viernes, 4 de octubre de 2019

El equilibrio psicológico

“La luz de la conciencia, dándonos verdadero equilibrio psicológico, viene a establecer cada cosa en su lugar, y lo que antes entraba en conflicto íntimo con nosotros, de hecho, queda en su sitio adecuado”. (Samael Aun Weor. La gran rebelión. Cap. Las tinieblas).
Introducción
En esta exposición se define el equilibrio[1] dentro del ser humano, su importancia, las características que le son propias, y el cómo alcanzarlo a nivel psicológico. Así mismo, este estado íntimo conlleva una “dimensión humana” que todo individuo precisa concretar en su emancipación anímica.
El autoconocimiento entiende el equilibrio interior[2] como un estado de conciencia o anímico, el cual se instala en un sujeto si permanece sereno, con la mente en reposo o estable, y una personalidad pasiva. Este tema profundiza en el ámbito práctico, aporta claves y reflexiones sobre la necesidad de fomentar una personalidad equilibrada.
La psiquis del individuo se halla bajo la influencia de distintas fuerzas, tanto internas como externas, tales como estímulos, impresiones, recuerdos, etc. El estudiante vive diversos escenarios durante el día, por ejemplo, comentarios, opiniones…, que uno considera desafortunados, ofensivos, engañosos, etc.; noticias agradables o tristes; impuntualidad, acciones indignas, ser victima de una injusticia…, de los demás; objetos que dejan de funcionar, o se rompen… Igualmente, es asaltado por recuerdos, proyecciones o representaciones mentales, etc. Todos estos eventos y estados psicológicos conllevan una acción del subconsciente de la persona. Muchas escenas de la vida acarrean modos de pensar, sentir, y obrar con nerviosismo, preocupación, temor, recelo, asombro, incredulidad…, estados que alteran el ánimo. Estas respuestas son propias de la identificación; impresiones no transformadas correctamente que atraen nervios, irritación, alteración…, desequilibrio. Una persona equilibrada posee la facultad de permanecer serena y lucida, responde ante cualquier situación con valores humanos. Su capacidad de percepción y cognición mantiene un dominio de las funciones ante cualquier perturbación que surja de su subconsciente.
El fundamento del equilibrio psicológico precisa:
Ø      No identificación.
Ø      Transformación correcta de impresiones.
Ø      Estado de presencia activo.
Una definición más académica de equilibrio es cuando la resultante de la suma de todas las fuerzas que inciden en un punto o sistema es nula. En este caso, el punto es la psiquis. Una persona piensa, siente, actúa, recibe impresiones a través de los sentidos..., a la par que su subconsciente se halla activo. La estabilidad interior se asienta en el momento que la suma de todas estas influencias se anula, y la persona mantiene su autonomía, y su centro de gravedad psicológico se halla en reposo. Uno disfruta de equilibrio interior si las bases de su psiquis son estables, descansan sobre una superficie fija, sólida y firme. Esta firmeza y fundamento psicológico se edifica sobre el esfuerzo consciente, y la emancipación de la Esencia debido a que esta última es su única y auténtica realidad. La conciencia y la mente interior son el sostén y el pilar, respectivamente, de toda estructura psicológica objetiva y verdadera.
Un sujeto equilibrado es capaz, ante cualquier evento, de preservar el tercer estado de conciencia, ser sereno y lucido, lo cual le permite actuar con prudencia, inteligencia práctica, y manejar situaciones difíciles y problemáticas.
Inversamente, el perder la estabilidad interior es caer en el despropósito, el error y el sufrimiento. En esta circunstancia, la persona no disfruta de una base cimentada por la conciencia, y su estado mental carece de temperancia. La falta de orden, equilibrio, y armonía psicológica entorpece revolver favorablemente los diferentes obstáculos de la existencia. Uno pierde el equilibrio en el momento que se identifica, y su atención queda atrapada en el subconsciente. En estas condiciones, este último se apodera de la psiquis, y el sujeto es manejado por hilos invisibles, los cuales lo conducen al error. En muchos casos, esta pérdida de dominio de sí, hace padecer a las personas que le rodean y a uno mismo.
El equilibrio interior es sinónimo de la paz del corazón que hablan todos los grandes sabios de épocas remotas, la cual es accesible a todos los seres humanos por ser vehículo de una Esencia. La paz interior nace si el individuo aprende a organizarse en el plano psicológico, y despliega su dimensión humana consciente y voluntariamente.
El equilibrio es una constante indispensable en la creación
El universo se distingue por el orden, existe un equilibrio entre las grandes masas planetarias, las cuales se mueven en armonía por el vasto espacio que conforman las galaxias. Este orden cósmico es un arquetipo que se reproduce en todos los ámbitos de la creación. Es sorprendente como el firmamento se muestra a nuestros ojos, donde cientos de miles de millones de estrellas centellean en la Vía Láctea. No obstante, estos astros con volúmenes, pesos, y velocidades astronómicas danzan bajo la cadencia de una melodía que marca equilibrio y concordia entre todos ellos.
En la naturaleza, los ecosistemas, las plantas, los animales, el propio cuerpo físico, sobreviven gracias a la justa proporción, y a la armonía que reina entre los elementos dispares que integran el conjunto. Por ejemplo, las componentes del organismo se hallan compensadas, y sus funciones se coordinan para preservar la salud. Asimismo, un ecosistema integrado por depredadores, herbívoros y el bosque que los acoge, prevalece debido a que la pirámide alimenticia está equilibrada. En el momento que la cadena trófica se rompe, por la acción humana[3], y un eslabón se pierde, este ecosistema se merma o desaparece.
