miércoles, 21 de diciembre de 2016

Los diferentes niveles de Ser.

“No sigas discutiendo ya acerca de qué tipo de cualidades debe reunir el Hombre bueno, sino trata de serlo”. (Marco Aurelio. Meditaciones. Libro X. 16)
Introducción.
El auto-conocimiento es una enseñanza que se fundamenta en el estudio del Hombre. El objetivo de su práctica se concentra tanto en el descubrimiento de la auténtica realidad interior como del desarrollo de lo que es “esencial” a toda persona. En la Esencia libre se ubica el principio inteligente y la voluntad para que cada individuo despliegue su naturaleza anímica. Un “ser humano”, en un sentido ético y trascendente, se caracteriza cabalmente por el ejercicio de su humanidad. El individuo es el máximo responsable de su estructura psicológica, de lo qué es y de cómo emplea sus facultades. Básicamente, todos los “valores humanos” se edifican sobre alguno de estos cinco pilares: verdad, libre albedrío, amor, inteligencia y voluntad. Por ejemplo: la paciencia, la ternura, la bondad, la sencillez, la diligencia, la serenidad, la humildad, el valor, etc. Estos atributos son intrínsecos a todo sujeto, su concreción en la existencia dependen directamente del porcentaje de Esencia libre que cada uno acarrea y de su voluntad de emancipación.
Este tema profundiza sobre lo qué es el Hombre como Ser y del crecimiento de sus infinitas posibilidades internas. Esta disciplina asocia el término “Ser” a lo que uno es verdaderamente y lo define como el conocimiento cabal de sí mismo y el justo uso de sus facultades humanas. Esta realización del Ser es posible en la medida que el estudiante despierta su conciencia. Esta última abarca el principio inteligente e integra en armonía todas estas cualidades anímicas. En consecuencia, cuanto mayor es el porcentaje de “conciencia despierta” de la persona, mayores son el conocimiento que acarrea de sí mismo y la capacidad de desplegar sus virtudes. Inversamente, cuanto menor es el porcentaje libre de conciencia, menores son su sentido de humanidad y conocimiento de sí. Estas dos últimas afirmaciones corresponden a la definición del “nivel de Ser”. Asimismo, otra forma de describirlo es a través del porcentaje de ego o Esencia embotellada. Para seguir el paralelismo, cuanta menos proporción de agregados psicológicos carga uno en la psiquis mayor es su nivel de Ser. Cuanta más proporción de egos arrastra uno en el alma, menor es su nivel de Ser. Del mismo modo que existen distintos niveles sociales, económicos, éticos, etc. entre los individuos, igualmente, existen diferentes niveles de Ser.
Esta cuestión del nivel de Ser proporciona una serie de reflexiones y alternativas que son vinculantes a la personalidad, a la Esencia y trasciende a la vida particular. El alumno precisa aprehender con todo su realismo qué importancia tiene establecerse en un determinado grado de conciencia y las consecuencias que esto acarrea. En este texto se ahonda en estos conocimientos y anima a la práctica de modo que uno evidencie por sí mismo su validez y le ayude en su inquietud de progresar íntimamente.
“…Luego, con los ojos fijos en tu tarea, indágala bien y teniendo presente que tu deber es ser hombre de bien, y lo que exige la naturaleza del hombre, cúmplelo sin desviarte y del modo que te parezca más justo: sólo con benevolencia, modestia y sin hipocresía.” (Marco Aurelio. Meditaciones. Libro VIII. 4)
Exposición de un ejemplo sobre el nivel de Ser.
Un joven disfruta de una posición económica estable a través de su empleo lo que le permite vivir holgadamente. Sin embargo, su familia pasa por una situación compleja debido a que el padre se halla en paro por diversas causas. Ante este hecho a la persona se le abran dos alternativas:
1)  Ayudar económicamente a su familia.
2) Aludir que ahorra para casarse y no puede contribuir en la manera que su familia lo necesita.
En el primer caso, cualquiera observa que el joven muestra unos valores humanos y una renuncia a ciertos intereses o planes de la personalidad. Con hechos, este denota una conciencia de la situación que puede ser más o menos profunda. Esta decisión no conlleva necesariamente incumplir con sus anhelos de boda. Lo importante no es el dinero que se invierta en esta, sino el amor de la pareja. Desde el auto-conocimiento, este proceso implica un esfuerzo porque a pesar de su comprensión, puede que parte del subconsciente se rebele a esa decisión. Incluso, podría ser presionado de alguna manera por su novia.
En el caso de la segunda opción, la persona coloca en prioridad los proyectos de su personalidad y su rasgo egocéntrico. También, esta reacciona de este modo a su miedo de no tener suficientes medios económicos para contraer matrimonio o no desea problemas con su novia, etc. En este caso, no se refuerzan ante la situación valores humanos porque él no es causa de alivio a las necesidades de su familia. Tampoco, el individuo se enfrenta a sus propios miedos y se deja llevar por sus planes predeterminados. Esto conlleva que el joven relega el instante presente y no disfruta de una conciencia cabal de cuales son las auténticas prioridades del desarrollo interior.
En este sencillo y concreto ejemplo[1], la elección de la primera alternativa indica un nivel de Ser superior que en el caso de la segunda. La causa se halla en que la primera opción infiere un sentido de humanidad y un estado de conciencia que se carece en la segunda. De esta condición psicológica se derivan diversas realidades que a continuación se enumeran:
Ø Todo ser humano es el vehiculo en el ámbito psicológico de unos valores positivos y negativos.
Ø   Cualquier componente del género humano posee un determinado nivel de Ser porque todo individuo es acreedor de un porcentaje definido de conciencia libre. Aunque este sea nulo. Descrito de otra manera, cualquier persona acarrea un porcentaje de Esencia embotellada o ego.
Ø   La suma o el conjunto de todos los posibles niveles de Ser constituyen de modo simbólico una escalera[2].
Ø Esto implica que el nivel de Ser de cualquier persona se refleja en esta escala. Esta escalera alberga desde el nivel de Ser de la persona más alejada de su propia realidad hasta el nivel que integra su auténtica naturaleza en su grado máximo.
Ø  Esto significa que existe una relación entre todos los seres humanos desde la perspectiva de la conciencia. Cada uno ocupa un lugar preciso en esta escala. Esto explica el efecto de las afinidades psicológicas.
Ø Toda persona en los diferentes avatares de la existencia se halla siempre ante dos alternativas. Una que ahonda o baja su nivel de Ser debido a que la conciencia se halla ausente, se identifica y las decisiones la adopta la personalidad o el ego. La otra elección, opuesta al anterior, considera la expresión de la conciencia y el despliegue de los valores humanos.
Ø  La existencia de cada sujeto se relaciona íntimamente por su estado anímico o nivel de Ser. Cuando hay identificación, la acción se basa en lo conocido, lo que uno acarrea a través de su experiencia subjetiva. El modo de pensar y sentir es condicionado por una carencia de conciencia y valores. Esto implica que el nivel de Ser baja considerablemente, comete errores y provoca sufrimientos. En el auto-conocimiento, a este proceso psicológico se denomina vivir en la línea horizontal de la existencia. Esta definición concuerda con un desarrollo interior plano, nulo. La Esencia no retira de esta acción ningún aprendizaje. Contrariamente, si la conciencia está presente en la escena y el individuo reacciona con valores humanos, entonces este transita por la vía vertical. Esta descripción corresponde a un crecimiento interior y, por lo tanto, un aumento del nivel de Ser.
Ø  Finalmente, los estados interiores definidos en esta escala son los responsables de atraer las circunstancias de la existencia. Por ejemplo, cuando una persona se convierte en alcohólico, este elemento psicólogico le atrae una gran cantidad de problemas tanto a su persona como a su familia.
        Antes de desarrollar estos puntos se explica el sentido de humanidad y su relación con la integridad del Hombre verdadero que corresponde a un nivel de Ser. Esto conlleva que el término Hombre indica ciertas características anímicas que no todos los individuos acarrean internamente. La concreción de este nivel de Ser es la aspiración legítima de toda alma y de todo estudiante que anhela conocerse a sí mismo.
El “ser humano” requiere de un proceso de perfeccionamiento.
