martes, 28 de diciembre de 2010

El autoconocimiento

“Cuando se tienen muchas cosas en uno mismo que no se conocen ni se aceptan, entonces tales cosas nos complican la vida espantosamente y provocan en verdad toda suerte de situaciones que podrían ser evitadas mediante el conocimiento de sí”. (La gran rebelión. Cap. El difícil camino)
Introducción
El autoconocimiento es una enseñanza práctica que el individuo precisa en la vida diaria para desarrollar el principio inteligente y los valores humanos que le son propios. Por ejemplo: la lucidez, la humildad, la serenidad, la paciencia, el amor, la diligencia, la tolerancia, etc. En la existencia de cada persona surgen todo tipo de problemas, dificultades, adversidades,… donde esta requiere el uso adecuado de estos recursos anímicos para comprender y responder rectamente a las circunstancias. ¿Qué es conocerse a sí mismo? Un individuo se conoce a sí mismo cuando aprehende por experimentación directa su propia naturaleza interior; capta qué provoca en su espacio psicológico un evento cualquiera; advierte el porqué reacciona de un modo determinado; percibe qué causa sus pensamientos, sentimientos y acciones; es capaz de resolver los problemas que surgen de la existencia con sensatez; disfruta de una vida equilibrada; evita hacer sufrir con sus actitudes a sus seres queridos y a los demás; es feliz; etc.
La finalidad del autoconocimiento es el bienestar integral. Este se define como un estado de equilibrio y armonía en los diversos ámbitos de la existencia y en la relación que uno establece consigo mismo en distintos planos: el cuerpo físico, psicológico y principio de trascendencia. El bienestar integral se fundamenta en la dignidad y coherencia que despliega la persona en su vida. Existen escasas posibilidades de alcanzarlo sin un profundo y verdadero conocimiento de sí mismo.
Las dos realidades: física y psicológica
En la vida práctica uno observa la coexistencia de dos realidades: el plano físico y el plano psicológico. Ambos son interdependientes y absolutamente necesarios en el proceso de realización o madurez personal.
El primero se percibe claramente como el mundo material, tangible, compuesto por todo aquello que rodea a la persona, el cual se advierte a través de los sentidos. Este se considera exterior y aparente, sin embargo, ejerce sobre el individuo una influencia primordial. Este plano físico es el lugar donde uno tiene existencia, manifiesta sus anhelos, deseos, etc., asimismo, donde surgen las necesidades en el orden material. Esta dimensión sensible es objeto de estudio por las diferentes disciplinas científicas. Estas descubren sus principios y establecen sus leyes; es el mundo de lo observable, del aprendizaje, de los conocimientos adquiridos, de las experiencias, etc.
El segundo es el plano interno, psicológico, de cada sujeto. Una psiquis[1] singular con sus características propias. Es el mundo de los sentimientos, pensamientos, miedos, las angustias, alegrías, motivaciones,… Estas expresiones íntimas son tan reales como la casa en donde uno habita, el autobús que le traslada a uno de un punto a otro o los mangos que se comen… Todo ser humano posee una naturaleza psicológica, anímica, y su actividad se origina dentro de sí. Esta última es solo perceptible por uno mismo. El plano interior es el mundo de lo auto-observable. Por esta causa, este universo íntimo se vincula al autoconocimiento[2] el cual deriva de dirigir la atención sobre sí mismo. Esto supone un esfuerzo real, constante y decidido por contemplar de modo objetivo, sin interferencias de la mente, lo que ocurre en él. Este conocimiento de sí solo adquiere sentido si uno evidencia o experimenta directamente los factores que forman la psiquis y el modo de cómo estos se despliegan. Por lo tanto, auto-conocimiento es la consecuencia inmediata al hecho de observarse a sí mismo, auto-observarse, enfocar la atención sobre su propia persona.
Características del autoconocimiento
Este tipo de conocimiento interior conlleva aparejado unas propiedades que lo diferencian de cualquier enseñanza académica. Aunque este se transmite a través de una didáctica racional se acompaña de una imprescindible práctica en dos ámbitos distintos: a través de la disciplina de la meditación y en la vida cotidiana.
En ambos escenarios, el aprendizaje trata de excluir la especulación intelectual y se enfoca en la capacidad de interiorización que el alumno es capaz de desplegar. Cualquier persona puede iniciarse en estos estudios con la condición de albergar un “anhelo real de conocerse”. Por lo tanto, su práctica no depende del nivel académico, preparación profesional, condición social, etc. que la persona haya adquirido en su periplo vital. El elemento base de la información de esta disciplina no es oral ni escrita sino directamente proporcional a la calidad de la atención ejercida sobre sí mismo. Las orientaciones en conferencias y temas escritos sirven al estudiante para centrar el objetivo de investigación y resulte posible advertirlo por sí mismo. La experiencia personal y objetiva facilita la comprensión de la enseñanza teórica sostenida por los hechos que a partir de ese instante se convierte en auto-conocimiento.