Igualmente sucede en las relaciones humanas, y del modo en el que la sociedad se organiza. ¿Qué enseña la historia cuando, en una nación, existen excesivas desigualdades en alguno de sus ámbitos: bienestar social, igualdad, justicia, libertad, etc.? Si un desequilibrio perdura en el tiempo y se enquista en un país, engendra descontento, protestas, disturbios, rebeliones..., entre la población, es decir, el desequilibrio causa problemas, conflictos, deterioro y caos. Del mismo modo, si un individuo por cualquier vía origina desorden en su cuerpo, por ejemplo, consumo excesivo de alcohol, comida, tabaco, etc., esto le afecta la salud, y su bienestar. Estos hechos muestran que el equilibrio, es un agente humano muy importante en la existencia, tanto en el ámbito físico como interno. Esto significa que es necesario cultivar esta facultad en todas las áreas humanas.
El equilibrio en el ámbito psicológico
“La conciencia, el cuerpo y el ambiente exterior debidamente equilibrados, nos permiten, en realidad de verdad, tener cierta relación maravillosa, e indica, con precisión exacta, a aquél que jamás se olvida de sí mismo”. (Samael Aun Weor. Cátedras IX. Cap. 129).
El ser humano se halla en una transición de valores, hasta ahora, los actores sociales no han considerado oportuno ocuparse del equilibrio psicológico del sujeto. La personalidad es inconsciente del alcance que la estabilidad interior proporciona en su forma de ser, vivir y afrontar las dificultades. Por esta causa, esta cualidad no se enseña en las escuelas ni las personas se esfuerzan por cultivarla durante su vida cotidiana.
Normalmente, el individuo goza de un habitual estado psicológico en el que él se reconoce como equilibrado. Este estado es más o menos evidente, dependiendo de la atención, y el valor que la misma persona le otorga. No obstante, toda persona observa que cuanto más necesita de equilibrio ante una situación, es lo primero que se pierde. Esta realidad debería atraer una reflexión sobre la madurez que uno adquiere a lo largo de las experiencias de la vida.
No obstante, la estabilidad psicológica es una disposición propia de la Esencia, si la persona se halla autoconsciente. De este modo, evita la identificación, la cual es la energía desconocida que, desde el subconsciente, sabotea el efímero y frágil equilibrio de la personalidad. Preservar el equilibrio interior es sinónimo de combatir esta lacra psicológica.
Cuando en una circunstancia problemática, el alumno es incapaz de atesorar la serenidad, la lucidez e internamente se halla desequilibrado, también lo será su manera de pensar, sentir y actuar. La consecuencia de su respuesta será el error, empeorará el hecho, su actuación le perjudicará todavía más, y sufrirá por ello.
La persona precisa meditar sobre este hecho. ¿Qué consecuencias acarrea uno cuando, en un momento dado, se pierde la facultad que más se necesita?
El autoconocimiento define lucidez o sensatez como inteligencia práctica. Esta incumbe a la facultad de discernir lo correcto, justo y verdadero, de lo que no lo es. Una aptitud que habilita al ser humano a abstraer y resolver de modo favorable un problema sobre la base de su comprensión. La lucidez sobre un asunto se despliega si existe claridad en las ideas, orden, y no confusión en el análisis de un evento. La conciencia capacita a la persona para dar una respuesta sensata de modo inmediato, espontáneo y natural.
La serenidad se describe como la cualidad que permite resguardar la armonía y el orden psicológico; para disfrutar de este estado, el estudiante precisa un cambio real, de raíz, en el modo de ser, pensar y sentir.
Generalmente, una forma de pensar y sentir errónea, es creer que la estabilidad interior es proporcionada por algún elemento exterior al individuo. Esta idea equivocada es la causa principal de un falso equilibro en la persona. En nuestra sociedad, existe el concepto ampliamente extendido que la fuente del bienestar y la seguridad son: la familia, el dinero, el empleo, los amigos, el reconocimiento social, etc. Incluso hay quien piensa que todo lo anterior es el fundamento de la paz interior y la felicidad. Sin embargo, los hechos demuestran lo contrario. Las fuentes más recurrentes de desequilibrio, se hallan precisamente en estos elementos.
Por ejemplo, el empleo, la extensión de horarios, su mecánica, o falta de interés, la carga de la responsabilidad, el desgaste físico o intelectual, etc.; así mismo, si uno advierte su puesto de trabajo amenazado o peor se halla desempleado, ¿son fuentes de equilibrio interior? En el caso de la familia, esta implica compaginar horarios; estar presente a los hijos, a sus necesidades; hay que añadir, la lidia de las diferentes voluntades, los conflictos de intereses de cada uno de sus miembros; las incomprensiones y discusiones entre hermanos; las contradicciones de los adolescentes, su egocentrismo; las dificultades económicas que puedan surgir por alguna circunstancia; la preocupación por un miembro enfermo; ¿Son todas estas circunstancias causa de estabilidad psicológica? Igualmente, en las relaciones entre amigos, las cuales tienen sus más y sus menos, se enrarecen, se reconcilian, hay enfados, uno se siente traicionado, el otro incomprendido, etc. En la amistad, siempre hay momentos de felicidad como períodos de frustración y sufrimiento, que no ayudan a la estabilidad interior.
Cualquier persona pensará que esto es propio de la existencia, y no le faltará razón, pero también es cierto que estas experiencias atraen infelicidad y desencanto. Estas escenas son parte de la vida asumida sin conciencia, y provocan desequilibrios. Mucha gente se siente cansada de esta continua identificación con los eventos, las acciones de los demás o las propias. Esta realidad, que viene y va, en el plano psíquico, se apoya en una frágil estabilidad, la cual se rompe para caer en el estrés, las emociones inferiores, el dolor, los malentendidos… Todas estas situaciones pertenecen a la vía horizontal, plana, desde la perspectiva íntima. Una vida que el ser humano afronta con un estado psicológico inadecuado. El sujeto busca equilibrio a través de la seguridad económica, el empleo, la familia…, pero se olvida de lo esencial: “se olvida de sí mismo”, de sus valores humanos. Es asombroso lo que aceptan o hacen ciertas personas para mantenerse o ascender en el ámbito social, empresarial, político, profesional, etc.