“Mas yo le replicaría con esta justa razón: Te equivocas, amigo, si piensas que un hombre debe calcular el riesgo de vivir o morir, incluso siendo insignificante su valía, y, en cambio, piensas que no debe examinar, cuando actúa, si son justas o no sus acciones y propias de un hombre bueno o malo”. (Marco Aurelio. Meditaciones. Libro VII. 44)
En general, el ser humano precisa aumentar su nivel de Ser, alcanzar un grado de conciencia y rasgos psicológicos que caracterizan a un “Hombre auténtico”. En un sentido trascendente, un Hombre real es una persona que posee suficiente conciencia de sí misma y es capaz de desarrollar en su vida las cualidades que le son propias. Uno requiere cuestionarse si acarrea suficiente amor y sabiduría en la existencia. Esta reflexión se expone en orden a los principios anímicos, a la conciencia y frente a los diferentes niveles de Ser. La pregunta que uno necesita responderse con sinceridad es si uno posee suficientes valores humanos. ¿Disfruta uno de suficiente valor para enfrentarse a las dificultades? ¿Fortaleza, serenidad, lucidez,…? ¿Es capaz uno de ponerse en el lugar de los demás? ¿Es comprensivo, amable? ¿Se abstiene de juzgarlos? ¿Controla la palabra, renuncia a la crítica cuando alguien hace o dice algo impropio? ¿Es suficientemente humilde, sencillo, tolerante, paciente,…? ¿Posee la voluntad justa para llevar a buen término sus anhelos? ¿Es perseverante, diligente, responsable,…? ¿Disfruta uno de equilibrio y armonía interior? Etc. Si la respuesta del estudiante a todos estos interrogantes es que todo se puede mejorar, significa que este admite que precisa perfeccionarse. Mejorar en el ámbito humano implica aumentar el porcentaje libre de su conciencia y, por lo tanto, el nivel de Ser. ¿Qué indica perfeccionarse internamente? Todo ser humano posee una psiquis que carga con unos valores que en la medida que corresponden con su humanidad se consideran “positivos”, como son: virtudes, facultades,… Contrariamente, todo individuo acarrea una deficiencia o carencia de estos mismos valores de humanidad y que se consideran “negativos”, es decir, son defectos. Por ejemplo, la carencia de coraje indica miedo; la falta de humildad se convierte en orgullo; la carencia de paciencia se manifiesta como impaciencia; etc. Esta falta de humanidad en la persona se traduce en ego o alma embotellada. En consecuencia, todo sujeto es, en el ámbito psicológico, un punto matemático donde convergen unos valores positivos y negativos, atributos y sus carencias.
Perfeccionarse o crecer anímicamente es descubrir, comprender y eliminar en los hechos esta carencia de valores o egos. Este esfuerzo constituye un auténtico beneficio para el estudiante debido a que todo defecto establece en la mente un modo de percibir, pensar, sentir y actuar erróneo. La aplicación de las claves y enseñanzas del auto-conocimiento es una tarea indispensable en el proceso de emancipación de la conciencia. A través del trabajo interior se derriban estas trabas y agregados psicológicos que impiden que estas facultades se desplieguen de modo natural cuando se requieren. En el sentido que uno elimina defectos, se purifica psicológicamente. El aumento del nivel de Ser es un logro en adquirir inteligencia práctica, equilibrio interior y humanidad y, a este respecto, se perfecciona. Esta realidad íntima es imposible sin un anhelo sincero y una real participación responsable de la persona. Por lo tanto, el alumno se halla en todo instante de la existencia ante dos alternativas:
  • El no ocuparse de su desarrollo interior, olvidarse de sí mismo y vivir identificado al ritmo que marca su personalidad y las limitaciones de sus carencias. Esta opción se denomina vía “horizontal” debida a que no acarrea una emancipación de la Esencia y sí refuerza la personalidad y transita en lo conocido.
  • El estar presente a lo que ocurre tanto física como psicológicamente, practicar y conocerse a sí mismo. Esto implica una observación cabal de sí mismo y abandonar la identificación que procede de diferentes fuentes. Esta alternativa se conoce como vía “vertical” a causa que transita hacia el ascenso en el nivel de Ser.
A continuación se ahonda en las características de estas dos sendas.
La línea o vía horizontal de la existencia.
“La personalidad se desarrolla y desenvuelve en la línea horizontal de la vida”. (Tratado de psicología revolucionaria. Cap. La escalera maravillosa)
Cuando un individuo ingresa en estos estudios transita la vía horizontal. Comúnmente, este es responsable de los compromisos que adquiere; Cumple con las tareas que le asignan en su empleo; Es amable con las personas que le rodean, servicial con sus compañeros; Ama a los miembros de su familia y, según las circunstancias, se sacrifica por colmar sus necesidades y esperanzas; Asimismo, es moderado en sus aficiones; En el ámbito psicológico busca el equilibrio, orden y la armonía con lo que es, le gusta, desea o le hace feliz; Trata de limar asperezas; Intenta rectificar su comportamiento cuando detecta que no es idóneo; Etc. Quizás alguna persona piense que no alcanzó todavía este nivel de Ser. Sin embargo, aunque esta descripción corresponda a la realidad, no indica que uno recorre la línea vertical. Cualquier sujeto se halla en un nivel de Ser, más alto o más bajo, según su porcentaje de conciencia libre. No obstante, la vía vertical se distingue por una acción voluntaria y consciente dirigida a la emancipación de la Esencia. Si uno no se esfuerza por conocerse a sí mismo y su centro de gravedad psicológico se ubica en la personalidad, su existencia fluye de modo uniforme. En estas condiciones, el ser humano se sitúa en un mismo peldaño de esta escalera desplazándose de modo mecánico, inconsciente y horizontal. Esta vía plana de la vida se recorre cuando el individuo focaliza su centro de gravedad psicológico en la personalidad o en el ego. En ella, este realiza todas las actividades que son propias de la existencia sin una atención particular.
Un niño nace, crece, influenciado por su entorno y ciertas características de su Esencia tanto libre como embotellada. Cuando este alcanza la pubertad, lucha por su autonomía y en la juventud requiere hacerse digno de ella. Esto implica que durante todo el proceso hasta la madurez, el individuo originó una forma de percibir la existencia dependiente de su experiencia subjetiva. Asimismo, uno creó un talante en su relación con los demás; estableció unas ambiciones; adquirió unos conocimientos, un modo de pensar, sentir, una educación, profesión, etc. Sin embargo, en todo este proceso es necesario preguntarse si la persona se ocupó, igualmente, de prosperar anímicamente. Si esta disfruta de conciencia de sí misma; si aprende de sus propios errores; si reflexiona sobre su condición humana: sus miedos, dudas, complejos, manías, etc. los comprende y supera; si, con el paso de los años, consigue domino y conocimiento de sí; deja de sufrir.
En suma, el infante experimenta un crecimiento en todos los ámbitos: racional, emocional, motriz, instintivo y sexual. Pero su conciencia no progresa en la adquisición de discernimiento, lucidez, serenidad, fortaleza,… ante la realidad. La personalidad es una respuesta psicológica automática e inconsciente vinculada al crecimiento de las funciones y de un particular entorno. En el ámbito psicológico, durante todas las etapas de la existencia: infancia, adolescencia, juventud y madurez, este aprende estrategias, actitudes, patrones,… pero no libera conciencia. No obstante, la identificación con el ritmo de vida, las preocupaciones, los proyectos, deseos, las frustraciones,… es mayor. Con el paso del tiempo, la identificación, fascinación y el sueño se acrecientan. Desde la conciencia, la evolución del niño durante la formación de su personalidad se percibe como un detrimento de su Esencia libre. Todo este proceso se realiza de modo horizontal y uniforme desde la escala de los distintos niveles de Ser porque no existe una auténtica participación de su conciencia. El ser humano en el transcurso de su aprendizaje se halla cada vez más identificado consigo mismo, con los demás, sus actividades y sus deseos. Normalmente, un niño se incorpora a la existencia con un porcentaje de + 3% de conciencia libre y cuando alcanza la madurez continúa con este mismo grado. Si al sujeto no le ocurre algo en su existencia y se origina un cuestionamiento sobre su propia vida que le provoque un anhelo de trascendencia, este permanecerá en este estado. Por esta causa, la existencia aprehendida y vivida desde la personalidad no suministra un progreso anímico.
