viernes, 10 de junio de 2022

La necesidad de la experiencia directa

   “Al concluir, quiero poner énfasis en la necesidad de experimentar de forma directa todo lo que hemos explicado. La experiencia de lo real es cardinal y definitiva para la comprensión creadora”. (Samael Aun Weor. “Sí, hay infierno; sí, hay karma; sí, hay diablo”. Cap. La experimentación directa).

Introducción

El autoconocimiento se fundamenta sobre la experimentación directa. Este tema profundiza en la necesidad de investigar “quién soy” por uno mismo, y cómo hacerlo adecuadamente. La vivencia personal que ahonda en el propio misterio, se evoca a través del anhelo, y el esfuerzo de estar presente en los distintos planos de la realidad.

El diccionario RAE define experimentar como: “probar y examinar prácticamente la virtud y propiedades de algo; notar, advertir en uno mismo una cosa, una impresión, un sentimiento, etc. En las ciencias fisicoquímicas y naturales, hacer operaciones destinadas a descubrir, comprobar o demostrar determinados fenómenos o principios científicos”.

Experimentar en el plano personal es vivir, tal como ocurre cuando uno acerca la mano al fuego y se quema, es una vivencia real, del instante y sin intermediarios.

Esta enseñanza es una ciencia muy particular que aplica el método empírico[1] indaga los eventos físicos, psicológicos, y ontológicos que son propios a la persona. Esta técnica consiste en depositar la atención, sin olvidarse de sí mismo, de modo que se acredite rigor y objetividad de lo que uno experimenta. El estudiante que se aleja de la presencia de la conciencia y su didáctica, construirá muchas teorías e hipótesis sobre él mismo, pero difícilmente corresponderán con la realidad. La conciencia, tal como se ha definido en diversos temas, es la capacidad de aprehensión de la verdad. La mente o la facultad intelectual pueden, sin duda, pensar y razonar sobre una vivencia personal, pero esto no garantiza la autenticidad de sus conclusiones. Es indispensable que este principio sea comprendido y asimilado por el sujeto que aspira a un saber trascendente. El autoconocimiento se adquiere por medio de la experiencia consciente, directa e inmediata.

El individuo precisa, por tanto, una constante reflexión sobre las características, causas y consecuencias de su desarrollo interior. Cuando alguien ingresa en este curso se le facilita una valiosa información en los diferentes frentes que constituyen la psiquis del ser humano. Al inicio, esta didáctica expone elementos básicos, los cuales se advierten con una atención ordinaria, trivial, dirigida sobre sí mismo. Los distintos estados de la conciencia, la meditación, los centros del organismo, el ego, la personalidad, la Esencia, la identificación…, son evidentes con una observación mecánica y están al alcance de la razón subjetiva.

No obstante, el conocimiento sobre sí mismo se compone de varios estratos. Las primeras capas exteriores, visibles y aparentes se revelan con cierta facilidad. Muchas personas se asombran de la claridad de sus premisas y contenidos, y se lamentan de no haber accedido antes a esta disciplina. Incluso, algunos consideran oportuno que esta sea impartida en colegios, institutos y universidades. Sin embargo, a pesar de la sinceridad de estos testimonios, normalmente, los conocimientos recibidos no son todavía aprehendidos cabalmente por el alumno, ni su Esencia se ha liberado. Estas reacciones ante los beneficios de la práctica de esta enseñanza, constituyen un primer paso, el cual es muy importante en la medida que incide en el anhelo de Ser. Al principio, esta situación es fruto de una necesaria formación intelectual, aunque precisa acompañarse de una práctica real. Si la acción no se halla presente, el individuo no verifica lo que le enseñan, y comete el error de acumular datos en la memoria sin comprenderlos, ni evidenciarlos por sí mismo. Con el paso del tiempo, esta actitud deriva en una amalgama de teorías, adaptadas a la vida del sujeto según su conveniencia, cuyo resultado será una mayor confusión mental. Una cabeza llena de hipótesis de lo que es o deja de ser, pero siempre víctima de las circunstancias, de los demás y de sí mismo.

Este tema de la experimentación directa es primordial en el autoconocimiento. No existe posibilidad alguna de conocerse desde la verdad, sin un estudio empírico donde uno mismo es el sujeto y el objeto de atención en la vida cotidiana. Una persona se descubre a sí misma observándose en las distintas escenas de la existencia con su propia conciencia. Esta comprensión es un destello de madurez e inteligencia práctica por parte del sujeto que lo plasma en los hechos.


“No es signo de una mente sincera y científica despreciar algo sin investigación. Los científicos superficiales, incapaces de explicar los fenómenos mentales extraordinarios, se esfuerzan en ignorar su existencia… Es incorrecto creer ciegamente. Se debe usar la propia razón y juicio; se debe practicar para ver si estas cosas suceden o no”. (Swami Vivekananda. “Obra completa. Vol. I”. Cap. El Raja-yoga, introducción).

El anhelo de Ser

Cuando un estudiante anhela ser mejor persona desde la perspectiva ética, concluye igualmente que necesita conocerse. Esta inquietud es un elemento vital de toda transformación interior. “El crecimiento en el ámbito humano”, resulta de una mayor conciencia de uno mismo, de cuál es su realidad como alma, sobre qué fundamentos descansa su acción. El objetivo del bienestar integral es que el sujeto evite errores que atraigan sufrimiento a sí mismo y los demás; sea coherente y digno con su naturaleza esencial; disfrute de cualidades de humanidad y las use rectamente. El camino del Hombre equilibrado pertenece a la senda espiritual, porque son las primeras etapas del conocimiento de la “Auténtica Realidad” que encierra toda Esencia. Este despertar de la conciencia a un nuevo paradigma de lo que soy como alma y sus infinitas posibilidades, crea este anhelo de Ser.

¿Qué se entiende por anhelo de Ser? Es un afán sincero por descubrir uno mismo la Esencia que anida en su propio corazón, el cual acarrea un impulso y un esfuerzo concreto por experimentar toda instrucción recibida al respecto. Todo lo que uno es, precisa conocerse de modo objetivo, y esta actividad se colma con la presencia de la conciencia de la persona en los hechos. Por esta causa, autoconocerse más allá de toda teoría entraña percepción, observación y constatación de todo aquello que está sujeto a uno mismo. ¿Por qué uno anhelaría cambiar, si no fuera porque el individuo evidencia la cruda realidad del estado interior que carga en la psiquis? Esta enseñanza carece de sentido, sin una debida transformación, propuesta por la comprensión de lo que uno vive en sí mismo.

