.
Realidad
psicológica
La realidad psicológica es el
eslabón intermedio de la cadena de las tres realidades, la cual sostiene toda
la estructura anímica del Hombre. Todo cambio interno atrae sus
correspondientes efectos en la parte física y esotérica.
En las catedrales, como se indicó anteriormente, se simboliza con la cripta[7]. En efecto, simbólicamente, en la cripta del templo humano se procesa la auténtica transformación del individuo.
En Santiago,
concretamente, la cripta la edificó el Maestro Mateo en representación del
interior de
La cripta representa la base del
templo, esta sustenta la rueda del destino, conocida en Oriente como el Samsara.
Esta rueda o escalera de caracol es la espiral que ordena los grados de
transformación interior del sujeto. En sus capiteles, se muestran esta
naturaleza psicológica grosera, y confusa que precisa ordenarse con el trabajo
interior. La cripta se vincula con el mundo mental, la subconsciencia, y la
condición del alma que está atrapada en ella.
El plano psicológico cimienta los
modos de pensar, sentir, apetitos, deseos e inquietudes de la persona, compone
y articula:
1. La mente,
y su consecuencia más inmediata: la personalidad.
2. La
manifestación del ego, el cual es conciencia y Esencia embotellada.
3. La
expresión de la conciencia, la Esencia libre y sus valores.
¿Cuál es nuestra realidad psicológica en un instante dado? Por ejemplo, cuando uno se halla con los amigos, en el hogar con su familia, el empleo con sus compañeros. ¿Cuál es mi estado íntimo?, ¿ha observado uno cómo habla, piensa siente, qué tipo de actitudes, poses, etc.?
El estudiante precisa reflexionar sobre el hecho de
que toda realidad psicológica, es vital en la medida que es el reflejo de una
realidad “única y última” llamada ontológica. La mente y su parte
subconsciente u oculta, se caracterizan porque se hallan exactamente entre las
otras dos. Esta establece una relación, o una barrera entre lo físico y lo
espiritual, la cual depende del estado interior de la persona:
· Si uno está presente a los hechos, y a su conciencia,
capta a su Esencia libre en su corazón y le obedece, estas tres realidades se
armonizan dentro de él.
· Si el sujeto se identifica, y actúa según el ego
que se apodera de los centros, se producirá una desconexión o un desequilibrio
entre ellas.
“Quienes
aprenden a combinar conscientemente eventos exteriores y estados interiores,
marchan por el camino del éxito...” (Samael Aun Weor.
“Psicología revolucionaria”. Cap. Criaturas mecánicas).
Aprender a
relacionarse correctamente con la vida requiere de un entendimiento profundo de
sí mismo. Esto es posible con un estudio riguroso de la mente particular. La práctica
del trabajo interior es vital para adquirir “autonomía psicológica” suficiente
para que
La conciencia
es el recurso anímico más valioso que el ser humano dispone a su alcance. Su
naturaleza integradora, su expresión inteligente, creadora, y la práctica de
los principios de humanidad, realizan auténticas obras ejemplares que no
conciben el intelecto ni la emoción.
Esta enseñanza
despliega una gran cantidad de conocimientos para que el alumno advierta por sí
mismo, cuál es su estado de conciencia. Por medio de un manejo voluntario de la
atención plena, este despierte del “sueño de la vida”. Este estado
de maya, según los hinduistas, constituye en el presente su realidad
psicológica. Esta solapa su “Auténtica realidad o Ser”. La persona bajo este
sueño continuo de la Esencia, distorsiona o confunde las tres realidades, uno
de los efectos de “vivir
identificado”.
“Ciertamente
la identificación impide la debida apreciación psicológica de los eventos”. (Samael Aun Weor.
“La gran rebelión”. Cap. La meditación).
¿Cómo recuperar
la sensatez? Respuesta: el individuo precisa del ejercicio inteligente de las
claves facilitadas por el autoconocimiento. La transformación de las impresiones
es un modo de prevenir la recepción de los estímulos que llegan de los sentidos
de modo automático e inconsciente. Ver, escuchar, sentir..., en recuerdo de sí
mismo, es operar con las sensaciones, y las percepciones atrayendo objetividad.
Esto conlleva armonizar la realidad física con la psicológica. Así mismo, uno
se previene de la identificación y del sueño, lo cual constituye un avance en el
despertar.