La línea horizontal es la vida de toda mujer y todo hombre que desempeña una gran cantidad de responsabilidades, acumula experiencias, información, cultura, saberes,… No obstante, todo se procesa de modo recurrente y subjetivo, uno advierte como desfilan los años y no está suficientemente presente a lo esencial. En esta vía, el ser humano nace, se desarrolla como persona, contrae matrimonio, disfruta de los hijos, envejece y deja este mundo, sin despertar a su auténtica realidad interior. Esta senda uniforme, desde la perspectiva del nivel de Ser, es aquella que recorrieron los abuelos, padres y las generaciones anteriores. Estos tuvieron que vivir, luchar y sobrepasar una gran cantidad de problemas, sufrimientos, dificultades,… Sin embargo, su conciencia no supo extraer de estas experiencias el material didáctico para su emancipación. La existencia observada desde un mismo nivel de Ser se asienta en el centro de gravedad de la personalidad. En consecuencia, uno la vive de modo relativo, subjetivo e iterativo porque estas son sus características.
En esta vía horizontal, el ego se refuerza en cada identificación; el subconsciente se hace más presente e interfiere en la vida condicionándolo a uno cada vez más. El individuo ignora que posee una psicología particular y cuando, cansado de repetir lo mismo, quiere cambiar sin la conciencia suficiente observa que su vida se complica. Aunque este es incapaz de percibir las causas reales. Esto es debido a que la identificación se acrecienta y, normalmente, el nivel de Ser tiende a bajar. Con el paso del tiempo, la existencia del sujeto se enreda, se hace pesada, se carga de preocupaciones, se amontonan las incertidumbres, dudas,… Estos estados interiores en la mayoría de los casos se superan pero queda siempre un punto de desencanto o frustración que conlleva una consecuencia psicológica en el subconsciente. Esto es muy evidente con los problemas de alcoholismo y la drogadicción, pero acontece en muchas facetas de la existencia. Como por ejemplo, con el cambio de empleo[3]. Muchas personas no están satisfechas de su vida laboral y cambian su entorno, pero con el tiempo vuelven a sentirse del mismo modo. Otros cambian asiduamente de relación sentimental con igual resultado; asimismo, los amigos, el lugar donde viven, etc. Varían la parte externa de sus vidas pero internamente los estados son los mismos. Esto acaece porque el nivel de Ser no cambia y a través de él, uno atrae las mismas circunstancias a su vida. Esto es propio de una línea horizontal. Todo lo que ocurre sobre la superficie del globo terráqueo está íntimamente inferido por los mismos estados interiores y estos se asocian a los niveles de Ser. Esto explica que, por ejemplo, los casos de corrupción política, social, empresarial, financiera, y en todos los ámbitos se halle generalizada. En cualquier lugar donde se maneja una considerable cantidad de dinero la corrupción se halla latente porque el nivel de Ser de las personas se procesa en una dimensión horizontal. Si la tentación se presenta desde el subconsciente, el individuo carece de conciencia y valores humanos para comprender a qué proceso psicológico está sometido. Por lo que uno termina cayendo identificado arguyendo todo tipo de justificaciones sin apreciar que acaba de bajar de nivel de Ser.
El estudiante se halla en la vía horizontal pero esta goza de unas propiedades que facilitan la ilusión de vivir en un progreso y avance en todos los ámbitos. Normalmente, uno cree que esta vía es la senda de la prosperidad, de la evolución humana porque externamente uno disfruta de mayor comodidad, bienes materiales, seguridad, bienestar, sistemas de producción… Uno asimila está evolución al factor tiempo, el paso de los años conlleva un florecimiento material, tecnológico,… No obstante, el tiempo no proporciona, tal como se evidencia a través de los hechos, un ascenso psicológico ni de la conciencia ni de los valores humanos. Es decir, el tiempo, por sí mismo, no produce conciencia ni le añade humanidad al individuo. Este dogma se halla firmemente establecido por la ilusión que produce el bienestar material. Sin embargo, uno es incapaz de percibir que este progreso unidireccional dirigido hacia lo exterior provoca cada vez más sueño en la conciencia del ser humano.
La línea horizontal es la que mantiene vivos los dogmas, las costumbres, tradiciones, ortodoxias, los apegos,… es una modo uniforme de entender la vida. Las costumbres se transmiten de padres a hijos y aunque existe siempre una transformación según la época, estas tradiciones conservan sus elementos principales. Esto es muy común en las fiestas de los pueblos, barrios y ciudades; en celebraciones sociales, religiosas, familiares, etc. Esta vía horizontal genera un sentimiento cíclico que reconforta a muchas personas como, igualmente, fastidia o aburre a otras. Asimismo, se hace patente en las personas mayores. Con el paso del tiempo, uno se hace clásico, se arraiga a su época, a sus experiencias, aquellas que muchas veces de joven combatió o trató de sobrepasar. Sin embargo, una vez alcanzada la madurez, el individuo trata de enseñárselas a sus hijos. Estos son síntomas de una realidad psicológica horizontal, es decir, la conciencia individual no comprende cabalmente las propiedades de la vida ni de su psiquis. El aprendizaje sobre la mente del ser humano es incipiente y los hechos afrontados desde la identificación no atraen una aprehensión profunda de la auténtica realidad interior. Si uno vive mecánicamente sin un verdadero estado de presencia; si el estudiante no realiza un esfuerzo por establecer su conciencia en el tercer estado, este permanecerá en un mismo nivel de Ser, en la línea horizontal de la vida. La persona será un eminente abogado, un medallista olímpico, un poderoso empresario, un político reconocido, un padre de familia bien avenida, un estudiante brillante, una madre que goza del amor de sus hijos, un gran profesional en cualquier ámbito de la vida laboral,… No obstante, esta no disfrutará de una conciencia despierta, intuición, paz interior, bienestar integral, equilibrio, armonía, ni gozará de felicidad, del amor auténtico, ni aprehenderá la verdad de un evento, etc. El alumno no aumentará su nivel de humanidad, de Ser, ni hollará la senda vertical.
La línea o vía vertical de la Esencia.
“La dicha del hombre consiste en hacer lo que es propio del hombre. Y es propio del hombre el trato benevolente con sus semejantes, el menosprecio de los movimientos de los sentidos, el discernir las ideas que inspiran crédito, la contemplación de la naturaleza del conjunto universal y de las cosas que se producen de acuerdo con ella”. (Marco Aurelio. Meditaciones. Libro VIII. 26)
En principio, la vía vertical es desconocida para la gente. De alguna manera, para iniciarse en un proceso de emancipación interior, es necesario que la persona sea informada de su existencia y que, además, disponga de cierta inquietud espiritual. Si un sujeto disfruta de la vida en los términos que la experimenta y no existe por su parte ningún tipo de cuestionamiento sobre su trascendencia no le interesará la línea vertical.
Por otra parte, la vía horizontal concibe inquietudes ya que la falta de conciencia conlleva que el ser humano cometa errores que atraen todo tipo de sufrimientos. El anhelo de muchos alumnos se forja en esta vida plana y algunas veces vacía debido a que cansa y aburre; aunque lo que más desvelos provoca esta alternativa horizontal es el dolor y la adversidad. Realmente, numerosas personas sienten un indudable afán por acabar con la ignorancia de tipo psicológico y la fuente de los padecimientos que acarrea. Pero no siempre esta inquietud halla una mente abierta y consecuente para emprender una labor encaminada a conocerse a sí misma verdaderamente y liberar la Esencia.
Una de las cuestiones más importantes de la línea vertical es que no se enseña en la escuela, nuestros padres la ignoran, la sociedad la cuestiona y ciertos poderes la acosan. Por esta razón, esta enseñanza es difícil hallarla suficientemente integra y con sus axiomas fundamentales preservados. La característica principal de esta vía es que se recorre desde el plano interno y no muestra signos relevantes en el mundo externo. Esta opción se apoya sobre el hecho que la vida es un aprendizaje, un medio para el desarrollo interior. Esta concepción es nueva, diferente y opuesta de la existencia horizontal que pregona la vida como un fin en sí mismo. En consecuencia, el aumento del porcentaje de conciencia y del nivel de Ser se erige sobre un constante esfuerzo orientado a este menester. La atención requiere trasladarse de la personalidad hacia la Esencia. Por lo tanto, esta observación se divide y se dirige hacia los dos planos donde se halla la persona: el psicológico y el físico. Si uno anhela percibir su estado interior necesita estar presente a él. Asimismo, el estudiante capta con su presencia donde se halla físicamente porque es de sentido común mirar por donde uno camina, escuchar a quien le habla, etc. El ser humano se compone de un cuerpo físico y una psicología particular por lo que es fundamental estar presente a todos los aspectos de lo que uno es. El conocimiento de sí mismo se nutre de esta singularidad y realidad. La observación simultánea de lo que uno hace, habla, piensa y siente junto al lugar donde está. Este es el sentido real de la práctica de estar presente, el aquí y ahora. En la medida que un alumno se compromete en esta práctica se inicia en la vía vertical y cuando este se olvida de sí mismo se halla en la vía horizontal. Lo que significa que en cada instante estas dos alternativas se presentan ante el estudiante y su inquietud de Ser es la que decide. Dejarse llevar por las circunstancias es identificarse, recorrer un tramo horizontal hasta que uno recupera el estado de presencia. Contrariamente, si el individuo mantiene la atención sobre sí mismo, evita la identificación y transita sobre la senda vertical, hasta que pierda la guardia.