Por ejemplo, uno constata por medio de la práctica de las técnicas ofrecidas en el curso, que adolece de miedo, egoísmo, impaciencia, intolerancia, rencor, etc.; así mismo, observa que su personalidad carga hábitos inútiles como: emociones negativas, preocupación, ansiedad, fantasía…, y evidencia que todas estas estructuras mentales perjudican su existencia, y la relación con los demás. ¿Qué sentido tiene comprender esta realidad interior y permanecer en ella? Si no existe cambio ante lo que los hechos prueban, significa que no hay coherencia, y uno, como persona, es cómplice de sus defectos, carencias, y su ignorancia. Esto revela egos de la mala voluntad. Esta situación psicológica en la que se arraiga el ser humano, plantea una reflexión sobre su destino como alma. En consecuencia, si este no anhela cambiar, tampoco aspira ser su “Auténtica Realidad”, y el autoconocimiento no es útil para él, es decir, pierde el tiempo, y una valiosa ocasión de progreso anímico.

En conclusión, es indispensable que el alumno:

  • Compruebe todo conocimiento adquirido en el plano teórico por sí mismo, y si este corresponde a la realidad. Evite toda conjetura o fantasía.
  • Esta experimentación directa implica un proceso de transformación interior a todos los niveles: físico, psicológico, y ontológico, sobre la base de la comprensión creadora.
  • Esta evidencia de lo que uno es, proviene de un esfuerzo consciente, que se fundamenta en el anhelo de Ser, de descubrir quien soy como alma. Esta inquietud conlleva una revisión y un cuestionamiento de hábitos, modos de pensar, sentir, conductas, actitudes, posturas ideológicas, creencias…, y de todas sus causas.
  • En el plano psicológico, toda investigación se centra en descubrir al verdadero Hombre que hay dentro de la persona. Igualmente, en la intimidad de todo Hombre real, existe el Ser espiritual o Atman totalmente ignorado por el sujeto.

En el plano externo, la referencia es la existencia, la realidad física. Cada quien acomoda su vida tal cómo él la concibe, la cual es el resultado de su mundo interior o realidad psicológica. Esto conlleva que toda decisión y acción en este ámbito posee un enorme calado para el autoconocimiento.


Cuando la conciencia se expresa con su lucidez, se refleja en el modo de percibir, sentir, pensar, y vincularse con el mundo que le rodea. El interés por ciertas actividades, relaciones, y prioridades de la existencia sufre una traslación de valores. Sin embargo, esto es imposible sin una comprensión de fondo del plano interior. Si el individuo verifica que posee más defectos y menos virtudes que se atribuía antes de iniciarse en el conocimiento de sí, entonces, reflexiona. Esta aprehensión de cómo uno es en realidad, incide en la inquietud de cambiar y para lograrlo se toman iniciativas, y se establecen prioridades nuevas.

Por ejemplo, el estudiante halla tiempo para meditar, se esfuerza por no olvidarse de sí mismo, evita en lo posible la identificación, despierta su interés por aportar valores a su vida, trabaja las preocupaciones, las emociones negativas, cambia de centro, etc. En definitiva, este se exige a sí mismo una mayor atención, transformar las impresiones, y una relación más consciente con la existencia, consigo mismo y con los demás.

La experimentación directa

“Ahora bien, ¿cómo sabremos nosotros qué es el yo? es necesario aprender a pensar psicológicamente. Cuando uno aprende a pensar psicológicamente abre la mente interior, y entonces conoce de verdad, no porque otros lo digan o por lo que haya escrito fulano o zutano, o dejado de escribir, sino por experiencia directa, vívida, la verdad, lo real, los misterios de la vida y de la muerte”. (Samael Aun Weor. “Cátedras I”. Cap. 9).

La experimentación directa del mundo íntimo es una “necesidad básica”, desde la perspectiva del alma, instaura su alimento, abrigo y refugio.

De modo figurado, el “pan” es un producto de referencia en las necesidades nutritivas de cualquier individuo. Si un niño no come suficientemente, su crecimiento será afectado. En este sentido, la vivencia personal y consciente es la base indispensable del “desarrollo de la Esencia”. Igualmente, toda comprensión que proviene de esta experiencia propia y cabal se establece en la mente interior. En esta última se depositan todas las aprehensiones que el individuo vive por sí mismo y contribuyen al pensamiento autónomo y coherente con la realidad.

El “abrigo” alude a protegerse de toda tentación mental de sumergirse en el Océano de las teorías y las creencias. Toda filosofía, religión, nueva corriente espiritualista…, al igual que cualquier ciencia que se precie de ser objetiva, es decir, de proclamar la verdad, precisa aportar recursos para que el sujeto la experimente. Esta vivencia íntima y consciente es el abrigo o el paraguas a la falsedad o el “autoengaño de premisas doctrinales”. Si se trata de la verdad que existe en el interior del ser humano y su relación con la creación o alguna dimensión espiritual, debe ser verificada por él mismo. De esta evidencia y de los esfuerzos que se derivan para alcanzarla, surge el aprendizaje y la genuina comprensión de la realidad y de su relación con ella[1]. La responsabilidad y la tarea de experimentar recae en el alumno, la enseñanza solo facilita los elementos didácticos para que este acceda, por sí mismo, a la verdad de lo que es.

El “refugio” se refiere al amparo o la seguridad que brinda la vivencia individual y objetiva ante toda duda y confusión que existe en el ámbito psicológico. En el campo del conocimiento existen muchas controversias. La mente y la personalidad generan una gran cantidad de recelos sobre lo que no conoce ni advierte a través de los sentidos físicos. De hecho, toda búsqueda que penetre en los planos anímico y ontológico está vetada a la percepción sensorial. Este estudio pertenece al dominio de la conciencia y sus facultades. Por sus propiedades, toda disciplina que escapa a los sentidos y la experiencia tangible, es cuestionada o excluida del ámbito cognitivo[2]. No obstante, el autoconocimiento es una ciencia aplicada, debido a que todo lo que ocurre dentro del ser humano puede ser observado por él mismo. En consecuencia, esta enseñanza aporta herramientas, claves y datos útiles al alumno para que los emplee con su conciencia, la cual es la facultad concebida para aprehender su realidad interior. De este modo, este abandona la “especulación racional”, tanto la propia como la ajena, sobre lo que ocurre en su propio mundo íntimo, y se esfuerza en advertirlo por sí mismo. Esto comporta la renuncia de teorías e hipótesis que adornan la ignorancia sobre un proceso psicológico cualquiera. Finalmente, la experiencia directa es un refugio porque cualquier comprensión que se deriva de ella, es confrontada por los hechos.

