“El instrumento de búsqueda, que es mi
propia mente, se puede pervertir, torcer, y solo mediante el conocimiento de sí
mismo la mente puede ser sincera”. (J. Krishnamurti. Dichos de J. Krishnamurti.
Cap. El conocimiento de sí mismo).
Introducción
El
término mente intermedia surge del hecho que esta ocupa el espacio psicológico
entre la mente sensual e interior. Aunque todas las funciones participan de su
estructura, el centro de gravedad de sus operaciones orbita en la emoción. La
mente intermedia se relaciona con el mundo de las teorías, las creencias, las
hipótesis, las opiniones, las ideas, las suposiciones, etc. Todos los “conceptos abstractos e indefinidos”
como son: el amor, la bondad, la maldad, el honor, la dignidad, la amistad, la
responsabilidad, la voluntad, etc. Así mismo, esta aglutina todos los procesos
vinculados al “mundo de lo intangible o
inmaterial”, por ejemplo, Dios, la libertad, la verdad, la felicidad…
Ninguno de estos conceptos abstractos se puede medir ni tampoco reproducir en
un laboratorio[1].
Aunque, esto no significa que sean una fantasía. Las acciones de amor, amistad,
el ejercicio de la libertad… o su carencia, son concretos y se evalúan en un
sentido u otro. Sin embargo, estas obras son, ante todo, una experiencia
interna que es causada por la persona que ejecuta la acción. Esto indica que se
puede juzgar un acto ajeno como amistoso, por las impresiones que uno recibe,
pero igualmente pudiera ser una hipocresía. La realidad de la amistad, el amor,
la fe,…es una vivencia particular que se refleja en el plano físico con hechos
y, más que juzgarlos, lo propio es experimentarlos con la conciencia. Sin
embargo, estas relaciones con el mundo abstracto se procesan, normalmente, en
la mente intermedia y se aglutinan principalmente alrededor de la dimensión
afectiva. El ámbito de lo intangible no siempre se construye con una
explicación racional, lógica, ni descansa sobre una base objetiva. Esto explica
porqué en el terreno de las relaciones humanas se dan situaciones
incomprensibles desde la perspectiva ajena como ocurre en muchas relaciones
sentimentales, familiares, amistosas, etc. Cuando el ser humano se confronta
con la realidad indefinida e inmaterial, la mente intermedia establece
creencias, teorías, opiniones e ideas. La causa es que las impresiones no
reflejan directamente esta verdad interior, esta no es tan evidente como lo son
una piedra, un abrazo o una tarde soleada.
El mundo de las creencias, las teorías y
las opiniones
Este apartado engloba los términos: creencia, teoría,
ideología, opinión[2]
y sus sinónimos, los cuales comparten rasgos comunes. Estos vocablos son muy
importantes en la construcción de la mente intermedia. En la vida práctica es
difícil realizar una plena diferenciación entre pensar, creer, suponer… El
pensamiento se estructura con el contenido de la memoria de todo lo que uno
aprendió en el curso de su existencia. En muchas ocasiones, la persona crea un
discurso racional valiéndose de las ideas, creencias,… que carga en la mente.
De hecho, las ideas se convierten en creencias u opiniones, las creencias en
ideas o pensamientos, las suposiciones en teorías, las teorías en creencias o
ideas, etc. En la mente intermedia, todos estos vocablos pueden llegar a ser
sinónimos y en el lenguaje común nadie repara en la sutileza de sus
definiciones en el momento de su uso. Por ejemplo: creo que Antonio es un buen
aspirante al puesto. Pienso que Antonio es un buen… Supongo que… Opino que…
Tengo la idea que… En teoría, Antonio… Siempre existen matices pero todas ellas
afirman lo que piensa el individuo de la conveniencia de Antonio sobre el
puesto. En los hechos, estas acciones intelectuales son empleadas
constantemente a la hora de determinar el modo de pensar de la personalidad del
sujeto.
El ser humano teoriza, cree, supone, lo que hace o deja
de hacer el vecino, el cuñado, el amigo, los personajes públicos, los eventos,
las situaciones, tanto en un sentido positivo como negativo. Las personas
emiten opiniones con facilidad sobre los más variados temas que les importan o
sienten la necesidad de hacerlo. Así mismo, ocurre con los conceptos
abstractos. La mente intermedia elabora sus razonamientos, toma sus decisiones,
adopta conductas, hábitos, piensa, siente y actúa de determinada forma basada
en sus creencias. Sin embargo, estas últimas obran en la persona un
conocimiento de la realidad relativo y sujetivo. Los posibles contenidos y
significados que uno atribuye a cada concepto abstracto dependen de su propia
vivencia, deseo,… en definitiva de su estado interior. Esto es debido a que
ninguna idea indeterminada como por ejemplo: la “verdad”, se presenta claramente en el plano físico como un objeto
tangible. De este modo, la casa en donde vivo se percibe como real, posee el
valor de verdad, pero la casa no es la verdad.
El concepto abstracto siempre se atribuye a alguien o
algo que lo posee. Estas realidades inmateriales son imposibles de ser captadas
por sí mismas con los sentidos sino que uno las deduce por medio de qué o de
quien las revela u ostenta. Por ejemplo: un tierno abrazo puede ser una prueba
de amor; Albert Einstein demostró una gran inteligencia en sus postulados
científicos; Madre Teresa de Calcuta desplegó en su acción una enorme
compasión. En todos los casos, lo indefinido o abstracto se plasma en el plano
físico, de este modo se convierte en algo específico y concreto. Esto mismo
ocurre con los valores. ¿Cómo los percibe uno? A través de la intuición[3],
uno advierte que el abrazo es una muestra de amor, Einstein era realmente un
genio y Madre Teresa de Calcuta era una persona con numerosos valores.
Esta intuición es distinta a suponer o creer, los cuales
son propios de la actividad de la mente intermedia, asimismo ocurre con la
mente sensual y su propiedad de atribuir conceptos. Estas operaciones
intelectuales y afectivas son edificadas por los contenidos de las propias
creencias que ya se hallan depositadas en la memoria de los centros. Como
muchos de estos elementos intangibles e internos no producen sensaciones
concretas por sí mismos desde el exterior, entonces, estos tienden a reforzarse
constantemente. Esto sucede con facilidad en los asuntos religiosos, del
corazón, recuerdos vividos que marcaron la psiquis, etc. En la mayoría de los
casos, estas deducciones o teorías no aciertan a comprender la realidad sino
que “proyectan una aparente” que al
sujeto le conviene ver, creer o no puede controlar.
Por
ejemplo, la ternura es una manifestación concreta de una persona hacia otra. En
principio, esta expresión se identifica con el amor. No obstante, ¿puede uno
afirmar rotundamente que en ese momento esa muestra de afecto es amor? La
manifestación es real, tangible, uno la percibe. Pero, ¿es realmente amor?
Pudiera ser una estrategia o una maniobra para conseguir un propósito que se
aleja del amor y, por lo tanto, sea una falsedad en el terreno de los
sentimientos. Incluso, pudiera ocurrir que este sujeto, en ese instante, sea
sincero con su expresión y no perciba un auto-engaño provocado por una identificación
con un agregado psicológico. En consecuencia, el abrazo correspondería a la
manifestación de un temor, una dependencia, un deseo pero no sería
exclusivamente amor y este estaría adulterado.
Etimológicamente, creencia proviene del latín del
verbo “credere”, que significa
“confiar en, poner el ánimo” y “entia”
expresa actividad, cualidad de un agente. En el diccionario, se hallan
distintas definiciones de creencia: idea o pensamiento que se asume como
verdadero; firme asentimiento y conformidad con algo; completo crédito que se
presta a un hecho o una noticia como seguros o ciertos. Asimismo, desde la
perspectiva religiosa, creencia implica una doctrina que reconoce una relación
con la divinidad (un dios o varios dioses)[4].
“Básicamente creer significa dar por
cierto algo, sin poseer evidencias de ello". (Wikipedia, la
enciclopedia libre. Clave: creencia).
Las creencias se hallan presentes en todos los ámbitos
de la existencia y son de diferentes tipos: religiosas, políticas, filosóficas,
seudocientíficas, históricas, populares,... Los credos son los fundamentos
mentales que sostienen las religiones. Todas las personas que practican una
doctrina o creen en unos dogmas los depositan en la mente intermedia y se ligan
a un contexto emocional.
