“Cuando
hay un conocimiento de sí mismo, cuando se profundiza dentro de toda la
estructura, dentro de la naturaleza de uno mismo, la atención se convierte en
algo natural. En la atención hay una gran belleza”. (J.
Krishnamurti. Dichos de Krishnamurti. Cap. La atención).
Introducción
Este tema trata de la importancia de la atención en el autoconocimiento
y la existencia. Así mismo, es necesario definir sus características y estudiar
de modo práctico su relación con la conciencia, a la que está íntimamente
vinculada.
En el diccionario RAE se define como acción de atender[1]. Una
acepción precisa que es la aplicación voluntaria de la actividad psicológica o
de los sentidos a un estímulo, sea este mental o sensible.
El autoconocimiento define atención como la capacidad de advertir o
aprehender, voluntariamente o no, lo que ocurre en el ámbito de la persona. La
atención es una facultad de percepción[2] y
cognición del ser humano, tanto del plano psicológico como de la información
que proviene a través de los sentidos. Este conocimiento es instantáneo,
dinámico, propio del instante, después este puede almacenarse en la memoria o
no, pero este se asienta como algo pasado, pierde vigencia y se vuelve estático.
La acción contraria
a la atención es la distracción[3] o
estar inatento[4], que
se distingue por apartarla de dónde esta se aplica. La distracción es una
expresión específica de la identificación.
"Esto, a su vez,
está en relación con una de las características fundamentales de la actitud del
hombre hacia sí mismo y hacia lo que lo rodea, a saber: su constante
identificación con todo lo que llama su atención, sus pensamientos o sus deseos
y su fantasía”. (P. D. Ouspensky. Fragmentos de una enseñanza
desconocida. Cap. VIII).
Para captar con mayor profundidad la relevancia de estos dos estados
psicológicos opuestos, se expone un ejemplo. Un controlador aéreo, en el
ejercicio de sus funciones, visualiza y maneja una gran cantidad de información
y simultáneamente conversa con los pilotos de los aviones que atiende. El grado
de atención y concentración que este profesional despliega en este escenario es
muy alto y una distracción puede acarrear consecuencias trágicas.
La atención es
una herramienta indispensable para percibir y conocer la realidad. En sí misma,
la percepción es un acto cognitivo. Conocer implica una serie de procesos
psicológicos que empiezan con la percepción, y esta última es consecuencia
directa de la atención.
“En este sistema
cognitivo, la percepción vendría a ser el pilar básico en el que se asientan
los procesos cognitivos superiores: memoria, aprendizaje, razonamiento,
pensamiento, etc.” (J. Antonio Aznar Casanova. La consciencia.
Cap. Percepción y cognición de la realidad).
Esto significa
que la atención es el elemento fundamental del aprendizaje. El estudiante
precisa reflexionar sobre la trascendencia de un manejo adecuado, voluntario e
inteligente de esta facultad. La relación que cada sujeto instaura con la “realidad” que percibe, en parte, obedece
a la calidad de su atención. Por un lado, el conocimiento que uno adquiere de
los hechos se asienta en la percepción y, por el otro, la comprensión cabal de
estos depende del grado de conciencia que dispone. Este aspecto denota una
importancia capital en el ámbito de la existencia y del conocerse a sí mismo.
Si, en un momento dado, la atención se distrae, pierde o diluye, es que el
individuo sufre un proceso de identificación, fascinación e hipnosis. Este
estado de inconsciencia es la raíz de numerosos errores humanos debido a que su
percepción de la realidad se falsea o sesga. Esto contribuye a una gran
cantidad de efectos desagradables, sufrimientos e incomprensiones en la vida.
Otro
aspecto relevante es el vínculo entre atención y presencia. En el momento que
se “presta atención” a un objeto, simultáneamente
la persona se halla presente a él. Allí donde se deposita la atención, asimismo,
se adhiere la presencia de la psiquis. Por ejemplo, si un operario coloca su
atención sobre la tubería que fabrica, igualmente, se halla presente ella. Esto
mismo se observa en el ámbito interno cuando se medita. Por ejemplo, en el
instante que el alumno se relaja, surge un pensamiento sobre un evento pasado y
su atención se engancha a la sucesión de recuerdos. Si esto ocurre, la atención
de la persona se centra en el recuerdo, de modo análogo que su estado de
conciencia o presencia se encuentra en el pasado. Esto muestra que la
conciencia del individuo perdió la referencia tanto del presente o del ahora
como del lugar, la sala de meditación, en la cual se ubica físicamente.
Conclusión, donde está la atención, también está la conciencia. Inversamente,
si uno escucha a alguien, se distrae y abstrae en sus pensamientos, pierde la
atención, la presencia y la conciencia de lo que le decían. Por esta causa,
existen distintos tipos, calidades y usos de la atención que poseen su
correspondencia con los diferentes estados de conciencia.
Reflexión sobre ciertas cuestiones que afectan
al manejo de la atención
La atención disfruta de unas propiedades que la distinguen y permiten
ser un utensilio esencial para la formación del individuo en todos los ámbitos
de la existencia. Estas características no están emancipadas en todos los seres
humanos, ya que se relacionan directamente con el estado de conciencia de la
persona. De hecho, mucha gente acarrea problemas de atención. Cada vez más se
diagnóstica enfermedades vinculadas a esta, como es el “Trastorno por Déficit de Atención”, asociado a la hiperactividad,
impulsividad, etc.
Una cuestión
relevante de la activación o presencia suficiente de atención que el individuo
ejercita en sus labores, obedece al grado de motivación y conciencia libre. Por
ejemplo, muchos niños y adolescentes en periodo escolar sufren graves problemas
de atención que súbitamente desaparecen cuando se hallan ante sus dispositivos
móviles, videojuegos, Internet, etc.
Para una correcta comprensión y adecuado uso de la atención se precisa una
reflexión sobre las distintas fuentes de percepción y su relación con las
diversas funciones del organismo.
Los sentidos facilitan una información externa multidimensional. Estos
captan distintos tipos de estímulos que se procesan simultáneamente por la
función instintiva y concurren a la mente del alumno. En un mismo instante, un
sujeto[5] ve, oye,
huele, gusta y siente a través del tacto. Cada uno de los sistemas sensoriales proporciona
por una vía distinta de percepción lo que ocurre alrededor del individuo. Cada
dato recibido por los sentidos que sobrepasa el umbral de estimulación se impresiona
en la psiquis[6]. A
partir de ese momento, solo depende del grado de atención, percibir o no, estos
datos y, por lo tanto, de la presencia que uno les presta. Si las diversas
informaciones sensoriales se procesan por distintos conductos y llegan más o
menos de modo sincrónico, entonces, la atención puede advertirlas concurrentemente.
Por ejemplo, uno está sentado en una terraza. A la vez que saborea un
helado, escucha y ve las olas del mar, siente la brisa y el calor en su cuerpo,
y huele las sardinas que el vecino asa en su barbacoa. Cualquier persona que
ejercita su atención es apta de aprehender, en un momento dado, todo aquello
que se presenta en su mente.
Por otro lado, el ser humano posee la capacidad de: pensar, sentir,
obrar, tener instintos y actividad sexual. Aunque, estas funciones se
relacionan entre ellas, son autónomas, operan de modo diferente y su centro de
gravedad se ubica en distintas partes del organismo[7].