La meditación proporciona el escenario propicio para interiorizarse desde una perspectiva imparcial. Esta ciencia se caracteriza por su accesibilidad y el beneficio, ampliamente reconocido en el ámbito de la salud, que aporta a quien la cultiva asiduamente. Esta disciplina es indispensable para advertir los diversos factores que componen la psiquis y las causas que provocan los procesos racionales, emocionales y la acción. La práctica de la meditación se requiere para alcanzar a través de la relajación física y mental: serenidad y armonía interior. Más adelante, según se profundiza en su ejercicio, provee el descubriendo de facultades íntimas que nos acercan a lo mejor de uno mismo; valores humanos que se hallan en estado latente u olvidados, en muchos casos, en lo más profundo de la psiquis. Como son la voluntad, paciencia, tolerancia, perseverancia, el amor, la libertad, paz, felicidad, etc. Cualidades y estados del alma que allanan las dificultades de la existencia de todo individuo. A través de la meditación, en el silencio del pensamiento, muchos son los que hallan respuestas a sus reflexiones o inquietudes de la vida. En muchas ocasiones, uno se confronta a circunstancias desagradables. El sujeto precisa tomar decisiones donde por su complejidad, extensión o desconocimiento de causa no goza de suficiente lucidez, ni valor para definirse. En esos momentos, la psiquis levanta preocupaciones y ansiedades que conllevan un desgaste emocional, mental y físico considerable. Muchas personas sufren por esta situación, padecen de falta de iluminación interior. En la existencia concurren instantes donde estos atributos humanos se ponen a prueba. La meditación y el conocimiento de sí permiten reforzar estos valores para afrontar las dificultades de la vida con dignidad, integridad y no sufrir de sus carencias.
“Poder hacer frente a la existencia con un espíritu positivo y bien equilibrado es una gran ventaja. Cuando uno se entrena para el salto de longitud, el resultado depende del cuerpo. El cuerpo está sujeto a las limitaciones de la materia y esta impone ciertos límites a la elasticidad. El espíritu, sin embargo, es toda claridad y conocimiento. No solo no conoce este tipo de limitaciones, sino que con entrenamiento progresivo, todas las cualidades que condicionan su equilibrio no piden más que abrirse. Una corta meditación diaria puede enriquecernos mucho. Nuestro espíritu irá perdiendo la costumbre de dispersarse”. (El Dalai lama. Samsara. Cap. Fe, ciencia y religión. ¿Para qué meditar?)
Con el ejercicio de esta disciplina, el estudiante puede alcanzar un estado de bienestar integral y aumentar sensiblemente su calidad de vida. Si en una sala de meditación, el alumno experimenta una cualidad, comprende un proceso psicológico o un problema, es para llevarlo a la vida práctica. Por ejemplo, un individuo medita y logra un estado de serenidad y silencio en la mente. Cuando este se halle inmerso en sus ocupaciones diarias precisará trasladar este estado interior a ese escenario. La serenidad es útil cuando uno la necesita, del mismo modo que todos los recursos anímicos. Si uno vive un estado psicológico superior en una práctica de meditación pero en la situación que lo requiere es incapaz de atraerlo, su aprendizaje sería incompleto. Incluso frustrante porque experimenta esta cualidad pero no puede aplicarla cuando más le apremia. Es importante, por parte de la persona que anhela conocerse a sí misma aprehender que la lucidez, paciencia, paz interior, etc. son valores exclusivamente humanos. Todos ellos se hallan de modo latente dentro de ella y es una cuestión de un esfuerzo voluntario y consciente obtener su desarrollo y adiestramiento diario en la vida. De esta manera, el alumno concreta lo que siempre ha cargado en su interior pero no ha conseguido desplegar por sí mismo debido a una carencia de conocimiento y orientación. El auto-conocimiento permite trasladar lo que uno experimenta a través de la ciencia de la meditación a la vida cotidiana. Esto será posible en la medida que uno aprenda a manejar y concentrar la atención de modo voluntario y consciente.
La atención y la conciencia
La facultad de la atención, la capacidad de concentración y lucidez están vinculadas directamente al principio inteligente o la conciencia[3]. El autoconocimiento define este atributo como la “capacidad de aprehender la realidad” y será un tema ampliamente desarrollado en el curso. ¿Cómo es posible que alguien se conozca de modo objetivo si no atrae plena atención sobre sí? ¿Cómo alguien puede estar plenamente consciente si no está presente a lo que piensa, siente, habla o hace en ese momento?