Existen muchos testimonios de personas que viven una experiencia extraordinaria y directa en el ámbito ontológico, a partir de este evento, estas transforman la percepción de sí mismas y su existencia.

Vicente Ferrer captó su vocación en la orilla izquierda del Ebro, en plena Guerra Civil[3]. Madre Teresa de Calcuta aprehendió la llamada de ayudar a las clases más desfavorecidas en un viaje en tren a Calcuta[4]. El escritor y filósofo Eric-Emmanuel Schmitt se perdió en el desierto durante una noche y fue objeto de una experiencia mística que lo impregnó de lo trascendente[5]. Una serie de vivencias vinculadas a la discriminación que Gandhi sufrió en Sudáfrica, inspiraron su actividad política al frente de la lucha por la independencia de la India[6]. A estos cuatro ejemplos se une una larga lista de personas que accedieron a una vivencia espiritual, la cual les reveló el sentido de sus vidas y de su dedicación posterior. En todos los credos: hinduismo, budismo, taoísmo, sufismo, cristianismo, islamismo, etc. existen casos de estas experiencias que transformaron a quien las sufrió.



Todas estas vivencias trascendentes muestran que atraen un cambio de percepción de la existencia. Estos individuos modifican su forma de pensar, sentir y de relacionarse consigo mismo y con sus semejantes. Normalmente, el ser humano vive un sueño desde el ámbito anímico, y la experiencia directa viene a despertar su conciencia; esta es la barca que le lleva a la otra orilla, lugar donde “toma conciencia de otra realidad”. Las enseñanzas Zen animan al discípulo a “pasar a la otra orilla”. Esto significa que este requiere experimentar su propia trascendencia, también llamado estado de samadhi o nirvana. Esto se traduce en un cambio real en el modo de advertir el mundo y su propia condición humana.

No obstante, para la mayoría de la gente que posee inquietudes, estas experiencias son fruto de un esfuerzo continuo, diligente, una investigación sincera y consciente. La finalidad es producirlas en los distintos planos internos para hacerse consciente de sí mismo. La vivencia directa facilita el conocimiento de una naturaleza íntima que se anhela conquistar, comprender y establecer en el alma. Un mundo espiritual que en estos momentos y estas condiciones es completamente ignorado. ¿Cómo disfrutar de un estado de conciencia, unos valores anímicos y una existencia espiritual que se desconocen?

El alumno precisa meditar sobre este hecho.

Muchos autores escriben con más o menos acierto sobre lo que internamente es el Hombre, del “prototipo de Hombre primordial” y, muchos más, son los que los leen. Sin embargo, la lectura no proporciona el disfrute de todas estas capacidades. Cuánta bella e ilustre literatura describe el reino del amor, de la paz, de la libertad…, que emana del plano espiritual. Pero pese a la iluminación de los textos, solo un número muy reducido de sujetos gozan de la condición de Hombre; muy pocos son los que experimentan la conciencia de lo que son realmente.

La experimentación directa es el disfrute de instruirse sin intermediarios ni intérpretes de la fuente de lo que se anhela vivir y aprender. Experimentar es vivir, es una acción, un movimiento, una realidad dinámica y aplicada. Así mismo, es dejar de seguir a los demás, abandonar la imitación o la emulación de tutores o preceptores. Es evitar convertirse en un ciego o un soñador que sigue a otro ciego o ilusionista.



En el mundo material una persona vive y experimenta aquello que anhela. En la juventud, se buscan experiencias, independencia, relaciones, etc. Así mismo ocurre con el autoconocimiento, la persona precisa vivir todo aquello que le concierne a nivel íntimo y al hacerlo, establecerse en lo comprendido de modo natural y espontáneo. El individuo se afianza en el mundo espiritual cuando vive el amor consciente, es libre, piensa por sí mismo, tiene fe, esperanza, se pone en el lugar de los demás, les asiste, siente a su propio Ser, es feliz. Cuando uno se asienta en la experimentación directa halla en ella, alimento, refugio, amparo, e inspiración. Esto significa que vive y disfruta de una conciencia objetiva de todos sus atributos humanos. Vive la experiencia de la senda interior, caminando.

Autoconocimiento es verificación, evidencia, y pensar por sí mismo

“Ilustración es la salida del Hombre de su culpable minoría de edad. Minoría de edad es la imposibilidad de servirse de su entendimiento sin la guía de otro. Esta imposibilidad es culpable cuando su causa no reside en la falta de entendimiento, sino de decisión y valor para servirse del suyo sin la guía de otro, ¡Sapere aude! (¡Atrévete a pensar!) ¡Ten valor para servirte de tu propio entendimiento!”. (Immanuel Kant. “En defensa de la Ilustración”. Cap. Respuesta a la pregunta: ¿qué es la Ilustración?).

Así empieza, el filósofo I. Kant (1724-1804), la defensa de la Ilustración. Un periodo de cuestionamientos y uso del propio discernimiento sobre las ideas preconcebidas y los prejuicios que todavía existían desde la Edad Media. Dos siglos después, la mayoría de las personas siguen sin pensar por sí mismas, ni usan su entendimiento, es decir, la conciencia para aprehender la verdad sin restricciones. Por esta causa, es importante reflexionar sobre los elementos que concurren en el desarrollo del propio juicio, y cómo la vivencia personal es uno de sus elementos básicos.

Experimentar por sí mismo es indispensable, ya que acomoda la mente de modo natural a la realidad. Aunque, en muchos casos, esto no impide radicalmente al individuo permanecer en la ilusión, no obstante, los hechos son, en última instancia, los que prevalecen.