El estar
presente a la dinámica mental en el momento de razonar o sentir, conlleva captar
qué elemento subjetivo se apodera de los centros. Esta “recordación
de sí mismo” alerta de que las funciones son utilizadas
erróneamente, o funcionan de modo involuntario, incoherente, e inconsciente.
De la misma
manera, la meditación es una herramienta indispensable, si uno aspira discernir
todos los entresijos de la Esencia embotellada, los cuales derivan en defectos
y carencias. El ego es una reacción equivocada a la realidad física,
consecuencia de una percepción falseada de la misma que se opera en la mente.
Esta disciplina ahonda en el subconsciente, el cual es la realidad psicológica
desconocida por uno mismo.
La práctica de
estas claves, entre otras, revela la fantasía e ilusión que el estudiante carga
de sí mismo y de la vida. La fantasía en la forma de percibirse y concebirse es
una base o una estructura falsa, relativa y mecánica de la personalidad. Esta
última y el ego son los factores internos que alejan a toda alma de su
naturaleza y realidad espiritual. El estudio de la pluralidad psicológica es un
indicio de madurez. La persona seria comprende que la ignorancia y el
sufrimiento radican en esta división interna de la psiquis que lo lleva a la
identificación. Esta última impide una “apreciación objetiva”
en los diferentes planos de la realidad.
El ser humano
necesita encauzar las emociones y los pensamientos a los hechos según el anhelo
espiritual. Invertir la tendencia actual de la identificación, desatender los
intereses egocéntricos a través del discernimiento, y priorizar las actividades
que aporten alimento a la Esencia. La conciencia actúa como un cuchillo que
separa el “yo” de la psiquis. Con esta acción, uno preserva la autonomía
psicológica conforme a los valores del alma. Según su particularidad, el individuo
afrontará los diferentes obstáculos a la hora de practicar estas claves. Voluntad,
perseverancia y paciencia…, son atributos que se desarrollan en este camino
interior; méritos necesarios para gozar del equilibrio de estas tres realidades
dentro de sí.
En muchas
ocasiones, uno recurre a la clave de la confrontación lógica para discernir una
realidad de otra. Contrastar la realidad física con la psicológica ayuda a
romper con los hilos que manejan la hipnosis. Estos hilos son: pensamientos, conceptos,
ideas, sentimientos, emociones, deseos, frustraciones, recelos, egoísmos… Un
número infinito de actividades de los centros surgidas de la oscuridad del
subconsciente, no por la claridad de la inteligencia.
Por ejemplo, si
a uno le hieren el amor propio por algún comentario, es necesario advertir, y
transformar que no es un daño físico. Una crítica son solo palabras, las cuales
se les otorga excesiva importancia a su significado. Las palabras solo poseen peso,
es decir, realidad, si se evidencian en los hechos. En el caso que lo dicho describe
la verdad, la honestidad de quien anhela un desarrollo interior exige que se
reconozcan y se agradezcan. Estas palabras son el relato de una verdad, y
deberían llevarle a uno hacia una reflexión personal. En cambio, si estas reseñan
una fantasía, entonces, carecen de valor. ¿Por qué sufrir, perder la serenidad,
y el equilibrio por algo sin valía? Los vocablos y los conceptos pertenecen a
la realidad psicológica. Los sonidos que configuran las palabras solo les otorga
relevancia su significado. Cuando el contenido de un mensaje es vacío, necio…, hay
que aprender a dejar que el viento de lo lleve, nadie ha visto una palabra, nadie
la ha pesado. La importancia, el peso, la carga de esta se lo atribuye el
oyente. Si un individuo no muestra aprecio, incluso desprecio, por nuestra
persona es su libre albedrío, aunque no sea agradable para uno.
En resumen, el
estudiante contrasta los comentarios con la realidad, aplica el trabajo interior
en lugar de reaccionar herido inconscientemente:
· Si son verdad, significa que es necesario aprender
a escuchar con humildad, agradecer la sinceridad, y rectificar.
· Si no corresponden a la verdad, entonces, es absurdo
atribuirle un valor a la incorrección, la falsedad, o la imprecisión de las
palabras. De hecho, la persona que identificada y fehacientemente las extiende,
demuestra indignidad en su acción. Es impropio de la sensatez cargar con la
miseria psicológica de los demás.