Igualmente, muchas parejas se unen para encontrar equilibrio a través del compartir. El amor, la ternura, la voluntad de afrontar juntos las dificultades, proyectos de vida..., no cabe duda que es una empresa digna y elevada. No obstante, en la práctica, muchos de sus integrantes se olvidan de lo primordial, de quiénes son, de su dignidad, de construirse como persona. Entonces, en numerosos casos, el sujeto cae en la dependencia psicológica. Es habitual que la gente se aferre a la escala social, lo externo, la pareja, la familia, el empleo, los amigos, la renta. Esta condición humana genera apegos, miedos, ambiciones, envidias, celos…, el individuo edifica fantasías e ilusiones que le llevan a huir de la realidad. Existen muchos mecanismos psicológicos que conducen a la falta de equilibrio, y a crear relaciones incorrectas con aquello que a uno le rodea. Pero todos convergen en un mismo punto: “la identificación psicológica”.
Esta situación que la personalidad crea por falta de autoconocimiento, ocurre fundamentalmente porque el ser humano busca fuera lo que está dentro de él desde siempre. Esta forma equivocada de pensar y sentir acarrea un modo errado de actuar, lo que le complica su existencia en grado sumo. Según trascurre el tiempo, la gente se llena de frustraciones, decepciones, complejidades, preocupaciones..., estados anímicos anómalos a la naturaleza de la Esencia, los cuales se acumulan en el subconsciente.
“Esto no es equilibrio interior”. Todo individuo precisa cubrir sus necesidades básicas, y asumir una labor para cubrirlas. Uno, también, puede anhelar en su corazón compartir su vida con otra, formar una familia, tener amigos…, pero todo esto no otorga el equilibrio interior. Aunque es cierto que ayuda, pero no necesariamente. La estabilidad psicológica hay que buscarla en el interior; uno mismo es el causante de esta carencia. La falta de equilibrio se halla encerrada en el subconsciente de cada persona. El alumno ignora quién es verdaderamente; desconoce las raíces que lo encadenan a errar, y perder su serenidad y lucidez, en definitiva, a identificarse. ¿Quién no anhela ser equilibrado, disponer de discernimiento, ser feliz? Cierto que muchos sujetos aspiran a todo esto, pero no hacen el esfuerzo suficiente, ni adecuado para concretarlo, no adquieren méritos. Otros se afanan con honestidad y es posible que alcancen algún progreso, sin embargo, no disfrutan de una auténtica paz interior, o la sienten de modo efímero.
¿Cuál es la causa? La raíz de esta situación es siempre la misma. El ser humano se resigna a la ignorancia debido a que no despierta la conciencia a su auténtica realidad física ni psicológica en la existencia. El origen interno de toda preocupación, ansiedad, impaciencia, intolerancia, miedo, cólera, etc., nace de factores subjetivos que el sujeto carga en la psiquis. Estos agregados psíquicos son los responsables del sufrimiento, y desasosiego que el alumno y su Esencia experimentan en la vida. El ego y la personalidad se hacen dueños de la psiquis con el gancho de la identificación, la fascinación y el sueño, ambos son la primera causa de la carencia de equilibrio psicológico.
El hombre y la mujer contemporánea precisan un cambio real
En estos tiempos de cierta falta de humanidad, son muchas las manifestaciones de personas relevantes en el ámbito social, cultural, artístico y político que apuntan hacia un cambio de dirección de la sociedad[4].
No obstante, la cuestión es que difícilmente se plantea un cambio en la base. Mientras, la transformación no se efectúe desde el origen, el error persistirá. De este modo, las propuestas y los intentos son múltiples, pero las soluciones ante la falta de equilibrio y sensatez no son satisfactorias.
La renovación que exige el equilibrio interior es individual, personal y de conciencia. Esta radica en un cambio del modo de pensar y sentir la existencia y a sí mismo. Por lo tanto, esta transformación es íntima, psicológica y anímica. Hasta ahora, con los modelos sociales y mentales que el individuo acarrea, pocos son los que se libran del error y del sufrimiento.
El ser humano ha adquirido un alto nivel de racionalidad, no obstante, precisa subir un escalón superior en la naturaleza. Este ser intelectual debe adquirir “Humanidad”. Toda persona necesita despertar su conciencia, escalar el grado de Hombre consciente y equilibrado.
Este Hombre verdadero que se distingue por sus atributos humanos, se halla dentro de toda persona. Esta transformación interior empieza en el momento que uno presta la atención debida a qué piensa, siente, a cómo actúa, y por qué causa. Un sujeto consciente es aquel que está presente al instante, se halla aquí y ahora, y no se olvida de sí mismo. El cambio interior es posible en el momento que el estudiante lo anhela en su corazón; este realiza el debido esfuerzo para observar directamente qué origina la pérdida de equilibrio; vigila dentro de sí qué ocurre en las funciones o los centros del organismo. La auténtica transformación psicológica, brota en el instante que el individuo comprende y asume la propia responsabilidad de perder el equilibrio, es decir, de identificarse. Y, paralelamente, este abandone toda tentación de atribuir sus errores, y sufrimientos a los demás o las circunstancias. Entonces, uno iniciará un viaje al interior de un mundo ignoto por descubrir dentro de sí, el cual se conoce como “autoconocimiento”.