Ser consciente de todo aquello que sucede dentro y fuera de uno se convierte en realidad si está presente, la atención está activa, vigilante a lo que ocurre en el “aquí y ahora”. Cuando existe un esfuerzo por observar cabalmente tanto el plano psicológico como exterior entonces se está consciente de sí mismo y uno adquiere conocimiento real de la vida. En toda observación de sí, existe auto-descubrimiento y este implica revelación.
El autoconocimiento es una consecuencia inmediata, no especulativa ni teórica, de la contemplación directa, plena y dinámica de la propia psiquis. De modo que esta se revela ante las circunstancias de la existencia. Esta acción de dirigir la oportuna atención en el momento sobre uno mismo origina el descubrimiento de la naturaleza interna que se despliega por un suceso determinado. Esta aprehensión simultánea del instante de lo que acontece en la psiquis con respecto a los eventos exteriores es lo que engendra el conocimiento interior. Por ejemplo, alguien en el ámbito laboral se dirige a uno de forma grosera, esto acarrea sentirse ofendido en su amor propio. Si uno se halla presente capta de modo inmediato la relación existente entre las palabras y la actitud del interlocutor, por un lado, y las consecuencias psicológica que estas incitan en mí, por el otro. En este caso, el estudiante se hace consciente de que está herido y percibe que tiende a responder a través de un patrón de conducta, es decir, de corresponder con otro agravio. No obstante, como advierte que desea compensar una ofensa con un recurso inadecuado; el amor propio u orgullo son una carencia de humildad e impiden la acción serena y lucida; reflexiona que si reacciona con un lenguaje similar al interlocutor con falta de respeto; este se coloca a la misma altura ética que él. Entonces, atrae su atención sobre lo que le han dicho y de modo educado, le recuerda que no son formas correctas de hablar y le ruega que se dirija a él con respeto y dignidad.
“Si uno de verdad quiere llegar a conocerse a sí mismo, debe empezar por observar su propia conducta, ante los sucesos de cualquier día de la vida”. (Tratado de psicología revolucionaria. Cap. Creaturas mecánicas)
Este proceso que parece fácil sobre el papel, no lo es tanto en el terreno práctico. Sin embargo, si el alumno renuncia al estado de presencia, el cual advierte y descubre que se halla herido, es imposible conocerse. Asimismo, sin esta cabal atención hacia el plano interno, no aprehende que está dispuesto a reaccionar por compensación, por lo que su respuesta no sería reflexionada. Tampoco observaría por sí mismo íntimamente que el amor propio le causa desequilibrio emocional y le impide pensar con claridad. Igualmente, sería incapaz de elaborar una respuesta que se concentre en los hechos y trate de solucionar el problema en sí; ni evitaría juzgar a la persona y enredarse en otras cuestiones que complican la situación y no las resuelven. Este escenario se repite en muchas ocasiones de la vida de cualquiera y ciertos individuos de modo natural y espontáneo están aptos para actuar correctamente. No obstante, otros muchos adoptan actitudes erróneas y carecen de habilidades sociales para resolverlas con dignidad e inteligencia. Es difícil que una persona elabore una respuesta consciente y actúe debidamente sin la práctica de las herramientas del autoconocimiento.
Un hecho común de la vida puede arrastrar estados íntimos de preocupación, ansiedad, sufrimiento, alegría, indiferencia,… En este instante, a través del estado de presencia al mundo interior se percibe por sí mismo cual es el elemento psicológico que origina dicha reacción. En plena vigía se revela la naturaleza de cada pensamiento, sentimiento y acción ante un hecho concreto. Asimismo, se percibe si surgen factores psicológicos tales como el miedo, egoísmo, los celos, la ira, el rencor,… del subconsciente. Estos se aprehenden debido a que la conciencia está activa. Uno práctica la atención consciente en ese preciso momento de lo que ocurre en su universo particular.
“Esa repetición o recurrencia de eventos y palabras, merece ser estudiada, nos conduce al autoconocimiento”. (Tratado de psicología revolucionaria. Cap. El libro de la vida)
En todo autoconocimiento hay autocomprensión. La “atención consciente” permite descubrir el origen y la motivación interna de las respuestas psicológicas emitidas ante los diversos escenarios de la existencia. El hecho de evidenciar directamente, sin más intermediarios que uno mismo, el cómo la psiquis actúa en un preciso momento y lugar acarrea la experiencia de la autocomprensión o comprensión creadora. Esta última es propia de la experimentación directa del conocimiento de sí y se denomina así porque determina estados psicológicos nuevos inspirados por la inteligencia práctica. Esto significa que si antes el estudiante en un escenario cualquiera procedía con un molde del comportamiento adquirido en el pasado; ahora por medio de la comprensión creadora actúa según los hechos y por lo que le dictamina la atención consciente.