La mente y, concretamente, el centro intelectual, fomentan la fantasía o asumen como verdad conocimientos ajenos. Independientemente de que la información sea razonable y auténtica, la persona que la recibe no la vivió con su propia conciencia. En consecuencia, la fuente de los datos adquiridos en origen no proviene del sujeto. En estas condiciones, las operaciones ejecutadas por las funciones del organismo no se vincularán a la Esencia, sino a la mente o la personalidad. Esto ocurre cuando el conocimiento es exclusivamente racional, a pesar de su lógica, este se deposita en la parte más superficial de la memoria, aunque este sea emitido por los expertos más prestigiosos. Por lo tanto, para aprender a pensar por sí mismo, no solo se requiere una forma genuina e inteligente de usar la información, sino también de que esta sea aprehendida por uno mismo. De no ser de este modo, uno estaría repitiendo como un loro, lo que los demás dicen, sin tener la absoluta certeza del hecho ni una apreciación justa de su realidad. Vivir un evento o un conocimiento con la conciencia es verificar que este corresponde a la verdad y en qué circunstancias. Esto último contribuye a que la Esencia adquiera madurez y la personalidad del individuo, equilibrio.

Por lo tanto, pensar por sí mismo se fundamenta en una apreciación integral de la realidad, lo que se vincula con la transformación correcta de las impresiones. Si la información es recibida en el tercer estado de conciencia, el sujeto evita la identificación e impide una percepción errónea de lo que advierte. Cuando uno se instruye sobre cualquier tema y, especialmente, este se halla sujeto al conocimiento de sí, es vital que lo comprenda en el plano racional, anhele vivirlo, y lo practique hasta experimentarlo. Esta manera de proceder es la que establece el desarrollo interior y la base de un uso correcto del centro intelectual.

Aprender a pensar por sí mismo es una tarea que atrae ciertos valores humanos muy importantes. Inferir con sensatez es hacerlo desde la extrema “vigilancia de la conciencia”, ya que preserva la objetividad, y el rigor en el uso de las operaciones racionales. La conciencia aporta la cualidad del “discernimiento”. Con su presencia en el pensar, distingue y separa la verdad de la falsedad, lo justo de lo injusto, lo perecedero de lo perdurable, lo esencial de lo superfluo, etc. Esto ilustra que este atributo reconoce y ampara lo que es propio a la naturaleza de la conciencia o la Esencia, y lo diferencia de aquello que proviene de la mente o del subconsciente. Ambas naturalezas, Esencia libre y Esencia embotellada, son calidades psicológicas distintas que el discernimiento advierte sin dificultad, en la medida que el sujeto lo ejerce y desarrolla. Cultivar esta facultad, en el instante de percibir las impresiones y pensarlas, es indispensable si se anhela hacerlo por sí mismo, de modo que la realidad y la conciencia inspiren el juicio. Otro atributo que se deriva de este estado interior es la “honestidad” de lo que se razona, el hecho de respetar la realidad y ser consciente de ella, implica ser “veraz” en su discurrir. Pensar por sí mismo no es posible sin “autonomía psicológica”, la cual respeta el libre fluir del pensamiento. Esta independencia del pensar se pierde ante la identificación, y la aparición de la subjetividad intrínseca de la pluralidad psicológica.



Aunque, toda realidad ontológica está fuera de la órbita intelectual, este centro facilita considerablemente la labor de la conciencia; si el estudiante conserva su mente receptiva, la conciencia de modo sutil, la ilumina.

Sensatez, lucidez, discernimiento…, brotan en una mente que se halla en silencio, sin prejuicios y libre, donde se expresa la inteligencia práctica, y se origina el recto pensar.

“¿Cómo saltar de una sociedad en la que hay que pensar según los modelos impuestos desde fuera a una ilustrada en que se enseña a pensar por uno mismo? Kant responde que este proceso es muy lento, pero que, una vez consolidada la libertad, resulta imparable”. (Ignacio Sotelo[7]. Artículo: “Pensar por sí mismo”, del diario “El País”, 3 de septiembre de 2005).

El ser humano no alcanzará su Alma Humana o mayoría de edad, como escribió I. Kant, si este es incapaz de dominar su mente. Un libre pensador es quien dispone de juicio crítico, y atributos humanos suficientemente independientes del subconsciente. La verdadera libertad de conciencia y pensamiento se logra, si el alumno elimina los agregados psicológicos que embotellan el alma.

La vivencia directa y consciente elimina falacias, prejuicios y fantasías

Falacias, prejuicios, fantasías…, y todos sus sinónimos, tienen en común que alejan a la persona de la realidad. Cuando la mente se abstrae de la verdad, y entra en el mundo de la ignorancia, entonces, nacen la calamidad y la miseria. Todos los problemas que el ser humano origina, se fundamentan en su falta de conciencia de lo que hace, siente, y piensa, y se acentúan por desconocer su naturaleza interior.

“Por lo común, las gentes al enfrentarse a la vida no reciben las experiencias directas en la conciencia, no; tienen una serie de preconceptos, prejuicios en la mente terribles. Cualquier reto pues, es de inmediato, dijéramos, escudado por algún prejuicio o preconcepto”. (Samael Aun Weor. “Cátedra II”. Cap. 31).

Por esta causa, el estudiante precisa estar presente a su vida para despertar del sueño que se sustenta en la psiquis con estas estructuras mentales que se definen como:

  • Falacia es vivir en una falsedad.
  • Prejuicio es vivir con ideas preconcebidas, juicios previos…, independientemente de los hechos.
  • Fantasía es vivir en lo ilusorio, la ficción o lo virtual, desvanecerse ante lo que es.

Todas estas posiciones psicológicas son la base de errores de apreciación de la existencia, de sí mismo, y elaboran experiencias subjetivas que ahondan en la identificación, la confusión y el desequilibrio. De este modo, la mente rechaza o acepta teorías, ideologías y creencias sin experimentar directamente la realidad de sus fundamentos y, en consecuencia, no los comprenden cabalmente. Esto significa que la mente asume o refuta preceptos o conocimientos de modo arbitrario según los patrones que concretó en su personalidad, la cual se aferra a lo conocido.