De modo natural y espontáneo, el estudiante capta con su atención plena carencias, defectos, deficiencias…, de orden psicológico. Aprehenderá que estas debilidades del alma, son la causa real de la falta de estabilidad, firmeza, y fundamento de la psiquis. Por ejemplo, uno está presente en un escenario, y surge el miedo, el cual lo desestabiliza, entonces lo descubrirá, y se hará consciente de la realidad de este ego. Si esta carencia es demasiado intensa y profunda, y la persona es incapaz de discernir o separarse del proceso de identificación, lo estudiará más tarde en la meditación. Esta disciplina permite a todo sujeto profundizar, y comprender la naturaleza egocéntrica de todo defecto alojado en el subconsciente.
El miedo es una carencia de valentía. Esta última es una virtud intrínseca al Hombre equilibrado y auténtico. El cambio real que muchos seres humanos buscan en su corazón, se cimienta en un aprendizaje. Este consiste en emanciparse del miedo, y, paralelamente, desarrollar las facultades humanas. Si uno aspira a una transformación, cultivará la valentía, la invocará con todas sus fuerzas, y se separará del miedo. La técnica es sencilla de entender, aunque más difícil de practicar. La base de este esfuerzo consciente y voluntario, es prestar atención plena al miedo, comprenderlo y eliminarlo de la psiquis. ¿Cómo? Cuando surge el miedo en un escenario, uno permanece sereno con el estado de presencia, no se identifica, se separa de las emanaciones que nacen del subconsciente, observa los centros. Así mismo, hay que confiar en la conciencia, y desplegar la cualidad de la Esencia que le es propia, actuar con equilibrio y valentía.
Inversamente, si se permanece aferrado al miedo, lo único que ahondará en uno será esa misma carencia. En este sentido, no hay transformación, ya sea por ignorancia, pereza, torpeza, desinterés…, el resultado es la identificación, el sueño de la conciencia y el desequilibrio. El error y sus dañinas consecuencias, persistirán en la existencia de uno.
La revolución que el ser humano, tanto anhela en su corazón sin saberlo, es interior. Consiste en aprender a relacionarse con la existencia, y todos sus componentes de modo consciente y equilibrado. Esto significa que la persona con su presencia atrae su conciencia, y toda su humanidad. En lugar de olvidarse de su lucidez, serenidad, humildad…, la ejerce con autonomía, libertad. De modo opuesto a cómo sucede ahora por su falta de inquietud, trabajo interior y madurez psicológica.
El cambio que la humanidad necesita con urgencia, es abandonar todo tipo de miedo, intolerancia, resentimiento, aversión, insensibilidad, celos, codicia, orgullo…, un sin fin de carencias íntimas, las cuales son la fuente de la ignorancia y del sufrimiento humano. Cuando una persona se expresa con odio, se halla en una pérdida de humanidad, porqué este atrae mucha miseria y amargura para él y los demás. Si un sujeto actúa con codicia[5], y acumula una gran cantidad de bienes, este se halla en una falta de humanidad, porque esto implica que otras personas carezcan de ellos en otros lugares.
“En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”. (Mahatma Gandhi).
Cuando un individuo envidia, este muestra una carencia de amor por el prójimo, y esto le resta humanidad. El hombre o la mujer que despierta a esta realidad comprende que hay que realizar un trabajo sobre sí mismo, aquí y ahora. Este esfuerzo se encamina hacia una realización interior, una auténtica transformación de raíz que empieza por uno mismo.
“Solo la luz de la conciencia dirigida no desde los ángulos sino en forma plena, central, sobre nosotros mismos, puede acabar con los contrastes, con las contradicciones psicológicas y establecer en nosotros el verdadero equilibrio interior”. (Samael Aun Weor. La gran rebelión. Cap. Las tinieblas).
Toda persona racional sabe perfectamente que un Hombre es más que su empleo. Sin embargo, por falta de conciencia se esclaviza toda una vida a él. Este se habitúa a una rutina durante años y si lo despiden, se siente frustrado y maltratado. Algunas veces ni siquiera la labor le hace feliz, pero cuando la pierde todavía es más desgraciado; se olvida de sí mismo. Pasa por alto que goza de salud, tiene una familia y, sobre todo, que posee un principio inteligente que le asiste, si conservará la serenidad y lucidez suficiente para recurrir a él. Todos los seres humanos nacen con inteligencia práctica, pero no todos la usan convenientemente.
Cualquier persona sabe que un hombre es más que los bienes materiales: la renta, una casa, etc., aunque, en muchas ocasiones, se olvida. La gente sufre cuando desaparece algo a lo que está aferrado. No se recuerdan a sí mismos, hacen locuras, se llenan de frustración, rencores, se agrian por dentro. El pasado les pesa, y se deterioran sus valores humanos como son: el entusiasmo, la alegría, la esperanza, etc. Esto les sucede en escenarios que, incluso, no revisten trascendencia: se estropea el coche, gran disgusto; el niño es respondón, una discusión; alguien llega tarde, enfado; qué si me ha dicho esto, incomodidad. Miles de ejemplos que uno experimenta en su vida diaria, y que son el reflejo de cómo uno escasea de verdadera estabilidad psicológica, porque no hay suficiente conciencia ni virtudes en la persona.
Disfrutar de una personalidad equilibrada es una transformación que los hombres y las mujeres de buena voluntad anhelan en su conciencia. Una legítima aspiración de cualquier sujeto medianamente juicioso: el ocuparse de ser un “Hombre verdadero y equilibrado” y actuar como tal. Esto implica realizar un esfuerzo por ser una persona digna, y aprender a comportarse con sensibilidad. Despertar la conciencia es un proceso que conlleva desprenderse de todos los elementos subjetivos que uno carga en su interior, y le impiden responder como Esencia libre ante una dificultad. El Hombre auténtico que mora dentro de uno, se relaciona con Humanidad con todo lo que le rodea: el prójimo, los animales, la naturaleza y la existencia.