Esta capacidad de permanecer presente a su mundo interior y exterior, se halla dentro del ser humano en un estado latente o incipiente. El alumno que aspira conocerse a sí mismo precisará imperativamente de un esfuerzo voluntario, intencional y objetivo sobre sí mismo. Una manejo sostenido de la atención en el tiempo para desarrollar este sentido práctico de la auto-observación.
“Vernos directamente tal cual somos es lo interesante; sólo así podremos llegar al conocimiento verdadero de sí mismos”. (La gran rebelión. Cap. El yo psicológico)
El sentido del autoconocimiento
¿Cuál es la necesidad, conveniencia y utilidad de conocerse a sí mismo? ¿Por qué el ser humano precisa dedicarle tiempo y energía al autoconocimiento? Desde la perspectiva externa, una persona puede afrontar su existencia sin ocuparse de su universo psicológico. De hecho, la inmensa mayoría de la gente vive sin un conocimiento de su psicología particular. El ser humano no sabe lo que es la conciencia, ni que esta transita por diferentes estados. De este modo, cada individuo se enfrenta a satisfacer sus necesidades primarias, de seguridad, de relación y de realización desde unos patrones establecidos en el plano externo. La personalidad de cada sujeto asume esa responsabilidad. No obstante, esta última es un vehículo moldeado por los diferentes estamentos instituidos por la sociedad. Un niño nace en el seno de una familia, unos patrones culturales, sociales, una influencia religiosa, política, histórica, etc. Todos estos factores son volátiles, las costumbres cambian con el paso de los acontecimientos, el orden de las prioridades de la existencia varía con las nuevas generaciones. Esto significa que las estructuras y los fundamentos psicológicos edificados desde niño son relativos. Normalmente, el ser humano busca fundar unas bases sólidas donde anclar su comportamiento, sus ideas, creencias, etc. El hombre y la mujer de todos los tiempos anhelan convicciones, algo real sobre lo que aferrarse para posicionarse en la vida, en sus relaciones humanas y propósitos. No obstante, estas convicciones se convierten en arenas movedizas, se desplazan con el paso del tiempo; cuando estas se mantienen, tal como ocurre con muchas personas mayores, uno queda desfasado. El sujeto desea referencias reconocidas, aceptadas, seguras, valores,… una imagen que le proporcione una identidad. De esta manera, esta última se busca en el plano exterior, en lo que ve, oye, lee y en función de lo que vive se construye a sí mismo desde que tiene uso de razón. Este proceso de emancipación del individuo se halla encerrado en el subconsciente. En él se hallan muchas situaciones experimentadas por uno desde pequeño como son: la frustración, incomprensión, las alegrías, los sufrimientos, miedos, complejos, las debilidades, etc. Estas vivencias quedaron atrapadas y se transformaron en modos de pensar, sentir y obrar determinados. A pesar de haber olvidado muchas de las luchas y las huellas que estas dejaron en la psiquis, la mayoría de la gente cree firmemente que se conoce a sí misma. No obstante, en muchas ocasiones, se desentiende de las causas de sus errores, de sus preocupaciones, de las emociones que le afligen; desconoce su falta de apreciación objetiva de la realidad; el porqué de su fragilidad, susceptibilidad, etc. Asimismo, desdeña la raíz de su insatisfacción, de su carencia de coherencia; no remedia su incapacidad por adaptarse a los hechos consumados,… Es decir, uno no se interesa por todo aquello que se vincula a su mundo interior, al plano anímico, el de los valores humanos y de su conciencia de Ser. Por otro lado, la experiencia enseña que el ignorar las causas de los errores, sufrimientos, contradicciones,… liga inexorablemente al sujeto a sus efectos. El omitir la atención a la fuente interna del error conlleva que uno lo repita y la situación, que supuestamente se anhela resolver, se agrave cada vez más. El auto-conocimiento enseña que el origen de las equivocaciones, la frustración y una interminable lista de aflicciones se hallan dentro de él. Difícilmente la gente vivirá serena, adquirirá paz interior, mientras dentro de sí existan factores psicológicos que provoquen la intranquilidad, ansiedad y el conflicto. El individuo acarrea carencias anímicas como la falta de coraje, fortaleza, humildad, tolerancia, paciencia, serenidad, etc. Esta ausencia de valores humanos debida a una pérdida de conciencia es la que convierte al sujeto en un cúmulo de intereses propios que lo dividen internamente. El ser humano carga dentro de sí una gran cantidad de defectos y limitaciones psicológicas que desconoce. Esta inconsciencia lo debilita ante las adversidades de la existencia.