Todas estas acciones psicológicas, motoras y verbales que el estudiante ejecuta
continuamente en su vida diaria precisan atención. Estas actividades, en muchos
casos, se procesan de modo simultáneo, es decir, uno piensa, siente, habla,
posee instintos, etc. al mismo tiempo. En condiciones normales, el ser humano
debería ser capaz de atraer su atención concurrentemente a todas estas tareas
psicológicas.
Si no fuera de
este modo, implicaría que el sujeto piensa sobre un tema, atrae su atención y,
paralelamente, esta última se ausenta de todo lo que ocurre dentro y fuera de él;
así mismo, la persona tendría una emoción, la atención quedaría cautiva,
desaparecería de los demás centros y no percibiría por donde va. Divagando
sobre esta idea, uno estaría en un grave peligro si conduce su automóvil o manejara
cualquier otra máquina, porque surgiría un pensamiento, se llevaría la atención
y provocaría un accidente. Si bien, esto ocurre alguna vez, también es cierto,
que aunque esta se ausente un instante, vuelve inmediatamente después sobre el
objeto. En la mayoría de la gente, la atención salta de un punto a otro, de una
sensación o percepción a otra, de un centro a otro, según su necesidad. Este
hecho se debe al estado de conciencia, el cual oscila entre el primero,
Eikasia, y el segundo, Pistis, y la atención se impregna de las propiedades de
estos. En realidad, la “atención plena”,
basada en el tercer estado de conciencia, Dianoia, o el cuarto, Nous, sería
capaz de estar presente a todo movimiento que se perpetra en la mente. Esta adiestrada
vigilancia aprehende en el mismo momento todo lo que se procesa en la psiquis,
tanto en los centros como de lo que proviene de los sentidos.
Por
otro lado, en muchos casos, uno pretende ejecutar simultáneamente dos tareas
psicológicas o más, que es imposible efectuarlas correctamente debido a las cualidades
de la mente. El centro racional es incapaz de pensar dos cosas distintas a la
vez, entonces, lo que hace es alternar, en instantes sucesivos, su actividad entre
dos objetivos diferentes. Por ejemplo, cuando alguien escucha a su
interlocutor, este trata al mismo tiempo de pensar lo que le dice, lo que indica
que la atención viaja de las palabras que oye a los pensamientos que emite.
Esto conlleva, por un lado, que se pierde la mitad de lo expuesto y, por el
otro, no lo piensa debidamente, por ser incompleto el mensaje recibido. Una
actitud consciente sería escuchar al locutor y dejar pasar toda cuestión
racional que aparece en la mente para advertir cabalmente toda la información.
Una vez terminada su intervención, pensar lo que ha comentado y decidir si es
oportuno dar respuesta y elaborarla. Uno de los defectos en el manejo de la
atención se experimenta en los escenarios donde el estudiante precisa escuchar.
Por esta causa, este interrumpe, se impacienta, se aburre…, cuando es el agente
pasivo de la conversación. Esto puede observarse por sí mismo y aprehender que
la “escucha consciente” es difícil debido
a una carencia de control en el manejo de la atención. Para ello, la persona precisa enfocarla
voluntariamente hacia el lugar donde señala la conciencia. Esto parece sencillo
de asimilar pero más laborioso de ejecutar. El alumno inexperto en el uso
consciente de la atención, penosamente la mantiene y esta es retenida por
cualquier idea o estímulo exterior que la diluye del objetivo fijado, perdiendo
su control. La concentración implica “atención
y voluntad” hacia el objeto o punto de observación. De hecho, una de las
cualidades que se requiere instaurar en el manejo de la atención es la “capacidad de sostenerla”, de modo que
esta sea persistente según nuestra voluntad.
Características propias de la atención
“De tal modo es necesario tener presente que la
atención adecuada a cada acción tiene su propio valor y proporción”. (Marco Aurelio. Meditaciones.
Libro IV. Cita 32).
Las propiedades
más relevantes de la atención son su “ductilidad
y elasticidad” psicológica. La atención es una acción dinámica capaz de
estirarse de modo que comprenda distintas fuentes de información y pueda
hacerlo de varias maneras. Esta particularidad acarrea otras características que
disminuyen o aumentan el grado de su acción según la voluntad y la conciencia
del sujeto. Estos rasgos se describen a continuación:
Intensidad. La atención puede ser más o menos intensa. El
grado de intensidad crece discrecionalmente en la medida que uno deposita una
mayor presencia o un mayor enfoque sobre el objeto que percibe, sea este físico
o psicológico. La intensidad proporciona una mejora de la percepción, capta más
elementos que conforman el escenario o campo sensorial donde la atención se
aplica. Por ejemplo, una persona intensifica su atención sobre una pintura, tanto
si esta se concentra en cada uno de los detalles como si observa atentamente el
cuadro en general. Así mismo ocurre, si uno escucha una grabación defectuosa y
trata de captar algún sonido que es casi inaudible, ese intensifica y focaliza
toda su atención en él.
Así mismo, la
atención se intensifica o concentra de modo involuntario e instintivo según la
naturaleza del estímulo sensorial o interno que la atrae. Por ejemplo, un
sonido estridente, una imagen repulsiva, un dolor físico, un estímulo que se
repite con asiduidad…, una preocupación; igualmente ocurre con estímulos particularmente
agradables. La captura inconsciente de la atención también es una cuestión
personal y subjetiva del individuo.
Amplitud. La
atención es amplia o escasa en la medida que esta es capaz, de modo simultáneo,
de percibir más o menos información que proviene de distintas fuentes. Por
ejemplo, una persona se halla en un museo, esta contempla un cuadro y, al mismo
tiempo, escucha al guía que lo comenta. La atención aumenta en amplitud debido a
que se halla presente a diversas vías de información en un mismo momento. En
este caso, el sujeto percibe a través de las vías acústica y visual. Todavía la
atención podría ampliarse más, si a la vez que escucha y observa atentamente,
advierte lo que piensa y siente de la obra o cualquier otra acción que surja de
los centros racional y emocional. La cualidad de la amplitud refleja con mayor
facilidad la elasticidad de la atención. Esta se mantiene en un punto (cuadro)
y se estira hacia otro (las palabras del guía), preserva la atención de lo
anterior y se extiende hacia un tercer punto (pensamientos) y así,
sucesivamente. Este uso de la atención es integral y multidimensional.
Reflexiva. Esta
propiedad es la capacidad de establecer un vínculo entre atención y presencia. La
“atención reflexiva” es aquella que,
si se dirige hacia un punto de percepción, esta mantiene una parte de la acción
y energía sobre sí misma, es decir, está presente a su tarea. De modo que se origina
un desdoblamiento de la atención, hay autoobservación, ejercicio que se realiza
debido a su elasticidad. Muchas escuelas del siglo XX, llaman a esta acción el
recuerdo de sí mismo, estado de alertad o estar en vela. La presencia dota a la
atención de una vigilancia o factor de referencia que es la propia voluntad. Si
la atención se deposita totalmente sobre el objeto, el individuo pierde
progresivamente el control sobre ella. A esto es lo que se llama “identificación”. Este hábito de no habilitar
la presencia sobre la atención, en el momento de recibir una información,
acarrea que esta adquiera autonomía y divague movida por el ego que se apodere
de ella. Esto propicia que la atención se oscurezca y la información que recibe
sea inconsciente, justamente porque la persona no está presente a su percepción.
El desarrollo de la cualidad reflexiva permite al estudiante el dominio sobre
la atención, e instaura la conciencia de lo que se observa, escucha…, hace,
piensa, siente…, de lo que la atención advierte. De manera que esta no salte de
un objeto a otro sin control, sino que conserve a través de su presencia un
lazo y una observación de sí misma.