“El trabajo al que nos estamos refiriendo es de tipo psicológico; se ocupa de cierta transformación del momento presente en que nos encontramos”. (Tratado de psicología revolucionaria. Cap. Rebeldía psicológica)
En consecuencia, la línea vertical se caracteriza por el trabajo que la persona desempeña en el ámbito psicológico. Este afán por establecer un estado de conciencia superior al centro de gravedad de la personalidad evita la identificación y la caída en los mismos errores de antaño. El anhelo por cambiar el nivel de Ser y su correspondiente esfuerzo son los que inducen un bienestar y equilibrio íntimo debido a que uno se aleja del subconsciente y del ego. Con la práctica del auto-conocimiento es posible que la persona alcance aprehender defectos y carencias que siempre causaron sufrimiento ajeno y a sí mismo. El descubrimiento interior es el primer paso hacia la comprensión y erradicación del ego. Este enfoque convierte un evento cualquiera de la de la vida en un ascenso real del nivel de Ser y de la emancipación del alma. Esta realidad se consume a causa que un agregado psicológico es un hábito y una carencia de virtud en sí mismo alojado en el subconsciente. Por consiguiente, la eliminación de un defecto restablece esta virtud en la conciencia del Hombre.
En este sentido, la existencia acarrea sus inevitables dificultades y pruebas. No obstante, estas son vividas desde una óptica diferente, nueva y productiva de conocimiento, no se perciben con la personalidad sino desde el desarrollo interior. Esta visión es proporcionada por el estado de presencia y el afán de despertar. Es indudable que esta perspectiva es fundamental de la vía vertical y se aleja de los patrones horizontales. El cambio de enfoque permite advertir que el orden de ciertas prioridades que uno establece en la existencia precisa ser reflexionado. Por ejemplo, disponer las actividades diarias para que la meditación esté presente y sea realizada con una calidad suficiente. El asistir al curso para revalorizar el conocimiento, aprender las técnicas, claves y aclarar dudas. Asimismo, en la vida cotidiana, mantenerse presente, enfocar la atención sobre los eventos de modo que retire un aprendizaje para adquirir conocimiento de sí mismo. Esta realidad incluye que si el alumno anhela una relación diferente con su vida y un cambio en su estructura psicológica tendrá que realizar una acción distinta a lo que acostumbra hacer.
Desde la perspectiva psicológica, la vía vertical es dinámica. El esfuerzo por mantenerse aquí y ahora implica un trasiego de la psiquis debido a que la conciencia se desplaza continuamente de piso. Algunas veces, uno está presente y sube por las escaleras del primer piso hacia la auto-conciencia. Poco de después, la atención del sujeto es atraída por un estímulo exterior y su personalidad interviene, por lo que la conciencia baja las escaleras a la planta baja. Justo en estos instantes, el ego de la impaciencia aparece y de nuevo la conciencia baja los peldaños hasta el sótano donde permanece durante un tiempo. Luego, la personalidad vuelve a recuperar la atención y la conciencia sube de nuevo la escala hacia la planta baja. El individuo se recuerda a sí mismo, la conciencia sube los escalones del primer piso, y así sucesivamente. En cada subida y bajada, el nivel de Ser acompaña a la persona. La cuestión es que cada vez que la conciencia sube hacia el tercer estado comporta una visión diferente sobre la propia vida y la personalidad del individuo. Esto produce en él dos tipos de reacciones psicológicas dependiendo de quien interprete esta nueva experiencia:
Ø    La Esencia libre se anima al observar y aprehender lo que uno es en los hechos, reconoce la realidad y objetividad que proporciona la conciencia. Aunque lo que advierte de sí no sea digno de ella. Este estado interior se traslada a la persona que no olvida sus inquietudes.
Ø    Por otro lado, la personalidad recibe igualmente la información percibida por la conciencia desde sus principios. En muchos casos, esta no admite con agrado esta intrusión en su forma de ser y rechaza la aprehensión de la conciencia sobre lo que ella es, piensa, siente o hace. Esta respuesta ocurre porque esta última desea un equilibrio pero lo quiere a su manera y ritmo, en su concepción, ella se siente amenazada. Si el estudiante se halla presente comprende esta reacción y la incorpora a su esfuerzo por conocerse. El anhelo por liberar la Esencia embotellada es lo que mantiene firme, vigente y renovada la tarea emprendida en la vía vertical. Este no olvida que su meta es el bienestar integral, la adquisición de humanidad y el despertar de su inteligencia práctica.
“No pienses, si algo te resulta difícil y penoso, que eso sea imposible para el Hombre; antes bien, si algo es posible y connatural al Hombre, piensa que también está a tu alcance”. (Marco Aurelio. Meditaciones. Libro VI. 19)
Esta senda se caracteriza por diversas exigencias: una labor continua, el manejo de la atención, disposición, reflexión, meditación, etc. lo cual causa, a la postre, un estorbo y malestar a la personalidad. Esta necesidad de concentración hacen la vía vertical estrecha, incómoda, impopular y, ciertamente, solo un pequeño número de personas opta por ella. En cambio, la vía horizontal es percibida con satisfacción e interés por la mayoría de la gente, la cual no comporta ningún esfuerzo ni atención en el plano psicológico. No obstante, la fascinación en la vida horizontal y el sueño de la conciencia encierran sus propias desventajas y perjuicios. Una existencia uniforme y plana en el ámbito de la Esencia imposibilita el bienestar integral. Esta última llena de cargas psicológicas al individuo. La identificación es la vía de la preocupación, del desasosiego, del binomio satisfacción-frustración, del miedo, del aburrimiento,… finalmente, del sufrimiento y de la incomprensión. El sueño de la conciencia encamina a la persona a ser víctima de sus propios errores. Las comedias, tragedias y los dramas son intrínsecos de la vida horizontal. Esta verdad alimenta los diarios de la prensa escrita, radio, televisión, etc. Asimismo, gente anónima padece situaciones físicamente duras[4] sin herramientas psicológicas, ni una educación versada en progresar anímicamente. Lo que significa vivir sin ocuparse de prosperar en el ámbito y uso de la inteligencia práctica, paciencia, humildad, serenidad, el amor, valor, etc. A todo esto se suma la ignorancia del daño que provoca a la Esencia, auténtica realidad anímica de la persona. Ciertamente, los esfuerzos psicológicos que uno evita en la vida vertical, se multiplican en la senda horizontal.
Por esta causa, la línea vertical de la vida implica una transformación íntima del estudiante si se esfuerza por recorrerla. ¿En qué consiste esta transformación? El cambiar el hábito de la identificación por la “práctica consciente” del recuerdo de sí mismo o estado de presencia. Esta clave es el pilar del auto-conocimiento. En la medida que esta se desarrolla alumbra los rincones oscuros del subconsciente y de sus agentes: los agregados psicológicos. Esta fase de purificación se complementa con la edificación de un Hombre nuevo, cimentado sobre la base de la evidencia, experiencia directa, propia, y de los valores humanos. Este logro es el resultado de la conquista del alumno de los diversos niveles existentes en la escala del Hombre verdadero y de Ser, en un proceso de perfeccionamiento.
“Cuando uno se acuerda de sí mismo, cuando trabaja sobre sí mismo, cuando no se identifica con todos los problemas y penas de la vida, de hecho va por la senda vertical”. (Tratado de psicología revolucionaria. Cap. Rebeldía psicológica)
El necesario cultivo de ciertas virtudes en el ascenso vertical.