Esta actitud poco abierta a lo nuevo de la mente, restringe lo que uno mismo puede investigar, y limita considerablemente el uso de la inteligencia. En efecto, todo esto contribuye a que la persona recurra continuamente a los mismos modelos del pensamiento. Lo cual redunda en la propia existencia, y al modo de enfrentarse a sus retos y dificultades; el sujeto al adoptar estereotipos todo evento se vuelve inconsciente y rutinario. Tarde o temprano, el resultado de esta fascinación de la psiquis es dolor, desengaño o indiferencia por la vida. En suma, cada momento de satisfacción se alterna con otro de insatisfacción; y la mente solo reconoce estos dos extremos, ignora que existe una posición superior que corresponde a la comprensión creadora.

La existencia es un bien del alma para ser disfrutada en toda su plenitud, pero ¿cómo gozarla sin estar plenamente presente a ella? El estado de presencia garantiza que es uno mismo quien vive ese instante, el hecho, capta lo que siente, piensa, e interactúa con este, en saber por qué causa y qué factor psicológico es el responsable. Esta conciencia y disposición de experimentar todas las dimensiones de sí mismo en un momento y lugar dado, es la única que construye al Hombre superior. El alma del individuo no se edifica sobre engaños, opiniones e ilusiones, sino solo sobre la aprehensión de la realidad que se despliega en los planos interno y externo.

La transformación interior

“El trabajo al que nos estamos refiriendo es de tipo psicológico; se ocupa de cierta transformación del momento presente en el que nos encontramos. Necesitamos aprender a vivir de instante en instante”. (Samael Aun Weor. “Tratado de psicología revolucionaria”. Cap. Rebeldía psicológica).

La experimentación directa guía al alumno hacia el cambio radical. Este proceso es incomprensible para quien no lo advierte en sí mismo, porque la vivencia consciente, lo inspira de las facultades que le son propias.

Si el sujeto experimenta la compasión se impregna de los valores que caracterizan el amor universal. Si adquiere, por ejemplo, comprensión sobre un aspecto del miedo, abandonará dicha actitud y tendrá valor, prudencia, sensatez…, todos ellos, atributos de la Esencia no condicionada por el miedo. Si la vivencia es la libertad se llenará de sus virtudes, etc. La experimentación directa del amor o la compasión, de la libertad, del Ser…, conlleva que la Esencia se abra, ilumine, beba de la fuente interna del conocimiento de la verdad; sea impregnada de las cualidades que la definen. Esta experiencia proporciona al estudiante un cambio real en su modo de pensar, sentir y de comportarse. La persona traslada actividades de la personalidad hacia su desarrollo espiritual y el de los demás; esta transferencia se produce porque los valores del individuo cambian de la personalidad a la Esencia.

Todos los grandes benefactores así lo hicieron, sirvan de ejemplo las vidas de Gandhi, Vicente Ferrer, Teresa de Calcuta, etc. También hay que sumar una gran cantidad de personas anónimas que sacrificaron sus vidas en pos de una causa justa. Todos comprendieron cabalmente con sus conciencias, y por sí mismos de modo directo, la causa por la que se consagraron.

Esta transformación es lo que se entiende como un cambio de nivel de Ser fruto de una toma de conciencia debido a la experimentación propia. En efecto, esto confirma que la vivencia consciente aviva en la persona los verdaderos anhelos de cambio desde el fondo de la psiquis.

El estado de presencia, la autoobservación, y la práctica de las claves de la enseñanza suministran la experimentación directa de lo que uno es en el diario vivir. Cuando el sujeto se cansa de errar en la existencia, entonces, nace la “inquietud de Ser”, la legítima aspiración de ser feliz, y su esfuerzo consciente se encamina hacia su “Auténtica realidad”.

La meditación facilita la profundidad de la comprensión del mundo interno, de la causa, directamente sin especulaciones, aporta claridad, inspiración e intuición. Las experiencias recibidas en estos dos planos de actuación, la meditación y la vida cotidiana, generan que la realidad física y anímica se transforme radicalmente.

De igual manera, el día que el individuo alcance la experiencia de su realidad en la esfera espiritual, su modo de verse a sí mismo cambiará natural y espontáneamente, todo para él será diferente. Esto evidencia el hecho de que el anhelo de Ser es el principio que impulsa, es voluntad de acción de la Esencia, y la experiencia directa el medio sobre el cual se fundamenta la “comprensión creadora”. La transformación interior se origina básicamente sobre dos columnas: el anhelo de Ser y la experiencia directa.

Conclusión

“Cuando a Jesús el Cristo le preguntaron: “¿Qué es la verdad?” Guardó silencio; y cuando al Buda Gautama Sakyamuni le hicieron la misma pregunta, dio la espalda y se retiró. Es que la verdad no es cuestión de palabras, sino de experiencia vivida.

Ustedes podrían sentir el éxtasis de una bella puesta de sol, pero, ¿cómo harían ustedes para que otro sintiera ese mismo éxtasis? ¿Creen acaso que relatándolo lo sentiría? Esto tiene que sentirlo uno por sí mismo y en forma directa...” (Samael Aun Weor. “Cátedra I”. Cap. 10).

El autoconocimiento se edifica sobre los recursos didácticos facilitados por el método empírico, el cual es una investigación basada en la experiencia. Trata de revelar las propiedades y las relaciones esenciales del objeto de estudio, el cual es accesible a la facultad de la conciencia a través del uso de la atención plena. La información es recopilada por el sentido de la autoobservación psicológica. Este permite descubrir de modo directo e inmediato la realidad interior y su vínculo con las impresiones que la persona recibe. Los elementos descubiertos se profundizan en la sala de meditación. Exploración, estudio, y análisis de una estructura interna se efectúa desde un proceder objetivo, riguroso, y consciente hasta alcanzar la aprehensión completa del mismo. Toda comprensión es creadora, determina un estado psicológico nuevo, equilibrado con la propia naturaleza y la situación, y una acción recta. La personalidad y los conocimientos racionales adquiridos de modo inconsciente, permanecen siempre ajenos a todo este proceso.

Por otro lado, el estudiante que comprueba claramente lo real cristaliza la fe consciente, un atributo que se forja con el propio esfuerzo. La fe consciente es intransferible. Si uno no se olvida de sí mismo y se pone en el lugar de quien no disfruta de esta facultad, es capaz de comprender sus limitaciones, recelos, y dudas. Esta toma de conciencia ayuda a desplegar tolerancia hacia los creyentes y escépticos que condicionan su psiquis a todo tipo de pautas mentales. Asimismo, el sentido común indica que, si una persona no experimenta una enseñanza o la desconoce, se aleje de ella y la abandone. Esto ocurre por el simple hecho de que no la aprehende cabalmente, ni la siente en su corazón. La falta de vivencias de la Esencia mantiene al ser humano en el mundo de las suspicacias y los escepticismos. El individuo queda restringido como única alternativa al materialismo, y al mundo conocido e impuesto por lo ajeno.