¿Es motivo de
enfado o compasión? La respuesta está en el corazón de quien vive estas escenas
de la vida. En el caso que sea necesario restablecer el orden, se hará según
los hechos, se actuará sobre la injusticia, y se evitarán las actitudes y los
juicios contra el injusto.
Aunque los
hechos de la vida suceden físicamente, lo que hace que uno se identifique con
esa realidad, es la “percepción psicológica” de los
mismos. Desde la realidad psicológica se reacciona, habla, opina, etc., sobre
los acontecimientos.
Contrastar la
realidad física y psicológica, es fundamental para comprender y eliminar ciertos
egos como, por ejemplo, el miedo. Generalmente, la gente se traumatiza con
hechos desagradables o dramáticos de la vida. La persona mantiene la
identificación, queda influenciada por esos eventos, aunque ya no existan en el
plano físico, solo permanecen en la psiquis. En estos casos, uno define la
identificación como: “mantener algo en
la mente más allá del tiempo adecuado”. El individuo tiene dificultad para
olvidar, dejar pasar, ciertas vivencias. Algunos elementos subjetivos, como la
autocompasión, el miedo, el rencor, el apego, el deseo…, juegan un papel muy significativo
en este aspecto. Estos agregados psicológicos sostienen eventos en la mente
para justificar acciones en el presente, o alimentarse de hechos pretéritos.
Uno acarrea en la psiquis, el pasado que vivió con otras personas en modo de representaciones
mentales. Esto conlleva una apreciación indebida de la realidad debido a que las
impresiones se mezclan con las memorias de los centros cuando alcanzan la
pantalla mental. Confrontar el pasado que uno acarrea en la psiquis con el
instante presente, establece rectitud en las relaciones humanas. Este hábito
mental de recurrir al pasado, igualmente, se activa en determinados procesos
psicológicos ilusorios y fantasiosos, que proyectan el presente en el futuro. Todas
estas operaciones del subconsciente falsean los escenarios de la realidad
física, y originan dentro de uno una realidad paralela, adulterada, que
complican la existencia de la persona.
En resumen,
uno precisa diferenciar las especulaciones, tanto de la Esencia atrapada por un
defecto como de la personalidad con la realidad física circundante. De esta
manera, uno dilucida cual es la verdad del hecho, y no la supuesta proyección mental
fabricada por el yo, conocida como fantasía. Cuando el estudiante adquiere
cierta independencia interior, la conciencia a través de la experiencia directa
le conecta con su realidad ontológica.
Realidad espiritual u ontológica
La realidad ontológica más cercana del ser humano
es su Esencia libre, en ella descansan una multitud de atributos de humanidad
que se integran con su principio inteligente, tal como se ha descrito
anteriormente. Esta Esencia libre es la parte más pequeña que la naturaleza
anímica conserva de su verdadera identidad espiritual.
En las catedrales, esta realidad ontológica se asimiló a la conciencia, y, para representarla, se construyó el triforio[8] en la parte más elevada del edifico. Este elemento arquitectónico se sitúa en las naves centrales, justo encima de las arcadas que constituyen las naves laterales. El triforio consiste en una línea de vanos, normalmente geminados, abiertos en el grueso de los muros donde se alzan, en muchos casos, vidrieras.
Las aperturas
del triforio son las que iluminan el espacio interior de la nave. Desde la
altura de la catedral se incorpora la luz solar que alegoriza la autoconciencia,
y los valores espirituales del Hombre. El individuo precisa despertar a esta
realidad ontológica, al Ser o hálito de vida. Esta es la raíz
de todo lo existente, la “causa primera” del
Alma Humana y de su “conciencia superlativa”.
“La razón de ser del Ser es el mismo Ser. Solo el Ser puede conocerse a
sí mismo”. (Samael Aun Weor. “La
doctrina secreta de Anahuac”. Cap. Antropología Gnóstica).
El estudiante
empieza a vislumbrar su “Auténtica realidad”
a través de pequeños destellos. En muchas ocasiones, este la ignora,
menosprecia, recela..., por falta de información, experiencia, o inquietudes. La
Esencia o conciencia libre se expresan de un modo muy particular, y, por lo tanto,
el individuo aprende a reconocer y penetrarla con la experiencia. La parte
espiritual de la persona se manifiesta de modo natural y espontáneo debido a que
goza de autonomía; de la misma manera que ocurre con un niño pequeño, quien
refleja ternura, belleza, inocencia, sencillez, sensibilidad… Lo que es
específico del ser humano se expresa sin artificio ni ornamentación, ni composiciones
complejas; lo que se percibe es la naturaleza innata del infante, propia de lo
que este es como Esencia libre, la cual se halla dentro de todo sujeto.