Estas creencias se arraigan en la parte profunda de la
psiquis como en la personalidad. Estas son inculcadas o asimiladas desde la más
tierna infancia por medio de vivencias con los progenitores, los preceptores
religiosos, los ambientes sociales y culturales, la propaganda religiosa. Estas
convicciones o teorías no son racionales aunque gocen de una estructura
intelectual para sostenerlas. Cualquier tipo de creencia interfiere de alguna
manera en muchas cuestiones de la vida práctica. Tanto las creencias como las teorías,
las opiniones, etc. originan una distorsión cognitiva que afecta a cómo el
individuo percibe la realidad; son predisposiciones a una “no correcta transformación de impresiones”. Desde el conocimiento
de sí, toda creencia es un perjuicio cognitivo debido a que esta restringe a la
conciencia evidenciar por sí misma tanto la realidad interior como los hechos.
El alumno precisa discernir entre el creer y el saber o conocer puesto que son
dos acciones cognitivas distintas.
El auto-conocimiento define saber (sabiduría) como aquel
que se elabora a través de la experiencia directa y la conciencia lo asimila
como una aprehensión de la verdad. Esta comprensión goza de múltiples niveles.
En efecto, esta es relativa, pero esto no significa que en su escala gradual de
mayor o menor aprehensión de la realidad sea contradictoria o incoherente. Los
centros superiores son las funciones que conforman este saber que proviene de
la vivencia consciente de lo Real que se define abstracto como lo es el amor.
La intuición, inspiración o imaginación son los vehículos más apropiados para
advertir el plano psicológico; el cual es intangible a los sentidos y la mente
intermedia reconoce pero no entiende en profundidad. La aprehensión por la
conciencia de sus propios estados junto a la comprensión de las experiencias y
las actitudes de los distintos centros se deposita en la mente interior.
La
ciencia establece verdades que son modificadas por descubrimientos posteriores,
sus aplicaciones moldean el diario vivir y explican parte de nuestra realidad.
No obstante, desde la perspectiva de lo Real, gran parte de sus verdades son
provisionales. En este sentido, el conocimiento científico precisa ser prudente
aunque goce de rotundas evidencias. En contraste, en su gran mayoría, las creencias
son prejuicios, proposiciones elaboradas por el interés, la ignorancia o el
temor. Una tarea indispensable del estudiante sobre la mente intermedia es “el estado de presencia” a estas
creencias, opiniones, ideología, etc., en el momento que surgen en la vida
cotidiana. Su descubrimiento permitirá una revisión de las mismas y sobre qué
elementos psicológicos se cimientan, confrontarlas a la evidencia que revelan
los hechos.
La
conciencia no precisa el apoyo de creencias o dogmas para percibir lo real. Es
necesario recordar que esta cualidad es una vía de conocimiento de la verdad
que se procesa en el instante, independiente de la mente. La naturaleza del ser
humano ha previsto este órgano psicológico de comprensión integral, objetiva y
concreta. Esta facultad se halla depositada en la Esencia. Del mismo modo que
la naturaleza humana ha concebido unos ojos para ver, unos oídos para escuchar…
Una mente para elaborar pensamientos, sentimientos, apetitos, etc. por medio de
los sentidos y las funciones del organismo. La conciencia es la que sabe y
conoce la realidad de modo universal.
Platón ya enseñaba en su doctrina que existían dos tipos
de conocimientos:
Ø El saber de lo sensible (sentidos): que
estructura las opiniones, creencias, teorías,… correspondientes al mundo
tangible y considerado subjetivo. Producto de una transformación mecánica de
las impresiones y que se constituye a través de las apariencias. Esta
instrucción está recogida en el Mito de la Caverna.
Ø El saber inteligible o verdadero (conciencia): que
corresponde al conocimiento de la esencia de las cosas, objetivo y de la verdad
de las ideas universales. Por ejemplo, las matemáticas, la justicia, el amor,
la libertad, la belleza, etc. Implica una correcta transformación de las
impresiones.
“Mi dictamen es, que continuemos llamando
ciencia o sabiduría a la primera y más perfecta manera de conocer; conocimiento
razonado a la segunda; creencia a la tercera; conjetura a la cuarta;
comprendiendo las dos últimas bajo el nombre de opinión, y las dos primeras
bajo el de inteligencia; de suerte que lo perecedero sea el objeto de la
opinión, y lo permanente el de la inteligencia”. (Platón. La
república. Libro VII).
Platón
ilustró con su filosofía que si uno fija la atención y concentra su mente en
las impresiones transitorias de modo general no capta las causas de los
eventos. La persona establece creencias y opiniones porque son una apariencia
y, en consecuencia, inconsistentes con lo Real. Lo perecedero determina una
forma errónea y superficial de advertir los hechos y un conocimiento falso de
la realidad. Recordar que la Tierra gira alrededor del Sol pero, desde el lugar
donde uno se halla, la información que recogen los sentidos es contraria a la
realidad.
El ámbito de los conceptos abstractos e
indefinidos
“El amor es como un fuego que transforma
nuestro corazón humano, vivo, que nos ayuda a amar a los demás y al Ser único
si vamos subiendo en la línea del amor”. (Vicente Ferrer. El
encuentro con la realidad. Cap. El amor).
Para comprender cómo funciona la mente intermedia y cómo
se relaciona con los conceptos abstractos e indefinidos se comenta a
continuación diferentes aspectos del amor. Este último puede ser expresado en
diversos frentes o ámbitos en las relaciones humanas:
Ø
El amor filial, fraternal, paternal o maternal.
Ø
Las relaciones de amor sentimental, romántico,
de las parejas.
Ø
La amistad, el amor que se despliega por los
amigos.
Ø
La vocación que es amor por la profesión o
actividad que uno realiza.
Ø
La práctica espiritual, el amor a Dios, el que
se consagra en las órdenes religiosas.
Ø
El amor al prójimo.
Ø
La sensibilidad y el amor por la naturaleza y
los animales.
Ø
El amor al arte, a la patria, a una afición,
etc.
Todo ser humano posee su “idea” sobre todas estas expresiones del amor. Cada individuo cree
saber en función de sus experiencias y los conocimientos adquiridos qué es el
amor. Piensa conocer sus propiedades y discernir aquellas que no lo son. Sobre
todo detecta todas aquellas actitudes que observa en los demás y que él
considera que no son propias del amor. Sin embargo, en muchas ocasiones, la
experiencia cotidiana asombra de cómo esta intención de amar se aleja de sus
raíces y valores más elementales.
Por ejemplo, ciertas personas sienten celos y maltratan
a sus parejas; estos lo hacen, dicen ellos, porque la aman. Así mismo, se
forman matrimonios basados en el amor y el respeto pero después de unos años de
rutina se sienten indiferentes el uno del otro. En otros casos, las parejas que
se unen con ilusión, tienen hijos, sobrepasan dificultades, sin embargo, con la
convivencia terminan en la incomprensión y el enfrentamiento.
Existen muchos núcleos familiares donde los padres e
hijos se quieren, no obstante, no son felices juntos, no se entienden, ni se
toleran, etc. Se dan casos de hermanos que de pequeños se adoraban después
surgen disputas, durante veinte o treinta años no se hablan, se envidian, son
incapaces de sobrepasar sus diferencias; otros entran en conflicto por asuntos
de herencias, etc.
En el ámbito de la amistad, uno observa situaciones
contradictorias. Amigos que se aprecian, más tarde, se enojan, se sienten
traicionados, se hacen sufrir, se critican, se ignoran. Se crean amistades
entre personas que solo tienen en común la enemistad hacia otro sujeto, se
forman alianzas amistosas interesadas para alcanzar objetivos o beneficios
comunes.
Con las religiones sucede exactamente lo mismo tanto en
el cristianismo como en el Islam. Estas tradiciones mayoritarias preconizan el
amor entre los seres humanos y muchos de sus afiliados lo anhelan sinceramente.
No obstante, uno constata, a través de los siglos de su existencia, que esta
realidad es muy cuestionable, sobre todo cuando la ceguera del fanatismo se
halla presente.
Todas estas cuestiones plantean una reflexión sobre qué
causa y cómo se establecen los distintos tipos de amor en la psiquis. Estos
ejemplos muy extendidos en la convivencia entre personas reflejan que este
concepto abstracto conocido como el amor no es una facultad sencilla de
concretar. En muchos de estos casos, se observa que el individuo práctica y
vive el “amor que debería ser pero que no
es”. Los seres humanos experimentan grandes dificultades en sobrepasar las
pruebas y los retos que la misma existencia coloca en el camino de los
sentimientos hacia los demás. Muchas actitudes se justifican en el nombre del
amor que son añadidos psicológicos que lo empobrecen como son: celos, apegos,
temores, ilusiones, dependencias. En consecuencia, el sujeto con buena voluntad
anhela expresar el amor con todos sus valores pero es incapaz de llevarlo a la
práctica. Carece de comprensión y de conciencia de Ser. El amor es una fuerza
desconocida para el individuo que precisa canalizarse con la madurez que la
conciencia adquiere a través de su propia experiencia. El amor emancipa el alma
y cuando uno quiere plegarlo a sus deseos desaparece de nuestro corazón.