Las facultades humanas son todas necesarias las cuales integradas en la “conciencia” son respuestas inteligentes a los diferentes escenarios de la existencia. Algunas facultades son útiles en las relaciones con nuestros semejantes. Por ejemplo: ponerse en el lugar de los demás, ver el punto de vista ajeno, la tolerancia, la humildad, el respeto, la honestidad, la sinceridad, etc. Otros atributos son precisos en el momento de emprender una acción o conseguir uno objetivo. Por ejemplo: la voluntad, la perseverancia, la diligencia, la responsabilidad, la paciencia, la lucidez, etc. Asimismo, ocurre ante las dificultades, la contrariedad y los problemas de la vida. Por ejemplo: La serenidad, la fortaleza, el discernimiento, el adaptarse, el coraje, la providencia, etc.
Existen igualmente, valores que se vinculan principalmente con la existencia. Por ejemplo: la temperancia, la justicia, la seriedad, la autonomía, etc. De este modo, en la línea vertical son requeridas algunas cualidades que el estudiante posee normalmente en un estado latente. Esto conlleva que según uno camina por esta senda, recurre a ellas y las desarrolla según su necesidad. Fundamentalmente, estas son: La inquietud de Ser, la voluntad, el discernimiento, la autonomía, el entusiasmo, la rebeldía, la perseverancia, la paciencia. A continuación se despliegan brevemente estos atributos y su relación con la vía vertical.
Inquietud de Ser: El proceso de la transformación interior hacia una personalidad equilibrada se cimienta sobre la inquietud de Ser. Entre varias acepciones, inquietud se define como una “inclinación del ánimo” o una definición. Por ejemplo, si uno tiene inquietud por la poesía indica que le gusta esta disciplina literaria; si alguien tiene anhelo por aprender informática se define para apuntarse a un curso. Esto significa que un estudiante con inquietudes aspira a ser más consciente y humano. En cambio, si uno no posee este anhelo no realizará ningún esfuerzo para serlo, como es lógico. Esta realidad plantea que para ascender en los diferentes niveles de Ser, esta definición requiere estar presente como el primer impulso de la tarea a efectuar. Esta inquietud se desarrolla con el mismo esfuerzo que la persona ejecuta en esa dirección y, por obrar según esta inclinación del alma, los frutos que ella cosecha la fortalecen. Cuando uno experimenta directamente los resultados de la vía vertical, este anhelo se evidencia y reafirma según el valor que uno otorga a su vivencia y logro. Por ejemplo: si el individuo evita una identificación y obtiene paz en su hogar, esto le animará a esforzarse en más ocasiones de manera que su inquietud por cambiar se acrecentará.
Voluntad. Esta facultad es necesaria prácticamente para toda acción. La voluntad desde el auto-conocimiento es la capacidad de llevar a cabo una práctica, una estrategia y sobrepasar los impedimentos y resistencias que se oponen. Debido a que el ascenso en los niveles de Ser se basa en una labor, y esta requiere voluntad, esta cualidad está presente en todos los ámbitos de la realización del bienestar integral. En este sentido, voluntad es “poder hacer”. Un potencial que precisa recuperarse y desarrollarse; comúnmente, este se halla dividido entre los diferentes egos que el individuo acarrea en su interior. Esta virtud se vincula a la “fuerza anímica” que traslada a los hechos la responsabilidad que uno se propone para su emancipación. El progresivo conocimiento que el sujeto adquiere sobre sí mismo permite ajustar desde la realidad que prácticas puede uno asumir o no. La persona al inicio proyecta planes y aspiraciones que no se fundamentan sobre la experiencia ni la realidad y, por lo tanto, no llegan a buen término.
Discernimiento. Esta facultad de la inteligencia práctica permite al estudiante distinguir entre lo que pertenece a la línea vertical de lo que es horizontal. Lo que significa diferenciar entre lo que proviene de la conciencia y lo que emana de la mente, puesto que cada una goza de una naturaleza distinta. Este principio de la sensatez extiende su acción en separar lo que es falso de lo verdadero, lo que es injusto de lo que es justo, lo que es prioritario de lo que se secundario, lo que es perenne de lo que es circunstancial, etc. Este atributo es indispensable en la vida práctica en todos los ámbitos. Por ejemplo, en la toma de decisiones, en la resolución de problemas, en captar lo que ocurre en un escenario que uno observa, etc. Asimismo, el discernimiento proporciona la capacidad de separarse, incluso aislarse del ego y de la personalidad, por lo que “excluye la identificación”. Este proceso es muy importante en el momento de observar la psiquis con objetividad y facilitar a la conciencia conservar su autonomía y sus principios. Sin el cultivo de esta virtud es imposible comprender el ego con profundidad debido a que este se esconde en las partes más desconocidas y ocultas del subconsciente. El discernimiento muestra con sencillez y evidencia los rasgos equivocados de la personalidad para que rectifique su conducta y se equilibre y ascienda por la escala de los niveles de Ser.
Autonomía. Esta virtud se relaciona con la facultad de decidir, el libre albedrío o la libertad. Si la conciencia del sujeto no goza de un pequeño porcentaje de autonomía para elegir la vía que anhela emprender, este requerirá trabajarla hasta conseguirla. Sin este libre albedrío, la mente y la personalidad mantienen el control del centro de gravedad psicológico, conservan y dirigen las riendas del esfuerzo según su conveniencia. Esto es lo que ocurre cuando uno se inicia en estos estudios porque ignora lo que es realmente la Esencia. Mas, si esto perdura en el tiempo, puede constituir un verdadero obstáculo en la toma de decisiones inteligentes. La causa se halla en que esto impide que la conciencia inspire su conocimiento y comprensión de la realidad desde sus propios principios. La independencia es la capacidad que desata al estudiante de un hábito que le impide el ascenso en los diferentes niveles de Ser. Mucha gente comprende que requiere cambiar un aspecto de su personalidad, incluso saben cómo hacerlo, pero están esclavizadas a él y son incapaces de dejarlo.
Entusiasmo. La definición por una vía hacia el auto-conocimiento es una opción que atrae la lucidez en la vida de cualquier persona que la recorre. Esta experiencia implica un estado emocional abierto, libre, receptivo, alegre,… a la realidad interior. Esto precisa mantenerse a pesar de observar dentro de uno mismo elementos subjetivos que son desagradables y poco dignos. El entusiasmo es colocar el centro de gravedad psicológico de la atención en el ámbito de la Esencia. Por lo tanto, el descubriendo de una faceta psicológica, la realización de una meditación, la vocalización de un mantra, el recuerdo de sí mismo,… toda práctica precisa de su estado emocional apropiado. Este término proviene del griego[5] y se define como inspiración divina o en presencia de dios. En la época clásica se decía de alguien con entusiasmo que estaba habitado por un dios. Por ejemplo: los poetas, filósofos, enamorados,… Esto era objeto de respeto y admiración pues estos alcanzaban metas elevadas y de difícil consecución. El esfuerzo realizado desde la personalidad implica una cierta lucha interior, puesto que existen muchos elementos que se oponen a la vía vertical. En consecuencia, es necesario anteponer un estado emocional que se centre en el anhelo u objetivo del esfuerzo y los logros que uno cosecha. El entusiasmo es la energía que proviene de esta función une: la acción la disposición racional y emocional con la inquietud de Ser.
Asimismo, el estudiante no tiene que confundir el entusiasmo con la identificación provocada por la ilusión del ego. El discernimiento es quien distingue con facilidad uno del otro.
Rebeldía. Esta virtud es poco conocida y, muchas veces, malinterpretada. El estudiante la cultiva en la medida que a través de su atención descubre carencias y defectos que precisan ser eliminados. Desde el conocimiento de sí, la rebeldía es una acción inteligente que sobrepasa obstáculos sean estos internos o externos. El “mi mismo” y la personalidad instauran un condicionamiento y unos límites a la acción del alma. La rebeldía psicológica es esta virtud que con conocimiento de causa derriba estos moldes y estas cadenas que impiden expresarse libremente a la conciencia. Asimismo, la rebeldía es la capacidad de oponer resistencia a todos los factores psicológicos que menoscaban la dignidad personal y el sentido de trascendencia de la Esencia. Cuando el alumno empieza en esta vía vertical no percibe la necesidad de rebeldía hasta que aprehende la verdadera naturaleza de sus agregados psicológicos.