Albert Einstein comenta:"Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo".
Cuadro de texto: “Necesitamos un perfecto equilibrio entre la personalidad y la Esencia”. (Samael Aun Weor)Este axioma está revertido de sentido común, pero no todo el mundo lo comprende cabalmente. Muchos individuos, sobre todo jóvenes, se indignan, por el estado de la situación, tanto material como social, anhelan una revolución de valores. No obstante, cuando se confrontan a una enseñanza que les ilustra, y motiva para ser los auténticos artífices de un cambio real en su interior, y, por extensión, en la sociedad, no sienten la menor inquietud. Las personas se sienten cansadas de las mismas rutinas, pero su subconsciente no les permite el cambio de mentalidad, ni tienen la voluntad necesaria para emprender una acción distinta. El autoconocimiento es una práctica didáctica encaminada al equilibrio interior, y a crear una dimensión humanista dentro de sí mismo.
El hombre requiere instaurar su dimensión humana con todo lo que le rodea
"La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Qué otro libro se puede estudiar mejor que el de la Humanidad?" (Mahatma Gandhi).
Muchos individuos independientemente de su nivel cultural, social, o económico observan que, en su conjunto, la humanidad está desorganizada. Esta realidad es confirmada por millones de personas que sufren de desnutrición, injusticia, desigualdad, falta de libertad… Cada uno piensa, y siente que es el mundo que le “toca vivir”, se adapta desde joven, y trata de alcanzar sus metas en las mejores condiciones posibles. La gente puede reflexionar sobre este hecho, y verificar que esta situación es consecuencia de una falta de organización interior de cada sujeto. Tal como acontece en el caso del equilibrio, solo una persona disfrutará de una organización psicológica si es capaz de concretarla dentro de sí mismo. Por extensión, si la gran mayoría de los individuos gozan de una organización psicológica, es muy probable que la humanidad sea capaz de estructurarse como una unidad, y afrontar sus problemas de modo global.
De nuevo, el estudiante se preguntará de donde surge esta organización íntima. La respuesta es la misma que en el caso del equilibrio: “la base de toda organización psicológica es la conciencia superlativa del Ser”.
El ser humano goza de una dimensión física, anímica o psicológica, y espiritual. Cuando la psiquis del alumno se halla organizada por la conciencia, la realidad física es una consecuencia de la acción de la Esencia y sus atributos. Esto significa que, si uno tiene su centro de gravedad psicológico en la Esencia o disfruta de una personalidad pasiva y equilibrada, entonces, la dimensión humana se halla presente en su existencia. Este hecho facilita a la conciencia comprender la realidad física, y atraer valores humanos requeridos por ella. Esto allana la convivencia con los demás, la resolución de problemas, la gestión de emociones inferiores…, la verdadera naturaleza del alma se revelaría en la vida. En efecto, este estado interior acerca al individuo a experimentar la realidad ontológica; gozar de bienestar integral; la Esencia se emancipa hasta alcanzar el estado de Hombre auténtico o equilibrado. Aunque, esta situación anímica no es la que ostenta la mayoría de la gente, porque el centro de gravedad psicológico se ubica en la falsa personalidad. De este modo, la dimensión humana del estudiante se halla, cada vez más, restringida.
Por ejemplo, las empresas disponen de empleos para producir, dirigir…, todo se racionaliza bajo la idea de negocio, rentabilidad, y competitividad. El resultado de estos empleos es que los sujetos que los ocupan, no hallan el rasgo más característico que los identifica como ser humano. Estos empleos están despojados de humanidad. La mayoría de las labores que realizan los trabajadores o los empleados son rutinarias, nada creativas, vacías de significado, poca o ninguna participación en las decisiones, etc. En muchas ocasiones, excesivamente duros, extensa jornada laboral, con turnos, incluso, con riesgos para su salud. Es cierto que en Occidente existe una legislación al respecto, sin embargo, estos rasgos describen lo que sucede en la actualidad en la mayoría de los países miembros de la OCDE[6]. La situación laboral es mucho más compleja en el resto del mundo. En todo caso, la tónica fundamental de estos empleos desempeñados por personas, es que están deshumanizados. Muy distinta era la situación de los artesanos de antaño, estos fabricaban con su maestría objetos únicos, o a medida, no existía la mentalidad especuladora. Alfareros, caldereros, toneleros, curtidores, herreros, joyeros, pintores, canteros…, trabajaban para personas conocidas y en un lugar determinado; se formaban de modo continuo con la experiencia, y eran conocidos por sus obras. La relación con la misma labor era más humana, en los talleres se cooperaba, eran objetos creados por la habilidad y la imaginación del artesano.
Esta carencia de humanidad, también preside la actividad económica y financiera. En los bancos y las entidades monetarias solo se habla del “bienestar humano” en la publicidad. En sus despachos, todos se concentran en registrar cifras, se definen planes económicos, se recomiendan acciones que solo tienen en cuenta balances o estados que incumben al capital.