Esta energía universal que se describe como “Amor” es aprehendida por medio de la
experiencia directa y personal; su raíz se halla más allá de la mente y es
incomprensible por esta. Es una expresión de la Esencia cuando vibran los
valores del corazón y se despliega de plano en plano hasta concretarse en una
acción. Este florecimiento del amor consciente se manifiesta en la realidad
física de modo objetivo, es una luz que irradia a todos por igual.
El
amor, por lo tanto, es una de las cualidades que animan al sujeto a ser mejor
persona. Esta virtud es inspiración hacia la práctica de valores humanos. El “amor que debería ser” es una guía para
aprender a compartir con los demás: familia, pareja, amigos,… los principios
que emanan del Ser como son: equilibrio, felicidad, bienestar, paz, verdad,
libertad. Sin embargo, uno acarrea múltiples modos de pensar, sentir y actuar
en la mente intermedia que nos alejan de todos estos principios y valores. La
consecuencia es que uno, ante esta cualidad abstracta e indefinida, se halla
cada vez más indiferente y distanciado. En muchas ocasiones para las personas,
el amor es deseo, sumisión, apego, sufrimiento. El estudiante precisa revisar
en la vida diaria su conducta, sus modelos de razonar y sentir el amor. Estar
presente a esta expresión que emana de su propia Esencia pero que se adultera
con agregados psicológicos y diversos roles de la personalidad. Aprender a
extraer de cada escenario las manifestaciones que no son dignas del amor, lo
enturbian y que son propias del egocentrismo y la carencia de madurez interior.
Contraste entre creencia y fe
“Aquellos en quienes la creencia en Dios
es puramente intelectual se jactan con despreocupación de haberse curado de
toda sombra de duda. Bien anclados en sus convicciones, se aferran
resueltamente a ellas. A sus ojos, los ateos son escépticos por naturaleza, y
los hombres cuyas ideas difieren de las suyas no son sino impíos, heréticos o
infieles. ¡Cuántas divisiones, hostilidades y conflictos, cuán ingentes número
de represiones y persecuciones ha engendrado semejante actitud en el mundo!”.
(R. Tagore. La morada de la paz. Cap. Dudas e interrogantes).
Esta mente intermedia se halla en el centro de las
creencias y de los dogmatismos ideológicos y religiosos.
El mundo espiritual es abstracto e intangible. Estas
tradiciones elaboran credos y moldes que deben practicarse para alcanzar el “Bien” que dicha creencia promete. En
principio, este Bien es Dios. La vocación religiosa que un sujeto experimenta
es amor por Dios. Así mismo, puede fundamentarse en una búsqueda de Verdad
última que se identifica igualmente con la divinidad. Este amor se origina por
diversas vías: necesidad o inquietud interior, atender una voz o sentir una
llamada, conveniencia, imitación, idealismo, etc. El amor por Dios que observan
las personas religiosas implica un modo de pensar y sentir elaborado bajo la
influencia de los modelos de sus respectivos credos. Esto es lo que ocurre con
el Catolicismo, Islamismo, Judaísmo, Budismo, Hinduismo, etc. De este modo, si
el individuo no preserva su “discernimiento”,
el mismo credo lo condiciona a pensar y sentir a Dios de una manera particular
que no se fundamenta en su propia conciencia. Esto convierte una doctrina o una
enseñanza tal como se presenta en los libros sagrados[5]
en una fuente de dogmas y pautas del comportamiento. Estas creencias se
establecen en la mente intermedia y atraen en menor o mayor medida el
dogmatismo y el fanatismo religioso.
Desde el autoconocimiento, esto se define como fe
ciega. Todo lo que se vincula a la Esencia no se inhibe de la conciencia.
Esencia y conciencia son una unidad. Cuando una persona se identifica con un
proceso psicológico desaparecen de la escena tanto la Esencia como la
conciencia. Si un ego embotella un porcentaje de Esencia, en esa misma
proporción se atrapa la conciencia.
¿Qué implica está paridad? El amor por Dios, tal como
ocurre con las demás expresiones del amor no se aleja de los valores humanos ni
de los principios ontológicos. El amor en cualquiera de sus manifestaciones es
una cualidad abstracta, indefinida, inmaterial e intangible pero igualmente
anímica y universal. Todos los seres humanos disfrutan en su Esencia de la
semilla del amor que precisa emanciparse y dar fruto. La conciencia es la guía
de este amor para desplegar todos sus principios y atributos. Para
diferenciarla de la fe ciega, esta última se denomina “fe consciente”. Tal como enseña Vicente Ferrer[6],
el ser humano ya posee en su corazón un evangelio universal que es descubierto
por quien se molesta en buscarlo en su interior. Como se explicó anteriormente,
creer es una actividad mental desprovista de la presencia del principio
inteligente, el cual proporciona el discernimiento y el contraste cabal con los
hechos. En consecuencia, la fe verdadera acarrea todas y cada una de las
propiedades de la conciencia porque es el resultado de su actividad. Uno
adquiere fe cuando hay experiencia directa, personal y objetiva, en este caso
de los asuntos espirituales como pudiera ser de cualquier otro. La fe
consciente es “conocimiento propio de la
Verdad”.
Esta
capacidad de aprehender la realidad interior evita actitudes hipócritas o
fariseas que se determinan por pertenecer a un credo o una ideología que no se
práctica ni se comprende realmente.
“Desafortunadamente existe siempre la
tendencia general a confundir la creencia con la fe. Aunque parezca paradójico
enfatizaremos lo siguiente: el que tiene fe verdadera no necesita creer". (La
gran rebelión. Cap. Las tres mentes).
La
vivencia consciente fundamenta la comprensión de la naturaleza de lo
aprehendido por uno mismo. Este proceso cognitivo sobrepasa en esencia y forma
el adquirido por el intelecto o la emoción a través de los sentidos. Por esta
causa, creencia se deposita en la mente intermedia y la fe auténtica en la
mente interior. La experiencia consciente se produce por la vía de los centros
superiores, es inspiración. Esta aprehensión natural y espontánea origina una
huella profunda, íntima y enseña una dimensión desconocida de lo experimentado.
Es un descubrimiento de una Verdad en ese instante. Este tipo de intuición es
inmediata. La conciencia percibe la causa o esencia de este concepto abstracto
e indefinido cuando emana de su propia fuente. Ya sea este el amor o alguna
cuestión relacionada con Dios. En efecto, esta experiencia inunda de felicidad
y libera a quien la vive del dualismo mental. El individuo concreta tolerancia,
compasión y dignidad. El amor no se desconecta de la verdad de los hechos ni de
sus fundamentos y debido a este principio acarrea sabiduría.
“Os contaré lo poco que sé, en la medida
en que puedo razonarlo, pero respecto a lo que no sé, os repetiré lo que dicen
los libros. Es incorrecto creer ciegamente. Se debe usar la propia razón y
juicio; se debe practicar para ver si estas cosas suceden o no. El estudio de
esta religión se debe abordar igual que se hace con cualquier otra ciencia”.
(Swami Vivekananda. Las obras completas de Swami Vivekananda. Vol. 1.
Raja-Yoga. Cap. Introducción).
La creencia se opone diametralmente a lo anterior, esta
se establece y refuerza por la actividad de la mente que deduce lo que vive y
procede de los sentidos. La naturaleza y las características del dogma
encierran la mente en sí misma. La causa de esta realidad es que la creencia se
establece como una verdad en la propia mente, es un prejuicio y una
predisposición a interpretar los hechos, cualquiera que sean estos. Por lo que,
las impresiones no son observadas con una “mente
receptiva”, ni con un estado de presencia para captar la verdad que
encierran. La mente condicionada por el dogma transforma las impresiones según
dictamina el prejuicio, oscurece e invalida la realidad que pudieran revelar.
Este
repliegue mental se moldea a través de la vivencia recurrente y adopta la
dualidad en su constitución. Esto significa que una creencia acepta algo que,
por el otro extremo, rechaza, no es integradora. El proceso mental se instaura
de la siguiente manera: “mi credo es la
verdad, por consiguiente, otra doctrina es falsedad[7]”.
“Por lo general, el hombre divide a la
humanidad en dos bloques: por un lado, la comunidad a la que él adhiere y, por
otro, el resto de la gente. En su propio campo, se apropia del Señor, le
considera su bien exclusivo y a ello se atiene, satisfecho, sin reflexionar más
allá sobre la cuestión ni cuestionarse su elección”. (R. Tagore. La
morada de la paz. Cap. Dudas e interrogantes).