Estos egos gozan de cierta protección de una parte de la psiquis, incluso, de ciertos sectores sociales. Por ejemplo, el orgullo se confunde con la dignidad. Esto acarrea confusión íntima, aunque la conciencia comprenda un hábito del orgullo y la persona anhela eliminarlo, esta halla resistencia dentro de su propio subconsciente. En este sentido, la rebeldía se desarrolla en la medida que uno despierta a su propia “esclavitud psicológica”.
Perseverancia. Esta es una cualidad que se deriva de la voluntad cuando esta madura. Una persona puede realizar una tarea un día, una semana o un mes, etc. La tenacidad mantiene el esfuerzo, la inquietud y la práctica durante el tiempo necesario hasta su ejecución o logro. Perseverancia es “constancia y firmeza” hacia la meta definida, el ser diligente con el objetivo y no perderlo de vista. Esto implica sobrepasar los obstáculos que hace tres días no existían o no eran percibidos y que surgen desde el plano interno o externo. Esta virtud es la continuidad de propósitos dentro de esta opción vertical que se precisa para obtener que la personalidad se equilibre y la Esencia despliegue sus facultades humanas. Este atributo se emancipa progresivamente según se necesita. Normalmente, debido a que muchos alumnos ignoran su realidad íntima y el desgaste que produce el ego desde el subconsciente piensan que son perseverantes.
Paciencia. Esta disposición interior de “no identificación” se vincula al conocimiento de la realidad y es un estado de la conciencia en sí mismo. Esto difiere en cierto modo con la definición de dicta en el diccionario RAE como capacidad de sufrir ante la adversidad o la ofensa sin queja ni rebeldía. El sufrimiento moral es una reacción que nace con la identificación. Desde el auto-conocimiento, la paciencia es la facultad de sobrellevar el ritmo de los hechos con un estado de presencia. Esta virtud surge de la aprehensión que todo proceso acarrea una cadencia, un ritmo, requiere transitar por unas etapas hasta alcanzar su objetivo. La paciencia es la capacidad de respetar esta cadencia que precisa la realidad para establecerse firmemente según su naturaleza. El ser humano olvida que es un paciente de la vida del mismo modo que el un agente. Es decir, del mismo modo que uno interfiere en la existencia, esta interfiere en toda persona. La paciencia es el atributo que la conciencia despliega cuando aprehende y respecta el orden de los hechos, de la vida. Esta virtud es necesaria en todos los apartados de la existencia y de la vía vertical. En muchas ocasiones, el alumno desea ir más deprisa en su ascenso que su propia comprensión del nivel en el que se halla. Este se impacienta, sin embargo ignora las causas que lo mantienen en un determinado peldaño de la escala. Esta carencia de paciencia lo conduce a la pérdida de entusiasmo y abre la psiquis a las dudas y los escepticismos. Opuestamente, la paciencia proporciona un estado receptivo que facilita la expresión de la conciencia y su aprehensión de los factores que impiden un progreso.
El nivel de Ser atrae las circunstancias de la vida.
La personalidad como vehículo de expresión psicológico plasma el nivel de Ser que cada sujeto acarrea porque es la consecuencia de lo que es interiormente. Tanto las cualidades humanas como los defectos afloran en la convivencia cotidiana a través del comportamiento que uno exterioriza con sus obras. Muchos individuos se quejan de las circunstancias y de las vivencias que la existencia les impone. La tendencia general es de pensar que uno no tiene ninguna responsabilidad sobre los eventos y que estos ocurren sin la mera participación personal. Esta idea errónea genera un grave perjuicio al ser humano. Esto es debido a que este no percibe las causas de su modo de pensar, sentir ni de su conducta. Es decir, si se equivoca, este apenas lo advierte y razona que el causante de su situación son los demás, le persigue la mala fortuna, etc. En un porcentaje alto, el estudiante con su modo de ser y comportarse es quien atrae las situaciones que conforman su vida. A continuación se exponen algunos ejemplos.
“Todas las cosas, todas las circunstancias, que se suceden fuera de nosotros, en el escenario de este mundo, son exclusivamente el reflejo de lo que interiormente llevamos… Cuando uno cambia interiormente y tal cambio es radical, lo exterior, las circunstancias, la vida, cambian también”. (Tratado de psicología revolucionaria. Cap. El nivel de Ser)
Uno puede observar su entorno, ¿qué ocurre, normalmente, con un sujeto que no cumple con la tarea asignada en su puesto de trabajo? Trata de escamotearse de sus obligaciones; no coopera con sus compañeros; ni es cuidadoso en el trato con los demás; ni con su presencia, etc. ¿Qué ocurrirá si la empresa precisa reducir plantilla? Seguramente, este empleado será recomendado para sumarse a las listas del paro. Él pensará que es mala suerte; que la tomaron con su persona; que esto es un atropello, una injusticia. Desde el auto-conocimiento, este despido es la consecuencia de unas actitudes provocadas por ciertos agregados psicológicos que este empleado carga.
Hay gente que experimenta una gran dificultad en conservar la amistad. Siempre se convencen que acarrean mala suerte en este ámbito. Sin embargo, cuando estos inician una relación con una persona, poco a poco, se hacen más posesivos, cuando surge alguna desavenencia son susceptibles, se enojan con facilidad, se comportan de modo egocéntrico, las cosas deben girar en la órbita que ellos dictaminan, etc.
Asimismo, ocurre en las relaciones amorosas, muchos individuos se quejan de que nadie los quiere de verdad. Cuando estos profundizan en el compromiso, la pareja se desiste o se aleja. Esta nunca se plantea que no la escucha realmente; ni reflexiona que no se interesa por ella en lo que es, lo que le gusta; que solo está pendiente de sus amigos, sus quehaceres, sus aficiones; que se comporta sin tacto sino, más bien, con brusquedad; tiene celos; etc. Si la pareja le comenta que precisa cambiar ser más amable, menos impulsivo, más atento con ella, este responde que él es así; que nadie tiene que cambiarlo; que hay que amarlo como es. En muchos aspectos es un buen chico pero ninguna joven quiere estar con él.
Se puede relatar cientos de casos de esta índole. Uno mismo comprueba, si dirige su atención que su comportamiento es consecuencia de lo que piensa y siente. Asimismo, el uso de cualquier función psicológica queda determinado por los valores humanos y la conciencia o carencia de estos últimos. De este modo, si el sujeto acarrea el ego de los celos y se identifica con ellos, este molestará a su pareja y generará una gran cantidad de conflictos. Si el adolescente es negligente y desobediente, dedica su tiempo a los video-juegos y alcanza la juventud sin instrucción, su existencia será influenciada por esta carencia. Contrariamente, su perspectiva de futuro cambia, si este se ocupa de educarse en valores, los practica y adquiere una profesión o titulación académica. Lo que algunos llaman buena o mala suerte, en la mayoría de los casos, es consecuencia de una disciplina interna[6].
Esto mismo ocurre en las relaciones humanas. Por ejemplo, una persona que siempre discute con los demás; no atiende a razones; quiere salirse con la suya; se enfada si no están de acuerdo con él; etc. ¿No estará esta actitud motivada por una ausencia de cualidades humanas? Como son: el ponerse en el lugar de los demás, el saber escuchar, el ser tolerante con la opinión ajena. ¿No cargará este individuo unos defectos que lo conducen a esta actitud? Como son: la intolerancia; la impaciencia; amor por sí mismo, lo que sabe, piensa, se considera, etc. ¿Qué efectos provoca este comportamiento? Lo más seguro es que los demás sientan rechazo, les hiera su conducta, traten de evitar la polémica o eludirlo a él. Esto significa que el nivel de Ser atrae las relaciones, las circunstancias, las oportunidades y los sufrimientos porque estos últimos se originan en el mundo interno de la persona.
Muchos individuos se esfuerzan por mostrar una cara entre las múltiples que poseen, tratan de fingir valores humanos y conductas educadas, tolerantes, etc. Sin embargo, si estas no están firmemente establecidas en la psiquis, no es el nivel real de Ser, y finalizan por desenmascararse. El resultado de tal engaño suele ser doloroso y decepcionante para todos los componentes del escenario. Con el tiempo o ante las pruebas de la vida no se puede mantener vivo lo que no es real ni está adquirido verdaderamente.