Uno precisa
mantener encendida la llama del anhelo sincero desde la profunda intimidad del alma.
La catedral fue diseñada como un lugar de liturgia y oración por los antiguos
constructores. Un espacio propicio al recogimiento, a la meditación, para elevar
la plegaria a las partes espirituales más alejadas de sí mismo. Como en la
antigüedad, el templo crea una atmosfera singular que propicia la búsqueda de
respuestas, la claridad de ideas, la inspiración necesaria en la existencia, y
en la emancipación de la Esencia. Aquí la fe consciente encuentra su casa,
habitáculo, hecho a imagen y semejanza de su corazón; cuyo altar representa el
espacio interior donde se alza la devoción del estudiante que indaga sobre su
propia naturaleza espiritual.
En el ámbito del autoconocimiento, toda meditación es una oportunidad para acceder a la “realidad última y original”. La clave del éxito se halla en el dominio del sueño, aprender a cabalgar sobre el lomo del dragón[10], tal como enseñan los taoístas, abre la puerta a la vivencia espiritual. La experimentación directa y personal es la base del camino hacia el Ser, y la que establece una relación correcta con el universo particular. Esta realidad es propia, intransferible, única e individual.
“Comprender
el Ser, lo que uno es, genera enorme dicha, libera el pensamiento creativo, la
vida creativa”. (J. Krishnamurti. “Reflexiones sobre el ego”. Cap.
El orgullo / la ambición).
Muchos
practicantes de la meditación logran un estado profundo, su conciencia se
expresa, y alcanzan su objetivo. Viven la verdad de algún aspecto de su psiquis
o de la naturaleza humana, de la creación, etc. No obstante, la mente o la
personalidad la relegan, enfrían u olvidan. Es común en mucha gente advertir su
realidad espiritual en una práctica, pero, pasado un tiempo, la experiencia se
diluya. El alumno evita este autoengaño, si establece firmemente su centro de
gravedad psicológico en su inquietud. Esta se refuerza y revaloriza en cada vivencia
de la verdad y comprensión creadora. De este modo, uno cimienta la “fe consciente”. Un trabajo
complementario elimina de la psiquis estos agregados del materialismo y de la
incredulidad, responsables de las dudas, y las reservas mentales en el orden interno.
Es de vital
importancia que el sujeto discierna la expresión de las distintas naturalezas
que carga en su interior:
·
La conciencia es lacónica, sutil, y liviana, una
apertura a lo nuevo.
· El subconsciente[11] es reiterativo, denso, y se mueve dentro de lo conocido.
· La personalidad es semejante a lo anterior, es un
conjunto de hábitos, y patrones de conducta.
Toda vivencia
trascendente enseña que la “Auténtica naturaleza”
es una realidad tangible más allá del cuerpo físico, de los afectos, y de la
misma mente. El “mí mismo”
atrae confusión, desorden psicológico, y se mantiene dueño de un hogar que no
le pertenece. Este cuerpo es el templo donde debe expresarse la Esencia y
conciencia libres.
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros?” (1
Corintios 3:16).
La experiencia de Ser o del no-Ser
“Seguro
que uno ha experimentado algunos de estos raros momentos en los que el ego, el “yo”,
con sus motivos, luchas, ansiedades, y miedos, cesa por completo. Entonces, uno
es un Ser sin ningún motivo, sin ninguna intención; y, en este estado, uno
siente o se da cuenta de esa distancia tan inmensa que no se puede medir, de
ese espacio y Ser sin límites”. (J. Krishnamurti.
“Reflexiones sobre el yo”. Cap. El “yo” y la identificación).
La carencia de
Ser hace que el subconsciente, y la conciencia embotellada sean los que manejen
los centros, y esto evoca con facilidad el error. Una vida dirigida por el ego
indica conflicto, dependencia, dualismo, preocupación, duda, impaciencia,
desamor, injusticia, intolerancia, etc. Una existencia que orbita alrededor del
no-Ser. La humanidad mayormente solo conoce la dualidad en el diario vivir, y esta
trascurre entre las alegrías de lo efímero, y el sufrimiento de la realidad
física.