“El pensamiento correcto llega con el conocimiento de sí mismo. Si no nos comprendemos a nosotros mismos, no tenderemos base para el pensamiento, sin el conocimiento de sí mismos, lo que pensamos no será verdadero”. (J. Krishnamurti. Dichos de Krishnamurti. Cap. Conocimiento de sí)
Si el origen de los errores se hallara fuera del individuo, la posibilidad de rectificarlos no dependería de él. Por consiguiente, ni su inteligencia, ni su voluntad, ni cualquier otra virtud le podrían ayudar en dicho cometido. Por lo tanto, desde el punto de vista práctico y en honor a la verdad esta idea es completamente absurda. La realidad es que uno se equivoca y, por esta razón, es quien puede cambiar su modo de actuar. El autoconocimiento proporciona esa didáctica empírica que permite al estudiante una transformación interior a partir de sus propias comprensiones. ¿Por qué el ser humano precisa dirigir la conciencia, la atención debida hacia sí mismo para observarse y comprenderse? Porque es, ante todo, un acto de inteligencia práctica. A medida que una persona descubre su propia psicología particular, se hace consciente de ella; aprehende qué factores lo conducen a la infelicidad; empieza a evitar errores, comprender condicionamientos y deseos inapropiados de diferente índole. Con la experiencia, el sujeto despierta su interés por eliminar las causas que provocan sus aflicciones y preocupaciones para ponerle remedio; se ocupa de su  equilibrio interior.
El primer beneficio que proporciona la práctica de esta enseñanza es adquirir de modo natural y espontáneo un dominio de sí mismo. Poco a poco, el estudiante adquiere la capacidad de control sobre sus propios procesos psicológicos; aprende a encauzar el pensamiento y la emoción hacia un obrar consciente y objetivo en los diversos ámbitos de la vida.
“El bien pensar es el modo de pensar que permite aprehender en conjunto el texto y el contexto, el ser y su entorno, lo local y lo global, lo multi-dimensional, en resumen lo complejo, es decir las condiciones del comportamiento humano. Él nos permite comprender igualmente las condiciones objetivas y subjetivas”. (Edgar Morin. Los siete saberes para la educación del futuro. Cap. Enseñar la comprensión. El bien pensar)
El autoconocimiento provee el “pensar por sí mismo[4]. Tal como se apuntó anteriormente, todo infante es orientado a pensar de una determinada manera; este asume unos modelos de pensamiento influenciados por el entorno donde se desarrolla y que se concretan por imitación. Asimismo, la educación formatea los procesos psicológicos: racionales y emocionales, a través de sus planes que responden a las características de la sociedad. De este modo, se asume como un patrón válido el competir, el individualismo, la comparación, el narcisismo[5] o egocentrismo, el materialismo, etc. Paralelamente, la aparición sobre el escenario de la existencia de las nuevas tecnologías ha acentuado la ausencia de atención del individuo tanto al entorno como a sí mismo. Esto le genera un grave perjuicio a causa que, cada vez más, este se halla vinculado al mundo virtual y, análogamente, más desconectado de la realidad y de su sentido de humanidad. Los jóvenes se sienten con más frecuencia atraídos por lo que ocurre en una pantalla que por lo que ocurre a su alrededor, se abstraen, pierden interés por lo cotidiano. De esta manera, estos se hallan ausentes de su propia vida, de las personas que están a su alrededor que, normalmente, son sus seres queridos, su familia, amigos, etc. Esto implica que muchos chavales viven alienados por tanta información a la que acceden sin ser capaces de discernirla ni comprenderla. Estos carecen cada vez más de experiencias y criterios propios. Las nuevas generaciones se hallan ante una sensible reducción de la capacidad del ser humano de pensar por sí mismo; de elaborar reflexiones y juicios propios basados en la experiencia y el contraste con la realidad. Esto influye en una merma de la libre iniciativa. Se ha perdido el sentido de investigar las causas de un hecho de nuestra vida; tampoco se analiza la actitud desplegada por uno en una situación para comprender sus consecuencias. Las personas no se cuestionan sobre sus acciones, ni su modo de pensar o sentir con respecto a la realidad. No obstante, si cuestionan a los demás y sus comportamientos. Lo normal en estos tiempos es cargar la responsabilidad a los demás de las circunstancias que uno vive sin asumir ni responder de nuestras obras. Por lo que es muy difícil que el individuo descubra por sí mismo la verdad de un acontecimiento que le incumbe en su vida diaria. Y, en consecuencia, este pueda edificar una forma de pensar y sentir basada en la realidad experimentada directamente por él. El auto-conocimiento es una enseñanza antropocéntrica; atrae la atención sobre el ser humano y este se vuelva el sujeto y objeto de estudio ante su propia conciencia. El pensar por sí mismo se basa en la capacidad de comprender hondamente las causas de la realidad que el ser humano vive en el aquí y ahora. Esto implica que la persona recupere su autonomía psicológica y sea capaz de discernir entre la realidad y lo aparente.