Persistencia. Esta
cualidad de la atención se vincula a su sostenimiento, es decir, la facultad de
mantenerse en el tiempo. Cuando esta no es sustentada, entonces fluctúa. En este
sentido, la atención está presente sobre un objeto y progresivamente se
desvanece, aunque vuelva sobre él, para diluirse otra vez y así sucesivamente.
También, la atención puede saltar involuntariamente de un punto a otro, de una
referencia a otra, por una carencia de persistencia. No dilatar la atención en
el tiempo, significa que esta transita hacia la inatención o distracción.
“La atención sostenida
es la actividad que pone en marcha los procesos y/o mecanismos por los cuales
el organismo es capaz de mantener el foco atencional y permanecer alerta ante
la presencia de determinados estímulos durante períodos de tiempo relativamente
largos”. (UNED, Facultad de psicología. Obra. Psicología de la
Atención. Cap. Atención sostenida).
Profundidad. Si
la atención es suficientemente intensa, amplia y persistente, adquiere la
cualidad de la profundidad. Esta última consiste en penetrar en diferentes planos
de la realidad. Esto ocurre en el momento que uno observa detenidamente los
movimientos que se agilizan en el subconsciente. El alumno lo experimenta con
facilidad en la práctica de la meditación cuando percibe que detrás de un
pensamiento existe un pensador. Así mismo en la vida diaria, uno escucha o habla
de algo y advierte una intención, una idea, un deseo…, que transita en una zona
mental más profunda que la del plano racional.
Consumo
de energía. La atención precisa energía en su aplicación,
dirección y sostenimiento. Cuando un alumno la usa fehacientemente, emplea una
cantidad de energía psíquica para cumplir su propósito. Por ejemplo: si uno la
dirige a un objeto; si la divide en la práctica de la autoobservación; si se
halla alerta o en estado de vela durante la meditación y no permite dejársela
atrapar… Todas estas acciones que conciernen a la atención y la voluntad
requieren energía vital. Esto implica muchas tareas donde la atención juega un
papel esencial como son el estudio, la vigilancia, el nivel de concentración
exigido en diversas actividades profesiones, científicas, etc.
La atención disponible. El ser humano dispone de un porcentaje de
atención disponible que es directamente proporcional a su conciencia libre. Gran
parte de la atención junto con la conciencia y la voluntad se subordina a los
agregados psicológicos que uno carga internamente. Esto explica como, en
ciertas ocasiones, uno es incapaz de controlar su propia atención. Por ejemplo
en escenas de miedo, preocupación, frustración, conflictos…, aunque la persona
no tenga ningún interés en pensar o sentir sobre un asunto, esta no consigue
evitarlo.
La
atención disponible y sus cualidades se ejercen dentro de este porcentaje
máximo o frontera. Esto indica que la atención está más o menos presente,
aumenta o disminuye, según las circunstancias o el estado interior del sujeto, pero
es imposible que exceda su límite. El estudiante dispondrá de un mayor grado de atención y desplazará este
tope, solo si aumenta el nivel de conciencia. Para ello, precisa recuperarla de
los factores psicológicos que la atraparon y la duermen. Por ejemplo, el temor,
el recelo, la desconfianza…, son estructuras mentales que embotellan parte de la Esencia tal como lo hacen
con la atención y la voluntad. Cuando el ego del miedo se comprende y se
erradica de la psiquis, el porcentaje de conciencia, voluntad y atención
disponible crece proporcionalmente. De este modo, la atención como la voluntad
y la conciencia incrementan la cualidad de la “fortaleza”, esta se hace más robusta. Una atención que goza de
esta facultad se traduce en un aumento proporcional de todas las demás
propiedades. En la práctica, esto conlleva que no sea fácilmente desplazada por
la distracción, ni pierda la referencia de sí misma en su dinámica de recoger
información proveniente de diversas fuentes.
Los estados de conciencia instauran distintos
tipos de atención
Cada
estado de conciencia establece paralelamente un tipo singular de atención. La
conciencia es el principio rector del individuo, esta posee capacidades
intrínsecas para desplegar su cometido en la existencia. La inteligencia
práctica acarrea facultades como: la atención, el discernimiento, la
comprensión creadora y la aprehensión de la realidad. La conciencia dispone de
recursos cognitivos para revolver los problemas fundamentales que se le plantean
al sujeto. Pero esto es imposible si no existe una atención plena sobre ellos,
sea la naturaleza de la dificultad física o psicológica. Por esta causa, la
atención es una herramienta de la percepción que se ubica en el principio
inteligente. El estado de conciencia es lo que causa el grado y la calidad de
la atención que la persona dispone en un momento dado. Esto es recíproco, desde
la perspectiva de la atención, según la calidad y las características que
confluyen en ella, atraen un estado determinado de conciencia. Los estados de
la conciencia son cuatro: Eikasia, Pistis, Dianoia y Nous[8].
Ø
Eikasia, el primer estado de conciencia: la
zona más honda del subconsciente
Este estado se
caracteriza por una ausencia de atención, atención nula o plana en el tiempo y el
espacio.
Atención nula. Esta ocurre en
dos circunstancias:
1. Cuando uno duerme físicamente. En este caso, la
atención de alguien que se halla dormido es inexistente, no hay presencia a su
entorno ni a sí mismo.
2. Un individuo se halla físicamente despierto y
en un momento dado su conciencia se identifica, fascina e hipnotiza. Entonces,
la atención se degrada, pierde progresivamente calidad, sus propiedades se
diluyen como son: intensidad, amplitud… En esta ocasión, la atención se restringe
rápidamente a solo unos pocos elementos y es nula a todo lo que le rodea. Este
proceso se revela de dos modos distintos. En ambas situaciones, este depende
del punto donde se concentra la hipnosis y existe una pérdida casi absoluta del
control de la atención.
Si esta última se ubica en un proceso mental. Entonces, uno únicamente percibe
su mundo psicológico, está exclusivamente presente a lo que piensa o/y siente y
su atención hacia el exterior es aparente y vana. Se dice que la persona está
ensimismada, en la Luna
o sufre una distracción profunda. De este modo, ocurren muchos accidentes, el
sujeto camina abstraído por un problema pero no ve el agujero en la calzada y se
cae dentro; un individuo atiende su teléfono móvil y olvida que está
conduciendo su automóvil.
Por otro lado, si
toda la atención se concentra en un evento externo particular de modo
excluyente, esta pierde todo contacto con la realidad física que lo circunda.
La presencia o la atención se ausentan de su estado psicológico. Esto explica
como una persona dice o hace barbaridades o el ridículo en un instante determinado
ante sus familiares, amigos, compañeros…, y, una vez pasado el escenario, se
avergüenza. Este hecho es fácil de observar en los demás y en uno mismo cuando
se hipnotiza con el agregado psíquico de la ira.
“Mientras un hombre se
identifique o sea susceptible de identificarse, es esclavo de todo lo que puede
sucederle”. (P. D. Ouspensky. Fragmentos de una enseñanza
desconocida. Cap. VIII).
En el
estado de Eikasia, el individuo tiene la conciencia dormida y la atención no le
aporta información relevante ni efectiva de lo que ocurre en el plano interno
ni externo. Los datos recogidos por los sentidos ingresan directamente al
subconsciente, paralelamente, las respuestas psicológicas son dirigidas por
este último. El alumno actúa como un autómata controlado por una fuerza egocéntrica
ajena a su personalidad, su estado psicológico es la inconsciencia.