La vivencia directa es el fruto de la práctica, sin la conveniente, oportuna, y perseverante dedicación no es posible concretar el autoconocimiento. La mente interior se nutre de los datos y de las informaciones que le facilita la conciencia. La comprensión creadora permite abandonar toda forma de creencia y actitud dogmática. La persona descubrirá un mundo nuevo: el pensar por sí mismo de forma autónoma. Adquirirá una mente abierta, receptiva, e intuitiva.

“A todo hombre le es concedido conocerse a sí mismo y meditar sabiamente”. (Heráclito de Efeso, 535-475 a.C.).

La comprensión creadora debido a la experiencia interna es soberana y dictamina con equilibrio los pasos de la vía interior. También, determina la calidad e intensidad de la relación con todo lo que rodea al alumno. Esta facultad de la temperancia establece el orden, el equilibrio, y la armonía en uno mismo, cuando se evita la identificación.

La vivencia objetiva es lacónica; el aprendizaje se hace sutil y permanece en los centros superiores, uno abandona la persistencia y densidad de la mente sensual. La conciencia utiliza otros conductos de comunicación, otro lenguaje. Muchos individuos no distinguen la sensibilidad del alma o no la comprenden, y desechan su advertencia, enseñanza, manifestación, etc.

En muchas ocasiones, uno experimenta una realidad ontológica, pero con el tiempo permite que la mente la diluya, la desvalorice y, finalmente, la olvide. En el subconsciente existen múltiples egos dispuestos a retirar el alimento espiritual, la vivencia directa, y la inquietud de Ser. La ignorancia siempre crea dentro del alumno confusión, constricción, aflicción y resistencia a toda expresión de la conciencia. Todas ellas son influencias instintivas, mecánicas, hábitos…, llamados “influencias lunares”. Contrariamente, la experimentación directa es una “influencia solar”, aporta luz, calor, y vida espiritual a la persona. Esta última es un estímulo de la inteligencia del Logos, del Ser que mora en el alma, para que disfrute de paz interior e independencia psicológica. El sujeto diluya las luchas internas, tanto en la vida como en el ámbito mental. Estas últimas se alzan por medio de dogmas religiosos, ideológicos…, y encadenan a la Esencia libre a prejuicios y culpabilidades.

El estudiante que renuncia a la experiencia propia y objetiva asume implícitamente su esclavitud a los poderes inferiores de la mente. Esto acarrea la pérdida de sus valores humanos y del principio inteligente. Toda semilla encierra bajo su cascarón la inteligencia solar, la fuerza del amor universal, el cual palpita con el objetivo de germinar, y convertirse en el árbol lleno de los frutos de la sabiduría. Sin embargo, esto no es posible sin la “disponibilidad al Hombre”, es decir, si la personalidad no colabora con su propio bienestar y despertar de su conciencia.

El camino espiritual es una “vivencia personal y consciente”, se goza de sus etapas y propiedades, en él hay alegrías y, también, penas. En muchas ocasiones, el individuo se halla ante dificultades, las cuales se conforman como pruebas de madurez. Desde la óptica del alma es su proceso, un regalo que la materia le otorga para su conocimiento, integración, y realización. Esta senda se recorre con hechos, y cada paso es un despertar del sueño, donde uno recupera su identidad, su imagen y sus valores reales. Con la experiencia directa, la Esencia disfruta de la vida interior y física que le es propia, inicia un viaje fascinante hacia el descubrimiento de su naturaleza oculta. A medida que el alumno advierte los principios de la luz cabalmente en su corazón, este vive de acuerdo con ella.

Tabla de ilustraciones

Imagen 1.- “El geógrafo”, (1669). Autor: Johannes Vermeer. Localización: Museo de Arte de Städel Fráncfort.

Imagen 2.- “El espíritu de la cumbre”, (1894). Autor: Frederick Leighton. Localización: Galería de Arte Toi o Tomaki, Auckland, Nueva Zelanda. En esta obra, el autor alegoriza la aspiración de progresar, descubrir o alcanzar aquello que está siempre más allá de lo conocido. Este anhelo de conocimiento y de experimentación directa es necesario en la conquista de la propia realidad interior.

Imagen 3.- “El sueño de Jacob”, 1639. Autor: José de Ribera. Localización: Museo del Prado, Madrid. El autor reproduce una escena del Antiguo Testamento. La experiencia directa a través del sueño de Jacob que describe los diferentes niveles de Ser o conciencia. Esta vivencia es conocida como la escalera de Jacob. A través de la luz se desplazan, tenue y sutilmente, diferentes ángeles que revelan la comunicación existente entre las partes superiores e inferiores de este profeta, considerado uno de los padres del judaísmo.

Imagen 4.- “La parábola de los ciegos”, 1568. Autor: Pieter Brueghel, el Viejo. Localización: Museo de Capodimonte, Nápoles. El autor representa la enseñanza vertida en el Evangelio: “Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo”. (Mateo 15. 14). Este hace referencia al hecho de seguir doctrinas sin la pertinente experiencia directa y personal de lo que estas inculcan.

Imagen 5.- “Open mind” -mosaico- (Siglo XX). Autor: Boris Anrep. Localización: Galería Nacional de Arte, Londres. En esta obra, el autor describe ciertos elementos propios de una “mente abierta” y su importancia en la investigación de la realidad. En el centro se visualiza un atril y un juez con su indumentaria que abre sus brazos indicando con este gesto una disposición mental receptiva a nuevas ideas. En la parte trasera, a la derecha de este personaje y sobre un pedestal, se halla una versión del dios romano Jano. Los dos rostros opuestos representan el conocimiento pasado y futuro, inicio y fin, causa y consecuencia, etc. Mientras que la cara frontal se vincula a la capacidad de estar presente al instante y, por lo tanto, a la conciencia. A su lado, la diosa de la justicia, la cual aparece con los ojos vendados que indican la carencia de prejuicios y de ideas preconcebidas. En la mano derecha, esta sostiene una balanza y, en la mano izquierda, una espada. Símbolos de equidad y autoridad o rigor. Ambos elementos aluden a la capacidad del recto pensar o juicio interior. En la parte baja del atril se aprecia un león con unos cuernos y cuya cola se convierte en una serpiente. Este monstruo mitológico conocido como Quimera representa la inconsciencia o ignorancia. Este alude a que una mente cerrada es inapropiada para el aprendizaje.