Desde el auto-conocimiento es muy importante despertar la conciencia a este principio de la realidad interior. La gente realiza muchos esfuerzos por prosperar en el plano material y humano. No obstante, el sujeto no tiene presente a la Esencia ni su desarrollo, por lo que este no alcanza la raíz de la psiquis. Un auténtico cambio psicológico destinado al ascenso del nivel de Ser abre puertas, ofrece oportunidades y facilita la existencia en todos sus diversos ámbitos.
El nivel de Ser oscila entre un máximo y un mínimo.
Todo ser humano posee un nivel de Ser distinto y este último se halla definido por el porcentaje de conciencia o Esencia libre, tal como se explicó anteriormente. Este punto o centro de gravedad psicológico fluctúa entre un máximo y un mínimo. Esto no quiere decir que, en todo instante, el porcentaje libre de la Esencia aumente o disminuya. Para que esto suceda, el ego debería disolverse y, justo después, crease en el alma. Esto sería un despropósito en el sentido que existiría dentro de la persona un proceso continuo de muerte y nacimiento de agregados psicológicos. Esto en la práctica no corresponde a la realidad. Cómo se enseñó, lo que sí ocurre es que los estados de conciencia cambian, suben y bajan, por la estructura de la psiquis. Un individuo, en un momento dado se halla presente, aquí y ahora, trata de subir por los escalones del primer piso, hacia la auto-conciencia[7], adquiere un máximo de atención. No obstante, media hora más tarde, este se identifica con su vecino, baja al sótano interior, se hipnotiza con una emoción de orgullo, ira contenida, amor propio herido, etc. La conciencia de esta persona se halla en el subconsciente en su mínimo, el estado de “Eikasia” o sueño.
En realidad, la conciencia o Esencia libre está en su máximo cuando esta dispone sin restricción de sus cualidades innatas como son: la autonomía, la lucidez, la serenidad, la fortaleza, etc. que son intrínsecos a su porcentaje libre. Esto argumenta el porqué las antiguas tradiciones filosóficas y espirituales enseñaran la meditación, la vida retirada y contemplativa. A través de estas disciplinas y renuncias, la conciencia y el nivel de Ser de estos ascetas aumentan debido a la baja intensidad de actividad mental y la pasividad de la personalidad.
Opuestamente, según la conciencia se identifica con la personalidad o el ego, esta Esencia abandona sus virtudes[8] y asume los dictados de los elementos subjetivos que el sujeto carga. De este modo, la conciencia se diluye en el subconsciente, se halla en un mínimo y uno está inconsciente o hipnotizado.
“Lo que internamente somos, espléndidos o mezquinos, generosos o tacaños, violentos o apacibles, castos o lujuriosos, atrae las diversas circunstancias de la vida.” (Tratado de psicología revolucionaria. Cap. El nivel de Ser)
Esto significa que, comúnmente, un individuo centra su atención según el interés de su personalidad. Uno se reconoce en lo que aprendió, experimentó, en su propia historia, sus patrones de conducta, modo de pensar y sentir. Tal como la persona se percibe a sí misma, esta fija su atención, establece el centro de gravedad psicológico y la conciencia se restringe a esa órbita. Esto indica que uno adopta modelos que no pertenecen a la Esencia libre; estos moldes corresponden al ámbito social, religioso, ético,… de la época y del lugar donde el sujeto es influenciado en su forma de ser. Esto es lo que define la personalidad y determina el nivel de Ser que el ser humano desempeña en su vida cotidiana. Por esta causa, para empezar a utilizar el potencial más alto de la conciencia en estas circunstancias es necesario del esfuerzo consciente y voluntario. De este modo, el alumno aumenta, aunque de forma ocasional, el estado de conciencia y su nivel de Ser. Este cambio de visión le permite a uno contemplarse desde una altura y un ángulo distinto, más imparcial; Una disposición a la aprehensión de la realidad de lo que uno es y del mundo que le rodea más simple, directa y verdadera. Las capacidades de la persona se hallan depositadas en la Esencia libre. Uno responde a la adversidad desde el libre albedrío con respecto al ego y la personalidad, posee independencia para pensar, sentir y actuar a través de los valores humanos; Puede aprovechar sus oportunidades; causar situaciones nuevas porque no se halla sometido a la mecánica de lo aprendido recurrentemente. Esta realidad psicológica es posible si el estudiante usa el máximo grado de conciencia libre que dispone su alma junto con sus atributos. En este estado psicológico, el ser humano vive en un nivel de Ser superior aunque no sea permanente.
Cuando el estudiante pierde la guardia y su atención cae en la identificación, la conciencia se sumerge en el subconsciente y todo el proceso se invierte. La mente se hace confusa, compleja, desaparece la claridad de ideas, las emociones nublan la realidad y uno se siente atrapado en la inconsciencia. Esto provoca el error en la percepción de la realidad, de las decisiones y de su ejecución. El resultado son estos dramas y estas tragedias que uno vive y observa en su entorno familiar y conocido. Esto corresponde a cuando el individuo se halla en un grado mínimo de conciencia y es lo que atrae ese nivel de Ser.
El nivel de Ser oscila junto a los estados de la conciencia, tal como se indicó. Sin embargo, para aumentarlo de modo permanente, el alumno precisa desembotellar la Esencia atrapada en el ego. Con esta acción, el porcentaje de Esencia libre aumenta y del “yo” disminuye. Esto influencia a la personalidad que se hace más receptiva y equilibrada, igualmente, disminuye de tamaño el subconsciente.
Cada nivel de Ser genera sus propias afinidades con los demás.
Este principio asociado a los niveles de Ser se percibe con claridad entre las diferentes relaciones y asociaciones humanas. Por ejemplo, ciertos colectivos se distinguen por compartir patrones sociales, culturales, religiosos, profesionales, etc. Estos grupos humanos o estas sociedades asumen ideologías, doctrinas, formas de pensar, sentir, impulsan una acción o reacción,…  que son comunes. En muchas ocasiones, estas involucran unas consideraciones éticas, morales, actitudes hacia los demás, en definitiva, un grado de conciencia y unos valores humanos. En consecuencia, estas corporaciones se ligan a un nivel de Ser o línea horizontal determinada. La mayoría de veces, las personas que integran estos colectivos se asocian por afinidades psicológicas debido a que se identifican con los mismos patrones y comportamientos. Aunque cada individuo disfrute de un nivel de Ser diferente, estos coinciden en algún punto. De manera que los participantes de estos grupos comparten actividades de la personalidad que son el reflejo de ciertos rasgos psicológicos que asumen como propios. En el ámbito juvenil, esto se aprecia con facilidad en asociaciones de tipo extremista. Por ejemplo, los “cabezas rapadas”, sobre todo aquellos que se hallan politizados; las bandas o tribus con características delictivas, grupos vinculados a idearios religiosos, etc. Asimismo, esto se evidencia en otro tipo de colectivos de índole religioso, político, sindical, empresarial, culinario, humanitario. Como son las organizaciones no gubernamentales (ONG): Médicos sin fronteras, Cruz roja, Ayuda en Acción, etc. Muchos afiliados de estas últimas corporaciones sacrifican salario, seguridad, comodidad y tiempo ayudando a los demás en sus necesidades. Estas personas ejercen en los hechos su filantropía y una conciencia social. Estos valores son propios de un nivel de Ser determinado en la medida que esta ocupación es sincera.
Asimismo, estas afinidades atraídas por un nivel de Ser se perciben con claridad entre los adolescentes. En este periodo de la vida, este busca un amparo o apoyo fuera del hogar familiar puesto que crece en él un deseo de independencia con respecto a los padres. No obstante, según el perfil psicológico del púber, este tantea entre sus relaciones aquellos que le convienen según lo que quiere ser, experimentar, le gusta, inquieta. A través de estos gustos y búsqueda se refleja el nivel de Ser del joven, de este modo se asocia y congrega con quien halla afinidades y simpatías. Esta realidad, la viven muy a menudo los padres con inquietud porque observan como sus retoños se ligan con otros adolescentes que consideran influencias poco recomendables. En muchos casos, los chavales se dejan llevar o introducen a otros en ambientes poco apropiados para su desarrollo personal y anímico. De esta manera, una gran cantidad de chicos y chicas son iniciados en el mundo del botellón, de la droga, delincuencia, la carencia de responsabilidades y de valores. Inversamente, muchos adolescentes que acarrean otro tipo de rasgos psicológicos se relacionan para otro tipo de labores que son consecuencia de un nivel de Ser más alto. Por ejemplo, se ayudan y animan para afrontar responsabilidades como son los estudios, buscar trabajo en verano para afrontar los gastos personales, participan en la práctica de algún deporte, cooperan con alguna asociación solidaria, etc.