En consecuencia, el creyente se muestra incomprensivo
hacia todos aquellos que no comparten sus opiniones religiosas. Si la
discrepancia es un hábito, la persona se torna intolerante, una de las
características más comunes del fanatismo. Esto es debido en el ámbito
psicológico a que la persona entra en un estado de fascinación. La mente
intermedia a través de las creencias facilita al devoto religioso la hipnosis
que ciega su sentido común y su propia conciencia. Existen muchos ejemplos en
todos los ámbitos, pero se acentúa con más virulencia en los asuntos
espirituales e ideológicos. A través de la Historia, existen múltiples casos de
intolerancia religiosa debido a la práctica de una devoción dominada por la
mente intermedia.
La
antigua Roma siempre fue permisiva con los demás cultos. Los romanos adoptaron
en todo el imperio y en la misma ciudad eterna, religiones de civilizaciones
ajenas. Fue el caso de la mitología griega, los templos erigidos en honor a
Isis y Osiris de Egipto, los mitreos dedicados al dios Mitras Persa, los cultos
ejercidos a la diosa Cibeles frigia[8],
etc. No obstante, en el periodo imperial, oficialmente, se consideró al
emperador una divinidad y se le rendía culto, del mismo modo que se hacía con
el Faraón en Egipto. Aunque, este era más bien un culto orientado al poder
político más que personal como elemento unificador. Los habitantes del imperio
debían respeto a este estatus del mandatario de Roma y mostrar un signo de
adoración ante sus estatuas como, por ejemplo, inclinarse o doblar la rodilla.
Los cristianos, considerando que no había más Dios que el suyo, rehusaron
hacerlo[9].
Esto último junto a otras cuestiones se interpretó como una rebelión contra
Roma y los distintos emperadores promulgaron su persecución. El fanatismo de la
nueva iglesia junto a la intolerancia de los romanos acarreó una gran oleada de
victimas y sufrimientos durante más de cuatro siglos. Este modelo se ha
repetido en múltiples ocasiones en la historia de la humanidad. Cuando el
imperio romano adoptó el culto católico, fueron estos últimos los que
combatieron a los paganos y destruyeron sus templos hasta que estos fueron
eliminados o se convirtieron.
“En
532, Juan Asiaco, monje integrista y fanático que cuenta con la bendición del
emperador, organiza una cruzada contra lo que queda de los maltrechos paganos
de Asia Menor. A base de mucha sangre, "cristianiza" Frigia, Caria, y
Lidia. 99 iglesias y 12 monasterios son construidos sobre templos paganos
destruidos. En 546, Juan Asiaco condena a muerte en Constantinopla a cientos de
paganos”. (Metapedia. Clave: persecución de los paganos en la Roma
Antigua).
En la Edad Media, la iglesia católica estableció el
canon religioso que los fieles debían acatar y si alguien mostró algún tipo de
iniciativa fuera de él fue víctima de la inquisición.[10]
En diversas ocasiones, la iglesia proclamó la persecución de judíos en toda
Europa, igualmente, acabaron con los Cátaros, Templarios, etc. Cuando apareció,
el Islam surgieron las guerras de religiones y la lucha por su influencia tanto
de culto como política en los diferentes pueblos de la Tierra. La aparición de
los protestantes dentro del seno católico fue otro episodio de conflictos
cruentos.
En diversas latitudes hasta ahora se ha continuado a
verter sangre en nombre de Dios o para eliminarlo de las mentes de los fieles.
Sin embargo, tanto las creencias como las ideologías son las que elaboran el
argumento y la justificación para ejecutar todo tipo de barbaridades contra el
ser humano[11].
Opuestamente,
existen ejemplos de religiosos que vivieron directamente por sí mismos la
doctrina de sus cultos y su amor a Dios se edificó sobre la fe consciente.
Estos abandonaron las creencias depositadas en la mente intermedia. Sus
experiencias reforzaron la vocación sobre una “base real, propia y consciente” de lo qué es el mundo espiritual,
más allá de lo que decían los demás, escribían o querían imponer. Esta fe
consciente les aportó “tolerancia y
comprensión” tanto por aquellos que la entienden de modo dogmático como
hacia otras confesiones. Esto explica como muchos místicos fueron perseguidos
por los ortodoxos religiosos de su culto y, a pesar de las dificultades, dieron
un testimonio de una realidad espiritual interior objetiva. Despertaron la
verdadera naturaleza del Amor que dormía en sus propias almas por todo lo
creado.
“Mi corazón se ha hecho capaz de adoptar
todas las formas. Es pasto de gacelas, y convento de monjes cristianos, y
templo de los ídolos, y la Ka’aba de los peregrinos, y las Tablas de la Ley, y
el Libro del Corán. Yo milito en la religión del amor, cualquiera que sea el
sendero que recorran las caravanas”. (Místico español sufí Ibn
Arabí).
Al
final del tema se exponen algunos escritos de Mujeres y Hombres místicos que
desarrollaron la fe consciente en sus prácticas religiosas. Estos aportan una
visión muy diferente de la que proviene de la mente intermedia, lejos de declaraciones
de herejía, persecuciones, terrorismo religioso y demás fanatismos
intolerantes.
La mente intermedia y las ideologías[12]
“No es la conciencia del hombre la que
determina su Ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su
conciencia”. [13]
(Karl Marx. Contribución a la crítica de la economía política. Prólogo).
Las ideologías nacen en el seno de la mente intermedia y
son otro ejemplo que contribuye a reforzarla, las hay de diversos tipos:
políticas, económicas, reformistas, revolucionarias, reaccionarias, sociales,
ecológicas, etc.[14]
No hay que confundir una ideología con una filosofía,
aunque la primera recoja ciertas ideas de la segunda y se asimile a ella para
su propaganda. De modo que la ideología origina una versión simplificada,
deformada e interesada de la filosofía que instrumentaliza hacia una acción en
beneficio de sí misma.
Una
ideología es un conjunto de percepciones, emociones, ideas y creencias más o
menos compatibles entre sí que concentra a un colectivo de personas que la
asume. Muchas de ellas forman un movimiento o una escuela que las identifica.
Un grupo ideológico se caracteriza por concebir un modelo de percibir, pensar y
sentir los hechos y, por lo tanto, interpretarlos según la base de su propio
ideario. Los miembros que lo constituyen comparten amplia y voluntariamente
este conjunto de significados que atribuyen a la realidad y determinan una
actitud ante ella. Esto proporciona un elemento de cohesión, una imagen y una
identidad a quien pertenece a estos colectivos. Toda ideología prevalece sobre
el interés personal, se centra en el conjunto y, tal como ocurre con las
creencias, asume el programa de sus convicciones como una verdad en sí misma.
Muchas de ellas por distanciarse considerablemente de la realidad se convierten
en utopías.
“Ahora bien, la ideología lo que ocasiona
son falsas creencias que mantienen la interpretación o justificación previa tal
como estaba en el imaginario individual y colectivo, independientemente de las
circunstancias reales”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave:
ideología).
Toda corriente ideológica se divide en dos procesos:
Ø El individuo que las asume elabora una crítica
de la realidad o sistema vigente de la sociedad donde se detectan unos
responsables. Estos últimos pueden ser entidades estatales, situaciones
existentes o colectivos privados. Esta representación de la realidad se efectúa
según sus propios parámetros, valores y circunstancias.
Ø Paralelamente, este idealiza un “sistema y realidad superior” como
solución al planteamiento anterior y cómo alcanzarla a través de una
organización y una estrategia definida de acciones. En este apartado, la
ideología propone una alternativa en el orden social, económico, político,…
según el propósito de esta.
La
primera parte del análisis se realiza a través de la mente sensual. El sujeto
fundamenta sus razonamientos y sentimientos sobre las impresiones que recibe y
atribuye a estas las causas que justifican y aseveran la realidad de su
discurso. Sus partidarios resaltan errores, elementos indignos, desigualdades,
injusticias, etc. del modelo que juzgan. En la mayoría de los casos, estos
argumentos no se desligan del interés o de la situación personal. Esto acarrea
un grado de subjetividad en el momento de examinar las circunstancias. Las ideologías
tratan de observar las impresiones a través de los filtros de sus ideas y
ajustan la vida en estos moldes elaborados por sus deseos y frustraciones. En
todas ellas existe un alto grado de egocentrismo, aunque el discurso utilizado
sea envuelto en el bien común.
La segunda parte del proceso continúa con la mente
intermedia. Esto es debido a que intervienen las teorías, los prejuicios y los
deseos en la confección de los planteamientos de los remedios y de cómo
alcanzarlos. Una ideología considera el nuevo orden que anhela establecer como
una estructura estática donde se hallan todas las soluciones a los desordenes
anteriores: sociales, laborales, económicos, políticos,... De este modo, estos
movimientos ideológicos se hacen dogmáticos, se cierran sobre sí mismos y no
aceptan influencias ajenas. Estos tienen ideas “a priori”, preestablecidas de antemano para encajar los diferentes
aspectos organizativos de la sociedad. Por esta causa, la práctica de la
ideología restringe el libre albedrío, la iniciativa y la creatividad de las
personas a las que supuestamente protege de la desigualdad, injusticia y el
desorden. En la práctica, las doctrinas ideológicas pretenden doblegar los
eventos, la conciencia y, finalmente, la libertad de las mujeres y los hombres
a sus postulados.