Testimonio en TEC Talk, ideas worth Spreading

El testimonio de Ric Elías: “Tres cosas que aprendí mientras mi avión se estrellaba sobre el río Hudson en Nueva York”. Este hombre en unos pocos segundos se confronta a la realidad de la muerte, aprendió por experiencia directa tres lecciones en unos cuando segundos que se le gravaron en el corazón y le acompañan toda la vida.

1.       Vivir el instante.

2.      Eliminar el “ego”, la energía negativa en su vida.

3.      Captó el sentido real de su vida: ser un buen padre, lo que le hace feliz.

Imaginen una gran explosión cuando estás a 900 metros de altura. Imaginen un avión lleno de humo. Imaginen un motor haciendo clac, clac, clac, clac, clac, clac, clac. Suena aterrador. Bien, yo tenía un asiento único ese día. Estaba sentado en el 1D. Era el único que podía hablar con los asistentes de vuelo. Así que de inmediato los miré, y dijeron: "no hay problema, probablemente golpeamos algunas aves". El piloto ya había virado el avión, y no estábamos tan lejos. Se podía ver Manhattan. Dos minutos después, tres cosas sucedieron al mismo tiempo. El piloto alineó el avión sobre el río Hudson.

Generalmente, esa no es la ruta. Apagó los motores. Imaginen estar en un avión y sin ruidos. Y luego dijo tres palabras -las tres palabras más desapasionadas que haya escuchado-. Dijo, "prepararse para el impacto". No tuve que hablar más con la asistente de vuelo. Pude verlo en sus ojos, era terror. La vida se acababa.

Quiero compartir con ustedes tres cosas que aprendí sobre mí mismo ese día. Aprendí que todo cambia en un instante. Tenemos esa lista de cosas que queremos hacer antes de morir, y pensé en toda la gente a las que quería conocer y no lo hice, la cerca que quería reparar, todas las experiencias que he querido tener y nunca tuve. Mientras pensaba en eso, me vino una frase, "colecciono vinos malos". Porque si el vino está listo y la persona está ahí, la abro. Ya no quiero aplazar nada en la vida. Y esa urgencia, ese propósito, realmente ha cambiado mi vida.

Lo segundo que aprendí ese día -y esto es mientras evitábamos el puente George Washington, que evitamos por poco- Pensé sobre, ¡ahí va!, realmente siento un gran pesar. He vivido una buena vida. En mi humanidad y con mis errores, he tratado de mejorar en todo lo que hice. Pero en mi humanidad, también dí lugar a mi “ego”. Y lamento el tiempo que desperdicié en cosas que no importaban con gente que sí me importan. Y pensé en mi relación con mi esposa, con mis amigos, con la gente. Y después, como medité en eso, decidí eliminar la energía negativa de mi vida. No es perfecta, pero es mucho mejor. En dos años no he tenido una pelea con mi esposa. Te sientes de maravilla. Ya no trato de tener razón; elijo ser feliz.

Lo tercero que aprendí -y esto es como que tu reloj mental va descontando, "15, 14, 13…" Ves el agua aproximarse. Estoy diciendo: "por favor, vuela…" No quiero que esto se rompa en mil piezas como se ven en esos documentales. Y mientras bajábamos, tuve la sensación de ¡ahí va!, morir no da miedo. Es casi como que hemos estado preparándonos para ello toda nuestra vida, pero es muy triste. No me quería ir; amo mi vida. Y esa tristeza se enmarcó en un único pensamiento, que es, solo deseo una cosa. ¡Ojalá!, pudiera ver a mis hijos crecer.

Un mes más tarde, estaba en una actuación de mi hija -primer grado, no había mucho talento artístico..., todavía. Y grité, lloré, como un niño pequeño. Y para mí, esa era toda mi razón de ser en el mundo. En ese momento, comprendí al conectar estos dos puntos, que lo único que me importa en la vida es ser un buen padre. Sobre todo, la única meta que tengo en la vida es ser un buen padre.

Se me concedió un milagro, no morir ese día. Y se me concedió otro regalo, que fue la posibilidad de mirar el futuro, volver y vivir de otra manera. A ustedes que están volando hoy, les desafío a que imaginen que les pasa lo mismo en su avión -y por favor que nunca sea así- pero imaginen, ¿cómo cambiarían? ¿Qué es lo que harían, que aún esperan hacer, porque piensan que vivirán siempre? ¿Cómo cambiarían sus relaciones y la energía negativa en ellas? Y lo más importante, ¿están siendo los mejores padres que pueden? Gracias”. Traducción: Verónica Vera.

https://www.ted.com/talks/ric_elias/transcript?language=es

Lecturas

¿Por qué escribir este libro, hoy, 25 años después de su conversión?

"Por razones interiores y exteriores. Era necesario que la obra madurara y recogerla, sentarme a escribirla. Soy muy púdico No me gusta hablar de mí mismo. Estamos en una época donde hay mucha autoficción, donde a las personas les gusta hablar de sí mismas. Personalmente, nunca antes había dicho "yo" en mis libros. Pero aquí, era importante decir que era una historia real, esto me sucedió realmente en 1989. Tuve que revindicar la vivencia de esta experiencia extraordinaria en el desierto. Por otro lado, hay razones externas.

Hay demasiado ruido en el mundo. Por un lado, está el estruendo de los fanáticos y, por otro lado, el sarcasmo de los pseudointelectuales. Ambos son insoportables para mí, porque es una negación de la vida interior, de lo que está sucediendo en lo más profundo de nuestras almas. Todos tenemos una relación con el misterio, con lo desconocido. Entre el estruendo de los terroristas, de los fanáticos que pretenden actuar en nombre de la fe, y el sarcasmo de los que piensan que hay que deshacerse de cualquier fe, quería escribir este libro, que se centra en contar el silencio profundo que hay en nosotros, nuestra relación con el misterio”. (Entrevista a Eric-Emmanuel Schmitt publicada el 28/09/2015 sobre su obra “La noche de fuego”, en el periódico Metro de Bruselas, Bélgica).