Tal como cada uno puede comprobar en su existencia, toda persona acarrea un nivel de Ser. Este la emplaza en unos ámbitos psicológicos que se concretan con una línea horizontal determinada. Las actividades, la forma de entender los escenarios de la vida, de asumirlos y, finalmente, de ser atrae por afinidad psicológica a aquellos que uno considera amigos. El círculo de amistades que el individuo crea está vinculado al grado de conciencia que este disfruta.
Tabla de ilustraciones.
Pág. 2.- “Escalera de Jacob”, (Siglo XII). Localización: Fachada frontal Oeste, Abadía de San Pedro Bath, UK.
Pág. 4.- “Conócete a ti mismo o la juventud entre el vicio y la virtud”, (1678). Autor: Jacob Jordaens. Localización: Museo de Bellas Artes Rennes, Francia. El cuadro compone los siguientes elementos: La inscripción sobre la joven mujer dicta: “Conócete a ti mismo”. Esta última representa la juventud que se halla en una actitud pensativa pero con un atuendo y una pose que revelan vanidad. Dos personajes le muestran cada uno un objeto. En primer plano, un filósofo sostiene en sus manos un reloj de arena que recuerda que los placeres de la juventud son efímeros y que requiere aprovechar el tiempo. Justo detrás se visualiza un bufón risueño que le enseña un espejo para que se mire a sí misma. En esta obra barroca, el autor expone las dos opciones que se presentan en la vida de cada persona una vía virtuosa y la otra licenciosa.
Pág. 7.- “La escalera de Jacob”, (1340). Autor: William Blake. Localización: Museo Británico, Londres.
Pág. 9.- “Pilar central entre pórticos de entrada, Bajo relieve llamado ”Scala philosophorum”, (principios del siglo XIX). Autor: Viollet Le Duc. Localización: Catedral de Notre Dame de Paris. Este sello esta rodeado de otros siete que representan las artes liberales. En la base y el centro del pilar se halla sentada sobre un trono una mujer que representa la filosofía[9] cuya cabeza alcanza el cielo. Este hecho simboliza que esta se halla en el grado más alto de esta disciplina expresado como sabiduría. El trono alude a su solemnidad, majestad y realeza. Sostiene dos libros: uno alude al conocimiento externo y, el otro, hace referencia al conocimiento interno, de uno mismo. El cetro significa el poder de la sabiduría y la escala describe que se llega a ella subiendo los peldaños del conocimiento de la verdad y la práctica de la virtud según el autor que la inspiró.
Pág. 11.- “La Venus palmira o La belleza del alma”, (1870). Autor: Gabriel Dante Rossetti. Localización: Galería de arte Lady Lever, Port Sunlight, UK. Este autor prerrafaelita aparejaba sus obras con una poesía.
La belleza del alma.
Bajo el arco de la Vida, donde el amor y la muerte,
El terror y el misterio, guardan su santuario,
Yo vi a la Belleza en un trono,
Y aunque sus ojos son abandono
La dibujé en la simplicidad de mi aliento.
De Ella es la mirada -sobre y debajo-
Del cielo que se curva sobre ti
Por mar o cielo o mujer, solo hay una ley,
Ser el siervo de su palma y su corona.
Esto es lo que la Señora de la Belleza sabe,
En cuya alabanza tu voz y tu mano se agitan,
Larga sabiduría en el vuelo de tu cabello,
El diario palpitar en tu corazón y tus pies,
¡Con qué pasión irremediable, en cuántos vuelos!
¡Cuántas formas y maneras tienen sus días!
Muchas pinturas de Gabriel Rossetti se fundamentan en la obra de Dante Alighieri: La “Divina comedia”. Este cuadro está inspirado en los dos caminos que se abren al alma y cual de ellos constituye para ella un logro. La imagen representa al alma con toda su belleza delante de un pilar y ladeada sobre su lado derecho. Esta mantiene una palma en la mano diestra que es símbolo de victoria y la mano izquierda reposa sobre la talla de un pequeño ángel perteneciente al trono donde está sentada como signo de protección. Detrás de ella, a ambos lados, aparecen unos elementos alegóricos de estas dos opciones de la vida. A su lado derecho, se observa a Cupido el dios del amor con los ojos vendados que indica que este amor precisa ser universal, no debe condicionarse por los sentidos. Para reforzar esta idea, se aprecia en el pilar un cisne sobre tres cabezas humanas. Apenas se distingue como este se picotea el pecho como símbolo de sacrificio. Esta ave igualmente se vincula con el amor. Entre ambos hay un fuego que indica vida, energía. Detrás del fuego un espejo que refleja la llama, que muestra esplendor, claridad, lucidez. Sobre el conjunto una corona de rosas las cuales se relaciona con el amor y la belleza. Todos estos símbolos son propios del “Logos solar y creador” de la época clásica. Por el lado izquierdo, sobre la columna, se aprecia una esfinge que alude al misterio del hombre y del alma. También, se desplazan unas mariposas que son el signo de una trasformación interior. En el fondo, se distingue una calavera que alegoriza a la muerte; un fuego apagado y sobre ellos, un grupo de amapolas que se asocia al “sueño de la vida”. Todos estos elementos aluden a un perjuicio para el alma y corresponde a la vía horizontal.
Pág. 14.- “Ars Magna de Ramón Llull”, Miniatura del Breviculum ex artibus de Ramón Llull, (1321). Autor: Tomas le Myesier. Localización: Biblioteca del estado de Baden, Karlsruhe. Alemania. Esta lámina muestra la doctrina de este sabio medieval que preconizaba la importancia de la adquisición de conocimiento y su relación con la escala de Jacob en el ascenso místico.
“El Libro del ascenso y descenso del entendimiento (Liber de ascensu et descensu intellectus desarrolla el famoso método "escalar" del pensamiento luliano: hay "escalas místicas" que determinan "escalas del conocimiento" por las que se puede subir o bajar como si se tratase de amplias escalinatas”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Calve: Ramón Llull)
Lectura.
“… resta como peculiar del hombre excelente amar y abrazar lo que le sobreviene y se entrelaza con él. Y el no confundir ni perturbar jamás al Dios que tiene la morada dentro de su pecho con una multitud de imágenes, antes bien, velar para conservarse propicio, sumiso, disciplinadamente al Dios, sin mencionar una palabra contraria a la verdad, sin hacer nada contrario a la justicia. Y si todos los hombres desconfían de él, de que vive con sencillez, modestia y buen ánimo, no por ello se molesta con ninguno, ni se desvía del camino trazado que le lleva al fin de su vida, objetivo hacia el cual debe encaminarse, puro, tranquilo, liberado, sin violencias y en armonía con su propio destino”. (Marco Aurelio. Meditaciones. Libro III. 16)
“No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran barbaridad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos”. (Santa Teresa de Jesús de Ávila. Las moradas del castillo interior. Cap. 1. 2)
 
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[1] Pueden existir una gran cantidad de condicionantes en ambos casos. Sin embargo, no hay que olvidar el espíritu pedagógico del argumento, el cual busca claridad.
[2] Esta es la famosa escala del sueño de Jacob del Antiguo Testamento, (Génesis 28. 11-19).
[3] En este país esto es poco común debido a la escasez de trabajo pero en otros países de nuestro entorno sucede con bastante asiduidad.
[4] Enfermedades propias o de familiares, desplazamientos forzosos, discapacidades, acoso, rechazo generalizado, paro prolongado, ruina, guerra,… Todo tipo de circunstancias que atraen el desconsuelo y la miseria.
[5] “Enthousiasmos”.
[6] Esta cuestión es más evidente de apreciar en los países donde la tasa de paro es baja y existe un mercado de trabajo ágil y dinámico.
[7] “Dianoia”.
[8] Independencia, paz interior, inteligencia práctica, coraje, paciencia, tolerancia, etc.
[9] Este bajo relieve esta inspirado del rosetón norte de la catedral de Laon, construida sobre el año1200. A su vez este expone la doctrina filosófica de Severino Boecio (480-523). Este autor influenció notablemente la filosofía medieval con su obra Consolatio”, donde describe con detalle la figura representada.

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