Una
de las características de toda estructura ideológica es que su acción se apoya
sobre la actitud gregaria[15],
siempre cuentan con la participación de un colectivo. Cuanto más numerosos son
sus seguidores, más relevancia se confiere a su doctrina, aunque esta no sea
objetiva ni esté en consonancia con los hechos ni sea una solución realista. La
necesidad del grupo es indispensable puesto que estos movimientos buscan
soluciones personales a su situación por medio de la movilización de masas.
“La ideología se convierte
en un medio práctico que habilita a la vez la aprobación de las mayorías, su
sometimiento, la auto-justificación de conductas y el error de los oponentes,
aunque el conjunto de ideas no respondan a la realidad, al interés genuino de
la población ni al bien común”. (Wikipedia, la enciclopedia libre.
Clave: ideología).
Otro rasgo que identifica a las ideologías es la
estrategia, la cual marca unas directrices para alcanzar sus propósitos. Esto
puede observarse en los asuntos de propaganda, comunicación, actos,
declaraciones, etc. de todos estos movimientos. La acción ideológica implica
unas pautas preestablecidas donde la espontaneidad, la naturalidad del momento
y la iniciativa de la conciencia quedan sin espacio. Esta necesidad de
coordinación refuerza considerablemente las actitudes mentales de los núcleos
encargados de la toma de decisiones. En muchos casos, este contexto de
identificación con el fin deseado conlleva que no siempre la estrategia se
subordina a la ideología sino que ambas se confunden. Los complejos entramados
concebidos entre estrategia e ideología acarrean un detrimento del sentido
común ante los hechos y de los valores humanos. Cuando ambas son más
importantes que el individuo en sí y se sacrifica su libertad y dignidad, esta
adquiere un matiz totalitario. Este suele aumentar si cuenta con una estructura
de poder. Las ideologías complican las situaciones que anhelan resolver, las
relaciones humanas y el entendimiento entre las personas. Esta realidad se comprueba
continuamente en los ámbitos políticos de todas las latitudes. Tal como se
experimentó en el pasado, la estrategia exige sacrificios de la verdad;
manipulación de los hechos; una táctica en las acciones que se emprenden;
consignas internas; un lenguaje lleno de lemas, adornado, retórico,… Los
representantes de todo ideario son los herederos de los antiguos “sofistas[16]” de la época clásica.
Las ideologías son actitudes mentales, tanto de la mente
sensual como de la mente intermedia, que obstruyen el libre fluir de la
existencia. Los hechos son los que marcan la realidad de la vida humana. Los
eventos reflejan necesidades, carencias, defectos, mejoras posibles,… tanto en
el ámbito individual como colectivo de un sistema, sea este económico,
político, social, laboral, etc. Cuando la conciencia del individuo aprehende
las causas de los hechos y sus consecuencias, este no precisa observarlos con
una idea o una creencia determinada en la mente. El auto-conocimiento enseña
que lo adecuado para una percepción objetiva de la realidad es preservar la
auto-conciencia y la mente receptiva. Sin embargo, si la persona contempla un
hecho con una idea preconcebida, esta última se convierte en una vía de
identificación y en un perjuicio.
Esto
indica que las ideologías no son una guía objetiva para solucionar
dificultades, conflictos o desequilibrios de cualquier índole, sean estos
pequeños o grandes. Los problemas son hechos y su resolución, si existe, está
encerrada en ellos. Más que ideas, las personas con responsabilidades tanto
individuales como colectivas necesitan “inspiración”.
No existe mejor idea que actuar según la intuición del instante que emerge de
los hechos.
“La acción
une a los hombres. Las ideologías suelen separarlos. La acción te empuja a
coger el arado con los demás, y enseguida haces amigos. En cambio, es imposible
que todos los hombres se pongan de acuerdo en el terreno de las ideas. Al
hablar de espiritualidad e ideologías fácilmente creamos diferencias y
controversias”.
(Vicente Ferrer. El encuentro con la realidad. Cap. La acción buena).
Un distintivo de quien incorporan la lógica de una
ideología racional y correctamente construida radica en su dificultad de
preservar el discernimiento, la objetividad y la autonomía ante los hechos.
Esto ocurre debido a que el afiliado que la asume, primero se identifica con
ella. Este proceso puede llegar hasta la hipnosis de la conciencia. La persona
se liga emocionalmente a las ideas, las hace propias y tienden a tomar
posiciones fanáticas. Las ideologías se fundamentan en parte en una realidad y
en parte en una ilusión o fantasía. La parte ficticia corresponde al porvenir,
a lo que se conseguirá con la aplicación o la imposición de esta y en la
eficacia de sus objetivos.
Hasta ahora, toda ideología que se ha llevado a la
práctica ha minimizado sus fracasos y focalizado su atención sobre sus éxitos.
Los colectivos ideológicos, tal como se experimentó a lo largo del siglo XIX y
XX, tienden hacia el totalitarismo y el dogmatismo. Por ejemplo, los sistemas
comunistas implantados en las diversas latitudes del planeta; los regímenes
fascistas, los proteccionismos, los nacionalismos, etc. La mayoría de ellos
acabaron en una ruina y propiciaron desigualdades, injusticias, sufrimientos y
miserias al género humano[17].
Situaciones que, en principio, buscaban combatir y solucionar, pero que
acentuaron a través de sus postulados y acciones dogmáticas. Otras
desaparecieron o están en vía de hacerlo. Esto incita a una reflexión tanto
individual como en el ámbito de la sociedad en su conjunto sobre la
conveniencia de colocar el foco de atención en la mente intermedia. El ser
humano evitaría una gran cantidad de sufrimientos, desengaños, desdichas,
miserias,… si se ocupará de ser auto-conciente y sortear las trampas de la
ignorancia.
La sociedad contemporánea se halla inmersa en ideologías
y creencias de todo tipo, siendo esto un signo de diversidad y de buena salud
de una civilización. Cada individuo es libre de pensar, sentir y afiliarse a
cualquier doctrina, ya sea religiosa o ideológica. No obstante, toda acción
individual o colectiva inspirada por estas últimas precisa fundamentarse en el
respeto, la libertad y la dignidad de las personas con las que conviven.
Cuando
uno reflexiona sobre los hechos comprende que uno no precisa recurrir a ningún
patrón asociado a una ideología para expresar su sentido de humanidad en
cualquiera de sus aspectos elementales. No se necesita adoptar los modelos del
liberalismo para respetar la libertad de los demás y el derecho a la propiedad
privada. Uno no requiere afiliarse al ideario comunista para compartir con los
demás en la medida de sus posibilidades y ser sensible con las necesidades
ajenas. Uno no necesita asumir la ideología nacionalista para amar lo que es
propio y protegerlo a través de la práctica de sus costumbres y tradiciones.
Porque desde la conciencia, toda expresión humanista es apreciable por sí
misma, tanto la propia como la ajena y absorber la diferencia es siempre signo
de riqueza cultural. De este modo, la persona ejerce una mente incluyente.
Por
otro lado, la sociedad Occidental mantiene el capitalismo y el mercantilismo
cómo una ideología inquebrantable. Si esta se obstina en no atender la realidad
de las condiciones de vida del ciudadano se cegará ante los desequilibrios que
produce. Esto acarrea reacciones de la población que acudirán escépticos a
alternativas más extremas y, por lo tanto, más ideológicas y populistas, es
decir, más dogmáticas. Toda ideología excluyente está condenada al fracaso
porque la existencia no puede englobarse en ella. La vida es mucho más compleja
que un recetario de formulas que pretende abarcar y encajar tanto todos los
eventos posibles como todas las aptitudes humanas. La ideología es un patrón
mental que ambiciona sustituir a la inteligencia práctica, la conciencia. Todas
las ideologías y creencias disfrutan de una mente exclusiva.
“La ideología se consideró como una
“escisión de la conciencia” que produce la alienación. Bien sea esta
considerada como meramente dialéctica del pensamiento en el idealismo de Hegel
o dialéctica material en el materialismo de Marx”. (Wikipedia, la
enciclopedia libre. Clave: ideología).
Las creencias seudo-científicas. Ejemplo:
La teoría de la evolución
La
manipulación en los ámbitos espiritualistas de la “teoría de la evolución” descrita por Charles Darwin se ha
convertido en la mente de muchas personas en un dogma incuestionable. Este
apartado reflexiona sobre cómo la mente intermedia recompone cierta información
científica, la transforma para acreditar una creencia y presentarla como una
realidad.