“Me había ido al desierto del Hoggar, en el Sahara, con unos amigos. Habíamos escalado el monte Tahar, la cima más alta, y quise descender el primero. Me di cuenta de que me equivocaba de camino, pero continué, irresistiblemente seducido por la idea de perderme. Y me perdí. Estaba en camiseta, sin agua ni comida, a 300 kilómetros de todo lugar habitado. Oscurecía…

Cuando cayeron la noche y el frío, como no tenía nada, me enterré en la arena. En vez de tener miedo, esa noche de soledad bajo la bóveda estrellada fue extraordinaria. Experimenté sentimientos intensos: todo miedo y angustia se esfumaban para siempre, experimenté una confianza infinita en la vida… y percibí que todo tiene sentido. Tuve la certeza de que un Orden, una inteligencia vela sobre nosotros, y que, en este orden, había sido creado, querido.

Toda esa noche pasó en un segundo. Al amanecer, caminé montaña arriba, para bajar por la otra cara. Al encontrar a mis amigos de nuevo, me avergoncé por haberles angustiado con mi desaparición y no me atreví a compartir con ellos mi alegría. Regresé a Francia con mi secreto”. (Eric-Emmanuel Schmitt[9]).

Un día que me encontraba en mi despacho en Anantapur me vinieron a ver tres voluntarias que trabajaban en el campus desde hacía unos meses. Pretendían que les resolviera algunas dudas en torno a la vida del más allá. Así que allí estaban las tres juntas, sentadas frente a mí, sin parar de hacerme preguntas. Me pareció que me ponían a prueba cuando una de ellas me espetó: “Tú, ¿quién eres?”

Entendí que no se refería a mi nombre. ¿Por qué me lo preguntó? ¿Qué trampa filosófica se escondía tras aquellas palabras? Entré en un espacio de silencio y, sin mirarlas, me sumí en una profunda búsqueda, forzando mi voluntad hacia el interior de mi Ser para que me diera una respuesta. Estaba absorto, y la cuestión “¿Quién eres?” se repetía rápidamente en mi cabeza como una campana al vuelo.

No sé cuánto rato estuve así. Creo que mucho tiempo. Yo, sentado en la silla de mi despacho. Ellas, frente a mí, esperando una respuesta.

Hubo un tiempo que tenía por costumbre interrogarme a mí mismo cuando me encontraba ante una difícil e incierta situación en la que no sabía qué hacer. Entonces me preguntaba a mí mismo: “Ser de mi ser: ¿qué sucede? ¿qué puedo hacer?” Supongo que era una manera instintiva de buscar una respuesta que surgiera de mi interior, que tuviera origen en la estructura de mi Ser.

En aquellos instantes me encontraba de nuevo en una situación similar, y volví a utilizar la vieja fórmula de pedirme a mí mismo una respuesta. Sentía cómo la mente se detenía y, a veces, cómo viajaba a una velocidad de vértigo. No podía contestar a aquella pregunta con explicaciones, puede que ni siquiera pudiera utilizar palabras. En un momento en el que ya no podía más, mi mente iba a quebrarse o estallar porque era incapaz de romper la muralla que me impedía seguir pensando, de repente salió espontáneamente la respuesta y exclamé: “¡Yo soy!”

Mis interlocutoras me miraron con ojos como platos. Les admiró mucho mi respuesta. Creo que era la primera vez que lo escuchaban, y yo la primera vez que di mi nombre con la definición última del Hombre.

Más tarde he vuelto a pensar sobre lo que pasó aquel día, reflexionando en torno a mi respuesta. ¿Cómo es que contesté con la definición más profunda de mi vida? Un “Yo soy” que por definición nadie por derecho puede atreverse a pronunciar, porque pertenece sólo a Dios”. (Vicente Ferrer. Encuentros con la realidad. Cap. 9. “Yo soy”).

 

“La dialéctica de la conciencia se fundamenta en las experiencias vividas y no en el mero racionalismo subjetivo”. (Samael Aun Weor)

 

Poema

Galerías LXXXVIII

Tal vez la mano, en sueño,

del sembrador de estrellas,

hizo sonar la música olvidada

como una nota de la lira inmensa,

y la ola humilde a nuestros labios vino

de unas pocas palabras verdaderas.

Antonio Machado

 


Publicación

La mayoría de los temas expuestos en este blog se hallan en estos tres tomos de esta obra, ampliados, corregidos y con sus prácticas. Más adelante, se editarán más volúmenes donde se progresará con más profundidad en este curso de autoconocimiento y meditación, cuyos capítulos también se irán colocando en el blog.

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Para más información, en este mismo blog en la primera entrada del mes de diciembre de 2020 y la primera de junio 2022, o en la misma página de Amazon.



[1] Basado en la observación, en el caso del autoconocimiento, observación de sí mismo.

[2] “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. (San Juan. 8. 32).

[3] Por ejemplo, la meditación.

[4] Vicente Ferrer. “El encuentro con la realidad”. Cap. Tres momentos decisivos.

[5] “Teresa experimentó lo que, más tarde, describió como la “llamada dentro de la llamada”, en referencia a haber escuchado a Dios pidiéndole que dedicara su vida a los menos privilegiados de la sociedad”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Teresa de Calcuta).

[6] “En la noche del 4 de febrero de 1989, durante una expedición al Sahara, tuvo una experiencia mística: el sentimiento de lo Absoluto se le reveló. Una frase ocupa todos sus pensamientos: todo está justificado”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Eric-Emmanuel Schmitt).

[7] “El incidente que serviría como un catalizador de su activismo político ocurrió dos meses después de su llegada a Sudáfrica, cuando viajando a Pretoria, fue sacado forzosamente del tren en la estación de Pietermaritzburg porque se negó a mudarse de la primera clase a la tercera clase, que se destinaba a la gente negra”. (Wikipedia, la enciclopedia libre. Clave: Mahatma Gandhi).

[8] Catedrático excedente de sociología.

[9] Escritor y dramaturgo francés (1960), nacionalizado belga. Doctor en filosofía, Escuela Normal Superior de París; historiador de literatura, traductor, guionista, autor, director de cine y actor.





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