Ø
Pistis, el segundo estado de conciencia: la
zona más externa del subconsciente
La atención determinada por este estado de conciencia se reconoce por
ser pasiva, mecánica, de fácil distracción y volátil, no ejerce la propiedad
reflexiva y es unidireccional.
Todos los seres
humanos ejercen este tipo atención cuando se hallan en el “mal llamado estado de vigilia”. Esta última transita por los
procesos de la identificación, fascinación e hipnosis; si se hace hegemónica,
la atención desciende de grado, pierde calidad, se ausenta de sí misma y la conciencia
duerme tal como se explica en el caso anterior. Esta atención acarrea ciertos
rasgos que uno reconoce a través de la práctica.
Atención unidireccional. En
un instante dado, este estado de conciencia implica que la atención está
completamente depositada hacia una única dirección. Sea que esta se halla
exclusivamente sobre un objeto exterior, en consecuencia, se dirige hacia fuera
de la persona o se orienta únicamente hacia dentro, sobre alguna función
psicológica. Esto arrastra diversos efectos:
1. La
atención es restringida al objeto de percepción.
2. Esta,
también, es sesgada. El estudiante la enfoca a un único plano de actuación de
la
realidad. Este, voluntariamente o no, capta de modo exclusivo entre todos
los estímulos que recibe solo los que son de su interés y desecha o discrimina
todos aquellos que no lo son. Esta acción pudiera justificarse debido a la
necesidad de concentrarse totalmente sobre un estímulo, proceso reflexivo, etc.
No obstante, es una idea equivocada perder la referencia de la conciencia en lo
que uno se concentra. De hecho, una propiedad valiosa de esta última es el
discernimiento. Si la atención está presente a sí misma distingue con mayor
facilidad lo que pertenece al ámbito de su concentración y se aparta lo que
está fuera de ella.
3. Por
estas características, esta atención aporta una información de la realidad
incompleta, deficiente, subjetiva y relativa al individuo que la maneja según
su deseo, interés o prejuicio.
En
conclusión, este tipo de atención asentado en el segundo estado de conciencia
instaura una “percepción errónea de la
realidad”, de los hechos. La apariencia[9] se
incorpora con facilidad a la percepción y las respuestas que se fundamentan
sobre ella se procesan de modo desafortunado.
Ø
Dianoia, el tercer estado de conciencia: atención
reflexiva o autoconsciente
Este estado de
conciencia excluye los procesos de identificación, fascinación y sueño. Existen
tres tipos de atención reflexiva: activa, reactiva y proactiva. Todas ellas
incorporan un grado de conciencia[10] a
través de la presencia o el recuerdo de sí mismo. De este modo, el estudiante
se ejercita en preservar el estado de alerta, el estar aquí y ahora, vivir el
instante… Este practica activamente la atención consciente o, dicho de otra
manera, está presente a su atención. Este estado de conciencia precisa, por lo
tanto, un mayor esfuerzo volitivo y empleo de energía, dirigido al
desdoblamiento o división de la atención. En consecuencia, esta se estira, se hace
bidimensional y está presente, activa, a los dos extremos de la realidad:
interior y exterior.
Atención bidimensional. Los
tres tipos de la atención bidimensional: activa, reactiva y proactiva se
perciben con más facilidad si se relacionan con el proceso de la
identificación.
1. Activa. Cuando la
atención reflexiva está vigente, aquí y ahora, en acción y sostenida. En este
estado, la atención advierte los estímulos o las informaciones que llegan a la
mente y los transforma correctamente. El alumno es consciente del hecho, lo
aprehende cabalmente, su percepción se ajusta a la realidad y determina una
respuesta ajustada a su nivel de conciencia libre. No admite la identificación,
la atención activa se separa y observa este proceso.
2. Reactiva. Este tipo de
atención acude o se activa cuando se inicia un proceso de identificación y se
hallaba estática, es decir, se asentaba en el segundo estado de conciencia. En
un instante cualquiera, la atención de la persona percibe que algo ocurre en la
psiquis. Por ejemplo, un estímulo desagradable aparece en la mente y provoca
una emoción negativa, hay nerviosismo y el sujeto se identifica. En este
instante, la atención se hace reflexiva y trata de abortar el proceso. La
persona reacciona redoblando la atención pero el ego ya se instaló en los
centros y, en estas condiciones, es muy difícil impedir sus automatismos. La
atención o conciencia reactiva se definen con la imagen de recurrir a los
bomberos para proponerse apagar el fuego iniciado con la identificación.
3. Proactiva. A esta atención
reflexiva se le suma la persistencia, pertenece al ámbito de la estabilidad de
la autoconciencia, apenas fluctúa y se mantiene separada de los procesos
mentales. La atención proactiva es preventiva con respecto a los procesos de la
identificación; el alumno que la usa los capta, evita y prioriza los impulsos
de la conciencia. El desarrollo de esta atención se acentúa cuando integra la
cualidad de la “profundidad”. Entonces,
esta es capaz de advertir los movimientos del ego que concurren en el
subconsciente. La atención proactiva que gana en profundidad se asienta
definitivamente en el cuarto estado de conciencia.
4. Características generales. El
objetivo de este ejercicio o esfuerzo de dividir la atención es aislarla de la
actividad mental remanente, subyacente y continua, también conocida como “charla interna”. La separación psicológica
se produce con la aplicación de sus cualidades “reflexiva y persistente”. De modo que esta se halla presente a sí
misma, esta acción también se conoce como autoobservación psicológica. La
característica de la “amplitud” es la
que recoge las distintas informaciones o concurrencias que se procesan en la
mente. Si el individuo anhela observar con objetividad lo que acaece en su
propia psiquis precisa distanciase de ella. Esto acarrea una división de la
atención. Cuando el sujeto requiere concentrarse sobre un tema determinado
enfoca y aumenta su atención sobre él; en este caso, el rasgo que lo permite es
la “intensidad”.
La atención bidimensional descansa sobre los
pilares de las propiedades: reflexiva, persistencia, amplitud e intensidad. En
este orden, estas consiguen que la atención no se distraiga con facilidad; se
halle en un estado de vela; se recuerde a sí misma; abarque las informaciones
que aportan los sentidos junto a la actividad mental.
Todos estos estados
en el momento de la aplicación de la atención son posibles debido al uso
adecuado de sus cualidades por medio de la conciencia. En este sentido, el
alumno necesita comprender que estas características únicamente se desarrollan
con la práctica. El ejercicio continuo, en la escena diaria, es donde estas se
precisan y, en consecuencia, donde se emancipan. La persona se esfuerza por
aprender a manejar su atención de forma que esta se conecte con la propia
conciencia. El estudiante no debe olvidar que esta atención consume una gran cantidad
de energía que muchas veces este no dispone porque la usa o pierde en otras
actividades. Estados psicológicos como preocupaciones, estrés, emociones
negativas…, y, en definitiva, toda identificación sustrae energía vital que dificulta
la práctica del trabajo interior.
Esta
atención bidimensional se construye de modo “intencional”,
es un esfuerzo volitivo, es decir, precisa “motivación”.
Sin voluntad, ni comprensión del porqué uno hace un ejercicio, es muy difícil
que este se mantenga en el tiempo. El anhelo de practicar este tipo de atención
activa se fundamenta en la necesidad de advertir los hechos tal como son, sin
interferencias, ni posibles interpretaciones de la mente condicionada. Estas
últimas son el origen de confusiones y apariencias que lo llevan a uno a conclusiones
erróneas, las cuales derivan en decisiones de idéntica naturaleza y,
finalmente, en sufrimiento. Este querer se refuerza con la aspiración de conocerse
a sí mismo a través de la realidad; percibirse tal cómo es y no cómo uno cree
que es; descubrirse en el momento de la acción, dificultad, contrariedad,
aflicción, etc. La motivación se traduce en esfuerzo consciente.