El
término de evolución se define en el diccionario RAE como: “Serie
de transformaciones continuas que va experimentando la naturaleza y los seres
que la componen; proceso de transformación de las especies a través de cambios
producidos en sucesivas generaciones”. Esta definición de evolución
no comporta en sí misma la idea de mejora, progreso, avance, desarrollo,
bienestar, etc. tal como siempre es asimilada en un sentido positivo exclusivo.
Ciertamente, la “selección
natural” de las especies debido a un proceso de adaptación al medio es una
cuestión ampliamente comprobada en distintos apartados científicos. Como C.
Darwin explica, la naturaleza selecciona los individuos de una especie que
mejor trascienden los cambios que en ella se produce. Así mismo, hay que
considerar por las mismas causas que los sujetos incapaces de sobrepasar los
retos que la naturaleza les exige son perjudicados y sufren un declive natural.
Entonces ante un mismo hecho se instalan dos procesos antagónicos:
Ø Individuos que se adaptan positiva y
relativamente a las fluctuaciones del medio, evolucionan, progresan y se
proyectan en la siguiente generación. Estos individuos no forzosamente se
amoldan todos en una dirección única. Por tanto, ante una presión selectiva del
entorno, una especie puede adaptarse a través de diversas vías y surgir dos o
más subespecies.
Ø Opuestamente, sujetos que no responden
adecuadamente, lo hacen de modo negativo o en su propio perjuicio ante los
cambios naturales, sufren un retroceso en sus posibilidades de subsistir. En
consecuencia, con el paso del tiempo desaparecen con los rigores de esta
alteración natural. En efecto, estos se empobrecen y entran en decadencia, a
este proceso se le llama involución; es decir, no progresan, ni avanzan ni se
desarrollan.
En
conclusión, no todos los componentes progresan según las leyes de la naturaleza
sino que ciertos individuos evolucionan y otros involucionan. Esto significa
que asumir la vida como un proceso de una única dirección, ascendente e
imparable o eterno para toda la especie carece de rigor con respecto a la
realidad. Una especie es el resultado de una selección natural de individuos
que progresaron y otros que desaparecieron. La “presión selectiva” del medio sobre las especies obra de forma
simultánea en los dos sentidos. La especie resultante estará adaptada de un
modo relativo al nuevo entorno pero cuando las condiciones de este se
transformen, todo vuelve a empezar. Nadie asegura que la última adaptación será
una ventaja sobre los rigores de la siguiente alteración del hábitat.
La
realidad es que la vida se halla en un constante movimiento circular y la
acción evolución-involución o Yin-yang son los dos pares de fuerzas que lo
posibilitan. La vida recorre y atraviesa a los organismos y estos se
transforman, tanto en su sentido como en otro, levemente generación tras
generación ante los cambios externos. La vida actúa y esta reacciona
constantemente, la adaptación encierra un principio inteligente que rige el
propio instinto de todo ser viviente por sobrevivir. La vida, como impulso
vital, trata siempre de protegerse a sí misma y emanciparse en cualquiera de
sus formas. En cada transformación se gana y se pierde de modo simultáneo según
la necesidad relativa del momento. Concluir sobre la base de lo que se gana
biológicamente es una mejoría de la especie sin saber lo que se pierde es
aventurado y, además, válido solo en el corto plazo. La selección natural y la
adaptación de los individuos es una realidad, no una teoría. Sin embargo, la creencia
que esta es siempre positiva es errónea.
“La evolución como una propiedad inherente
a los seres vivos, no es actualmente materia de debate en la comunidad
científica relacionada con su estudio, sin embargo, los mecanismos que explican
la transformación y diversificación de las especies, se hallan bajo intensa y
continua investigación científica”. (Wikipedia, la enciclopedia
libre. Clave: evolución biológica).
¿Cuando la teoría de la evolución se convierte en un
dogma? Este se instaura en el momento que uno traslada el proceso de adaptación
biológico al ámbito psicológico y trascendente. El dogma de la evolución
consiste en creer que la Humanidad según trascurre el tiempo y los sujetos se
adaptan a sus cambios, la generación futura adquiere más conciencia. El dogma
es atribuirle al tiempo el poder de mejorar la dignidad humana, de aumentar los
porcentajes de la Esencia libre y sus facultades. La certeza infundada de la
mente intermedia es que la conciencia o la inteligencia, la serenidad, el
amor,… crecen cuantitativamente de modo instintivo tal como ocurre con la
adaptación biológica. Asumir como Verdad indiscutible lo que no se observa con
el paso del tiempo, ni existen evidencias tangibles, no puede ser acreditado
por la ciencia.
En
el plano psicológico ocurre exactamente lo mismo, la mente se adapta
continuamente a los estímulos que recibe del mundo exterior. El individuo
piensa, siente y actúa según su nivel de Ser y estado psicológico, lo que no
implica que su respuesta sea inteligente ni se envuelva de valores humanos.
Tampoco significa, que si un sujeto se equivoca, este reflexione, aprehenda las
causas y rectifique. En este caso, esto evidenciaría un progreso en el ámbito
anímico. La realidad es que si uno se identifica, la respuesta será dictada por
algún agregado del subconsciente, un hábito, una reacción mecánica y, por lo
tanto, errónea. Esto indica que el tiempo trascurrido por sí solo no obra el
milagro de agrandar el nivel de conciencia o de Ser de ninguna alma.
Contrariamente, la realidad psicológica sobre el paso del tiempo, es que si uno
repite un error o un estado interior equivocado, cuando más redunda, más
difícil es superarlo. En efecto, si no existe una “práctica real y seria” dirigida hacia el auto-conocimiento, la
Esencia de la persona no progresa en ningún campo del Ser.
“La evolución espiritual no se manifiesta por la posibilidad
de almacenar conocimientos, declamar verdades u obrar milagros, sino por la
capacidad de corregir los propios errores”. (Rudolf Steiner).
La trasformación
interior del Hombre empieza por trasladar el principio inteligente del
centro instintivo donde órbita en el reino animal hacia los centros superiores
para guiarlo en la existencia. Esta reubicación de la conciencia es un proceso
voluntario, requiere de un esfuerzo consciente, perseverante, de la propia
Esencia, pues es ella misma la que se emancipa de todo hábito localizado en la
mente. A esta acción intencional y consciente de adquirir los valores propios
del Alma humana y erradicar la subordinación de la conciencia al instintivo es
ajena a la evolución y al trascurrir del tiempo. Cuantos más rasgos instintivos
e inconscientes acarrea una persona más comportamientos inhumanos despliega.
Esta realidad plantea una reflexión sobre la conveniencia de una transformación
anímica o revolución de la propia conciencia. Para que el alumno acreciente su
Esencia precisa auto-descubrirse y comprender con claridad y profundidad el
estado de su psiquis. Es necesario que todo estudiante medite sobre estos
dogmas que la mente intermedia adopta sin experiencia directa ni evidencias
propias, para evitar el auto-engaño.
La función de la mente intermedia
La mente intermedia es un apartado de la psiquis que
soporta una función muy importante. Tal como se indicó a lo largo del texto,
uno se enfrenta a conceptos, ideas,… que son intangibles o abstractos pero, tal
como ocurre con el amor, poseen realidad. Así mismo, muchos de estos conceptos
no se han experimentado por sí mismo con la conciencia y, por lo tanto, no se
instalan en la mente interior. Estas ideas abstractas tampoco se evidencian a
través de los sentidos físicos debido a sus características y, por esta causa,
no se ubican en la mente sensual.
En algún lugar de la mente, todas estas concepciones
inmateriales deben colocarse que, por sus rasgos, no poseen una ubicación
consolidada por la experiencia de la Esencia. La mente intermedia cubre esta
función de “perchero psicológico”.
Este apartado mental guarda toda idea, todo concepto abstracto,… que no es
rechazado como una fantasía con escepticismo, ni tampoco aceptado como una
realidad. Uno ubica consciente y voluntariamente estas ideas indefinidas mientras
sean percibidas como tales. Estas no son aceptadas como una realidad automáticamente
como es habitual por no estar presente a sus propiedades hasta que las
experimenta directamente con la conciencia. Esta acción evita las actitudes
fanáticas de la mente intermedia y el escepticismo de la mente sensual.
Cuando
uno recibe una información del tipo que uno es incapaz de percibida con los
sentidos y pertenece a este ámbito de lo intangible, la Esencia no especula
sobre su autenticidad o no. Sino que uno se otorga el tiempo y los medios
necesarios para investigar por sí mismo su realidad. Por ejemplo, si se trata
de un conocimiento vinculado con lo trascendente, este será vivido,
aprehendido, por la Esencia por medio de la ciencia de la meditación; si es
sobre el amor, la amistad,… la práctica de las claves del autoconocimiento en
la vida diaria y, asimismo, la meditación facilitará a la conciencia la
realidad de esta relación. De este modo, la persona no rechaza ni acepta,
tampoco se pronuncia a favor ni en contra de ninguna teoría o información que
ignora. Lo que es un signo de inteligencia y humildad. De esta manera, esta información
queda en el perchero psicológico hasta su comprobación personal. Esto evita un
mal-uso de la mente sensual que reacciona especulando, de igual manera que la
mente intermedia no asume creencias sobre lo que desconoce.