“La mente es como un espejo que refleja todo sin discriminación. … Tu sabiduría analítica tiene que distinguir entre los reflejos que son beneficiosos y los que aportan problemas psicológicos. Finalmente, cuando comprendes la verdadera naturaleza del objeto y sujeto, se desvanecen todos los problemas”. (Lama Yeshe. Tu mente es un océano. Cap. Tu mente es tu religión)
La educación fundamental
El modelo de educación tradicional recogida en los planes de estudios reglados por las distintas administraciones enseña una gran cantidad de materias. Todas ellas sobradamente justificadas para un buen desarrollo intelectual, la adquisición de conocimientos, el aprendizaje de habilidades, hábitos, valores sociales e individuales del alumno. Cuando un adolescente termina la enseñanza obligatoria como mínimo sabe leer, escribir, hablar, posee conocimientos básicos de matemáticas, una cultura general, etc. No obstante, a pesar de los diferentes modelos o planes de enseñanza, estos no proveen una didáctica para el desarrollo de valores humanos ni de la atención consciente. Esto implica que los niños y adolescentes se enfrentan al aprendizaje de una profesión o estudios de bachillerato con ciertas carencias humanas. La cuestión es que en los ciclos de educación media o superior tampoco se hallan disciplinas que se ocupan de estos menesteres. Estas carencias son el reflejo de una sociedad que arrastra la letra de la ilustración pero que se olvidó de su espíritu. En estos tiempos, todo se basa en la razón pero esta no es cuestionada sobre sus propios límites ni de su adecuado uso. Asimismo se ha dejado de lado los principios humanísticos en pos de los sistemas o planes productivos. En general, el individuo en sí, como Ser, ha perdido valor frente a la sociedad. En consecuencia, este reacciona en una afirmación de individualidad y tiende a marcar diferencias claras con respecto a los demás. Aunque esta diferenciación se produce dentro de unos modelos conocidos y aceptados por la misma sociedad, de manera que nadie desea ser rechazado por ella. Este proceso se basa principalmente en la imitación y fomenta la actitud gregaria. En esta época, existe una tendencia a dirigir la atención exclusivamente hacia lo exterior, lo material, y concentrarla en la sensación o satisfacción que estas producen. En este sentido, las personas se vuelven cada vez más hedonistas. Esto condiciona al sujeto a otorgar valor preponderante al plano físico y olvidarse o ignorar el mundo interno. De ahí que todos los actores de la educación: los poderes públicos, los profesores y los padres se olviden de la importancia que tiene para los niños y adolescentes el humanismo práctico. La “educación fundamental” es aquella que fomenta las herramientas psicológicas basadas en el auto-conocimiento. Educar en lo fundamental implica: el desarrollo de facultades humanas, entre ellas el manejo de la inteligencia práctica; el aumentar la capacidad de reflexión y de adaptación; la gestión adecuada del conocimiento adquirido y de las emociones; el formarse con las habilidades sociales y humanas en las relaciones con los demás, consigo mismo y la propia existencia; el aprender a pensar por sí mismo y estructurar el pensamiento lógico; el estimular principios de integración social; el concretar una didáctica para resolver problemas y toma de decisiones; el afrontar con espíritu constructivo responsabilidades personales y cívicas; el fomentar la libre iniciativa, el ánimo emprendedor y la cooperación; el incentivar la imaginación creadora; el manejar la expresión verbal y que sea inspirada por el buen gusto; el respeto al medio ambiente; etc. La educación fundamental es un aprendizaje dirigido hacia la propia realidad íntima del niño que conlleva el respeto e integración con el prójimo. Esta nace desde el esfuerzo tanto de la persona como de una sociedad que empieza a comprender la importancia del plano interno, psicológico. En la mente de todo individuo es donde las experiencias y los conocimientos adquiridos son estructurados para su uso. Una mente sana, es decir, equilibrada, coherente y alerta a sí misma se disciplinará a respetar la realidad tanto física como interna. De esta manera, planes, profesionales y alumnos se ocuparán de conocerse a sí mismos y de emancipar su conciencia. La educación fundamental se instalará de modo natural con el mismo interés junto a todas las materias académicas que se imparten en los colegios, institutos y universidades. En este sentido, el infante que crece y aprende de los dos planos: el físico y el psicológico se hallará en mejores condiciones para afrontar los retos de la existencia.