En
conclusión, la atención bidimensional se separa de la “maraña mental instintiva” y el alumno se convierte en su espectador.
Esta acción contemplativa es presencia o conciencia de sí mismo y, de este
modo, advierte toda percepción de los sentidos. Estas condiciones son
necesarias y suficientes para aprehender la realidad tal como esta se procesa de
instante en instante. Este tipo de atención activa es la base del despertar de
la conciencia, vital para establecer un conocimiento objetivo de la realidad.
Esta atrae una información más amplia, completa, exacta y real tanto de los
hechos como de los procesos mentales que se derivan de ellos y son la base del
autoconocimiento. Esta percepción se vincula a la construcción del hombre interior
porque permite la expresión de los atributos de humanidad.
Ø
Nous, el cuarto estado de conciencia: atención
proactiva, conciencia objetiva
Este
estado de Nous se concreta a partir de la liberación de un suficiente porcentaje
de conciencia embotellada de entre los agregados psicológicos o egos. En este grado,
a la conciencia libre se suma la conciencia liberada, hasta alcanzar la “conciencia despierta”. El estudiante
recupera, de este modo, atención activa que se refuerza con el uso de sus
cualidades, principalmente de la profundidad, hasta adquirir su condición
proactiva. Esta atención provee una percepción multidimensional; aprehende concurrentemente
las diferentes fuentes de información. A continuación se describen algunas de
sus características principales.
Atención multidimensional. Esta atención revela las operaciones mentales y
su relación
con los estímulos recibidos del exterior. La atención proactiva es “plena” e “integral”, en la medida que aporta, de modo natural,
discernimiento en todo lo que acontece en la psiquis. Plena, debido a que usa todos
sus recursos y está presente a las múltiples acciones que se procesan tanto
dentro como fuera de uno. Integral porque lo hace en tiempo real, de forma
sincrónica. En consecuencia, las reacciones internas del agregado o Esencia
embotellada son percibidas con separación como erróneas, sin fundamento y como
objeto de estudio. La capacidad de distinguir advierte si advienen distintas
informaciones en un momento dado junto a la actividad de los centros. Por
ejemplo, con respecto a las funciones, el sujeto piensa en su novia, siente que
la quiere y el instinto tiene hambre; por otra parte, físicamente se ubica en
un supermercado, ve a mucha gente, empuja el carro de la compra, escucha
anuncios comerciales, los ruidos y voces de la gente, tiene calor. Todo esto
ocurre a la vez. Todas estas acciones son distintas y provienen por vías
diferentes, pero operan en una misma y única mente. La atención
multidimensional capta y está presente a cada una de ellas, tal como sucede en
la realidad. Esta atención no establece preferencias, ni permite que la propia
mente seleccione alguna de ellas, de modo que otras se difuminen por una
preferencia personal. La percepción diferenciada es una cuestión de atención
proactiva y la capacidad de discernir lo que es relevante, prioritario, justo, verdadero…,
o no, es una propiedad de la conciencia. Es vital que el individuo comprenda
por sí mismo que la atención es percepción y cognición de la realidad pero no
es discernimiento ni comprensión creadora. Esto último lo proporciona la inteligencia
práctica si se halla presente a los hechos y procesos mentales que concurren en
un instante dado.
Este
tipo de atención junto a una mente en estado receptivo beneficia la actividad
de la conciencia, la cual se expresa de modo sutil, liviano y lacónico. La
atención plena favorece el conocimiento inspirado o intuitivo de las
circunstancias que es propio de la conciencia o una de sus manifestaciones, por
medio de los centros superiores. Su cualidad de la profundidad trasciende el
plano superficial de la materia o de los hechos y capta las causas o leyes que
los rigen. De este modo atrae una aprehensión completa, objetiva, más honda de estos.
Esta atención multidimensional se asocia a la realidad ontológica del ser
humano y no puede ser despertada sin un arduo trabajo sobre la propia psiquis y
sus condicionamientos.
Distintos usos de la atención
“La concentración
mental reporta un ahorro de actividad inútil. El agotamiento experimentado al
final de la jornada diaria es debido, en su mayor parte, al gran volumen de
actividad mental que desarrollamos, a veces necesaria y, bastante a menudo,
innecesaria e involuntaria”. (Bhagavad Gita. Cap. Introducción, la
meditación).
La atención se
halla presente en variadas operaciones como son: contemplación, observación,
escucha…, en el manejo de los sentidos; también en la concentración, presencia,
contraste y discernimiento.
Contemplación. La acción de
contemplar se define[11] como:
“poner atención en algo material o
espiritual, considerar o tener presente algo o a alguien”. Esto indica que
sin atención no hay contemplación. En el ámbito del desarrollo interior, esta
acción se complementa por un estado mental relajado, en silencio, para permitir
una mayor expresión de la conciencia[12]. El
estado contemplativo es indispensable en la práctica de la meditación. Esta
particular atención se integra en la mayoría de los cultos para establecer una
relación con la divinidad.
“Formas de
contemplación diversas las podemos encontrar en diferentes culturas y épocas de
la humanidad, desde los chamanes o brujos de las tribus, hasta los tiempos actuales como los sufíes, los monjes tibetanos,
los maestros Zen, los gurús de la India, etc. Para que aparezca la contemplación,
primero debemos ver en nuestra mente que no puede tener interferencias de tipo,
pensamiento, fantasía, etc. Luego simplemente contemplar”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave:
contemplación).
Observación. En el
diccionario Google, la acción de observar se define como: “mirar algo o a alguien con mucha atención y detenimiento
para adquirir algún conocimiento sobre su comportamiento o sus características,
examinar atentamente, darse cuenta de algo, percatarse”. La observación se atribuye a la capacidad del sentido de la vista, del mismo modo, que se entiende la
facultad de la escucha con respecto al sentido del oído. No obstante, observarse
a sí mismo es imposible hacerlo con los propios ojos físicos, pues estos son
incapaces de ver nuestros pensamientos, sentimientos o apetitos. Desde la
perspectiva del autoconocimiento, observarse implica una atención intencionada
y detenida hacia el plano interno, mental, de la propia persona. En este caso,
no son los ojos ni los oídos físicos quienes son los protagonistas de la acción
de observarse o escucharse sino los sentidos internos. Esta atención especial
faculta al individuo imaginar, ver imágenes en la pantalla de la mente,
escuchar sus propios razonamientos, advertir sus emociones, sentimientos,…
Cuando el alumno está presente con una parte de atención sobre sí mismo,
entonces, suma un estado de conciencia superior, “Dianoia”, y practica la “autoobservación
psicológica”. Este tercer estado de conciencia es indispensable para el
conocimiento de uno y la observación de sí mismo es el primer eslabón para
alcanzarlo.
Concentración. Con respecto a esta acción de
concentrar se hallan distintas definiciones que son útiles para aprehenderla
cabalmente. Tenemos: “centrar intensamente la atención en algo,
reunir en
un centro o punto lo que estaba separado, estado mental que permite reflexionar sobre una sola cosa
y mantener la atención en ella”. La
concentración implica combinar simultáneamente el sostenimiento y la
convergencia de la atención sobre el objeto a conocer. En el caso del
autoconocimiento, este objeto es uno mismo. La facultad de concentrarse precisa
ejercer las propiedades de la persistencia y la intensidad. La primera se
vincula a la voluntad y el estado de presencia para evitar la dispersión o
distracción de la atención reflexiva; la segunda es una cuestión de saber
enfocarla adecuadamente.