Mente interior o solar, introducción
“La
conciencia conoce directamente la realidad de cada fenómeno natural y mediante
la mente interior puede manifestarla. Abrir la mente interior sería lo indicado
a fin de salir del mundo de las dudas y de la ignorancia. Esto significa que
solo abriendo la mente interior nace la fe auténtica en el ser humano”. (La
gran rebelión. Cap. Las tres mentes).
En esta
introducción no se extiende sobre esta mente interior que se analizará con más
profundidad en temas posteriores.
La mente de todo individuo se
compone de las facultades: intelectual, emocional, instintiva, motora y sexual.
Estas capacidades son indispensables a la hora de afrontar los diferentes
escenarios de la existencia. El autoconocimiento distingue dos modos de
utilizar la mente. Estos usos dependen de si la conciencia está presente y
controla su actividad o la propia mente maneja sus recursos de manera
automática y recurrente. Este último uso se denomina lunar, una inercia o un
hábito inconsciente. Asimismo, constituye una vía abierta a la identificación
que se origina cuando la personalidad o el ego se apropian de la mente. Es
decir, uno se halla en el primer o segundo estado de conciencia y piensa,
siente y actúa con un estado interior de confusión y carente de orden. Esto
corresponde a los dos tipos de mente estudiados anteriormente. Por otro lado,
la mente solar[18]
se caracteriza por una utilización consciente, voluntaria y presente a la
emancipación de la Esencia y los valores humanos. Si uno se recuerda a sí
mismo, atrae el tercer estado de conciencia, entonces, la Esencia participa y
dirige intencionalmente el proceso del pensamiento, sentimiento y de la acción.
Se expone un ejemplo práctico para ilustrar las dos definiciones anteriores.
Uno se halla ante una persona que comete errores, descuida el trato con las
personas que le rodean, habla sin propiedad y sin conocimiento, etc. Ante este
hecho se presentan dos opciones:
1. No identificarse, estar presente al hecho que es
indigno e iluminar lo que sucede dentro, tanto en el plano intelectual como
emocional. Capta la crítica que se levanta y los sentimientos de rechazo que se
crean según surgen las impresiones. Percibe la representación mental que se
forma a raíz del evento, etc. Esta actitud conlleva que uno comprende la
realidad del individuo, su nivel de Ser, no niega la evidencia de todo lo que
acaba de ocurrir. Sin embargo, todo lo que se refiere a este sujeto pasa a un
segundo plano.
Primero
uno aprende con la práctica que justificar o condenar su actuación, es
irrelevante. Lo importante es comprender los hechos. Si uno no goza de
suficiente conciencia para aprehenderlos en ese instante, lo conveniente es
meditar, en caso, que uno requiera tomar una decisión con respecto al hecho en
sí.
Segundo,
este evento desde la perspectiva del desarrollo interior y los valores humanos
es una oportunidad para conocerse a sí mismo. Refuerza su propia conciencia.
Reflexiona sobre la causa de las diversas reacciones en los centros y advierte
qué agregados psicológicos intervinieron para comprenderlos.
Este uso de la
mente controlada por la conciencia es mente solar.
2. La otra alternativa es reaccionar cómo uno
siempre ha hecho, es decir, con la personalidad. Identificarse. Condenar,
rechazar, criticar a la persona (patrones intelectuales); sentirse incómodo,
herido, decepcionado, etc. (modelos emocionales); Uno sigue sin aprender nada
de esta circunstancia. incluso, realiza relaciones incorrectas como confundir
la persona con lo que esta pueda representar y tomar actitudes al respecto. Por
ejemplo: uno asimila un individuo (un policía concreto) con todo un colectivo
(las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado). Este uso inconsciente de la
mente es lunar.
La mente interior conlleva una
posición abierta al instante para conceptuar, asumir y actuar sobre los hechos
a partir de un estado de conciencia superior y evitar la identificación. Esta
mente lucida se forma con los centros superiores del organismo: El centro
intelectual y emocional. En ella se deposita la inspiración, intuición y toda
expresión de la conciencia. De este modo, uno antepone las claves del trabajo
interior entre las circunstancias y la forma de pensar y sentir estas últimas.
Este uso de la mente se llama solar porque se ocupa:
Ø
Del desarrollo “interior” y del nivel de Ser.
Ø
De aportar “lucidez”
o discernimiento junto a la capacidad de reflexión al existir.
Ø
Y, finalmente, de atraer el “calor” en las relaciones humanas, sensibilidad, compasión y
valores de humanidad.
“Sólo
la mente interior nos confiere la razón objetiva del Ser”. (El Pistis
Sophía develado. Cap. 83).
En cambio, la mente lunar significa “mente mecánica”, es un reflejo
subjetivo y diferenciado que se construye según los intereses de la
personalidad o del ego. Esta es una vía abierta al subconsciente y encierra a
la conciencia en sus tinieblas. Un modo de pensar, sentir y obrar repetitivo,
irreflexivo y circunstancial que responde a pautas que uno aprendió en el
pasado. Todo molde del comportamiento es una estructura psicológica automática,
fija, que uno acarrea en la mente sensual e intermedia. Estas actitudes son
elaboradas y reforzadas por las experiencias subjetivas precedentes. Estas
últimas conforman el condicionamiento mental de la persona.
La mente solar es el “odre nuevo” donde se almacena el vino
joven que se elabora con las experiencias del trabajo interior y las
comprensiones de la Esencia. El alumno necesita de una didáctica concreta para
trabajar con la mente y educarla con la práctica del auto-conocimiento. El
crecimiento de la mente interior implica adquirir la capacidad de presenciar lo
que uno piensa, discernir la utilidad, conveniencia y oportunidad de cada
pensamiento. En ciertas ocasiones, uno precisa distinguir que el uso de la
mente es innecesario y el estado más productivo para la conciencia es la
contemplación y pasividad. Con la práctica de la meditación uno aprende a
evocar este estado cuando lo requiere. Esta mente interior se desarrolla de
modo similar a como un niño aprende a manejar los conceptos del lenguaje, a
asociarlos, confeccionar frases, construir argumentos, etc. En este caso, el
sujeto aprende a operar con los conocimientos adquiridos por su conciencia y a
darle un uso inteligente en relación con la vida, los demás y uno mismo. En
este sentido, el progreso de la mente sensata contribuye paralelamente a la
emancipación de la Esencia.
“Mente
interior es fundamental para la experiencia directa de la verdad”. (La
gran rebelión. Cap. Las tres mentes).
Tabla de ilustraciones
Imagen 1.- “La Verdad”, (1870). Autor: Jules Joseph
Lefebvre. Localización: Museo de Orsay, Paris.
Esta pintura alude a la Verdad que por medio de la luz
se refleja tanto en la mujer como en el espejo que sostiene. Este término
abstracto, inmaterial e intangible no aparece directamente en el cuadro tal
como ocurre en los hechos, la verdad surge ante el individuo a través del
objeto que posee esta cualidad. En esta obra, la relación existente entre Luz y
Verdad es la misma que se establece entre el entendimiento o la conciencia y la
cosa aprehendida por esta última, respectivamente. Cuando un individuo
comprende un evento significa que captó la realidad o la verdad que se hallaba escondida
en él. Este rasgo oculto de la verdad se refuerza simbólicamente con el cofre
que está justo detrás a los pies de la mujer. Así mismo, la escena establece un
contraste entre la oscuridad del fondo y la luz que ilumina la imagen desnuda
de la joven. La desnudez indica que este atributo se revela sin artificios ni
adornos ni artimañas. El espejo alzado reflejando la luz de la verdad simboliza
que esta es una referencia o guía en la existencia. El pequeño arroyo que
parece salir entre las rocas junto a las pequeñas plantas en la parte baja de
la imagen representa la presencia de la vida entre las tinieblas. Finalmente,
la cuerda muestra que la Verdad se vincula con el plano trascendente. La mujer
se sostiene principalmente sobre dos puntos de apoyo: un pie sobre la tierra
que evidencia lo concreto, y la cuerda, la cual referencia a lo invisible, lo
que no se observa con los sentidos. Por esta causa, esta se pierde tras la
oscuridad.