Las tres realidades requieren alinearse con la
conciencia
El diccionario (Vox)
define la vida como: “La vida es la fuerza
interna substancial mediante la cual obra el Ser que la posee”.
¿Cómo se
desarrolla la conciencia? Respuesta: con la práctica del autoconocimiento, esta
acción prolongada en el tiempo define el trabajo interior. Esto revela que uno
atrae su atención plena a la Esencia libre, obra en la existencia utilizando los
recursos y las claves que la enseñanza le proporciona. Según el alumno despierta
su conciencia, este establece la coherencia en los tres planos de la realidad:
· La existencia.
· La forma de pensar, sentir y actuar.
· Y, finalmente, la voluntad del alma por estar presente a sus valores humanos.
La persona es coherente, si instaura una correspondencia sensata, no contradictoria, entre la voluntad, y el modo de pensar, sentir, y actuar. Sin embargo, si uno anhela un desarrollo interior y una existencia equilibrada, esta voluntad precisa estar conectada con la conciencia y la Esencia libre. Ambos promueven la acción recta y proveen una “individualidad psicológica” que aporta “unidad de Ser” a estas tres realidades. Este alineamiento de la conciencia, voluntad, mente, y acción, las cuales obran coordinadas en la misma dirección, elaboran una existencia física y espiritual equilibrada; la colman de auténticos logros. Existen muchos ejemplos de vida de Mujeres y Hombre auténticos que enseñaron esta realidad a la humanidad.
Las
tres realidades son una en el corazón del Maestro o guía interior. Muchas de
las catedrales de la Edad Media, sean estas de estilo románico o gótico,
expresan esta verdad. En aquella época, estos edificios, alegoría del templo
interior, se levantaron para enseñar y reconfortar a todas las almas que anhelaban
conocerse a sí mismas.
“No queremos vivir de sueños, sino de hechos”. (Vicente Ferrer)
Tabla de ilustraciones
- Foto del interior de la
Catedral de Santiago.
- Foto del interior de la cripta
de la Catedral de Santiago.
- Foto de los capiteles de la
cripta de la Catedral de Santiago.
- Foto del triforio visto desde
abajo de la Catedral de Santiago.
- Foto de entrada lateral de la
Catedral de Santiago.
- Foto de la roseta del triforio
sobre el pórtico de la gloria de la Catedral de Santiago.
- Foto de Santiago apóstol en el
pórtico de la gloria de la Catedral de Santiago.
Poema
“También
la piedra, si hay estrellas vuela,
Sobre la
noche biselada y fría.
Creced,
mellizos lirios de osadía;
Creced,
pujad, torres de Compostela”.
Geraldo
Diego
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[1] En este texto se insertan comentarios sobre las catedrales, en general, y de la catedral de Santiago de Compostela, en particular. Estas son un ejemplo de arte objetivo. La construcción de la catedral de Santiago se fundamentó en los tres planos básicos de la realidad: física, psicológica y ontológica, de modo que constituyera una enseñanza a todos los que la visitaban.
[2] Lo
más relevante de la catedral se debió al Maestro Mateo (1150 - 1200~1217), el
cual edificó: el Pórtico de
[3] Psicológica y esotérica.
[4]
Cap. 11. “La resolución de problemas y la toma de decisiones”, Tomo II.
[5]
Cap. 10. “La gestión de las emociones negativas”, Tomo II.
[6]
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. (Albert
Einstein).
[7]
Esta palabra proviene del
latín “crypta” y esta, a su vez, del
griego kryptē etimológicamente
significa: “escondido”.
[8]
“La palabra triforio proviene del latín
“triforium” y este a su vez de “transforatum”,
que significa abierto, calado”. (Wikipedia, la enciclopedia
libre. Clave: triforio).
[9]
Pasillo que puede recorrer toda la nave por el interior, y cuya anchura
coincide con la de la nave lateral sobre la que se apoya.
[10]
El subconsciente.
[11] El ego, alma embotellada o el no-Ser
es una realidad ontológica, pero está atrapado en el subconsciente, y se aloja en
los diferentes estratos de la mente o centros. La identificación se inicia con
su impulso desde la realidad psicológica. Recordar que el agregado es una forma
errónea de percibir las impresiones, que se extiende al modo de pensar, sentir
y actuar.
[12] “La verdad
es lo desconocido de instante en instante”. (Samael
Aun Weor. “El Pistis Sophía develado”. Cap. 60).
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