“Es muy significativo el hecho de que la educación, que es la que tiende a comunicar los conocimientos, permanezca ciega ante lo que es el conocimiento humano, sus disposiciones, sus imperfecciones, sus dificultades, sus tendencias tanto al error como a la ilusión y no se preocupe en absoluto de enseñar lo que es conocer. … Se trata de armar de lucidez cada mente en el combate vital”. (Edgar Morin. Los siete saberes para la educación del futuro. Cap. Prólogo)
El ser humano y su trascendencia
El autoconocimiento es un proceso progresivo de interiorización que conduce a desvelar la verdadera naturaleza anímica. Su práctica ahonda en la auténtica dimensión humana de toda persona que lo experimenta y descorre el velo hipnótico que ejerce la ignorancia sobre la psiquis. Este propone un despertar y un conectar, a través de la práctica de la meditación y demás claves que lo componen, con la propia trascendencia y establecer el equilibrio interior. La paz del corazón tranquilo es indispensable para experimentar los estados de bienestar y de felicidad.
Esta didáctica no nace en una latitud determinada. Es una aspiración que acompaña a todo individuo que anhela comprender dentro de sí la raíz de sus sufrimientos, la razón de ser de sus vivencias íntimas y particulares. El ser humano es un misterio para sí mismo. Todo hombre y toda mujer cargan dentro de sí un auténtico talento y un abanico de inmensas posibilidades totalmente inexploradas por sí mismo. La psiquis de todo sujeto es un genio encerrado en una lámpara que precisa ser frotada, limpiada, para que esta despliegue todo su potencial. Dentro de toda persona existe un gran Ser, tal como lo fueron Gandhi, Martín Luther King, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Nelson Mandela,… por nombrar algunos. Desde diferentes realidades, todos se enfrentaron a carencias humanitarias endémicas y generalizadas en el lugar donde ejercieron su obra. En pleno siglo XX, la acción de cada uno evidencia al mundo un reflejo de inmadurez e incapacidad de los estamentos oficiales instituidos para ocuparse de escenarios indignos. Cuestiones como la liberación sin violencia de un pueblo ocupado; el asistir a personas enfermas, desahuciadas y sin recursos económicos; el proporcionar medios de emancipación económica a una clase social discriminada; el instaurar una convivencia social e institucional interracial. Estos verdaderos Hombres y Mujeres distinguidos por su actividad “a posteriori”, ilustran una capacidad de sacrificio personal, lucidez mental, voluntad e indiscutibles atributos humanos. Todos combatieron con paciencia y respeto a los demás: la desigualdad, la ignorancia, la injusticia, la indiferencia, etc. Estos ejemplos entre otros innumerables y desconocidos casos son los que aportan una reflexión y esperanza sobre la dignidad[6] que acarrea toda vida humana. Ontológicamente, la dignidad se define por lo que es propio al ser humano como una cualidad inherente y consustancial por el simple hecho de serlo y haber nacido bajo esta condición. Por esta causa, si una persona se aleja de lo que ella es en Esencia y valores de humanidad se hace indigna para sí misma, traiciona su auténtica naturaleza de Ser. Aunque este valor se refleja en el plano material es una característica psicológica, nadie puede arrebatar la dignidad a una persona a pesar de que otra la trate indignamente[7]. Este atributo es personal, íntimo e intransferible; se concreta por medio de la propia acción originada libremente por la conciencia, los valores y el sentido de humanidad que uno acarrea en su interior. De este modo, el individuo llena de contenido la dignidad con la que nació y su condición humana adquiere transcendencia.
“El conocimiento de sí mismo es el comienzo de la sabiduría. Pero conocemos tan poco de nosotros mismos, no conocemos el inconsciente, ni tampoco nuestras partes conscientes, desconocemos la totalidad de nuestro Ser”. (J. Krishnamurti. Dichos de Krishnamurti. Cap. Conocimiento de sí)
Tabla de ilustraciones.
Pág. 4.- “Los amantes”, (1928). Autor: René Magritte. Localización: Colección privada. En este cuado el autor lo titula los amantes pero sus rostros velados indican que ambos no se conocen. Se aman pero en el ámbito psicológico o interno no se conoce el uno al otro.
Pág. 9.- “La dama del armiño”, (1487). Autor: Leonardo Da Vinci. Localización: Museo nacional de arte de Cracovia, Polonia. En este retrato, el autor, a través de la heráldica, utiliza la representación del armiño para aludir a la pureza, el equilibrio y la dignidad de la modelo retratada. Las cualidades otorgadas de modo simbólico a este animal son confirmadas por el mismo Leonardo en sus cuadernos con comentarios de un bestiario.
Lectura.