“Aquellos cuyas mentes
están siempre en serena concentración ya han hecho de su vida un triunfo en
esta tierra”. (Bhagavad Gita. Cap. La renuncia. Dicho 19).
Presencia. La presencia o
recuerdo de sí mismo es una actividad exclusiva de la atención reflexiva.
Discernimiento. La etimología
del vocablo discernir proviene del latín “discernere”,
significa: “distinguir, separar, dividir
las cosas separándolas, decidir en origen”.
"Capacidad de distinguir: los elementos que están
implicados en una cuestión, cómo se relacionan entre sí, cómo se afectan los
unos con los otros y cómo cada uno de ellos incide en el conjunto”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: discernimiento).
El discernimiento es una facultad integrada en la conciencia tal como
ocurre con la atención. Su propiedad más relevante es que permite a la
conciencia separar de la psiquis aquello que no es intrínseco a su naturaleza.
Esto facilita el criterio y el juicio objetivo en el momento de la toma de
decisiones o de la aprehensión de conocimiento sobre una situación específica. Por
ejemplo, ante la actividad de un ego que surge en el centro racional, este
inicia un razonamiento que la atención percibe; mediante el estado de
presencia, la conciencia atrae el discernimiento que, por contraste, aprehende
la naturaleza del pensamiento de origen egoico. Por lo que, la persona lo
separa de la psiquis y lo observa, de modo, que impide identificarse con él.
Esto evita una posible emoción negativa, y una respuesta verbal o una acción
erróneas. En definitiva, sortea un estado psicológico inadecuado y conserva el
tercer estado de conciencia.
El discernir es
una acción inspirada del entendimiento consciente consecuencia del contraste. No
confundirlo con una actividad mental, que produce una separación entre dos o
varios factores usando criterios subjetivos y racionales. Esta
cualidad provee la
observación de la psiquis con objetividad y a la conciencia conservar su
autonomía y sus principios.
Contraste. La acción de contrastar se define en diferentes diccionarios como: “mostrar notable diferencia, o condiciones
opuestas, con otra, cuando se confrontan ambas. Comprobar la exactitud o
autenticidad de algo”. Etimológicamente, esta palabra proviene del
latín “contrastare”, que significaba
enfrentarse a, estar enfrente o en contra.
El contraste genera un conocimiento síntesis por medio de una
diferenciación entre dos o varios objetos de distinta naturaleza. El proceso de
aprehensión se realiza a través de la atención que confronta o contrapone las
características de los objetos estudiados. La facultad que origina la comprensión
creadora entre ambas se origina con el uso del “discernimiento” propio de la inteligencia práctica.
El contraste se
vincula con la percepción, mientras que la comparación es una actividad
racional. Esto indica que ambas operaciones son distintas. El contraste por la percepción
de la singularidad de las naturalezas de los objetos estudiados proporciona su
distinción y separación. De este modo, el estudiante distingue en un escenario
lo que es falso de lo verdadero, lo justo de lo injusto, lo prioritario de lo
secundario, la realidad de su apariencia, la causa de su efecto… Esta acción es
posible con una atención proactiva. Esta goza de sus propiedades: reflexiva, persistencia,
intensidad, amplitud y profundidad según lo requiere la situación.
“La identificación es
un rasgo tan común, que en la tarea de la observación de sí es difícil
separarla del resto. El hombre está siempre en estado de identificación; sólo
cambia el objeto de su identificación”. (P. D.
Ouspensky. Fragmentos de una enseñanza desconocida. Cap. VIII).
El problema de la atención
La dificultad que
cualquier persona experimenta en el manejo consciente de la atención se
concreta en la identificación. Esta última se manifiesta de diferentes formas:
inatención, distracción, olvido de sí mismo, desatención, inadvertencia, abstracción,
fantasía, ensimismamiento, enajenación, fascinación, hipnosis, sueño. Todas
estas acciones o todos estos estados psicológicos pertenecen al primer o
segundo estado de conciencia.
La
identificación como un proceso que desconecta al sujeto de su propia realidad
interior e impide una percepción objetiva de la información es una lacra
psicológica. En general, la humanidad es víctima de esta imperceptible enfermedad
mental que se instala en la psiquis del niño cuando pierde su autoconciencia y la
sustituye por la personalidad. El individuo carga un proceso de identificación
intangible que provoca una anormalidad en el modo de pensar, sentir, obrar y
percibir la realidad que le rodea como a sí mismo. Cuando la identificación se
acentúa, se hace más aguda y penetra más en el subconsciente, la persona se
fascina e hipnotiza, entonces, esta enfermedad se hace patente. En ese momento,
que la fiebre de la identificación se convierte en un desvarío, se lamentan
acciones e iniciativas que atraen dolor y amargura por falta de valores humanos
e inteligencia práctica. La identificación adviene si el estudiante pierde la
atención o presencia a sí mismo, es incapaz de percibir la intervención del
subconsciente en los distintos escenarios de su existencia. Esta enajenación
transitoria es responsable de que el ser humano sea el actor de sus propias
comedias, dramas y tragedias[13]
tanto personales como colectivas. La fascinación aleja a la persona de su
humanidad, del sentido de responsabilidad…, la vuelve más instintiva, maquinal
y abstraída en su mundo e indiferente al que le rodea. La pérdida de conciencia
del ser humano es una verdadera tragedia para sí mismo y para el conjunto de la
humanidad.
"La identificación
es nuestro más terrible enemigo porque penetra por todas partes”. (P.
D. Ouspensky. Fragmentos de una enseñanza desconocida. Cap. VIII).
La identificación es la primera y única causa de la distracción e
inatención que envuelve la acción humana en todos sus ámbitos. Cuando el alumno
trata de permanecer alerta, aquí y ahora, advierte que a los pocos instantes,
su estado de presencia se diluye y su atención divaga. Esta continua distracción
es una identificación de muy baja intensidad que impide a la persona preservar
su atención y ser consciente de su percepción. Esto conlleva una merma en el
aprendizaje y el descubrimiento de la vida en su libre movimiento. El flujo de
la vida es permanente y en constante transformación pero el ser humano apenas
advierte esta realidad. Normalmente, el individuo observa, tanto el mundo que
le rodea como el suyo propio, de un modo recurrente, sin apenas cambios, con
monotonía, rutina y aburrimiento. Por esta causa, este precisa estar
continuamente distraído, su atención requiere estar ocupada en algo, absorbida
en un objeto de su satisfacción. Por ejemplo, esto es muy común desde la
aparición de los nuevos dispositivos móviles. Mucha gente se sienta a comer,
está pendiente de él y se ausenta psicológicamente de las personas que le
rodean.
Esto
acarrea que se olvida de los valores de la vida, de lo que hay a su alrededor y
de sí mismo. Desaprovecha el curso de la existencia, la alegría de la vida y su
aprendizaje. La atención a la vida es una condición indispensable para
comprenderla, propiciar la expresión de la Esencia , que de modo natural y espontáneo,
aprovecha las experiencias inesperadas cuando la mente se halla receptiva. Esto
permite al sujeto sobrepasar retos, incertidumbres, dificultades…, que aportan
una relación más real y humana con la existencia. El individuo experimenta
valores y acciones de libertad, verdad, amor en compartir, discernimiento…,
todos ellos, propios de la vida. Experiencias enriquecedoras desde la
perspectiva humana, que para la persona que no está presente a ellas pasan
desapercibas. El mayor problema de la atención es que el ser humano no
aprehende la relevancia que tiene en la existencia y el desarrollo anímico. Uno
no capta que la distracción instaura un grado máximo de inconsciencia en la
psiquis.