En el ámbito individual acaece lo mismo, todas las personas deberían ejercer su dimensión humana en sus relaciones: familia, amigos, compañeros, vecinos, desconocidos. No obstante, la gente difícilmente tiene presente su humanidad, más bien, se ocupa de su interés, deseo, seguridad, etc. Esto mismo se percibe en la relación del sujeto con los animales, el abandono de mascotas, las condiciones de crianza en la ganadería, protección de fauna salvaje..., existe cierta insensibilidad hacia los seres vivos. Aunque, el alumno no sea consciente de todo esto en él, si lo aprecia en los demás
Estos efímeros ejemplos son un atisbo del rasgo distintivo de muchas conductas del hombre, tanto a nivel individual como colectivo, que destacan por su falta de humanidad. Una consecuencia directa de la pérdida de contacto con la propia Esencia, la cual es depositaria de las propiedades internas que caracterizan a la persona como realmente humana, y no solo por su apariencia física.
Las organizaciones, la sociedad, los núcleos familiares y los individuos, todos se olvidan de lo que son en la vida diaria, dejan de percibirse como almas o Esencias humanas. Esto significa que, para merecer este calificativo, hay que poner en el centro de la actividad al Hombre, es decir, al prójimo y a su bienestar, junto a nuestra dimensión anímica. El hecho es que el motor que organiza el mundo tal como se conoce actualmente, se fundamenta en el egocentrismo y el hedonismo. Esta actitud es inversa a la condición humana; produce todo tipo de desequilibrios entre los seres humanos y en la naturaleza.
Por esta causa cuesta y asombra, tanto encontrar a alguien que se ocupa de los demás, y despliega humanidad. Estos benefactores se dedican a los demás porqué sienten esa disposición dentro de sí mismos. Nace dentro de ellos esa sensibilidad por las condiciones o necesidades del prójimo. Esto implica que se adhieren a una causa digna para restablecer un orden que los demás no son capaces de observar ni comprender con su razón ni en su corazón. Entonces con inteligencia práctica, valores humanos y conciencia, emprenden una acción que hace reflexionar a los demás, algunos de ellos, lo hacen hasta sus últimas consecuencias.
Martín Lutero King (1929-1968) junto a muchos otros menos conocidos, comprendieron que la discriminación es una falta de humanidad, carencia de amor, y compasión por el prójimo. La segregación es una forma de pensar y sentir, indigna del ser humano, se fundamenta sobre el egoísmo, el orgullo y la intolerancia. En cada caso o causa que se comente existen los mismos modelos: Gandhi, Madre Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, el Abate Pierre[7]…, con su sacrificio colaboran con los principios eternos que son propios del universo. Estos nacen como Auténticos Hombres equilibrados y conscientes de lo que son: almas humanas, los cuales desarrollaron su semilla o Esencia. Esta última se halla en la psiquis de todos los individuos, y precisa del anhelo de transformación interior real por parte del estudiante.
Conclusión
Equilibrio interior, organización psicológica, despertar la conciencia y la propia humanidad, son aspectos vitales, tanto para el bienestar integral de la persona como útiles en la existencia. Por lo que sería conveniente prestarles a estos atributos la atención debida, y cultivarlos en los distintos ámbitos sociales como la educación, la familia, el laboral, la administración, etc.
Un Hombre con la “personalidad equilibrada”, colabora a construir una sociedad más justa, digna, libre, pacífica y feliz. Un conjunto de Hombres equilibrados compone una sociedad con sus mismas características, la cual sería difícil de manipular con distracciones, o trucos ilusionistas que solo consiguen confundir a la Esencia misma, y olvidarse de su naturaleza humana.
Todo individuo es el único y último responsable de su estado interior. Independientemente de los innumerables intereses existentes a nivel institucional y corporativo, los cuales anteponen la cultura de la hipnosis.
Las claves elementales para concretar la estabilidad interior son:
Ø    “El equilibrio psicológico solo depende de uno mismo”. El estudiante es el único dueño de su modo de pensar, sentir y obrar, de manera que es exclusivo a su voluntad y libertad el preservarlo. No caiga el sujeto en el error de atribuir la responsabilidad de la identificación a las circunstancias ni a los demás, aunque le den buenos motivos para ello.
Ø   “La raíz real de todo desequilibrio se origina dentro de la psiquis”. Enunciado de modo distinto sería: la identificación es siempre un proceso interno, y evoca que el alumno carece de bases psicológicas estables, firmes y sólidas, es decir, su conciencia es volátil, inconsistente. Esto indica que la conciencia transita fácilmente de estados superiores a inferiores[8].
Ambas claves atraen como consecuencia una buena noticia. Esta consiste en qué la falta de estabilidad psicológica tiene remedio, y el conseguirlo, se halla en las manos de uno mismo, y de nadie más.
Plasmar equilibrio en los hechos, gozar de organización interior, usar y desarrollar la inteligencia práctica es un camino, conlleva una trayectoria, en este caso ascendente, vertical. Esto es debido a que implica un aprendizaje por etapas. Todos los aspectos del autoconocimiento se fundamentan en información útil, métodos y claves prácticas, encaminadas a la experiencia directa. En el apartado que nos ocupa, consiste en aprender a observar, investigar, advertir, las causas que acarrean desequilibrio o identificación. Esta siempre se despliega en las diversas funciones del organismo. Quizás sea, junto a la inconsciencia, por falta de paciencia, tolerancia, humildad, diligencia, temperancia…, es decir, por una carencia de valores, equivalente a defectos psicológicos o egos.
El niño nace como ser racional, y es llamado e invitado en el transcurso de su vida a convertirse en un “ser consciente”. Este objetivo aporta sentido a la existencia del ser humano. Mucha gente huye o rechaza el sentido más profundo de la vida, el cual consiste en: “el aprender de uno mismo, y de todo aquello que le rodea”. Toda vivencia deja una huella:
Ø   Objetiva, si despierta algo en la conciencia, y aprehende su naturaleza.
Ø  Subjetiva, si la conciencia se duerme, es decir, uno está ausente, y la Esencia nada aprovecha.