Imagen 2.- “Retrato de Marsilio Cassotti y su esposa Faustina”,
(1523). Autor: Lorenzo Lotto. Localización:
Museo Prado, Madrid. En este cuadro, el autor presenta a la pareja como una
unión fundamentada en el amor. Esto lo indica Cupido quien abraza a ambos con
ramas de laurel que simbolizan la victoria del amor. El esposo sostiene el
anular de la esposa para colocarle el anillo que formaliza su unión.
Imagen 3.- “El triunfo del cristianismo”, (1582). Autor:
Tommaso Laureti. Localización: Palacio Vaticano, sala de Constantino.
Imagen 4.- “Auto de fe de la inquisición”, (1812).
Autor: Francisco de Goya. Localización: Real academia de San Fernando, Madrid.
Imagen 5.- “Vuelta al hogar del frente oriental
-detalle-“, (1940). Autor: Rudolf Hermann Eisenmenger. Localización: Casa del
Arte Alemán, Munich. En este cuadro, el autor asocia al mismo personaje los dos
procesos que constituyen una ideología. El primero se halla en el individuo rompe
las cadenas de la esclavitud de los ciudadanos sometidos al régimen que
combaten, en este caso al comunismo. El segundo es el avance triunfal de los
nuevos postulados que el nazismo preconiza. Esta obra es un ejemplo de las
propagandas y un reflejo de los deseos de sus autores. Cuando este mural se
confeccionó los alemanes triunfaban en este frente con facilidad aunque, más
tarde, la Historia resultó ser muy diferentes a las ambiciones de los nazis.
Esta pintura es arte subjetivo, no transmite un conocimiento superior ni
objetivo sino los estados emocionales y las ideas del autor y de un contexto
social, cultural y político bien determinado.
“Es conocido por este mural que blanquea los fracasos de la
invasión nazi de Rusia al representar a los soldados que regresan como frescos,
fuertes y seguros”. (Wikipedia, la
enciclopedia libre, Inglaterra. Clave: Rudolf Hermann Eisenmenger)
Imagen 6.- “Chaos”, (1882).
Autor: George Frederick Watts. Localización:
Tate Britain.
“En 1850 Watts planificó una serie de murales que
representaban "el progreso del cosmos". Aquí él traza una trayectoria
de la evolución. La confusión primitiva está representada por gigantes que
luchan por liberarse del fuego y del vapor. El establecimiento del tiempo y del
espacio medible es señalado por la cadena de figuras femeninas a la derecha”. (Explicación del cuadro en el Museo Tate Britain)
La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en los dos tomos de esta obra ampliados, y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se publicarán en este blog. La obra se halla, tanto en la versión e-book como en papel en Amazon donde se realizan los pedidos, y se entregarán a la dirección indicada con la garantía que ofrece esta plataforma. Aquí tienes el enlace.
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Existe más información sobre esta publicación en este mismo blog en la primera entrada de diciembre de 2020, y en esta misma dirección Web en Amazon.
[1] Estos conceptos abstractos,
indefinidos, intangibles e inmateriales como son los valores humanos y los
principios espirituales fueron descritos por el filósofo Platón como el “mundo de las ideas”.
[2] Se utilizará uno de estos
vocablos indistintamente para evitar redundancias cuando lo comentado concierne
a todos por igual.
[3] Esta facultad es una expresión de
la conciencia y proporciona la aprehensión de la verdad de modo inmediato a
través de los centros superiores. Es la inteligencia del corazón o emocional.
[4] Igualmente
tenemos en el diccionario Wordreference:
Idea: representación mental de algo, ya sea material o
inmaterial, real o imaginario, concreto o abstracto, a la que se llega tras la
observación de ciertos fenómenos, la asociación de varias representaciones
mentales, la experiencia en distintos casos, etc. Noción elemental o conocimiento general de algo.
Opinión: es formar o
tener una idea, un juicio o concepto sobre alguien o algo.
Ideología: conjunto de
ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona, una
colectividad, una doctrina o una época.
“Las ideologías cuyo
fundamento es la propia constitución de la identidad del grupo social y la
defensa de sus intereses, aunque se presenten como verdades y fundamento de
opiniones (prejuicios)”. (Wikipedia,
la enciclopedia libre. Clave: creencia)
Teoría: conocimiento
especulativo considerado con independencia de toda aplicación. Explicación que
da una persona de algo, o propia opinión que tiene sobre alguna cosa.
Suposición:
consideración o deducción de una
cosa verdadera o real a partir de ciertos indicios o señales, sin tener certeza
completa de ella.
[5] Los dos Testamentos, el Corán, el
Bhagavad-Gita, el libro tibetanos de los muertos,…
[6] “Así es el Hombre, tiene un
evangelio interno. Conócete a ti mismo”. (El encuentro con la realidad. Cap.
Los dos evangelios. Pág. 75).
[7] Principio de no contradicción de
la lógica racional.
“Es un principio clásico de la lógica y la
filosofía, según el cual una proposición y su negación no pueden ser ambas
verdaderas al mismo tiempo y en el mismo sentido”. (Wikipedia, la
enciclopedia libre. Clave: principio de no contradicción)
[8] “En
términos generales, se trataba de una religión tolerante hacia todas las
religiones extranjeras, pues los romanos acogieron a dioses griegos, egipcios,
frigios, etc.” (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: religión en
la antigua Roma)
[9] Aunque
muchos cristianos denunciaban esa actitud como pueril, fanática y sin
fundamento por carecer de conocimiento de Dios:
“Son mártires vacíos, ya que dan
testimonio de sí mismos… Cuando son perfeccionados con la muerte del martirio,
esto es lo que están pensando: “si nos entregamos a la muerte por el Nombre,
nos salvaremos”. Estas cuestiones no se resuelven de esa manera… No tienen el
Logos (Palabra-Ser) que da vida”. (Elaine Pagels. Los evangelios
gnósticos. Cap. La pasión de Cristo y la persecución de los cristianos. Texto
de: El testimonio de la Verdad. Unesco).
[10] “Con
el tiempo la Inquisición, y fundamentalmente el uso que hacía de la tortura y
la quema de brujas y herejes, fueron considerados como un caso extremo de abuso
del poder y de intolerancia”. (Wikipedia, la enciclopedia libre.
Clave: la leyenda negra de la Inquisición)
[11] Los conflictos entre: cristianos
y musulmanes, cristianos y protestantes, hinduistas y musulmanes, el holocausto
nazi, el budismo en Tíbet por China, musulmanes y budistas en Myanmar, los
Judíos y musulmanes en Palestina,…
[12] Este apartado se centra en el
proceso de la formación, características y una reflexión sobre las “doctrinas ideológicas” como tal. No
confundir las anteriores con acciones concretas propuestas por la propia
conciencia que se revindica sobre hechos, derechos o situaciones personales o
colectivas especificas. Estas acciones se hallan en acorde con los valores
humanos y la inteligencia práctica. Sirva de ejemplo, la labor de Gandhi en la
India o de Mandela en Sudáfrica.
[13] Desde el auto-conocimiento, esta
afirmación de Carlos Max es auténtica si se aprehende que el “ser social” es todo lo adquirido en la
Esencia del ser humano. Efectivamente, la personalidad del individuo condiciona
su conciencia.
[14] Por ejemplo: liberalismo,
comunismo, capitalismo, proteccionismo, nacionalismo, socialismo, anarquismo,
feminismo, ecologismo, pacifismo, etc.
[15] “El término viene del
latín gregarĭus. Esto significa que sigue una tendencia a agruparse en manadas
o colonias (insectos eusociales), en el caso de los animales, o en grupos
sociales, en el caso de las personas, o también quien necesita de un grupo para
sentirse bien”. (Definición DRAE).
[16] Pensamiento
filosófico en el periodo de Platón y Aristóteles que pone una atención especial
en el lenguaje, de tal modo que el sofista, como experto en retórica, tiene la
capacidad de persuadir a los oyentes a partir del relativismo de la verdad.
Asimismo, quien usa el sofisma, el cual se define como un argumento falso e ingenioso que se pretende hacer
pasar por verdadero.
[17] Por ejemplo, el comunismo de la
URSS, Corea del Norte, Cuba, China, aunque estos dos últimos cambiaron sus
postulados económicos para adaptarse a la economía de mercado y mantienen la
ideología política. El nacional-socialismo alemán y el fascismo italiano o el
imperialismo Japonés que llevó a la 2ª guerra mundial; el nacionalismo de los
distintos pueblos que conformaban la antigua Yugoslavia propicio la guerra de
los Balcanes. El nacionalismo de los países Europeos después del Congreso de
Viena en 1815 también fue el origen de múltiples conflictos territoriales hasta
que se llegó a la 1ª guerra mundial. Etc.
[18] Estructura mental, también
llamada en este texto como interior, lucida o sensata en el modo de pensar,
sentir y actuar elaborado con la conciencia del sujeto por las íntimas
experiencias del trabajo interior y la meditación.
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