"Es indispensable ver
y estudiar la identificación a fin de descubrirla en nosotros mismos hasta sus
raíces más profundas”. (P. D. Ouspensky. Fragmentos de una enseñanza
desconocida. Cap. VIII).
Diferencia entre atención y memoria
En este tema, la
atención se vincula a atender, en el sentido de percibir y esta acción produce
cognición de lo advertido. La memoria se define como: “la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el
pasado”. Desde la perspectiva del autoconocimiento existen diferentes
memorias, aunque se pueden reagrupar en dos conjuntos perfectamente
diferenciados: la memoria de la mente y la memoria-trabajo.
Esta primera
memoria registra en la mente las vivencias del individuo, tanto internas como
externas, dependiendo del grado de atención prestado en ese momento. Estas
experiencias y los conocimientos adquiridos se gravan en las distintas memorias
de los centros. De este modo, todo ser humano goza de una memoria racional que
se ubica en el centro intelectual; una memoria emocional localizada en esta
misma función; una memoria instintiva, otra motora y, finalmente, sexual, que
corresponden a los centros instintivo, motor y sexual, respectivamente. Estas
memorias funcionan con los datos aportados por la mente y estos se depositan en
ellas como recuerdos, costumbres y hábitos. Estos últimos son el resultado de
una actividad mental sin la incorporación o la participación del principio
inteligente. En este sentido, la memoria mental comporta unas características
de archivo proporcionadas por el primer y el segundo estados de conciencia, y
su registro es maquinal e inconsciente. Por ejemplo, la persona guarda en su
memoria elementos de su aprendizaje por imitación y que, más tarde, reproduce
según su capacidad de recordar lo aprendido. Otras vías de adquisición de datos
de estas memorias son la repetición, las experiencias nuevas o extremas... El
caso es que la memoria mental es subjetiva, relativa y sesgada en
correspondencia al tipo de atención prestada en el instante del aprendizaje o hecho
que el individuo vive. Cuando un individuo experimenta y percibe una situación,
la mente puede reconocerla porque esta se halla registrada en la memoria. Aunque,
igualmente, puede olvidarla debido a su falta de atención y conciencia. Esto
explica porque cuando uno deposita su confianza en la memoria mental es muy
fácil que uno se sienta traicionado por ella. En muchos casos, uno se propone
firmemente no cometer un error pero su carencia de atención y conciencia en el instante
de la percepción, conlleva la identificación y a reincidir en él.
La
memoria-trabajo se crea a través de las percepciones, los conocimientos y las comprensiones
elaborados por el sentido de la autoobservación psicológica. En este sentido
concierne al tercer estado de conciencia, Dianoia. Esta memoria se aloja en los
centros superiores del organismo, el intelectual y el emocional, y registra la
vida autoconsciente del individuo. Esta memoria inscribe toda vivencia objetiva
que la conciencia o la Esencia libre aprehenden. Esto significa que lo que se
deposita en los centros superiores no son recuerdos sino comprensiones
vinculadas a la experiencia directa de la realidad.
“La
verdad es lo desconocido de momento en momento, nuestras mentes deben estar
siempre alertas, en plena atención, libres de prejuicios, preconceptos, a fin
de ser realmente receptivas”. (Samael Aun Weor. Educación fundamental. Cap.
Saber escuchar).
Una
vez definidos los dos tipos de memoria, es necesario aclarar que ambas son
distintas de la atención. Esta última proporciona percepción y cognición según la
calidad y propiedades que en ese momento se despliegan sobre el evento. La
relación entre atención y registro, tanto de lo conocido como lo percibido, es
de causa y efecto. Primero, la atención advierte y conoce, segundo, la memoria
archiva: escenario, conocimiento, vivencia, etc. Cuando en otra ocasión, un
hecho ya registrado en alguna de las memorias de los centros, es captado por la
atención, lo percibido y conocido, puede ser recordado, puesto que existe una
experiencia anterior. En el instante que algún estímulo alcanza la mente a través
de los sentidos, uno lo advierte, y pueden ponerse en marcha diferentes
acciones psicológicas. Estas operaciones mentales dependen del factor
psicológico presente en la psiquis. Así mismo, este determina el tipo de
atención y el estado de conciencia.
Ø Si quien está presente en la mente es la
Esencia embotellada en un agregado psicológico como, por ejemplo, el miedo, lo
percibido y, por lo tanto, conocido será asumido por este. Esto acarrea que la
información recibida es detectada como una amenaza o no, según las experiencias
registradas en su memoria. De modo que el ego, primero conoce o reconoce, después,
interpreta, modificada, dictamina…, realiza un sinnúmero de operaciones en el
uso de sus funciones psicológicas con el hecho advertido. Este proceso se
activa de forma inmediata y es lo que se denomina la identificación,
fascinación y sueño. Por esta causa, una de las definiciones del elemento
subjetivo consiste en: “experiencia
subjetiva mental acumulada”. El ego es memoria. Por otro lado, esta
percepción equivocada de la realidad se debe a que el estado de conciencia y la
atención, cuando se halla presente el “mí
mismo”, son nulos. En el instante que surge el estímulo en forma de
impresión en la mente, la acción interna que emprende el ego es reconocer y
proyectar sobre ella, su pasado. Ayeres que fueron registrados en la memoria junto a las
conclusiones elaboradas por él. En realidad, la identificación impide captar la
verdad de un evento porque la persona carga las experiencias subjetivas pasadas
en el subconsciente y se aleja del momento actual. Por este motivo, la persona
identificada se olvida del presente, de sí misma y de los hechos en sí y se
refugia en vivencias pretéritas. De este modo, el individuo establece una
recurrencia que lo conduce a repetir errores y estados de ánimo. Este error es
muy común y se agrava, aún más, debido a que los recuerdos del ego son de una
naturaleza fantasiosa, nunca reflejan la verdad de los hechos acaecidos.
Ø Cuando
el factor psicológico presente es la personalidad ocurren los mismos procesos
mentales descritos anteriormente. En este caso, este agente interno es un doble
centro de gravedad que asume todas las tareas psicológicas de la existencia. Si
los sentidos recogen información del exterior, esta los advierte según sus
hábitos, costumbres, formas de pensar y sentir que se hallan acumuladas en su
memoria. La personalidad apenas percibe elementos nuevos de la existencia,
conoce el mundo que le rodea basándose en los patrones que se concretaron en
las experiencias pasadas. Ella reconoce lo advertido. Por esta causa, la
personalidad recurre, repite actitudes, palabras, emociones…, y solo aporta
elementos nuevos a su percepción, si la situación se escapa de su programa
mental.
Ø Si el factor que está presente es la Esencia
libre y la atención se halla activa, el proceso de percepción y cognición
cambia con respecto a los casos anteriores. En el momento que el estudiante
advierte una información en la mente, la atención bidimensional, igualmente,
capta su posible intervención. La presencia de un estado de conciencia superior
y una atención de una calidad suficiente permite distinguir, en el caso que así
sea, la proyección emanada de la memoria. Este discernimiento acarrea dos
acciones:
1. Separar la proyección de la percepción, para
que esta conserve las características de la realidad.