Cualquier escena de la vida es una oportunidad para que el alumno se instruya en el ámbito interno. Toda situación que se presenta, sea positiva, beneficiosa, favorable…, o negativa, desgraciada, conflictiva…, atrae un estado de conciencia.
Cada dificultad posibilita dos alternativas:
Ø Una es la identificación cuya consecuencia, es nutrir el ego por las carencias psicológicas que uno mismo concretó en el pasado. 
Ø  La otra es aprender de las reacciones psicológicas, y cómo le afecta el mundo que le rodea. Instruirse de las contrariedades, las ilusiones, los perjuicios…, lo ventajoso, lo propicio, etc. Evitar la identificación a través del estado de alerta novedad, y, en el caso de caer, meditar para comprender su causa.
Esta última alternativa es la que enseña el autoconocimiento con la práctica del trabajo interior. Una opción voluntaria, un esfuerzo consciente, por aprehender la realidad de la existencia y de uno mismo. El trabajo interior es el elemento unificador entre la experiencia y el aprendizaje de la conciencia, y su emancipación, la cual culmina con la consecución del equilibrio interior, la lucidez y la organización psicológica. Una persona organizada internamente conoce, asume con alegría sus prioridades, tiene claro cuales son sus metas, y en función de ellas dirige su existencia. La madurez de una Esencia, más allá de su personalidad y todos sus defectos, se fundamenta en que su definición traspasa lo relativo y lo circunstancial.
Un alma inmadura se distingue por su confusión, tibieza en el plano psicológico, y expresa falta de equilibrio e inteligencia. Estas Esencias se enredan en la existencia sin saber lo que anhelan, lo que les hace felices; emprenden empresas que al poco tiempo abandonan; ante la incertidumbre se turban; su vida se caracteriza por la duda, el titubeo; cambian de humor con facilidad, se sienten heridos con hechos irrelevantes… Esta ausencia de madurez del sujeto, genera en su personalidad inestabilidad y carencia de reflexión íntima. Todas estas Esencias tienen la oportunidad de transformarse, formarse e instruirse, pero esto solo depende de ellas, es una elección singular y particular basada en las experiencias y las inquietudes de cada persona.
La estabilidad psicológica se implantará en cada uno según se adquiere una auténtica individualidad, es decir, se eliminen los agregados que carga en su interior.
Muchos estudiantes saben todo esto, pero todavía no se registró en la conciencia ni en los centros superiores del organismo, y este es un paso determinante en el camino interior.
Tabla de ilustraciones
1.- “El pilar Djed o Dyed”. Localización: Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
Este símbolo perteneciente a la civilización egipcia, estuvo presente desde el periodo arcaico en la vida cotidiana y en los ritos funerarios, su significado era recordar la necesidad de estabilidad interior en todo momento, la cual te protege en toda circunstancia. También, se le asignó a la columna vertebral del dios Osiris. Esta alude al fundamento de la estructura psicológica de todo individuo, la cual precisa ser recta, justa y equilibrada, atributos dignos de este dios.
“Amuleto que representa un pilar "Djed", símbolo de Osiris, jeroglífico se traduce por estabilidad; tiene cuatro elementos superpuestos a una columna con líneas incisas en su parte superior y se apoya en un pilar dorsal perforado por un orificio de suspensión”. (Texto descriptivo del objeto expuesto en el Museo Antropológico Nacional, Madrid).
2.- “Diagrama sobre el equilibrio interior”. Confección propia.
3.- “Mandala budista de la tradición Naropa”, (Siglo XIX). Localización: Museo de Arte Rubín, Nueva York.
El mandala es un símbolo en forma de esquema iconográfico con características artísticas que alude a una realidad interna, psicológica u ontológica. En esta figura, este mandala de la tradición tibetana alegoriza la conjunción de las fuerzas que provienen del plano superior o espiritual con las que ascienden desde el plano inferior, la condición humana y material del individuo. Representa el equilibrio entre estas fuerzas complementarias de signo opuesto, y esta estabilidad se halla en el centro de la psiquis cuya referencia es el corazón.
 “Un rito particular de la liturgia tántrica es la construcción del mandala. Esta palabra significa literalmente "círculo"; las traducciones tibetanas la traducen, tanto por "centro" como por "lo que rodea". (Mircea Eliade. Yoga, inmortalidad y libertad. Cap. Mandala).
4.- “Buscando el equilibrio”, (2013). Autora: María Álvarez. Localización: Colección privada.
5.- “Jardín Zen -karesansui- en el Templo de Ryoan-Ji, (siglo XV). Autor: Monje Soami. Localización: Kioto, Japón.
Estos espacios fueron creados en su principio para el recogimiento y la interiorización, buscan la serenidad mental de quien los contempla.
6.- “El amor sabio”, (1524). Autor: Lorenzo Lotto. Localización: Coro de la Basílica de Santa María la Mayor, Bérgamo, Italia.
Esta taracea perteneciente a la marquetería del coro, representa al dios cupido en la versión de amor universal o consciente, el cual se mantiene en equilibrio sobre la balanza que lo sostiene. Las alas desplegadas significan que se halla en una actitud de ascenso. Los tres fuegos sobre la cabeza es símbolo de iluminación, y las ramas de palmeras alegorizan el triunfo. En la parte baja se lee: “nosce te ipsum”. Locución latina que se traduce por: “conócete a ti mismo”.