Si yo no entiendo mis relaciones con un individuo, ciertamente no comprenderé mis relaciones con el todo, con la sociedad, con los demás. Y si mi relación con uno se basa en una necesidad, en mi satisfacción, mi relación con la sociedad será la misma. De ello, por consiguiente, tienen que surgir disputas, con uno y con los demás. ¿Y es posible vivir con uno o con muchos sin pedir nada? Ese, por cierto, es el problema, ¿verdad? No sólo entre vosotros y yo, sino entre la sociedad y yo. Y para comprender este problema, para investigarlo profundamente, tenéis que ahondar la cuestión del conocimiento propio; porque es obvio que sin conoceros tal cuales sois, sin saber exactamente lo que es, no podéis tener las debidas relaciones con los demás. No importa lo que hagáis: evadiros, rezar, leer, ir al cine, sintonizar la radio; mientras no os entendáis a vosotros mismos, vuestra convivencia no podrá ser verdadera. De ahí las disputas, la batalla, el antagonismo, la confusión que hay no sólo en vosotros sino también fuera de vosotros y entorno nuestro”. (J. Krishnamurti. Conocimiento de sí. Cap. II)
Poesía.
Conócete a ti mismo. Novalis
Una cosa sólo ha buscado el hombre en todo tiempo,
y lo ha hecho en todas partes, en las cimas y en las simas del mundo.
Bajo nombres distintos –en vano– se ocultaba siempre,
y siempre, aun creyéndola cerca, se le iba de las manos.
Hubo hace tiempo un hombre que en amables mitos infantiles
revelaba a sus hijos las llaves y el camino de un castillo escondido.
Pocos lograban conocer la sencilla clave del enigma,
pero esos pocos se convertían entonces en maestros del destino.
Discurrió largo tiempo –el error nos aguzó el ingenio-
y el mito dejó ya de ocultarnos la verdad.
Feliz quien se ha hecho sabio y ha dejado su obsesión por el mundo,
quien por sí mismo anhela la piedra de la sabiduría eterna.
El hombre razonable se convierte entonces en discípulo auténtico,
todo lo transforma en vida y en oro, no necesita ya los elixires.
Bulle dentro de él el sagrado alambique, está el rey en él,
y también Delfos, y al final comprende lo que significa “conócete a ti mismo”.
 
   La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en estos dos tomos de esta obra, ampliados y corregidos. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se desarrolla con más profundidad este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se irán colocando en el blog. 
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[1] Etimológicamente, psicología es el estudio de la psiquis o la ciencia del alma. El auto-conocimiento recupera el término psiquis de su origen griego, el cual aludía en un primer momento al soplo, hálito o aliento que exhala al morir el ser humano, el mismo que se incorporaba en el recién nacido. De este modo, este es considerado como el principio vital del ser humano. Este vocablo se asociaba al alma y a la misma conciencia. Los romanos lo tradujeron por ánima. Por esta razón, en este tratado los nombres: alma y psiquis, son referidos como sinónimos.
[2] Esta enseñanza se desvincula de los centros universitarios y de los foros científicos tal como la psicología y sus diferentes escuelas. Esto es debido a que esta disciplina trata de conocer la psiquis desde una perspectiva de la conducta observable (psicología conductiva). Los campos de investigación se examinan a través del contraste de hipótesis, del estudio y análisis de los datos que facilita la experiencia que el investigador observa en los demás.
[3] Definición en el diccionario Anaya de la lengua: Conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos. Conocimiento detallado, exacto y real de algo. (Wordreference.com)
[4] “La ilustración es la liberación del hombre de una puerilidad mental de la que él mismo es culpable. Esta puerilidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro”. (Immanuel Kant. Filosofía de la Historia. Cap. Qué es la ilustración)
[5] “Todo individuo que se proponga mejorar y desarrollarse debe avocarse a la tarea de reconocer su narcisismo y hacer el esfuerzo por superarlo”. (Erich Fromm. El arte de escuchar, Págs. 194 y 195)
[6] "El ser humano, considerado como persona, está situado por encima de cualquier precio, porque, como tal, no puede valorarse solo como medio para fines ajenos, incluso para sus propios fines, sino como fin en sí mismo; es decir, posee una dignidad (un valor interno absoluto), gracias a la cual infunde respeto a todos los demás seres racionales del mundo, puede medirse con cualquier otro de esta clase y valorarse en pie de igualdad". (Immanuel Kant. Metafísica de las costumbres)
[7] Por ejemplo, si una persona injuria en hechos a otra, quien pierde la dignidad no es el injuriado sino quien la profiere. La injuria es una acción injusta e irrespetuosa por lo que es perseguida por la ley.
“El ordenamiento jurídico ampara el respeto que merece toda persona humana por el hecho de serlo”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Injuria)

2 comentarios:

  1. Este texto ayuda mucho, explica con claridad aspectos relacionados con el conocimiento de uno mismo. Aconsejo que se lea detenidamente. Es muy lúcido.

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    1. Muy recomendable. He leído un par de publicaciones y al estudiarlo con detenimiento, se comienza a aplicar en la vida diaria desde el mismo instante que se aprende y aprehende.
      Cada vez que puedo, lo recomiendo a mi entorno.
      Saludos!

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