2. Permitir que la memoria-trabajo sea quien
aprehenda la realidad del hecho y la conciencia o un atributo de la Esencia
libres aporten una respuesta inteligente y humanista.
La
memoria-trabajo no recuerda, ni realiza operaciones mentales en los distintos
centros para aprehender la realidad del evento. Este tipo de memoria conecta el
hecho con la conciencia, las bases del autoconocimiento y el trabajo interior
para discernir su naturaleza. Hay que recordar que la conciencia es una
facultad cognitiva distinta a la mente y, por lo tanto, al intelecto. Esta
facultad es sensatez; inteligencia concebida por la naturaleza para captar la
verdad, lo trascendente, lo justo…, de una situación para elaborar una
respuesta lúcida restringiéndose a ella. La realidad es aprehendida desde los
centros superiores, según la madurez y las comprensiones de la conciencia, esta
proporciona una acción que se propaga por los centros inferiores. La
inteligencia práctica impulsa la naturaleza de la respuesta o el valor humano a
desplegar en la circunstancia vivida. Después, la mente ejecuta esta
resolución. Cuanto más receptiva es la mente a los impulsos de la conciencia y
los centros superiores, más genuina y sencilla es la acción emprendida.
“Considero a la
conciencia como algo fundamental. Considero a la materia como un derivado de la
conciencia. No podemos ir más allá de la conciencia. Todo lo que hablamos, todo
lo que consideramos existente, postula la conciencia". (Max
Planck. Premio Nobel de Física 1918, citado en Purucker, 1940, Cap. 13).
Tabla de ilustraciones
Pág. 3.- “La forma en que la escuchas es la forma en
que la cantas”, (1665). Autor: Jan Steen Real Localización: Galería de Arte de
Maritshuis Haarlem, Holanda. Esta obra refleja la idea del autor sobre como el
ser humano fija su atención y da importancia al plano externo y a lo que
aprende de los demás. Este cuadro aporta una reflexión sobre la vida dedicada a
las sensaciones y al deseo de complacer los instintos y los sentidos.
Pág. 8.- “Prohibida la reproducción”, (1937), Autor:
René Magritte. Localización: Museo Boijmans Van Beuningen de Rotterdam, Holanda.
Esta obra atrae la atención sobre la naturaleza de las imágenes y su relación
con la realidad. El autor utiliza el espejo como un escenario. Este reproduce
sobre el lienzo un reflejo imposible del sujeto que se halla delante de él, a
diferencia del libro que se reproduce normalmente, para reflexionar sobre cómo
el ser humano percibe la realidad. En lugar de aparecer la imagen delantera del
sujeto en cuestión, el espejo refleja su espalda. Esto representa, por una
parte, que el individuo no aprehende la realidad, sino apariencias, percibe lo
externo de las personas. Por otro lado, Cicerón escribió, “la cara es el reflejo del alma”, (De oratoria II, 22), el ser
humano difícilmente capta su Esencia, debido a que hace mucho tiempo que no le
presta atención. Por esta causa, tampoco es capaz de observarla en las personas
que le rodean. Aunque muchos autores plasman a través de sus obras estados
psicológicos, en general, la psiquis o alma humana no puede reproducirse. El
mundo interior de la persona es más complejo de advertir que los objetos
materiales tal como muestran y contrastan los dos reflejos del espejo.
Pág. 9.- “El círculo de los vicios”, (1897). Autor:
Jacek Malczewski. Localización: Museo Nacional de Poznan, Polonia. En este cuadro, se aprecia
como un niño subido sobre lo alto de una escalera visualiza una serie de personajes
que aluden a los distintos defectos que el ser humano acarrea en la psiquis. El
niño representa un estado de conciencia superior o la propia Esencia libre; se
aprecia como este observa impasible esta danza de agregados psicológicos que se
procesa dentro de la mente de cualquier persona.
Pág. 10.- “Lux in Tenebris”, (1895). Autor: Evelyn De
Morgan. Localización: Fundación De Morgan, Londres. Esta obra, hace referencia
al evangelio de San Juan 1. 5. “La luz en las tinieblas
resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”. Esta cita referencia la luz de la conciencia, y las
tinieblas aluden al subconsciente. La conciencia está presente a través de la
atención y esta permite la percepción y cognición de carencias y defectos psicológicos
que son comprendidos por la conciencia. Por esta causa, la cita enseña que la
ignorancia propia del ego no permanece ante la conciencia o lucidez del
estudiante. La obra presenta a una mujer con un vestido luminoso, envuelta en
un halo transparente en alusión al principio solar y en la mano porta una rama
de laurel en símbolo de paz y equilibrio. Este último adviene por medio de la “atención activa” que impide la
identificación, la cual es una manifestación del subconsciente. A su vez, este
último se halla representado bajo los pies de la dama, las rocas y el mar
oscuro esconden monstruos y cocodrilos débilmente visibles.
Película
“Una cuestión de
tiempo”, (2013). Director: Richard Curtis. Este film trata sobre la importancia
del instante, de prestar atención a los diferentes escenarios que la existencia
nos brinda, y lo que uno puede aprender de ellos para alcanzar una vida plena.
La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en los dos tomos de esta obra ampliados, y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se publicarán en este blog.
La obra se halla, tanto en la versión e-book como en papel en Amazon donde se realizan los pedidos, y se entregarán a la dirección indicada con la garantía que ofrece esta plataforma. Aquí tienes el enlace.
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Existe más información sobre esta publicación en este mismo blog en la primera entrada de diciembre de 2020, y en esta misma dirección Web en Amazon.
[1] La
etimología de esta palabra proviene del latín “attendere” y significaba “tender
o estirarse hacia”. En castellano, se entiende de modo general “atender” como: prestar atención,
ayudar, cuidar. Sin embargo, en inglés esta voz latina evolucionó en el sentido
de “estar presente”. (To attend). La
raíz del vocablo “atención” es
significativa desde la perspectiva de la conciencia.
[2] “En la filosofía, la
percepción es la aprehensión psíquica de una realidad objetiva, distinta de la
sensación y de la idea…” (Diccionario Larousse. Palabra: percepción).
[3] Su
etimología proviene igualmente del latín “distractio”
e indicaba separación.
[4]
Sin atención, no presta atención o atención nula.
[5]
Esto mismo ocurre en el reino animal.
[6]
Estos datos procedentes de los sentidos se les llama “impresiones”, debido a que se imprimen en la mente.
[7] La
recepción de los estímulos que se procesan en los respectivos órganos
sensoriales llegan a diversas áreas del cerebro, del mismo modo que la
naturaleza de las respuestas de la psiquis y las vías que emplea son distintas.
Ante cualquier duda repase los diferentes centros del organismo.
[8]
Estos estados fueron estudiados en un capítulo anterior, si surgen dudas es
conveniente repasarlos.
[9] Definición
del diccionario Google: Característica
o conjunto de ellas que parece poseer una persona o cosa pero que en realidad
no tiene. Que siempre hacen referencia a algo
distinto de ellas mismas.
[11] Diccionario
RAE.
[12] “El silencio mental se consigue con
el desapego de pensamientos y sensaciones. Se puede trabajar para que aparezca
mediante la meditación o la
oración en
silencio”. (Wikipedia, la
enciclopedia libre. Clave: contemplación).
[13]
Estas se revelan en un máximo exponente de hipnosis en el ejercicio de:
terrorismo, guerras, conflictos armados, crimen organizado, violencia extrema
de género, racista…, de colectivos sociales o étnicos como bandas juveniles,
luchas tribales, etc.
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