“Es imposible mantenerse en equilibrio sin el conocimiento de uno mismo, lo que equivale a reconocer la propia naturaleza divina... Amor en la balanza que representa los dos movimientos opuestos al mismo tiempo: el movimiento ascendente y descendente. Posee este equilibrio, el cual proviene precisamente de la sabiduría interior, como la felicidad del alma: quien es feliz posee el dominio de sí mismo, por lo tanto, la sabiduría”. (Fernando Noris. La marquetería de Lorenzo Lotto. Un itinerario entre la Biblia y la alquimia. Cap. Ala derecha, pedestal de la entrada central del coro).
Esta imagen relaciona el amor consciente bajo el principio del equilibrio con el autoconocimiento.
7.- Peregrino con paisaje  (1813) Karl Friedrich Schinkel Nueva Galería Nacional, Berlín.
Lecturas
“El viaje interior: …Se puede aprender la tolerancia, sin la cual ninguna vida es soportable, y también el camino de la paz del espíritu, indispensable para la acción justa. Esa paz del espíritu es el centro de todas nuestras búsquedas. Ella dirige nuestra actitud hacia el mundo del que formamos parte, hacia nuestros vecinos y también hacia nuestros enemigos. La principal técnica para llegar a ella es la meditación, la cual constituye el núcleo de nuestra práctica y enseñanza. La meditación nos enseña que, al descender lentamente a nosotros mismos, vemos que ese sentimiento de paz existe en nosotros. Todos lo deseamos profundamente, aunque muchas veces este deseo esté escondido, enmascarado, contrariado. Por eso hay que luchar. Nuestra verdadera naturaleza es pacífica.” (El Dalai Lama. Samsara. Cap. Fe, ciencia y religión).
“La base necesaria de todo progreso es la calma y la claridad de pensamiento, la seguridad en las impresiones y los sentimientos. Y nada hay más contrario a esto que la atracción por todo lo que es fantástico, por la exaltación, el nerviosismo, la excitación, el fanatismo. Se debe adquirir un gran equilibrio frente a todas las situaciones que se puedan presentar en la vida; hay que saber conducirse con seguridad, y dejar que las cosas influyan y actúen tranquilamente sobre uno. En todo cuanto esto es necesario, se debe uno esforzar por depositar la confianza en la vida. Se debe evitar todo cuanto podría ser exagerado y parcial en los juicios o en los sentimientos. Si no se cumple esta condición, en lugar de penetrar en los mundos superiores reales, el investigador correría el riesgo de encontrarse en un universo imaginario, donde, en lugar de la verdad, lo que reina son las fantasías y los prejuicios”. (Rudolf Steiner. La iniciación. Cap. Las condiciones del entrenamiento oculto).
Poema
Paz interior
Detrás de mis paredes, feliz a mi manera,
Extraigo del azul la esencia de mi verso
Y escribo entre las nubes ¡añorante quimera!,
Con las letras del alma, un vocablo disperso.
Ignorando el tropel que redobla en la acera,
Extraña a la vorágine que rige el universo,
No turba mi interior el bullicio de afuera
Y así conmigo misma, escribiendo, converso.
Pero en el corazón no puede haber engaño,
Como dentro del alma no cabe la mentira
Que en solitaria paz nos vemos al desnudo,
Sin vanidad ni orgullo, ajenos al cruel daño
De la simulación que hipócrita conspira
Y entonces a los cielos, para inspirarme, acudo.
Marilina Rébora
     

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[1] Los psicólogos la denominan la estabilidad emocional. Desde la perspectiva del desarrollo interior, esta definición es incompleta; la estabilidad o el equilibrio considerados sinónimos en este texto, precisan edificarse en todos los centros: intelectual, emocional, motor, instintivo y sexual.
[2] No confundir el equilibrio psicológico con disfrutar de una personalidad equilibrada. Estos estados son interdependientes. El equilibrio interior es una acción propia de la conciencia que es capaz de operar en el instante, evita la identificación, y observa el subconsciente. La personalidad equilibrada se concreta a través de este esfuerzo, las comprensiones que establecen un cambio en el modo de pensar y sentir. El individuo hace un uso sensato y temperado de los centros del organismo. Asimismo, su personalidad permanece “pasiva” y permite sin dificultad la expresión de la conciencia, y sus cualidades. La práctica del equilibrio interior acarrea una personalidad equilibrada.
[3] Tal como ocurre en la actualidad, el hombre esquilma mares, saquea recursos naturaleza y cambia sin conciencia el medio natural, donde miles de especies están amenazadas de desaparecer.
“La acción humana ha alterado el 75% de la superficie terrestre, los ecosistemas naturales se han visto reducidos a la mitad, y un millón de especies se encuentran en peligro de extinción. Hasta aquí, el diagnóstico del mayor estudio científico sobre la pérdida de biodiversidad auspiciado por la ONU, que advierte que la destrucción ecológica puede poner en peligro a la propia especie humana por la pérdida del soporte vital de la naturaleza”. (Carlos Fresneda. Periódico “EL MUNDO”. Ciencia y salud. 6 de mayo 2019).
[4] Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor arriba de la Tierra, de las relaciones humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental. Precisamente, porque ese es el tesoro más importante que tenemos, la felicidad. Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana”. (Extracto del discurso pronunciado por José Mújica, presidente de Uruguay, en la cumbre de Río+20. Junio 2012).
[5] Por ejemplo, el caso de las preferentes de las cajas de ahorros. Los directivos de estas entidades después de una gestión desastrosa, y haber engañado a muchos de sus clientes, se atribuyeron indemnizaciones económicas escandalosas.
[6] Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
[7] Sacerdote católico francés (1912-2007), declaró la guerra a la pobreza, fundador en 1949 de los traperos de Emaus, una organización que lucha contra la exclusión y la pobreza. Esta asociación sigue con sus actividades en la mayor parte del mundo.
[8] Por ejemplo, del estado de Dianoia (3º) a Pistis (2º), o Eikasia (1º).